Operación Corporate

Operación Corporate

La Operación Corporate (en inglés: Operation Corporate) fue el nombre en código que el Reino Unido dio al conjunto de sus acciones militares en la Guerra de las Malvinas en 1982. Su objetivo era la apropacion para la Corona Británica de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, ocupadas por la Argentina en abril de ese año. Se extendió desde el 2 de abril de 1982 hasta el final de la guerra, el 14 de junio de ese año. Estuvo al mando del Lord Almirante Sir John Fieldhouse.

Contenido

Operación Paraquet: recuperación de la soberanía de las islas Georgias del Sur

Artículo principal: Operación Paraquet

Desde el principio, fue evidente que el primer objetivo habría de ser las islas Georgias del Sur. No sólo ya había un buque británico en el área, el HMS Endurance, sino que los datos de inteligencia notificaban que la presencia argentina en estos islotes prácticamente inhabitables era reducida. Reconquistar las Georgias del Sur proporcionaría un pequeño punto de apoyo terrestre a la flota británica, pero sobre todo tendría un efecto propagandístico de gran importancia sobre la población argentina, la británica y la internacional. Por el contrario, un fracaso en esta recuperación podría implicar graves problemas domésticos para Margaret Thatcher y el descrédito internacional definitivo del Reino Unido.

Los comandos del SAS y el SBS al llegar a Grytviken encontraron banderas blancas colgando de los edificios. El capitán de corbeta Luis Lagos, al cargo de las islas Georgias del Sur, había decidido no luchar ante fuerzas tan enormes. En la mañana del 26 de abril, Lagos firmó la rendición en la base del British Antarctic Survey en King Edward Point. Alfredo Astiz, responsable de los quince buzos tácticos en Puerto Leith, no aceptó al principio este hecho. Pero ante lo que se le venía encima, por la tarde firmaría también la rendición a bordo del HMS Plymouth.

Submarinos nucleares y misiones secretas en la Patagonia

En la noche del 29 de abril el coronel Clodoveo Miguel Ángel Arévalo, jefe de la Agrupación Comodoro Rivadavia recibió en sus manos un informe y tomó conocimiento de que fuerzas especiales británicas estaban desembarcando con botes en un punto intermedio entre Caleta Olivia y Puerto Deseado.[1] De inmediato se organizaron dos patrullas de combate, las cuales iniciaron un movimiento de aproximación en dos helicópteros Bell UH-1H a las 2100 horas aproximadamente. Al día siguiente, un helicóptero se estrelló o fue derribado en la misión.[2] En el helicóptero murieron 10 argentinos. El 1 de mayo, mientras la aviación británica atacaba la base aérea militar de Puerto Argentino, dos submarinos fueron detectadas en Caleta Olivia, provincia de Santa Cruz. Al anochecer del día 16 de mayo, el submarino HMS "Onyx" intentó dejar comandos en la base de Río Grande, siendo repelido por fuego de del destructor ARA Bouchard.[3] El incidente, que desencadenó una de las noches más movidas en Comodoro Rivadavia para las tropas argentinas, se produjo entre la noche del 22 y la madrugada del 23 de mayo de 1982. "Fue una de las alertas rojas más grande que hubo", (Soldado Marcelo Díaz, quien integraba el Regimiento de Infantería 1), «A la mañana, ya con la luz del día, se encontraron cuatro o cinco gomones en la costa. Había gente que había desembarcado. A los cinco días se encontraron cuatro o cinco personas que eran ingleses, vestidos de civil, de traje y corbata, con maletines que adentro tenían armas», agregó. «Eso salió en los diarios, yo lo leí (...) A los ingleses los tomaron como prisioneros, tenían armas y estaban dispuestos a reventar cualquier cosa dentro del continente».[4] Al día siguiente, en el transcurso de un vuelo de reconocimiento ofensivo fallece al precipitarse sobre el Golfo de San Jorge el alférez Mario Luis Valko pilotando un avión, FMA IA-58 Pucará, También muere el subteniente Juan Omar Abraham quien se había internado diez kilómetros al sur de Caleta Olivia con la playa bajante y desapareció. Fue encontrado ahogado, al sur de la ría, el 25 de mayo. Ex soldados del Regimiento 24 también contaron que se encontraron algunos botes de goma enemigas en las costas y como abrieron fuego contra blancos enemigos en cercanías de Río Gallegos, en la última semana de mayo.[5] El 4 de junio, una sección del Regimiento del Infantería de Montaña 37, en las cercanías de la frontera chilena, observó a dos hombres a los cuales dio el alto. Los individuos portaban mochilas y al ser advertidos de parar uno se dio a la fuga esgrimiendo un arma y el otro fue capturado. Decía ser un ciudadano con pasaporte neozelandés. Tras su captura las noticias se propagaron rápidamente sobre un turista neozelandés apresado en Río Gallegos y el tipo fue liberado a pesar de las protestas del General de Brigada Oscár Guerrero, jefe de la guarnición Río Gallegos.

Black Buck I: bombarderos nucleares sobre Puerto Argentino

Orden de batalla
Argentina Reino Unido

  • 2º de bombarderos British Aerospace Canberra operando desde territorio continental argentino.
  • Aviones COIN FMA IA-58 Pucará estacionados en las islas Malvinas.
  • 6º de cazabombarderos IAI Dagger operando desde territorio continental argentino.
  • 8º de cazas Dassault-Breguet Mirage IIIEA operando desde territorio continental argentino.

  • Defensa antiaérea terrestre en islas Malvinas.

Pese a la toma de las islas Georgias del Sur, el Reino Unido necesitaba demostrar que disponía de la capacidad de ataque aéreo a las islas Malvinas y al territorio continental argentino. Paralelamente, el almirante Fieldhouse no quería ver reactores enemigos operando desde el archipiélago. Por todo ello, se diseñó una serie de operaciones de ataque a tierra contra el aeropuerto de Puerto Argentino que se desarrollaría mediante bombarderos Vulcan basados en isla Ascensión.

El bombardero nuclear Avro Vulcan o «bombardero V», utilizado en las operaciones Black Buck.

El Vulcan, un bombardero nuclear estratégico, no tenía alcance suficiente. Fue necesario diseñar complejas operaciones tácticas de reaprovisionamiento de combustible en vuelo mediante Vickers VC10. Pero los VC10 tampoco podían llegar tan lejos, por lo que a su vez era necesario reaprovisionarlos. En suma, por cada dos Vulcan que llegaban a las islas Malvinas desde Ascensión se necesitaban 11 aviones de reaprovisionamiento; siendo el ataque más largo jamás realizado hasta entonces.[6]

El primero de estos ataques se produjo sobre el aeropuerto de Puerto Argentino el 1 de mayo de 1982 a las 06:00, con 21 bombas convencionales de 454 kg de alto explosivo de las cuales sólo una alcanzó el borde de la pista.

Más devastadores resultaron los ataques que siguieron inmediatamente, realizados por aviones Sea Harrier del escuadrón 800º operando desde el portaaviones británico HMS Invincible (R05) que ya había llegado a la zona. Atacaron el aeropuerto de Puerto Argentino con bombas de racimo, causando algunos daños en las infraestructuras anexas. Pero el mayor daño fue realizado en el aeródromo de Pradera del Ganso, donde los argentinos habían estacionado aviones ligeros de ataque IA-58 Pucará del Grupo 3 de Ataque. En torno a las 8:25, uno de los Pucará resultó destruido, dos dañados sin posible reparación y las instalaciones del aeródromo severamente afectadas. El teniente Jukic murió a bordo de su Pucará mientras trataba de despegar.

En Puerto Argentino se derribaron dos aviones Sea Harrier ese día 1 de mayo, y hasta uno de los jefes del Regimiento 25, el entonces capitán Héctor Gustavo Pugliese aseguró haber visto las dos máquinas destrozarse en el mar.[7]

En esos momentos, la Fuerza Aérea Argentina ya había reaccionado y envió cazas Dassault Mirage IIIEA del Grupo 8, IAI Daggers del Grupo 6 de Caza y bombarderos Canberra del Grupo Aéreo 2: el destructor HMS Glamorgan y las fragatas HMS Arrow y HMS Alacrity sufrieron daños menores, pero el precio pagado fue elevado. En los combates aéreos subsiguientes los dos Harrier del Escuadrón 801 se enfrentaron con un número similar de Mirage. Las tácticas de combate aéreo de los Mirage argentinos fueron muy deficientes, ya que volaban al estilo "alas soldadas" y en el enfrentamiento los británicos derribarían un Mirage, matando al primer teniente Ardiles, y dañaron al otro con sendos disparos de misiles. En posterior enfrentamiento cayeron un IAI Dagger y un Canberra sin sufrir bajas británicas, dañando asimismo un Turbo Mentor.

El Mirage averiado en el combate con los Harrier, pilotado por el capitán García Cuerva, intentó tomar tierra en Puerto Argentino. Pero la defensa antiaérea lo confundió con un avión británico y lo derribó, acabando con su vida. Otros tres pilotos argentinos resultaron muertos o desaparecidos en el mar.

Saldo de la batalla
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• Daños moderados en el aeropuerto de Puerto Argentino. • 2 Sea Harrier derribados por artillería antiaérea argentina
• Graves daños en el aeródromo de Goose Green. • El crucero HMS Glamorgan sufre daños estructurales[8]
• 1 + 2 aviones tácticos Pucará
• 1 + 1 cazas Mirage III
• 1 cazabombardero IAI Dagger
• 1 bombardero Canberra
Bajas humanas
• 12 muertos + 2 desaparecidos (declarados muertos). • Ninguna.

La Operación Black Buck I se había saldado con un brillante logro operativo pero un fracaso en cuanto a sus resultados prácticos, ya que el aeropuerto de Puerto Argentino nunca quedó inutilizado del todo y los vuelos de transporte de C-130 Hércules se mantuvieron hasta la última noche de la guerra. Sin embargo, el Reino Unido había demostrado su capacidad para atacar el archipiélago e incluso el territorio continental argentino desde bases tanto en tierra como en el mar, asestado un segundo golpe propagandístico y destruido varias aeronaves en vuelo y en tierra, todo ello sin sufrir ninguna pérdida propia.

El hundimiento del ARA General Belgrano

Artículo principal: Hundimiento del Belgrano
Orden de batalla
Argentina Reino Unido
Fuerza de operaciones 79.3

(artillería)|cañones]] de 152 mm, 8 cañones de 127 mm antiaéreos, varios antiaéreos de 40 mm y 20 mm, 1 lanzamisiles antiaéreo Sea Cat y 1 helicópteros Alouette(1938, actualizado en 1968).

  • Destructor ARA Hipólito Bouchard (D-26) (3.315 t) con 4 lanzamisiles antibuque con un misil MM-38 Exocet cada uno, 6 cañones de 127 mm, 23 cañones antiaéreos de 40 mm y de 20 mm, 10 lanzadores de cargas de profundidad y 10 tubos lanzatorpedos de 533 mm (1944, actualizado en 1976).
  • Destructor ARA Piedra Buena (D-29) (3.315 t) con 4 lanzamisiles antibuque con un misil MM-38 Exocet cada uno, 6 cañones de 127 mm, 23 cañones antiaéreos de 40 mm y de 20 mm, 10 lanzadores de cargas de profundidad y 10 tubos lanzatorpedos de 533 mm (1944, actualizado en 1979).

Si bien con la llegada de la Marina Real y la inutilización del ARA Santa Fe la flota argentina se había replegado a posiciones más próximas al continente, el almirante Fieldhouse la deseaba firmemente atracada en puerto. No estaba dispuesto a arriesgar sus buques en batallas navales como las de la Segunda Guerra Mundial. Para ello necesitaba asestarle un golpe brutal, algo que convenciera a sus almirantes y a la Junta de que salir al mar era la peor de las ideas posibles. También le hacía falta un golpe propagandístico definitivo que ofrecer a Londres, más allá de la recuperación de unos oscuros islotes y el éxito de unas operaciones de bombardeo todavía medio secretas.

Para el día 30 de abril las unidades más relevantes de la fuerza de operaciones británica ya habían configurado dos grupos de operaciones en la zona de las Malvinas, compuestos por dos portaaviones HMS Hermes (R12) y HMS Invincible (R05), cuatro destructores (HMS Glamorgan, HMS Conventry, HMS Glasgow y HMS Sheffield (D80)), cuatro fragatas (HMS Broadsword, HMS Alacrity, HMS Arrow y HMS Yarmouth) y dos buques petroleros y de suministros (Olmeda y Resource). Con su posición así consolidada, el Reino Unido declaró una «zona de exclusión total» (TEZ) de 200 mi náuticas alrededor del archipiélago, cuyo centro no estaba bien definido. Cualquier buque o aeronave argentino hallado dentro de estas aguas podía ser atacado sin previo aviso. Lo cierto es que, como hemos visto, la flota argentina había decidido apartarse del área por iniciativa propia en tres grupos muy dispersos. El ARA General Belgrano (C-4) y sus dos escoltas patrullaban el banco Burdwood, situados en el borde sur de esta zona de exclusión. El mismo día 30 de abril fueron detectados por el submarino nuclear HMS Conqueror (S48), procedente de la reconquista de las islas Georgias del Sur.

Londres habría preferido tener bien ubicado al portaaviones liviano ARA Veinticinco de Mayo (V-2), único portaaviones de la Armada Argentina. El ARA General Belgrano, sin embargo, era el segundo buque más grande del Grupo de Tareas 79 (nombre dado a la Flota de Mar argentina durante el conflicto de las Malvinas). Sobre el mediodía del 2 de mayo, y pese a que había una propuesta de paz del presidente a mano sobre la mesa, el gobierno de Margaret Thatcher autorizó el hundimiento del ARA General Belgrano con sus 1.093 tripulantes.

A las 15:00 del 2 de mayo, con olas de 12 m, viento de 120 km/h y temperatura ambiente por debajo de 10 °C bajo cero, el capitán del HMS Conqueror, Chris Wreford-Brown ordenó zafarrancho de combate y cargar los tubos lanzatorpedos con viejos Mk 8 (considerados más fiables que los nuevos Tigerfish). Cada uno de estos torpedos no guiados cargaba 363 kg de alto explosivo. En ningún momento el grupo de tareas 79.3 se dio cuenta de que el ataque era inminente. Sobre las 16:00, y a corta distancia, Wreford-Brown dio la orden de disparar tres torpedos. Uno de ellos pudo alcanzar al ARA Bouchard (D-26), pero si así fue, no explotó. Los otros dos dieron de lleno al ARA General Belgrano. El primero alcanzó la sala de máquinas de popa a las 16:01, abriendo un boquete de 20 m, partiendo la quilla y matando a 272 tripulantes. El segundo dio en la proa, lo que hizo desaparecer 15 m de barco, pero aparentemente sin causar víctimas.

El buque estaba perdido. A las 16:24 el capitán Héctor Bonzo ordenó evacuarlo. Su destructor de escolta ARA Piedrabuena (D-29) se lanzó a la caza del submarino, pero Wreford-Brown se evadió fácilmente de un buque tan antiguo. No obstante, durante los siguientes días habría sucesivos intentos de hundir al HMS Conqueror, todos ellos infructuosos. Volvería al Reino Unido después de la guerra, ondeando la Jolly Roger (la bandera pirata negra con la calavera y las tibias cruzadas, símbolo de victoria en la marina británica desde principios de la Edad Moderna).

323 marinos argentinos perdieron la vida (la mitad del total de muertos argentinos durante el conflicto) como consecuencia del hundimiento del ARA General Belgrano (C-4), acontecimiento que no cayó bien en la escena internacional. En muchos países lo consideraron un uso desproporcionado de la fuerza sobre un buque obsoleto, con mucha tripulación a bordo —en buena parte, marinería de recluta— y navegando fuera de la zona de exclusion marítima, impuesta por los propios británicos, al momento del hundimiento. Eso reforzo las posturas pacifistas en gobiernos y ciudadanía de todo el mundo. No obstante, en el Reino Unido fue ocasión de celebraciones populares y portadas de periódicos como The Sun.[9] Por otro lado, otros medios de prensa, comenzaron a asomar posturas moderadas e incluso contrarias a la guerra, ante tal pérdida de vidas. Hay posturas que consideran al hundimiento del Crucero ARA General Belgrano, como un crimen de guerra (A raíz de que fue hundido fuera de la zona de exclusión impuesta por el Reino Unido).

Saldo de la batalla
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• Crucero ARA General Belgrano hundido, con su helicóptero Alouette. • Ninguna.
Bajas humanas
• 323 muertos. • Ninguna.

Aunque los planes navales argentinos habían sido frustrados, todavía la Argentina escondía un as debajo de la manga, su Fuerza Aérea, que a partir del hundimiento del ARA General Belgrano comenzaría a infligir importantes bajas a las fuerzas de tareas británicas.

El Exocet entra en escena: el hundimiento del HMS Sheffield

Orden de batalla
Argentina Reino Unido

  • 1 avión de patrullado marítimo (MPA) Lockeed P-2V Neptune.
  • 2 aviones tácticos Dassault-Breguet Super Étendard (2ª Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque) equipados con misiles AM-39 Exocet.
  • 1 grupo de IAI Daggers de la Fuerza Aérea Argentina en misión de escolta retrasada.
  • 2 aeronaves auxiliares.

