Plan Nacional Espacial de Argentina

Plan Nacional Espacial de Argentina

Plan Nacional Espacial de Argentina

El Plan Nacional Espacial de Argentina define a la Argentina como un "país espacial" entendido como la expresión de un pueblo pacífico que quiere reencontrarse con sus tradiciones científicas. Esto implica el uso intensivo de los productos de la ciencia y tecnología espacial con el principal objetivo de generar ciclos de información que consisten en el sensado, generación, transmisión, procesamiento, almacenamiento, diseminación y utilización de la información espacial en beneficio de todos.

Contenido

Desarrollo satelital conjunto de la Argentina y Brasil

Introducción:

Desde los orígenes de la civilización, el espacio ha generado una especial fascinación a la humanidad. A lo largo de la historia, el hombre buscó en él respuestas a los cuestionamientos sobre el origen y destino último de la vida. En todas las civilizaciones que tuvieron cierto grado de desarrollo se ensayaron explicaciones sobre el insondable misterio que generaba el universo y su conexión con la Tierra. Con el tiempo su conquista dejó de ser una utopía. El desafío de su ocupación permitiría tener una visión amplia y profunda del mundo y de nosotros mismos convirtiéndose en una verdadera invitación a la aventura.

En el siglo XX la exploración del espacio alcanzó momentos significativos y abrió la posibilidad de que el hombre dejara de mirar hacia el universo, para mirarse desde él. En octubre de 1957, el planeta era testigo del lanzamiento del primer artefacto al espacio exterior: El Sputnik I. Poco más de una década después, en julio de 1969, la misión Apollo XI descendía en la Luna. Era, en palabras de Neil Armstrong, "un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad"

El universo se transformaba, de esta manera, en la última frontera y la humanidad cumplía uno de sus sueños más preciados. Sin embargo, y lejos de ser concebida como una visión idealista, la conquista fue, inicialmente, una carrera espacial entre Washington y Moscú para quienes prevalecía la idea de que quien conquistara primero el universo, también dominaría al mundo. En el largo plazo, la competencia benefició a todos ya que requirió avances en diversas áreas de ciencia y tecnología. Logros que, abrieron paso a nuevas aplicaciones en todos los órdenes. Con el fin de la Guerra Fría, la carrera espacial se transformó, en muchos aspectos, en una empresa conjunta en la que comenzaron a participar otros actores del sistema internacional.

Hoy, el espacio es un ámbito de trabajo e investigación y los avances en materia de tecnología espacial son un instrumento indispensable en el desarrollo de los países. La información que se logra mediante el uso satelital es relevante a la hora de evaluar los recursos naturales, proteger el ambiente, controlar la pesca, identificar focos de calor, controlar la explotación forestal, inferir la expansión de epidemias, entre otros.

Estas tareas requieren un gran esfuerzo en materia de capacidades y recursos sobre todo para países en desarrollo. Explorar las posibilidades de proyectos regionales permite no solo avanzar en términos de integración sino también en mayor presencia en la región. La Argentina y Brasil, a través de sus respectivas agencias espaciales, se encuentran en una posición ventajosa en el marco latinoamericano para aprovechar las oportunidades que brinda el trabajar cooperativamente en el desarrollo de la tecnología espacial.

Reseña histórica comparativa del desarrollo satelital en la Argentina y Brasil

La Argentina comenzó a demostrar su vocación espacial a partir de 1960 cuando se establece la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) bajo la administración de la Fuerza Aérea. Este organismo realizó una serie de actividades relacionadas con el desarrollo de cohetes sondas, la instalación de la antena de Mar Chiquita para recibir al satélite Landsat y el intento de instaurar en el país el uso de imágenes satelitales. Fue una de las primeras instituciones en Latinoamérica en iniciar este tipo de actividades. En la misma época, una serie de emprendimientos de investigación y sensado remoto permitieron poner en órbita espacial al Lusat 1. Este primer objeto, de origen argentino, fue obra de radioaficionados.

La CNIE finalizó sus actividades en 1991 cuando el gobierno nacional decidió crear un organismo civil, descentralizado y especializado dedicado al uso pacífico del espacio: la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Aeroespaciales)[1]

La CONAE es el único organismo competente de la Argentina para promover el desarrollo de las actividades relacionadas con la utilización civil del espacio en todo el ámbito de la República. Dentro de sus actividades más importantes estuvo la de proponer el Plan Nacional Espacial de la Argentina[2] para la utilización y aprovechamiento de la ciencia y tecnología con fines pacíficos. En 1994, surge el proyecto "Argentina en el espacio 1995-2006" en el que se establecieron una serie de acciones destinadas al cumplimiento de tales objetivos. El Plan Espacial "Argentina en el Espacio 1995-2006" se aprobó mediante decreto 2076/94. Se estableció que debía ser actualizado periódicamente.

En la década del '90 y tras los comienzos de la actividad de la CONAE, hubo varios proyectos muy diferentes entre sí, todos de carácter privado. Tras el lanzamiento del Lusat 1, llegó el Víctor-1[3]

El Lusat-1 fue puesto en órbita por la empresa ARIANSPACE con un cohete Arianne IV lanzado desde Kouru, Guyana Francesa, el 31 de enero de 1997. Tanto el Lusat-1, el Victor-1 como el Nahuel 1-A fueron experimentos destinados a demostrar que sus autores eran capaces de construir un vehículo espacial.

La serie SAC argentina

A mediados de los '90, y en el marco de los objetivos de la CONAE, se lanzó la primera serie profesional de satélites, destinada a cumplir funciones reales mediante la transmisión de datos, imágenes y otros registros físicos durante largos períodos. En sí, la CONAE definió dos familias de misiones satelitales, según los instrumentos de a bordo. Por un lado, está la serie SAC con instrumentos centrados en el rango óptico, y por el otro, la serie SAOCOM con instrumentos centrados en el rango de microondas o radar. En ambas series se han previsto acciones de cooperación internacional.

