Manuel Pardo y Lavalle

Manuel Pardo y Lavalle
Manuel Pardo y Lavalle
Manuel Pardo y Lavalle

2 de agosto de 1872 – 2 de agosto de 1876
Vicepresidente   Manuel Costas Arce
Predecesor Mariano Herencia Zevallos
Sucesor Mariano Ignacio Prado
Encargó el mando a Manuel Costas Arce
28-nov.-1874 - 18-enero-1875

Datos personales
Nacimiento 9 de agosto de 1834
Lima, Bandera del Perú Perú
Fallecimiento 16 de noviembre de 1878 (44 años)
Lima, Bandera del Perú Perú
(asesinado)
Partido Partido Civil
Cónyuge Mariana Barreda y Osma
Hijos Felipe (1860), Manuel (1861), Juan (1862), José (1864), María (1865), Ana (1868), Luis (1869), Enrique (1870), Rosa (1871), Victoria (1876) y Manuel (1877).
Profesión Economista
Alma máter Colegio Nuestra Señora de Guadalupe
Fortuna personal Hacendado, Banquero, Empresario Exportador.
Religión católica

Manuel Justo Pardo y Lavalle (* Lima, 9 de agosto de 1834 - † Lima, 16 de noviembre de 1878) fue un político peruano que ocupó la presidencia del Perú en el período constitucional de 1872 a 1876, siendo el primer presidente civil de la historia republicana.

Perteneciente a una familia ligada a la clase dominante colonial, se educó en Chile y Europa, sobre todo en Barcelona y París, demostrando preferencias por los estudios de economía. En 1864 el presidente Juan Antonio Pezet le confió una misión en Europa para gestionar un empréstito. Al volver, fue nombrado ministro de Hacienda de la dictadura de Mariano Ignacio Prado en 1865. Director de la Sociedad de Beneficencia Pública en 1868, alcalde de Lima de 1869 a 1871, fundador del Partido Civil en 1871, con el que postuló y ganó la presidencia de la República en 1872. Ya en el poder, halló un agudo déficit fiscal, que intentó remediar con una prudente alza de impuestos, el estanco del salitre y la revisión de los contratos de la venta del guano. Pero la crisis económica se agravó y el país quedó al borde de la bancarrota. Firmó también el Tratado Secreto Defensivo con Bolivia de 1873 (que luego serviría de pretexto a Chile para desencadenar la Guerra del Pacífico) y descuidó la defensa nacional, cancelando la construcción de dos navíos blindados, mientras que Chile se armaba. De otro lado, implementó importantes reformas en el plano de la educación pública y apoyó la cultura intelectual. Terminado su mandato pasó a Chile, de donde retornó al ser elegido senador por Junín ante el Congreso de la República del Perú. Nombrado presidente de la Cámara de Senadores, murió asesinado de un balazo en la espalda, cuando apenas contaba con 44 años de edad. Su hijo, José Pardo y Barreda, llegó a ser dos veces Presidente del Perú (1904-08 y 1915-19).

Contenido

Primeros años

Hijo del político y escritor Felipe Pardo y Aliaga (descendiente de Jerónimo de Aliaga) y de Petronila de Lavalle y Cavero, nació en la casa ubicada en la esquina de las calles San José y Santa Apolonia, en Lima.

Con apenas un año de edad viajó en 1835 a Chile con su padre, que había sido nombrado ministro plenipotenciario del gobierno de Felipe Santiago Salaverry. Retornaron al Perú en 1839, para viajar nuevamente a Chile, al ser nombrado don Felipe Pardo representante del primer gobierno de Ramón Castilla, en 1846. Por ello Manuel inició sus estudios en la Escuela Comercial de Valparaíso y después en el Instituto de Santiago de Chile. Ya de regreso a Lima, hizo sus estudios secundarios en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe (1848) el más prestigioso del país por entonces y de cuyas aulas pasó al Convictorio de San Carlos (1849).

