Hernán Cortés

Hernán Cortés
Para otros usos de este término, véase Hernán Cortés (desambiguación).
Hernán Cortés Monroy Pizarro Altamirano
Cortes-Hernan-LOC.jpg
Conquistador y explorador
Años de servicio 15041547
Lealtad Flag of New Spain.svg España
Condecoraciones Marquesado del Valle de Oaxaca
Participó en Conquista del Imperio Azteca

Nacimiento 1485
Medellín, Badajoz (España)
Fallecimiento 2 de diciembre de 1547
Castilleja de la Cuesta, Sevilla (España)

Escudo de Hernán Cortés completo.svg
Firma de Hernán Cortés
Expedición de Hernán Cortés desde Cuba hasta Tenochtitlan

Hernán Cortés Monroy Pizarro Altamirano (Medellín (Badajoz), 1485Castilleja de la Cuesta, (Sevilla), 2 de diciembre de 1547), conquistador español del imperio azteca (hoy el centro de México). I marqués del Valle de Oaxaca, gobernador y capitán general de la Nueva España.

Contenido

Nacimiento, juventud

Fue hijo único de un hidalgo extremeño, llamado Martín Cortés y de Catalina Pizarro Altamirano. Por vía materna era primo segundo de Francisco Pizarro, quien posteriormente conquistó el imperio inca (no confundir con otro Francisco Pizarro, quien se unió a Cortés en la conquista de los aztecas). Como otros hidalgos, su padre lo envió a los catorce años a estudiar leyes a Salamanca, ciudad que abandonó dos años más tarde, movido por su afán de aventuras. Tras varios intentos fallidos, por una parte, de embarcar para las Indias, y, por otra, de participar en las campañas de Gonzalo Fernández de Córdoba en Italia, finalmente, en la primavera de 1504, zarpó hacia la isla de La Española, donde se instaló como plantador y funcionario colonial.

Cuba

En 1511 participó en la expedición de conquista de Cuba dirigida por el gobernador Diego de Velázquez, de quien recibió tierras y esclavos en la isla. Llegó a ser nombrado alcalde de Santiago de Cuba, aunque fue después encarcelado por el gobernador, acusado de conspirar en su contra. Liberado, se casó con la cuñada del propio Diego Velázquez, de nombre Catalina Suárez Marcaida.

A finales de 1518 Velázquez le confió el mando de la tercera expedición, tras las de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva, para continuar sus descubrimientos en la costa de Yucatán. Pero Velázquez pronto desconfió de él.

Cuenta Bernal Díaz del Castillo, autor de Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, que un bufón de Velázquez, llamado Cervantes el loco, le dijo a su señor, a la manera de los bufones: «A la gala de mi amo Diego, Diego, ¿qué capitán has elegido? Que es de Medellín de Extremadura, capitán de gran. Más temo, Diego, no se te alce con la armada, que le juzgo por muy gran varón en sus cosas».

Hernán Cortés seguía, sin embargo, con los preparativos de la expedición, y debido a su gran elocuencia, dotes de persuasión y sugestión, pronto logró reclutar a más de 600 hombres para su causa.

La expedición

Hernán Cortés

Adelantándose a que le cesase Diego Velázquez, la armada de Cortés partió precipitadamente del puerto de Santiago de Cuba el 18 de noviembre de 1518. Como iba escasa de bastimentos, tuvo que aprovisionarse de éstos en el puerto de Trinidad y otros lugares.

Finalmente, el 10 de febrero de 1519, la flota abandonó las costas de Cuba. Consistía aquella armada en 11 naves, con 518 infantes, 16 jinetes, 13 arcabuceros, 32 ballesteros, 110 marineros y unos 200 indios y negros como auxiliares de tropa. Llevaban 32 caballos, 10 cañones de bronce y 4 falconetes. Por capitanes iban Alonso Hernández Portocarrero (al que entregaría más tarde la india doña Marina), Alonso Dávila, Diego de Ordás, Francisco de Montejo, Francisco de Morla, Francisco de Saucedo, Juan de Escalante, Juan Velázquez de León (pariente del gobernador), Cristóbal de Olid, Gonzalo de Sandoval y Pedro de Alvarado. Muchos de éstos eran veteranos de la guerra de Italia. Por piloto principal iba Antón de Alaminos con experiencia en las dos expediciones anteriores de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva.

Primeros contactos con los pobladores

La Malinche traduce la lengua de los mexicas a Cortés. Lienzo Tlaxcala Siglo XVI

El primer contacto con las civilizaciones mesoamericanas lo tuvo en la isla de Cozumel, un importante puerto naviero y centro religioso maya que formaba parte de la jurisdicción de Ecab, y donde se encontraba el santuario dedicado a Ixchel, diosa de la fertilidad. Los españoles llegaron durante el Período Posclásico de la Cultura maya poco después de la caída de Mayapán en 1480, que llevó a la fragmentación de la península de Yucatán en 16 pequeños estados, cada uno con su propio gobernante denominado «halach uinik», y en constante conflicto entre sí.

Inmediatamente después de presentarse al «batab» (gobernante local de la ciudad) Cortés le pidió que dejaran su religión y adoptaran el cristianismo mandando a sus hombres a destruir los ídolos religiosos mayas y poner cruces e imágenes de la Virgen María en el templo. Una biografía del rey Carlos I escrita en 1603 relata el momento así:

Espantáronse los isleños de ver aquella flota y metiéronse al monte, dejando desamparadas sus casas y haciendas. Entraron algunos españoles la tierra adentro y hallaron cuatro mujeres con tres criaturas y trajéronlas a Cortés, y por señas de los indios que consigo llevaba, entendió que la una dellas era la señora de aquella tierra y madre de los niños. Hízole Cortés buen tratamiento, y ella hizo venir allí a su marido, el cual mandó dar a los españoles buenas posadas y regalarlos mucho. Y cuando vio Cortés que ya estaban asegurados y contentos, comenzó a predicarles la fe de Cristo. Mandó a la lengua que llevaba, que les dijese que les quería dar otro mejor Dios que el que tenían. Rogóles que adorasen la Cruz y una imagen de Nuestra Señora, y dijeron que les placía. Llevólos a su templo y quebrantóles los ídolos y puso en lugar dellos cruces y imágines de Nuestra Señora, lo cual todo tuvieron los indios por bueno. Estando allí Cortés nunca sacrificaron hombres, que lo solían hacer cada día.
Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V (1519), de Prudencio de Sandoval[1]

Hernán Cortés utilizaba de intérprete a un joven maya tomado prisionero en la Isla Mujeres, cuyo nombre ningún cronista de Indias recogió pero al que los españoles apodaban «Melchorejo». A través de él tuvo noticias de la existencia de unos hombres barbudos en poder de un cacicazgo maya cercano y envió emisarios a rescatarlos. En 1519 encontraron a Gerónimo de Aguilar superviviente del naufragio del buque Santa María de la Barca. Aguilar entonces, se dirigió a buscar a otro sobreviviente, Gonzalo Guerrero, quien vivía en Chetumal y donde había logrado escapar de la esclavitud ganándose la confianza del cacique Nachán Can, para volverse él mismo un nacom o jefe militar maya y casarse con la princesa maya Zazil Há, con la que había tenido varios hijos, hoy considerados los primeros mexicanos modernos. Aguilar decidió volver con Cortés convirtiéndose en uno de sus intérpretes de mayense, pero Guerrero decidió quedarse con los mayas y murió hacia 1536. Algunos historiadores creen que peleó contra los conquistadores españoles.[2]

La Batalla de Centla y la toma de Potonchan

Entrada de Hernán Cortés a la ciudad maya de Potonchan en Tabasco en 1519

La expedición de Cortés continuó bordeando la costa guiada por el piloto Antón de Alaminos hasta llegar el 14 de marzo de 1519 a la desembocadura del río Tabasco (hoy Grijalva), en las cercanías de la ciudad de Potonchán (Putunchan), perteneciente a los putunes o grupo maya-chontal y gobernada por el «halach uinik» Taabscoob. Allí se produjo la crucial Batalla de Centla relatada desde el punto de vista español por López de Gómara en el capítulo Combate y toma de Potonchan de su libro La Conquista de México:[3]

Cortés se adelantó haciendo señas de paz, les habló por medio de Jerónimo de Aguilar, rogándoles los recibiesen bien, pues no venían a hacerles mal, sino a tomar agua dulce y comprar de comer, como hombres que andando por el mar, tenían necesidad de ello; por tanto, que se lo diesen, que ellos se lo pagarían muy cortésmente.

Las autoridades de Potonchan ordenaron llevarles agua y comida para que se fueran. Pero Cortés sostuvo que no era suficiente e insistió en que dejaran entrar a sus tropas a la ciudad.

Replicaron los indios que no querían consejos de gente que no conocían, ni menos acogerlos en sus casas, porque les parecían hombres terribles y mandones, y que si querían agua, que la cogiesen del río o hiciesen pozos en la tierra, que así hacían ellos cuando la necesitaban. Entonces Cortés, viendo que las palabras estaban de más, les dijo que de ninguna manera podía dejar de entrar en el lugar y ver aquella tierra, para tomar y dar relación de ella al mayor señor del mundo, que allí le enviaba; por eso, que lo tuviesen por bueno, pues él lo deseaba hacer por las buenas, y si no, que se encomendaría a su Dios, a sus manos y a las de sus compañeros. Los indios no decían más que se fuesen, y no intentasen echar bravatas en tierra ajena, porque de ninguna manera le consentirían salir a ella ni entrar en su pueblo, antes bien le avisaban que si enseguida no se marchaban de allí, le matarían a él y a cuantos con él iban.
Batalla de Centla, en la que intervino por primera vez el caballo en una guerra en América. Mural en el Palacio Municipal de Paraíso, Tabasco.

