Mujeres en la ciencia

Mujeres en la ciencia
Mujer enseñando geometría. Ilustración en los inicios de la traducción medieval de los principios de Euclides, (c. 1310).

Las mujeres han contribuido a la ciencia desde sus inicios, aunque no hayan sido reconocidas por ello. Historiadores interesados en ciencia y género han mostrado las contribuciones hechas por mujeres, las barreras con las que se toparon y las estrategias que desarrollaron para que su trabajo fuese aceptado.

Contenido

Antigüedad

La participación de las mujeres en el campo de la medicina ha sido documentada por varias civilizaciones tempranas. Una egipcia, Merit Ptah (2700 a. C.), descrita en una inscripción como "médica principal", es la primera mujer mencionada en la Historia de la ciencia. Agamede fue citada por Homero como curandera en la Antigua Grecia antes de la Guerra de Troya. Agnodice fue la primera médica en trabajar como tal en el siglo IV a. C. en Atenas.

El estudio de la Filosofía natural en la antigua Grecia se abrió a las mujeres. Ejemplos documentados incluyen a Aglaonike, quien predijo eclipses; y a Téano, un médica y matemática que fue pupila (y posiblemente también esposa) de Pitágoras, y miembro de la escuela fundada por Pitágoras en Crotone, donde estudiaban otras muchas mujeres.[1]

Ha sido documentada la contribución de varias mujeres en la protociencia de la alquimia en Alejandría alrededor de los siglos I y II d.C, donde la tradición gnóstica liderada por mujeres ha sido valorada. A la más conocida, María La Judía, se le atribuye la invención de varios instrumentos químicos, incluida la técnica del baño María y un tipo de alambique.[2]

Hipatia de Alejandría, (370-415 a. C.), era hija de Teón de Alejandría, quien trabajaba y daba clases en la Biblioteca de Alejandría. Hipatia escribió textos de geometría, álgebra y astronomía, y se le atribuyen varios inventos como el hidrómetro, un astrolabio y un instrumento para la destilación de agua.[1]

Europa medieval

Hildegard de Bingen.

La educación universitaria en Europa fue accesible para algunas mujeres durante el periodo medieval. Se cree que en el siglo XI, la médica italiana Trotula de Salerno, ocupó una cátedra en la Escuela Médica Salernitana, donde enseñó a muchas mujeres nobles italianas, un grupo referido en ocasiones como "las señoritas de Salerno".[2] Varios textos importantes en medicina, sobre todo en obstetricia y ginecología entre otras materias, también han sido atribuidos a Trotula. La Universidad de Bolonia permitía a las mujeres asistir a clase desde sus inicios en 1088, y Dorotea Bucca ocupó allí una cátedra durante el siglo XV.[3]

Los conventos medievales eran otro lugar para la educación de las mujeres, y algunos dieron oportunidades a las mujeres para contribuir en investigación académica. Sin embargo, en su mayor parte, las mujeres eran excluidas de las universidades.[4] Un ejemplo es la abadesa alemana Hildegard de Bingen, cuyos prolíficos escritos incluyen varias materias científicas, incluida la medicina, la botánica y la Historia natural (c.1151-58).[5]

Revolución científica (siglos XVI y XVII)

A pesar del éxito de algunas mujeres, los sesgos culturales durante la Edad Media eran notables. Estos sesgos afectaron a la educación y la participación de las mujeres en la ciencia. Muchos creían en la sumisión de la mujer como un valor positivo y natural, y muchos de esos sesgos provienen de la filosofía cristiana. Santo Tomás de Aquino, refiriéndose a las mujeres, escribió en su obra más importante Suma Teológica, "este es el sometimiento con el que la mujer, por naturaleza, fue puesta bajo el marido; porque la misma naturaleza dio al hombre más discernimiento."[6]

La Revolución científica de los siglos XVI y XVII vio una gran afluencia de mujeres al campo de la ciencia, sin embargo, las mujeres fueron excluidas de las universidades. Así, para continuar con sus intereses científicos, las mujeres se vieron obligadas a obtener sus conocimientos de manera informal. Los hombres de la nobleza europea eran libres de desarrollar sus intereses en ciencia como hobby, y las puertas estaban abiertas a las mujeres que podían tomar parte en los trabajos científicos informales juntos a sus padres y hermanos. Se alientaban las habilidades en pintura de las mujeres nobles, y a menudo les servían para detallar y precisar las ilustraciones científicas