Viajó a España donde cursó la cátedra de Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona (1850), y Literatura y Economía Política en el Colegio de Francia (1852) donde fuera profesor suyo Michael Chevalier (quien a su vez fuera discípulo del conde de Saint Simon) quien ejerció una fuerte influencia académica sobre él, al igual que el sansimonismo, corriente a la que admiraba. Inclinado hasta entonces hacia los estudios humanísticos, empezó a interesarse por el rigor y las aplicaciones prácticas de la Economía.

Carrera política

Tras retornar al Perú en 1853 fue nombrado oficial segundo de la Sección de Estadística del entonces Ministerio de Gobierno (22 de junio de 1854), pero declinó asumir sus funciones y se dedicó a la agricultura, ayudando a su pariente José Antonio de Lavalle en la administración de la hacienda de Villa.

Durante este tiempo se caracterizó por ser un hábil hombre de negocios llegando a dirigir incluso la poderosa Compañía Nacional del Guano y ligando su apellido al gran capital terrateniente del norte del Perú en la entonces prospera y gran hacienda Tumán, actualmente en Lambayeque.

Durante el segundo gobierno del mariscal Ramón Castilla y tras la abolición de la esclavitud, dirigió la comisión para la creación de la Policía Rural junto a destacados políticos como Pedro Paz Soldán y Ureta, Ignacio de Osma Ramírez de Arellano y Antonio Salinas y Castañeda.

El dictador Mariano Ignacio Prado y su “Gabinete de los Talentos”. De izquierda a derecha, parados: José Gálvez Egúsquiza, José María Químper, Manuel Pardo y Lavalle. Sentados: José Simeón Tejeda, M. I. Prado y Toribio Pacheco y Rivero.

Quebrantada su salud, se trasladó a Jauja para restablecerse (1857-1858). En 1860 fundó la Revista de Lima, un medio de expresión intelectual y política al que se ligó un buen sector de la clase terrateniente y burguesa del país. En ella escribió importantes artículos, donde detallaba y advertía el gradual agotamiento de las reservas de guano y sugería al gobierno de entonces invertir los ingentes capitales existentes en el Tesoro Público en obras de infraestructura productiva en todo el país, antes que estos capitales se agotasen y llegara la crisis. En ese sentido promovió una campaña publicitaria para lanzar el proyecto de los ferrocarriles como la gran empresa de inversión en el Perú. Su propuesta era unir mediante vías férreas los puertos con las zonas de producción agraria, ganadera y minera de costa y sierra, dinamizando la economía del país y alejándolo de la dependencia del capital extranjero.

Por entonces incursionó en el comercio como consignatario del guano y como importador, fue gerente de la Compañía de Consignación del Guano para la Gran Bretaña, director del Banco del Perú, presidente de la compañía de seguros de vida “La Paternal” y director de la Compañía Sur-Americana de Seguros Marítimos e Incendios.

En 1864 viajó a Londres en compañía de José Sevilla, para gestionar un crédito para defender al país contra la agresión de la escuadra española. Pero debió regresar pronto, para recuperarse de su mal, esta vez en Huancayo. Estando aun allí se plegó a la revolución nacionalista contra el gobierno de Juan Antonio Pezet. Asumió la Secretaría de Hacienda en 1865 durante el gobierno de su amigo Mariano Ignacio Prado y de esta manera integró el famoso “Gabinete de los Talentos”. Bajo este ministerio impulsó una agresiva reforma del sistema tributario a favor del incremento de los ingresos públicos.

Elegido director de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima (1868), desde ese cargo combatió los efectos de la epidemia de fiebre amarilla que costó la vida a un 25% de la población en Lima y el Callao. Trabajó para la construcción del Hospital Dos de Mayo, propició la fundación de la Caja de Ahorros y se preocupó por la educación escolar en la capital.

