Primera expedición auxiliadora al Alto Perú

Primera expedición auxiliadora al Alto Perú

Primera expedición auxiliadora al Alto Perú

El Alto Perú, objetivo del Ejército del Norte enviado desde Buenos Aires

Durante la Guerra de Independencia Hispanoamericana, en 1810 las Provincias Unidas del Río de la Plata enviaron al Ejército del Norte al territorio jurisdiccional de la Real Audiencia de Charcas (Alto Perú y regiones orientales de la actual Bolivia) con el objeto de desalojar a los realistas fieles al Consejo de Regencia de España e Indias y al rey Fernando VII de España.

Nota: para datos sobre las fuerzas militares de la expedición, véase Ejército del Norte.

Contenido

Formación del ejército

Mapa de la primera campaña al Alto Perú (1810-1811). Los triángulos señalan las batallas; rojos para las victorias realistas (Cotagaita, Huaqui y Amiraya) y azules para las victorias independentistas (Suipacha)

Lo que sería luego el Ejército del Norte tuvo su origen en las tropas reunidas por el vocal morenista Juan José Castelli por orden dada por la Primera Junta el 14 de junio de 1810, para combatir al antiguo virrey Santiago de Liniers, que encabezaba un movimiento contrarrevolucionario en la Intendencia de Córdoba del Tucumán. La orden de la Junta respondía al cumplimiento del acta de formación de la misma el 25 de mayo, que la obligaba a enviar una expedición a las provincias.

En los últimos días de julio de 1810, se supo en Córdoba que el virrey del Perú Abascal había desconocido a la Junta de Buenos Aires y, a pedido del presidente de la Real Audiencia de Charcas (Vicente Nieto) y del intendente de Potosí (Francisco de Paula Sanz), anexado provisoriamente las intendencias del Alto Perú al Virreinato del Perú. Nieto tomó conocimiento de la instalación de la Primera Junta el día 23 de junio, tomando el día 26 la medida de desarmar a la unidad del Regimiento de Patricios de Buenos Aires que había llevado a Chuquisaca el año anterior. Debido a que los soldados habían brindado la noche anterior por Cornelio Saavedra, fueron diezmados para trabajar en el socabón aquellos que les cupo el número diez.[1]

El 26 de junio Nieto ordenó la remisión de presos notables de la Revolución de Chuquisaca de 1809 a la ciudad de Lima, entre ellos: los oidores Usos y Ballesteros, al coronel Álvarez de Arenales y a Lemoine.

Abascal nombró al presidente provisorio de la Real Audiencia del Cuzco, José Manuel de Goyeneche, General en Jefe del Ejército Expedicionario del Alto Perú y ordenó a los intendentes de Arequipa y Puno (Juan Ramírez) que se pusieran a sus órdenes con sus tropas.

La ejecución de Liniers

Artículo principal: Contrarrevolución de Córdoba

La Junta comenzó una colecta en Buenos Aires para pertrechar a la expedición y se reunió un ejército de 1.150 hombres, que partió de la capital del ex virreinato el 6 de julio de 1810 al mando del coronel Francisco Ortiz de Ocampo, secundado por el teniente coronel Antonio González Balcarce, al que se dio una formación apresurada en dos meses. Una vez instruido, tomó la ruta de Córdoba para hacer frente a Liniers. A semejanza de los ejércitos de la Revolución Francesa, ambos iban acompañados por el representante de la junta (mando político), Hipólito Vieytes y por el auditor Feliciano Chiclana que se incorporó más tarde y que luego fuera nombrado gobernador intendente de Salta del Tucumán. El mando militar estaba sujeto al político y éste a la Junta a través de la Secretaría de Guerra que ocupaba Mariano Moreno. Vieytes llevaba instrucciones de dejar que en cada provincia el pueblo eligiera diputados para incorporarse a la Junta.

