Monte Albán

Monte Albán
Monte Albán
Estado de la cultura zapoteca
Monte Alban.jpg
Vista de la Plaza Central de Monte Albán
Datos generales
Otros nombres Danni Báa, Yucucúi
Ubicación 17°02′38″N 96°46′04″O / 17.04389, -96.76778Coordenadas: 17°02′38″N 96°46′04″O / 17.04389, -96.76778
Habitantes Zapotecos
Idioma Zapoteco
Fundación Preclásico Medio
Desaparición Final del Clásico
Administración
Correspondencia actual Oaxaca de Juárez
Bandera de México México
Sitio web

Monte Albán es un sitio arqueológico localizado a 10 km de la ciudad de Oaxaca de Juárez, capital del estado mexicano del mismo nombre. Monte Albán fue durante mucho tiempo la sede del poder dominante en la región de los Valles Centrales de Oaxaca, desde el declive de San José Mogote en el Preclásico Medio (1500-700 a. C.) hasta el ocaso de la ciudad, ocurrido alrededor del siglo IX. El nombre antiguo de esta ciudad fundada por los zapotecas a finales del Preclásico Tardío es objeto de discusiones. De acuerdo con algunas fuentes, el nombre original fue Dani Baá. Se sabe, en cambio, que los mixtecos conocieron la ciudad como Yucucúi (idioma mixteco: Yúcu-cúi, 'Cerro Verde' )?.

Como la gran mayoría de las grandes metrópolis mesoamericanas, Monte Albán fue una ciudad con una población pluriétnica. A lo largo de su historia, la ciudad mantuvo vínculos muy fuertes con otros pueblos de gran importancia en Mesoamérica, en especial con los teotihuacanos durante el Clásico Temprano. La ciudad fue abandonada por la élite y buena parte de su población al final de la Fase Xoo. Sin embargo, el recinto ceremonial que constituye el conjunto de la Zona Arqueológica de Monte Albán fue reutilizado por los mixtecos durante el Período Posclásico. Para esta época, el poder político del pueblo zapoteco se encontraba dividido entre varias ciudades-Estado, como Zaachila, Yagul, Lambityeco y Tehuantepec.

Aunque es probable que su existencia fuera conocida durante la época colonial, Monte Albán no es mencionada en las crónicas de la conquista o en los siglos posteriores, hasta principios del siglo XIX. Durante la primera mitad del siglo XX, el mexicano Alfonso Caso llevó a cabo una serie de excavaciones que lo llevaron a encontrar la Tumba 7, donde reposaba el mayor depósito de obras de orfebrería mesoamericana de oro que se haya descubierto hasta la fecha.

El conjunto de monumentos prehispánicos junto con el centro histórico de la ciudad de Oaxaca de Juárez, fueron inscritos en 1987 en el registro del programa Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Contenido

Medio físico

El centro ceremonial de Monte Albán se encuentra en la cima de un cerro solitario que se encuentra en el centro de los Valles Centrales de Oaxaca o valle de Oaxaca. Desde las alturas de Monte Albán se domina visualmente los tres brazos del valle de Oaxaca: al noroeste se encuentra el valle de Etla; a oriente, el valle de Tlacolula; y al sur, el de valle de Zimatlán-Ocotlán. Al parecer, la elección del emplazamiento de la plaza principal de la antigua ciudad zapoteca se debió a cuestiones de orden estratégico, pues su localización permitía una mejor defensa de la ciudad en caso de ataques militares. La mayor parte de la población radicaba en viviendas de materiales perecederos en las laderas del monte. En cambio, las élites política, militar y religiosa vivían en el interior del recinto ceremonial.

El valle de Oaxaca se caracteriza por su clima cálido y de lluvias moderadas. Sin embargo, la presencia del río Atoyac era garantía de una fuente de agua necesaria para el florecimiento de la agricultura —que fue la principal actividad económica de los mesoamericanos—, favorecida también por las características topográficas de la región, con aluviones amplios y suelos fértiles. Monte Albán era el centro político de esta región de gran importancia agrícola.[1] La morfología del cerro de Monte Albán fue adaptada para la construcción de la ciudad y la satisfacción de ciertas demandas propias de una población urbana. Por una parte, la Plaza Central requirió de una serie de intervenciones sucesivas que dieron como resultado una plataforma aplanada sobre la que se construyeron los edificios de la ciudad, aprovechando las canteras de las inmediaciones de los Valles Centrales. Por otra parte, en las laderas de la montaña, los habitantes construyeron terrazas con propósitos habitacionales y agrícolas, amén de pequeñas presas que permitían el almacenamiento de agua en la temporada de lluvias, que en la zona abarca el verano y el otoño e invierno.