De la serie SAC se han lanzado los satélites SAC-A, SAC-B, SAC-C y están siendo construidos al 15 de septiembre de 2008 los SAC-D y SAC-E. Todos ellos tienen por objetivo principal obtener información referida al territorio argentino y del MERCOSUR sobre actividades productivas del mar, suelo, hidrología, geología, clima, vigilancia del medioambiente, recursos naturales y cartografía. Más de 80 universidades, entes, organismos y empresas nacionales participan en estos proyectos. Las imágenes de los satélites ofrecen información a más de 200 proyectos de universidades y centros de investigación, además de llegar a colegios secundarios que las utilizan en lugar de los mapas tradicionales. El satélite argetino SAC B contó con una carga útil que comprendía un espectómetro de rayos X duros, una combinación de detectores para medir las emisiones de rayos X blandos y un instrumento italiano para medir la energía de los átomos neutros junto a paneles solares construidos en ese país. Se preveía una vida útil de 3 años y su peso era de 181 kg. Fue lanzado junto con el satélite HETE del Instituto Tecnológico de Massachusetts por un cohete Pegasus XL desde un avión Lookheed 1011, el 4 de noviembre de 1996 y puesto en órbita inclinada 38º respecto del plano del Ecuador y a 550 km de altura. En DOMINGUEZ, N. (1997) "El Plan espacial nacional argentino y su aprovechamiento político-estratégico" en el Boletín del Centro Naval, Num. 786, Vol. 115, Pág. 268.

El primero en lanzarse fue el SAC-B. Había sido diseñado para proveer información para estudios avanzados de física y astrofísica solar a través de la observación de fulguraciones solares, emisión explosiva de rayos gamma, radiación cósmica difusa de rayos X y la medición de átomos neutros energéticos en la magnetosfera terrestre. Se trató de un emprendimiento conjunto entre la CONAE y la NASA. La primera tuvo a su cargo el diseño, construcción, integración del satélite y su plataforma. La segunda, se hizo cargo del lanzador, las operaciones de lanzamiento y el seguimiento durante la fase inicial de la misión.

Durante el lanzamiento y en la tercera etapa del cohete Pegasus, se produjo un cortocircuito que impidió el funcionamiento del mecanismo de separación de los satélites. No obstante, se pudo entablar un contacto inicial con el SAC-B, se recibió excelente telemetría y se demostró el buen funcionamiento de todos sus sistemas, pero nunca pudo orientar sus paneles hacia el sol, por lo que tras agotar sus baterías, dejó de operar.

El SAC-A fue lanzado con posterioridad al SAC-B. En sí, constituyó una misión de demostración tecnológica en el marco de la misión SAC-C para calibrar sus instrumentos. Al igual que su antecesor, fue un emprendimiento conjunto entre la CONAE y la NASA en el que no sólo el diseño e implementación recayeron sobre la primera sino que también la coordinación global quedó bajo su responsabilidad. El lanzamiento y puesta en órbita del satélite estuvo a cargo de la Misión STS-88 del Space Shuttle Endeavour. El lanzamiento tuvo lugar desde el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral, Estados Unidos el 14 de diciembre de 1998.

Luego fue el turno del SAC-C lanzado el 21 de noviembre de 2000, actualmente en operación, lo que permite a través de su uso diseminar la información recogida. Su objetivo principal es el de la medición precisa del campo magnético terrestre y la determinación de perfiles de temperatura y capas de la atmósfera. Se trata de una misión de observación terrestre en colaboración con la NASA, Brasil, Dinamarca, Francia e Italia

El SAC-C es del tipo liviano y cuenta con una Cámara Multiespectral de Resolución Media, una Pancromática de Alta Resolución y una Cámara de Alta Sensibilidad. La primera es una cámara espectral con 5 bandas en el visible e infrarrojo con dos modos de operación. un modo de resolución intermedia (175 m) y otro de menos resolución (350m). La faja del barrido tiene un ancho de 360 km y puede almacenar hasta 12.000 km de longitud de dicha faja. La visita del satélite es de 9 días con subciclos de 2 y 7 días y describe una órbita polar a 702 km de altura. Su peso es de 325 km. Usa banda "S" para T,T y C y "X" para la transmisión de las imágenes. Ibídem, Pág. 269.

Tras el éxito obtenido con el SAC-C, en 2003 comenzó a planearse el desarrollo del SAC D Aquarius cuyo objetivo es la determinación de la salinidad del mar, su temperatura superficial, la presencia de hielos y el contenido de humedad de la atmósfera. Estos elementos permitirán mejorar el conocimiento de la circulación oceánica y su influencia en el clima del planeta. Asimismo, posibilitará recabar datos sobre la humedad del suelo y detectar focos de alta temperatura que servirán para la detección temprana de incendios e inundaciones. Los ocho instrumentos que llevará a bordo se desarrollan en colaboración con la NASA, Italia, Francia, Canadá y Brasil.

La CONAE desarrolla cinco de los ocho instrumentos que llevará a bordo, a saber: un radiómetro, una cámara de alta sensibilidad para la observación nocturna, un instrumento de recolección de datos y un experimento tecnológico para una futura misión satelital. Tiene un costo estimado en 200 millones de dólares, de los cuales, la Argentina proporciona el 20 por ciento. MARADONA, Soledad " Todo está listo para la construcción del nuevo satélite argentino SAC D en La Nación, 28 de febrero de 2008 http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=991257

En julio de 2008, se cerró la revisión final de la nueva misión satelital argentina, el observatorio SAC-D/Aquarius, el aparato más complejo y avanzado que se haya diseñado o construido en la Argentina. Su fecha tentativa de lanzamiento es el 22 de mayo de 2010, desde la base Vandenberg, en los Estados Unidos.