Pese a la férrea censura informativa impuesta por el gobierno militar argentino, el entusiasmo entre las capas populares sensibles a este tipo de acciones se enfriaba. Escasamente un mes después de las celebraciones populares por la recuperación de los archipiélagos, y pese a toda la propaganda, a nadie se escapaba ya que el régimen había lanzado un órdago a una gran potencia y ésta había aceptado el desafío. Para la Junta, devolver los golpes recibidos con un hecho espectacular se convirtió en una prioridad absoluta. Tal hecho no podía ser otro que el hundimiento de un gran buque de guerra británico, bajo la capa de una represalia por lo del ARA General Belgrano (C-4). Con una guerra a gran escala en marcha, era esencial devolver la esperanza a la gente, hacerles creer en la victoria.

Avión de ataque naval Dassault Super Étendard de fabricación francesa.

Antes de poner proa a sus puertos, la flota argentina había determinado con bastante precisión el área general de operaciones de los dos grupos de batalla británicos por el procedimiento de detectar sus transmisiones radiales.

Al alba del 4 de mayo, un avión de patrulla P-2 Neptune del Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina (COAN) estableció por radar la posición de la Fuerza de Operaciones británica. De inmediato, dos aviones de fabricación francesa Dassault Super Étendard de la 2º Escuadrilla partieron de Río Grande a las 09:45 con un misil Exocet AM-39 cada uno para, tras reabastecerse en vuelo desde los KC-130H Hércules de la Fuerza Aérea Argentina, realizar un largo vuelo semicircular que los aproxime a los navíos enemigos. A los mandos, del capitán de corbeta Augusto Bedacarratz y del Teniente de Navío Armando Mayora. Tras ellos, un grupo de IAI Daggers para darles cobertura aire-aire y un Learjet en misión de diversión.

La Armada Argentina adquirió 14 Super Étendard en 1980, El 7 de diciembre de 1981 se incorporan oficialmente a la 2° Escuadrilla, las primeras 5 Aeronaves recibidas de la serie, junto a 5 misiles AM39 MBDA Exocet.(Debido al embargo producido por la OTAN contra la Argentina a raíz de la guerra, los restantes Aviones y Misiles del pedido original seran entregados después en 1983) por lo que la Armada Argentina formó 2 equipos de aviones (dos unidades cada uno) usando la quinta aeronave como provision de repuestos para las aeronaves restantes. Los pilotos argentinos fueron entrenados en Francia, utilizando aviones similares de la Armada francesa en entrenamientos entre el 1 de noviembre de 1980 y 31 de agosto de 1981 en Francia, completando su adiestramiento para operaciones desde el Portaaviones Clemenceau (R 98). Pero había un problema con los AM-39 Exocet, debido al embargo impuesto, los instructores franceses no se habían presentado. Los técnicos de Río Grande tenían en sus manos armas muy sofisticadas que no sabían cómo usar. Sin embargo, no se descorazonaron e hicieron lo posible por aprender sus secretos leyendo los manuales y desmontando y montando alguna unidad. Cuando finalmente los instalaron a bordo de los Super Étendard, no estaban muy seguros de que funcionaran realmente.

Mientras tanto, el Reino Unido prosiguió sus operaciones militares. Se ejecutó la segunda serie de bombardeos Black Buck sobre las islas Malvinas, buscan al submarino ARA San Luis (S-32) que creen en el área, supervisan desde lejos las operaciones de rescate de la tripulación del ARA General Belgrano (C-4) y sus aeronaves se aventuran hasta las cercanías de las costas argentinas para inspeccionar posibles objetivos pese a que la Junta ha establecido a su vez una zona de exclusión. Lejos, en el mar, al este de las Malvinas, los dos portaaviones y sus buques auxiliares actúan de retaguardia avanzada, bien protegidos de cerca por las fragatas con sus misiles de corto alcance Sea Wolf y, a unas 20 mi, por los destructores del tipo 42 (entre los que se hallaba el HMS Sheffield) con sus sofisticados radares y sus misiles de alcance intermedio Sea Dart, apoyados a su vez por la fragata HMS Yarmouth.

A las 10:35, el Neptune realizó un último ascenso a 1,2 km de altitud y ubicó un blanco grande y dos pequeños en las coordenadas 52º33'55" Sur, 57º40'55" Oeste. Retransmitió la información a Bedacarratz y retornó a su base.

A las 10:50 los Super Étendards —que iban volando sobre la cresta de las olas para no ser detectados— realizaron un pequeño ascenso a 160 m de altitud para confirmar las coordenadas suministradas por el Neptune, pero no encontraron nada. Bedacarratz decidió continuar. Cuarenta km más adelante volvieron a intentarlo y encontraron los barcos. Un blanco grande y tres pequeños. Vuelven a su bajísimo nivel de vuelo, cargan los datos en las guías de los AM-39 Exocet y los disparan a las 11:04. Tras hacerlo, dan la vuelta para retornar a Río Grande. El lanzamiento fue arriesgado, se realizó a muy baja altitud, con misiles montados sin asistencia del fabricante y demasiado cerca del blanco: a 10 km. Por estos motivos, durante el regreso Bedacarratz y Mayora dudan de que la compleja misión haya servido de algo.

Aún hoy, los sucesos siguientes son motivo de disputa. Lo único seguro es que a las 11:07 del 4 de mayo de 1982 uno de los dos misiles Exocet alcanzó en el mismo centro al destructor HMS Sheffield, uno de los buques entonces más modernos de la Royal Navy. Algunas fuentes dicen que la cabeza de guerra no estalló, y lo que se produjo fue un incendio causado por los gases de la combustión del Exocet que se extendió rápidamente. El capitán del HMS Sheffield, en cambio, asegura que el misil sí explotó, destruyendo el centro de operaciones y el de ingeniería. Sea como fuere, a los pocos segundos el moderno destructor estaba en llamas. 22 hombres murieron y otros 24 resultaron gravemente heridos, entre ellos el jefe de informática que trataba infructuosamente de poner de nuevo en marcha las computadoras.

La razón por la que el HMS Sheffield y la cercana fragata HMS Yarmouth no detectaron la presencia del Exocet hasta que un marino del primero lo vio acercarse, 4 segundos antes del impacto, permanece oculta. Una versión dice que en ese momento se estaban realizando retransmisiones satelitales que requerían tener el radar apagado. Otra, que los ordenadores lo identificaron como un proyectil amigo debido a su origen francés. Aún una más afirma que la tripulación de los buques británicos se hallaba demasiado confiada, con la alerta muy relajada. Todo ello resulta incomprensible, puesto que los británicos llevaban toda la mañana detectando las transmisiones del Neptune e incluso había ya una patrulla de Harriers en el aire para interceptarlo. Quizás el Exocet sólo hizo aquello para lo que está fabricado: acercarse subrepticiamente a un buque de alta tecnología y hundirlo sin previo aviso.

Más controvertido aún es qué le ocurrió al segundo Exocet. La versión generalizada es que falló su blanco y se perdió. Sin embargo, marinos a bordo de la HMS Yarmouth aseguran que lo vieron pasar delante de sus ojos. La poca actividad que el portaaviones HMS Hermes desplegó en la guerra a partir de ese momento ha dado lugar a especulaciones respecto a que quizás el segundo Exocet sí atinara al «blanco grande» de los radares.

Rápidamente, varios buques acudieron en ayuda del HMS Sheffield. Evacuaron a los supervivientes y lograron controlar el incendio. No obstante, el buque estaba a la deriva, ya perdido. Intentaron remolcarlo de vuelta al Reino Unido, pero finalmente se fue a pique el 10 de mayo.

Saldo de la batalla
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• Ninguna. • Destructor HMS Sheffield hundido.
Bajas humanas
• Ninguna. • 20 muertos y 24 heridos graves.

La noticia dio la vuelta al mundo. La «soldadesca tercermundista» de que hablaba la prensa londinense acababa de abatir al buque más moderno de la flota británica. Fue un severísimo golpe al prestigio británico ante las naciones, que reavivó las celebraciones patrióticas en la Argentina, donde Bedacarratz y Mayora fueron recibidos como héroes, y dio un balón de oxígeno a la Junta. El «asunto de las Malvinas» se convirtió de pronto en la «crisis de las Malvinas». El Exocet se hizo famoso entre el público de todos los países, asistentes por primera vez a una guerra aeronaval basada en el uso de misiles. Con la mayor discreción posible, el almirante Fieldhouse alejó sus unidades de la costa tanto como le fue posible. Lo cual significaba un grave problema, porque su propósito era exactamente el contrario: dominar las aguas alrededor de las islas Malvinas y reconquistarlas. Se imponía una aproximación diferente.

Guerra marítima

Ya conscientes de que se enfrentaban a un oponente muy peligroso, a partir del día 10 numerosos buques de guerra y apoyo británicos salieron del Reino Unido para reforzar a la Fuerza de Operaciones de este país y ayudar al desembarco previsto en las islas Malvinas a finales del mes. Por su parte, Argentina tuvo que mantenerse generalmente a la expectativa, sobre todo tratando de reforzar la guarnición en el archipiélago y garantizar la seguridad de las comunicaciones con el continente. El día 15 hubo que retirar del servicio los aviones de reconocimiento Neptune por su antigüedad y por falta de piezas de repuesto, lo que dejó a la nación austral sin «ojos» más allá de las Malvinas. En general, el Reino Unido se preparaba para la reconquista y Argentina esperaba a que lo intentasen. Se sugirieron varios planes de paz, pero o un bando u otro se negaban a aceptarlos por diversas razones. Quedó claro que la resolución del conflicto sería violenta.

Este periodo de preparativos, que se extendería hasta el 21 de mayo, estuvo salpicado de cautas acciones aeronavales. Tras la experiencia del HMS Sheffield, el almirante Fieldhouse no se sentía tentado a aproximar sus buques más valiosos a las Malvinas, por lo que fueron las fragatas los buques que cumplieron esa tarea, dando apoyo a los aviones que operaban en el área.

Se sucedieron varios incidentes, en los que ambas partes perdieron aviones y la Argentina, algunos barcos pequeños de transporte, carga y reconocimiento. Las unidades británicas incrementaron nítidamente su nivel de agresividad, llegando a atacar en al menos dos ocasiones las embarcaciones y aeronaves de salvamento argentinas en contra de los principios del Derecho Internacional.[cita requerida]

El día 12, aviones A-4 Skyhawk argentinos intentaron destruir con bombas al HMS Glasgow y al HMS Brilliant, que se encontraban bombardeando Puerto Argentino. El ataque resultó un fracaso, con la pérdida de 4 aviones (uno de ellos por fuego amigo). Pese a ello, el HMS Glasgow recibió el impacto de una bomba que no llegó a estallar, pero le causa suficientes daños como para obligarlo a volver al Reino Unido.[cita requerida]

El 14, una operación de comandos SAS en la isla Borbón (Peeble Island) (ataque al Aeródromo Auxiliar Calderón) apoyada por el HMS Hermes, el HMS Broadsword y el HMS Glamorgan obtiene un resonante éxito al destruir los 11 aviones FMA IA-58 Pucará allí estacionados en Puerto Calderón. Esta operación marcó el inicio de la escalada de la actividad militar británica. Los bombardeos costeros se hacen más intensos. Los argentinos comprenden que la invasión es inminente y se preparan para la defensa.

Un incidente que puso en evidencia la cooperación chilena con el Reino Unido salió a la luz el día 18. Al amanecer, se descubrieron los restos de un helicóptero británico Sea King (ZA-290) abandonado y destruido por sus ocupantes cerca de Punta Arenas, Chile. Desde el lado argentino se argumentó que este helicóptero procedía del país andino, pero en la actualidad sabemos que se trataba del compás de apertura de la Operación Mikado. La operación Mikado era una acción prácticamente suicida, a cargo del escuadrón "B" del SAS, encaminada a destruir los aviones Super Étendard y los misiles Exocet de la 2ª Escuadrilla en Río Grande. A partir de la destrucción del HMS Sheffield, ubicar y eliminar estos peligrosísimos misiles se convirtió en una prioridad tan alta para el Almirantazgo Británico que justificaba cualquier clase de sacrificio.

No obstante a las 00:15 del 18 de mayo el teniente Hutchings —asignado al HMS Hermes— despegó del HMS Invincible con su helicóptero Sea King ZA-290 y un grupo de 9 soldados de élite. Su misión era insertarlos en las proximidades de la base de Río Grande, donde estaban los Super Étendards con sus Exocets, para observar sus movimientos y preparar la llegada de dos transportes con 50 comandos que destruirían esta base esencial para la Argentina. Después serían evacuados o huirían hacia Chile, donde el gobierno de Augusto Pinochet había garantizado en secreto apoyo para ser evacuados. Ya días antes había llegado a Chile el capitán Andrew H. bajo cobertura diplomática, para realizar un reconocimiento preliminar. Sus movimientos no fueron restringidos en ningún momento. Ronald Reagan había advertido a Thatcher que una operación así en territorio continental argentino podía involucrar en la guerra a otros países del TIAR, como Perú y Venezuela, pero evidentemente el gobierno británico optó por ignorar esta consideración y las objeciones de sus propias unidades de comandos.[cita requerida]

Tal y como temían éstos, el ZA-290 fue detectado por radares argentinos y el teniente Hutchings decidió cancelar la operación y dirigirse directamente a Chile. Sin combustible, tomaría tierra en la playa de Agua Fresca, ya en territorio chileno. Fue abandonado y destruido por sus ocupantes, pero lo cierto es que éstos retornaron al Reino Unido por vuelo regular y sin ningún problema, lo que confirmaría la implicación chilena en el conflicto del lado británico (oficialmente, «se rindieron a las autoridades chilenas», pero en ningún momento se les trató como a prisioneros de guerra, sino como a combatientes aliados). El general chileno Fernando Matthei confirmó en una entrevista concedida al Centro de Investigación y documentación de la Universidad Finis Terrae en 1999 que durante toda la guerra existió una constante cooperación al más alto nivel con el Reino Unido. Poco antes, Margaret Thatcher también lo haría público para defender a Pinochet durante su detención en el Reino Unido. El helicóptero de apoyo, otro Sea King con matrícula ZA-292, retornó al HMS Invincible. La Operación Mikado fue cancelada y el Almirantazgo prosiguió con sus planes de reconquista bajo la amenaza de los Exocet.[cita requerida]

En efecto, este mismo día 18 el gobierno británico dio al almirante Woodward luz verde para un desembarco en la costa este del estrecho de San Carlos, que separa las dos islas Malvinas mayores. Una operación arriesgada que obligará a los buques a entrar en un estrecho rodeado de montes; el lugar perfecto para sufrir ataques a baja cota por parte de la aviación argentina.

El Día D: Operación Sutton

Orden de batalla
Argentina Reino Unido

  • Guarnición de San Carlos.
  • Guarnición de Darwin.
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  • Escuadrón D de comandos SAS.
  • 40º, 42º y 45º comandos de la 3ª Brigada de Comandos.
  • 2º y 3º de Paracaidistas.
Área del desembarco (topónimos ingleses).

Al anochecer del 20 de mayo, 12.000 soldados argentinos sabían que el ataque británico era inminente pues durante los dos días anteriores ya venían observando numerosas detecciones en el radar y un fuerte incremento de la actividad enemiga. Por la mañana el Secretario General de la ONU Javier Pérez de Cuéllar reconoció el fracaso de sus gestiones en favor de la paz. Una propuesta peruana fue también rechazada. Según el informe del capitán Roberto Vila, destinado en el archipiélago:

El día 20 continúan nuevas misiones, con el capitán Grünert y el teniente Calderón. A las 18:30 hay ecos de dos helicópteros que luego ve la Red de Observadores del Aire. A las 22:30 hay alarmas de inminentes ataques y desembarco helitransportado; ya este día dormitamos hasta con el FAL cargado.

Esta importante fuerza militar sufría una debilidad esencial: una parte significativa estaba compuesta por infantería de recluta obligatoria, no voluntarios profesionales, aunque una parte de la tropa si era profesional, los oficiales y suboficiales, Entre ellos, incluso, había estudiantes disidentes con el régimen que fueron enviados a modo de castigo, y cuya moral de combate era evidentemente baja. Las comunicaciones navales con el continente estaban cortadas, y las aéreas sufrían graves alteraciones en sus operaciones debido a la constante presencia de patrullas de cazas enemigos. No obstante ello, la Fuerza Aérea Argentina mantuvo al contingente en el archipiélago abastecido hasta la última noche de la guerra, pese a condiciones tan adversas.[cita requerida]

Alrededor de ellos, la práctica totalidad de la Royal Navy: más de 120 buques, 33 de ellos navíos de guerra de primera línea, con varios miles de soldados profesionales y de élite preparándose para el desembarco. Los submarinos británicos eran ya completamente dueños de todas las aguas alrededor de las Malvinas, por lo que la flota argentina permaneció en puerto. No obstante esta superioridad tecnológica y militar abrumadora, la guarnición de las Malvinas y la Fuerza Aérea Argentina se prepararon para la defensa.

Zonas de desembarco (topónimos ingleses).