Margaret Cavendish, una mujer aristócrata del siglo XVII Duquesa de Newcastle, tomó parte en algunos de los debates científicos más importantes del momento. A pesar de no estar admitida en la Royal Society inglesa, una vez se le permitió asistir a una reunión. Escribió numerosos trabajos sobre materias científicas, incluyendo Observations upon Experimental Philosophy y Grounds of Natural Philosophy. En estos trabajos fue especialmente crítica con la creencia creciente de que los humanos, a través de la ciencia, eran los amos de la naturaleza. Como aristócrata, la Duquesa de Newcastle fue un buen ejemplo de mujeres que trabajaron en ciencia en Francia e Inglaterra.

Mujeres que querían trabajar en ciencia y vivían en Alemania llegaron con distintos bagajes. Allí, la tradición de la participación femenina en el oficio de la producción permitía a algunas mujeres adentrarse en la ciencia observacional, especialmente en astronomía.Entre 1650 y 1710, las mujeres representaban, en Alemania, el 14% del total de científicos en astronomía. La mujer astrónoma más conocida fue Maria Winkelmann. Fue educada por su padre y su tío y recibió conocimientos en astronomía por astrónomo autodidacta cercano. Su oportunidad de ser profesional en astronomía llegó cuando se casó con Gottfried Kirch, el astrónomo más conocido en Prusia. Ella se convirtió en su ayudante en el observatorio astronómico que operaba en en Berlín por la Academia de las Ciencias. Realizó algunas contribuciones originales, incluido el descubrimiento de un cometa. Cuando su marido murió, Winkelmann solicitó un cargo de astrónomo asistente en la Academia de Berlín, para el cual estaba altamente cualificada. Por ser mujer -sin estudios universitarios- se le denegó el cargo. Miembros de la Academia de Berlín temieron establecer el mal ejemplo de contratar a una mujer.

Los problemas de Winkelmann con la academia de Berlín reflejan los obstáculos que las mujeres afrontaban para ser aceptadas en la práctica científica, que estaba considerada como perteneciente principalmente a los hombres. Ninguna mujer fue invitada ni a la Royal Society de Inglaterra ni a la Academia de las Ciencias francesa hasta el siglo XX. Durante el siglo XVII una vida dedicada a la producción de conocimiento se consideraba incompatible con las labores domésticas a las que se esperaba que se dedeicaran las mujeres.

En general, la Revolución Científica hizo poco por cambiar las ideas existentes sobre la naturaleza de la mujer. Hombres científicos usaron la nueva ciencia para extender la idea de que la mujer era por naturaleza inferior al hombre, y que estaba subordinada a él y a desempeñar un rol doméstico como madres cuidadoras. La vasta distribución de la producción escrita aseguró la continuación de estas ideas.

Siglo XVIII

La Ilustración vio la expansión del rol de las mujeres en la ciencia. El surgimiento de la cultura de salón literario en Francia durante este tiempo, llevó a los filósofos y sus conversaciones sobre temas de política, sociedad y ciencia contemporánea, a las casas de los pudientes y poderosos. Estos salones eran mayoritariamente orquestados por mujeres, ya que la casa era tradicionalmente espacio de la mujer, y muchas muejeres reconocidas emergieron como figuras destacadas tanto por sus dotes de anfitrionas, que juntaba a los ilustrados intelectuales del momento, como por sus propias contribuciones intelectuales a la conversación.

Émilie du Châtelet, por ejemplo, tradujo la obra de Newton, Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, al francés y dedujo la conservación de la energía.