El SAC-D/Aquarius es un verdadero observatorio espacial dedicado al estudio del océano y la atmósfera terrestre. Posee, además, la capacidad de generar alertas tempranas de incendios e inundaciones. Con 1405 kg, triplica el peso de su antecesor, el SAC-C, y llevará a bordo ocho instrumentos. El de mayor envergadura es el Aquarius, un dispositivo con un costo de aproximadamente 200 millones de dólares provisto por la NASA, que medirá la salinidad del mar y permitirá estimar su importancia para el cambio climático. La Agencia Espacial Italiana aporta el ROSA, que extrae perfiles atmosféricos utilizando la técnica de ocultación de GPS. La Agencia Espacial Francesa, el Carmen 1, para analizar el efecto de la radiación cósmica sobre componentes electrónicos, micropartículas o micrometeoros (basura espacial).

La CONAE construye otros cinco instrumentos. Un radiómetro de microondas, en el que participan el Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR) y la Facultad de Ingeniería de la Universidad de La Plata (UNLP), servirá para estimar la velocidad del viento, la concentración de hielo en el mar, el contenido de agua en las nubes, el vapor de agua en la atmósfera. Una cámara de barrido en el infrarrojo (en colaboración con Canadá), desarrollada por investigadores del Centro de Investigaciones Opticas, la Facultad de Ingeniería de la UNLP y el IAR, permitirá medir la temperatura superficial del mar y detectar focos de incendio o erupciones volcánicas, por ejemplo. Otra, de alta sensibilidad, para observación nocturna y aplicaciones en el estudio de fenómenos atmosféricos. También diseña paneles solares para la provisión de energía y un sistema de demostración tecnológica que será utilizado en el futuro para la determinación de órbita, posición y velocidades angulares del satélite. Si bien la misión es eminentemente oceanográfica también mira a la Tierra, tanto en lo que hace al manejo de emergencias como a la estimación de la humedad de suelo. Esto tiene implicancias para la producción de modelos hidrológicos y de dispersión de enfermedades, como la malaria, el dengue y el Chagas.

Todos los instrumentos y el propio satélite son sometidos a condiciones tan rigurosas como las que existen en el espacio en el INPEbrasileño. Se efectúan pruebas de temperatura y de vibración. Lo único que no se puede eliminar es la gravedad terrestre, fueron las palabras de Benjamin da Silvia Medeiros C. Galvão, gerente del Área de Compatibilidad Electromagnética y Telecomunicaciones. El SAC-D sólo cuanta con tecnología absolutamente de punta.

La Argentina y Brasil realizaron su primera misión espacial conjunta en diciembre de 2007. La experiencia fue llamada Operación Angicos, por el municipio del Estado de Rio Grande do Norte. Consistió en el lanzamiento de un cohete brasileño VS-30, con un módulo de carga útil argentino, del Centro de Lançamento da Barreira do Inferno (CLBI), próximo a la ciudad de Natal. Más de cien técnicos y científicos argentinos y brasileños trabajaron en la misión que resultó un éxito. (O Globo)

La asociación entre la CONAE y la Agência Espacial Brasileira (AEB) se hizo posible debido al interés de las parte en consolidar una asociación en el sector espacial. También existe la intención de crear un órgano específico en el ámbito del MERCOSUR para que se ocupe de estos asuntos. En la búsqueda de un socio potencial para el desarrollo conjunto de tecnología espacial efectuada por Brasil en el Cono Sur, la Argentina se destacó como el país con mayor potencial. Ambos tienen entre sus prioridades la ejecución de planes internacionales de de cooperación y transferencia de tecnología. El próximo sector a ser contemplado es el aeronáutico, debido al grande interés de la Argentina por la Empresa Brasileña de Aeronáutica (Embraer). (Gazeta Mercantil)

Es a partir de todos estos emprendimientos y gracias al momento político que viven ambos países que se consolidó la posibilidad de relanzar esquemas de cooperación más profundos en el marco del MERCOSUR. En este sentido, el proyecto SABIA-MAR es emblemático.

El desarrollo del programa de satélites en Brasil

El rol del Estado: instituciones dedicadas a la investigación satelital en Brasil

Las primeras investigaciones científicas brasileñas relativas al desarrollo de un programa propio de satélites empezaron en la década de 1960, con proyectos de cohetes para la Marina y para las Fuerzas Aéreas brasileñas que tenían como objetivo la recolección de datos meteorológicos. Sin embargo, el hecho más importante que incluso se considera un hito en la investigación brasileña fue la creación, por determinación del Presidente Janio Quadros, del Grupo de Organización de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (GOCNAE) en agosto de 1961. El GOCNAE, emplazado en la ciudad paulista de São José dos Campos, estaba institucionalmente vinculado al Ministerio de Ciencia y Tecnología y colaboró para definir las primeras directrices de las actividades espaciales brasileñas. Sin embargo, en 1963 el Grupo fue convertido en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CNAE), cuyo objetivo era coordinar y promover las actividades espaciales en Brasil a través de la creación de un núcleo de investigaciones y capacitación de expertos.