Durante la noche del 20 de mayo la operación Sutton, dirigida por el contraalmirante Woodward y el comodoro Clapp, se puso en marcha. Diecinueve buques de la Marina Real (el transatlántico Canberra, los buques de asalto Fearless e Intrepid; los de desembarco Sir Percival, Sir Tristram, Sir Geraint, Sir Galahad y Sir Lancelot; los de apoyo logístico Europic Ferry, Norland, Fort Austin y Stromness; escoltados por el destructor HMS Antrim y las fragatas HMS Ardent, HMS Argonaut, HMS Brilliant, HMS Broadsword, HMS Yarmouth y HMS Antelope) se derramaron por el estrecho de San Carlos. A la 1:00 del 21 de mayo los primeros comandos británicos llegaban a tierra en la bahía de San Carlos, al extremo occidental de isla Soledad (donde se halla la capital Puerto Argentino). Sin encontrar resistencia, establecieron rápidamente tres cabezas de playa y avanzaron hacia la localidad de San Carlos, donde se producirían las primeras refriegas. La primera de estas refriegas se produjo en San Carlos donde la compañía "C" del RI 25 al mando del teniente primero Carlos Daniel Esteban que se encontraba patrullando la zona derriba dos helicópteros Gazelle y daña un helicóptero Sea King de transporte de tropas. Mientras tanto, diversas unidades aeronavales británicas realizan ataques de diversión en otros puntos del archipiélago, bombardeaban objetivos seleccionados e insertaban comandos en Puerto Darwin y en Pradera del Ganso.

La decisión de desembarcar por el estrecho de San Carlos ha sido muy controvertida, sobre todo a la luz de las consecuencias. Por un lado es cierto que los montes circundantes parecían proteger a las unidades británicas y ponerlas a cubierto de los radares enemigos. Pero por el otro lado, la aviación argentina ya había demostrado en ocasiones precedentes ser muy capaz de aprovechar esta clase de obstáculos en su propio beneficio; además, este desembarco alejaba a las unidades implicadas de la fuerza principal situada al este de isla Soledad. Un ataque directo sobre Puerto Argentino o sus alrededores no habría sido adecuado, pues allí se concentraba la mayor parte de la guarnición argentina, pero muchos historiadores no se explican porqué Woodward y Capp eligieron uno de los tres peores lugares posibles para iniciar el ataque.

Saldo de la batalla
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• Ninguna. • 2 helicópteros Gazelle derribados.
• 1 avión táctico Harrier GR.3 derribado.
Bajas humanas
• No precisadas. • Al menos 4 muertos.
Resultados estratégicos
• 3 cabezas de playa británicas
en Bahía San Carlos.
• Guarniciones de Darwin
y San Carlos inmovilizadas.

Sobre las 9, un Aermacchi MB-339 del Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina, piloteado por el Teniente de Navío Owen G. Crippa, sobrevoló el estrecho de San Carlos observando a la fuerza de desembarco británica sin ser derribado. Este aparato confirmaría que se hallaban ante el «día D» de las Malvinas, e incluso hizo algunos disparos con sus lanzacohetes Zuni (cohete)Zuni provocando daños menores en la fragata HMS Argonaut. Apenas media hora después, la Fuerza Aérea Argentina quitaba los calzos a sus aviones para responder con una serie de ataques de excepcional arrojo que rebautizarían al estrecho de San Carlos como «el callejón de las bombas».

El Día D: El callejón de las bombas o el Valle de la Muerte

Orden de batalla
Argentina Reino Unido

  • 20 aviones tácticos IAI Dagger (Grupo 6 de Caza) armados con bombas de 250 y 500 kg
  • 30 aviones tácticos A-4 Skyhawk (Grupo 5 de Caza) armados con bombas de 250 y 500 kg
  • 6 cazas Mirage III (Grupo 6 de Caza) armados con misiles Magic en función de escolta.
  • Diversas aeronaves de apoyo en retaguardia.

  • Guarnición de San Carlos.
30px
  • Antiaéreos de infantería.

Woodward y Clapp esperaban alguna clase de reacción argentina, pero para lo que no estaban preparados, según demostraron los acontecimientos, fue para las furiosas oleadas de ataques aéreos que les llovieron encima durante las siguientes cinco horas.

Tras un primer ataque sin consecuencias a cargo de dos Dagger a las 10.25 le siguieron cinco minutos después dos escuadrillas de tres Dagger cada una. Con sus cañones y bombas dañaron severamente a la fragata HMS Broadsword y dejaron fuera de servicio (con una bomba sin explotar a bordo) al destructor HMS Antrim, perdiendo un avión por un misil Sea Cat de la HMS Plymouth.

Casi simultáneamente cinco A-4B Skyhawk del Grupo 5 de Caza se lanzaron sobre la HMS Argonaut, dañándola gravemente con dos bombas de media tonelada que no explotaron. Una hora más tarde dos A-4B se internaron en el estrecho, bombardeando el numeral por error el casco varado del Río Carcarañá mientras que el líder atacaba sin consecuencias a la fragata HMS Ardent. Al mismo tiempo cuatro A-4C del Grupo 4 de Caza eran interceptados por una PAC, que derribó con sus Sidewinder a dos de ellos: ambos pilotos perdieron la vida. Se produjo entonces una tregua que finalizó abruptamente a las 14.40. Tres Dagger (un cuarto avión había sido derribado por un Sea Harrier poco antes sin que sus compañeros lo notaran) descubrieron a la HMS Ardent que navegaba rumbo al norte y la alcanzaron con dos bombas, una de las cuales explotó destruyendo el helicóptero Lynx y el lanzador de misiles Sea Cat y matando a cuatro hombres.

Cinco minutos después otros tres Dagger atacaron con fuego de cañón a la fragata HMS Brilliant, produciendo algunos heridos y daños menores: sin embargo, poco después la siguiente escuadrilla de Dagger fue aniquilada sobre la Gran Malvina por los Sea Harrier, aunque los tres pilotos pudieron eyectarse.

Finalmente, a las 15.10 tres A-4Q Skyhawk de la 3° Escuadrilla del Comando de Aviación Naval hicieron su aparición y descubrieron a la maltrecha HMS Ardent, que intentaba desesperadamente reunirse al grueso británico. De inmediato la atacaron, alcanzándola con varias bombas de caída retardada Snakeye de 227 kg. La formación argentina fue inmediatamente interceptada por una PAC, que derribó a dos aviones y averió a un tercero de tal forma que el piloto debió eyectarse sobre Puerto Argentino ante la imposibilidad de aterrizar. Sin embargo, dicho ataque había firmado la sentencia de muerte de la HMS Ardent: con 22 muertos y 37 heridos a bordo, los incendios avanzando inexorablemente y el agua de mar penetrando por un gran rumbo en la línea de flotación, sólo quedaba una decisión por tomar. La fragata HMS Yarmouth se colocó junto a la HMS Ardent y procedió a evacuar a los heridos y al resto de la tripulación. Después de arder durante horas, el barco se hundió a las dos de la madrugada del día siguiente.

Mientras tanto, los buques de desembarco dentro de la bahía de San Carlos siguieron llevando unidades a tierra. Desembarcan los Blues and Royals (Horse Guards Real y el 1 de Dragones) con los carros de combate ( FV101 Scorpions y FV107 Scimitars) y las cuatro baterías de 105 mm del 29º Comando y del 4º Regimiento. Los supervivientes de la HMS Ardent son transportados al transatlántico Canberra. El desembarco ha sido un éxito. Pero a un precio elevadísimo.

Saldo de la batalla
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• 5 aviones IAI Dagger. Fragata HMS Ardent hundida.
• 5 aviones Skyhawk. Fragata HMS Argonaut severamente dañada.
Destructor misilístico HMS Antrim y fragata HMS Brilliant dañados de consideración.
Fragata HMS Broadsword y HMS Alacrity levemente dañadas.
• 3 aviones Pucará y un helicóptero CH-47 Chinook (en acciones paralelas) • 2 aviones Sea Harrier.
Bajas humanas
• Al menos 4 pilotos muertos. • Al menos 29 muertos y numerosos heridos.


Tierra, agua, aire y fuego

En tierra, el desembarco de bahía San Carlos proseguía incontenible. Durante los días 22 y 23 las tropas inglesas aseguraron numerosos puntos tácticos esenciales y acumularon grandes cantidades de armas y suministros llegados por vía marítima. La fragata HMS Antelope sustituyó a la HMS Ardent. Numerosos buques logísticos, entre ellos el carguero MV Atlantic Conveyor pusieron proa al estrecho de San Carlos para verter más y más hombres y material. El general Julian Thompson —jefe de las fuerzas terrestres británicas— estableció oficialmente su cuartel general en San Carlos, donde ondea ya la bandera británica. Pese a las pérdidas sufridas el día 21, el desembarco ha sido un éxito.

A mediodía del 23 los británicos detectaron aviones argentinos al sur del estrecho. Reciben fuego antiaéreo de la HMS Antelope y la HMS Broadsword, ahuyentándolos. Pero los británicos desconocen que esta incursión forma parte en realidad de una doble oleada de 12 Daggers y 6 Skyhawks que no han detectado y cuyo primer escalón resultó fallido.

De pronto, tres A-4B Skyhawk reaparecen por el norte a gran velocidad y muy baja altitud. Esta vez, las fuerzas británicas reaccionan de inmediato produciendo una densa cortina de fuego antiaéreo. El avión líder es alcanzado enseguida, y su piloto el capitán Carballo logra desaparecer tras los montes para volver al continente. Sin embargo, los dos aparatos restantes prosiguen el ataque mientras los misiles y las trazadoras los envuelven. Se encaran directamente hacia la recién llegada HMS Antelope. El alférez Hugo Gómez lanza su bomba Mk.17 de 500 kg que alcanza a la fragata, sin explotar, y consigue escabullirse. El primer teniente Luciano Guadagnini lanza a su vez y es inmediatamente alcanzado bajo el ala derecha: el avión de Guadagnini se desintegra contra el mástil de la HMS Antelope y un instante después su bomba alcanza al barco sin explotar.

La HMS Antelope ha quedado fuera de combate. Con dos bombas sin explotar a bordo y un incendio controlado, los británicos deciden evacuar la fragata excepto por el personal esencial para desactivaciones y control de daños. En la noche del 23 al 24, y mientras el personal de desactivación intentaba desactivar una de las bombas, ésta estalla y el incendio consiguiente alcanza un pañol de Sea Cat: la HMS Antelope se ve conmovida por una explosión que la parte en dos: se hundirá en la mañana del 24.

El avión de despegue y aterrizaje vertical o corto (VSTOL) Sea Harrier, protagonista británico de las batallas aéreas en los cielos malvinenses.

La aviación argentina golpea una y otra vez a las fuerzas navales de desembarco, pese a que los británicos les están esperando y pierden cada vez más aviones. No obstante, son alcanzados los buques de desembarco Sir Galahad y Sir Lancelot. Los ataques del día 24 se cobran tres Dagger y un Skyhawk, todos ellos abatidos por Sea Harriers sin sufrir ninguna pérdida propia.

El día 25 es la fiesta nacional argentina. En ambos bandos se sabe que habrá acción y están en alerta máxima. En efecto, desde primera hora de la mañana comienzan los raids argentinos bajo fuerte presión aérea y antiaérea enemiga. A las 8:37, el primer Skyhawk cae en la trampa misilística del destructor HMS Coventry, de la misma clase del malhadado HMS Sheffield. En torno al mediodía se produce otro ataque sobre las fuerzas de desembarco en el estrecho de San Carlos: un Skyhawk es derribado por un misil Rapier disparado desde tierra y otro cae a manos del HMS Coventry. Es la segunda victoria del día para este moderno destructor, pero son justamente dichos éxitos los que sellan su destino: la Fuerza Aérea Argentina se decide a eliminar a la "trampa 42/22".

Un ataque de cuatro Skyhawks cae a las 15:20 sobre el destructor HMS Coventry y la fragata HMS Broadsword, ésta fue severamente dañada en popa y su helicóptero Lynx resulta destruido, pero sobrevive. El HMS Coventry, en cambio, recibe el impacto directo de tres bombas que matan a 19 hombres. Ningún avión atacante resulta abatido. El destructor está perdido, ha de evacuarse de inmediato. En media hora, da la voltereta y se hunde.

El Almirantazgo Británico había considerado lo del HMS Sheffield un error táctico puntual, pero ahora ya eran cuatro los buques de guerra británicos de primera línea en el fondo de los mares malvinenses, mientras otra decena estaban dañados. Deciden entonces acelerar las operaciones terrestres.

A las 16:30 una o dos potentes explosiones sacuden el portacontenedores MV Atlantic Conveyor al norte de Isla Soledad, muy cerca del portaaviones HMS Hermes. Se produce un incendio que nadie logra controlar. Son los Super Étendard del 2º Escuadrón Aeronaval. Sin ser detectados y desde una distancia de 50 km los argentinos han lanzado dos Exocets contra los lejanos blancos que aparecían en sus radares. El Atlantic Conveyor ha de ser evacuado y arde con diez helicópteros y su material a bordo. Los británicos han perdido dos grandes buques en un solo día, y otros seis han sido dañados de distinta consideración. En cambio, la aviación argentina sólo ha perdido tres aviones. En el Reino Unido todas las miradas se dirigen hacia Margaret Thatcher: la guerra de las Malvinas parecía estar transformándose en una derrota para la superpotencia y su Gobierno.[cita requerida]

Balance de los combates aeronavales de los días 24 y 25.
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• 7 aviones Skyhawk. Destructor misilístico HMS Coventry hundido.
• 5 aviones Dagger. Fragata HMS Antelope hundida.
• Buque portacontenedores MV Atlantic Conveyor destruido. Diez helicópteros destruidos.
Fragata HMS Broadsword gravemente dañada. Helicóptero destruido.
• Buques de desembarco Sir Lancelot y Sir Galahad averiados.
Bajas humanas
• Al menos 10 pilotos muertos. • Al menos 62 muertos y numerosos heridos.

La Pradera del Ganso

Artículo principal: Batalla de Pradera del Ganso

Pese a las severas pérdidas sufridas, Woodward conocía sobradamente un principio básico de la guerra naval: sin importar lo espectaculares que sean los golpes propinados o recibidos, en el mar gana quien permanece. La Marina Argentina se hallaba en puerto desde el hundimiento del ARA General Belgrano mientras que la Royal Navy, maltrecha o no, permanecía en el mar. Lo que hizo, una vez completado el desembarco, fue retroceder sus posiciones tanto como pudo sin denegarle apoyo a las unidades presentes en la isla Soledad. Importantes fuerzas de reserva, como los miles de hombres a bordo del Queen Elizabeth II, fueron derivados a las islas Georgias del Sur. Sus suministros y refuerzos, en vez de viajar directamente a las Malvinas, describían un semicírculo que los situaba fuera del alcance de la aviación argentina.

El general Thompson, responsable de las fuerzas terrestres, también tenía sus propios motivos para no perder la moral. En último término las guerras las ganan quienes conquistan la tierra y, desde su punto de vista, el desembarco había resultado un éxito total sólo oscurecido por la destrucción de los equipos a bordo del Atlantic Conveyor y el Sir Lancelot. En general, todos sus hombres habían llegado a tierra junto con la mayor parte del material, estaban bien establecidos y protegidos contra ataques aéreos tanto por sus propios sistemas antiaéreos como por las patrullas de Harriers y sus líneas logísticas, aunque amenazadas, seguían abiertas. Frente a él, 12.000 hombres del Ejército y la Marina argentinos. Pero 12.000 hombres esencialmente aislados excepto por el par de contenedores que los transportes Hércules acertaban a transportar cada noche desde el continente.

El brigadier Thompson decidió que era imprescindible cerrar la bolsa en que yacía el enemigo lo antes posible, confinándolo a los alrededores de Puerto Argentino, atrapándolo entre sus propias fuerzas y el mar dominado por la Royal Navy. Y al mismo tiempo, establecer rápidamente una cabeza de playa desde el interior en la costa este de isla Soledad, de tal modo que su línea logística no tuviera que penetrar en las peligrosas aguas del estrecho de San Carlos. De esa forma, los suministros y refuerzos podrían llegarle directamente desde el océano.

Orden de batalla
Argentina Reino Unido

  • 7 Pucaras y 2 Aeromacchis incursionan sobre el istmo.
Ensign of the Royal Air Force.svg
  • Helicópteros Scout de reconocimiento y apoyo aéreo de 3 Harriers al anochecer del 28.
Comandante: Teniente Coronel Italo Piaggi
  • 12º Regimiento de Infantería.
  • 1 compañía del Regimiento de Infantería 25 (tipo Ranger).
  • 1 sección del Regimiento de Infantería 8 (3º sección compañía C).
  • 11 ametralladoras MAG de 7,62 mm
  • 1 batería artillera de 105 mm.
  • Defensa antiaérea AAA pesada (2 K-63 de 35 mm y 6 RH-202 de 20mm).

Total: más de 700 hombres

30px Comandantes: Teniente Coronel Herbert Jones —muerto en combate— y Mayor Chris Keeble
  • 4 compañías del 2 PARA.
  • 64 ametralladoras GPMG de 7,62mm
  • 3 piezas de artillería del 29º Comando con casi mil proyectiles de calibre 105mm y una unidad Milan antitanque.
  • 2 unidades Blowpipe.

Total: más de 3000 hombres

Mitad norte de Isla Soledad (topónimos ingleses). Obsérvese que la conquista del corredor entre Darwin y Goose Green parte Isla Soledad en dos mitades y libera paso desde el punto de desembarco en San Carlos hacia el océano, al este.