Los españoles atacaron entonces la ciudad por dos flancos, produciéndose una sangrienta batalla que finalizó en la derrota de Potonchán y la entrada de Cortés y sus hombres:

Los españoles escudriñaron las casas y no hallaron más que maíz y gallipavos, y algunas cosas de algodón, y poco rastro de oro, pues no había dentro más que cuatrocientos hombres de guerra defendiendo el lugar. Se derramó mucha sangre de indios en la toma de ese lugar, por pelear desnudos; los heridos fueron muchos y cautivos quedaron pocos; los muertos no se contaron. Cortés se aposentó en el templo de los ídolos con todos los españoles, y cupieron muy a placer, porque tiene un patio y unas salas muy buenas y grandes. Durmieron allí aquella noche con buena guarda, como en casa de enemigos, más los indios no se atrevieron a nada. De esa manera se tomó Potonchan, que fue la primera ciudad que Hernán Cortés ganó por la fuerza en lo que descubrió y conquistó.

Luego de la derrota, las autoridades de Tabasco le hicieron a Cortés ofrenda de víveres, joyas, tejidos, y un grupo de veinte esclavas, que fueron aceptadas, cambiados sus nombres al ser bautizadas y repartidas entre sus hombres.[4] Entre estas esclavas había una llamada Malintzin, a la que los españoles renombraron Marina, conocida también como La Malinche, que seria crucial en la conquista de México. Su gran inteligencia, su dominio de las lenguas mayenses y náhuatl, su conocimiento de la psicología y costumbres de los indios, y su fidelidad hacia los españoles, hicieron de la Malinche una de las más extraordinarias y controvertidas mujeres de la historia de América.[5] La Malinche fue intérprete, consejera y concubina de Hernán Cortés, con el cual tendría un hijo Martín Cortés, del mismo nombre que el hijo legítimo que Hernán Cortés tendría catorce años después con Juana de Zúñiga. Marina y Gerónimo de Aguilar suplieron a Melchorejo como intérpretes, debido a que éste había decidido boicotear a los españoles y estaba incitando a los indígenas a resistir la conquista.

Fundación de Santa María de la Victoria

Después, Cortés se dirigió a una gran ceiba (considerado árbol sagrado por los mayas) y sacando su espada, dio unos golpes sobre el tronco y tomó posesión de esas tierras fundando el 25 de marzo de 1519 la villa de Santa María de la Victoria, que sería la primera población española en la Nueva España y una de las primeras en América. Inmediatamente el clérigo fray Bartolomé de Olmedo y su capellán Juan Díaz oficiaron la primera misa cristiana en tierra firme de la Nueva España y una de las primeras del Continente.

...Y después de apeados debajo de unos árboles y casas que allí estaban, dimos muchas gracias a Dios por habernos dado aquella victoria tan cumplida; y como era día de Nuestra Señora de Marzo, llamóse una villa que se pobló, Santa María de la Victoria, así por ser día de Nuestra Señora, como por la gran victoria que obtuvimos. Ésta fue la primera guerra que tuvimos en compañía de Cortés en la Nueva España(...) y dejemosle aquí y diré lo que más pasamos.
Bernal Díaz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España

Los españoles permanecieron ahí, hasta el 12 de abril cuando Cortés se embarcó rumbo a Culúa y Tenochtitlan, dejando en la villa a un puñado de soldados, encargados de pacificar la región.

Ese año de 1519 comenzaría una epidemia de viruela, traída sin saberlo por los conquistadores, que en el curso de las siguientes décadas aniquiló al 97% de la población de la región[6] y que facilitaría la Conquista de México.

Fundación de Veracruz y alianza militar con Cempoala

Vista de la plaza principal de las ruinas de la ciudad de Cempoala, capital de la Nación Totonaca, la primera en establecer una alianza militar con las huestes castellanas para atacar a los señoríos de la Triple Alianza o Ēxcān Tlahtolōyān.

En Tabasco, los españoles supieron de la existencia de un país hacia poniente que los amerindios denominaban «México». La flota fue, bordeando la costa mexicana, en dirección noroeste, y un día se presentaron varias canoas aztecas que venían de parte de Moctezuma, el «tlatoani» o emperador del Imperio azteca, con capital en Tenochtitlán. Cortés les mostró sus armas de fuego, sus caballos para, por una parte amedrentarlos, pero por otra parte trató de ser amable y afable con ellos, hablándoles de paz. Los embajadores traían pintores, y dibujaron todo lo que vieron con objeto de que el emperador fuese informado fielmente y viese como eran estos «teules» (semidioses). Moctezuma volvió a enviar presentes de joyas y objetos preciosos, pero Cortés seguía insistiendo en visitar a su emperador, el cual volvió a denegar el permiso.

Cortés instaló su campamento enfrente de la ciudad de Quiahuiztlán habitada ancestralmente por los totonacas, y poco después lo convirtió en ciudad, con el nombre de Villa Rica de la Vera Cruz (ubicada 70 km al norte de la actual Veracruz), por haber desembarcado los españoles en aquel paraje un Viernes Santo.

Los nuevos pobladores rogaron a Cortés que se proclamase capitán general, dependiendo directamente del rey y no de Velázquez, a quien no le reconocía mando sobre aquellas nuevas tierras. Después de negarse varias veces, terminó aceptándolo. Nombró alcalde, regidores, alguaciles, tesorero y alférez, consumando, pues, la desvinculación de la autoridad del gobernador de Cuba sobre la expedición. Este acto es considerado como la fundación de una de las primeras ciudades europeas en América continental.

Cortés notó entonces que el Imperio azteca tenía enemigos y que esto facilitaba sus planes. Comenzó a elaborar una estrategia, con el fin de aprovechar las rencillas y odios que se tenían hacia el dominio Mexica, por grande número de provincias, a fin de lograr la conquista de tan vasto imperio. Pero para ello tenía que imponer también su voluntad y su mando sobre la facción del gobernador Diego de Velázquez, que sostenía que Cortés no tenía autorización para poblar, sino sólo para rescatar y descubrir, y que deberían volver a Cuba terminada la expedición. La mayoría de los capitanes y la tropa apoyaban a Cortés, ya que intuían las grandes riquezas que podía haber en Tenochtitlan.

La primera nación mesoamericana con la que Cortés estableció una alianza militar fue la Cultura Totonaca, con capital en Cempoala, una avanzada ciudad de unos 20.000 habitantes. A mediados de 1519, treinta pueblos totonacas se reunieron con Cortés en Cempoala para sellar la alianza y marchar juntos a la conquista de Tenochtitlan. Los totonacas aportaron 1.300 guerreros[7] a la empresa de Cortés quién, por su parte, aportaría unos 400 españoles, armas de fuego y quince caballos.

El acuerdo se realizó sobre la base de que, una vez derrotado el Imperio Azteca, la Nación Totonaca sería libre. No obstante, luego de la conquista de México, los totonacas, diezmados por la alianza militar y las enfermedades, nunca volvieron a ser lo que fueron. Varios de ellos terminaron encomendados como siervos a los señores españoles en sus propias tierras, particularmente en el naciente cultivo de caña de azúcar, quedando Cempoala deshabitada y su cultura extinguida y olvidada. La Cultura Totonaca volvió a ser descubierta a fines del siglo XIX, por el arqueólogo e historiador mexicano Francisco del Paso y Troncoso.

«Quema» (barrenado) de las naves

Llegaron noticias de que Diego Velázquez había conseguido por sus compañeros en la Corte el nombramiento de adelantado de Yucatán, por lo que envió para contrarrestar estas influencias a sus fieles Portocarrero y Montejo con lo mejor del botín obtenido hasta entonces, para conseguir el nombramiento para Cortés. Tomó además la decisión de inutilizar las naves, excepto la que había de utilizar Portocarrero a fin de mantener contacto directo con España, para evitar cualquier fuga de los hombres que no secundaban su rebelión frente a la legalidad del gobernador de Cuba.

Sobre la forma física real en que se inutilizaron las naves, las fuentes utilizan las expresiones «barrenar» (abrir agujeros con un barreno o broca) y «dar de través» (volcar, tumbar, poner en dirección transversal el barco para vararlo). Posiblemente lo que se hizo fue una combinación de ambos procesos, y en cualquier caso es importante decir que las piezas de las naves sirvieron para propósitos posteriores que tuvieron importancia decisiva en la conquista de la capital azteca.

Guerra y posterior alianza con Tlaxcala. Matanza de Cholula

Sección reconstruida de la Gran Pirámide de Cholula, en la actual San Andrés Cholula (Puebla), donde se produjo la llamada Matanza de Cholula.

El 16 de agosto de 1519, Cortés abandonó la costa e inició su marcha hacia el interior, rumbo hacia al corazón del Imperio Mexica, con un ejército de 13.000 guerreros totonacas, 400 soldados españoles con armas de fuego y 15 caballos.