Historia

Monumento 3 de San José Mogote.

Los Valles antes de la fundación de Monte Albán

El valle de Oaxaca presenta evidencia de ocupación humana que data por lo menos del décimo milenio antes de Cristo —dentro de la llamada Etapa Lítica de México—. El objeto más antiguo que se haya localizado en la región es una punta acanalada de lanza, encontrada en San Juan Guelavía, en el valle de Tlacolula. Posteriormente, el valle de Tlacolula fue también uno de los centros donde se empezaron a cultivar algunos de los productos agrícolas más importantes de la economía mesoamericana precolombina, como son el maíz, la calabaza y el frijol. Entre los sitios en los que se han encontrado evidencias de este proceso agrícola se encuentran la cueva de Guilá Naquitz y Gheo Shih.

Durante el Preclásico Medio, la región de los Valles Centrales comienza a recibir la influencia del estilo olmeca, al mismo tiempo en que se establecen algunas de las primeras aldeas sedentarias de la región, habitadas por grupos de habla zapotecana y principalmente agricultores. La mayor parte de las grandes aldeas agrícolas de Los Valles se desarrolló hacia el final del Preclásico Temprano (alrededor del siglo XVI a. C.), y entre ellas se encuentran Tierras Largas —que da su nombre a la fase arqueológica—, Hacienda Blanca y San José Mogote. Estas tres poblaciones, probablemente las mayores en la región durante esta época, se localizaban todas en el valle de Etla. Se supone que para esta época, la población de habla otomangueana[2] —relacionada con un tipo de cerámica de amplia distribución entre la Cuenca de México y la región central de Oaxaca— ya se encontraba distribuida en buena parte del centro de México.[3] San José Mogote destaca por su importancia, por mostrar señales de un proceso de urbanización favorecido por el incremento de la población y una base económica más amplia. Sin embargo, hacia el final de la Fase Rosario (alrededor del 500 a. C.), la naciente ciudad zapoteca fue abandonada por el 95% de su población, que presumiblemente participó en la fundación de Monte Albán.[4]

Inicios de Monte Albán

Una de las estelas conocidas como Danzantes, por las posiciones poco ortodoxas de los personajes representados.

Monte Albán inició su propia historia alrededor del siglo V a. C.. Hacia el final de la Fase Rosario, la primera ciudad de Los Valles declinó definitivamente en favor de Monte Albán. En el valle de Tlacolula, Dainzú permaneció como un centro de segunda importancia en el área. Para cuando se comenzó la construcción del centro administrativo de Monte Albán, Mogote y Dainzú ya contaban con edificios públicos monumentales. La relación entre estas tres grandes ciudades no es muy clara: pudieron ser ambiguas o francamente conflictivas. Algunas otras poblaciones de Los Valles parecen haber optado por un sistema de alianzas con la nueva élite de Monte Albán. Entre estas se encontraban Tomaltepec y Yagul. El hecho es que durante la segunda mitad de la Fase Monte Albán I (300-100 a. C., aproximadamente), la región debió enfrentar un clima de hostilidad derivado por el expansionismo militar de Monte Albán, tal como atestiguan las representaciones de personas sometidas —los llamados Danzantes—.[5]

Durante la Fase Monte Albán I y la primera parte de la Fase Monte Albán II, Monte Albán es el escenario de varias innovaciones importantes en el contexto mesoamericano. En contraste con otras regiones que durante el Preclásico Medio y Superior recibieron un importante aporte de la cultura olmeca, en los Valles Centrales la impronta de este estilo está asociada por un corto período con el desarrollo de San José Mogote, para luego dar lugar a un estilo artístico más o menos característico de la cultura zapoteca. Otro dato importante sobre el desarrollo formativo de Monte Albán es la creación de un sistema de escritura propio, cuyas evidencias más antiguas corresponden al siglo IV a. C.[6] La escritura zapoteca estaba asociada al registro de sucesos notables para la historia de la ciudad, por lo que implica el manejo de un calendario.[7] Durante la Fase I de la ciudad se comenzó el aplanamiento de la cumbre, así como la construcción de un muro defensivo en las laderas norte y oeste del cerro.

