Miquel Mai

Miquel Mai

Miquel Mai

Miquel Mai (? - Madrid, 1546) fue un político, erasmista y mecenas catalán de la primera mitad del siglo XVI. Sus vinculaciones políticas en la corte del emperador Carlos V, su importante embajada romana ante el papa Clemente VII, su relación de amistad y de intermediario con Francisco de los Cobos, sus visitas ante la nobleza italiana como su probada presencia en la villa Virgiliana de los Gonzaga, su conexiones con el ambiente universitario y las lecturas en clave erasmista, nos construyen la complejidad de un personaje culto del Renacimiento. Su fascinación por Italia era muy destacable, como dejaba claro su biblioteca, pero esta fiebre creció con su estancia en Roma, donde aprovechó la ocasión para comprar diferentes bloques marmóreos a los escultores del entorno papal, que después dejó en su casa de Barcelona.

Contenido

Trayectoria como político

Miquel Mai Rovira era hijo del matrimonio formado por Joan Mai e Isabel Rovira. Su padre fue regente de la Cancillería del rey Fernando el Católico y, su bisabuelo, natural de Tremp (Lleida), fue maestro en medicina. Sus hermanos varones, Climent y Joan, se dedicaron a la carrera eclesiástica, llegando a los cargos de abades de los monasterios de Ripoll y Sant Benet de Bages, respectivamente. Su hermana Isabel se casó con el noble Bernat Galceran de Pinós y de Fenollet. No sabemos la fecha exacta del nacimiento de Miquel Mai, pero se documenta desde 1512, ya ocupando un cargo de responsabilidad, hasta su muerte, acaecida 34 años después, el 1546. Habitualmente aparece citado como “micer May”, pues era tenía los estudios de doctorado en derecho. Estaba casado con Elionor de Setantí, con la cual no tuvo descendencia, aspecto importante a la hora del reparto de sus bienes muebles e inmuebles. Su escudo heráldico eran las cabezas de tres musulmanes. Mai fue uno de los políticos catalanes más reconocidos de su época. Existe una primera noticia de 1503, no demasiado creíble, ya que aparece como jefe de una las galeras que participaban en el sitio de Gaeta. El año 1512 lo encontramos como regente de la Cancillería en el Consejo de Aragón, cuando realiza un testamento antes de irse a Cerdeña junto al rey Fernando el Católico. Algunos autores han afirmado que en realidad era regente de la cancillería de Cerdeña, pero esto es imposible, pues, según Arrieta, al menos entre 1494 y 1624 no existen cancillerías en los reinos insulares de Mallorca y Cerdeña. El regente de la Cancillería era el asesor inmediato del Príncipe en ausencia del vicecanciller, por lo cual es lógico que Mai aparezca entre 24 de junio de 1516 y 13 de marzo de 1520 como asesor del Gobernador de Cataluña, que entonces era Pere de Cardona y Enríquez, hijo del duque de Cardona. Arrieta advierte que los regentes de la Cancillería tenían el requisito de ser letrados, pero también un nivel y garantía demostrada por experiencia anterior en la Audiencia, frecuentemente con antecedentes familiares en cargos iguales o similares, como era este caso. Después de la muerte de Fernando el Católico fue uno de los colaboradores más directos de Carlos V, según Foronda, la confirmación en el cargo de regente se notifica en un despacho recibido el 30 de abril de 1519. Este hecho coincide con la estancia de 11 meses del emperador en Barcelona, entre 15 de febrero de 1519 y 23 de enero de 1520, donde celebra unas cortes, una reunión de la orden del toisón de oro, los funerales de su abuelo Maximiliano de Habsburgo, y conoce su elección como emperador. Después de esta parada, Mai siguió a Carlos V en sus viajes por toda Europa: entre 26 de febrero y 13 de marzo de 1520 está en Barcelona, el 12 de septiembre de 1520 en Bruselas, el 23 de octubre de 1520 en Aquisgrán (donde el emperador es coronado y nombra a Mai