A fines de agosto el ejército de Cortés llegó al territorio de la Confederación o República de Tlaxcala, integrada por cuatro señoríos autónomos: Tepeticpac, Ocotelulco, Tizatlán y Quiahuiztlán.

Por entonces, Tlaxcala y Tenochtitlán representaban dos concepciones opuestas de organización política que las llevó al enfrentamiento abierto. Tlaxcala se había organizado como una confederación de ciudades-estados unidas en una república gobernada por un Senado; México-Tenochtitlán, por el contrario se organizó como un imperio.[8]

A partir de 1455 el Imperio Azteca, conformado sobre la base de la Triple Alianza entre Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan, había iniciado las llamadas «guerras floridas» contra Huejotzingo, Cholula y Tlaxcala, con el fin de capturar prisioneros para sus sacrificios religiosos, y las cuales le garantizaron el repudio del resto de los señoríos indígenas.

En esas circunstancias llegó Cortés al territorio de Tlaxcala, al mando de su ejército totonaca-español. Inicialmente la República de Tlaxcala, al mando de Xicohténcatl Axayacatzin, negó a los invasores el paso por su territorio, enfrentándose el 2 de septiembre en el desfiladero de Tecoantzinco con suerte favorable a Cortés. Al día siguiente se produjo un nuevo enfrentamiento en los llanos, que volvió a ser desfavorable para Tlaxcala llevando a la división de la República, con la deserción de las tropas de Ocotelulco y Tepeticpac, al percatarse de que no podían prevalecer ante los 400 soldados españoles y sus aliados indígenas. Superadas en táctica y disciplina de guerra -varios de los soldados españoles e incluso de sus capitanes eran tercios y veteranos de Italia, lo mejor de Europa en ese entonces-, las tropas de Xicohténcatl volvieron a ser derrotadas y el Senado ordenó detener la guerra y ofrecer la paz a Cortés. Este acuerdo estableció la crucial alianza con los tlaxcaltecas, opositores al régimen Mexica, el cual nunca había podido conquistar su territorio. Cortés se detuvo allí varias semanas.

En su paso hacia Tenochtitlan Cortés llegó a Cholula, aliada del Imperio Azteca, que era la segunda ciudad más grande después de México-Tenochtitlan, con 30.000 habitantes. Bernal Díaz del Castillo cuenta en su crónica que luego de haber recibido a Cortés y su enorme ejército, las autoridades de Cholula planearon tenderle una emboscada y aniquilar a los españoles. Díaz del Castillo cuenta que él y las tropas vieron a un costado de los templos las varas con collares que supuso destinadas a los españoles para ser llevados cautivos a Tenochtitlan. Díaz del Castillo también cuenta que una anciana y unos sacerdotes de los templos de Cholula alertaron a Cortés, quien mandó inmediatamente a su ejército a atacar, causando lo que se conoce como la matanza de Cholula, en la que más de 5.000 hombres murieron en cinco horas. El contingente permaneció en Cholula durante octubre y noviembre y al salir Cortés mandó incendiar la ciudad.

Después llegó a Ayotzinco, desde donde preparó el ataque a Tenochtitlan. A su llegada a México-Tenochtitlan, Cortés quedó sorprendido por la belleza del lugar, que es descrita por Díaz del Castillo como «un sueño». En su paso desde Cholula, Cortés había recorrido el camino hacia el Valle de México, cruzando por entre dos volcanes, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl hasta llegar a en un paraje boscoso y de espléndida belleza que hasta hoy lleva el nombre de Paso de Cortés. Del otro lado, avistó por primera vez el lago de Texcoco aproximándose a ella por el rumbo de Xochimilco.

Tenochtitlan

Artículo principal: Noche Triste

Hernán Cortés, en su marcha hacia México-Tenochtitlan, el ejército de Cortés (unos trescientos españoles) y el apoyo de unos 3.000 tlaxcaltecas avistó los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Y uno de los capitanes de Cortés, llamado Diego de Ordás fue el primer europeo en ascender a la cima del volcán Popocatépetl en compañía de dos compañeros de armas, causando una gran impresión entre los nativos que acompañaban la expedición de Cortés. Por tal hazaña y méritos militares, el emperador Carlos V le otorgó a Diego de Ordás mediante decreto expedido el 22 de octubre de 1523, el derecho de poseer un escudo de armas con una vista del volcán.

Encuentro de Hernán Cortés y Moctezuma

A la entrada de la ciudad, realizada el 8 de noviembre de 1519, se produjo el encuentro de Moctezuma y Cortés, haciendo de intérprete doña Marina. Moctezuma II creyó que los españoles eran enviados del dios que vendría del Este -este es Quetzalcóatl ó Serpiente Emplumada- y fue un espléndido anfitrión de éstos, obsequiándole entre otras cosas, el Tocado del Dios Quetzalcóatl, mejor conocido como Penacho de Moctezuma y el cual, fue enviado junto con otros presentes a la Corte Imperial. Dado que Carlos V era un Austria -casa de los Habsburgo- al extinguirse la rama Española, este regalo terminó en Austria.

Mientras los españoles se quedaban en Tenochtitlan, Moctezuma los hospedó en el templo de su antecesor Axayácatl (en el palacio del padre de Moctezuma), pudiendo entonces admirar la grandiosidad de aquella ciudad. En los días siguientes, los españoles visitaron los palacios y templos de la gran capital azteca, así como el gran cú (templo) de la ciudad gemela del imperio, Tlatelolco, y su mercado: una plaza de más del doble de grande que la Plaza Mayor de Salamanca (tenida entonces por la más grande de la cristiandad).

Residiendo los españoles en el palacio, se les ocurrió que ya era hora de tener capilla propia y, puesto que Moctezuma se había negado a que la erigieran en el cú de Huitzilopochtli, resolvieron levantarla en su alojamiento, previo permiso del emperador.

Buscaban los capitanes el mejor sitio para emplazarla cuando un soldado, que era carpintero, notó en una pared la existencia de una puerta tapiada y encalada de pocos días. Recordaron entonces que se susurraba que en aquellos aposentos tenía depositados Moctezuma los tesoros que había ido reuniendo su padre Axayácatl.

Placa conmemorativa del primer encuentro entre Cortés y Moctezuma en la Ciudad de México. Estudios recientes han determinado que, con toda probabildad, el conquistador extremeño y el tlahtoani mexica se encontraron en un sitio distinto al que señala el monumento.

Allí entraron Cortés y algunos capitanes y tras la vista de un enorme tesoro ordenó que se volviera a tapiar. Debido a advertencias previas de los tlaxcaltecas, les empezó a inquietar entonces la posibilidad de ser asesinados. Cuatro capitanes y doce soldados se presentaron a Cortés para hacerle presente la conveniencia de prender al emperador, manteniéndole como rehén, para que respondiera con su vida de la vida del ejército. No se tomó de momento ningún acuerdo, pero una noticia precipitó la resolución.

Mientras tanto en las cercanías de la Villa Rica de la Vera Cruz, aconteció la batalla de Nautla, entre los mexicas dirigidos por Cuauhpopoca y los totoncas aliados de los conquistadores españoles, en el conflicto mataron a Juan de Escalante, alguacil mayor, y a siete españoles lo que supuso un desprestigio para las armas españolas al ver que no eran semidioses y que podían ser vencidos. Un soldado llamado Argüello fue hecho prisionero, murió en el camino por las heridas de la guerra y su cabeza enviada al emperador azteca, quien no quiso colocarla en ningún templo.

Una vez que Moctezuma cayó en la celada de los españoles, Cortés lo tuvo como rehén so pena de muerte inmediata. Apaciguó a su guardia diciendo que iba de propia voluntad, y tras ser trasladados con los españoles todos sus enseres siguió manifestando a todas sus visitas que estaba allí de propia voluntad.

Cortés exigió que los caciques autores de la agresión a Veracruz fueran castigados. Llevados a su presencia, confirmaron que obedecían órdenes de Moctezuma. Los capitanes aztecas fueron sentenciados a morir en la hoguera.

Consiguió también que Moctezuma se declarase vasallo de Carlos V. La casta sacerdotal y la nobleza conjuraron para liberar a su señor y aniquilar a los españoles.