El primer punto de ataque resultaba, pues, evidente; y ya durante las primeras inserciones lo tuvieron en cuenta. El lugar sería Goose Green (Pradera del Ganso). Si las fuerzas del Batallón de Paracaidistas 2 (2 PARA), comandado por H. Jones insertadas en Darwin lograban tomar esta posición (y de paso, su aeródromo) las fuerzas argentinas quedarían rodeadas en la mitad norte de la isla Soledad, al otro lado de las montañas, y él tendría acceso a un corredor costero hacia el océano. La primera batalla terrestre de la Guerra de las Malvinas sólo podía ocurrir en la Pradera del Ganso.

Poco después de la medianoche del 28 de mayo de 1982 el 2 PARA partió del lado occidental del extremo norte del istmo que divide la isla Soledad en dos. Las compañías B y D penetraron en el istmo, mientras que la A se situó al este. La compañía A iniciaría el ataque desde allí, tomando Burntside House sin hallar presencia argentina. A las 03:30, las compañías B y D se dirigieron a la posición Colina Boca (Boca Hill). De pronto, recibieron densas ráfagas de fuego enemigo. La Batalla de Pradera del Ganso había comenzado.

Esquema del avance del 2 Para en la batalla de Goose Green.

Mientras tanto, la compañía A del mayor Dair Farrar-Hockley siguió su camino hacia el sur para encontrarse con una sección del Regimiento de Infantería 25 en la colina Darwin. En la lucha subsiguiente, los argentinos detuvieron el avance de la compañía A pese a sufrir severas pérdidas que incluyeron a su comandante, el teniente Roberto Néstor Estévez, aunque combatió con un valor temerario que lo hizo famoso entre los soldados. El ataque británico había sido detenido.

El teniente coronel H. Jones, al mando de la operación, no deseaba verse envuelto en una batalla estática con fuerzas netamente inferiores en número, y además sus órdenes eran tomar Goose Green con la mayor rapidez posible. Hizo acto de presencia en la compañía A y dirigió personalmente una carga contra la colina Darwin. A las 10:30 aproximadamente, caería mortalmente herido en el siguiente episodio. En circunstancias que el teniente coronel H. Jones y dos de sus hombres intentan tomar por asalto una trinchera con soldados del RI 12, son observados desde un "foxhole" (pozo de tirador) por los AOR (Aspirantes a Oficiales de Reserva - Soldados Conscriptos) Guillermo Huircapan y Jorge Ledesma quienes con fuego de ametralladora y fusil desbaratan esta avanzada del Jefe del Segundo Batallón de Paracaidistas cayendo éste mortalmente herido.

Esto se desprende de las investigaciones hechas por los propios argentinos y los testimonios de sus protagonistas, corroboradas además por el lugar exacto donde cae el teniente coronel Jones, en la colina de Darwin, donde hay erigido un monolito en su memoria. La ubicación del monolito no coincide en absoluto con la posición donde combatió el Subteniente Juan José Gómez Centurión, lo que echa por tierra la versión militar argentina que afirmaba que a Jones lo mata Gómez Centurión luego de un parlamento.

Esta versión militar argentina queda desvirtuada a 24 años de concluida la Guerra luego de las irrebatibles conclusiones a que llegan los propios argentinos a través de las obras "Partes de Guerra" de los Licenciados Speranza y Cittadini y "Pradera del Ganso - Una Batalla de la Guerra de Malvinas" del investigador-escritor Oscar Teves de lo cual se concluye que al más alto Oficial inglés caído en la Guerra de Malvinas lo abaten 2 Soldados Conscriptos en el cerro Darwin. En cuanto al otro episodio, se llegó a la conclusión, a través del cruce de partes bélicos argentinos y británicos, de que el oficial muerto por Gómez Centurión fue en realidad el teniente Jim Barry, especialista en comunicaciones agregado al batallón de paracaidistas.

Ahora había dos combates en las alturas de Darwin: una alrededor de la bahía Darwin, y otra de igual ferocidad frente a Boca House, defendida por el subteniente Guillermo Aliaga al mando de la 3ra Sección de Tiradores del Regimiento 8. La defensa es tenaz, pese al masivo asalto con morteros, ametralladoras y proyectiles antitanque. En la colina Darwin el pelotón del Regimiento 12 al mando del Subteniente Ernesto Peluffo y los AOR del ya caído teniente Roberto Estévez, defendían tenazmente sus trincheras. Los argentinos habían lanzado tres contraataques[10] desde el inicio de la batalla, pero estaban casi desechos. Inclusive tras ser herido con un balazo, el Peluffo continua luchando hasta que la situación obliga a la retirada. Aquí «los defensores argentinos lucharon encarnizadamente», según los autores Max Hastings y Simon Jenkins.[11]

Con el apoyo de mil bombas de morteros, que destruyó numerosas posiciones argentinas, la compañías A y B del 2 PARA tomaron finalmente las colinas Darwin y Boca. Pero la batalla continuo ferozmente. Muy útiles fueron las piezas K-63 para el tiro terrestre. En un último intento por salvar la posición, Gómez Centurión y sus soldados se lanzaron a la carga en la base aérea militar, emboscando a varios soldados británicos en el incidente bandera blanca. Poco antes del anochecer —a las 5 de la tarde, tan avanzado está el invierno— y aprovechando un instante de buen tiempo se produjo un ataque aéreo argentino y otro británico, que apenas logran causar daños en tierra. Sin embargo un Pucará y un Aeromacchi argentino caen abatidos.

Saldo de la batalla de Goose Green
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• Aprox. 50 muertos. • 15 Paras (+2 otros) muertos.
• Aprox. 120 heridos. • 64 heridos (fuente)
• 1.083 prisioneros.
• Abundante material.
• 3 Pucará. • 1 Sea Harrier (4 de mayo) 1 Harrier GR.3 (27 de mayo)
• 1 Aermacchi MB.339. • 1 helicóptero Scout.
Resultados estratégicos
• Goose Green capturado por los británicos.

Durante el anochecer, Keeble ofrece a Ítalo Ángel Piaggi que se rinda en términos honorables. Ante la extrema violencia de los combates y la elevada pérdida de vidas, Piaggi accede. Pradera del Ganso cayó en manos británicas después de 14 h de combate. Cuando amaneció yacían 15 paracaidistas, 1 ingeniero real y 1 piloto británico muertos, más 66 heridos de mayor o menor gravedad.(fuente) Alrededor de 50 argentinos murieron, otro centernar fue herido y más de mil argentinos fueron hechos prisioneros.

Serán repatriados vía Montevideo. La posición estratégica británica en la isla Soledad está consolidada, y sus enemigos embolsados. A partir de ahora, ya es sólo una cuestión de tiempo que la guarnición argentina en las Malvinas colapse sin que se diera ninguna maniobra de envergadura de la Brigada de Infantería Aerotransportada IV (Paracaidistas) en Comodoro Rivadavia, sin un contraataque importante.

En San Carlos, el general Thompson estaba contento. Pero tenía otro problema. Los helicópteros con que contaba para una rápida acción aeroterrestre contra Puerto Argentino no eran más que hierrajos a bordo del calcinado Atlantic Conveyor. Las tropas británicas tendrán que avanzar a pie, a través de las montañas heladas.

Golpes de mano

El día 30 se produjo la operación más importante de la Fuerza Aérea Argentina cuyo saldo, pese a los éxitos de los días precedentes, es confuso. Sabían que el almirante Woodward había retirado sus buques tan hacia el este como le fue posible sin dejar desprotegidas a sus fuerzas en las Malvinas, y también sabían que con 3.800 británicos ya desembarcados y sus fuerzas embolsadas sólo una serie de golpes devastadores podían evitar la derrota. En particular, era de esencial importancia detener las patrullas de Harriers, que venían demostrando ser abiertamente superiores en combate aéreo a cualquier cosa que la fuerza aérea y aeronaval argentina pudiera oponerles. Por arriesgado que fuera, había que atacar a los portaaviones. Al mismísimo corazón de la flota británica. Durante los días anteriores se había establecido firmemente la posición del HMS Invincible en 51°38'S 53°38'O. Sería, pues, el HMS Invincible.

El portaaviones británico HMS Invincible visto desde el USS George Washington en 1998.

En la mañana del día 30 despegaron de Río Grande cuatro Skyhawks con bombas de 250 kg retardadas por paracaídas —para evitar los fallos de detonación que impidieron la destrucción de grandes objetivos los días anteriores— y dos Super Étendards, uno de los cuales transportaba el último Exocet AM.39 aire-superficie de la Argentina.

Tras reabastecerse en vuelo, atacaron desde el sur. El primero en disparar fue un Super Étendard, lanzando su Exocet contra un blanco de gran tamaño nítidamente detectado en su radar. Cumplida su misión, los Super Étendards se dieron la vuelta para retornar a la base. Sin más Exocets disponibles, su papel en la guerra había finalizado.

Los Skyhawks, en cambio, utilizaron la estela del Exocet para guiarse hacia el blanco. De pronto, observaron «una gran columna de humo negro en el horizonte». El Exocet, una vez más, había alcanzado a algo. Pero al mismo tiempo había puesto en alerta al portaaviones y su escolta, la fragata HMS Avenger. Cuando los pilotos argentinos llegaron, se encontraron con densas capas de humos negros y neblinas blancas generadas por los dos buques para ocultarse, por lo que no pudieron evaluar qué clase de daños había ocasionado el Exocet (según la versión británica fue detectado aproximándose y destruido con un disparo DP de 114 mm, pero parece bastante improbable que un disparo de 114 mm intercepte a un ágil misil antibuque). También se encontraron con algo más: una densa barrera de fuego antiaéreo. Cuando ya tenían claramente al HMS Invincible en las miras, un misil Sea Dart derribó al avión líder y el fuego antiaéreo al del 1er teniente Omar J. Castillo, tan cerca que uno de sus motores cayó sobre el ascensor de aeronaves del portaaviones produciendo un pequeño incendio. Ambos pilotos resultaron muertos.

Pero los otros dos lograron lanzar sus bombas y escapar del área a gran velocidad, perseguidos por misiles y balas. Echaron un último vistazo a su blanco desde lejos, y aseguran haberlo visto envuelto en «un humo denso y negro». Sin embargo, la versión británica de la historia tampoco está de acuerdo. Asegura que los pilotos argentinos, entre tantas neblinas, confundieron al HMS Invincible con la HMS Avenger y sus bombas fueron a parar al mar.

Lo que si se sabe es que ese portaaviones se retiro de la zona inmediata de las Malvinas el 18 de junio acompañado por la fragata HMS Andromeda y dejó de operar en pleno estado de guerra durante dos semanas. Cuando ancló en Puerto Argentino el 2 de julio lucía una magnífica capa de pintura lograda a pesar de la mala temporada en alta mar.[12]

Durante las operaciones preliminares de reconocimiento para el avance hacia Puerto Argentino, 19 hombres de la Brigada de Comandos 3 al mando del capitán Rod Boswell apoyado por un helicóptero Sea King entraron en contacto con la 1ra Sección de Asalto a cargo del capitán José Vercesi de la Compañía de Comandos 602 establecida en el llamado Caserón de Top Malo al pie del monte Simón. Durante el combate murieron el teniente Ernesto Espinosa y el sargento primero Mateo Sbert, ambos reciben por esta acción la Cruz al Heroico Valor en Combate.

El primer soldado británico herido en combate fue uno al que le destrozó la bazuca el teniente Espinosa (que era tirador especial) con un fusil Magnum 300 con mira telescópica nocturna. Pero después el teniente recibió un impacto de lanzacohete descartable y estalló, por los explosivos y las granadas que llevaba en su equipo. La casa se incendió y los comandos argentinos salieron combatiendo. El teniente primero Horacio Losito salió herido de la casa, tenía incrustada una esquirla en la cabeza y buscó cubrirse, pero antes recibió otro disparo en el muslo. Los comandos argentinos estaban equipados con munición perforante. Losito tomó cubierta en una zanja, donde por la pérdida de sangre comenzó a sentir que sus fuerzas se estaban acabando. Vio cómo dos soldados británicos se acercaron a él disparando sus pistolas ametralladoras. Apuntó a uno y le colocó un tiro. Cuando quiso apuntarle al otro, perdió fuerzas, se le nubló la vista y no pudo disparar su fusil FAL. Todo eso sucedió en cuarenta minutos. Acto seguido fue tomado prisionero y atendido de sus heridas por los soldados británicos. Dos argentinos resultaron muertos, seis heridos y los últimos cinco cayeron prisioneros.

Entre el 29 y 31 de mayo se producen violentos combates sobre las laderas del monte Kent. Los jefes de la Compañía de Comandos 601 y la 602 planeaban una operación para ocupar colinas más o menos sobre la línea del monte Kent. Los mayores Mario Castagneto y Aldo Rico iban a llevar a las dos compañías de comandos a «enterrarlas» para después tomar a los helicópteros británicos por sorpresa. Sacaron cinco patrullas el 29 de mayo, al otro día iba a sumarse el Escuadrón de Fuerzas Especiales 601 de la Gendarmería Nacional a las órdenes del mayor José Spadaro. Pero al día siguiente los helicópteros ya no podían salir por las alertas aéreas. Sólo lo hizo un Puma, con 17 comandos a las órdenes del capitán Jorge San Emeterio de la Gendarmería, pero fue alcanzado por fuego terrestre (posiblemente propio) y murieron 6 gendarmes.

El capitán Tomás Fernández envió una partida a explorar el camino hacia la cima del monte llamado Bluff Cove Peak, pero en la primera loma al subir la abrupta ladera cayeron en una emboscada. Allí cayeron alcanzados las boinas verdes Rubén Eduardo Márquez y Oscar Humberto Blas. El golpe devastador era obra de los comandos británicos (SAS) del mayor Cedric Delves. Ambos comandos son abatidos por el fuego automático del enemigo, pero permiten al resto de la patrulla de la 602 replegarse. Por su conducta ambos recibieron la Medalla al Valor en Combate.

El combate se produjo con el grupo de plana mayor del mayor Cedric Delves en la cual dos británicos fueron alcanzados por granadas de mano, según el historiador estadounidense Martin Arostegui.[13]

La 3ra Sección de Asalto a las órdenes del capitán Andrés Ferrero fueron dejados por un helicóptero Bell UH-1H a 500 metros del monte Kent. Los comandos de la 602 iban separados por 50 metros, portando dos ametralladoras, misiles Blowpipe y granadas de fusil. El teniente primero Francisco Maqueda iba adelante para que su experiencia de montañista sirviera a la patrulla. En determinado momento el capitán Ferrero, junto con el sargento Arturo Oviedo, se adelantó para comunicar algo a teniente primero Maqueda: en ese preciso instante un huracán de fuego cruzado se abatió sobre los comandos que caminaban atrás. El capitán Ferrero con Maqueda y Oviedo los vieron caer y los dieron por muertos. Sin embargo, un intercambio de munición trazante en la ladera del monte les hizo saber que no todos sus hombres habían sucumbido.

Después de la emboscada en las laderas del monte Kent, los capitanes Fernández y Ferrero y los sobrevivientes de las patrullas de la 602 cambiaron disparos con el enemigo apostado en las alturas y se replegaron hacia al fondo del valle y encontraron cuevas donde ocultarse. Permanecieron allí aislados durante tres días, observando a los helicópteros británicos que se desplazaban desde San Carlos hasta monte Kent. La experiencia de los comandos ha sido relatada en el libro Comandos en Acción: El Ejército en Malvinas (autor: Isidoro Jorge Ruiz-Moreno)

Se combatió duramente en las laderes de los montes Kent y Simon y se comprobaron ocho heridos en las patrullas de fuerzas especiales británicas, mientras que causan a los comandos argentinos de la 602 y Gendarmería Nacional ocho muertos y nueve heridos (la mayoría comandos de la patrulla del capitán San Emeterio). Pero antes de que cayeran los montes Kent y Bluff Cove, hombres de la Compañía C del Regimiento 4 derribaron a un Harrier el 30 de mayo con una ametralladora MAG (habría sido la 3ra Sección de Tiradores a órdenes del subteniente Marcelo Llambias Pravaz).

Mientras tanto, el comandante en jefe del Ejército Venezolano teniente general Vicente Luis Narvaez desde Caracas informó que no descartaba la posibilidad de enviar batallones venezolanos de paracaidistas para asistir a los argentinos en Malvinas.[14]

El 1 de junio de 5000 hombres de la Brigada de Infantería 5º, de los gurkhas y de la Guardia Galesa y Escocesa desembarcan en San Carlos, donde se sospecha que ya opera una pista para Harriers. Ahora las fuerzas terrestres están casi igualadas en número. Un misil Euromissile Roland de fabricación francesa, abate desde Puerto Argentino un Sea Harrier FRS.1.

Hay avanzadillas británicas a 20 km de Puerto Argentino y el Batallón 42 de Comandos ha tomado los montes Kent y Challenger, donde se empiezan a acumular sus fuerzas en medio de un tiempo espantoso. Los buques, la artillería y los aviones británicos bombardean casi constantemente la línea argentina tendida sobre los cerros Longdon-Dos Hermanas-Harriet.

El 3 de junio un ataque de los Black Buck destruye un director de fuego Skyguard. Esa noche una nueva misión de exploración a cargo de una patrulla al mando del teniente primero Jorge Vizoso Posse de la 602 detecta escasa presencia enemiga en monte Challenger lo cual ofrece un flanco favorable para atacar la artillería enemiga, aunque la ocasión es desaprovechada por los responsables de la defensa. Durante la noche del 4 a 5 de junio el radar Rasit del Regimiento 7 en monte Longdon detecta el movimiento de un grupo tiradores especiales (a órdenes del cabo Jerry Phillips) de la Compañía D del 3 PARA, abriéndose el fuego hacia ese personal con morteros y artillería. Dichos paracaidistas se repliegan como consecuencia del fuego recibido sin cumplir la misión asignada.