Florecimiento de Monte Albán

Monte Albán y Teotihuacan

Vista de Teotihuacan, la mayor metrópoli de Mesoamérica durante el Clásico. Esta ciudad mantenía fuertes relaciones con Monte Albán, como lo muestra la existencia de un barrio zapoteco en la ciudad.
Urna funeraria zapoteca (Fase Monte Albán III).

Durante la Fase Monte Albán II Temprana, la capital zapoteca tuvo una población de aproximadamente 17.200 habitantes,[8] que la convertían en una de las mayores ciudades de Mesoamérica. Para esta época, habían caído bajo su esfera de influencia, además de los Valles Centrales, la Cañada de Cuicatlán, algunas zonas de la Sierra de Juárez y de la costa oaxaqueña del Pacífico.[9] El creciente poderío de los zapotecos les permitió convertirse en un nodo importante del comercio mesoamericano, de modo que establecieron lazos de intercambio de bienes con regiones como la costa del Golfo de México y el valle de México, donde Teotihuacan se había convertido en la principal ciudad, tras el abandono de Cuicuilco a causa de la erupción del Xitle.

Las excavaciones arqueológicas en Teotihuacan ponen de manifiesto que en esa ciudad existía un barrio zapoteco hacia el final de la Fase II de Monte Albán. Parece probable que los zapotecos hayan participado en el florecimiendo de la metrópoli localizada en la ribera oriental del lago de Texcoco, debido a sus conocimientos arquitectónicos y científicos. El sistema de escritura teotihuacano, por ejemplo, recibió la influencia del que ya se empleaba en una parte importante del actual territorio de Oaxaca.[10] Durante este tiempo, Monte Albán continuó inmerso en un proceso expansionista como lo atestiguan las estelas de conquista del Edificio J, construido en esta etapa. Por otra parte, la cerámica zapoteca adquirió características muy particulares que la distinguieron de la producción alfarera de otras regiones de Mesoamérica. Al final de Monte Albán II, la ciudad se consolida como una de las principales ciudades de Mesoamérica.

Las relaciones entre Monte Albán y Teotihuacan se modificaron durante la Fase III-A (350-500 d. C.). Las consecuencias de esta transformación en el vínculo entre ambas ciudades se reflejaron en la suspensión de nuevas edificaciones durante esta época. La población del valle de Etla se contrajo en sus centros mayores, como San José Mogote y Cerro de la Campana; situación que se repitió en menor medida en el valle de Tlacolula. Por otra parte, la cerámica de Monte Albán comenzó a reflejar una fuerte influencia teotihuacana en su estilo. Incluso, se han encontrado piezas de cerámica que pudieron ser producidas en Teotihuacan y otras de manufactura local, aunque con un estilo totalmente teotihuacano. El fenómeno no es privativo de Monte Albán: se repitió en otros sitios del Clásico, especialmente en el área maya, donde Kaminaljuyú y la zona del Petén muestran evidencia arqueológica de la presencia de los teotihuacanos en aquellas regiones.[11] Las hipótesis más radicales sugerían que Monte Albán fue ocupada por los teotihuacanos durante la Fase III-A; sin embargo, en las interpretaciones más aceptadas, se sugiere que durante esta etapa de la historia de la ciudad, Monte Albán y Teotihuacan establecieron una alianza política y comercial.[12]

Monte Albán en la Fase Xoo

Vista del centro ceremonial de Monte Albán desde la Plataforma Sur. La mayor parte de los edificios que se pueden observar en la zona arqueológica, datan de la Fase Xoo o Monte Albán IIIB-IV.

La Fase Xoo corresponde al período comprendido entre la suspensión de los lazos políticos entre Teotihuacan y Monte Albán y la desocupación final de la ciudad zapoteca (500-800 d. C.). En efecto, por razones que aún son motivo de discusión, las dos ciudades rompieron relaciones hacia el inicio del siglo VI de la era cristiana. De acuerdo con ciertos estudios, el rompimiento del vínculo entre Monte Albán y Teotihuacan se debió al establecimiento de relaciones entre la ciudad zapoteca y Xochicalco, que fue una de las principales ciudades del Epiclásico del Centro de México.[13]