Lucha entre españoles

En esos días se recibió la noticia de la llegada de 18 navíos al Puerto de Veracruz, creyéndose en un principio que eran refuerzos del emperador; mas enseguida se supo que eran tropas mandadas por Diego de Velázquez para castigar a los rebeldes. Estas tropas estaban mandadas por Pánfilo de Narváez. Para colmo, pusieron sobre aviso a Moctezuma de que Cortés era un rebelde a su rey, y que si podía, lo matase. Así que Cortés no tuvo más remedio que dejar una guarnición de poco más de un centenar de españoles en Tenochtitlan al mando de Pedro de Alvarado, y él con trescientos españoles y varios cientos de indios, salió al encuentro de las tropas de Narváez. Cortés atacó el campamento enemigo en plena noche, derramando muy poca sangre y capturando a Narváez sólo unos momentos después de haber entablado combate. Tras mostrar a los soldados los adornos de oro, y de incitarlos a unírsele, la mayoría cambió de bando a favor de Cortés, que gracias a esto triplicó sus efectivos de la noche a la mañana. Por su parte, Narváez regresó por donde había venido, con unos cuantos seguidores, mientras que Cortés regresaba a Tenochtitlán

La matanza del Templo Mayor

Artículo principal: Matanza de Tóxcatl

Mientras, en Tenochtitlan, Alvarado, temeroso de una concentración masiva de guerreros en la Plaza Mayor de Tenochtitlan, y temiendo los posibles augurios de Cholula, había cometido una matanza de nativos, de nobles, caciques y jefes de ejército cuando éstos estaban celebrando la fiesta de Tóxcatl (quinto mes de los 18 que tenía el calendario azteca) en honor a Tezcatlipoca. Algunas fuentes hablan también de culto al siempre presente Huitzilopochtli. Dado el desatino de Alvarado, la población, lógicamente, se indignó, porque el ambicioso Pedro de Alvarado le quito sus joyas y materiales preciosos que vestían. Al haber hecho esto los pobladores se rebelaron contra Moctezuma, no teniéndole nadie respeto. Los españoles se tuvieron que refugiar en los alojamientos del palacio.

La rebelión y La Noche Triste

Artículo principal: Noche Triste

El 24 de junio de 1520 el ejército de Cortés entraba nuevamente en la ciudad. El hermano de Moctezuma, Cuitláhuac, fue liberado para que gestionase la pacificación, pero en vez de eso, se puso al frente de los mexicas y se unió al jefe de los caciques, llamado Cuauhtémoc -y quien sería el siguiente tlatoani azteca-, para oponerse a la ocupación española. Cortés consiguió que Moctezuma tratase de apaciguar a los inconformes y que dejasen salir a los españoles de la ciudad. Existen dos versiones a la muerte de Moctezuma: una es que cuando hablaba a su pueblo, recibió una pedrada de los propios aztecas que lo hirió de muerte; la otra dice que Hernán Cortés ordenó matarlo cuando vio que no podía calmar al pueblo, si bien ésta última versión fue aportada por los aztecas y se considera menos probable.[9]

Estando así la situación los soldados españoles, fueron sitiados en la casa de su alojamiento, rodeados por multitudes de indígenas indignados. Los sitiados veían disminuir el agua, las municiones y toda clase de víveres. La única salida era la retirada. Y la hicieron en la lluviosa noche del 30 de junio al 1 de julio de 1520, conocida como la Noche Triste. Al escabullirse silenciosamente, los españoles se dirigieron a una de las calzadas que conducían a la salida de Tenochtitlán. Ya no les faltaba mucho para completar la retirada cuando fueron descubiertos por una anciana, que dió la alarma, y en unos momentos, miles de guerreros aztecas atacaron en tromba a los españoles; les acosaron a lo largo de la calzada, mientras otros atacaban desde sus canoas. En aquella retirada cayeron la mayoría de los españoles, sobre todo los que llegaron con Narváez, que al llevar muchas piezas de oro consigo, a pesar de las advertencias de Cortés, murieron ahogados en el lago: Se perdieron además gran cantidad de piezas de artillería y de caballos, así como gran parte del tesoro que se transportaba. Perseguidos por los aztecas, el 7 de julio, cerca de Otumba, los españoles se reorganizaron, y plantaron batalla a los guerreros que les perseguían, logrando derrotarles.

Sitio y caída de Tenochtitlan

Artículo principal: Conquista de México

Después de su derrota de la Noche Triste los españoles y sus aliados tlaxcaltecas se replegaron en Tlaxcala; se reorganizaron y atacaron Tenochtitlan, poniendo en sitio a la ciudad. Cabe meditar si en este punto la alianza de los Tlaxcaltecas podría ó no considerarse legítima, porque dada la fragilidad de los españoles, les hubieran podido eliminar y no lo hicieron. En vez de eso, les aprovisionaron, les cobijaron y soportaron, con la consecuente obtención de prebendas y privilegios posteriores, que el conquistador esta vez, sí parece haber respetado.

Dada la indignación de los Mexicas por la profanación de una de sus fiestas principales -donde ocurre la matanza perpetrada por Alvarado-, y entendiendo que los Aztecas no se rendirán, Cortés manda traer los navíos que había inhabilitado, pieza por pieza, con el fin de ponerle sitio a Tenochtitlan; los navíos fueron reconstruidos en el Lago que rodeaba la ciudad y tras un sitio que duró 75 días, en los que los Aztecas que pelearon hasta su práctico exterminio, finalmente fueron derrotados y sometidos a esclavitud. Es por esta razón que podemos decir, que los actuales descendientes indígenas ó el mestizaje derivado de éstos, se dio más que con el pueblo Mexica, con los vencedores Tlaxcaltecas y otros señoríos indígenas que, al término de la guerra, obtuvieron estatus de principales en sus provincias y en diferentes casos, como representantes ante la corona Española como Caciques gobernantes.

Después de consumada la conquista, Cortés se hace acompañar por Cuauhtémoc de quien se dice, llegó a torturar para obtenerle información sobre el tesoro Azteca. No obteniendo respuesta positiva, Cortés lleva a Cuauhtémoc a sus expediciones posteriores donde mas tarde resultará muerto, presuntamente mandado a ahorcar por Cortés.

El viaje de Cortés a Las Hibueras

Cortés tenía conocimiento de las riquezas que existían en Las Hibueras, en la actual República de Honduras, además que había escuchado que existía un paso «que en opinión de muchos pilotos [...] por aquella bahía sale estrecho a la otra mar» (del océano Atlántico al océano Pacífico), estrecho de cuya existencia había dado conocimiento el piloto Juan de la Cosa desde el año 1500. Así pues, Cortés envió el año de 1524 al mando de su capitán Cristóbal de Olid cinco navíos y un bergantín rumbo a Las Hibueras, a bordo de los cuales iban 400 hombres, suficiente artillería, armas y municiones, además de ocho mil pesos oro para comprar en Cuba caballos y bastimentos. En tanto, había partido una expedición por tierra al mando del capitán Pedro de Alvarado para conquistar y explorar Centroamérica.

Más temprano que tarde Cortés se dio cuenta que el capitán Cristóbal de Olid, hombre de toda su confianza, había entrado en tratos con su principal enemigo, nada menos que con el gobernador de Cuba, Diego de Velázquez, para robarle a Cortés las nuevas tierras que se habrían de descubrir en el viaje de exploración y conquista que él mismo estaba sufragando. Fuera de quicio, Cortés montó una segunda expedición en junio de 1524 al mando de su primo Francisco de las Casas, en cinco navíos y con cien hombres con órdenes de aprehender y castigar al infiel Cristóbal de Olid. Al arribar la expedición punitiva a la actual Honduras después de un naufragio, se sucedieron unas escaramuzas y fue tomado prisionero el enviado de Cortés, su primo Francisco de las Casas, en compañía de Gil González de Ávila, éste recién llegado con el título de gobernador del golfo Dulce.

De alguna manera, tanto De las Casas como Gil González lograron escapar hacia la jungla. Posteriormente, amigos de Cortés en una cena tomaron prisionero a Cristóbal de Olid y lo degollaron, dando por terminado el asunto.

En tanto Hernán Cortés, sin saber lo que había sucedido, emprende por tierra rumbo a Las Hibueras en compañía de un gran ejército.

Caminó hasta Veracruz, en donde se embarcó hasta la villa del Espíritu Santo, de ahí continuó por tierra entrando en Tabasco en donde con grandes dificultades atravesó grandes pantanos, caudalosos ríos y selvas impenetrables, pasó por varias poblaciones tabasqueñas como Cupilco, Cimatán, Nacaxuxuca, Zaguatán, Chilapan, Ixtapa, Acalán, Tatahuitalpan, Usumacinta (en donde mandó ahorcar a Cuauhtémoc y Teutiercas. Ya en Guatemala llegó a Tayasal, continuó por agrestes sierras y llegó a la población maya de Nito y luego al puerto de Naco en donde se enteró de lo sucedido a Cristóbal de Olid así que se embarcó de regreso a la ciudad de México, llegando en 1525.

Hernán Cortés descubre la «California»

La isla de California, mapa del siglo XVII
Sabed que a la diestra mano de las Indias existe una isla llamada California muy cerca de un costado del Paraíso Terrenal; y estaba poblada por mujeres negras, sin que existiera allí un hombre, pues vivían a la manera de las amazonas. Eran de bellos y robustos cuerpos, fogoso valor y gran fuerza. Su isla era la más fuerte de todo el mundo, con sus escarpados farallones y sus pétreas costas. Sus armas eran todas de oro y del mismo metal eran los arneses de las bestias salvajes que ellas acostumbraban domar para montarlas, porque en toda la isla no había otro metal que el oro.

Se considera actualmente a Hernán Cortés como el descubridor de la península de Baja California, aun cuando el primer europeo que desembarcó en dicha península fue el piloto y navegante español Fortún Jiménez, quien al mando del navío Concepción, propiedad de Hernán Cortés, avistó y desembarcó en el año 1534 en la península, de la cual pensó que era una isla.