El 8 de julio Mariano Moreno ordenó que los que se opusieran a la revolución sean remitidos a Buenos Aires a medida que fueran capturados, pero el 28 de julio impartió la orden de:

Que sean arcabuceados Santiago Liniers, el Obispo Orellana, el intendente de Córdoba Gutiérrez de la Concha, el coronel de milicias Allende, el oficial real Moreno y Dn. Victoriano Rodríguez en el mismo momento en que todos y cada uno de ellos sean pillados. Sean cuales fueren las circunstancias se ejecutará esta resolución sin dar lugar a demoras que pudiesen promover ruegos y relaciones capaces de comprometer el cumplimiento de esta orden.[2]

El 31 de julio los jefes realistas de Córdoba huyeron hacia el Alto Perú al disolverse su ejército. Capturado Liniers el 6 de agosto en las sierras de Córdoba y al otro día los otros jefes, fueron remitidos a Buenos Aires contrariando la orden de ejecución, pero el 26 de agosto en Cabeza de Tigre fueron alcanzados por la nueva conducción política del Ejército del Norte enviada por Moreno, Castelli ordenó el fusilamiento inmediato de Liniers junto con el gobernador de Córdoba del Tucumán, Juan Gutiérrez de la Concha, el teniente gobernador Victorio Rodríguez, Santiago Alejo de Allende y Joaquín Moreno, perdonándose al obispo Rodrigo de Orellana, que fue enviado preso a Luján. El morenista Domingo French, dio el tiro de gracia al militar francés. Por orden de la Junta, González Balcarce reemplazó a Ortiz de Ocampo al frente de las tropas, con Juan José Viamonte como segundo jefe y en sustitución de Vieytes, Juan José Castelli ocupó el cargo de delegado y Bernardo de Monteagudo el de auditor. French y Nicolás Rodríguez Peña integraban también el nuevo comité político. Ocupada Córdoba el 8 de agosto, fue reemplazado su cabildo y Juan Martín de Pueyrredón fue nombrado gobernador-intendente, asumiendo a mediados de ese mes, luego la marcha siguió en dirección al Alto Perú, donde el general español José de Córdoba y Rojas estaba al mando de las tropas realistas. La adhesión espontánea de varios cabildos altoperuanos nutrió la tropa de Balcarce, de Salta también recibió tropas, encabezadas por Martín Miguel de Güemes. En Santiago del Estero se formó un Batallón de Patricios Santiagueños comandados por el coronel Juan Francisco Borges. En Jujuy Castelli incorporó al ejército los piquetes de la frontera y dejó al mando de la ciudad a Mariano de Gordaliza.

El centro y noroeste argentino quedaron liberados de gobernantes realistas, pues sucesivamente los cabildos de San Luis (13 de junio), Salta (19 de junio), Mendoza (25 de junio), San Miguel de Tucumán (26 de junio), Santiago del Estero (29 de junio), San Juan (7 de julio), La Rioja (1 de setiembre), Catamarca (4 de setiembre) y San Salvador de Jujuy (14 de setiembre) se pronunciaron a favor de la Junta de Buenos Aires y enviaron diputados. Tarija también lo había hecho el 25 de junio.

Ejército realista del Alto Perú

Al conocer las hechos de Buenos Aires los jefes realistas del Alto Perú se dedicaron a organizar un ejército. La vanguadia realista al mando del marqués de Yavi ocupó sectores de Jujuy con el Regimiento de Tarija, pero al pronunciarse Salta por la revolución, se ordenó el repliegue de esas fuerzas al Alto Perú, aunque luego volvieron a posesionarse de los valles septentrionales de Jujuy, para evacuarlos después con orden de dejar arrasados los caminos al avanzar la vanguardia de González Balcarce.

El intendente de Potosí Francisco de Paula Sanz, envió inmediatamente a Tupiza al coronel Indalecio González Socasa con 600 milicianos. Éste se dirigió a Chichas en busca de reclutar soldados, pero sólo pudo conseguir unos 200. Nieto envió al mayor general Córdoba a ocupar el pueblo estratégico de Santiago de Cotagaita con tropas de Chuquisaca y 4 compañías de Potosí, unos 400 km al norte de San Salvador de Jujuy, en donde hizo cavar trincheras y logró que González Socasa se pusiera a sus órdenes.

El coronel Basagoytía con 500 hombres de las milicias de Puno y de Arequipa se dirigió a Potosí, mientras que en La Paz Juan Ramírez armaba un ejército de 2.000 hombres.