La ruptura entre Monte Albán y Teotihuacan permitió el resurgimiento de la cultura zapoteca en los Valles Centrales, como lo muestra el aumento de construcciones monumentales durante esta época —conocida también como Monte Albán IIIB-IV—, así como el acentuamiento de ciertos rasgos muy característicos de la cultura zapoteca. Entre estos rasgos, existe un resurgimiento de la cerámica propiamente zapoteca, ya asimilada la influencia teotihuacana. Por otra parte, en el campo de la religión, el culto a Pitao Cocijo[14] se vuelve uno de los más populares, lo que se deduce de las numerosas representaciones de esta divinidad encontradas en la zona arqueológica y otras partes de los Valles Centrales. El culto a los muertos se volvió particularmente importante, como lo muestra el gran número de tumbas construidas durante la primera parte de la Fase Xoo.[15]

Pero de la mano de este resurgimiento, otras ciudades de la región entraron en competencia con Monte Albán, que había perdido su monopolio político. A diferencia de lo ocurrido en las fases I y II, durante el período Xoo el ejercicio del poder en Los Valles fue resultado de las alianzas políticas entre distintos centros de población, ya no de las conquistas militares. De acuerdo con Winter (1997), en el valle de Etla surgió una unidad política de la alianza entre Cerro de la Campana y Tlaltenango; en el valle de Zimatlán-Ocotlán, Jalieza se convirtió en la jefatura de otra confederación; y en el valle de Tlacolula surgió otra unidad que probablemente integraba a Dainzú-Macuilxóchitl, Lambityeco, Yagul y Mitla. Estas últimas localidades se encontraban defendidas por murallas, lo que parece indicar que marcaban la frontera de los zapotecos de Los Valles y otros pueblos.

Colapso de la ciudad

Cráneo recubierto de turquesa (Tumba 7 de Monte Albán, Fase Monte Albán V, cultura mixteca). Forma parte del acervo del Museo Regional de Oaxaca.

Al final de la Fase Xoo (siglo VIII) las obras públicas en Monte Albán se detuvieron. Los edificios del centro ceremonial ya no fueron remozados nuevamente, lo que es indicador del abandono de la ciudad por parte de la élite gobernante. Al mismo tiempo, la ciudad perdía su población, en favor de otras localidades cercanas, ubicadas en el valle, pero en las inmediaciones de la antigua ciudad. El colapso de Monte Albán ocurrió algo más tarde que el de Teotihuacan, aunque existe la probabilidad de que la inestabilidad política en Mesoamérica, derivada del vacío de poder dejado por la ciudad de la Cuenca de México, hayan contribuido al declive de los principales centros urbanos entre los siglo VIII y IX de la era cristiana.

Monte Albán fue abandonada definitivamente en tanto núcleo de población durante esta época, aunque fue reutilizada por los habitantes zapotecos del valle con fines rituales. Durante el Posclásico Temprano, el expansionismo de los mixtecos pone a varias poblaciones de Los Valles bajo la influencia de ese pueblo montañés. Esto se refleja en la evidencia arqueológica de ciudades como Zaachila, Cuilapan y Mitla. En este contexto se ha datado el Tesoro de la Tumba 7, entierro precolombino que destaca por las numerosas piezas de orfebrería de oro de estilo mixteco que se encontraron en el interior de esa antigua tumba reutilizada siglos después.

Cronología comparativa

Exploraciones arqueológicas

Visible como es desde el centro del valle de Oaxaca, la zona arqueológica de Monte Albán atrajo visitantes y exploradores desde la época del virreinato de Nueva España. No se ha encontrado referencia a esta ciudad en textos de los siglos XVI al XVIII, pero no parece probable que la ciudad haya permanecido completamente olvidada hasta el siglo XIX. A principios del siglo XIX (1801), Guillermo Dupaix realizó una serie de investigaciones en la zona como parte de un encargo de la Corona española para la creación de un inventario de antigüedades indígenas en Nueva España. En 1859, J. M. García publicó una descripción del conjunto monumental, que fueron complementadas por la de Bandelier en los años 1890.