Las mujeres pudieron también llevar a cabo algunos estudios científicos como pasatiempo. Por ejemplo, la botánica fue popular entre el interés de las mujeres durante el siglo XVIII; a pesar de que las mujeres no eran consideradas como suficientemente inteligentes para contribuir en los discursos formales sobre clasificación, pudieron, dado el sistema taxonómico, identificar y dibujar plantas y flores para su divertimento en el hogar. El dibujo fue también una importante habilidad que las mujeres cultivaron sobre manera en sus casas y que a menudo fue puesto al servicio de la ciencia, especialmente para el dibujo de las nuevas especies de plantas al regreso de viajes de exploración en el exterior. Maria Sibylla Merian incluso fue botánica en un barco que realizó montón de excursiones al nuevo mundo, dibujando y catalogando nuevas especies de flores. Sin embargo, el sistema de Carlos Linneo para clasificación de las plantas, basado en las características sexuales de éstas, derivó la atención hacia el libertinaje botánico, y hacia finales del siglo XVIII las mujeres dejaron de ser motivadas para el estudio de la reproducción de las plantas por miedo a que pudieran llevarse una educación moral equivocada de la naturaleza como ejemplo.

La autora Lady Mary Wortley Montagu a su vuelta a Inglaterra del Imperio otomano en 1717, trajo consigo la práctica de la inoculación como profilaxis contra la enfermedad de la viruela. Escribió sobre ello con detalle en su famosa correspondencia.[7]

Debido a que muchos de los experimentos y conversaciones tenían lugar en la casa, las mujeres pudieron disfrutar de un espacio en el que asistir a sus maridos u otros miembros de la familia interesados en la ciencia. Entre las mejor conocidas de estas esposas se encuentra Marie-Anne Pierrette Paulze, casada a los 14 años con Antoine Lavoisier y que devino su asistente en el laboratorio de su casa. Marie-Anne Pierrette Paulze hablaba inglés y tradujo no sólo la correspondencia de su marido con los químicos ingleses de la época, sino también íntegramente el "Essay on Phlogiston" de Richard Kirwan, conocida en español como la Teoría del flogisto. El texto de Kirwan se trataba de un texto clave en la controversia que existía entre los químicos ingleses, como Joseph Priestley, sobre la naturaleza del calor en las reacciones químicas. Marie-Anne Pierrette Paulze también recibió clases de dibujo de Jacques-Louis David, y personalmente gravó los catorce platos para el revolucionario trabajo de su marido, Tratado elemental de química (1789). Marie-Anne Pierrette Paulze mantenía un pequeño pero activo salón y correspondencia con los científicos y naturalistas franceses de la época, muchos de los cuales quedaron impresionados por su inteligencia. Su interés en la naturaleza del calor continuó tras la muerte de su marido, que fue guillotinado en 1794. Ella se casó de nuevo con Benjamin Thompson en 1804 y se convirtió en la condesa de Rumford, pero la intolerancia de Thompson por sus "fiestas de salón" y su rechazo por incluirla en su vida de experimentador, les llevó al divorcio cuatro años después.

Otro famoso ejemplo es la astrónoma Caroline Herschel, quien nació en Hanover pero se trasladó a Inglaterra, donde trabajó como asistente de su hermano, William Herschel. Recibió un pequeño sueldo de la Corona por su trabajo, un ejemplo temprano de una mujer siendo pagada como científica. Descubrió ocho cometas entre 1786 y 1797, y presentó el trabajo Index to Flamsteed's Observations of the Fixed Stars (que incluía más de quinientas estrellas desconocidas hasta entonces) la Royal Society en 1798, convirtiéndose en la primera mujer en presentar ahí un trabajo. En 1835, ella y Mary Fairfax Somerville fueron las dos primeras mujeres elegidas por la Royal Astronomical Society.

Siglo XIX temprano

La ciencia siguió siendo una profesión amateur durante la primera parte del siglo XIX. Las contribuciones de mujeres seguían limitadas por su exclusión de la mayoría de ámbitos de educación científica, pero empezaron a ser reconocidas debido a su admisión en las sociedades doctas durante este periodo.

La científica escocesa Mary Fairfax Somerville llevó a cabo experimentos en magnetismo, presentando un artículo titulado "The Magnetic Properties of the Violet Rays of the Solar Spectrum" a la Royal Society en 1826, siendo únicamente la segunda mujer en hacerlo. También fue autora de numerosos textos matemáticos, astrónomos, físicos y geográficos, y fue una ferviente defensora del derecho de la mujer a la educación. En 1835, junto a Caroline Herschel, fueron las dos primeras mujeres en ser elegidas por la Royal Astronomical Society.