Nieto ordenó el envió a Chuquisaca de fuerzas milicianas de Cochabamba y otros 500 milicianos de Santa Cruz de la Sierra, pero al tomar conocimiento de los sucesos de Cochabamba, los primeros retornaron el 22 de septiembre y los otros dos días después.

La insurrección de Cochabamba

El 14 de setiembre de 1810 se produjo la insurrección de Cochabamba liderada por el coronel Francisco del Rivero, quien con milicias del valle de Cliza derrocó al gobernador intendente José González Prada y adhirió a la Junta de Buenos Aires, siendo proclamado Jefe Político y Militar. Lo secundaban Manuel Esteban Arce y Melchor Guzmán, alias Quiton. En agosto el capellán José Andrés de Salvatierra lideró un movimiento en el Fuerte de Membiray de Cordillera y el 24 de septiembre tomó la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, donde un Cabildo abierto depuso al subdelegado Pedro José Toledo y se formó la "Junta Provisoria", liderada por Antonio Vicente Seoane, el coronel Antonio Suárez, José Andrés de Salvatierra, Juan Manuel Lemoine y el enviado de la Primera Junta de Buenos Aires, Eustaquio Moldes. El 6 de octubre se produjo el pronunciamiento de Oruro encabezado por el subdelegado de Hacienda y Guerra Tomás Barrón, adhiriendo a la Junta de Buenos Aires y solicitando ayuda a Cochabamba.[3] Esteban Arze con milicias de Cochabamba llegó a Oruro y luego de reforzar su tropas con milicias locales, salió el 12 de octubre con 1.500 hombres al encuentro de las tropas realistas que Juan Ramírez había enviado para sofocar la insurrección de Oruro. Estas tropas estaban al mando de Fermín Piérola, siendo 800 infantes veteranos y dos piezas de artillería. El 14 de octubre se produjo la Batalla de Aroma, que culminó con el triunfo de Arze y la persecución del ejército realista en dirección a La Paz. Piérola intentó resistir en Sicasica, pero su ingreso en el pueblo fue impedido por sus habitantes y continuó hacia Viacha en donde se hallaba Ramírez, quien repasó el río Desaguadero con sus tropas a mediados de noviembre, desalojando La Paz. Rivero despachó dos divisiones desde Cochabamba, una que entró en La Paz el 19 de noviembre al mando de Bartolomé Guzmán, en donde el intendente Domingo Tristán se plegó a la revolución y la otra que entró en Chuquisaca el 13 de noviembre al mando de Manuel de la Vea.

Primeras acciones en el Alto Perú

En septiembre de 1810 el Ejército del Norte salió de Salta penetrando en la quebrada de Humahuaca. Mientras el coronel Diego Pueyrredón enviaba al capitán Güemes con la partida de Observación a los valles Calchaquíes para organizar un ejército vallista que debía incorporarse al ejército auxiliar por el Abra de Moreno. El 14 de octubre González Balcarce llegó a Yavi con la columna de vanguardia de 800 hombres, allí se detuvo en espera del contingente de Tarija y de los cañones conducidos desde Salta por Calixto Gauna, esperando alcanzar un total de 1.900 hombres. Para acelerar la marcha de los contigentes envió a Güemes a Jujuy y luego al encuentro de los 200 milicianos de Tarija.[4]

Sin esperar la incorporación del grueso del ejército, González Balcarce inició la marcha desde Yavi con 400 hombres y dos cañones. El 10 de octubre los realistas abandonaron Tupiza, la que fue ocupada por González Balcarce al día siguiente. La primera acción armada del Ejército del Norte en el Alto Perú fue el Combate de Cotagaita, que tuvo lugar el 27 de octubre. La batalla fue desfavorable para Balcarce y su resultado indeciso, en parte por la superioridad numérica de los españoles, obligando a las tropas expedicionarias a regresar al sur sin ser perseguidas por los realistas. Balcarce rehizo su ejército dos días después en Tupiza.