La primera investigación intensiva en el sitio corrió a cargo del mexicano Leopoldo Batres —que también realizó excavaciones en Teotihuacan— en 1902, que era por aquel tiempo el titular de la Inspección General de Monumentos del gobierno mexicano de Porfirio Díaz.[16] Sin embargo, de mayor relevancia por los hallazgos realizados en el lugar fueron las excavaciones dirigidas por Alfonso Caso Andrade en 1931 y 1939, estas últimas en compañía de Ignacio Bernal y Jorge Acosta. En la segunda temporada, los arqueólogos realizaron investigaciones en el conjunto monumental de Monte Albán, lo que permitió rescatar y restaurar la mayor parte de los edificios que constituyen la zona abierta al público. Gracias a las exploraciones de Caso y sus compañeros, fue descubierto un gran número de edificaciones habitacionales, cívico-administrativas y religiosas; amén de numerosas tumbas, entre ellas las célebres tumbas 7, 104, 105, y 107. Como resultado de los hallazgos de Monte Albán, Caso y sus compañeros establecieron la primera cronología para la historia precolombina de la ciudad,[17] desde su fundación alrededor del año 500 a. C. hasta el fin del Posclásico mesoamericano en 1521. Esta cronología es la misma que se emplea en la mayoría de los textos arqueológicos sobre la ciudad hasta la actualidad, con ligeros cambios de nomenclatura.

La investigación de los periodos precedentes a la fundación de Monte Albán son un asunto de gran interés para el Proyecto de Prehistoria y Ecología Humana de la Universidad de Míchigan, iniciado por Kent Flannery en las postrimerías de la década de 1960. Durante las dos décadas siguientes a su creación, el proyecto ha documentado el desarrollo de la complejidad socio-política en el valle, desde el período Arcaico (aproximadamente 8000-2000 a. C.) hasta la Fase Rosario (700-500 a. C.), que es el período inmediatamente anterior al nacimiento de Monte Albán. Las investigaciones de Flannery han permitido completar la secuencia cronológica de Los Valles, lo que a su vez ha permitido una mejor comprensión de los procesos sociales que llevaron a la fundación de Monte Albán. En ese sentido, uno de los mayores aportes de este arqueólogo resultantes de sus investigaciones en Oaxaca ha sido la realización de excavaciones intensivas en San José Mogote, centro protourbano del valle de Etla, anterior a la fundación de Monte Albán. Las investigaciones fueron realizadas también con el apoyo de la Universidad de Michigan, en compañía de Joyce Marcus.[18]

Mayores luces sobre la historia de Monte Albán fueron resultado de los trabajos del Proyecto Patrones de Asentamiento Prehistórico en los Valles Centrales de Oaxaca, iniciado por Richard Blanton y varios arqueólogos más en la década de 1970. Gracias al intensivo mapeo realizado por este equipo se ha podido conocer la extensión y tamaño de la ciudad, más allá del área monumental explorada por Caso y sus compañeros.[19] En posteriores temporadas del mismo proyecto —realizadas bajo la dirección de Blanton, Gary Feinman, Steve Kowalewski, Linda Nicholas y otros— la cobertura de las investigaciones se extendió prácticamente al resto de Los Valles. El resultado de estos trabajos han proporcionado una idea muy completa de los cambios en los patrones de asentamiento desde la prehistoria hasta la llegada de los españoles.[20]

En 1958, se realizaron investigaciones en donde, se descubrieron unos cuantos restos de pintura mural en el interior del Montículo B y en el exterior de los montículos e y H, lo que sugirieron que los edificios estuvieron pintados de rojo, aunque en los trabajos realizados últimamente también se encontró verde, amarillo y blanco. Durante las 18 temporadas de campo realizadas por Alfonso Caso se descubrieron más de 170 tumbas, y junto con ellas, importantes vestigios de pintura mural. Las pinturas mejor conservadas se encuentran en las tumbas 72, 103, 104, 105, 112, 125 y 160, reportadas por Caso en 1938 y 1965, y estudiadas por Miller en 1988. Desde 1990 el proyecto La pintura mural prehispánica en México del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, se dedica al registro y estudio de los murales precolombinos, como los de Monte Albán, donde, miembros del proyecto, han realizado descripciones detalladas de la pintura mural existente en estas tumbas.