Asimismo, en 1965 se inauguró la primera base espacial en territorio brasilero. La llamada “Barrera del Infierno” está instalada en Rio Grande do Norte, en la región noreste de Brasil. Su ubicación, más cerca de la línea del Ecuador, contribuye para maximizar la potencia de cohetes y para el ahorro de combustible en los lanzamientos. De hecho, la base se utiliza para poner en órbita cohetes de investigación meteorológica. En abril de 1971, en un nuevo y definitivo cambio institucional, la CNAE se cerró y se creó el Instituto de Pesquisas Espaciais (INPE), principal órgano civil especializado en la investigación espacial en Brasil. Conforme las políticas definidas y actualizadas por el Ministerio de Ciencia y Tecnología en 2006, la misión del INPE es la promoción y ejecución de estudios e investigaciones científicas, el desarrollo tecnológico, la ejecución de actividades operacionales y la capacitación de recursos humanos en los campos de la ciencia espacial y de la atmósfera, de la observación de la Tierra, del pronóstico del tiempo y de los estudios climáticos, de la ingeniería y tecnología espacial y áreas relacionadas. Durante la década de 1970, el Instituto desarrolló diversas investigaciones que fueron pioneras en meteorología (Proyecto MESA para recepción e interpretación de datos de satélites meteorológicos), comunicaciones (Proyecto SACI para comunicaciones de programa de educación a distancia) y observación de la Tierra por satélite (Proyecto SERE de identificación de recursos terrestres a través de lecturas de dados).

Un importante hecho a fines de la década de 1970 fue la aprobación, por el Gobierno Federal, de la Misión Espacial Completa Brasileña (MECB). Los objetivos de esta misión eran ambiciosos: se buscaba involucrar al INPE y a la industria nacional para desarrollar, en un plazo no mayor de diez años, cuatro satélites nacionales, a ser puestos en órbita a partir de un vehículo lanzador de satélites producido en Brasil con tecnología espacial brasileña. La evolución en el desarrollo tecnológico de satélites sufrió un fuerte revés en la década de 1980, como resultado de la crisis económica que afectó a los países latinoamericanos y la transición del régimen autoritario hacia la democracia. A pesar de ello, se mantuvo la MECB y se construyó el Centro de Lanzamiento de Alcántara (CLA), en el Estado de Maranhão, además de beneficios geográficos y económicos (su posición a 2,3 grados al sur de la línea del Ecuador permite ahorrar hasta un 20% de combustible, convirtiéndola en la base con costos de operación más bajos del mundo), puesto que la “Barrera del Infierno” se ubicaba demasiado cerca de centros urbanos.

En los años 90, se crearon dos órganos importantes para el seguimiento de las investigaciones satelitales de Brasil: en 1991, el Instituto de Aeronáutica y Espacio (IAE) surgió con el objetivo de desarrollar un Vehículo Lanzador de Satélites (VLS); en 1994, se creó la Agencia Espacial Brasileña (AEB), entidad responsable de coordinar los estudios técnicos y las actividades espaciales en Brasil entre todos los órganos involucrados en el país. Para alcanzar sus objetivos, la AEB define la Política Nacional de Desarrollo de Actividades Espaciales (PNDAE) y el Programa Nacional de Actividades Espaciales (PNAE), mientras que otras instituciones gubernamentales se hicieron cargo de crearlos y ejecutarlos. Además, la AEB busca firmar acuerdos de tecnología con otros órganos y administrar el uso de la base de Alcántara por terceros países interesados.

Los experimentos brasileños

El lanzamiento de los satélites brasileños producidos en conformidad con la política definida en la MECB (dos satélites para la recolección de datos ambientales y otros dos para efectuar relevamientos remotos ópticos) y bajo la coordinación del INPE implicó el arranque del Sistema de Recolección de Datos Brasileño. El sistema está integrado por una red de satélites de órbita baja que retransmiten a uno de los centros de la MECB (Cuiabá o Alcántara) los datos ambientales recibidos de las plataformas de recolección de datos distribuidas en el territorio brasileño. Más de 80 usuarios, entre centros de investigación y empresas, del Sistema de Recolección de Datos reciben los datos ya procesados por el INPE vía Internet. Luego de años de investigaciones, se desarrolló el primer satélite brasileño, con diseños propios del INPE. El SCD-1, que pesa 115 Kg., fue lanzado al espacio por el cohete estadounidense Pegasus el 9 de febrero de 1993, y fue colocado en órbita a 760 kilómetros de la Tierra, conforme lo esperado por los ingenieros norteamericanos y brasileños. Toda la operación de lanzamiento fue monitoreada en las estaciones del INPE. El satélite, al que se le había proyectado una vida útil de apenas 1 año y que alcanza un 80% de precisión en los datos que obtiene, sigue en funcionamiento en la actualidad y superó todas las expectativas previstas en su proyecto.

Los datos recolectados por los satélites SCD-1 y SCD-2[4] son utilizados en modelos de pronóstico del tiempo, en estudios sobre corrientes oceánicas, análisis de mareas, química de atmósfera, planeamiento agrícola y monitoreo de las cuencas hidrográficas a través de datos de volúmenes de lluvias y de ríos.

Además de los satélites de recolección de datos, están siendo desarrollados en el ámbito de la Misión Espacial Completa Brasileña dos satélites para inspección remota por muestras ópticas, SSR-1 y SSR-2, con lanzamientos previstos para los próximos dos años. Sus proyectos prevén un significativo avance en términos de tecnología en comparación a los SCD-1 y SCD-2. Asimismo, la MECB contempla el desarrollo e implementación de infraestructura de suelo necesaria para dar soporte al sistema de satélites. En ese sentido, fueron construidos el Laboratorio de Integración y Testes (LIT), dos Centros de Rastreo y Controle de Satélites (CRC) y un Centro de Controle de Satélites (CCS).

