Proteo

Proteo

Proteo

Para otros usos de este término, véase Proteo (desambiguación).
Proteo. Grabado en madera por Andrea Alciato (1531).

En la mitología griega, Proteo (en griego antiguo Πρωτεύς Prôteús) es un antiguo dios del mar, una de las varias deidades llamadas por Homero en la Odisea ‘anciano hombre del mar’ (halios geron),[1] cuyo nombre sugiere el «primero», como protogono (πρωτόγονος) es el «primordial» o «primogénito». Se convirtió en hijo de Poseidón en la teogonía olímpica,[2] o de Nereo y Doris, o de Océano y una náyade, y fue hecho pastor de las manadas de focas de Poseidón, el gran león marino en el centro del harén. Podía predecir el futuro, aunque, en un mitema familiar a diversas culturas, cambiaba de forma para evitar tener que hacerlo, contestando sólo a quien era capaz de capturarlo. De aquí proceden el sustantivo «proteo» y el adjetivo «proteico», que aluden a quien cambia frecuentemente de opiniones y afectos.

Contenido

Mito

Según Homero,[3] la arenosa isla de Faro, situada frente al delta del Nilo era el hogar de Proteo, el profético Anciano Hombre del Mar y pastor de las bestias del mar. En la Odisea, Menelao cuenta a Telémaco que había sido apaciguado allí durante su viaje de vuelta de la Guerra de Troya. Aprendió de la hija de Proteo, Eidotea (‘la misma imagen de la Diosa’), que si podía capturar a su padre podría obligarle a revelar a cuál de los dioses había ofendido, y cómo podía apaciguarlo y volver a casa. Proteo salió del mar para dormir entre su colonia de focas, pero Menelao logró atraparlo, a pesar de que se transformó en león, serpiente, leopardo, cerdo, e incluso agua y árbol. Proteo le respondió entonces verazmente, informando además a Menelao de que su hermano Agamenón había sido asesinado en su viaje de regreso, que Áyax el Menor había naufragado y muerto, y que Odiseo estaba varado en la isla de Calipso, Ogigia.

De acuerdo con la cuarta Bucólica de Virgilio, en cierto momento todas las abejas de Aristeo, hijo de Apolo, enfermaron y murieron. Aristeo acudió a su madre, Cirene, en busca de ayuda. Ella le dijo que Proteo podía decirle cómo evitar otro desastre igual, pero que sólo lo haría si se le obligaba. Aristeo tenía que agarrarle y sujetarle, sin importar en qué se transformase. Así lo hizo, y Proteo terminó rindiéndose y le dijo que sacrificase doce animales a los dioses, dejase los cuerpos en el lugar del sacrificio y volviese tres días después. Cuando Aristeo volvió encontró en uno de los cadáveres putrefactos un enjambre de abejas, que llevó a su apiario. Las abejas nunca volvieron a enfermar.

Entre los hijos de Proteo se cuentan Eidotea (a quien sedujo Menelao), la ninfa Cabiro, y Polígono y Telégono, que retaron a Heracles y a quienes éste derrotó y mató en uno de sus muchos enfrentamientos victoriosos con representantes del mundo preolímpico.

Proteo de Egipto

Artículo principal: Proteo de Egipto

En la Odisea Menelao lucha con «el veraz anciano de los mares, el inmortal Proteo egipcio, que conoce las honduras de todo el mar y es servidor de Poseidón».[4] Proteo de Egipto es mencionado en una versión alternativa de la historia de Helena en la tragedia homónima de Eurípides, escrita en 412. El a menudo original dramaturgo presenta a una Helena «real» y a otra «fantasma» (que provocó la Guerra de Troya) y da una historia de fondo en la que el padre de su personaje Teoclimeno es Proteo, un rey de Egipto que se había casado con la nereida Psamate. Para seguir con uno de sus temas en Helena, Eurípides menciona de pasada a Eido (‘imagen’), otra hija del rey que no aparece. El rey de Eurípides (que nunca se ve) está relacionado sólo marginalmente con el Anciano Hombre del Mar[5] y no debe confundirse con el dios marino Proteo.

En Faro —en la época helenística emplazamiento del Faro de Alejandría— un rey de Egipto llamado Proteo acogió a Dioniso en uno de los vagabundeos del joven dios.

Un segundo personaje llamado Proteo es mencionado por Apolodoro[6] como uno de los cincuenta hijos del rey Egipto.


Proteus (Πρωτεύς), el profético anciano hombre del mar (halios geron), aparece en las más antiguas leyendas como un súbdito de Poseidón, y se le describe como capaz de ver a través de toda la profundidad del mar y como el pastor de las manadas (de focas) de Poseidón (Homero Odisea iv.365, 385, 400; Virgilio Geórgicas iv.392; Teócrito ii.58; Horacio Cármina i.2.7; Filóstrato Imágenes ii.17). Residía en la isla de Faro, a un día de distancia de la desembocadura del Nilo o Egipto, por lo que también era llamado Egipcio (Homero Odisea iv.355, 385). Sin embargo, Virgilio menciona en lugar de Faro la isla de Cárpatos, entre Creta y Rodas (Geórgicas iv.387), mientras que, según el mismo poeta, Proteo había nacido en Tesalia (Geórgicas iv.390). Su vida es descrita como sigue. A mediodía salía del agua y se dormía a la sombra de las rocas de la costa, rodeado de los monstruos de las profundidades (Homero Odisea iv.400; Virgilio Geórgicas iv.395). Quien desease forzarle a predecir el futuro estaba obligado a atraparle en ese momento, pues de hecho tenía el poder de adoptar cualquier forma posible para así evitar la obligación de profetizar, pero cuando veía que sus esfuerzos no le llevaban a nada retomaba su apariencia habitual y decía la verdad (Homero Odisea iv.410 y sig., 455 y sig.; Ovidio El arte de amar i.76, Fastos i.369; Filóstrato Vida de Apolonio i.4). Cuando había finalizado su profecía regresaba al mar (Homero Odisea iv.570). Homero (Odisea iv.365) le atribuye una hija, Eidotea, pero Estrabón (x. p.472) menciona una segunda, la ninfa Cabiro, y Zenódoto (ap. Eustath. ad Hom. p. 1500) menciona a Eurínome en lugar de Eidotea. A veces se le representa viajando por el mar, en un carro tirado por un hipocampo (Virgilio Geórgicas iv.389).