Zona arqueológica

Centro histórico de Oaxaca y sitio arqueológico de Monte Albán
UNESCO logo.svg Welterbe.svg
Nombre descrito en la Lista del Patrimonio de la Humanidad.
Plano de Monte Albán.svg
Mapa de Monte Albán.
Coordenadas 17°3′43″N 96°43′18″O / 17.06194, -96.72167
País Bandera de México México
Tipo Cultural
Criterios i, ii, iii, iv
N.° identificación 415
Región Latinoamérica y Caribe
Año de inscripción 1987 (XI Sesión)

La Zona Arqueológica de Monte Albán se encuentra a una decena de kilómetros de la capital del estado de Oaxaca. Es administrada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y se encuentra abierta al público, con horario de 8:00 a 17:00 horas, de lunes a domingo. Para acceder a la zona de monumentos prehispánicos existe un camino pavimentado desde la ciudad de Oaxaca hasta la entrada del Museo del Sitio, que además cuenta con servicio de cafetería y tienda de artesanías. La mayor parte de los edificios que pueden ser visitados, fueron restaurados durante la serie de excavaciones realizadas por Alfonso Caso y sus compañeros, entre 1931 y 1948. En tiempos posteriores, se han realizado otros trabajos de restauración en la zona, como los realizados por Arturo Oliveros en la década de 1990.[21]

Características arquitectónicas

Edificio L de Monte Albán, donde se observa el estilo clásico de esta ciudad: plataformas compuestas por módulos superpuestos de talud-tablero de doble escapulario.

Como en otras partes de Mesoamérica, los restos de las edificaciones precolombinas de Monte Albán son en su mayoría los restos de las plataformas piramidales que sostuvieron las edificaciones dedicadas al culto religioso, a la administración pública o los restos de conjuntos habitacionales dedicados a los estratos dominantes de la sociedad. Sin embargo, gracias a los trabajos de mapeo del cerro, también se ha podido conocer la organización de los barrios habitacionales de la ciudad. Mientras el conjunto monumental se organiza en torno a la plaza central, las habitaciones de los estratos sociales más bajos se localizaban en terrazas construidas ex profeso. Este patrón de asentamiento es bastante característico de las sociedades mesoamericanas precolombinas del Clásico (ss. II-VIII/IX d. C.), como lo demuestra la disposición urbana de Teotihuacan, Palenque o Tikal, que se cuentan entre las mayores de aquel tiempo.

La arquitectura monumental de Monte Albán recibió la influencia de los primeros centros urbanos de los Valles Centrales de Oaxaca, como San José Mogote y Dainzú. Especialmente San José Mogote poseía una plaza central en torno a la cual se organizaban las plataformas sobre las que se construyeron los edificios públicos de ese centro protourbano. Pero, de acuerdo con la reconstrucción realizada por Marcus y Flannery (1996), las plataformas de Mogote estaban constituidas por un solo cuerpo. En contraste, algunas de las construcciones rescatadas en la zona arqueológica de Monte Albán constan de dos o más cuerpos superpuestos. Este rasgo arquitectónico es resultado de la influencia de Teotihuacan sobre la capital zapoteca. En Monte Albán, la técnica de construcción de talud-tablero[22] fue adaptada por los zapotecos, dando lugar al estilo clásico de esta ciudad, con taludes amplificados, rematados por pequeños tableros de doble escapulario.[23]

En comparación con otros núcleos urbanos de la Mesoamérica precolombina, las edificaciones de Monte Albán poseen alzados bastante más modestos, incluida la Plataforma Sur, que es la plataforma más alta del centro ceremonial. La preferencia por las edificaciones bajas con fuertes taludes parece haber sido condicionada por la alta sismicidad de los Valles Centrales de Oaxaca. De hecho, algunos de los edificios de la ciudad fueron destruidos por terremotos hacia el final de la Fase Xoo, cuando el poderío de Monte Albán estaba en proceso de disolución.

Plaza Central

Vista de la Plaza Central desde la Plataforma Sur.

La Plaza Central de Monte Albán se comenzó a construir durante la Fase Monte Albán I, aunque probablemente las obras no fueron concluidas hasta el siguiente período. La plaza se encuentra sobre la cumbre del cerro de Monte Albán, a 400 metros sobre el nivel del valle. Tiene una forma casi rectangular, con dimensiones de aproximadamente 200 metros de ancho por 300 de largo. El eje de la plaza está ligeramente desviado hacia el noreste. Este espacio arquitectónico constituyó el corazón urbanístico de Monte Albán, y en torno a él se encontraban las principales edificaciones de la ciudad. Si se tiene en cuenta que los mesoamericanos precolombinos no poseían máquinas, animales de carga ni herramientas de hierro, el aplanado de la cumbre de Monte Albán sólo pudo ser realizado por una sociedad con un poder altamente centralizado, cuya organización fue necesariamente anterior al inicio de las obras urbanísticas de la ciudad.