Si bien el éxito de los SCD-1 y SCD-2 demostró la viabilidad del desarrollo espacial en Brasil (que se confirma con el actual proyecto del satélite SCD-3), hubo importantes reveses en ese camino. Todavía falta dominar la tecnología del vehículo lanzador de satélites para viabilizar la realización de futuros lanzamientos desde el territorio brasileño, objetivo crucial de la MECB. El SCD-2A, un satélite idéntico al SCD-2, nunca alcanzó el espacio debido a una falencia de uno de los cuatro motores del equipo del vehículo lanzador. La operación fue abortada por una explosión, luego de 65 segundos de producido el despegue.

La segunda versión del vehículo lanzador fue preparada a partir de diciembre de 1999. Sin embargo, el equipo fue destruido 200 segundos más tarde, luego de confirmarse fallas en la segunda etapa de su lanzamiento. Finalmente, la tercera versión del vehículo lanzador causó conmoción nacional. El 22 de agosto de 2003, en la base de Alcántara, 21 técnicos e ingenieros murieron por causa de una explosión provocada por el vehículo lanzador, que se encontraba en los trabajos finales para su lanzamiento.

Brasil y la Cooperación Internacional

Las directrices de la política aeroespacial brasileña han, desde sus inicios, incentivado la cooperación internacional como herramienta para brindarle a Brasil un mejor acceso al conocimiento científico y tecnológico en el área. En un campo tan especializado, para cuya exploración se les exige a los países el dominio de tecnologías extremamente avanzadas –e igualmente caras-, integrarse con otros socios con intereses semejantes hace más sencillo y económico el desarrollo de proyectos, y ésa ha sido una estrategia utilizada por Brasil desde que la exploración del espacio sobrevino como tema en las relaciones internacionales. Así, la cooperación con otros países ha sido importante no sólo para la implementación de las actividades espaciales brasileñas, sino también para la planificación misma de dichas actividades y de los rumbos generales del programa aeroespacial del país y de los proyectos ahí previstos.

Desde principios de los años 1960, cuando Brasil empezó a consolidar instituciones permanentes comprometidas con el desarrollo de la tecnología espacial, otros países se mostraron interesados en explorar esa predisposición a la cooperación. Luego de algunos años de negociaciones, el Brasil firmó, ya en 1969, con Alemania, el primer acuerdo de cooperación en el área (“Acordo Geral entre o Governo da República Federativa da Alemanha e o Governo da República Federativa do Brasil sobre a cooperação nos setores da pesquisa científica e do desenvolvimento”. Firmado en Bonn, el 9 de junio de 1969. Si bien trató, formalmente, de un acuerdo cuyo obyecto era la cooperación científica en el sentido amplio, la pesquisa espacial estaba expresamente prevista y era uno de sus ejes centrales) Desde entonces, se han firmado acuerdos en el área aeroespacial con la Argentina, Chile, China, Colombia, Estados Unidos, Francia, India, Rusia, Ucrania y la Unión Europea.

Entre los programas de cooperación aeroespacial brasileños arriba mencionados, aquel que se firmó con China ha recibido mucha atención, en especial por una característica bastante inusitada: el programa CBERS (China-Brazil Earth Resources Satellite) se trató en aquel entonces del primero de su género jamás celebrado entre dos países no pertenecientes al mundo desarrollado. Y lo que es más, el proyecto de hecho se concretó con el lanzamiento de tres satélites de observación de la Tierra desarrollados en conjunto: los CBERS 1, 2 y 2B. Las negociaciones entre Brasil y China para lograr una cooperación a largo plazo en la observación de la Tierra desde el espacio empezaron en 1988, con la celebración del acuerdo inicial del CBERS. En ese momento, como Brasil todavía no era signatario del MTCR (Missile Technology Control Regime del que Argentina también es parte), sufría la imposición de embargos tecnológicos en el campo aeroespacial, y la aproximación con China fue fundamental para el avance de su programa y la superación de aquellas dificultades.

El primer satélite fue lanzado en octubre de 1999 y funcionó hasta 2003 – una vida útil dos años más larga de lo que se le previó originalmente. El segundo satélite fue lanzado en 2003, y el tercer, CBERS-2B, en 2007. Ese satélite, copia de sus dos anteriores, orbita la tierra a una altitud de 778 kilómetros y tuvo un costo de 200 millones de dólares. El éxito del programa llevó a que los dos países firmaran, en 2002, un protocolo adicional por medio del que dieron continuación al proyecto: se prevé el lanzamiento del CBERS-3 para 2009 y del CBERS-4 para 2011. Ambos deberán ser versiones modernizadas y mejoradas de sus antecesores.

Aquí, cabe aún mencionar que, conforme datos divulgados por la Embajada del Brasil en Buenos Aires, en septiembre de 2008, se encuentra en su fase final de negociación un Memorando de Entendimiento, a ser firmado entre el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais de Brasil (INPE) y la Comisión Nacional de Asuntos Espaciales de la Argentina (CONAE), por el que se le enviará a la estación terrestre de Córdoba, de la CONAE, imágenes captadas por el CBERS-2B.


La cooperación argentino-brasileña

La Argentina y Brasil empezaron a acercarse para coordinar asuntos aeroespaciales en el año 1964, con el establecimiento de un incipiente proyecto que preveía el entrenamiento de personal en la base de lanzamiento argentina de Chamical, en La Rioja. No se trató, empero, de un proyecto sostenido en el tiempo.

La cooperación entre ambos países empezó ya como política de Estado en agosto de 1989, cuando los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney –en el contexto de aproximación política que iba a dominar el tono de las relaciones bilaterales luego de la apertura política de las dos naciones– firmaron en Brasilia la “Declaración Conjunta sobre Cooperación Bilateral en Usos Pacíficos del Espacio Exterior”. Esta declaración, hito jurídico bajo cuyos auspicios se daría todo el subsiguiente acercamiento aeroespacial entre ambas naciones, creaba un Grupo de Trabajo, coordinado por las dos cancillerías, que sería el responsable por idealizar y viabilizar actividades bilaterales en el área aeroespacial.