La matemática inglesa Ada Lovelace (también conocida como Ada Byron) mantuvo correspondencia con Charles Babbage sobre aplicaciones para su máquina analítica. Es considerada como la primera programadora, ya que escribió la manipulación de los símbolos, de acuerdo a las normas para la máquina de Charles Babbage aún antes de ser construida. En las notas que ella añadió (1842-3) a su traducción del artículo sobre la máquina de Luigi Menabrea previó amplias aplicaciones para su uso como computadora de uso general, incluyendo la composición de música.

En Alemania, el Deaconess Institute en Kaiserswerth fue establecido en 1836 para la instrucción de las mujeres en enfermería, y Florence Nightingale también estudió allí en 1851.[8]

La primera mujer en obtener un título de grado fue Catherine Brewer Benson en 1840.[9]

En los Estados Unidos, Maria Mitchell se dio a conocer por el descubrimiento de un cometa en 1847, pero también trabajó para la Oficina de elaboración de Almanaque Naval de EEUU calculando tablas para las posiciones de las posiciones astronómicas de Venus. Fue la primera mujer miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias en 1848 y de la American Association for the Advancement of Science em 1850.

Otras mujeres científicas notables durante este periodo incluyen a:[1]

Siglo XIX tardío

Europa

La última parte del siglo XIX vió un crecimiento en las oportunidades de educación para las mujeres. El interés de proveer a las niñas en una educación similar a aquella para los niños se instituyó en el Reino Unido, incluyendo las escuelas de el North London Collegiate School (1850), el Cheltenham Ladies' College (1853) y el Girls' Public Day School Trust ( desde 1872). La primera universidad británica para mujeres, el Girton College, Cambridge, fue fundado en 1869 y pronto fue seguido por otros: el Newnham College (1871) y el Somerville College, Oxford (1879).

La Guerra de Crimea (1854-6) contribuyó a estabilizar la Enfermería como profesión, haciendo de Florence Nightingale un nombre reconocido. Una suscripción pública permitió a Nightingale establecer una escuela de Enfermería en Londres en 1860, y otras escuelas siguiendo sus principios fueron establecidas a lo largo del Reino Unido.[8] Nightingale fue también pionera en temas de salud pública y estadística.

Elizabeth Garrett Anderson se convirtió en la primera mujer inglesa en obtener un título médico en 1865. Junto a Sophia Jex-Blake, a la estadounidense Elizabeth Blackwell y otras mujeres, Garret Anderson fundó la primera escuela médica inglesa para instruir a mujeres, la London School of Medicine for Women, en 1874. Por su parte, la colombiana Ana Galvis Hotz fue la primera mujer latinoamericana en obtener un título médico en 1877 en la Universidad de Berna en Suiza.[10]

Annie Scott Dill Maunder fue una pionera en la fotografía astrónoma, sobre todo en manchas solares. Graduada en matemáticas por el Girton College, Cambridge, fue contratada en 1890 para ser asistente de Edward Maunder, descubridor del Mínimo de Maunder y trabajador en el Real Observatorio de Greenwich. Trabajaron juntos en la observación de manchas solares y la mejora de las técnicas de la fotografía solar. Se casaron en 1895. Las habilidades de Annie para las matemáticas hizo posible el análisis de los datos que Maunder había coleccionado durante los años de trabajo en Greenwich. Ella también diseñó una pequeña y portátil cámara con objetivo gran angular con lentes 1,5 pultagas de diámetro. En 1898, el matrimonio viajó a la India, donde Annie tomó las primeras fotografías de la corona del sol durante un eclipse solar. Gracias al análisis de los archivos de Cambridge en manchas solares y tormentas magnéticas, pudieron mostrar que regiones específicas de la superficie del sol eran la fuente de tormentas magnéticas y que el sol no irradiaba su energía de manera uniforme en el espacio, como Lord Kelvin ha declarado[11]

Otras mujeres cintíficas notables de este perido incluyen a:[1] [12]