caballero), entre el 19 de enero y el 22 de marzo de 1521 en Worms, el 8 de octubre de 1521 en Mons; el 26 de noviembre de 1521 en Audernarde, entre el 11 de septiembre y el 28 de noviembre de 1522 en Valladolid, entre el 26 de julio de 1525 y 26 de enero de 1526 en Toledo, el 30 de agosto de 1526 en Granada. El emperador quería enviar Mai a Inglaterra, para tratar el asunto del divorcio de Enrique VIII y Catalina de Aragón. Pero, finalmente, fue a parar a Roma, donde desarrolló la responsabilidad de embajador de la corona con la Santa Sede entre 1528 y 1533, al lado del Papa Clemente VII. Su nombramiento fue hacia el mes de septiembre, según carta del humanista Pere Joan Oliver a Alfonso Valdés, fechada el 15 de septiembre de 1528, este escribía: “Doy parabien á nuestro Mayo por tan honorífica Embajada. Es un sugeto bueno é instruido, por cuyos títulos digno era de tal cargo. ¡Ojalá le salga tan á medida de su deseo!”; y en otra carta del bibliotecario Vicenç Navarra al propio Valdés (28 de octubre de 1528), se disponía a emprender viaje hacia la Ciudad Eterna. Mai tuvo que negociar la llamada Paz de Barcelona, firmada el 29 de junio de 1529 por Carlos V y el obispo Girolamo Bencucci, en nombre del papa Clemente VII, con la cual el papado se reconciliaba después de formar la Liga de Cognac en 1526, que culminó con el saqueo de Roma de 1527. El emperador restituyó Rávena, Reggio Emilia, Módica, Cervio y Rubiera al Papa, a cambio este le reconocía el reino de Nápoles y le prometió coronarlo emperador del Sacro Imperio (Bolonia, en febrero de 1530), además prometía convocar un concilio ecuménico para poner fin al cisma (pero la celebración de la dieta de Augsburgo, entre junio y septiembre de 1530, lo retrasó hasta la convocatoria de Trento, en 1545), y, finalmente, ambos se comprometían a una alianza militar contra el imperio turco (campaña de Túnez en 1535). Mai tuvo que acompañar a Clemente VII en la dicha coronación imperial, y el Papa salió de Roma el 7 de octubre de 1529 y llegó a Bolonia el 24 del mismo mes (la entrada solemne de Carlos V se dio días después, el 5 de noviembre). La estancia conjunta del emperador y el papa, con sus respectivas entrevistas, se alargó casi 5 meses, hasta el 22 de marzo de 1530 (a doble coronación ocurrió el 22 y el 24 de febrero, primero con la corona de Lombardia y luego con la de Alemania). El papa regresó a Roma, supuestamente acompañado por Mai, el 12 de abril de 1530. Mai también intervino, junto a Nicolas Perrenot, en que Carlos V hiciera público un edicto restrictivo en la Dieta de Augsburgo, que fue contestado por los protestantes con la Liga de Esmalcalda (1531). Coincidiendo con una renovación del personal dirigente y de la orientación política en la corte imperial, Mai es substituido como embajador en Roma por el conde de Cifuentes. Ya en 1530 el dominico intransigente, fray García de Loaysa, fue enviado a Roma para complementar su labor. ¿Cuándo se produjo el relevo? Siguiendo los textos de Batllori, se ha comentado que se realizó en 1531, pero en agosto de 1532 el virrey de Nápoles, Pedro de Toledo, criticaba al “embajador” Mai por no tramitar con urgencia la ayuda para los gastos de la guerra; y en octubre de 1532 aún permanece en la ciudad eterna cuando escribe al secretario imperial Francisco de los Cobos sobre el erasmista Juan Valdés. Miquel Mai consta en Bolonia entre el 10 y el 24 de febrero de 1533, seguramente acompañando al emperador, quien permanece en la ciudad italiana entre el 13 de diciembre de 1532 y el 28 de febrero de 1533. En Bolonia, según el privilegio otorgado por Carlos V el 26 de febrero de 1533, se designaba a Mai como vicecanciller del Consejo de Aragón; cargo que juró dos meses después en Barcelona, el 26 de abril de 1533. A lo largo de estos años de gestión gubernativa, lo