Alcalde de Lima

Manuel Pardo, Alcalde de Lima

En 1869 fue elegido alcalde de Lima por la “Junta de los Cien”, cargo que desempeñó hasta el año siguiente, haciendo una de las labores municipales más transparentes y eficaces de la historia de la ciudad. Gestionó créditos para la creación de escuelas de artes y oficios, gratuidad de la educación primaria y promocionó la primera Gran Exposición Industrial Nacional. Entre otras obras públicas se cuentan el saneamiento y ornato de la ciudad, canalización de acequias, el pavimentado de calles, inauguración de plazas y la construcción de la carretera de Lima al Callao.

Fundación del Partido Civil

Manuel Pardo y Lavalle.

Gozando de una gran popularidad en todos los estratos sociales, fundó la que sería una de las más trascendentales creaciones de la historia republicana del Perú: la Sociedad Electoral de Independientes, que después adoptaría el nombre de Partido Civil, el primer partido político del país, creado como respuesta al predominio militar en la política peruana (24 de junio de 1871). Agrupaba a acaudalados comerciantes, consignatarios del guano, industriales y hacendados, representantes de la naciente burguesía nacional. No contentos con detentar el poder económico, aspiraban también a controlar el poder político. A ellos se les unieron también numerosos intelectuales, como abogados de San Marcos y periodistas de El Comercio y El Nacional. Era ya la hora, según ellos, de que los hombres de frac y levita, los “hombres de traje negro”, llegaran al poder.

Elecciones de 1872

En 1871, al acercarse el fin del gobierno constitucional del presidente José Balta, se convocó a elecciones generales. Balta, que al principio deseaba lanzar la candidatura de su hermano Juan Francisco Balta, decidió finalmente apoyar la del ex presidente José Rufino Echenique.

Los otros candidatos fueron Manuel Toribio Ureta, Fiscal Supremo, que postulaba como líder de los liberales; y Manuel Pardo y Lavalle, como líder del recién fundado Partido Civil, quien no tardó en demostrar su arraigo popular: el 6 de agosto de 1871 logró congregar en la Plaza de Acho a 14.000 ciudadanos que se reunieron para escucharle, número muy apreciable para la época, por lo que sin duda fue todo un acontecimiento.

En las elecciones primarias (o elecciones de los Colegios Electorales) del 15 de octubre de 1871, los electores civilistas obtuvieron la mayoría. Lo que obligó a Ureta a declinar su postulación. Balta decidió entonces auspiciar una candidatura de conciliación nacional en la persona del jurista Antonio Arenas, viéndose Echenique obligado a renunciar a su candidatura para ceder espacio al nuevo candidato.[1] Pero ya era demasiado tarde. Tras una campaña arrolladora, Pardo triunfó en las elecciones de 1872.

La rebelión de los Gutiérrez

Faltaban pocos días para finalizar el mandato de Balta y darse el traspaso del poder, cuando el 22 de julio de 1872 estalló la rebelión de los coroneles Gutiérrez, cuatro hermanos encabezados por Tomás Gutiérrez, entonces ministro de Guerra. Éste, temeroso de que bajo un gobierno civil perdiesen los militares sus privilegios, y según parece instigado por prominentes políticos, apresó al presidente Balta y se autoproclamó Jefe Supremo de la República. El cuartelazo derivó en el asesinato del presidente Balta y la subsiguiente rebelión popular en contra del gobierno de facto, que acabó de la manera más ignominiosa, con la muerte de tres de los hermanos Gutiérrez en las calles, entre ellos Tomás.

Pardo, que había huido a Pisco por mar, retornó desembarcando en el Callao, siendo recibido en triunfo. Se trasladó a Lima, donde ante una muchedumbre impresionante, pronunció un discurso que comenzaba exactamente con estas palabras:

Habéis realizado una obra terrible; pero una obra de justicia.

Luego de una corta etapa de indecisión, en la cual no faltaron quienes pedían que se ignorasen los resultados de las elecciones, el Congreso decidió acatar el mandato popular y nombró a Pardo Presidente Constitucional de la República, quien asumió el mando el 2 de agosto de 1872, día planificado desde un inicio, para un mandato de cuatro años, de acuerdo con la Constitución peruana de 1860.