Así, en el año 1996, ahora bajo los gobiernos de Carlos Menem y Fernando Cardoso, la Argentina y Brasil dieron un paso más rumbo a la cooperación y firmaron un gran Acuerdo Marco sobre Cooperación en Aplicaciones Pacíficas de Ciencia y Tecnología Espaciales. Los vecinos países firmaban ese acuerdo, según sus propios términos, “empeñados en optimizar los resultados esperados, disminuir los costos, incrementar el uso de la tecnología espacial, maximizar la participación del sector industrial y promover el intercambio de insumos y productos de la industria espacial”. Se trató de un importante instrumento jurídico para fomentar la cooperación y el desarrollo de la industria e investigación, ya que facilitaba, por ejemplo, el traslado de científicos y sus familias entre los países y creaba un régimen de exención de impuestos de importación y exportación para fines de cumplimiento de los programas de cooperación que se establecieran.

Para la efectiva puesta en práctica de la cooperación, hecha posible bajo la tutela de los mencionados estatutos jurídicos, fue determinante una expansión de las actividades espaciales de ambos países – de hecho verificable a lo largo de las décadas de 1990 y 2000. En 1995 se concretó un programa de calificación de componentes y modelos del satélite argentino SAC-B, realizado por el Laboratorio de Integración y Pruebas del INPE. Tras el éxito de ese programa de cooperación, una actividad semejante se llevó a cabo a partir de 1998, ahora referente al SAC-C. Y ello, de su parte, conllevó a aún otro programa de cooperación, de la misma naturaleza: en esta oportunidad en lo relativo a lanzamientos suborbitales y pruebas ambientales del satélite SAC-D, que deberá ser puesto en órbita en el año 2010. Asimismo, se espera para pronto la realización de test ambientales, en los laboratorios del INPE, de los satélites ítalo-argentinos de la serie SAOCOM (Satellites for Observation and Communication).

Para las relaciones bilaterales en el área aeroespacial, el hecho de que Brasil pueda trabajar en conjunto en lo que es el más importante y avanzado proyecto del programa espacial argentino –el SAC-D/Aquarius– se debe al éxito alcanzado en virtud de las iniciativas de cooperación. Sin embargo, el gran símbolo del acuerdo de cooperación aeroespacial es el desarrollo del programa SABIA-MAR (Satélite Argentino-Brasileño de Informaciones sobre Recursos Hídricos, Agricultura y Medio Ambiente), un ambicioso proyecto genuinamente binacional (aunque con la participación secundaria de terceros países) que representará el máximo grado de acercamiento alcanzado hasta la fecha. Este proyecto permitirá la satisfacción de necesidades comunes relacionadas al área del MERCOSUR.

SABIA-MAR o SAC-E

El SABIA-MAR es un proyecto que se ha venido planeando hace mucho tiempo para realizar en cooperación entre Argentina y Brasil pero por diversas circunstancias políticas, técnicas y económicas fue suspendido varias veces. En febrero de 2008, de acuerdo a la voluntad política de los presidentes Cristina Fernández e Luis Inácio Lula da Silva se recuperó el programa de cooperación entre la CONAE, la Agencia Espacial Brasileña (AEB) y el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales Brasileño (INPE). Este satélite formará parte de la serie SAC, con la denominación SAC-E. En particular, la misión de observación de la Tierra denominada SABIA-MAR consiste en el primer satélite construido de manera conjunta entre la Argentina y Brasil. Su uso está orientado a la prevención meteorológica, el estudio del mar, la agricultura, el estudio de la deforestación y la geología. Esto se realiza con alta resolución espectral, espacial y temporal sobre el área del MERCOSUR.

Desde marzo de 2008, la CONAE argentina y el INPE brasileño cumplieron con el cronograma de un acuerdo firmado en febrero de 2008 en Buenos Aires por el que los presidentes de ambos países se comprometieron a desarrollar de manera conjunta el satélite SABIA-MAR. Argentina y Brasil tuvieron reuniones a nivel de especialistas en plataformas satelitales y cargas útiles, como así también a nivel de usuarios.

En las reuniones a nivel de usuarios, en las que participaron especialistas en estudios de mar, se trató el uso de la tecnología espacial en general y en particular de la utilización del rango óptico necesario para la misión. Asimismo, se acordaron los requerimientos básicos del proyecto SABIA-MAR y se designaron a los máximos responsables de esta misión conjunta. A partir de los requerimientos básicos de la misión, se elaboró una primera versión del documento que permitirá avanzar en las diferentes etapas de la ingeniería y construcción del satélite.

Las partes acordaron mantener una reunión de especialistas durante el mes de julio, a fin de obtener una mejor estimación de los parámetros de alto nivel de la carga útil y, consecuentemente, de la misión, tales como las dimensiones, la masa y la órbita final que tendría el satélite.

A fines de septiembre de 2008 se elabora la primera estimación del costo de los segmentos espacial y terrestre de la misión, a partir del cual cada una de las partes iniciará el proceso interno correspondiente para la asignación de los recursos necesarios para ejecutar el proyecto SABIA-MAR. Los países aceptaron que la versión final del documento del proyecto se presente a fines de octubre de 2008.