encontramos documentado por todas partes de Europa y también en el norte de África: el 25 de marzo de 1533 estaba en Alejandría, entre el 26 de abril y el 28 de agosto de 1533 está en Barcelona (coincide con las fiebres que tuvo Isabel de Portugal en el mes de junio y que posteriormente dieron lugar a la construcción de un retablo en Montserrat por Damián Forment como exvoto), entre el 20 de octubre y 26 de diciembre de 1533 en Monzón, el 7 de marzo de 1534 en Toledo, el 10 de septiembre de 1534 en Valencia, entre el 11 de diciembre de 1534 y el 28 de febrero de 1535 en Madrid, el 18 de marzo de 1535 en Zaragoza, entre el 21 de marzo y el 31 de mayo de 1535 en Barcelona, y el 25 de julio de 1535 está en Túnez. La expedición del emperador hacia Túnez parte de Barcelona el 1 de junio de 1535, y unos días antes, el 29 de mayo Mai realiza un instrumento notarial donde afirma ser doctor en jurisprudencia, consejero, vicecanciller, caballero del emperador, y, además, afirma que estaba “Barchinone populatus”; también reconoce a su mujer, Elionor, como administradora y procuradora de su casa, de todos sus bienes y dineros. También sabemos que camino a Túnez, en Cagliari, Mai realizó su segundo testamento. Es de suponer se seguiría la expedición de Carlos V, la cual recala por diversas ciudades de Italia entre el 20 de agosto de 1535 y el 6 de mayo de 1536, pasando por Trápani, Palermo, Mesina, Nápoles, Roma, Florencia y Lucca. Ya en la península, lo documentamos a partir del 4 de diciembre de 1536 en Monzón, el 6 de diciembre de 1536 en Barcelona, entre el 11 de septiembre y 13 de noviembre de 1537 en Monzón, el 26 de septiembre de 1538 en Barcelona, entre 30 de diciembre de 1538 y 26 de junio de 1539 en Toledo, entre el 10 de agosto de 1539 y 30 de agosto de 1541 en Madrid, entre el 13 de mayo y 26 de julio de 1542 en Monzón, entre 28 de noviembre de 1542 en Barcelona y 8 de agosto de 1543. El “retiro” de Mai a Barcelona entre 1542-1543, después de las cortes de Monzón, coincide la entrada del príncipe Felipe (futuro Felipe II) como gobernador de la Corona de Aragón, quien se pone al frente del Consejo de Aragón. Destacable es la carta que el emperador envía a su hijo el 6 de mayo de 1543, en la cual le informa de las cualidades y defectos de sus principales ministros. Sobre Mai escribe que estaba bajo la influecia de Francisco de los Cobos, y puntualiza que “yo quisiera que el vicecancelyer quedara en su casa por su dolencia, pereza y floxedad; temo que no lo podré acabar con él”, comentado una posible sustitución. Queda clara la voluntad de Carlos V por apartar a Mai, y que este último estaba pasando por un mal momento de salud, que se concretó con el testamento que realizó en el mismo 1543, que incluía un inventario de objetos de su casa. En este momento se documenta una dura respuesta de Mai a Alonso Rábago, proveedor de galeras en Barcelona, que este contó a su amigo De los Cobos: “Yo decía al vicecanciller en sustancia delante de cinco o seis del Consejo, que a causas nuevas eran menester Remedios nuevos y no constituciones viejas. Que quando se hizieron no estaban aliados el turco y el rey de Francia contra el rey de Aragón como agora. Respondiome entre otras pachochadas que, un día, hablando mosén Berbera con el gran canciller que le dezia de estas cosas, dixo Berbera al canceller: “señor en esta tierra tan bien entenderemos la lengua francesa como la castellana”, queriendo el vicecanciller aplicar lo mismo a lo que yo dezia. Queriendo dezir tanto nos da ser del rey de Francia como del de Castilla”. A pesar de todo, mantuvo el cargo hasta su muerte, acaecida en Madrid el mes de junio de 1546; fue asistido por Antonio Araoz, jesuita y sobrino de Íñigo López de Recalde (canonizado el 1622, y más conocido como san Ignacio de Loyola).