Primer Presidente Civil del Perú (1872-76)

Manuel Pardo y Lavalle.

Pardo fue el Primer Presidente Civil del Perú. Al asumir el mando, en el respectivo mensaje a los representantes a Congreso, expresó, entre otros conceptos, los siguientes:

Mi objeto no es tanto presentaros un pomposo programa, cuanto pedir a vuestras elevadas luces en la forma de leyes, los medios que considere necesarios para la realización de los fines que debemos alcanzar, y que se resumen en esta fórmula definitiva: La República práctica, la República de la verdad.

Consideró claves del desarrollo socioeconómico la educación y el trabajo. La educación junto con la participación de la población en las tareas de gobierno, eran para Pardo el único camino para la transformación estructural del país. Asimismo, buscó menguar el militarismo mediante la profesionalización y democratización de las fuerzas armadas. Pero la crisis económica haría inviable la realización de todos estos proyectos.

Aspecto económico

El 21 de setiembre de 1872, Pardo expuso ante el Congreso la situación de la Hacienda. Esta se hallaba en situación calamitosa. La venta del guano, principal fuente de ingresos del fisco desde hacia 30 años, se hallaba en declive, y la totalidad de su producto estaba comprometida para el pago de la deuda. La razón era que el guano había sufrido una fuerte baja de su precio debido a la competencia del salitre (otro fertilizante natural que se imponía en el mercado mundial) y a la disminución de su calidad; por lo demás, las reservas guaneras estaban en camino de agotarse. El Contrato Dreyfus ya no rendía frutos. El presupuesto de la Nación, grandemente ampliado bajo el gobierno de Balta, sólo podía ser cubierto en un 50 % con los impuestos; el déficit anual llegaba a los 8.500.000 soles.

Pardo se propuso conseguir los recursos que requería la Hacienda de la siguiente manera:

  • Estableció la descentralización fiscal para lograr una mayor recaudación de impuestos en los departamentos. Como ello no dio resultado, estableció la descentralización administrativa, es decir, que cada departamento administrara sus propias rentas, creándose para tal fin los Consejos Departamentales. Pero estos organismos tampoco dieron los resultados esperados.
  • Propuso al Congreso la creación de un impuesto de escala móvil a la exportación del salitre que se explotaba en la provincia litoral de Tarapacá. El salitre empezaba a desplazar al guano en el mercado internacional como fertilizante natural, por lo que el gobierno se interesó por esta riqueza que podría reemplazar al guano como generadora de rentas. Pero el Congreso desaprobó dicho impuesto y por ley del 18 de enero de 1873 se creó el estanco del salitre, es decir, se establecía que el Estado compraría a los empresarios salitreros toda su producción a un precio fijo, para luego venderla a mayor precio a los consumidores. El estanco fracasó y luego, por ley del 28 de mayo de 1875, se autorizó al Ejecutivo la expropiación de las salitreras para obtener su completa nacionalización; el Estado compró gran parte de ellas a través de la emisión de certificados a dos años y con un fondo de 4%. Esta medida tampoco dio los resultados esperados.
  • Reorganizó las aduanas y aumentó los aranceles.
  • Redujo los gastos públicos al mínimo, tratando de acomodar las necesidades de la nación a sus propios recursos. No pudo realizar obra alguna de importancia, sino tan sólo continuar las emprendidas por Balta, en la medida de lo posible
  • En reemplazo del antiguo Contrato Dreyfus, se firmó en Londres, el 7 de junio de 1876, un nuevo contrato para la venta de 1.900.000 toneladas de guano, entre el delegado del Perú, general Mariano Ignacio Prado, y los señores Raphael e hijos, Carlos González Candamo y Arturo Heeren, volviendo al régimen de los consignatarios. Estos personajes formaron la compañía The Peruvian Guano.