Estados Unidos

A finales del siglo XIX el surgimiento de los colegios de mujeres trajo consigo oportunidades de trabajo para las muejeres cintíficas y oportunidades para su educación. Los colegios de mujeres dieron lugar a un desproporcionado número de mujeres que realizaron un doctorado en ciencias. Muchos colegios y universidades empezaron también a admitir mujeres durante este periodo; en 1875 las instituciones que incluían mujeres eran únicamente algo más de 3000, mientras que en 1900 se contaban un mínimo de 20.000.[12]

Un ejemplo es Elizabeth Blackwell, quien fue la primera mujer en obtener un doctorado en Estados Unidos al doctorarse en el Geneva Medical College (Geneva, Nueva York en 1849.[13] Junto a su hermana Emily Blackwell y Marie Zakrzewska, Blackwell fundaría una escuela de Enfermería para mujeres en Nueva York en 1857, así como el primer colegio médico para mujeres en 1868, aportando tanto prácticas como experiencia clínica para las mujeres médicas. También publicó numerosos libros de educación médica para mujeres.

De 1900 a la Segunda Guerra Mundial

Europa

Marie Curie, la primera mujer en ganar un Premio Nobel en 1903 (en Física), también gana un segundo Nobel en 1911 (en Química), ambos por su trabajo en radiactividad.

Lise Meitner trabajó junto a Otto Hahn, con quien descubrió el protactinio (elemento químico de la tabla periódica) en 1918.

El Programa de Erlangen trató de identificar invariantes bajo un grupo de transformaciones. El 16 de julio de 1918, Felix Klein presenta un artículo ante una organización científica en Göttingen originalmente escrito por Emmy Noether, quien no estaba autorizada a presentar ella misma su artículo ante la organización. Concretamente, de acuerdo a lo que en física se conoce como el Teorema de Noether, el artículo identificaba las condiciones bajo las cuales el Grupo de Poincaré define leyes de conservación para relatividad general. El artículo de Noether fue clave para precisar las leyes de conservación.

Inge Lehmann, sismóloga danesa, fue la primera persona en sugerir que el Núcleo de la tierra debía ser sólido en 1936.

Mujeres como Margaret Fountaine continuaron contribuyendo en observaciones e ilustraciones en el campo de la botánica, así como en otros campos relacionados.

Estados Unidos

Gran número de mujeres se introdujeron en ciencia en 1900 ayudadas por los colegios de mujeres y las oportunidades brindadas por algunas de las nuevas universidades.[14]

Siguieron encontrando oportunidades en botánica y embriología. En psicología, las mujeres obtuvieron doctorados, pero fueron alentadas a especializarse en psicología infantil y de la educación, y a tomar trabajos en áreas del cuidado, como trabajos en hospitales y en asistencia social.

La Segunda Guerra Mundial trajo algunas nuevas oportunidades. La Office of Scientific Research and Development, bajo la dirección de Vannevar Bush, se inicia en 1941 con el objetivo de llevar un registro de los hombres y mujeres diplomados en ciencia. Muchas mujeres trabajaron en el Proyecto Manhattan o en proyectos científicos para los servicios militares estadounidenses. Algunas mujeres que trabajaron en el proyecto Manhattan son Leona Woods Marshall, Katharine Way y Chien-Shiung Wu.

Mujeres de otras disciplinas buscaron maneras de aplicar su experiencia en el esfuerzo de la guerra. Tres nutricionistas, Lydia J. Roberts, Hazel Stiebeling y Helen S. Mitchell desarrollarono el Consumo de Referencia Alimenticio en 1941 para ayudar a grupos de militares y civiles a crear planes de alimentación. Se probó su necesidad cuando la comida empezó a necesitar ser racionada.

Rachel Carson trabajó para el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos. En 1962 escribió el libro Primavera Silenciosa que advertía de los efectos perjudiciales de los pesticidas en el medio ambiente y culpaba a la industria química de la creciente contaminación.[15] El libro tuvo una enorme influencia, proporcionando unidad y fuerza a lo que hasta entonces era una conciencia incipiente y dispersa, ayudando a que se cristalizara el movimiento ecologista.