Erasmismo

Los estudios en derecho de Miquel Mai le facilitaron, conjuntamente con la experiencia familiar, la actividad en el campo de la política. Posiblemente su formación también lo hizo decantar hacia el ideario erasmista, sobre todo desde el momento en que tuvo la posibilidad de relacionarse con el mundo italiano. El pensamiento erasmista cuajó en la corte del emperador Carlos V, en la cual, a parte de Mai, también cabe destacar a la figura de Mercurino Gattinara, gran canciller del consejo de Borgoña. El erasmismo influyó por todas partes de Europa en la órbita del conocimiento, dado que este movimiento daba por supuesto, mediante un método crítico y tolerante, que los problemas humanos pertenecían a la moral y a la política, mientras la rutina escolástica y su lógica se alejaba de la realidad desde las cátedras universitarias de Filosofía y Teología. Erasmo se dirigía hacía Dios vivo y vivido, más que demostrado. Los luteranos rechazaban a Erasmo por considerarlo demasiado papista, y los católicos por haber sido precursor del Luteranismo. Su herejía era el antidogmatismo, su negativa a reconocer la autoridad de los definidores o inquisidores, en Erasmo se mezclaba el fervor y la ironía en su estilo de pensamiento y expresión. En los reinos hispánicos el erasmismo sigue dos tendencias: la de fijar la atención en sus escritos devotos, sin resonancia crítica; o la de traducir, con retoques, los textos más controvertidos. Desde un inicio la inquisición española no incluyó los libros de Erasmo en la lista de libros prohibidos, aunque los inquisidores acusaban a los erasmistas de luteranos o iluminados, en una actuación solidaria e inseparable de la defensa general del catolicismo frente al peligro de los errores de Lutero y sus secuaces. El año 1537 se marca una frontera entre la recriminación y la condena, en 1537 Erasmo fue definitivamente prohibido. La influencia erasmista se redujo en Europa a partir de 1560, con el endurecimiento de las nuevas confesiones protestantes y la nueva definición de la ortodoxia católica de Trento. Erasmo, en el Antibarbarorum liber, ironiza contra los enemigos del humanismo cristiano, identificándolos con la plebe de religiosos ignorantes y retrógrados. La persecución erasmista perjudicó a la vida social e intelectual, el miedo hizo la ley del silencio paralizando el ambiente del saber. Bajo la antipatía por el estilo de Erasmo había una condena que se hacía extensiva hacía el hombre y su papel en la historia. Miquel Mai ha sido considerado por Molas Ribalta como el “aglutinador del núcleo erasmista de Barcelona”, por Batllori como el único erasmista de “cierta altura”, y por Fuster como un erasmista de “charla de lecturas, de pequeña maniobra municipal”. En los tiempos previos a la prohibición de Erasmo, en octubre de 1528, hallamos una curiosa carta que Vicenç Navarra envió a Alfonso Valdés, donde informaba sobre las disputas entre Miquel Mai, el propio Navarra y el escribano real Rafael Joan, con el hermano de Mai, entonces prior de Sant Jeroni de la Murtra, del cual, ante el Nuevo Testamento traducido por Erasmo, exclamó: “libros de los herejes…lejos de nosotros esta vergüenza…no tendremos nunca esta peste; a lo que Mai contestó: más valdría que no solamente tuvieses los libros del Rótterdam, firme columna de la Iglesia, sino que los leyeses a menudo y los entendieses”. O el informe que el 11 de mayo de 1529 Mai enviaba al emperador dando una visión crítica del Papa y del poder material de la Iglesia: “Aunque de un semejante de su Santidad no se haya de hablar sino con acatamiento... por otra parte su imperial servicio me astringe a hablar clara y abiertamente, y decir a V. M. que este hombre es muy bajo en gran manera”. Seguramente el interés por las letras que demostraba Miquel Mai, lo hicieron llegar hasta Erasmo. Desde joven lo encontramos vinculado el llamado “cenaculo erasmista de Barcelona”, con latinistas reconocidos como: Joan Navarro, maestro de retórica en Valencia; Pere Joan Oliver, formado en París y residente en Inglaterra; Jeroni Ardèvol, profesor de latín en el Estudio General de Barcelona; Vicenç Navarra, bibliotecario del arzobispo de Tarragona; y con Martí Ivarra, profesor de gramática latina y lengua griega, difusor de los métodos de Elio Antonio Nebrija (con privilegio imperial firmado por Mai el 1521 en que habilita a los impresores Joan Trinxer y Francesc Costa), y maestro de latín del propio Mai. Ivarra dedico a Mai dos obras de Nebrija: en 1514 una edición de la Repetitio nona (en el cual elogiaba su biblioteca: “los que ven tu biblioteca, creen pasearse por toda Italia”), y en 1522 la segunda edición de la Gramática. En 1540 el catedrático Rafel Mambla le dedicó De dialectica sive rationali philosophiae; y en 1543 el joven Antonio Agustín dedicó a Mai sus primeras obras sobre derecho canónico. Después hablaremos de los abundantes libros que aparecen en el inventario de bienes de sus casas. En el caso de Mai se podría considerar una mezcla de filosofía cristiana erasmista y el humanismo italiano, quizás debido que las dos tendencias llegaron juntas a través de Nebrija. A pesar de todo, sorprende el poco éxito de Erasmo en Barcelona, si lo comparamos con Valencia (sin contar al paradigmático Joan Lluís Vives), o con Mallorca.