En la cuarta Carta de Relación, fechada en México el 15 de octubre de 1524, escribe Hernán Cortés al rey de España de la preparación de barcos para explorar y someter nuevos reinos sobre la Mar del Sur (Océano Pacífico), idea que bullía en su mente desde dos años atrás, recién consumada la conquista de la gran Tenochtitlan. En 1529, estando Cortés en España, firmó un convenio con la Corona española por el cual se obligaba a enviar por su cuenta «armadas para descubrir islas y territorios en la Mar del Sur».

Deseaba encontrar además del dominio territorial y las posibles ganancias en metales preciosos en las nuevas tierras a descubrir, un paso de mar entre el Pacífico y el Atlántico, pues se pensaba que si Fernando de Magallanes había encontrado un estrecho que comunicaba ambos océanos por el Sur, también debería existir otro paso por el Norte. Ese paso marítimo era el mítico Estrecho de Anián. En el mencionado convenio se estipulaba que de las tierras y ganancias que se obtuvieran, una décima parte corresponderían al descubridor en propiedad perpetua, para sí y sus descendientes.

La primera expedición

Durante su estancia en España en 1529, Cortés consiguió de Carlos V el título de Marqués del Valle de Oaxaca[10] y el gobierno sobre los futuros descubrimientos en el Mar del Sur.[11] Ya de regreso a México, el 30 de junio de 1532 envió a su primo Diego Hurtado de Mendoza para que explorara las islas y litorales de la Mar del Sur, más allá de los límites de la audiencia de la Nueva Galicia gobernada por Nuño de Guzmán enemigo acérrimo de Hernán Cortés. Partió la expedición en dos barcos desde golfo de Tehuantepec, después de tocar Manzanillo (Colima) se fueron costeando las costas de Jalisco y Nayarit, que en aquel entonces formaban parte de la audiencia de la Nueva Galicia, hasta descubrir las Islas Marías, de allí regresaron a tierra firme y trataron de obtener abastecimiento de agua en la bahía de Matanchén, Nayarit, abastecimiento que les fue negado por órdenes de Nuño de Guzmán, dueño y señor de la región.

Uno de los barcos maltratados por las tormentas emprendió el regreso, arribó a las costas de Jalisco y terminó en manos de Nuño de Guzmán, en tanto el otro navío en el que iba Diego Hurtado de Mendoza tomó rumbo al norte, jamás ninguno de los que iban a bordo regresó a la Nueva España, no se volvió a tener noticias de ellos, años después el autor de la Segunda Relación anónima de la jornada que hizo Nuño de Guzmán a la Nueva Galicia, recogió algunas informaciones que hacen suponer que la nave que comandaba Diego Hurtado de Mendoza había naufragado en el litoral norte del hoy estado de Sinaloa, pereciendo él y el resto de la tripulación.

La segunda expedición

El navío Concepción al mando del capitán y comandante de la expedición Diego de Becerra, era una de las dos naves que Cortés envió en 1533, poco después de la conquista de la gran Tenochtitlan, en un segundo viaje de exploración de la Mar del Sur, la otra nave era el navío San Lázaro al mando del Capitán Hernando de Grijalva.

Zarpó la expedición desde el hoy puerto de Manzanillo el 30 de octubre de 1533, para el día 20 de Diciembre las naves se habían separado, el barco San Lázaro que se había adelantado esperó en vano al navío Concepción durante tres días y al no tener avistamiento del navío acompañante se dedicó a explorar el Océano Pacífico y descubrió las Islas Revillagigedo. A bordo del Concepción todo era diferente, el navegante y segundo en el mando Fortún Jiménez se amotinó y asesinó mientras dormía al capitán Diego de Becerra, después agredió a los tripulantes que se mostraron leales al asesinado capitán para posteriormente abandonar a los heridos en las costas de Michoacán junto con los frailes franciscanos que le acompañaban en la travesía.

Fortún Jiménez navegó hacia el noroeste siguiendo la costa y en algún momento giró hacia el oeste y llegó hacia una apacible bahía, hoy se sabe que arribó a la hoy ciudad y puerto de La Paz, él pensó que había arribado a una isla, jamás supo que había arribado a una península que con el tiempo se llamaría península de Baja California, allí se encontró con nativos que hablaban una lengua no conocida y además andaban semidesnudos, eran muy diferentes de los nativos del altiplano mexicano que tenían una cultura propia.

Los tripulantes que le acompañaban al ver a las mujeres semidesnudas y a causa de la larga vigilia sexual, se dedicaron a tomarlas por la fuerza. Para ese entonces se habían dado cuenta que en el lugar abundaban las perlas que los nativos extraían de las conchas de moluscos que abundaban en la bahía, así que se dedicaron a saquear el lugar y a abusar de las mujeres.

Es necesario resaltar que Fortún Jiménez y acompañantes no otorgaron nombre alguno a ninguno de los sitios que encontraron, siendo otros exploradores quienes diesen nombre a los lugares visitados por Fortún Jiménez.

El abuso de las mujeres por parte de la tripulación aunado al saqueo al cual se dedicaron provocó un violento enfrentamiento con los nativos que terminó en la muerte de Fortún Jiménez y algunos de sus compañeros, los sobrevivientes se retiraron del lugar, abordaron a duras penas el navío Concepción, navegaron erráticamente durante varios días hasta llegar a las costas del hoy estado de Jalisco, en donde se toparon con los subalternos de Nuño de Guzmán quienes les requisaron la nave y los tomaron prisioneros.

La tercera expedición

Después de haber patrocinado dos viajes de exploración en la Mar del Sur y sin haber obtenido resultados materiales, Hernán Cortés decidió encabezar el tercer viaje de exploración.

Molesto Cortés porque Nuño de Guzmán, su archienemigo de siempre, le había requisado un buque durante la primera expedición que sufragó, además del buque Concepción que Cortés había enviado en el segundo viaje de exploración de la Mar del Sur, decidió enfrentarlo en su propio terreno y desde allí montar la tercera expedición, para ello preparó un gran número de tropas a pie y a caballo para marchar sobre la provincia de la Nueva Galicia de la cual Nuño de Guzmán era gobernador.

El virrey de la Nueva España advierte a Hernán Cortés el 4 de septiembre de 1534 «que no enfrentase a quien le había requisado sus barcos» a lo que Hernán Cortés se negó alegando que había gastado más de 100 mil castellanos de oro, además de haber sido designado por su majestad el Rey de España Carlos I para conquistar y descubrir nuevos territorios. Para ese entonces Cortés ya había organizado un astillero en Tehuantepec y tenía tres navíos dispuestos; el San Lázaro (en el que regresó Grijalva de la segunda expedición a la Mar del Sur), y el Santa Águeda y el Santo Tomás que recién habían sido construidos.

El proyecto de Cortés era ambicioso, enviaría los navíos a Chametla Sinaloa (cerca de la actual población de Escuinapa) en el territorio gobernado por Nuño de Guzmán y allí abordaría el ejército de tierra comandado por él. Para llegar a Chametla, Cortés tuvo que atravesar por varios días con su ejército el Nuevo Reino de la Nueva Galicia, la Nueva Galicia era una provincia de la Nueva España gobernada por su acérrimo enemigo Nuño de Guzmán.

Cuenta Bernal Díaz del Castillo que cuando en la Nueva España se supo que el Marqués de Oaxaca iba de conquista nuevamente, muchos «creyeron que era cosa cierta y rica» y se ofrecieron a servirle soldados de a caballo, arcabuceros y ballesteros, y 34 casados con sus mujeres, en total 320 personas y 150 caballos. Y añade que los navíos estaban muy bien provistos de bizcocho, carne, aceite, vino y vinagre, mucho rescate, tres herreros con sus fraguas y dos carpinteros de ribera con sus herramientas, además de clérigos y religiosos, y médicos, cirujanos y botica.

Con los pendones a todo lo alto arribó el ejército de Cortés a la población de Santiago de Galicia de Compostela, ubicada en esos días en el valle de Matatipac (en la actualidad la ciudad de Tepic), donde fue acogido amistosamente por el Gobernador Nuño Beltrán de Guzmán, su enemigo de siempre. En ésa población Cortés y su ejército permanecieron durante cuatro días antes de proseguir su viaje. Se dice que Nuño de Guzmán aconsejó a Cortés no proseguir con el viaje de exploración y le proveyó de bastimentos, en tanto Cortés se asombró de la pobreza en que vivía Nuño de Guzmán. Sin duda alguna el recibimiento de que fue objeto el Conquistador de México de parte de Guzmán se debió al ejército que acompañaba a Cortés.

Después de la partida de Cortés, Nuño de Guzmán dirigió una carta a la Audiencia en México en «que se queja de que el marqués del Valle quería penetrar con su gente en su gobernación, siendo que solo era Capitán General de la Nueva España».

En Chametla (Sinaloa), después de atravesar los hoy estados de Jalisco y Nayarit, territorio conocido como parte del reino de la Nueva Galicia en esa época, Cortés y su comitiva embarcaron los buques Santa Águeda y San Lázaro en los cuales subieron 113 peones, 40 jinetes con todo de a caballo y dejó en tierra a 60 jinetes más, según lo reportó a la Real Audiencia el gobernador Nuño de Guzmán.

Una vez embarcado en el buque San Lázaro, Cortés junto con su expedición tomó rumbo al noroeste, y el día 3 de mayo de 1535 arribó a la bahía que nombró Bahía de la Santa Cruz, actualmente La Paz (Baja California Sur), lugar en el cual confirmó la muerte de su subalterno Fortún Jiménez a manos de los nativos.