Las medidas tomadas no produjeron los resultados esperados. Sólo el aumento de las tarifas aduaneras tuvo algún éxito, a tal punto que con el tiempo se convirtió en el rubro más importante de las rentas fiscales, pero por lo pronto, el déficit presupuestal aumentó. Para el bienio de 1874-76, los ingresos eran de 30 millones de soles, mientras que los gastos sobrepasaban los 74 millones. A todo esto debemos agregar que desde 1873, el sistema capitalista mundial entró en crisis y empezó una gran depresión que duraría hasta finales de ese siglo. La economía peruana se vio afectada profundamente, pues cayeron los precios internacionales de las materias primas y se retrajeron las exportaciones.

La crisis financiera trajo consigo la crisis monetaria, y las monedas de oro y plata empezaron a desaparecer de la circulación y de los bancos, viéndose obligado el gobierno a decretar la inconvertibilidad del billete. Mientras que el pago de la deuda externa no pudo continuarse debido a la disminución de la venta del guano; ello originó la pérdida del crédito del Perú en el exterior, por ende, la imposibilidad de obtener préstamos.

El país iba pues, directo a la bancarrota económica. Como era de esperar, surgieron además los fenómenos concomitantes de alza de los precios y la desocupación, y el inevitable descontento de la población.

Aspecto internacional

La situación internacional en el contexto sudamericano era por entonces muy delicada La política de solidaridad continental, que antaño auspiciara el presidente peruano Ramón Castilla, se hallaba en crisis. El Perú iba perdiendo paulatinamente su superioridad marítima en el Pacífico, mientras que Chile la iba ganando y demostraba tendencias de expansionismo territorial hacia el norte de sus fronteras, tal como se vislumbraba en las disputas territoriales que por entonces enfrentaba con Bolivia, originadas por la riqueza salitrera existente en el desierto de Atacama.

En este marco se dio la firma de un Tratado de Alianza entre el Perú y Bolivia, de carácter estrictamente defensivo, el 6 de febrero de 1873, entre el ministro plenipotenciario boliviano Juan de la Cruz Benavente y el ministro de Relaciones Exteriores del Perú José de la Riva Agüero y Looz Corswarem (hijo del prócer de la Independencia). Según el tratado:

Las altas partes contratantes se unen y ligan para garantizar mutuamente su independencia, su soberanía, y la integridad de sus territorios respectivos, obligándose en los términos del presente Tratado, a defenderse de toda agresión exterior, bien sea de otros u otros estados independientes, o de fuerza sin bandera que no obedezcan a ningún poder reconocido.

El tratado era pues, de carácter estrictamente defensivo. Sólo tenía aplicación y cumplimiento si alguno de los dos países era atacado. No era para atacar a algún país vecino, como maliciosamente han afirmado y siguen afirmando los chilenos. Si nadie atacaba al Perú o a Bolivia, no tenía aplicación. Solo se hizo efecto cuando Chile atacó a Bolivia en 1879. Hay que señalar también que fue un error que este tratado tuviera el carácter de secreto, pues el gobierno chileno la conoció el mismo año en que fue firmado.

Aprobado el tratado por el Congreso del Perú y por el de Bolivia, se empezó a gestionar la adhesión de Argentina, que también se encontraba en litigios de frontera con Chile, por la posesión de la Patagonia. El gobierno argentino de Domingo Faustino Sarmiento aceptó el tratado y lo sometió al Congreso de su país para su aprobación, pero allí se entrampó ante la negativa del Senado, donde predominaban los opositores de Sarmiento. Al final, el gobierno argentino optó por zanjar sus diferencias con Chile de manera diplomática. La alianza quedó, pues, reducida a Bolivia y Perú.

Las leyes de Pardo estancando primero y nacionalizando después las salitreras de Tarapacá, causaron también el desagrado de la alta clase chilena, ya que muchos de sus miembros tenían capitales invertidos en la explotación del salitre tarapaqueño; esa fue una de las razones principales para que empezaran a bosquejar planes para la expansión y conquista de esos territorios.