Mecenazgo

Según el inventario post-mortem de su mujer, Elionor de Setantí, hecho en 1548, el notario nos describe la casa que la pareja tenía en la plaza de la Cucurulla. Según Duran Sanpere, el 1543 se hicieron unas reformas en este edificio, a cargo de los maestros de casas Bernat Salvador y Pere Peres, y con carpinteros Jaume Montseny y Antoni Ratés; una casa que fue demolida a inicios del siglo XIX. De todos los objetos que había, nos han llegado hasta la actualidad unos pocos, de los cuales son conocidas las “veintiuna medallas de mármol de diversas figuras hechas de diversas maneras, esto es, largas y redondas”. Pero, al margen de estos relieves, existía una “colección” Mai con vigor cultural y personalidad política, que había ido acumulando a lo largo de su itinerante vida. Los objetos estaban ordenados en cajas y baúles marcados. El notario menciona la diversidad y extravagancia del ajuar, con tejidos moriscos y curiosidades exóticas traídas de las Indias (por ejemplo toallas rojas moteadas de blanco, o una colcha de pluma de Papagayo de colores diversos). La biblioteca de Mai, que fue legada al prior de la cartuja de Scala Dei, su sobrino Jeroni Mai y Pinós, tenía más de 1.800 obras impresas y 400 manuscritos; según el testamento de Mai de 1543: “vull e mane i deixo pregat a mon hereu i marmessors que tinguen molta custòdia de mos llibres, perquè son molt bons, n’hi ha de raros i preciosos que me costen molt treball i molts diners”. Los libros estaban dentro de cajas, pero hallamos algunos volúmenes en otra casa que tenía en la calle Sant Pau, como: las Epístolas, la Filosofía, la Retórica y las Oraciones de Cicerón; la Historia mundi de Plinio el Joven, las Metamorfosis de Ovidio, o el Orlando el Furioso de Ariosto. También es digno de notar el amplio monetario, diseminado en las diferentes habitaciones, entre los que destacan las medallas: 14 de cobre, 12 de cobre y plata, y 9 de plata. Entre los objetos artísticos, se citan tres tapicerías de Tournai, entre los cuales se hallaban las series de la Dama y Unicornio, de Hércules, de Nabucodonosor, y la petrarquiana de Griselda. Además, constan numerosas pinturas de temática religiosa: 14 en madera (3 crucifixiones –una con la Virgen y san Juan al pie de la cruz-, 2 santas faces, 2 piedades, la Natividad, el Descendimiento, el Santo Sepulcro, la Virgen con el Niño, san Cristóbal con el Niño a cuestas, san Miguel, y uno doble con los rostros Jesucristo y la Virgen), y 4 en tela (otro Descendimiento, la Santa Cena, uno sobre santa Magdalena y el último sobre Lázaro). De pintura profana formaban parte 8 telas: seis con los Triunfos de Petrarca, o sea, la serie completa (amor, pudor, muerte, fama, tiempo y eternidad); uno de tema cortesano, “una dama que salía del baño con otra dama que tocaba un laúd”; y otro representando una batalla naval “con naves, galeras, gente armada y un castillo al lado”. También consta pintura de vistas urbanas con paisajes: la ciudad de Roma, el Alguer (Cerdeña), la isla de Rodas, y el mar Caspio (un mapa?); así como de diferentes retratos: 2 del propio Mai (uno en papel de cuando era joven), uno de su hermano el abad Joan Mai (también en dibujo), y otro de una dama indeterminada. Al margen de la tapicería y la pintura, existe un importante lote de objetos escultóricos. Los dichos 21 medallones de mármol, que en breve comentamos. Entre los retablos pintados en madera, el notario referencia uno en que “está esculpido Abraham cuando quería sacrificar a Isaac”. Una escultura de Baco, que en 1786 Bosarte comenta puesta en una hornacina del rellano de la escalera de la antigua casa Mai; publicada en gravado por Laborde. Bosarte también describe a La «Priscila»…que hasta hoy se conserva intacto à el fondo del corredor del patio…figura de joven Romana de edad de quince años, tamaño natural, hasta medio cuerpo, velo flotante en la cabeza, túnica, y manto, la actitud recta sin movimiento en la cabeza, como si estuviese hablando. Por el brazo izquierdo le baxa una Arda (que nosostros decimos «ardilla») y dá con el hocico en la misma muñeca de aquella mano; obra de alabastro que en 1962, procedente de su palacio Solterra-Barberá de Barcelona, el marqués de Barberá cedió al Museo Marès, y que se atribuye al escultor Martí Díez de Liatzasolo. Un grupo de 13 obras de “tierra, pintadas de muchos i diversos colores”; objetos tierra o barro cocido, de cerámica policromada, a la manera toscana de los Della Robbia. Y, finalmente, las 5 figuras y 2 relieves hechas con metal: “un caballo de cobre, pequeño, con un niño sobre el, dorado… una figura de cobre, pequeñita, con piernas y pies de ciervo… un hombre de cobre, todo desnudo… un caballo de cobre, con las cuatro piernas y cola rotas… un hombre de cobre, chico, con un tronco en la mano… dos piececillas chicas de cobre donde se representan dos hombres pequeños, uno tienen en el brazo izquierdo la cruz de san Antonio, y el otro una botellita de hierro”; Garriga identificó un par de estas obras con figurillas de plomo conservadas en el Museo Marès. El gusto artístico de Mai no se limitaba a la acumulación, o a la simple compra, también comisionó directamente importantes obras de escultura y pintura en Italia. En diciembre de 1531 Mai anunciaba la llegada al puerto de Alicante de una nave que traía una fuente de mármol para el palacio que el secretario imperial Francisco de los Cobos tenía en Úbeda, obra que en la actualidad se encuentra ubicada en la plaza Vázquez de Molina de la ciudad gienense (en 1532 se fecha una interpelación para que Mai gestionara este tema); pero en el envío también mandaba a De los Cobos un busto marmóreo de Apolo, que Mai cita como “una de las buenas piezas de Italia”. Y en agosto de 1536, a través de los intermediarios Girolamo de’Medici i Gian Battista Albrisio, Mai expresa su voluntad de realizar en su casa de Barcelona un ciclo pictórico dedicado a la vida de Virgilio, tal como había visto en Pietole (cerca de Mantua), en una villa llamada la Virgiliana, propiedad de los Gonzaga, que habría visitado en noviembre de 1532 durante la estancia de la corte del emperador en Mantua; finalmente, en octubre del mismo año se enviaron nueve folios con dibujos, realizados por Giulio Romano, y Federico II Gonzaga ofrecía “uno di nostri pittori” para que se trasladase y llevase a cabo las obras.