Plataforma Sur

Como su nombre lo indica, la Plataforma Sur ocupa el extremo sur de la Plaza Central de Monte Albán. Se trata de la más alta de las construcciones de la ciudad, con cuarenta metros de altura. Tiene una planta aproximadamente cuadrangular, de 140 metros por lado. Esta edificación de dos cuerpos fue construida durante el período de apogeo de Monte Albán (Fases Monte Albán IIIA y IIB-IV). En la parte inferior del edificio se encuentran unas estelas con glifos propios de la escritura zapoteca precolombina, que fue una de las primeras en aparecer en Mesoamérica. En la parte superior de la plataforma, a la que el público visitante puede acceder por una escalinata desde el costado norte de la construcción, se encuentran dos pequeños montículos, que tenían funciones ceremoniales.

Juego de Pelota Grande

Juego de pelota de Monte Albán.

Como la mayoría de las construcciones prehispánicas, la zona arqueológica de Monte Albán cuenta con un centro ceremonial de juego de pelota, el cual se encuentra localizado al norte de la plataforma oriente. Este recinto también dedicada al juego de pelota muy cercana a la Tumba 105, que se conoce como Juego de Pelota Chico. En algún momento los muros de esta edificación estuvieron cubiertos por estuco, como lo han demostrado las excavaciones realizadas en ese lugar. Las dimensiones del juego de pelota son de aproximadamente 25 m de largo y de 7 por 22 m en los extremos conocidos como cabezales. La longitud interior incluyendo los cabezales en su totalidad es de aproximadamente nto es conocido como Juego de Pelota Grande a diferencia de otra construcción 40 m.

Plaza de los Danzantes y Edificio L

Estelas de los Danzantes, en la Plaza de los Danzantes, junto al Edificio L.

El Edificio L o de los Danzantes es uno de los más antiguos de la ciudad de Monte Albán. Fue construido durante la Fase Monte Albán I, justo en el tiempo en que la ciudad comenzaba su primer proceso expansionista en Los Valles. La característica más llamativa de este edificio es que se encuentra recubierto de numerosas estelas en las que se encuentran representaciones de personajes acompañados de glifos calendáricos y antroponímicos. Las estelas son conocidas como Los Danzantes debido a que los personajes que aparecen representados en ellas se encuentran en posiciones excéntricas, sobre todo en comparación con otras representaciones humanas producidas por los zapotecos. Ahora se sabe que estas estelas conmemoran las victorias militares de Monte Albán sobre otras ciudades, y que las posiciones de los personajes son propias con las que se representaba a los cautivos, lo que se deduce de la mutilación genital representada en las estelas. Se ha asociado el estilo de los monumentos con la influencia de la cultura olmeca en el área y además se trata de un tipo de monumentos que se han encontrado también en otros sitios preclásicos de Los Valles como San José Mogote y Dainzú. Varios de los monolitos tallados se encuentran en torno al Edificio L, por lo que la plazuela asociada a esta estructura es conocida como Plaza de los Danzantes.

Estelas

Existen varias estelas en Monte Albán que contienen sobre su superficie exclusivamente texto escrito, en forma de jeroglíficos, los cuales no tienen figuras animales ni humanas representadas. Estas estelas se encuentran ubicadas fuera de los edificios y conmemoran sucesos importantes para la historia de la ciudad. Los jeroglíficos corresponden básicamente al calendario, del que se han podido deducir los signos representantes de los días, meses y el año. Muchos de los jeroglíficos esculpidos representan números, los cuales permiten demostrar que los habitantes de la región ya poseían un gran conocimiento matemático y astronómico del cual se conoce muy poco. Una de las estelas, la mayor de Monte Albán, mide aproximadamente seis metros de altura y está orientada astronómicamente, alineada perfectamente en dirección norte con la Estrella Polar.