El 5 de noviembre las fuerzas realistas comenzaron la marcha hacia Tupiza, por lo que al día siguiente Balcarce desalojó ese pueblo, que fue ocupado al día siguiente por 1.200 realistas, y se situó en Nazareno, en donde recibió un refuerzo de 200 hombres provenientes de Jujuy con dos piezas de artillería. El 7 de noviembre volvieron a enfrentarse contra las mismas tropas con que se habían enfrentado antes comandadas por el general José de Córdoba y Rojas en Suipacha, donde el ejército argentino obtuvo su primera victoria. La batalla resultó favorable para González Balcarce a pesar de tener, nuevamente, la inferioridad numérica (800 realistas contra 600 patriotas, en Cotagaita 2.000 realistas contra 1.100 patriotas). A Balcarce le valió los galones de brigadier, y la confianza para avanzar hacia el río Desaguadero, límite del virreinato en la época colonial.

Captura de los jefes realistas

Al llegarle la noticia de la derrota, Nieto, quien había quedado en Cotagaita, entró en pánico e hizo destruir la fortaleza. Junto al párroco de Tupiza y algunos oficiales se aventuró en el despoblado en busca de alcanzar la costa del océano Pacífico. Siendo anciano, no pudo viajar con rapidez. Tras 16 días de marcha, cerca de Colcha en Lípez, el guía que los acompañaba ocultó las mulas mientras los prófugos descansaban, dejándolos sin poder continuar mientras se dirigía a denunciarlos al alcalde del lugar, Antonio Santos. Éste los apresó inmediatamente y los entregó a Castelli. Una partida salió en su búsqueda formada por soldados de las compañías de patricios que Nieto había mandado a trabajar en el socavón de Potosí cuatro meses antes.

Tras la derrota, Córdoba huyó con los restos de su ejército hacia Cotagaita y al día siguiente de la batalla escribió a su ex amigo en España, González Balcarce:

Venció usted en la lid y ahora estoy dando las órdenes más activas para que se junte lo que ha esparcido el indigno Presidente. Reconozco la Junta, me someto á ella, lo mismo que hace esta marina, y lo mismo que harán las tropas que yo he mandado, pues para ello he dado órdenes muy estrechas.

Castelli le respondió que se entregara con sus cómplices a la generocidad del Gobierno de la Junta. Adivinando cual sería su suerte, al recibir esa respuesta Córdoba se dio a la fuga el día 9 en dirección a La Plata (o Chuquisaca). El 12 de noviembre envió una carta solicitando un batallón de 300 cruceños a La Plata, pero la ciudad se estaba pronunciando por la revolución y en respuesta le enviaron una partida al mando del capitán Joaquín de Lemoine que lo apresó al día siguiente en Cuchihuasi en las cercanías de Potosí.[5]

Indalecio González de Socasa tomó el mando de los restos del ejército realista y se dirigió hacia Puno para unirse a Goyeneche, siendo también apresado, aunque luego logró escapar.

Al huir Nieto envió a Potosí al Conde Casa Real con órdenes para Paula Sanz de que tomara los 200.000 pesos oro de la Casa de la Moneda y saliera de la ciudad. Sin embargo éste demoró su salida lo suficiente como para que el 10 de noviembre llegara a la ciudad un oficio de Castelli anunciando su inminente llegada con el ejército y ordenando al cabildo el apresamiento del gobernador. El cabildo se pronunció en favor de la revolución adhiriendo a la Junta y liberando a los detenidos del año anterior. Paula Sanz fue apresado inmediatamente, permaneciendo detenido en la Casa de la Moneda junto Nieto y a Córdoba durante un mes.[6]

Adhesión del Alto Perú a la Junta

Mientras se acercaban las tropas de Cochabamba a Chuquisaca, el pueblo de la ciudad exigió un cabildo abierto. El 12 de noviembre se reunió el Cabildo de Chuquisaca, decidiéndose convocar un cabildo abierto para el día siguiente a fin de tratar el reconocimiento a la Junta de Buenos Aires. El día 13, presidido por el Conde de San Javier, Gaspar Ramírez Laredo, se juró obediencia a la Junta y se declaró nula su adhesión al Virreinato del Perú, por lo que se envió oficios a Abascal, a Goyeneche y a Ramírez Orozco, desconociendo su autoridad e instándolos a que se abstuviesen de invadir los límites de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Participaron de la reunión el arzobispo Benito María Moxó y Francolí y el ex presidente Ramón García de León y Pizarro. Se envió una comisión hacia el ejército auxiliador para expresar los anhelos populares de la ciudad por su llegada. El oficio enviado a la Junta expresaba:

Al cabo ha amanecido en la ciudad de La Plata el claro ansiado día que para sus honrados habitantes ha sido el primer momento feliz de su libertad, y del cese de la más dura y tiránica opresión por la fuga de su presidente, don Vicente Nieto, de resulta de su despótica y forzada expedición á Santiago de Cotagaita. Se ha congregado hoy mismo todo el pueblo en Cabildo abierto, y, sin razón de dudar, ha declarado sus anticipados vivos deseos de la unión con esa ínclita capital; y en la tarde del propio día se ha jurado la obediencia á su Excelentísima Junta por todas las autoridades y corporaciones, desde la Real Audiencia hasta la ínfima clase, en la más dulce efusión de sus patrióticos sentimientos, tan dolorosamente reprimidos, según instruye el adjunto testimonio del acta capitular.

Entró luego la división de vanguardia del ejército auxiliar en Potosí, comandada por Martín Miguel de Güemes y posteriormente le siguió el resto del ejército. Las desavenencias internas llevaron a Castelli a despedir a Güemes y a su gente, fue confinado en Salta y la División de Salta, que estaba a su mando fue disuelta, incorporándose sus soldados a otras unidades.

Gobierno de Castelli en Charcas

Castelli durante su gobierno en el Alto Perú tomó medidas drásticas que le ganaron la enemistad de gran parte de las clases acomodadas, como fusilar el 15 de diciembre en la Plaza Mayor de Potosí al mariscal Vicente Nieto, gobernador presidente de la Audiencia de Charcas, a Francisco de Paula Sanz, intendente de Potosí y al capitán de navío Córdoba y Rojas, luego de que se negaran a jurar obediencia a la Junta, cumpliendo las órdenes de Moreno en represalia por las ejecuciones de los líderes de la revolución de La Paz en 1809, el obispo de La Paz y Goyeneche también estaban sentenciados a muerte si eran capturados. A los tres se les realizó un proceso presidido por Eustoquio Díaz Vélez y fueron sentenciados a muerte el día 14 por crímenes contra el rey y la patria por Castelli, en nombre de la Junta, que a su vez actuaba en nombre del rey. El perdón que la Junta había otorgado a los reos, junto con la orden de no realizar nuevas ejecuciones por motivos políticos, llegó tarde a Potosí.

Confiscó Castelli también bienes de los españoles emigrados y desterró a muchos enemigos. Lo hacía en cumplimiento de órdenes emanadas de la Primera Junta el 12 de setiembre:

En la primera victoria dejará V.E. que los soldados hagan estragos en los vencidos para infundir terror en los enemigos.

Luego de dejar a Feliciano Chiclana como gobernador intendente de Potosí, llegó Castelli a Chuquisaca el 27 de diciembre de 1810 acompañado de González Balcarce y de 400 soldados, siendo recibido en triunfo. Castelli se hizo cargo de la presidencia de Charcas, que más tarde dejó al general Juan Martín de Pueyrredón. La Real Audiencia fue renombrada como Cámara de Apelaciones.

Entre las medidas tomadas por Castelli en el Alto Perú, estuvo la formación de los Consejos de Provincia en cada gobernación intendencia, presididos por el gobernador intendente y formados por cuatro miembros nombrados por los cabildos. Estos fueron renovados y purgados de contrarios a la revolución. Envió también Castelli diversos agentes a las provincias del Virreinato del Perú con el fin de realizar propaganda a la revolución, estas acciones dieron como resultado los pedidos de cabildo abierto en Tacna, Arequipa, Locumba y Moquegua, los que fueron rápidamente sofocados sin que Castelli pudiere prestarles ayuda.