Una vez que hubo tomado Cortés posesión de la Bahía de la Santa Cruz, decidió establecer una colonia, mandó traer a los soldados y bastimentos que había dejado en Sinaloa pero el mal tiempo no le ayudó, los buques se perdieron y únicamente regresó a la bahía de la Santa Cruz un navío llevando una carga de cincuenta fanegas de maíz, insuficientes para alimentar a la población, por lo cual Cortés salió personalmente en busca de víveres, mas lo conseguido fue insuficiente por lo cual decidió retornar a la Nueva España con la intención de proveer desde ahí a la nueva colonia.

Al mando del poblado de la Santa Cruz quedó Francisco de Ulloa, pero las quejas de los familiares de quienes se habían quedado en la península hicieron que el virrey ordenara el abandono de la población y el retorno de los pobladores a la Nueva España.

La cuarta expedición

Hernán Cortés quien ya había patrocinado tres viajes de exploración de la Mar del Sur (océano Pacífico) y los cuales habían terminado en fracasos, decide enviar un cuarto viaje de exploración a la Mar del Sur al mando de Francisco de Ulloa en 1539. Partió la expedición del puerto de Acapulco el día 8 de Julio del año citado a bordo de los buques Santo Tomás, Santa Águeda y Trinidad, a la altura de las Islas Marías se vieron obligados a abandonar el navío Santo Tomás, por lo cual continuaron el viaje de exploración en los dos buques restantes.

Se adentraron en el golfo de California y visitaron en el viaje de ida y de regreso la abandonada población de la Santa Cruz, conocida actualmente como la ciudad de La Paz, en el viaje de ida llegaron al extremo norte del golfo el 28 de septiembre, a lo que se conoce actualmente como desembocadura del río Colorado y llamaron a la boca del río Ancón de San Andrés, una breve acta fue levantada cuyo texto se transcribe:

Yo Pedro de Palenzia, escribano público desta armada, doy fe e verdadero testimonio a todos los señores que la presente vieren, a quienes Dios nuestro señor guarde de mal, como en veinte e ocho días del mes de septiembre de quinientos e treinta e nueve años, el muy magnfifíco señor Francisco de Ulloa, teniente de gobernador y capitán desta armada por el iustrísimo señor Marqués del Valle de Guajaca, tomó posesión en el ancón de San Andrés y mar bermeja, que es en la costa desta Nueva España hazia el Norte, que está en altura de treinta y tres grados y medio, por el dicho Sr. Marqués del Valle en nombre del Emperador nuestro rey de Castilla, actual y realmente, poniendo mano a la espada, diziendo que si abía alguna persona que se lo contradijese, que él estaba presto para se lo defender, cortando con ella árboles, arrancando yerbas, meneando piedras de una parte a otra, y sacando agua de la mar; todo en señal de posesión.
(...) Testigos que fueron presentes a lo que dicho es los reverendos padres del señor San Francisco, el padre Fray Raymundo, el padre fray Antonio de Mena, Francisco de Terrazas, veedor Diego de Haro, Gabriel Márquez. Fecho día mes y año susodicho. E yo Pedro de Palenzia, escribano público desta armada, le escribí según ante mi pasó; por ende fize aquí este signo mío, que es tal, en testimonio de verdad. — Pedro de Palencia, escribano público. Frater Ramundus Alilius, Frater Antonius de Mena, — Gabriel Márquez. — Diego de Haro. — Francisco de Terrazas.
Acta del viaje

Después de haber desembarcado y tomado posesión de las tierras del extremo norte de la Mar Bermeja (conocido hoy en día como golfo de California), nombre que le dieron por la coloración rojiza de las aguas, que se teñían con las aguas procedentes del río Colorado, iniciaron el regreso al poblado de la Santa Cruz, doblaron el cabo San Lucas e ingresaron en el océano Pacífico. Por la actual bahía Magdalena pasaron el día 5 de diciembre sin haber ingresado por estar herido Ulloa, a causa de una escaramuza que sostuvo con los nativos.

Península de Baja California y el Mar de Cortés o Golfo de California (NASA)

Con fecha de 5 de abril de 1540 dirigió a Cortés desde la isla de Cedros una relación de los sucesos de la exploración en el navío Santa Águeda, en el navío Trinidad continuó con la exploración, nunca más se supo de Francisco de Ulloa y de sus compañeros de navegación.

El nombre de California

Artículo principal: Origen del nombre de California

Un burlón enemigo de Cortés a quien un escritor de la época cita como Alarcón (¿se trataría de Fernando de Alarcón?), en clara alusión a Las sergas de Esplandián, novela de caballería en boga por aquellos días, dio por nombrar en tono burlesco a las abandonadas tierras como California para herir a Cortés por haber fracasado en el tercer viaje de exploración, cuando éste trató infructuosamente de establecer una colonia en las tierras recién descubiertas y que le pertenecían por Cédula Real.

Actualmente se conocen con el nombre de California, la península de Baja California, el Golfo de California, y tres estados; California, Baja California y Baja California Sur.

Además, el Golfo de California es conocido también como Mar de Cortés.

La leyenda negra

La peor mancha en la hoja de servicios de Cortés es que consintió la tortura de Cuauhtémoc y del cacique de Tacuba, ya que los soldados estaban sedientos de oro, y creían que éste tenía que saber dónde se encontraba. Ambos fueron ahorcados en el año 1525 en la funesta expedición a Las Hibueras, por sospechas de traición.

Sus enemigos intrigaron en la corte del emperador Carlos V, acusándolo de detraer oro del quinto real y del reparto a los conquistadores y sospechando que había dado orden de envenenar a su esposa Catalina Juárez (véase: Hernán Cortés y su oscura relación con Catalina Xuárez) y a varios de los enviados con provisiones reales. Desterrado de México, fue a Castilla para reclamar la gobernación de Nueva España, pero sólo consiguió el marquesado del Valle y le dieron tierras cerca del estado actual de Oaxaca..

Hernán Cortés murió en el viernes 2 de diciembre del año 1547 en Castilleja de la Cuesta, tratando de volver a sus posesiones americanas.

Heráldica

El Rey Carlos I reconoció los hechos de Cortés mediante la concesión de un escudo de armas para él y sus descendientes otorgado en Madrid el 7 de marzo de 1525:

[...]traher por vuestras armas propias y conocidas un escudo que en el medio del a la mano derecha en la parte de arriba aya una aguila negra de doss cabezas en campo blanco que son las armas de nuestro ymperio y en la otra meitad del dicho medio escudo a la parte de abaxo un leon dorado en campo colorado en memoria que vos el dicho hernando cortes y por vuestra yndustria y esfuerzo truxistes las cosas al esta­do arriba dicho y en la meytad del otro medio escudo de la mano yzquierda a la parte de arriba tress coronas de oro en campo negro launa sobre las dos en memoria de tress Señores de la gran cibdad de tenustitan y sus provincias que vos vencistes que fue el primero muteccuma que fue muerto por los yn­dios temendole vos preso y cuetaoacin su hermano que sucedio en el señorio y se rrevelo contra nos y os echo de la dicha cibdad y el otro que sucedio en el dicho señorio guauctemncin y sostubo la dicha rrevelion hasta que vos le vencistes y prendistes y en la otra meytad del dicho medio escudo de la mano yzquierda a la parte de abaxo podais traher la cib­dad de tenustitan armada sobre agua en memoria que por fuerza de armas la ganastes y sujetastes a nuestro señorio y por orla del dicho escudo en campo amarillo siete capitanes y señores de siete provincias y poblaciones que estan en laguna y en torno della que se rrevelaron contra nos y los enastes y prendistes en la dicha cibdad de tenustitan apresionados y atados con una cadena que se venga a cerrar con un candado debaxo del dicho escudo y encima del un yelmo cerrado con su tinble en un escudo atal [...]
Privilegio de armas[12]

Las armas representan una sinopsis de la gesta del conquistador. El primer cuartel representa el patronazgo del emperador mediante el águila de dos cabezas propio del Sacro Imperio Romano Germánico aunque sobre campo de plata en lugar del habitual oro. El segundo representa la victoria sobre los tres últimos huey tlatoque o grandes gobernantes de Tenochtitlan. El tercero representa el valor de Cortés («yndustria y esfuerzo») y finalmente el cuarto cuartel trae la ciudad de México-Tenochtitlan sobre ondas de azur y plata (representando el lago de Texcoco, similar al escudo otorgado a la ciudad de México dos años antes, en el que la ciudad era simbolizada, sin embargo, con un castillo dorado). La bordura (llamada orla, que es otra pieza heráldica) es una pieza habitual que otorga el emperador y simboliza mediante cadenas y cabezas a los líderes indígenas de las ciudades próximas a Tenochtitlan. Timbra el escudo un yelmo, condición de caballero y propio a la condición de Cortés de hidalgo.