Descuido de la defensa nacional

Un demérito de Pardo fue descuidar las dos armas de la defensa nacional, el Ejército y la Marina, mientras que Chile realizaba una carrera armamentística con miras a llevar adelante su política expansionista. Precisamente, en 1874, llegaba a Valparaiso la fragata blindada Almirante Cochrane, y en 1876 lo hacía su gemela, la fragata Blanco Encalada, con las que Chile adquiría la supremacía marítima en el Pacífico Sur. La gestión que, según el historiador Jorge Basadre, había iniciado el presidente Balta para adquirir dos navíos blindados a imitación de Chile, no fue continuada por Pardo. El historiador Rubén Vargas Ugarte dice al respecto:

Los biógrafos de D. Manuel Pardo no omiten decir que instado porque el Perú se armase y reforzase su escuadra, mandando construir en Inglaterra dos blindados como lo había hecho Chile, dio a los que le interpelaban por respuesta: El Perú tiene dos poderosos blindados y ellos no son sino su alianza con Bolivia y la Argentina. Hay que convenir que incurrió en un error, que fue ciertamente fatal para el país.

En cuanto al Ejército, este quedó reducido a menos de 3.000 efectivos, aunque en el aspecto de la tecnificación del personal se hicieron algunas mejoras, como la creación de la Escuela de Cabos y Sargentos y de la Escuela Especial de Artillería y Estado Mayor, la reforma de la Escuela Militar y la reinstalación de la Escuela Naval.

Se afirma que la crisis económica y los gastos del gobierno en sofocar las continuas sublevaciones (entre ellas la de Nicolás de Piérola) impidieron el gasto para la compra de navíos blindados y material bélico en general. Lo cierto es que tal política sería fatal para el Perú, pues fue su desarme lo que alentó a Chile a desatar la guerra, con miras a amputarle parte de su territorio, rico en guano y salitre.

Aspecto educativo y cultural

En contraste con la crisis económica e internacional, la obra educativa y cultural del gobierno de Pardo fue de suma importancia.

  • Castilla había sido el primer gobernante republicano preocupado por la organización de la educación pública. Pardo continuó esta obra por medio del Reglamento General de Instrucción Pública que promulgó el 18 de marzo de 1876. Este reglamento establecía que la instrucción primaria sería obligatoria y gratuita en su primer grado y que estaría confiada a las Municipalidades. En cuanto a la instrucción media, que no era obligatoria, estaría a cargo de los Consejos Departamentales. Para hacer extensiva la educación primaria a todo el país se creó una contribución personal, de un sol al semestre en la sierra y dos soles en la costa a todos los ciudadanos de entre los 21 y 60 años.
  • La enseñanza superior también mereció atención. Con el objeto de preparar técnicos y especialistas en las diversas profesiones de la administración pública, se creó la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas de la Universidad de San Marcos, actual Facultad de Ciencias Económicas.
  • Se creó la Escuela de Ingenieros Civiles y de Minas (hoy Universidad Nacional de Ingeniería).
  • Se creó la Escuela Superior de Agricultura (hoy Universidad Nacional Agraria La Molina).
  • Se creó la Escuela Normal de San Pedro (para mujeres que quisieran dedicarse al magisterio).
  • Se creó la Escuela de Bellas Artes.
  • Se concedió autonomía a las Universidades.
  • Se suprimieron las universidades de Ayacucho, Trujillo y Puno, subsistiendo las de Lima, Arequipa y Cuzco.

En el aspecto cultural se puso la imprenta del Estado al servicio de la publicación de importantes obras. Se editó El Perú del sabio italiano Antonio Raimondi, así como el Diccionario Geográfico Estadístico del Perú de Mariano Felipe Paz Soldán; de este último se imprimió también la segunda parte de su Historia del Perú Independiente, cuya primera fue editada durante el gobierno de Balta. Se empezaron a publicar las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Se publicaron también, entre otras obras, la colección de Documentos Históricos y Literarios del Perú del general Manuel Odriozola, y el Diccionario de la Legislación Peruana de Manuel Atanasio Fuentes.