Otro conjunto de tradiciones describe a Proteo como hijo de Poseidón y como un rey de Egipto que tenía dos hijos: Telégono y Polígono o Tmolo (Apolodoro ii.5§9; Tzetzes Sobre Licofrón 124). Sin embargo Diodoro observa (i.62) que sólo los griegos le llamaban Proteo y que los egipcios le llamaban Cetes. Su esposa se llamaba Psámate (Eurípides Helena 7) o Torone (Tzetzes Sobre Licofrón 115) y, además de los anteriores, Teoclimeno y Teonoe son igualmente mencionados como hijos suyos (Eurípides Helena 9, 13). Se dice que acogió hospitalariamente a Dioniso durante sus vagabundeos (Apolodoro iii.5§1) y que Hermes le llevó a Helena tras su rapto (Eurípides Helena 46) o, según otros, que el propio Proteo la tomó de Paris, dando a éste un fantasma y devolviendo a la auténtica Helena a Menelao tras su regreso de Troya (Tzetzes Sobre Licofrón 112, 820; Heródoto 112, 118). La historia también cuenta que Proteo era originalmente un egipcio que viajó a Tracia, donde se casó con Torone. Pero como sus hijos con ella empleaban mucha violencia hacia los extraños, Proteo rezó a su padre Poseidón para que le llevase de vuelta a Egipto. Poseidón abrió así una sima en la tierra en Palene y le guió a través de un pasaje que cruzaba bajo el mar de vuelta a Egipto (Tzetzes Sobre Licofrón 124; Eustaquio Sobre Homero p.686).

Proteo en la literatura y psicología

El alquimista místico alemán Heinrich Khunrath (1560-1605) escribió sobre el dios marino que cambia de forma, quien debido a su relación con el mar es tanto un símbolo del inconsciente como la perfección del arte. Aludiendo a la scintilla, la chispa de ‘la luz de la naturaleza’ y símbolo del anima mundi, Khunrath afirmó en su vena gnóstica sobre el proteico elemento mercurio:

...nuestro católico mercurio, por virtud de su ardiente chispa universal de luz de la naturaleza, es más allá de toda duda Proteo, el dios del mar de las antiguas sagas paganas, que tiene la llave del mar y ... poder sobre todas las cosas[7]

El poeta John Milton también sabía de la relación de Proteo con el arte hermético de la alquimia. En Paraíso perdido escribió sobre los alquimistas que buscaban la piedra filosofal:

... tanto tiempo inútilmente, aunque con su arte poderoso hayan sujetado al volátil Hermes y extraído del mar bajo sus diferentes formas al antiguo Proteo, hasta reducirlo por medio del alambique a la primitiva.[8]

En su discurso El jardín de Ciro (1658) el contemporáneo de Milton Sir Thomas Browne, persiguiendo la figura del quincunce, preguntaba:

¿Por qué Proteo, en Homero el Símbolo de la materia primordial, antes de sentarse en medio de sus monstruos marinos, los colocaba de cinco en cinco?

En 1807 William Wordsworth terminó su soneto sobre el tema de la modernidad, que comienza Estamos demasiado inmersos en el mundo, con una sensación de nostalgia por la riqueza perdida de un mundo numinoso con deidades:

... preferiría ser
Un pagano criadodo en una doctrina superada;
Para poder, de pie en este agradable pastizal,
Tener atisbos que me harían menos desolado;
Ver a Proteo emergiendo del mar.
U oír al viejo Tritón soplar su caracola.

En la época moderna, el psicólogo suizo Carl Jung definió la figura mitológica de Proteo como una personificación del inconsciente, que gracias a su don de la profecía y el cambio de forma tiene mucho en común con el crucial pero elusivo Mercurio alquimista.

Véase también

Referencias

  • Smith, W. (1867). «Proteus», A Dictionary of Greek and Roman biography and mythology. Boston: Little, Brown & Co, iii.553554. OCLC 68763679.

Notas

  1. Véase también Nereo y Forcis.
  2. Homero, Odisea iv.432.
  3. Homero, Odisea iv.412.
  4. Homero, Odisea iv.382 y sig.
  5. «The Internet Classics Archive».
  6. Apolodoro, Biblioteca mitológica ii.1§5.
  7. Heinrich Khunrath, Von Hyleanischen Chaos (citado por Carl Jung, vol.14:50)
  8. Milton, El paraíso perdido iii.603-6.

Bibliografía

Enlaces externos

Commons

Obtenido de "Proteo"

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