Características del SABIA-MAR El SABIA-MAR pesará arriba de los 300 kilogramos y tendrá que poder medir desde la deforestación en la selva amazónica hasta el rendimiento de cosechas en la Pampa Húmeda. También tendrá que poder vigilar la contaminación del Río de la Plata, evaluar la disponibilidad de agua en las represas hidroeléctricas brasileñas y de nieve en la Patagonia. Pese a que el SABIA-MAR está en proceso de ser construido al 15 de septiembre de 2008, la CONAE y el INPE se están luciendo con un proyecto binacional que prácticamente no tiene antecedentes en el mundo. (Clarín, 30 de agosto de 1997) http://www.clarin.com/diario/1997/08/30/e-04601d.htm

Lanzadores de satélites en el MERCOSUR

En la actualidad, se estudia la fabricación de cohetes de uso civil para cubrir las necesidades regionales de lanzamiento de satélites.

La Argentina y Brasil planean también diseñar un cohete en forma conjunta. "El aparato tiene que tener la suficiente potencia como para poner en órbita una carga de 1.000 kilogramos, a una altura de 1.000 kilómetros. La intención es cubrir las necesidades regionales de lanzamiento de satélites chicos y medianos, a órbitas bajas y medias. Ese es un mercado emergente que está por explotar, y hoy no lo atiende nadie", fueron las palabras de Conrado Varotto, presidente de la CONAE. La declaración de Varotto contiene varios puntos positivos: El primero es que se plantee un proyecto más ambicioso que el desactivado Cóndor. Éste era un cohete de capacidad dual (civil y militar), con combustible sólido y escasa capacidad de carga. El segundo es que el "cohete binacional", a diferencia del Cóndor, nace sin secretos y con una presunta robustez que acaso le permita sobrevivir. Por otra parte, el proyecto es avalado por las cancillerías argentina y brasileña, lo que supondría el consentimiento del Departamento de Estado de los Estados Unidos. El tercer punto es que el Mercosur necesite poner en órbita satélites que diseña y fabrica con sus propios diseños y por medio de sus propios científicos y técnicos. El cuarto es que, según Varotto, el Mercosur ya tiene capacidad propia de hacer esos satélites. La Argentina tiene su "know-how" depositado en la mencionada CONAE y en la empresa rionegrina INVAP (Investigación Aplicada), creada hace 20 años por el mencionado Varotto. Brasil, con un programa espacial completo, tiene su capacidad más repartida: ha logrado "espacializar" a todo un segmento de su industria nacional.

El último y más notable de los puntos a destacar es que la cooperación se hace prácticamente imperativa porque las tecnologías desarrolladas por ambos países son complementarias y porque los satélites desarrollados en conjunto entre la Argentina y Brasil necesitan forzosamente de una escalera propia al cielo. Esto se debe a que la flota mundial de vehículos lanzadores está dirigida al mercado de las grandes cargas y las grandes alturas. El "taxi espacial" de la NASA, los cohetes Ariane de Europa, el llamado Larga Marcha de China y los Protón rusos, resultan inapropiados para disparar satélites medianos y/o pequeños: la práctica indica que los dejan en cualquier lado excepto en la órbita adecuada. Daniel Arias, Clarín, 10 de marzo de 2007.

Argentina se asoció con Italia

Argentina e Italia pusieron en órbita el Cosmo-Skymed 1. Este satélite pertenece al SIASGE (Sistema ítalo-argentino de satélites para la gestión de emergencias), un sistema único de monitoreo satelital que permite prevenir, evaluar y mitigar distintas catástrofes en el medio ambiente. Aparte de este sistema, que forma parte del Plan Espacial 2004-2015, la Argentina ya posee seis satélites propios. La mayoría de estos son para telecomunicaciones y pertenecen a grupos privados. Entre los más destacados se encuentra la empresa NahuelSat y la prestadora de televisión satelital Antina. Los socios actuales de NahuelSat son Daimler Chrysler Aerospace (hoy: European Aeronautic, Defense and Space Company, EADS, Deutschland GmbH) y Finmeccanica. Mientras que Finmeccanica, de origen italiano, se dedica a la fabricación de aeronaves. NahuelSat tiene la posesión de la posición 72W, que la ocupa desde 1997 con el satélite Nahuel 1 y cuya concesión se le ha otorgado por un período de 24 años. Posee en Benavidez, provincia de Buenos Aires, la Estación Terrena de Telecomando, Telemetría y Control, desde donde se comandan la totalidad de las actividades propias del satélite Nahuel 1. Esta empresa también tenía la concesión de la posición 81W, pero perdió el derecho de explotarla por no cumplir con lo acordado con el gobierno nacional. Por este inconveniente, la Argentina estuvo a punto de perder la posición. Sin embargo, luego de una notable gestión del diplomático argentino Ministro Marcelo Valle Fonrouge, la Unión Internacional para las Telecomunicaciones (UIT) le dio carta libre a la Argentina para poder explotar esta posición que ya le pertenecía. En 2004, nació ArSat (Empresa Argentina de Soluciones Satelitales SA). Si bien la empresa está constituida por el Estado, se regirá por las leyes del mercado privado. Arsat ya puso en órbita (justamente en la posición 81W) un satélite para telecomunicaciones y está a la espera de recibir otras posiciones por parte de la UIT para poder explotarlas.

Conclusión

La puesta en marcha de un sistema de monitoreo mediante un dispositivo satelital diseñado por los dos socios más grandes del MERCOSUR para prevenir, evaluar y mitigar catástrofes ambientales como para mejorar las condiciones de producción agrícola, ganadera e ictícola es un importante avance científico-tecnológico de alto impacto. El SABIA-MAR es un proyecto único en su tipo que implica un importante logro en materia de cooperación y un reconocimiento a la actividad de investigación y desarrollo en materia satelital tanto para la Argentina como para Brasil.