Otras obras

  • Fomentó la inmigración europea. Llegaron así 3.000 inmigrantes europeos que en su mayor parte fueron enviados a colonizar la región de Chanchamayo, en la ceja de selva, donde refundaron el pueblo de La Merced (1874). También se impulsó la inmigración asiática para beneficiar la agricultura costeña.
  • Organizó la Dirección de Estadística. En 1876 se realizó el Censo General de la República, el primero hecho de manera técnica, pues hasta entonces la población era solo calculada. Este censo arrojó la cantidad de 2.704.998 habitantes. Se establecieron los Registros Civiles en las Municipalidades, para sentar las partidas de nacimiento, matrimonio y defunción de los ciudadanos, lo que hasta entonces era privilegio de las parroquias.
  • Restableció la Guardia Nacional, reorganizándola con el objeto de preparar a la ciudadanía para la defensa del orden público. Todos los ciudadanos de 21 a 25 años que no estuvieran enrolados en el ejército activo o en la reserva formarían la Guardia Nacional en cada provincia, entrenándoseles periódicamente y pudiendo ser llamados a servicio activo por no más de seis meses.
  • Dio un Reglamento General de Correos para mejorar el servicio postal y mandó construir un edificio apropiado en Lima.
  • Se instaló, por obra de la empresa particular, el cable submarino entre Perú y Chile, y después entre Paita y Panamá, quedando así conectado el Perú con el resto del mundo.
  • Se inauguró en Lima el Monumento del Dos de Mayo en la plaza del mismo nombre, en homenaje a la victoria del Callao de 1866.
  • Se inauguraron los ferrocarriles de Arequipa a Puno, de Ilo a Moquegua, de Pacasmayo a Chilete y de Salaverry a Ascope, y se continuó la construcción del ferrocarril central a La Oroya.
  • Se crearon tres departamentos y una provincia litoral:

Política interna

Manuel Pardo y Lavalle retornando al Callao en enero de 1875, luego de debelar la sublevación de Piérola.

Pardo inició su gobierno en medio de inmensa popularidad, sin embargo esta fue disminuyendo paulatinamente debido a la crisis económica que se fue agravando hasta afectar directamente a la población, por la paralización parcial de las obras públicas y el desempleo consiguiente, así como el alza de productos de primera necesidad.

Naturalmente, la oposición en el parlamento aprovechó tal coyuntura para arremeter contra el gobierno. Dos sucesos desgraciados exacerbaron más los ánimos. Uno de ellos fue el ocurrido en Ocatara, en donde unos trabajadores chilenos del ferrocarril central atacaron a un campamento donde cometieron diversos atropellos; pero en vez de ser juzgados por los tribunales del Perú, fueron embarcados rumbo a su patria, lo que dio lugar para que la oposición criticara acerbamente al gobierno por tan insólito proceder.

El otro de los sucesos lamentables fue el ocurrido en el río Chinchao, en donde los coroneles Mariano Herencia Zevallos y Domingo Gamio, que se habían sublevado contra el gobierno y que eran conducidos a una guarnición situada en la frontera con el Brasil, fueron asesinados por la patrulla que los conducía. El crimen fue motivado al parecer por una antigua enemistad que el jefe de la patrulla, mayor Cornejo, tenía con Gamio, pero la opinión pública no dudó en culpar de este doble crimen al gobierno de Pardo, el cual recibió duras críticas en el Parlamento y la prensa.[2]

Una de las rebeliones más importantes que tuvo que soportar Pardo fue la del caudillo civil Nicolás de Piérola, el que fuera ministro de Hacienda de Balta. Tras una estadía en Europa, Piérola pasó a Chile, donde organizó una revolución contra Pardo. Zarpó hacia el Perú en una pequeña embarcación llamada “El Talismán”, el 11 de octubre de 1874. En plena travesía fue nombrado Jefe Supremo Provisorio. Fondeó primero en Pacasmayo pero eludió a la flota peruana y se dirigió al Sur, desembarcando en Ilo. Ocupó Moquegua y planeó ocupar Arequipa, pero fuerzas procedentes de Lima lo derrotaron en Los Angeles, el 30 de diciembre de 1874. Así finalizó la llamada “Expedición del Talismán.”