La colección de mármol

La casa de Miquel Mai paso a la familia Pinós, marqueses de Barbarà, residencia que en 1786 ya no habitan sus dueños. Según Bosarte, por las paredes del patio de la casa había colocadas hasta diez y seis cabezas de baxo relieve de marmol blanco sin adornos, que representan Césares Romanos, y otras que no son de Césares. O sea, de 21 relieves en 1548, pasamos a 16 obras en 1786. De las dieciséis cabezas, Bosarte sólo describe cuatro: la cabeza de Vitelio… la que pusieron en el primer descanso de la escalera, y tiene la inscripción, que dice «Augustus pater»… Las dos cabezas, que hay en el discurso de la escalera… [una de la cuales] cae sobre el corredor tiene esta inscripción à el derredor de ella: «Michael Majus Orator Caesaris Vicecancellarius Coronae Aragonum». A inicios del siglo XIX la antigua casa de Miquel Mai fue derribada y las obras escultóricas que había dentro fueron trasladadas a la nueva residencia de su propietario, el marqués de Barberá. En 1837 la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona trataba sobre algunas testas romanas y otras antigüedades que había en la casa del marqués de Barberá y en la de D. Francisco Duran. En el año 1839 dicha institución, que proyectaba la construcción de un museo, inició las gestiones para obtener la donación de los medallones de mármol, los cuales en un pasado indeterminado estaban colocados en la antigua casa de Pinós en la plaza de la Cucurella, y, en aquel momento, algunos de ellos se hallan en la casa de Campo que S. E. [el marqués de Barberá] posee en Badalona, y otros en la casa que posee en esta Ciudad [de Barcelona]. El 3 de enero de 1839 se informaba a los académicos que su museo ya poseía los doce medallones de mármol de la antigua casa de Pinós, presente gratuito y precioso del Exmo. Sr. Marquès de Barbará. De manera que los 16 medallones citados por Bosarte se habían reducido a sólo 12 que entraron a formar parte del Museo de Antigüedades romanas y góticas de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. El marqués de Barberá debió ceder todas las obras de su casa barcelonesa, pero no las de su casa de campo.

Esta colección de 12 obras fue cedida en 1879 al museo de la Comisión de Monumentos de la Provícia de Barcelona, concretamente al Museo Provincial de Antigüedades de Barcelona, que hoy se ha convertido en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC). En 1888 Elías de Molins publicó el catálogo de la dicha institución museológica, el cual apuntaba que existían 25 obras renacentistas que procedían del patio interior de la antigua casa de los Marqueses de Barberá, que estuvo situada en la plaza de la Cucurulla (Barcelona). En 1836 fueren cedidos á la Academia de Buenas Letras. Pero en realidad se trata de 2 fondos diferentes. Uno, donado en 1844 por el Museo de la Junta de Comercio, se constituía de 5 bustos (antiguos números 1055-1059) y 7 cabezas (antiguos números 1060-1066), que Albertini clasifica como obras romanas antiguas, y que hoy están en propiedad del Museo Arqueológico de Barcelona. Y otros compuesto por 10 medallones, 1 busto y 2 relieves (antiguos números 1042-1054), o sea, un total de 13 obras, curiosamente, una más que las que el marqués de Barberá cedió al museo de la Academia. El error se halla en el propio catálogo de Elías de Molins, el cual se confunde otra vez. Existen 2 relieves que se tienen que descontar, porque ingresaron procedentes del patio de otra casa barcelonesa, la casa del “Ardiaca”, que habrían formado parte de la colección del arcediano Lluís Desplà. Se trata de los relieves de emperadores dentro de una ventana gótica, los antiguos números 1053 y 1054 (actuales números de inventario 14020 y 14021).