El sistema satelital cumplirá finalidades tan centrales como informar sobre posibles emergencias y alteraciones en el medio ambiente que influyen sobre las actividades agropecuarias y marítimas, prevenir catástrofes y evitar desastres ecológicos. Se trata de un ejemplo de la importancia de la cooperación científico-tecnológica y del respaldo al propio desarrollo tecnológico de los dos países. El plan contempla la incorporación de este nuevo satélite argentino-brasileño que se sumará a los dos argentinos, tres brasileños y cuatro italianos funcionando en bandas diferentes y complementarias. Esto permitirá incrementar la dotación de información disponible y registrable sobre incendios, inundaciones, desertificación, sequías y terremotos, entre otros fenómenos climáticos.

Cabe recordar que tanto en la Argentina como en Brasil ya se pusieron en órbita seis satélites –tres cada uno- de aplicación científica totalmente diseñados y construidos por los propios países como parte de sus respectivos programas nacionales espaciales. Éstos son resultado de inversiones públicas bien orientadas, compromisos del sector privado y de la capacidad de los científicos y profesionales técnicos que obtiene reconocimiento y puede ser aprovechada para mejorar la gestión de emergencias, la producción nacional, el aprovechamiento de sus recursos y la calidad de vida de los pueblos del MERCOSUR. Es la otra cara de un proceso de integración y cooperación que encaran la Argentina y Brasil. Es notable que los dos países sean conscientes de esta inversión a futuro a pesar de sus limitaciones ya que maximizan sus respectivas infraestructuras y, conjuntamente, incrementan el potencial que podrían lograr si siguieran actuando por separado.

Citas

BÄR, Nora; "El Aquarius"; La Nación 28 de julio de 2008

DOMINGUEZ, N; (1997) "El Plan espacial nacional argentino y su aprovechamiento político-estratégico" en el Boletín del Centro Naval, Num. 786, Vol. 115, Pág. 268.

FERNANDES DA SILVA, Meireluce; “Cooperação internacional na área espacial”, http://mtc-m16.sid.inpe.br/rep-sid.inpe.br/marciana/2005/01.06.13.36

MARADONA, Soledad " Todo está listo para la construcción del nuevo satélite argentino SAC D en La Nación, 28 de febrero de 2008 http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=991257

MÜLLER, Héctor; "Sustentabilidad de la producción ganadera con ayuda satelital" La Nación 19 de julio 2008.

O Globo, Jornal, Editorial: “Brasil e Argentina fazem missao espacial” 12/12/2007

OTTOBONI, Julio; “Brasil e Argentina, parceiros em satélite”; Gazeta Mercantil 18/12/2007

RISI, Marcelo "Sucedió en el siglo XX. La conquista del espacio" BBC Mundo.com [En línea] Disponible en URL: http://www.bbc.co.uk/spanish/seriesigloxx03a.shtml [Con acceso el 12 de julio de 2208]

“O Programa Nacional de Atividades Espaciais Frente aos Embargos Tecnológicos”, Reginaldo dos SANTOS, in Revista Parcerias Estratégicas, outubro 1999, en http://www.cgee.org.br/parcerias/p07.php

Enlaces externos

http://www2.mre.gov.br/dai/bilaterais.htm

http://www.inpe.br

http://www.aeb.gov.br

http://www.conae.gov.ar

http://www.clarin.com/diario/1997/08/30/e-04601d.htm

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http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=991257 La Nación 25 de

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http://www.ahciet.net/actualidad/noticias/noticia.aspx?idnotic=14058

http://arismartin.com/viewtopic.php?t=432

http://www.mincyt.gov.ar/Planplur4/siglas.htm

http://www.mincyt.gov.ar/

http://www0.un.org/events/unispace3/speeches/20arg.htm

http://www.invap.net/about/perfil.html

Notas

  1. La CONAE fue creada mediante decreto 995/91, ratificado por el artículo 32 de la Ley 11.672 (T.O. Decreto 689/99). Inicialmente dependía de la Presidencia de la Nación, pero a mediados de 1996, con la llamada "Segunda Reforma del Estado" pasó a depender del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. En la práctica, la representación del mencionado ministerio recae en la Dirección de Seguridad Internacional, Asuntos Nucleares y Espaciales (DIGAN). Posee una estación terrena de control satelital y recepción de datos llamada "Teófilo Tabanera" en Falda del Carmen, Provincia de Córdoba. Desde allí, recibe las señales correspondientes a satélites de origen argentino como a los pertenecientes a otras naciones
  2. define a la Argentina como un "país espacial" entendido como la expresión de un pueblo pacífico que quiere reencontrarse con sus tradiciones científicas. Esto implica el uso intensivo de los productos de la ciencia y tecnología espacial con el principal objetivo de generar ciclos de información que consisten en el sensado, generación, transmisión, procesamiento, almacenamiento, diseminación y utilización de la información espacial en beneficio de todos
  3. El Víctor 1 fue lanzado el 29 de agosto de 1996 con el cohete ruso Molnya Luego fue el turno de Nahuel 1-A que fue construido por medio de la Unión Transitoria de Empresas (UTE) y cuyo objetivo fue las telecomunicaciones.]]
  4. El Satélite brasileño SCD-2 fue puesto en órbita el 22 de octubre de 1998, también gracias a un cohete Pegasus. Su estructura es prácticamente idéntica a la del SCD-1, pero con la incorporación de mejoras con respecto al proyecto original y con grandes aportes de la industria brasileña. Como su hermano mayor, el SCD-2 recoge datos ambientales de las plataformas instaladas en el territorio nacional y los retransmite a las estaciones del INPE. Su vida útil de acuerdo al proyecto era de dos años. Sigue en actividad hoy en día.

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