Notas

  1. En el valle de Tlacolula, brazo oriental del valle de Oaxaca, ella se han encontrado algunos de los indicios más antiguos de agricultura en Mesoamérica, procedentes de Guilá Naquitz.
  2. Entre las lenguas de la familia otomangueana se encuentran el zapoteco, el mixteco y el idioma otomí.
  3. Winter, 1997: 6.
  4. Marcus y Flannery, 2004.
  5. Los Danzantes son un conjunto de estelas que recubren uno de los edificios más antiguos del centro ceremonial de Monte Albán. Representan hombres desnudos en posiciones caprichosas. En la región genital, todos los relieves tienen una figura estilizada que sustituye al miembro viril, por lo que se supone que los personajes fueron castrados tras ser vencidos por los señores de Monte Albán. Las estelas están acompañadas de jeroglíficos y fechas.
  6. Urcid Serrano, 1997: 43.
  7. Como otros pueblos de Mesoamérica, los zapotecos de Monte Albán manejaban dos calendarios: uno solar de 365 días y otro ritual de 260 días.
  8. Marcus y Flannery, 1996: 139
  9. Balkansky 2002; Spencer 1982; Redmond 1983; Feinman and Nicholas 1990.
  10. Urcid Serrano, 1997.
  11. López Austin y López Luján: 2001.
  12. Winter, 1997: 13.
  13. Beyer, 1993: 37.
  14. Pitao Cocijo fue la divinidad de la lluvia de los zapotecos precolombinos. Comparte varios rasgos iconográficos con sus pares de otras sociedades de Mesoamérica, como el dios Dzahui de los mixtecos, el Tláloc teotihuacano y el Chaac maya.
  15. Miller: 1989.
  16. Cfr. Batres, 1902.
  17. Cfr. Caso, Bernal y Acosta, 1967.
  18. Flannery y Marcus, 1983; Marcus y Flannery, 1996.
  19. Blanton 1978
  20. Blanton et al. 1982; Kowalewski et al. 1989.
  21. Oliveros, 1994: 51-53.
  22. Talud-tablero designa un rasgo arquitectónico característico de Mesoamérica cuyo origen se ubica en la arquitectura clásica teotihuacana. Se trata de módulos superpuestos que constan de una base inclinada, llamada talud, coronada por un frontón perpendicular al piso, llamado tablero.
  23. Doble escapulario es un término que refiere al tipo de cornisa empleado en la decoración de los tableros de Monte Albán. Se trata de una doble moldura que corona, perpendicularmente con respecto a la superficie de la tierra, el talud de las plataformas de la ciudad. Esta característica se repetirá en construcciones de localidades más tardías en los Valles de Oaxaca, como Mitla, Yagul y Lambityeco.

Referencias

  • Batres, Leopoldo (1902) Exploraciones en Monte Albán. Casa Editorial Gante, México
  • Beyer, Bernd Fahmel (1993): "El empleo de una brújula en el diseño de los espacios arquitectónicos en Monte Albán, Oaxaca, México: 400 a.C-830 d.C", en Revista Española de Antropología Americana, 23: 29-40.
  • Blanton, Richard E. (1978) Monte Albán: Settlement Patterns at the Ancient Zapotec Capital. Academic Press, New York.
  • Caso, Alfonso, Ignacio Bernal y Jorge Acosta (1967): La cerámica de Monte Albán. Memorias del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 13, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.
  • Flannery, Kent V., y Joyce Marcus (eds., 1983): The Cloud People: Divergent Evolution of the zapotec and Mixtec Civilizations, Academic Press, Nueva York.
  • González Licón, Ernesto (1992): Tres mil años de civilización precolombina: Zapotecas y mixtecas, Sociedad Estatal Quinto Centenario--Lunwerg, Barcelona.
  • ---- (2006): "El proceso de urbanización prehispánica en el Valle de Oaxaca", en Arqueoweb, Universidad Complutense de Madrid.
  • López Austin, Alfredo y Leonardo López Luján (2001): El pasado indígena, El Colegio de México - Fondo de Cultura Económica.
  • Marcus, Joyce y Kent V. Flannery (1996): Zapotec Civilization: How Urban Society Evolved in Mexico's Oaxaca Valley, Thames and Houston, Londres.
  • ---- (2004): "El Fechamiento por Radiocarbono de Edificios Públicos y de Rasgos Rituales en el Antiguo Valle de Oaxaca", reporte de investigación arqueológica presentado a la Fundación para el Avance de los Estudios Mesomericanos (FAMSI), consultado el 20 de julio de 2007.
  • Miller, Arthur G. (1995): The Painted Tombs of Oaxaca, Mexico. Living with the Death, Cambridge University Press.
  • Urcid Serrano, Javier (1997): "La escritura zapoteca prehispánica", en Arqueología Mexicana, 26: 42-53, México.
  • Winter, Marcus (1997): "La arqueología de los Valles Centrales de Oaxaca", en Arqueología mexicana, 26: 6-15, México.

Véase también

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