Ese mismo día el teniente general Efrain Ríos Montt, comandante en jefe del Ejército de Guatemala procedió a alistar rápidamente a 350 paracaidistas y sus equipos especiales con orden de partir a las Malvinas, según el General de División guatemalteco Horacio Egberto Schaad[15]

El 5 de junio la 3ra Sección de la Compañía de Comandos 602 a cargo del capitán Andrés Ferrero al cual acompaña el mayor Aldo Rico logra desalojar del monte Wall al pelotón a cargo del teniente Tony Hornby del Batallón de Comandos 42, con el apoyo coordinado de fuego del Grupo de Artillería 3 aunque deben abandonar la posición pocas horas más tarde para no quedar atrapados en el dispositivo enemigo.

El 6 de junio la 2da Sección de Asalto de la Compañía de Comandos 601 liderada por el capitán Rubén Eduardo Figueroa se propone tender una emboscada en el puente sobre el río Murell a elementos avanzados del 3 PARA, sorprendidos desde una elevación rocosa por dos recientemente llegadas patrullas al mando de los cabos Paul Haddon y Peter Brown del Peloton de Reconocimiento de la Compañía D del batallón de paracaidistas británico y luego de un eficaz intercambio de disparos sufren un herido pero logran poner en fuga a tres patrullas (aproximadamente 30 paracaidistas británicos) capturando una intacta radio PRC-351 encendida, claves y una bandera Union Jack.[16]

En las páginas principales de diario La Nación de Buenos Aires, un artículo conmovía: La Task Force sin un portaaviones obligado retirarse de las aguas de Malvinas debido a algunos daños causados por la aviación argentina, según fuentes diplomáticas. Según los autores de Falklands:-The Air War (página 238) el portaaviones HMS Invincible en verdad había sido retirado temporalmente en las últimas 24 horas por un fallo en el motor Pegasus.

Mientras tanto el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas aprobó la resolución 505, que designa mediador a Pérez de Cuéllar. El día 5, EE.UU. y el Reino Unido vetan un nuevo proyecto de alto el fuego.

Para el general Moore, ahora comandante de las fuerzas terrestres británicas, la «crisis de las Malvinas» está prácticamente resuelta. El cerco sobre Puerto Argentino ya se halla casi cerrado. Tan sólo deben aguantar las incursiones de los comandos argentinos y los ataques nocturnos de los bombarderos Canberra para desembarcar unas unidades de la Guardia Galesa y Escocesa en Fitzroy y bahía Agradable, directamente al sur de la capital malvinense. Junto con ellos llegan numerosas piezas de mortero y antiaéreos Rapier.

La Brigada 5 británica había recibido la misión de abrir un nuevo frente al sudoeste de Puerto Argentino, y el 2 de junio el único helicóptero Chinook que había sobrevivido al hundimiento del Atlantic Conveyor depositó en dos vuelos 156 soldados del Batallón 2 de Paracaidistas en Fitzroy. Este contingente fue reforzado en la noche del 5 de junio por Guardias Escoceses transportados por los cuatro LCU del Intrepid: la travesía no careció de imprevistos, y sólo a último momento se evitó que el destructor HMS Cardiff atacara por error al pequeño convoy (el ansioso capitán del HMS Cardiff había derribado una hora antes con un Sea Dart un helicóptero desconocido, que finalmente resultó ser un Gazelle propio: los cuatro tripulantes murieron). A la noche siguiente el procedimiento fue repetido por el HMS Fearless con los Guardias Galeses a bordo, pero la imposibilidad de desembarcarlos a todos motivó el regreso del buque a San Carlos para evitar ser sorprendido por las luces del día fuera del fondeadero: a fin de no volver a arriesgar las preciosas naves de desembarco se decidió entonces que el Sir Galahad transportaría a los trescientos soldados restantes a Fitzroy, acompañado por el Sir Tristram cargado de munición y abastecimientos.

La actividad de la aviación argentina durante las dos semanas anteriores había sido relativamente débil y con la excepción de los bombarderos Canberra, cuando a las siete de la mañana del 8 de junio el Sir Galahad ancló en Fitzroy, nadie previó la tragedia que pronto se desencadenaría. Los Guardias Galeses, que debían reunirse con las dos compañías restantes en bahía Agradable, se negaron a realizar la marcha a pie e insistieron en permanecer en el buque hasta que éste los depositara en su destino final: con esta decisión sellaron su suerte.

Sucedió entonces lo inevitable. A las 13:50 cinco A-4B Skyhawk liderados por el teniente primero Carlos Cachon se abalanzaron sobre las naves británicas, alcanzando al Sir Galahad con tres bombas y al Sir Tristram con dos: 51 hombres murieron y alrededor de 150 resultaron heridos, muchos de ellos con espantosas quemaduras. Este ataque coincidió con el de cinco Dagger contra la fragata HMS Plymouth en la boca norte del estrecho de San Carlos: si bien el objetivo de la formación era Fitzroy, en una decisión comprensible pero cuestionable los pilotos atacaron al buque de guerra, alcanzándolo con cuatro bombas que no explotaron y provocando un grave incendio. Una segunda oleada de Skyhawks perdió tres aviones al ser interceptada por una patrulla de Sea Harrier, aunque pudo hundir antes a la lancha de desembarco Foxtrot 4 (los seis tripulantes murieron) cuando ésta intentaba alcanzar San Carlos. En el frente de los Regimiento 4 y 7, el enemigo intenta infiltrar efectivos de combate durante la noche, los cuales son rechazados por el fuego.

Dos días más tarde la Compañía Comandos 602 reagrupando todos sus efectivos disponibles al mando del mayor Aldo Rico se moviliza por tierra hasta las cercanías del río Murrell colocándose a 700 m del cerro Dos Hermanas junto al Escuadrón de Fuerzas Especiales 601 de la Gendarmería Nacional utilizando nuevamente el apoyo de fuego coordinado de una de las baterías del Grupo de Artillería 3 en Puerto Argentino. Tenían como misión capturar el máximo posible de comandos británicos. La acción resulta en un áspero combate con 50 hombres a cargo del teniente David Stewart del Batallón de Comandos 45. Un grupo de tres o cuatro comandos británicos disparaban sus armas en dirección a la ametralladora MAG manejada por el sargento Mario Antonio Cisneros.[17] y servida por el teniente primero Jorge Manuel Vizoso Posse muy cerca del río Murrell. Un cohete LAW explotó contra el cuerpo de Cisneros, matándolo en el acto y a su lado Vizoso Posse (ambos 602) fue herido en la cabeza. Posse abrió el fuego dificultosamente contra ellos y comenzó a replegarse hacia el puesto de socorro donde se hallaba la sección reserva a órdenes del capitán Eduardo Villarruel. Los cabos Colville, Knott, Tanner y Wilkie, el sargento Jolly y el resto de los Royal Marines habían comenzado su contraemboscada protegidos por una impresionante cortina de humo que los proporcionaban los morteros de los infantes de marina Greer y Cluman. Mientras tanto el teniente primero Horacio Fernando Lauria disparaba arrodillado granadas de fusil próximo al mayor Rico y a 150 metros de distancia eran apoyados por unos doce hombres del Regimiento 4 con el cual el subteniente Llambias Pravaz se había adelantado. No obstante, el terrible tiroteo proseguía. El sargento Ramón Acosta cayó muerto y a su lado el sargento Pablo Parada (ambos de Gendarmería Nacional) fue herido. A las 02:30 horas del 10 de junio los shockeados comandos británicos rompieron el cerco argentino y abandonando un montón de equipo lograron huir. Vizoso Posse quien fue condecorado con la Cruz “La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate” aseguró que había sido víctima de un intento de fusilamiento en el combate.[18]

Varios cuerpos fueron encontrados por la patrulla del subteniente Llambias Pravaz que salió a la búsqueda del equipo abandonado por el enemigo ya puesto el sol el día 10 de junio. La patrulla encontró “un montón de equipo” con varias mochilas, cascos, boinas, aproximadamente 20 M72 LAW británicos, así como 250 cartuchos utilizados calibre 7,62 y 5,56 mm.[19] Pocos meses después,el periodista Robert Fox reportó haber haber hablado con dos heridos británicos de la acción.[20]

Durante la noche del 10 de junio, las posiciones de los Grupo de Artillería 3 y 4 y de la Batería de Artillería del Batallón de Infantería de Marina 5, fueron sometidas a un intenso fuego naval que ocasionó numerosas bajas. En esta acción, mueren los soldados conscriptos Jorge Eduardo Romero y Eduardo Antonio Vallejos del Grupo de Artillería Aerotransportado 4.

El 11 de junio llega el Papa Juan Pablo II a Buenos Aires para «orar por la paz». Es recibido por manifestaciones multitudinarias y enfervorizadas. Paralelamente, la diplomacia vaticana está también intentando llegar a un alto el fuego negociado. El sistema de alianzas de Occidente está resultando demasiado dañado por el conflicto.

El colapso

Imagen de satélite de las islas Malvinas (verano austral de 1999).

El 11 de junio al anochecer, las fuerzas británicas inician el asalto final sobre Puerto Argentino y sus alrededores. La Armada de los defensores permanece anclada en puerto, y su aviación apenas da ya más de sí: han perdido decenas de aviones y pilotos, el material está muy deteriorado por las constantes operaciones y los alcances, no quedan misiles Exocets AM-39 aire-superficie; apenas se mantiene el eficaz puente aéreo con el continente a través de los Hércules C-130 y Fokker navales[21] que también cruzaron, protegidos por la noche. El bombardeo de sus posiciones desde el mar, el aire y la tierra es continuo. En la caída del invierno, en los montes a las afueras de Puerto Argentino, los hombres de la Regimientos de Infantería 4 y 7 luchan por mantener la línea mientras tratan de no congelarse y de pasar hambre, habiendo llegado sin ropa de invierno y con pocos suministros y municiones. Sobre el aprovisionamiento de aquellos días, Julio Lago (soldado ranchero del Regimiento 7 "Coronel Conde") muestra su particular vision.

De entrada hacíamos tres comidas por día, después se hicieron dos y al final, una. Te levantabas a las cuatro de la mañana y preparabas un mate cocido; después ya entrabas con la comida que se repartía a mediodía, otra más que se repartía tipo cuatro, cinco de la tarde, y a preparar todo para el otro día. Y así era continuamente. El problema era que amanecía a las diez de la mañana o a las nueve, y oscurecía a las tres y media. Con el toque de queda no se podía circular de noche, o sea, no había tiempo para andar repartiendo la comida.[22]

El soldado conscripto Darío Agretti recordó que durante los últimos diez días de la guerra las Raciones C (un tipo de ración especial, muy completa) no faltaron en el Regimiento 4.

Allí en Monte Wall teníamos alimento caliente, eran posiciones excelentemente construidas y estábamos absolutamente listos para cuando las tropas británicas atacaron. Pero alrededor del 27 de mayo nos dijeron repentinamente que debíamos abandonar la Wall Mountain y que tendríamos que defender Dos Hermanas en otro lugar. Nadie explicó porqué, nos ordenaron movernos. Algunos caminaron a la montaña y nosotros pudimos tomar un camión. Era una decisión loca porque no tuvimos tiempo para construir buenas posiciones en Dos Hermanas. En el lugar ya no se podía disfrutar de comida caliente y sólo podíamos acceder a nuestra ración enlatada.[23]

Con el avance británico se ha reducido la comida a 1 ración por día en monte Longdon (sopa con lentejas, arvejas y algún trozo de oveja[24] ), en virtud de la escasez de víveres. Los procesos de distribución son complicados por la falta de medios de transporte, el bombardeo enemigo y grandes distancias a cubrir.[25] Ante la escasez de alimento, soldados abandonan sus puestos de combate para carnear ovejas y robar las casas de los malvinenses.[26] [27] Crece la indisciplina militar y el robo de bienes del pueblo. Uno de los soldados conscriptos, César González Trejo, dijo que "hubo soldados conscriptos que le robaron la bolsa de dormir a su compañero de carpa, o las pocas raciones de comida que se disponían en la escasez. Otros que se dormían durante las guardias, exponiendo a todos sus compañeros a la muerte, otros que las eludían cobijándose bajo la protección de un superior, y hasta quienes se dispararon en el pie para ser evacuados al continente, sin contar con los que sufrieron repentinas colitis justo antes de entrar en combate".[28] Al mismo tiempo, y de acuerdo al soldado Fabian Pássaro, la falta de seriedad de varios soldados se hacia evidente en el pelotón del subteniente Juan Domingo Baldini: La mayor parte de nosotros nos habíamos ajustado a lo que nos habían puesto, nos habíamos acustombrados a la guerra. Pero algunos chicos [identificados en el libro Dos Lados De Infierno] todavía estaban muy deprimidos y, en muchos casos, se esteban empeorando. Por supuesto, estabamos muy hartos de llevar la misma ropa puesta por tantos días, yendo sin una ducha, teniendo tanto frío, comiendo mal. Fueron demasiadas cosas juntas, aparte de nuestro temor natural de la guerra, el bombardeo y todo eso. Pero pienso que algunos de nosotros nos adaptábamos mejor que otros. Habían chicos que estaban muy preocupados; y traté de levantarles un poco el ánimo. 'No se preocupen,' les dije. 'Nada sucederá, estamos a salvo aquí. ¿'No ven ustedes que nuncan podrán conseguir llegar aquí arriba? Somos unos mil; si ellos tratan de subir, nosotros los veremos y los sacaremos la mugre a balazos.[29] De un total de aproximadamente 8,500 tropas que defendían Puerto Argentino, operaba una célula del Partido Comunista de La Plata, que en ese momento ya se estaban formando como CECIM (Centro de Excombatientes Islas Malvinas de La Plata), según Jorge Omar Vázquez[30] del Batallón de Infantería de Marina 2. Uno de los oficiales del Regimiento 4, el subteniente Jorge Daniel Pérez Grandi declaro a los periodistas Carlos Roberts y Luis Saavedra: Tuve que trabajar con gente de un regimiento que eran todos de Buenos Aires. Y había que estar todo el tiempo peleando con ellos "Que me duele la mano, mi subteniente!".."Estoy cansado"...Que tengo esto, que tengo aquello. Vivían quejándose...Un día tuve que reprender a un cabo de otro regimiento porque se le escapaba la gente. ¡Es algo increíble!"[31] En el Regimiento 7, algunos soldados se causaron heridas ellos mismos, según uno de los soldados conscriptos, Jorge Alberto Altieri.[32] Para prevenir hechos delictivos, en reiteradas ocasiones los malvinenses, concurrían a la Comisaría en la capital malvinense para solicitar que personal de la Compania de Policía Militar 181 cuidasen sus casas.[33] El castigo más común era el "estaqueamiento" de los soldados conscriptos por indisciplina, negligencia[34] o el hurto de alimentos.[35] Los soldados no respetaron ni a los pobladores y hasta robaron la Catedral Anglicana de Puerto Argentino según el reverendo Harry Bagnall.[36] Los malvinenses también contaron como los soldados conscriptos vandalizaban y defecaron en las casas de la gente.[37] Cabe considerar que la ausencia de los soldados puede ser considerada deserción en tiempos de guerra, cargo que puede tener consecuencias serias. Uno de los soldados conscriptos, Edgardo Esteban, dice: En 50 días, me bañé dos veces. Estábamos en los llamados pozos de zorro, que eran como las trincheras de la Primera Guerra Mundial, con diez grados bajo cero, llenos de barro, nos meábamos y nos cagábamos porque no podíamos ni bajarnos los pantalones por el frío. Si se nos mojaban los borceguíes teníamos, de reemplazo, ¡zapatillas Flecha! Comíamos una vez al día y tomábamos mate cocido con pan duro mientras los oficiales nos decían que estábamos bárbaro, que los que la pasaban mal eran los ingleses. Los oficiales fueron muy injustos, muy crueles, nos hicieron mucho daño, como estaquear a alguien por robar un poco de comida.[38] Por su parte, el presidente del Centro de Excombatientes de Malvinas (CECIM), Ernesto Alonso, anunció en 2002 la presentación ante la justicia argentina de los casos de "tortura, abuso, traición y cobardía" producidos por los oficiales y suboficiales durante la guerra en Malvinas.[39] El titular del CECIM, dijo que "A Malvinas no fueron las Fuerza Armadas del Ejército del general San Martín, sino una banda de asesinos entrenados en reprimir y desaparecer".[40] Luego de la determinación judicial en noviembre de 2009 que no considera a los estaqueamientos en Malvinas como delitos de lesa humanidad, Mauricio Ramos, Presidente de la Asociación veteranos de guerra continentales, legitimó la decisión argumentando que “no olvidemos que estaban en vigor las leyes del régimen militar que establecían que si uno cometía traición a la Patria, podría ser fusilado”.[41] En diciembre de 2009, después del escándalo que causó la revelación de como el Dr. Pablo Andrés Vassel habría conseguido que varios excombatientes testificaran contra sus oficiales y suboficiales, el Dr. Vassel, quien inició las denuncias de excombatientes correntinos por vejámenes y torturas en Malvinas, renunció como Subsecretario de Derechos Humanos de la provincia de Corrientes.[42]

El mando británico no obstante considera que un ataque diurno es demasiado peligroso, y deciden proceder a través de los montes que rodean a Puerto Argentino por la noche para no verse sometidos al mismo mortífero castigo de Goose Green. Durante la noche del 11 al 12, los Royal Marines británicos del Batallón de Comandos 42 a órdenes del Teniente Coronel Nick Vaux comienzan a atacar a la sección de morteros pesados del Regimiento 4 en la retaguardia del monte Harriet a través de un campo de minas y luego bajo intenso fuego de artillería. Faltando 150 metros, el avance británico fue descubierto por el enemigo que reaccionó de inmediato con fuego de armas automaticas y granadas de mano. Recibiendo fuego de apoyo ya acordado la Compañía K británica se lanza al asalto con bayoneta calada para combate cuerpo a cuerpo. Antes de ocupar el objetivo todo fue un infierno ensordecedor. Explosiones de artillería, morteros, granadas, cohetes y los disparos de ametralladoras y armas automaticas.[43]

Cañón sin retroceso Czekalski del Ejército Argentino

Sorprendidos totalmente, las secciones agregadas del Regimiento 12 no ofrecieron mucha resistencia, siendo capturados unos 100 hombres con todo su armamento e impedimenta.