Posteriormente Cortés modificaría el escudo añadiendo varios símbolos personales. Sobre el todo añadió un escusón con las armas de los Rodríguez de las Varillas, que eran las armas que escogió utilizar como propias de su linaje. El padre de Hernán Cortés, Martín Cortés, aunque llevaba el apellido de su madre pertenecía por vía paterna a la rama extremeña de la ilustre familia Monroy, o más correctamente a los Monroy-Rodríguez de las Varillas. Desde que los Monroy se unieron por matrimonio con los Rodríguez de las Varillas, utilizaron desde entonces como blasón una combinación de las dos armas: las de los Monroy, escudo cuartelado, en el primer y cuarto cuartel un castillo de oro sobre campo de gules, en el segundo y tercer cuartel un campo de veros blancos y azules; y las de los Rodríguez de las Varillas, un escusón con las barras de Aragón rodeadas de una bordura con ocho cruces de brazos iguales[13] ). Posiblemente por evitar recargar demasiado sus nuevas armas y porque los Cortés no tenían armas propias, Hernán Cortés solo incorporó como referencia a su linaje el mismo escusón que aparecía en las armas de los Monroy, y que como ya se ha dicho, eran las propias de la familia Rodríguez de las Varillas. Posteriormente, siguiendo el ejemplo del conquistador, hubo miembros de la familia Cortés que se apellidaron Cortés de Monroy y que utilizaron el escudo de las barras de Aragón, como fue el caso de Pedro Cortés de Monroy y Zabala, nombrado en 1697 Marqués de Piedra Blanca de Huana.[14] Hernán Cortés añadió también posteriormente a su blasón un lema personal: «Judicium domini aprehendit eos et fortitudo ejus corroboravit brachium meum». (El señor los juzgó en sus actos y fortaleció mi brazo). Y sobre el yelmo añadió un león alado que algunos de sus descendientes continuaron utilizando.

El 20 de julio de 1529 concedió el rey a Cortés el título nobiliario de Marqués del Valle de Oaxaca por lo que pudo timbrar sus armas con corona de marqués además de otros beneficios sujetos a este privilegio.

Los escudos de Hernán Cortés
Concesión de 1525
Concesión de 1525
Modificación posterior del escudo otorgado
Modificación posterior del escudo otorgado
Escudo como marqués del Valle de Oaxaca
Escudo como marqués del Valle de Oaxaca

La peregrinación de sus restos

Hernán Cortés fue inhumado varias veces. La causa de los traslados de sus restos mortales radica en el hecho que en sus testamentos cambió en más de una ocasión la ubicación del lugar en donde deseaba reposar por toda la eternidad. Cuando residía en la Nueva España, primero solicitó ser sepultado en la iglesia contigua al hospital de Jesús, hospital que el conquistador había fundado, posteriormente declaró sus deseos de ser sepultado en un monasterio que había ordenado construir en Coyoacán, una población aledaña a la capital mexicana, monasterio que nunca fue construido debido a que tuvo que partir a España con el fin de enfrentarse a un juicio de residencia que se le siguió.

En España ya cansado y enfermo a mediados de octubre de 1547 modificó su testamento para indicar que debería ser sepultado en la parroquia del lugar donde falleciera.[15] Su muerte en España trajo como consecuencia que fuera inicialmente sepultado en el monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce (Sevilla), en la cripta de la familia del duque de Medina Sidonia bajo las gradas del altar mayor con un epitafio que le dedicó su hijo Martín Cortés, segundo Marqués del Valle. El epitafio que le dedicó su hijo decía:

Padre cuya suerte impropiamente

Aqueste bajo mundo poseía
Valor que nuestra edad enriquecía,

Descansa ahora en paz, eternamente
Epitafio de Hernán Cortes en el monasterio de San Isidoro del Campo (dedicado por su hijo Martín Cortés.

En 1550 a tres años de su muerte, sus restos fueron cambiados de lugar dentro de la misma iglesia, y esta vez fue inhumado justo a un lado del altar dedicado a Santa Catalina. Durante 19 años sus restos yacieron en el monasterio de San Isidoro hasta que en 1566 sus restos mortales fueron trasladados a la Nueva España y sepultados junto con su madre y una de sus hijas en el templo de San Francisco de Texcoco, ubicado en la población de Texcoco cercana a la ciudad de México. Sus restos yacerían allí hasta 1629.

En 1629 a la muerte de Pedro Cortés, cuarto Marqués del Valle y último descendiente de Hernán Cortés en línea masculina, las autoridades civiles y eclesiásticas de la colonia española decidieron sepultarlos en la misma iglesia, así que los restos de Cortés fueron inhumados cerca del altar mayor (en un nicho detrás del Sagrario) en la iglesia del convento de San Francisco, ubicado frente a la plaza de Santo Domingo en la capital mexicana, allí dejaron grabada la siguiente inscripción «Ferdinandi Cortés ossa servatur hic famosa».

En 1716 una remodelación del templo de San Francisco obligó a los franciscanos a exhumar los restos y trasladarlos a la parte posterior del retablo mayor, lugar en el que permanecerían durante 78 años.

En 1794 las autoridades de la colonia exhumaron nuevamente los restos de Cortés con el fin de cumplir con los deseos del conquistador de México que en una ocasión solicitó ser sepultado en la iglesia contigua al Hospital de Jesús, así que sacaron la osamenta de Cortés del templo de San Francisco que yacía en su nicho en una urna de madera y cristal con asas de plata y pintado en la cabecera de la urna el escudo de armas del Marqués de Oaxaca, sus restos fueron trasladados con gran pompa a lo que se creía sería su última morada, se colocaron blandones de plata sobre el sepulcro y dentro del templo se erigió un zócalo y sobre el zócalo un busto del conquistador, en ese sitio sus restos descansarían durante 23 años.

En 1823, a los dos años de la Independencia de México inició el memorial para honrar a los insurgentes muertos durante la guerra de independencia, los restos de ellos fueron llevados a la ciudad de México en cuya catedral fueron depositados, un gran movimiento nacionalista surgió entre los habitantes de la capital mexicana al grado que se temió que una turba asaltara el templo para tomar los restos de Cortés, por ello el ministro mexicano Lucas Alamán y el capellán mayor del Hospital desmantelaron la noche del 15 de septiembre el mausoleo, en tanto el busto y demás ornamentos fueron enviados a Italia para hacer creer a los agitadores que los restos mortales de Cortés habían salido del país, en realidad la urna con la osamenta fue escondida bajo la tarima del templo del Hospital de Jesús, durante trece años los restos permanecieron escondidos allí.

En 1836, ya calmadas las pasiones se extrajeron los restos y fueron depositados en un nicho que se construyó en la pared del templo a un lado de donde estuvo el mausoleo, en ese lugar reposaron los restos durante 110 años hasta ser encontrados. El ministro Lucas Alamán en algún momento informó a la embajada española del lugar en el cual habían depositado los restos de Cortés.

Tumba de Hernán Cortés en el Templo del Hospital de Jesús

En 1946, algunos historiadores del Colegio de México tuvieron acceso al acta notarial en la cual se detallaba la última morada de Cortés y decidieron buscar los restos, el domingo 24 de noviembre del mismo año los historiadores encontraron el nicho que guardaba la urna, después de realizar algunos estudios para autentificar los huesos procedieron a restaurar la urna y recomendaron conservar los restos de Hernán Cortés en el mismo lugar.

El 28 de noviembre de 1946 el presidente de México expidió un decreto mediante el cual confirió al Instituto Nacional de Antropología e Historia la custodia de los restos mortales de Hernán Cortés.

El 9 de julio de 1947 se reinhumaron los restos en el mismo lugar en el que los encontraron y se puso sobre el muro de la iglesia una placa de bronce con el escudo de armas de Cortés grabado y la inscripción:

HERNÁN CORTÉS
1485-1547

Al final, los restos del conquistador español descansan en el lugar que eligió en su juventud para ser sepultado.

Matrimonios y descendencia

Hernán Cortés se caso dos veces y tuvo once hijos documentados en seis relaciones diferentes:

Su primera esposa, doña Catalina Juárez Marcaida, muere tras cinco años de matrimonio estéril el 1 de noviembre de 1522, bajo misteriosas circunstancias.[16] Previamente y durante este enlace, Cortés tuvo cinco hijos extramatrimoniales:[17]


Catalina Pizarro, nacida en 1514 o 1515 en Santiago de Cuba, o quzás mas tarde en la Nueva España. Su madre fue Leonor Pizarro, probable pariente de Cortés. Fue legitimada junto con sus hermanos Martín y Luis en una bula papal de Clemente VII en 1529.

Martín Cortés, nacido en Coyoacán en 1522. Su madre fue La Malinche, la compañera y traductora indígena de Cortés. Fue legitimado junto con sus hermanos Catalina y Luis en una bula papal de Clemente VII en 1529.

Luis Cortés, nacido en 1525, y es hijo de la española Antonia o Elvira Hermosillo, y quien también será legitimado junto con Martín y Catalina. Se casó con doña Guiomar Vazquez de Escobar, sobrina del conquistador Bernardino Vazquez de Tapia.

Leonor Cortés y Moctezuma, nacida en 1527 en la Ciudad de México. Hija de Tecuichpo o Ichcaxóchitl, quien fuera bautizada con el nombre de doña Isabel de Moctezuma, hija de Motecuhzoma II. Rechazada por su madre desde el nacimiento, fue su padre quien la reconocio posteriormente. Se casó con el vizcaíno Juan de Tolosa, conquistador de Zacatecas.

María Cortés, hija de una princesa azteca cuyo nombre se ignora. Bernal Diaz del Castillo menciona que nació con alguna deformación.