El ejército auxiliar continuó estacionado en Potosí hasta que el 9 de enero de 1811 comenzó a marchar hacia Oruro al mando de Viamonte.

A fines de febrero Castelli y González Balcarce abandonaron Chuquisaca en dirección a Oruro, incorporándose allí al ejército en marzo. A principios de abril se reanudó la marcha hacia La Paz, estableciendo campamento en la Laja.

En La Paz fue establecida una junta el 18 de abril de 1811 integrada por José Landavere, José Astete y José María Valdez. El gobernador intendente Domingo Tristán lanzó una proclama el 1 de mayo diciendo:

(...) a la vista teneis las inmensas tropas de la inmortal Buenos Aires que han venido a restituirnos la libertad americana (...)

Castelli fue recibido en triunfo en La Paz y el 11 de mayo envió cartas al virrey del Perú y al cabildo de Lima. Al frente de la defensa realista estaba el brigadier arequipeño y presidente de la Real Audiencia del Cuzco, José Manuel de Goyeneche, en quien Abascal delegó amplias facultades. Situado desde octubre en Zepita (entre el río Desaguadero y el lago Titicaca), Goyeneche había comenzado a armar su ejército con 200 hombres de la guarnición del Cusco, pero luego de la derrota de Nieto contaba sólo con 5 compañías. Aprovechando los dos meses que Castelli estuvo en Chuquisaca, logró aprovechar los errores políticos del representante de la Junta y consiguió que los peruanos se alistaran en masa en su ejército, llegando a reunir 8.000 hombres y 20 cañones.

La caída de Moreno el 6 de diciembre de 1810 y el golpe saavedrista del 5 de abril de 1811 (las noticias llegaron a La Laja en mayo), privaron a Castelli y a González Balcarce de sus amigos en el gobierno de Buenos Aires, lo que produjo división en las filas del ejército, contando el partido saavedrista como jefe principal a Viamonte. Castelli impidió que los diputados electos en el Alto Perú viajaran a Buenos Aires y luego intrigó para que los gobernadores desconocieran a la Junta Grande y se reuniera un congreso en el Alto Perú.

El 25 de mayo de 1811 Castelli reunió a indígenas en las ruinas de Tiahuanaco y proclamó su libertad solemnemente a nombre de la Junta:

Ya habéis visto los males y los bienes que os ofrecen el uno y el otro sistema; pues bien, ahora decidme vosotros: ¿qué queréis?

La derrota de Huaqui y la retirada del Alto Perú

Con autorización de Abascal Goyeneche parlamentó con Castelli, firmando con él un armisticio por cuarenta días el 16 de mayo de 1811, tiempo solicitado por el cabildo de Lima para esperar una respuesta a un oficio enviado a la Junta de Buenos Aires. Castelli ordenó al ejército (que entonces contaba con 23.000 hombres) suspender operaciones, habiendo arribado ya la vanguardia a Tiahuanaco. Castelli no exigió de Goyeneche que abandonara el cerro de Vilavila, ubicado dentro del territorio del Río de la Plata sobre el río Desaguadero, desde donde se custodiaba el único puente sobre el río y que había sido ocupado y fortificado por Goyeneche. El 17 de abril fue conjurada una contra-revolución realista en Potosí.

Abascal aprovechó el armisticio para enviar refuerzos y abastecimientos a Goyeneche, quien continuó los preparativos bélicos. Advertido Castelli de los preparativos bélicos de Goyeneche y conspirando casi abiertamente contra la Junta, que había desterrado a sus amigos, concibió la idea de derrotar a Goyeneche y luego dirigirse a Buenos Aires para reponerlos. En junio movió su ejército desde el campamento de La Laja, en el que se había instalado a principios de abril, hacia el nuevo campamento en Huaqui pasando por Tiahuanaco. Desde allí podía guarnecer el paso del río Desaguadero (denominado Puente del Inca, pues fue hecho construir por Cápac Yupanqui) y observar los movimientos realistas, lo que de acuerdo a los términos del armisticio, podía ser considerado una violación al mismo. Las fuerzas con que contaba Castelli en Huaqui eran entre 6.000 y 7.000 hombres, pues la mayoría del ejército se hallaba en diversas regiones del Alto Perú y algunas unidades se hallaban en viaje, por ej. 300 soldados de Santa Cruz de la Sierra y la compañía de pardos (llamada El Terror) enviada por Chuquisaca.