Sin embargo, el asalto pronto quedó atascado frente a las líneas argentinas. Hubo muertos, muchos prisioneros y una cantidad importante de heridos en la sección del subteniente Pablo Oliva del Comando de Brigada III en la ladera sur del cerro. El teniente primero Jorge Alejandro Echeverría, con tropas de la reserva bajo su mando fue empleado en un contraataque, emboscando en la carrera hacia el monte Harriet una columna de soldados británicos. Junto con dos suboficiales y algunos soldados, el cabo Steve Newland se plantó en el centro del fuego informando a los argentinos de que estaban totalmente rodeados y tenían que rendirse. Sorprendidos y atónitos, los soldados argentinos no se dieron cuenta del engaño y se rindieron.[44] Echeverría fue herido y capturado en esta acción.

Mientras tanto el tiroteo proseguía: Era un fuego disperso totalmente, la intensidad del combate había disminuido excepto al frente, donde estaba el primer teniente Carlos Alberto Arroyo con su compañía y se ve que pudieron cambiar de posición, porque estaban combatiendo muy fuerte, rememoró el teniente primero Echeverría[45]

Sorprendido por la falta de combatividad argentina al ser pillados desprevenidos, el teniente coronel Diego Alejandro Soria decidió proseguir el combate con el teniente primero Jorge Carlucci desde el emplazamiento de la compañía B que continuaba resistiendo en la ladera oeste del monte Harriet.[46]

Cuando el oficial al mando de la compañía L de la unidad británica, capitan David Wheen finalmente escaló el monte Harriet y lanzó las bengalas acordadas para señalar su avance con éxito, llevaba junto con sus exhaustas tropas más de 5 horas de combate ininterrumpida, avanzando a lo largo de más de 600 metros, capturando en el proceso unos 100 soldados y neutralizado 7 ametralladoras de distinto calibre. Durante el ataque once infantes de marina británicos fueron heridos,[47] y un soldado conscripto los hostigó y perturbó como tirador nocturno, hasta ser herido mortalmente por una bazuca.[48]

Una vez capturado el puesto de comando del Regimiento 4, los atacantes consiguieron nuevos éxitos en la zona de Goat Ridge, repeliendo un último y desesperado ataque nocturno por parte de de ametralladoras MAG del Regimiento de Granaderos a Caballo.

A las 0930 horas, con los resistentes argentinos totalmente rodeados y sin posibilidades de repliegue, cesó la resistencia de la compañía B. Los argentinos tuvieron como veinte muertos desde la llegada de las tropas británicas en la zona de Monte Kent. El monte Harriet fue capturado a expensas de 2 vidas de los infantes de marina británicos y 26 heridos.[49] A pesar de estar pobremente equipados los soldados correntinos lucharon tenazmente y bien en algunos aspectos técnicos de combate. La periodista argentina María Laura Avignolo comentaría que el general Julian Thompson refiriendose al asalto al monte Harriet, le había dicho que era la mejor acción coordinada que había visto en batallones británicos.[50] Los defensores también habían sido fuertemente bombardeados en los días previos y recibido aproximadamente 1,000 disparos de artillería y morteros durante el combate.[51]

El Cerro Dos Hermanas Norte y Sur caen también a manos de los infantes de marina británicos del Batallón de Comandos 45 al mando del teniente coronel Andrew Whitehead, pero no sin una feroz lucha. Tras un primer intento fallido de tomar la cima, Whitehead decide bombardear el cerro y asaltar las posiciones del subteniente Llambias Pravaz simultáneamente. Sin embargo los argentinos resistieron hasta el amanecer, cuando el sol terminó con la lucha, aunque ya sin comunicaciones pues los bombardeos cortaron las líneas telefónicas que mantenían en contacto a los jefes militares. El peloton de Llambias Pravaz combatió valientamente defendiendo el Dos Hermanas Sur, ocupando posiciones no preparadas y rechazando varios ataques lanzado desde tres pelotones a cargo de los tenientes Kelly, Stewart y Caroe de la Compañía X del batallón británico. Llambias Pravaz abrió el fuego con la ametralladora pesada y permanecería en éste puesto hasta casi las tres de la mañana, aunque sufriendo un impacto de bala en el casco.

Inicialmente los comandos británicos intentaron un ataque frontal a la posición a órdenes del subteniente Jorge Pérez Grandi, pero fueron rechazados. En parte gracias a la intervención del cabo Juan Insaurralde que conducía doce hombres y quien luego de combatir por dos horas se replego a las posiciones de la 1ª Sección de Tiradores de la Compañía C del Regimiento 4, a las órdenes del subteniente Miguel Mosquera. Los integrantes de la 2ª Sección de Tiradores al mando de Pérez Grandi se arrastraron hasta sus posiciones de combates, y empezaron a combatir duramente. El combate en el Dos Hermanas Norte duró dos horas. En ese primer choque de fuegos había muerto el cabo Mario Gómez que apoyaba con proyectiles antitanque, mientras el subteniente Mosquera quedó herido con varias esquirlas de morteros. A las 03.00 los tenientes Clive Dytor y Paul Mansel de la Compañía Zulú del Batallón 45, al notar que el fuego argentino disminuye, deciden pasar al asalto. El subteniente Juan Nazer queda herido en las piernas, mientras el teniente Luis Carlos Martella, hijo de un general, cae muerto cuando proyectiles trazantes incendian su cuerpo.[52] Cerca de las 3 de la madrugada, mientras actúa como operador de una ametralladora, el oficial de operaciones del Regimiento 4, capitán Carlos Alfredo López Patterson[53] se da de bruces con el grupo táctico del batallón británico. Abre fuego contra ellos, sin dudarlo, y casi abate al teniente coronel Whitehead, aunque sufriendo una terrible ráfaga de ametralladora como respuesta.[54] Creyéndose muerto al subteniente Nazer, el cabo Virgilio Rafael Barrientos tomo el cargo del peloton y los condujo al Monte Sapper Hill.[55] La Compañía Reserva del Mayor Oscar Ramón Jaimet[56] mantiene su posición y le comunica el comando de la Décima Brigada que aviones Canberra atacaran en misión de apoyo directo a partir de las 06:00. Bajo fuego de artillería británico, el subteniente Pérez Grandi queda herido, pero dos soldados de su sección rescatan el oficial y lo protegen debajo un camión.

Sobre las 5 de la mañana, la Compañía B del Regimiento 6 entró en acción en Dos Hermanas en el extremo este del Cerro Dos Hermanas. Los primeros pedidos de fuego de los obuses argentinos cayeron encima de la compañía del mayor Jaimet.[57] Los argentinos, debido al número y la fuerza del empuje británico, fueron retirados de posiciones de vanguardia con lo que los soldados británicos avanzaron hasta doscientos metros del Grupo Táctico del mayor Jaimet. Allí fueron frenados por el intenso fuego del pelotón que cubría el retrocedo.

El mayor Jaimet describió así el combate de su formación:

En el instante en que ordené el repliegue de un grupo adelantado, vi a cuatro soldados huyendo y presos del pánico. Afortunadamente el resto de mis soldados siguió obedeciendo a sus superiores y colaborando con sus compañeros en medio de la balacera. Yo sentí como si "saliera de mi cuerpo". Es difícil de explicar la sensación pero lo cierto es que experimenté una especie de desdoblamiento por el que dejaba de sentir miedo. Mis neuronas funcionaban a una velocidad y con una coherencia increíbles. Así pude mantenerme en control de una situación como esa, en un contexto en el que el límite que separa al orden de la locura y el caos es muy delgado. [...] Estábamos a escasa distancia de los ingleses, a no más de 40 metros. Yo recorría las posiciones y me protegía como podía. Un segundo antes de que cayera una granada de artillería, me zambullí en una cueva que había en el monte y milagrosamente salvé mi vida. Los ingleses subían por un acantilado y entonces pedí apoyo a la artillería. Por esos errores propios del caos de la guerra, una ráfaga impactó a algunos de mis hombres. Detecté un nido de ametralladoras, me puse a dispararles con mi fusil y logré suprimir el fuego. Pero no el fuego del infierno que estábamos viviendo: ese continuaba. Designé al subteniente Franco, con 45, jefe de la retaguardia. Y en ese grupo se produjo la heroica actuación del soldado Oscar Poltronieri, quien se quedó con una ametralladora resistiendo fuego enemigo para que pudiéramos replegarnos.[58]

En un momento determinado de la acción de retaguardia, la entera Compañía Y de comandos británicos fue detenida en su avance primordialmente por el soldado Oscar Ismael Poltronieri, protegiendo el repliegue de la compañía. Por su coraje en esta acción el soldado Oscar Poltronieri, asumiendo numerosos riesgos y estando a punto varias veces de morir en combate, recibe luego de la guerra la Cruz al Heroico Valor en Combate. [59]

El combate por el Cerro Dos Hermanas contando las acciones que ejecutan las patrullas de combate, costo a los argentinos 20 muertos y aproximadamente 50 heridos, y a los comandos británicos - de acuerdo con publicaciones de ellos - ocho muertos y entre 17 y veinte heridos. Una fuerza argentina de vehículos blindados Panhard que intentó llegar hasta la posición Dos Hermanas fue obligada a dar media vuelta cuando aún le quedaban cientos de metros para alcanzar la posición.[60]

En cinco ocasiones los repelió el fuego argentino en el Cerro Dos Hermanas Sur, pero un sexto intento del capitán Gardiner tuvo éxito. En total los soldados y cuadros del pelotón del subteniente Llambias Pravaz sufrieron 5 muertos y 16 heridos. Su sección tuvo la mayor cantidad de muertos y heridos de su regimiento en Malvinas.

A las 06.30, la posición Goat Ridge, entre el cerro Dos Hermanas y monte Harriet había sido aislada y estaba prácticamente rodeada. No obstante, se produjeron numerosas intercambios de fuegos entre ambos bandos. Unos 15 hombres del Regimiento 4 que resistían ahí, a órdenes del subteniente Oscar Augusto Silva,[61] logran abrirse paso hacia el monte Tumbledown, a donde moriría en combate junto con cuatro de sus soldados correntinos.

La batalla por monte Longdon comenzó cuando el cabo británico Brian Milne pisó una mina antipersonal que le arrancó una pierna. Los argentinos habían enterrado 1.500 minas antipersonales en el sector oeste de Monte Longdon, de las que sólo explotaron dos porque –según relató Peter Cuxson en el libro Twilight Warriors: Inside the World’s Special Forces– “el resto estaban congeladas”.[62] La explosión de la misma, y el alarido posterior, pusieron de sobre aviso al Segundo Jefe del Regimiento de Infantería 7 ubicado en monte Longdon, el mayor Carlos Eduardo del Valle Carrizo Salvadores[63] y se puso al habla con el subteniente Juan Domingo Baldini al mando de la 1ra Sección de Tiradores de la Compañía B 'Maipu' del Regimiento en la ladera oeste. La batalla por las posiciones del subteniente Baldini en cercanías del río Murrell rugió constante. Los hombres del Subteniente Baldini combatían de distintas posiciones, dificultándole al veterano mayor Mike Argue —ex SAS—, jefe de la Compañía B del 3 PARA que atacaba el monte Longdon. Iniciada la lucha, Baldini se pone al frente de sus hombres, seguido a corta distancia por los cabos Pedro Orozco y Dario Ríos. Los tres son abatidos por ráfagas de ametralladoras.

Sobre la medianoche, el mayor Carrizo Salvadores ordena al teniente Hugo Quiroga, al mando de una sección de la Compañía de Ingenieros 10, lanzar un contraataque que por unos momentos frena el avance británico. Cerca de 0130 horas, Carrizo Salvadores, que ya ha lanzado su única reserva, solicita al jefe del Regimiento 7 en Wireless Ridge, el teniente coronel Omar Giménez, nuevos refuerzos para intentar otro contraataque. El subteniente Raúl Fernando Castañeda es el elegido para liderar un ataque contra las posiciones perdidas de Baldini. El 12 de junio se infiltra de madrugada con toda su sección tras las líneas británicas, aprovechando un camino para las ovejas. Consigue capturar gran parte del terreno perdido en un asalto por sorpresa en el que el puesto de socorro británico estuvo a punto de ser arrollado y hecho prisionero, y procede luego a defenderlas durante todo la madrugada contra los continuos intentos de contraataque por parte de una compañía de paracaidistas.[64] pero Castañeda, siendo el comandante de la 1ra sección de tiradores de la compañía C del Regimiento 7, pierde a 7 hombres muertos, y 18 heridos y capturados. Al final del combate nocturno, cuando se hace evidente que ninguna otra unidad de su regimiento está aprovechando la brecha abierta, ordena la retirada. Estos soldados conscriptos, según la apreciación de los propios británicos, pelearon como si fuesen profesionales en el sector norte del monte. El general Julian Thompson, luego declaró lo siguiente: “ En un momento determinado estuve a punto de retirar mis Paracaidistas de Monte Longdon. No podíamos creer que estos adolescentes disfrazados de soldados nos estuvieran causando tantas bajas “[65]

"Vi partir a 46 hombres, directo a Longdon de los cuales sólo regresaron 21", dijo Miguel Savage quien sirvió como sirviente de una pieza de mortero de de la Compañía C Regimiento 7.[66] A esa sección pertenecía el soldado Leonardo Rondi, que armado con su fusil FAL llegó a la pelea cuerpo a cuerpo como estafeta a pie hasta que se le agotaron las municiones al pelotón y volvió con un trofeo de combate: una boina colorada con distintivo del 3 PARA. El soldado Rondi recibe por esta acción la "Medalla al Valor en Combate".

El 12 de junio entre las 04:00 y 04:30, los soldados británicos controlaban la mayor parte del monte Longdon. Pero habían sufrido 13 muertos y 27 heridos en la Compañía B del Batallón 3 de Paracaidistas, y la resistencia continuaba próximo al puesto de comando del segundo jefe del Regimiento 7.

Aproximadamente a las 05:00, los paracaidistas (los remanentes de los pelotones 4 y 5 de la Compañía B del 3 PARA) avanzaban por el sector norte al puesto de comando en monte Longdon (en cercanías de Wireless Ridge). En el puesto de comando del mayor Carrizo Salvadores, promovido a coronel poco después, estaba resignado más no todavía desesperado. Los argentinos sobrevivientes de la 1ª, 2ª y 3ª secciones adelantadas pugnaban por seguir combatiendo hasta agotar la munición cerca del mayor. El soldado conscripto Alejandro Rosas y el cabo Oscar Mussi disparaban desde un pico rocoso, con gran riesgo, desenfrenadamente, contra una de las ametralladoras que hostigaba los remanentes argentinos. El soldado conscripto Horacio Cañeque insultaba a los paracaidistas en su idioma. Tal vez por acciones como ésta, los paracaidistas británicos luego dirían que en Monte Longdon hubo US Green Berets o American Mercenaries.

No quedaban municiones ni reservas de hombres del lado argentino para soportar un último sobresalto. Frente a esa crítica situación, aproximadamente a las 06:30, el mayor Carrizo Salvadores ordenó replegarse a los 78 hombres de la Compañía B que le quedaban en monte Longdon hacia Wireless Ridge.[67] Para ello, el infante de marina Osvaldo Colombo hizo disparar su ametralladora Browning 12.7 a fin de defender la retaguardia de los que se retiraron de monte Longdon.[68] Monte Longdon fue capturado a costo de 23 paracaidistas muertos y 47 heridos británicos. Los Argentinos sufrieron 31 muertos y 120 heridos. No obstante, el mayor Carrizo Salvadores consideró que, al menos donde peleo el, se habrían producido 50 muertos británicos. Dos días después, la compañía de Infantería B 'Maipu' es mandada a retomar la Cresta Telégrafo. La tendencia agresiva que mostró en combate, hizo que se saltara la cadena de mando normal esta ocasión, aprovechando su especial contacto con el grupo táctico.