En abril de 1528[18] Cortés contrae segundas nupcias con doña Juana Ramírez de Arellano de Zúñiga, hija del conde de Aguilar y sobrina del Duque de Béjar. Doña Juana se establece en el pueblo de Cuernavaca, viviendo en el palacio construido en 1526.[19] De este matrimonio nacieron seis hijos:


—Don Luis Cortés y Ramírez de Arellano, nacido en Tezcoco en 1530 y fallecido poco después de nacer.

—Doña Catalina Cortés de Zúñiga, nacida en Cuernavaca in 1531 y fallecida poco después de nacer.

—Don Martín Cortés y Ramírez de Arellano, nacido en Cuernavaca en 1532. Sucesor de su padre como Marqués del Valle de Oaxaca.

—Doña María Cortés de Zúñiga, nacida en Cuernavaca entre 1533 y 1536. Su padre había pactado su casamiento con Alvar Pérez Osorio, hijo del Marqués de Astorga, sin embargo, estos cancelaron a último momento, causándole un grave enfado a Cortés, del que incluso se presume le causó la enfermedad de la que muere. Después María se casó con Luis de Quiñones, quinto Conde de Luna.

—Doña Catalina Cortés de Zúñiga, nacida en Cuernavaca entre 1533 y 1536. Fallecida soltera en Sevilla después de muerto su padre.

—Doña Juana Cortés de Zúñiga, nacida en Cuernavaca entre 1533 y 1536. Se casó en 1564 con don Fernando Enriquez de Ribera, segundo Duque de Alcalá.

Monumentos y representaciones artísticas en México

En México existen pocas representaciones de Cortés. Sin embargo, muchos puntos de geográficos de interés llevan su nombre, desde el castillo en la ciudad de Cuernavaca a nombres de calles en toda la República Méxicana.

Inscripción en el "Hospital de Jesús Nazareno.

Uno de los pocos monumentos auténticos de la ciudad de México esta en el paso entre los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, por donde Cortés llevo a sus soldados en su marcha a la Ciudad de México. Actualmente es conocido como el Paso de Cortés.

El muralista de Diego Rivera pintó varias representaciones de él, pero la más famosa, lo muestra como una figura poderosa y siniestra, junto con la Malinche en uno de los murales en el Palacio Nacional en la Ciudad de México.

En 1981, el entonces presidente de México [López Portillo] trató de llevar promover el reconocimiento público de Hernán Cortés. En primer lugar, hizo pública una copia del busto de Cortés hecha por Manuel Tolsá en el Hospital de Jesús Nazareno con una ceremonia oficial, pero pronto un grupo nacionalista trató de destruirla, por lo que tuvo que ser retirado de la vista del público.[20] Hoy en día la copia del busto se encuentra en el "El Hospital de Jesús" en un rincón poco visitado, mientras que el original se encuentra en Nápoles, Italia, en la Villa Pignatelli ( propiedad de los descendientes de Cortes).[21]

Monumento al Mestizaje

Más tarde, otro monumento conocido como "Monumento al Mestizaje" de Julián Martínez y M. Maldonado (1982) fue comisionado por López Portillo para ser puesto en el "Zócalo" (plaza principal) de la delegación de Coyoacán (ciudad de México), cerca del lugar donde Cortes tuvo su casa de campo. Debido a las protestas públicas, este tuvo que ser trasladado a un parque poco conocido; el Jardín Xicoténcatl en Barrio de San Diego Churubusco, cerca del ex-convento de Churubusco. La estatua muestra a Cortés, la Malinche y su hijo.[22]

Hay otra estatua de Cortes, realizada por Sebastián Aparicio, en la ciudad de Cuernavaca, estado de Morelos. Se encontraba en un popular hotel "El Casino de la Selva". La figura de Cortés es apenas reconocible por lo que provocó muy poca polémica. El hotel fue cerrado para hacer un centro comercial, y la estatua quedó fuera de la exhibición pública por disposición de COSTCO, el constructor del centro comercial, y hasta la fecha no esta disponible a el público.

Curiosidades

El escritor español Miguel de Cervantes Saavedra, se refiere a Hernán Cortés en la segunda parte del Quijote, publicada en 1615, en el capítulo VIII en los siguientes términos:

...¿quién barrenó los navíos y dejó en seco y aislados los valerosos españoles guiados por el cortesísimo Cortés en el Nuevo Mundo?.


Predecesor:
Título Creado
Marqués del Valle de Oaxaca
1529-1547
Sucesor:
Martín Cortés
Predecesor:
Primer Gobernador de Nueva España
Gobernador Pre-Virreinal de Nueva España
1521
Sucesor:
Cristóbal de Tapia
Predecesor:
Cristóbal de Tapia
Gobernador Pre-Virreinal de Nueva España
1521-1524
Sucesor:
Alonso de Estrada, Alonso de Zuazo y Rodrigo de Albornoz
Predecesor:
Alonso de Estrada y Rodrigo de Albornoz
Gobernador Pre-Virreinal de Nueva España
1526
Sucesor:
Luis Ponce de León

Véase también

Referencias

  1. La obra Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V, de Prudencio de Sandoval, 1519, III,1603, está disponible en: [1].
  2. Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero: dos actitudes frente a la historia, por Eduardo Matos Moctezuma, México Desconocido
  3. Gómara, Francisco López de. «Combate y toma de Potonchan», en La Conquista de México, pág. 72-75. Edición de José Luis de Rojas. Crónicas de América. Editorial Dastin, S.L. España.
  4. López de Gómara, Francisco, Historia de la Conquista de México, Prólogo y cronología de Jorge Gurría Lacroix, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1984. pp. 39-40
  5. Malinche: ¿Creadora o traidora?, por Michael Conner
  6. Cook, S. F. y W. W. Borah (1963), The indian population of Central Mexico, Berkeley (Cal.), University of California Press.
  7. López de Gómara, Francisco Historia de la conquista de México cap. XLIV, pag. 67-70.
  8. Tlaxcala, Enciclopedia de los Municipios de México, Gobierno del Estado de Tlaxcala, 2005
  9. Moctezuma II, ARTEHISTORIA, protagonistas de la historia
  10. Cédula del emperador Carlos V, concediendo título de Marqués del Valle a Hernán Cortés, 20 de julio de 1529, en la Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. I, pág. 105-08.
  11. Cédula de Carlos V nombrando a Hernán Cortés gobernador de las islas y tierras que descubriese en el mar del Sur, 5 de noviembre de 1529, op. cit., vol. II, pág. 401-05.
  12. Extracto del privilegio en Heráldica Mesoamericana
  13. [http://books.google.es/books?id=AKr0u4RvQr0C&pg=PA194&dq=monroy+varillas&hl=es&ei=a_WATL6qNpCQjAfN3bhq&sa=X&oi=book_result&ct=book-thumbnail&resnum=6&ved=0CEUQ6wEwBQ#v=onepage&q=monroy%20varillas&f=false López de Haro, Alonso: Nobiliario genealógico de los reyes y títulos de España . Madrid, 1622
  14. [http://books.google.com/books?id=N2xmK2XkeggC&pg=PA142&dq=cortes+de+monroy+cruces+jerusalem&hl=en&ei=KJVvTP_hIaOX4ga3h8SdCw&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=2&ved=0CDAQ6AEwAQ#v=onepage&q&f=false Blasonario de la consanguinidad Ibérica, 1996-1997
  15. Testamento otorgado por Hernán Cortés el 12 de octubre de 1547, en la Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. IV, pag. 239-77.
  16. Hernan Cortes y la muerte de su esposa
  17. Xavier López Medellín: Los hijos de Hernán Cortés
  18. Hernán Cortés y su tiempo
  19. Sobre Cuernavaca
  20. «Reconocer a Cortés por Leonardo Tarifeño». Letras Libres. Consultado el 23-07-2009.
  21. «Recuerdos de España en Mexico: Hernán Cortes» (05-02-2003). Consultado el 19-02-2011.
  22. Manuel M. Cascante, Corresponsal en Ciudad de México (13-10-2006). «Cortés y sus 9 entierros - Domingos - Domingos». Abc.es. Consultado el 23-07-2009.

Bibliografía

  • La Ruta de Hernán. Fernando Benítez (1950).
  • Hernán Cortés. Inventor de México. Juan Miralles Ostos (2001).
  • Hernán Cortés. Salvador de Madariaga.
  • Hernán Cortés. José Luis Martínez. Edición del Fondo de Cultura Económica y UNAM. (1990)
  • Cortés. Christian Duverger (2001).
  • Hernán Cortés: el conquistador de lo imposible. Bartolomé Bennassar (2002).
  • El dios de la lluvia llora sobre México. László Passuth. (1939) ISBN 84-217-1968-8
  • Pasajes de la historia II: tiempo de héroes. Juan Antonio Cebrián (2003) (Su vida se encuentra en el pasaje nº7, Hernán Cortés, símbolo de una conquista, páginas de 181 a 211).
  • Compostela de Indias, su origen y fundación. Salvador Gutiérrez Contreras (1949).
  • Hernán Cortés. Mentalidad y propósitos. Demetrio Ramos. ISBN 84-321-2787-6
  • Hernán Cortés. crónica de un imposible. José Luís Olaizola (2000).

Enlaces externos


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