El 20 de junio de 1811 Goyeneche ordenó atacar al ejército revolucionario dando inicio a la Batalla de Huaqui, los 5.000 soldados patriotas y los indígenas que los reforzaban no pudieron con los 6.500 realistas y provocaron la más dura de sus derrotas. Como consecuencia de esta batalla, Goyeneche se apoderó de La Paz y de Cochabamba luego de la Batalla de Amiraya (o primera Batalla de Sipe Sipe) el 13 de agosto de 1811, donde fue derrotado Francisco de Rivero, luego avanzó hacia Chuquisaca. Los restos desorganizados del ejército retrocederían en precipitada retirada hacia Chuquisaca. En esa ciudad se formó una compañía de Granaderos de 140 hombres que condujo la artillería y cubrió la retirada al mando de Pueyrredón hacia Potosí, villa que fue abandonada por Pueyrredón el 25 de agosto llevándose los caudales y clavando 7 cañones. Perseguido de cerca por pobladores de Potosí, Pueyrredón logró llegar con los caudales a Jujuy y finalmente a territorio salteño, donde recibiría el auxilio de Güemes.

Al conocerse en Buenos Aires lo ocurrido en Huaqui, el presidente de la Junta, Cornelio Saavedra, culpó al extremismo de Castelli por la pérdida del Alto Perú y el 3 de agosto ordenó su destitución y reemplazo en la jefatura del ejército auxiliar por Francisco del Rivero, siendo destituído Balcarce poco después. El 15 de agosto Rivero, si saber que había sido nombrado jefe del ejército auxiliar, cambió de bando.

Al enterarse de defección de Rivero, el 1 de septiembre Saavedra revocó la orden dada para que Rivero asumiera la jefatura, ordenó que Balcarce regresara a Buenos Aires y dejara a Viamonte en el mando. Pocos días después, la Junta solicitó a Saavedra que se dirigiera a tomar el mando del ejército auxiliar a hacerse cargo de la jefatura del ejército. A sólo 8 días de su llegada a Salta, Saavedra recibió la comunicación de que había sido separado de la Junta y que debía dejar el mando del ejército a Juan Martín de Pueyrredón, ya que el 23 de septiembre de 1811, la Junta fue reemplazada en su función ejecutiva por el Primer Triunvirato.[7]

Véase también: Insurrección de los partidos de Omasuyos, Pacajes y Larecaja

Avance de Díaz Vélez

Para apoyar a la nueva insurrección de Cochabamba, Pueyrredón decidió hacer en un nuevo intento de avanzar sobre el Alto Perú. Para ello envió a su segundo, el mayor general Eustoquio Díaz Vélez con un regimiento de caballería y un batallón de infantería. Como los soldados consideraban que era una misión suicida, antes de la partida se produjo un motín que se saldó con la ejecución de los cabecillas. A mediados de diciembre Díaz Vélez se hallaba acampando en Los Colorados con 700 hombres, desde allí envió a Dorrego con 40 hombres a atacar una partida realista situada en el pueblo de Sansana, en donde suponía que custodiaban un cargamento de harina. Dorrego logró rendir a la partida, que tuvo 14 muertos, teniendo a su vez 3 muertos propios, antes de tener que huir ante la llegada de 200 realistas.

La división de Díaz Vélez recibió refuerzos, totalizando 860 hombres, 300 de ellos fusileros montados y los demás de infantería, junto con 150 honderos indígenas adicionales y 5 piezas de artillería. Luego de negociaciones frustradas, el 11 de enero de 1812 Díaz Vélez envió a Dorrego con 100 hombres a copar el pueblo de Nazareno.[8]

El 12 de enero se produjo el combate de Nazareno cuando Díaz Vélez sorprendió a la vanguardia realista que se hallaba en Suipacha al mando de Francisco Picoaga, logrando que se ponga en fuga. Las fuerzas fueron divididas en 3 columnas de ataque y una de reserva, pero cuando parte del ejército cruzaba el río Nazareno, se produjo una repentina creciente del mismo dejando aisladas a las tropas al mando de Dorrego (quien fue herido en la garganta) que lo habían ya cruzado y dispersado a los realistas, estos se reicieron y las derrotaron. Pueyrredón ordenó a Díaz Vélez que emprenda la retirada ya que el ejército realista avanzó inmediatamente.[9] Por estas acciones Dorrego fue ascendido a teniente coronel.