El capitán Rodrigo Soloaga, a la cabeza del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10 (al cual se le agregaron unos 30 hombres del subteniente Mosquera replegados del Dos Hermanas Norte), logró bloquear desde el valle entre los montes Longdon y Tumbledown, la penetración del 3 PARA hacia Wireless Ridge y facilitar el repliegue de los hombres del mayor Carrizo Salvadores.

Monte Longdon fue escenario de crímenes de guerra. El libro "Green Eyed Boys" de Adrian Weale y Christian Jennings señala como responsable de matar a tres soldado heridos al paracaidista británico Kevin Connery en las horas finales del combate. Cuando en 1993 se conoció el libro Viaje al infierno del ex paracaidista británico Vincent Bramley que denunció el fusilamiento de varios argentinos en monte Longdon, el cabo José Carrizo contó su historia. Relató que en aquella madrugada en monte Longdon, sintió que le pusieron la boca de un fusil en la espalda. Levantó los brazos en señal de rendición y un inglés «con ojos de chino» le hizo un gesto con la mano como de que le iban a cortar el cuello. Este hombre de "ojos achinados" habría sido el sargento John Pettinger quien disparó contra Carrizo, según el historiador militar britianico Adrian Weale.[69] Luego de una corta ráfaga de ametralladora que le arrancó parte de la masa encefálica y un ojo, Pettinger quien era acompañado por Bramley lo dieron por muerto y lo abandonaron allí. Más tarde lo salvó un médico británico. Según un reportaje publicado en el diario inglés The Independent, los conscriptos Ramón Quintana y Donato Gramisci, heridos tras la batalla, fueron fusilados o bayoneteados por los paracaidistas británicos en monte Longdon, ante los ojos incrédulos del soldado conscripto Néstor Flores.[70] El cabo Gustavo Pedemonte en una entrevista con La Nación en agosto de 1993 dijo haber presenciado un crimen de guerra. "Era una noche muy clara estrellada e iluminada por las bengalas inglesas por lo que pude ver perfectamente cuando varios ingleses fusilaban a un soldado que había caído herido. Mi visión era perfecta.[71] El teniente primero Hugo García también participó en la batalla del 11 de junio. Resultó ileso, pero poco después, recibió un balazo en la cabeza luego de rendirse.[72]

Durante esta noche morirían los tres únicos civiles caídos en el conflicto, tres mujeres malvinenses de Puerto Argentino cuya casa fue alcanzada por un obús británico. Al amanecer del 12, la capital malvinense está a la vista. Temprano el 12 de junio, fueron destacados a las laderas del cerro Tumbledown —al lado de Moody Brook— el mayor Guillermo Berazay y la Compañía A del Regimiento 3, a fin de hacerse fuerte ahí para luego tomar las posiciones perdidas en monte Longdon. Esa oportunidad jamás se daría.

La carencia de munición y medios ofensivos adecuados era crítica, y el ingenio debió suplir su falta: en el más absoluto secreto, los argentinos montaron un misil Exocet sobre una precaria construcción terrestre y desarrollaron durante semanas la ingeniería necesaria para hacerlo operativo. El sistema fue llamado humorísticamente "ITB", sigla de "Instalación de Tiro Berreta" («berreta» significa «de mala calidad»). A las 3:00 del 12 de junio un reducido grupo liderado por el entonces capitán de fragata Julio M. Pérez logró dispararlo con resultado eficaz. A bordo del destructor misilístico clase County HMS Glamorgan, el oficial de navegación Ian Inskip detecta el misil en trayectoria y ordena lanzar contramedidas y virar el buque intentando ofrecer la popa. El misil alcanza al buque por la banda de babor en el hangar de helicópteros, destruyendo al helicóptero Wessex, matando a trece hombres y provocando un fuerte incendio. Renqueante y echando humo, el destructor se aleja. Sobrevivirá, pero la guerra acabó para él.

Un sentimiento muy parecido a la histeria recorre al almirantazgo inglés. Si la aviación argentina ha conseguido más misiles Exocet, entonces la situación actual de toda la flota es muy peligrosa y lo que ya parece una inminente victoria puede tornarse en un nuevo desastre. Londres mueve todos los hilos posibles para saber de dónde ha salido ese misil, pero nadie parece saber nada.

En realidad, la aviación argentina no ha conseguido ningún nuevo misil. Tampoco es el primer Exocet que se dispara contra un buque británico desde Isla Soledad (el primero falló sin ser detectado). Resulta que aunque la flota argentina esté anclada en puerto, sus preciosos lanzamisiles superficie-superficie no tienen por qué quedarse allí. Modificar un Exocet MM38 superficie-superficie para convertirlo en un AM39 aire-superficie estaba más allá del alcance de los ingenieros argentinos, pero no así el desmontar un conjunto de lanzadores del destructor ARA Seguí (D-25) junto con su sistema de guía, aerotransportarlo sobre remolques a las Malvinas, ponerlo en funcionamiento y accionarlo dando en el blanco, todo con un mínimo margen para el error. Se trata de una aplicación improvisada de esta arma letal; sin embargo, al segundo disparo efectivo (de 3 intentos totales, uno de los cuales no obtuvo lanzamiento y el otro se perdió sin acertar blanco) lograron inutilizar al HMS Glamorgan en una acción inédita e histórica. Después de la guerra el Reino Unido, habiendo capturado y estudiado el ingenioso dispositivo, retomaría la idea para comercializarlo como «sistema de defensa costera Excalibur».

Pero de momento, la acción contra el Glamorgan, detiene el ataque terrestre británico durante todo el día 12, pues el apoyo desde el mar ha quedado en entredicho. No será hasta la noche del 13 que el 2 PARA y el Segundo Batallón de la Guardia Escocesa tomen Wireless Ridge y el monte Tumbledown tras intensos combates contra el Batallón de Infantería de Marina 5 y el Regimiento 7 de Infantería y la Compañía A del Regimiento 3 que la apoyaba. El asalto británico se demoraba ante la desesperada y enérgica resistencia. Las tres compañías del Batallón de Infantería de Marina 5, sus 700 hombres a órdenes del capitán de fragata Carlos Hugo Robacio ahora esperaban luchar contra el invasor en la zona de monte Tumbledown-monte William-colina Sapper. Mientras los esperaban con ansiedad creciente, el mayor Aldo Rico montó emboscadas para proteger el perímetro y envió a varios comandos a instalar una emboscada frente al monte William. Uno de los soldados conscriptos, Edgardo Esteban, dijo que "En esos momentos los comandos eran como una elite, seres superiores, porque habían aguantado todo. Sin embargo, nunca los vimos pelear frontalmente, salvo excepciones. El que soportaba todo lo más aberrante era el más hombre, se suponía que era el mejor preparado como soldado. La realidad no mostró eso y vimos gestos de enorme cobardía en la rendición".[73]

Un infernal diluvio de acero se abatió sobre las Compañías A y C del Regimiento 7 que sería la unidad con más bajas de la guerra: 36 muertos y 152 heridos.[74] En este bombardeo se destaca el Capitán Guillermo Grau del Regimiento 7, que con un Land Rover se mueve a través de las zonas batidas, evacuando heridos. Las bocas de fuego de la artillería británica y los cazabombarderos Harrier machacaron constantemente las posiciones argentinas con un intenso y preciso fuego, hiriendo gravemente a los mayores José Banetta, Emilio Nani y José Bettolli y los capitanes Hugo García, Jorge Calvo, Carlos Ferreyra y Luis Limia. «Durante las doce últimas horas de la lucha se descargaron seis mil tiros de artillería», indican Max Hastings y Simon Jenkins (La batalla por las Malvinas, p. 326, Emecé, Buenos Aires, 1984). Gran parte de las ametralladoras de la unidad quedan destruidas. Tales fueron la magnitud y precisión del fuego ablandador que quedaron heridos 12 de los aproximadamente 120 hombres de la compañía de reserva al mando del Mayor Jaimet que ahora ocupaba nuevas posiciones al noroeste del monte Tumbledown. Debido a muchas bajas en el Regimiento 7, un grupo de cinco o seis soldados y tres oficiales con una ametralladora pesada se unen a la Compañía C en la Cresta Telégrafo.[75]

En el Monte Tumbledown la Guardia Escocesa ejecuto un ataque frontal. Pese a sufrir bajas, logra posibilitar que otras fuerzas de Gurkhas nepalesas rodeen la posición defendida por la Compañía Nacar del BIM 5 (comandados por el teniente de navio Eduardo Villarraza) por el norte. Efectivos menores son destacados para silenciar los nidos de ametralladoras enemigas, trabándose en combate con el oponente. La Batería de Artillería y Morteros de los infantes de marina (a requerimiento del Teniente Vázquez) bate en varias ocasiones la Compañía Nacar, con material 81, 106 ó 155 mm según los casos[76] El combate fue extremadamente violento. A las 7:30 horas, del 14 de junio, el enemigo tenía tomada la posición de la 4ta Sección del teniente Daniel Vázquez. Fue tal la sorpresa que padecieron inicialmente la Guardia Escocesa en el sector que defendía Vázquez que el subteniente Robert Lawrence que luego quedó herido en la cabeza, narró que el subteniente James Stuart lo instó a que su pelotón abandonara el asalto y que disparara contra cualquiera que les impidiera retirarse de la batalla. (Véase Robert Lawrence, Después de la batalla: Tumbledown, Buenos Aires, REI, 1989)

En el sector de Monte William, la Guardia Galesa ejecuta su ataque en forma similar, buscando aferrar la Compañía Obra del BIM 5 frente de la posición y tomar el Cerro Zapador desde el camino oeste, empleando tanques livianos Scorpion, al mismo tiempo que saturan el sector, con fuego de cañones de 76 mm. Los fuegos de la propia artillería de marina baten las fracciones de la Guardia Galesa. Los efectivos británicos se lanzan al asalto sobre el flanco sur de la posición del BIM 5 y se combate a las distancias próximas con profundo empleo de granadas de mano. El primer ataque en el sector de Tumbledown es rechazado.[77]

En el sector norte los atacantes tomaron fácilmente el perímetro del capitán Hugo García en Wireless Ridge y avanzaron hacia las defensas del capitán Jorge Calvo.[78] Las compañías del Regimiento de Infantería 7 del teniente coronel Omar Giménez se desmoronaron; sus hombres y los hombres que los acompañaban huyeron hacia Moody Brook. El certero y contínuo fuego británico en estos primeros avances causó una gran mortaldad entre los hombres del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10.[79] No obstante el mayor Hugo Alberto Pérez Cometto permaneció entre los sirvientes de los morteros pesados. (Su abnegación y su coraje fueron reconocido por el Centro de Excombatientes de las Islas Malvinas (Cecim) de La Plata.[80] ) El general Jofre ordena a la Policía Militar y el teniente coronel Eugenio Dalton del Estado Mayor de la Brigada 10 con varios comandos y infantes de marina a hacerse cargo del Regimiento. Mientras el teniente coronel Eugenio Dalton se hizo cargo de la situación una compañía del flamante Regimiento 25 de Rangers, entrenados por comandos, fue a reforzar las unidades en la salida de Puerto Argentino. Asombrado en extremo por la baja moral de los soldados del Regimiento 7, el Mayor Guillermo Ruben Berazay,[81] jefe de operaciones del Regimiento 3,[82] preparó la Compañía "A" “Tacuarí” del Regimiento 3 para contraatacar y proteger a las tropas comprometidas en el combate. El teniente primero Víctor Hugo Rodríguez cruzó las heladas aguas del arroyo Felton apenas unas horas antes del amanecer junto con dos pelotones que no contaban con radios o visores nocturnos, y con esas ridículas fuerzas atacó al 2 PARA, obligando a retroceder inicialmente al batallón británico.[83] Durante el asalto, el teniente Jonathan Page recibió un balazo en una granada que tenía colgada en su pecho, a pesar del cual se mantuvo al mando de su pelotón hasta que los argentinos cesaron en sus intentos de contraataque. Los argentinos tuvieron 3 muertos y 27 heridos en el contraataque.[84] El teniente Horacio Alejandro Monez Ruiz, al ver que Rodríguez y su gente se replegaba hostigado por el enemigo, tomo la iniciativa de apoyarlos con una ametralladora.[85] Durante el combate, el sargento Manuel Villegas cayó herido y le pidió al soldado Esteban Tríes que lo matara. Pero éste, con ayuda de otro conscripto, lo evacuaron y se hicieron íntimos amigos.[86]

La posición argentina en Tumbledown era ahora insostenible, con el riesgo de que la infantería de marina fuera cercada, y el general Menéndez autorizó el repliegue. En ese momento, el capitán Robacio, jefe del BIM 5 recibió una llamada por el teléfono de campana: la cima del monte Tumbledown acababa de caer, sus hombres se batían en retirada, avanzaban los soldados enemigos. Inmediatamente se informó al mayor Jaimet y se propuso organizar una retirada inmediata lo que éste aceptó. Al recibir la noticia, Jaimet envió un pelotón con cuarenta y siete hombres con la orden de cerrar la brecha. El subteniente Augusto Esteban La Madrid, con la jerarquía de subteniente aprendiz después de casi 10 semanas actuando como jefe de la 3ra Sección de Tiradores de la Compañía B “Peribebuy” del Regimiento de Infantería 6, sale de exploración acompañado por un soldado y el teniente de corbeta Waldemar Rigoberto Aquino. Localiza a un grupo de entre diez y doce soldados escoceses a cierta distancia de sus propias posiciones. Decide aprovechar la sorpresa y abre fuego contra ellos junto a sus dos acompañantes. Se retira en cuanto empiezan a recibir disparos de vuelta, dejando heridos a unos tres escoceses, sin bajas propias. En los combates combates subsiguientes se destacan, por su valor y sacrificio personal, los soldados conscriptos Horacio Balvidares, Juan Domingo Rodríguez y Luis Jorge Bordón quienes agotan su munición y se reabastecen con cargadores abandonados hasta caer mortalmente heridos.[87] Cerca del amanecer, el soldado conscripto Poltronieri realizó una nueva hazaña al lanzarse al ataque bajo intenso fuego enemigo para reabrir fuego de ametralladora para que las tropas argentinas escaparan. Solamente 23 argentinos de los 47 que habían participado en el contraataque alcanzarían volver al pueblo. El resto ha quedado muerto, herido o hecho prisionero.

Desde el edificio del comando de la Brigada 10 el general Oscar Jofre,[88] y el coronel Felix Aguiar, segundo comandante de la Brigada 10 enviaban mensajes al capitán Robacio instándolo abandonar esa posición; en cualquier momento se podía producir un ataque helitransportado enemigo que le cortaría al batallón fácilmente la retirada hacia el pueblo. Por entonces, el combate era muy violento. El asalto final en el sector Tumbledown esta a cargo de los pelotones de los tenientes Dalrymple, Mathewson y Lawrence. Mientras tanto los Gurkhas se preparaban para asaltar el Monte William y ya habían conquistado algunos pozos de la Compañía Nacar. Un peloton de infantes de marina estaban atrapado entre los montes Tumbledown y William por el avance nepalesa sin escapatoria. Al advertir la situación, fue empleado el resto de la Compañía B del Regimiento 6 con el Jefe de compañía a la cabeza.

A las 1000 horas se ejecuta un ordenado repliegue: primero, hacia la colina Zapador, y luego, hacia Puerto Argentino. Se replegaron ordenadamente a la posición defensiva en la colina que reforzaron con ametralladoras. Allí los infantes de marina ocuparon posiciones defensivas, incluidos los inginieros anfibios. Fue el propio capitán Robacio quien luego buscó y reconoció los muertos del BIM 5 en monte Tumbledown que había sido muy batido por la artillería británica.

Esa noche hubo una gran manifestación en Buenos Aires exigiendo la no rendición; no es posible inflamar a una sociedad como lo hizo la Junta y luego pretender que no reaccione. Galtieri ha prohibido a Menéndez que se rinda. Desde el continente, la maltrecha Fuerza Aérea Argentina aún intenta asestar sus postreros golpes. Hay un último plan peruano de paz en marcha.

Antes de que amaneciera, el sol clareaba tarde en el casi invierno malvinense, el mayor Carlos Eduardo del Valle Carrizo Salvadores con algo menos de una compañía realizaron el último contraataque, contra los británicos.[89] Los soldados Horacio Cañeque y Santiago Gauto describen en Así peleamos Malvinas (Fundación Soldados) y Los Dos Lados Del Infierno (Planeta) lo que sucedió e indican que el mayor junto a los soldados del grupo táctico que lo acompanaban mediante el grito, ¡Esos que tienen pelotas, síganme! se lanzaron al asalto de las últimas posiciones argentina capturadas en La Cresta del Telégrafo. Pero no tuvieron suerte. Los paracaidistas británicos ya habían conquistado La Cresta del Telégrafo, y la niebla se había levantado.

Cuando los británicos deciden avanzar ante el contraataque argentino, no encuentran más resistencia. Es el resultado de cuatro días de operaciones psicológicas ejecutadas por el coronel Mike Rose, del SAS, y el capitán Rod Bell, hispanohablante. Llevan desde el día 10 hablando con Menéndez por radio, ganándose su confianza e instándole a la rendición «con dignidad y honor». El 2 PARA entra en el extrarradio de Puerto Argentino con sus boinas en vez de los cascos de combate y ondeando banderas británicas. A las 23, el comandante de las fuerzas británicas Jeremy Moore llega en helicóptero a Puerto Argentino y se entrevista con Menéndez. Cuando el primero muestra al segundo los documentos de rendición, Menéndez tacha de inmediato la palabra «incondicional». No era eso lo pactado durante las conversaciones radiales secretas de los días anteriores. Tras un breve tira y afloja, el general Mario Benjamín Menéndez rinde las islas Malvinas al general Jeremy J. Moore a las 23:59 del 14 de junio de 1982, siendo testigo el coronel Pennicott. Los 8.000 soldados argentinos son desarmados y concentrados en el aeropuerto en calidad de prisioneros de guerra. El invierno austral arrecia. Hace mucho frío.