En resumen, si de los 13 medallones inventariados por Elías de Molins se restan los 2 bustos de la casa del “Ardiaca”, entonces sólo quedan 11, uno menos de las 12 que habían entrado el año 1839. Por lo tanto, entre 1839 y 1888 se perdió un relieve. Pero esta obra puede que no se perdiera, quizás no se inventarió. Con motivo del traslado y reorganización de la reserva de escultura en piedra del MNAC, en el año 2001 apareció un medallón con el busto del emperador Tito. Se li dio el número de inventario provisional nuevo, pero hemos identificado este relieve con el ya existente número 14372. En el reverso aparece pintado en rojo el número 238, el cual no hemos podido identificar. Lo más lógico sería pensar en que este medallón había formado parte de los antiguos fondos del museo lapidario de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, y en el Museo Provincial de Antigüedades hubo una equivocación en el momento del inventario, publicado el 1888 por Elías de Molins. El emperador Tito sería el antiguo número 1049, que rezaba: “Medallón de mármol blanco con busto de emperador romano. Lleva corona de laurel, mirando a la izquierda”. De emperadores que miran hacia la izquierda sólo tenemos a Tito, Tiberio (quedaba con la inscripción que era el antiguo 1044), el emperador procedente de la colección Desplà (también claro por su ventana gótica que era el 1054), y el retrato del propio Mai (que estaba identificado como un Balbino y era el 1050). En cambio, el error estaba en el antiguo número 1048, que decía: “Busto de mujer con corona de hierro. Mira a la izquierda”. Garriga quiso identificar este medallón que faltaba con un busto femenino del Museo Marès, con el número de inventario 112, que ofrece un “aspecte quasi idèntic que el dels relleus femenins del grup de Miquel Mai”. El propio Garriga incluye los 6 relieves femeninos que hoy decoran el comedor de la Torre Pallaresa, ubicada en el término municipal de Santa Coloma de Gramenet. Se trata de 6 virtudes, 3 de teologales y 3 de las 4 cardinales. Brillantísima identificación basada en tres aspectos: razones de estilo y de técnica de ejecución, en comparación con el resto de relieves conservados; por razones iconográficas, ya que la séptima virtud que falta, la Prudencia; y por razones documentales, ya que parte de los medallones del marqués de Barberá se tuvieron que ir a buscar a la casa de campo que poseía en Badalona. Garriga identifica la residencia campestre del marqués de Barberà con la Torre Vella, una finca que la familia tenía cerca de la iglesia parroquial de Badalona, donde se quedaron los 6 relieves, en vez de ir al museo de la Academia. El mismo Garriga afirma que el traslado a la Torre Pallaresa fue realizado entre 1838 y 1867, fecha en la que la Torre Pallaresa fue adquirida por Albert Coll Vall, quien, como nuevo propietario, encontró los relieves marmóreos y los incrustó en la fuente-piscina del jardín. Pero, quizás la casa de campo de Badalona era la misma Torre Pallaresa, la cual, a pesar de que hoy forma parte de un término municipal, históricamente formaba parte de la parroquia de Badalona. Si tratamos de recomponer el grupo de 21 medallones que había en 1548 en casa de Mai, resulta que conservamos 19: los 12 del MNAC cedidos por el marqués de Barberá, los 6 de la Torre Pallaresa, y el del Museo Marès. Por lo tanto, de los 21 relieves citados por el inventario del siglo XVI se han perdido 2, en paradero desconocido. Por otro lado, de forma separada, existirían los 2 bustos de la colección Desplà, procedentes de la casa del “Ardiaca”. Pero si sumamos los 12 del MNAC y los 6 de la Torre Pallaresa tenemos 18, 2 más que los citados por Bosarte el 1786, por lo que se podría pensar que parte del grupo estaría ya segregado. Entonces, si a los 16 que cita Bosarte le añadimos los 6 de la Torre Pallaresa, llegamos hasta los 22, uno más que los mencionados en 1548. ¿Cuál sería la explicación? O el retrato de Mai no fue contado por el notario, pues estaba encastado en la pared, y entonces hablaríamos de 3 relieves desaparecidos; o, de forma más pausible, el notario no contó con una de las piezas que hoy está en el MNAC (número de inventario 9950), un fauno, busto romano exento del siglo II (d. C.). Así, pues, el grupo de obras renacentistas conservadas, y procedentes de la colección Mai, se reduce a 18 medallones: 7 emperadores, 7 virtudes, otras 3 figuras femeninas, y el retrato de Mai.

Bibliografía

Joan YEGUAS, "Miquel Mai embajador en Roma (1528-1533): erasmismo y mecenazgo", Carlos J. Hernando (coord.), Roma y España. Un crisol de la cultura europea en la Edad Moderna, (Actas del Congreso. Roma, Real Academia de España, 8-12 de mayo de 2007), Madrid, 2007, pp. 297-321.

Obtenido de "Miquel Mai"

Wikimedia foundation. 2010.

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