El coronel Lugones relató en sus Recuerdos Históricos:

La batalla de Nazareno, tuvo muy malos resultados. Este segundo desacierto, aun mayor que el del Desaguadero, desalentó á los patriotas, entristeció á Jujuy, y puso en conflictos á Pueyrredon, que para salir del apuro, no encontró otro medio que el de una retirada.[10]

Simultáneamente, el teniente coronel Martín Miguel de Güemes (segundo jefe de la vanguardia) fue enviado por Díaz Vélez a recuperar Tarija, lo que consiguió el 18 de enero, reuniéndose luego con Díaz Vélez en Humahuaca.[11]

Fin de la campaña

Cochabamba había sido liberada por Esteban Arze el 29 de octubre de 1811, quien fue rechazado en Oruro por Socaza y logró rendir en Chayanta al coronel Pablo Astete. Goyeneche ocupó luego Cochabamba el 27 de mayo, después de que el 24 de mayo Esteban Arze fuera derrotado en la batalla de Quehuiñal o Pocona, posteriormente fue derrotado también en Mollemolle junto con Carlos Taboada y se sumó a las guerrillas de Álvarez de Arenales.[12]

En marzo de 1812 terminó oficialmente la primera campaña de la expedición, siendo reemplazado Pueyrredón por el brigadier general Manuel Belgrano el día 26.

Considerados responsables del desastre, González Balcarce y Castelli fueron sometidos a sumario. El último falleció antes de dictarse la sentencia, pero González Balcarce fue absuelto y se reincorporó a la lucha bajo el mando del general José de San Martín. Manuel Belgrano se hizo cargo del ejército y emprendió la Segunda expedición auxiliadora al Alto Perú.

Véase también

Referencias

  1. Apuntes para la historia de la Revolucion del Alto-perú, Hoi Bolivia. Autor Manuel María Urcullu. Publicado por Impr. de Lopez, 1855. pág. 45
  2. Juana Azurduy
  3. Bolivia.com - Esteban Arze encabezó la revolución de septiembre
  4. Historia del General Güemes y de la provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina. Escrito por Bernardo Frías. Publicado por Est. Tip. de "El Cívico", 1907. Pág. 105
  5. Ni con Lima ni con Buenos Aires: la formación de un estado nacional en Charcas. pp. 206. Volumen 248 de Travaux de l'Institut français d'études andines. Autor: José Luis Roca. Editor: Plural Editores, 2007. ISBN 9995410761, 9789995410766
  6. Historia del General Güemes y de la provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina. Escrito por Bernardo Frías. Publicado por Est. Tip. de "El Cívico", 1907. Pág. 159 - 160
  7. Ni con Lima ni con Buenos Aires: la formación de un estado nacional en Charcas. pp. 221-225. Volumen 248 de Travaux de l'Institut français d'études andines. Autor: José Luis Roca. Editor: Plural Editores, 2007. ISBN 9995410761, 9789995410766
  8. El Loco Dorrego: El último Revolucionario. Escrito por Hernán Brienza. Publicado por Marea Editorial, 2007. Pág. 78 - 79. ISBN 987-1307-00-4, 9789871307005
  9. Obsebvaciones sobre las Memorias póstumas del brigadier general d. Josè M. Paz, por G. Araoz de Lamadrid y otros gefes contemporaneos. Escrito por Gregorio Araoz de la Madrid, José María Paz. Publicado en 1855. Pág. 5
  10. Recuerdos Históricos. Autor: coronel Lugones. Pág. 21
  11. Carrera Militar de Martín Miguel de Güemes
  12. Insurrección de Cochabamba
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