En la Marina de los Estados Unidos, mujeres científicas llevaron a cabo multitud de investigaciones. Mary Sears, estudiosa del placton investigó técnicas oceanográficas militares como cabeza de la Oficina Hidtrográfica de la Unidad de Ocenografía. Florence Van Straten, química, estudió los efectos del clima durante el combate militar. Grace Hopper, matemática, fue pionera en el mundo de la informática. Fue la primera programadora que utilizó el Mark I y entre las décadas de los 50s y 60s, propició la aplicación de los compiladores para el desarrollo de los lenguajes de programación y métodos de validación.

En 1925, Cecilia Payne-Gaposchkin fue la primera persona en lograr un Doctorado en el área de astronomía en la Universidad de Harvard con una tesis que establecía que las estrellas se componían básicamente de hidrógeno y helio, una las teorías fundamentales en la astrofísica de las estrellas.[16]


De la Segunda Guerra Mundial al presente

Nina Byers se percata de que antes de 1976 contribuciones fundamentales de mujeres a la física eran raramente conocidas. Las mujeres trabajaban sin remuneración u ocupando puestos de trabajo que no reconocían su nivel de conocimientos.

Irène Joliot-Curie también se destaca en química al sintetizar elementos radiactivos y gana al igual que su madre marie el premio nobel de química

Europa

Rosalind Franklin era experta en cristalografía y contribuyó a detallar las estructuras precisas del carbón, el grafito, el ADN y los virus. En 1953 el trabajo que realizó con el ADN permitió a Watson y Crick a concebir su modelo de estructura de ADN. Rosalind Franklin no pudo compartir el Premio Nobel con Crick, Watson y Wilkins debido a su muerte prematura.

En julio de 1967, Jocelyn Bell Burnell descubrió la primera radio púlsar por la que en 1974 fue concedido el Premio Nobel en Física a su supervisor, Anthony Hewish.

Estados Unidos

Los estudios de Barbara McClintock sobre la genética del maíz demostraron el fenómeno de la transposición genética durante los años cuarenta y cincuenta. En 1983, le fue adjudicado el Premio Nobel en Fisiología o Medicina como resultado de estos trabajos.

Sulamith Low Goldhaber y su marido Gerson Goldhaber formaron un equipo de investigación sobre el Kaón o mesón K y otras partículas físicas en los cincuenta.

El equipo de Deborah S. Jin en el "Joint Institute for Laboratory Astrophysics", en Boulder (Colorado), produjo en 2003 el primer condensado fermiónico, un nuevo estado de agregación de la materia.

Linda B. Buck es una neurobióloga quien en 2004 fue galardonada con el Premio Nobel en Fisiología o Medicina junto a Richard Axel por su trabajo común en receptores olfativos.

Posibles causas de la discriminación

En cuanto a las causas de la escasez de mujeres en el ámbito científico, estas son heterogéneas y variadas. Van desde el famoso “techo de cristal” hasta la falta de patrones femeninos sólidos. - Falta de seguridad a la hora de desarrollar la labor científica, normalmente poco potenciadas desde pequeñas. - La más conocida de todas, aunque como se observa, no la única: mayor responsabilidad en el cuidado de los hijos, el hogar y las personas mayores de la familia. Al dejar su labor de investigación o docencia, la vuelta al trabajo se convierte en una difícil tarea. El tiempo que permanecen alejadas del trabajo es también pérdida de tiempo y conocimiento de las últimas tecnologías y avances. - El famoso techo de cristal que se erige como barrera que impide a las mujeres ascender en su labor profesional y las condiciona en su vida laboral. Su carácter de invisibilidad viene dado por el hecho de que no existen leyes ni dispositivos sociales establecidos ni códigos visibles que impongan a las mujeres semejante limitación. Su preeminencia radica en que sus rasgos son difíciles de detectar y por tanto, de combatir. Muchas de las interpretaciones que los estudios internacionales atribuyen al techo de cristal subyace en una estructura y un pensamiento machista que se ha sedimentado a lo largo de los años como algo inconsciente. - Otro de los factores invisibles que emergen con fuerza es la ansiedad que provoca en la mujer el sentirse aclamada por sus cualidades físicas, cuando sin embargo, desempeña el mismo cargo que su compañero masculino. Se les exige un nivel de excelencia mayor al de los varones.