El día 15 de junio de 1982, la bandera colonial británica es izada de nuevo en el edificio de gobernación de las islas Malvinas.

Cuando las noticias llegan a Buenos Aires, se produce una importante manifestación de indignación popular que es reprimida por la Junta, perdiendo así el poco apoyo que les quedaba entre la población sensible a su discurso nacionalista y patriótico. A lo largo del día 15, el resto de unidades argentinas presentes en el archipiélago entregan sus armas. El 20, cinco buques británicos hacen acto de presencia en las islas Sandwich del Sur y la guarnición de Thule, compuesta por personal no armado, se rinde sin lucha. Todos los prisioneros son repatriados durante el mes siguiente.

Varios años después el general británico Julian Thompson reconoció la el espíritu combativo demostrado por los cuadros y soldados en los combates finales. "Los argentinos pelearon muy bien y hubo momentos en que podría haber pasado lo contrario de lo que pasó"[90] dijo el general británico Julian Thompson.

Referencias

  1. La gesta de Malvinas y sus protagonistas, conocidos y no tantos. Por Fulvio Baschera
  2. Malvinas: submarinos ingleses y misiones secretas en Santa Cruz. Por Alberto Amato
  3. [VETERANOS Y EXCOMBATIENTES DE LA GUERRA DE MALVINAS Y LA FUERZA AÉREA SUR. Por el Brigadier General Ernesto Horacio Crespo. La Gaceta Malvinense]
  4. Excombatientes de Malvinas denunciaron ataques británicos al continente durante el conflicto
  5. La compañía fantasma que le disparó al misterioso Sea King. Por Alberto Amato
  6. Varios, Libro Guinness de los Récords, Ediciones MAEVA, Estella, 1987, ISBN 84-86478-04-9
  7. «Homenaje a los rosarinos caídos en Malvinas. Argentina, Mercosur».
  8. [http://www.hmsglamorgan.co.uk/html/diary_of_events.html Association HMS Glamorgan Falklands 1982]
  9. esta del diario The Sun
  10. Yo vi morir a nuestro querido Teniente Estévez. Por el ex-soldado conscripto Sergio Daniel Rodríguez
  11. La batalla por las Malvinas, p. 270, Editora Emece, 1984)
  12. HARRIER:SKI JUMP TO VICTORY por el autor británico John Godden, página 79
  13. Twilight Warriors: Inside The World's Special Forces, Martin Arostegui, página 205, Bloomsbury, 1995
  14. LA NACION. Lunes 31 de mayo de 1982
  15. La Nación. Jueves 3 de junio de 1982
  16. Véase la versión británica PETER HARCLERODE, PARA!: Fifty Years of The Parachute Regiment, páginas 344-345, Arms and Armour Press, 1993
  17. El "Perro" Cisnero era un instructor de comandos conocido por su dureza. Su muerte no fue en un enfrentamiento con el SAS sino con una patrulla del 45º Cdo, tal y como aclaro finalmente Nick Van der Bijl en su libro 9 Battles To Stanley (Leo Cooper, 1999). En dicho enfrentamiento fallecieron Cisneros y un comando de la Gendarmería Nacional, Ramón Acosta. Por parte británica hubo cuatro muertos.
  18. UN VERDADERO CAMARADA : SARGENTO MARIO ANTONIO CISNEROS
  19. Malvinas: relatos de soldados, Martín Balza (ed.), Página 120, Círculo Militar, 1985.
  20. Eyewitness Falklands: A Personal Account of the Falklands Campaign, Página 247, Methuen, 1982
  21. Malvinas testimonio de su gobernador, Mario B. Menéndez y Carlos M. Turolo, Página 147, Editorial Sudamericana, 1983
  22. Malvinas: 20 años no es todo...Combatientes de Malvinas. Por Marcelo Luna
  23. Argentine conscripts re-live Falklands’ nightmare
  24. VGM Jorge “Beto” Altieri: “Yo defendí a la Patria y la Patria no me defiende… Yo necesito a la Patria…”
  25. SUMINISTRO DE ALIMENTOS
  26. Malvinas: 20 años no es todo...
  27. Malvinas: los días que vivimos en peligro, Marina Aizen
  28. Malvinas y los crímenes de lesa humanidad
  29. [Daniel Kon, Los Chicos de la Guerra, página 151.]
  30. El CECIM La Plata, que desde principio se definió como “Anti-Héroes”, había nacido por iniciativa del recientemente fallecido Jorge O. Vázquez (ex soldado conscripto de la Infantería de Marina que participó el 2 de abril en el operativo de recuperación de las Islas Malvinas.
  31. vea: Malvinas: Contrahistoria, página 115, Editorial Inédita(1984)
  32. ESTE MUNDO NO ES FACIL PARA UN HERIDO DE GUERRA
  33. [http://www.aveguema.org.ar/Gacetas%20Malvinenses%20Digitales/LGM%205/Ca%20de%20Pol%EDcia%20Militar%20181.doc LA COMPAÑÍA DE POLICÍA MILITAR 181 (CA. PM 181) SÍNTESIS DE SU PARTICIPACIÓN EN MALVINAS]
  34. Entrevista a un excombatiente de Malvinas Gonzalo Prados, Medios Lentos 18 de septiembre de 2009
  35. Marina Aizen, op. Cit.
  36. The Spokesman, julio 12 de 1982
  37. The Falklands War 1982, Duncan Anderson, página 82, Osprey Publishing, 25 de febrero del 2002
  38. Malvinas, la otra guerra. El Arca del Nuevo Siglo/ Una publicación de La Caja de Ahorro y Seguro S.A.
  39. Homenaje en el cenotafio porteño. Diario LA NACION. Martes 3 de abril de 2007.:Estaremos presentando junto con los excombatientes de Corrientes un trabajo con testimonios de soldados que sufrieron en carne propia la tortura en las Malvinas [...] ¿Por qué hubo y hay autocríticas públicas sobre los hechos del terrorismo de Estado y no sobre Malvinas?
  40. Las torturas a soldados en Malvinas, un delito de 'lesa humanidad'.El Mundo (España). martes 09/06/2009
  41. Estaqueamientos: “el que dirigía, debía tomar determinaciones drásticas”, sostienen los veteranos continentales
  42. El denunciante por los estaqueos en Malvinas a punto de ser denunciado. 17/12/2009. www.cescem.org.ar.
  43. El cabo Mario Cortez, que desde una de las posiciones de morteros pesados daba la seguridad al pie del monte con su fusil automatico, descubrió el avance y abrió el fuego contra los infantes de marina británicos que se le presentaban.
  44. Mount Harriet - 11/12 June 1982. Home page of the Falklands Conflict 1982
  45. «Relato de la Guerra de Malvinas».
  46. EL RI 4 EN MALVINAS, Diego Alejandro Soria, La Gaceta Malvinense Nº 4MAYO 2003
  47. Mount Harriet - 11/12 June 1982. Home page of the Falklands Conflict 1982
  48. Operation Corporate: The Falklands War, 1982, Martin Middlebrook, Página 349, Viking, 1985
  49. Mount Harriet - 11/12 June 1982. Home page of the Falklands Conflict 1982
  50. "Los argentinos pelearon muy bien, pero su preparación no era buena" CLARIN. lunes 09 ABR 2007
  51. The Official History of the Falklands Campaign: War and diplomacy, Lawrence Freedman, Página 626, Routledge, 2005
  52. En una entrevista con los periodistas del Mercopress en Malvinas, Carlos Enriori recuerda: Teníamos un jefe muy bueno, Martella, que nos trató bien y dormía cerca de nosotros. Pero durante la batalla tomó su rifle y desapareció lejos al sur en alguna parte. Descubrí más adelante que lo habían matado y eso me puso muy triste. (Dos correntinos reviven la pesadilla desde Malvinas. Corrientes Noticias. Domingo, 17 de junio de 2007)
  53. Debe destacarse la valerosa actitud del capitán Carlos López Patterson, quien, bajo el fuego enemigo, recorría las posiciones en el cerro Dos Hermanas asistiendo moralmente al personal de la Compañía C del Regimiento 4. En esas recorridas, una cosa que siempre me emocionaba era que, mientras saludaba al Subteniente Llambias Pravaz, los soldados de esa sección aplaudían y vitoreaban. Debió ser porque notaban que les reconocía el valor que estaban adquiriendo en ese lugar. Porque estaban muy solos, esperando al enemigo, sólo ellos y sus almas. O, tal vez, porque al ver al jefe que va a decirles dos palabras - gesto fraternal de una persona joven hacia otras personas jóvenes - sentían revivir sus ganas de pelear. Un día, se me acercó un chico y me dijo "Ya que nos ha tocado bailar en ésta, vamos a hacerlo bien. Vamos a apoyar al Subteniente que está enfermo y sigue igual con nosotros. Tenemos que ayudar al que se le congelen los pies, o al que se asuste. Porque de aquí salimos todos o no sale ninguno". ¿Qué podía contestarle?(HECTOR RUBEN SIMEONI, Malvinas: Contrahistoria, páginas 100/101, Editorial Inédita, 1984)
  54. [http://www.aveguema.org.ar/Gacetas%20Malvinenses%20Digitales/LGM%2020/Como%20te%20llamas%20soldado.doc ¿Cómo te llamas soldado?, Carlos Alfredo López Patterson, La Gaceta Malvinense Nº 20 SEPTIEMBRE 2007]
  55. La responsabilidad de dar órdenes. Por Virgilio Rafael Barrientos.
  56. En una entrevista con los periodistas Carlos Roberts y Luis Saavedra Jaimet recuerda: Allá, todo el mundo ha compartido los mismos riesgos, las mismas privaciones y las mismas actividades, además del mismo frío y los mismos pozos que se llenaban de agua. Ha habido una tendencia a crear diferencias - o hacer creerlas- entre la vida que desarrollaba el oficial, el suboficial y el soldado. Mis jefes de sección dormían con los soldados. Yo dormía con los soldados en la posición. (Malvinas: Contrahistoria, página 84, Editorial Inédita)
  57. Malvinas: la defensa de Puerto Argentino, Oscar L. Jofre y Félix R. Aguiar, p. 226, Editorial Sudamericana, 1987:La propia artillería seguía tirando sobre el Dos Hermanas, y seguramente algunos quedaron cortos, porque de pronto se escuchó al mayor Jaimet gritar por la radio, " ¡me está batiendo la propia artillería, alarguen 500 metros!".
  58. Entrevista a Oscar Jaimet. La Gaceta. Domingo 28 de marzo de 2010
  59. LA PARTICIPACIÓN EN MALVINAS DEL REGIMIENTO DE INFANTERÍA MECANIZADO 6 “GRL VIAMONTE” (RIMec6) Y DE LA COMPAÑÍA DE INFANTERÍA “A” DEL REGIMIENTO DE INFANTERÍA 1 “PATRICIOS” (RI 1), Raúl Daniel Abella, La Gaceta Malvinense Nº 6 NOVIEMBRE 2003
  60. Malvinas : Miguel Angel Di Doménico. Cabo primero. Escuadrón de exploración de caballería blindado
  61. Totalmente devoto de sus hombres, disfrutaba con el entrenamiento continuo y era tenido por un jefe duro y exigente, pero siempre cercano y responsable.[1]
  62. [http:// www.gente.com.ar/nota.php?ID=12730 Así combatimos en Monte Longdon]
  63. Se ha acusado a Carrizo Salvadores de crímenes de guerra en la "Masacre de Capilla del Rosario" en 1974, a pesar del hecho que los guerrilleros marxistas capturados vestían uniformes de soldados argentinos.
  64. EL RI MEC 7 “CNL CONDE” EN MALVINAS
  65. http://www.malvinense.com.ar/smalvi/0109/1075.html El Conflicto del Atlántico Sur de 1982: Sus secuelas (Dr. Eduardo C. Gerding)
  66. «Malvinas // Falklands ó simplemente Las Islas».
  67. Hay mención especial para el mayor Carrizo Salvadores (en el libro El 3er de Paracaidistas en Monte Longdon, escrito por el excombatiente inglés Jon Cooksey), quien con serenidad, a pesar de la intensidad del combate, mantuvo la comunicación informando sobre el desarrollo del combate, haciendo posible el apoyo de artillería argentina y la llegada de refuerzos.
  68. Batallón 5: el Batallón de Infantería de Marina No. 5 en la Guerra de las Malvinas, Emilio Villarino, página 101, Aller Atucha, 1992
  69. «Clarín Digital: Sobreviviente. José Carrizo, el cabo argentino que por milagro se salvó de la muerte."Este hombre de ojos achinados es el sargento John Pettinger, el que dispa...».
  70. Falklands prisoners executed
  71. Revelan otros crímenes de guerra en Malvinas
  72. Héroes que arriesgaron la vida para proteger la insignia patria
  73. La Jornada 18 de enero de 2004
  74. "Durante las dos batallas del Regimiento de Infantería 7 contra los británicos, la mayor parte de los oficiales fueron muertos, heridos o capturados. De 130 suboficiales, 22 fueron muertos o heridos” (Nine Battles To Stanley, Página 209, Nicholas van der Bijl, Leo Cooper 2003.)
  75. Historias de amargura y dolor en el último día de la guerra, Clarin, Edición Domingo 16.06.2002.
  76. [http://www.aveguema.org.ar/Gacetas%20Malvinenses%20Digitales/LGM%2012/El%20BIM%205.doc EL BATALLON DE INFANTERÍA DE MARINA Nº5 (BIM 5) LA CAMPAÑA DE LAS ISLAS MALVINAS, Carlos Hugo Robacio, La Gaceta Malvinense Nº 12 MAYO 2005].
  77. De no haber encontrado una dura resistencia de la infantería de marina en Pony Pass, los tanques ligeros del Escuadrón B de los Blues and Royals (agregados a la Guardia Galesa) habrían podido romper la línea principal de defensa del BIM 5 y entrar hacía el puerto con gravísimas consecuencias.
  78. En algún momento de esa noche el mayor Gilberto Oliva le preguntó al general Jofre si quería usar bombas con napalm, pero éste se negó, considerando que la propia tropa podría ser perjudicada por réplicas enemigas desmedidas. (Malvinas: la defensa de Puerto Argentino, Página 252, Oscar Luis Jofre y Félix Roberto Aguiar)
  79. Malvinas testimonio de su gobernador, Mario B. Menéndez y Carlos M. Turolo, Página 294, Editorial Sudamericana, 1983:Al capitán Soloaga el fuego de artillería y los misiles Milán le iban poniendo fuera de combate las ametralladoras. Los efectivos del escuadrón tuvieron seis bajas mortales entre el 12 y 14 de junio.
  80. Memorias de guerra de los excombatientes.
  81. El Mayor Guillermo R. Berazay se instaló en una casa como puesto de comando para dirigir sus fuerzas y centro de socorro a los heridos.
  82. Según el soldado Horacio Benítez: "Ya en ese momento el descontrol era total por la desorganización y la falta de orden de mando. Cuando nos ordenan avanzar, un Mayor se subió a una de las piedras, sacó una espada, que nunca supimos cómo la consiguió, y gritó: ¡Al combate, a vencer o morir!, todos empezamos a caminar y después nos dimos cuenta que el hijo de puta se quedó en su lugar".
  83. [http://www.aveguema.org.ar/Gacetas%20Malvinenses%20Digitales/LGM%2013/El%203%20de%20oro%20en%20combate.doc EL 3 DE ORO ENTRÓ EN COMBATE, Víctor Hugo Rodríguez, La Gaceta Malvinense Nº 13 SEPTIEMBRE 2005]
  84. "Me dijeron que me bajaban el pulgar porque Cristina estaba sensible"
  85. RESEÑA DE LA PARTICIPACION EN LA GUERRA DE MALVINAS DE HORACIO ALEJANDRO MONES RUIZ
  86. Rescatando al sargento Villegas (Jorge Fernández Díaz)
  87. [http://www.aveguema.org.ar/Gacetas%20Malvinenses%20Digitales/LGM%209/La%203ra%20Seccion%20de%20la%20Ca%20B.doc LA 3RA SECCION DE LA COMPAÑÍA DE INFANTERÍA “B” DEL REGIMIENTO DE INFANTERÍA MECANIZADO 6 “GRL VIAMONTE” “UN COMBATE MUY DURO EN UNO DE LOS SECTORES MAS DIFICILES”, Esteban Vilgré La Madrid, La Gaceta Malvinense Nº 9 AGOSTO 2004]
  88. El teniente coronel Martin Antonio Balza vio los rasgos positivos, del caracter del comandante de la Brigada 10: En todo lo que a mí me consta, los generales Menéndez y Parada no. Jofre sí...Iba de aquí para allá, de día y de noche, metido entre la tropa, en los puestos de comando de las unidades de combate. Transmitía confianza, tuvo presencia...
  89. Historias de amargura y dolor en el último día de la guerra
  90. «"Los argentinos pelearon muy bien, pero su preparación no era buena"».

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