Estas son pues algunas de las causas que impiden a la mujer desarrollar su actividad profesional con la misma normalidad con que lo hacen los hombres. Pero no son todas, pues hay tantas causas como situaciones personales y mujeres que pretendan desarrollarse plenamente y no lo consigan por causas externas a su voluntad.

Una mirada a la situación actual

Según los datos publicados en julio de 2008 por el Instituto Nacional de Estadística sobre los Recursos Humanos en Ciencia y Tecnología,[17] el 54,2% de las personas que se han doctorado en las universidades españolas desde el año 1990 son varones. Este estudio también se adentra en los niveles de satisfacción del porcentaje femenino en el desarrollo de sus puestos. Uno de los puntos más polémicos concierne a su situación laboral. Las doctoras valoran positivamente aspectos como la localización, la estabilidad, el reto intelectual, el nivel de responsabilidad y la contribución a la sociedad. En cambio, los resultados reivindican unos niveles preocupantes en los beneficios económicos y en las oportunidades para promocionar.

Un 13'51% de las mujeres que se adentran en la vía doctoral con vistas a dedicarse a la investigación lo hacen en el mundo de las ciencias naturales y médicas. Este estudio del INE, perteneciente al documento ya citado, desvela que, a pesar de compartir esta opción preferente con el homólogo masculino, es menor el número de mujeres que llegan a doctorarse en él. Intantando arrojar luz sobre las posibles causas, Laura Hernández,[18] investigadora en Cádiz, opina que "la sensación que tenemos en general es que el mundo de la investigación es muy desconocido para la sociedad. Lo hemos hablado en muchas ocasiones entre las investigadoras del laboratorio. Creemos que se piensa que el sexismo es algo propio de otras profesiones. Se piensa que, como cuesta tanto trabajo académico llegar hasta aquí, una vez que se accede se está al margen de criterios sexistas y sólo priman los meritorios. Pero todo es mucho más complejo que eso. Y ni se habla del techo de cristal, ni del equilibrio entre la vida familiar y el trabajo, ni de que el sexismo no es sólo que no te den un puesto por ser mujer. También es obligarte a renunciar a tu vida por conseguir un sueño profesional".

Referencias

  1. a b c d 4000 años de mujeres en ciencia: listado por siglos (acedido el 17 de Mayo 2006)
  2. a b Feminist approaches to technology: Reframing the question
  3. JS Edwards (2002). «A Woman Is Wise: The Influence of Civic and Christian Humanism on the Education of Women in Northern Italy and England during the Renaissance». Ex Post Facto: Journal of the History Students at San Francisco State University XI. http://userwww.sfsu.edu/~epf/2002/edwards.html. 
  4. [Whaley, Leigh Ann. Women's History as Scientists. Santa Barbara, California: ABC-CLIO, INC, 2003.]
  5. Hildegard von Bingen (Sabina Flanagan)
  6. «Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Cuestión 92: "Sobre el origen de la mujer"». Consultado el 13 de julio de 2008.
  7. Modern History Sourcebook: Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762): Smallpox Vaccination in Turkey
  8. a b The Cambridge Illustrated History of Medicine, Porter R, ed., Cambridge University Press, 1996
  9. C.A.Farnham, The Education of the Southern Belle: Higher Education and Student Socialization in the Antebellum South, NYU Press, 1994, ISBN 0-8147-2615-1
  10. Primera mujer médica graduada en Hispanoamérica, Compumedicina, último acceso el 28/05/2011.
  11. Stuart Clark, The Sun Kings - The Unexpected Tragedy of Richard Carrington and the Tale of How Modern Astronomy Began, Princeton University Press, 2007, pp.140-146;154-162.
  12. a b Contributions of 20th Century Women to Physics
  13. Changing the Face of Medicine: Dr. Elizabeth Blackwell (NLM)
  14. Rossiter, Margaret (1982, ISBN 0-8018-2509-1 ISBN 0-8018-2443-5). Women Scientists in America: Struggles and Strategies to 1940. 
  15. Reseña del libro en New York Times 23 de septiembre de 1962.
  16. http://www-astronomy.mps.ohio-state.edu/~pogge/Ast162/Unit1/sptypes.html
  17. Instituto Nacional de Estadística. (2008) "Recursos Humanos en Ciencia y Tecnología".
  18. Hernández Ruiz, Laura.

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