Pardo logró cumplir su período presidencial y entregó el poder a su sucesor elegido, el coronel Mariano Ignacio Prado, para quien no era nueva la investidura presidencial, ya que lo había ocupado entre 1865 y 1868.

Presidente del Senado

Al término de su mandato Pardo viajó a Chile, pero retornó al ser elegido senador por Junín en las elecciones de 1877 para la renovación de los tercios parlamentarios. Según testigos, retornó convencido del inminente estallido de la guerra con Chile. De inmediato, fue elevado a la presidencia de su Cámara. Descendiendo a su escaño, pronunció el 14 y el 15 de noviembre de 1878 dos notables discursos al discutirse el proyecto relativo a la amortización de los billetes fiscales.

Asesinato

Asesinato de Manuel Pardo y Lavalle.

El asesinato de Manuel Pardo sucedió entre las 2 y 3 de la tarde del sábado 16 de noviembre de 1878.

A las 2 p.m., Pardo llegó en coche a la puerta del Congreso. Llegaba de la imprenta del diario El Comercio, donde había revisado las pruebas de un discurso que iba a ser publicado. Lo acompañaban a la Cámara los señores Manuel María Rivas y Adán Melgar. A la entrada, la guardia del batallón Pichincha le presentó armas y Pardo hizo un gesto para que cesen los honores. Luego ingresó al primer patio del Congreso, cuando de pronto, uno de los integrantes de dicho batallón, el sargento Melchor Montoya (que a diferencia de sus compañeros, todavía tenía su arma alzada) le disparó. La bala rozó la mano izquierda del señor Rivas, penetró en el pulmón izquierdo de Pardo y salió a la altura de la clavícula. El ex presidente se llevó las manos al pecho y, recostado sobre un señor, se dirigió al segundo patio (la cámara de senadores estaba, en el siglo XIX, en el actual local del Museo de la Inquisición).

Pardo cayó al suelo entre las puertas que separaban al patio del salón de sesiones. El señor Melgar se lanza contra el asesino, mientras la guardia permanece impasible. Melchor Montoya huyó hacia la Plaza de la Inquisición, pero fue apresado por el sargento Juan Vellods. Dos centinelas lo llevaron a un cuarto en el segundo patio del Senado. En unos instantes, llegaron más de12 médicos, pero la herida era mortal; la hemorragia era casi generalizada. No movieron a Pardo quien, agonizante, preguntó quién había sido el asesino. Al saber que se trataba de un sargento dijo “perdono a todos”; también llegó a decir “mi familia”, “debo mucho”, “me ahogo”. El padre dominico Caballero fue su último confesor. A las 3 de la tarde, exhaló su último aliento. El presbítero González La Rosa cerró sus ojos.

Consecuencias del asesinato

El presidente Mariano I. Prado, al enterarse de lo ocurrido, salió a pie de Palacio y tomó luego un coche de alquiler para llegar más rápido al senado. Exclamó “¡Vergüenza!” y, al referirse al asesino, dijo: “¿Y por qué todavía vive ese miserable?”. La muerte de Pardo provocó sorpresa, indignación, cólera y desesperación en todo el país. Además, dejó sin timonel al Partido Civil: la Patria está en peligro, dijo uno de los editoriales de El Comercio. Como si esto fuera poco, solo meses más tarde estallaba la guerra con Chile. Por ello, no le faltó razón al historiador italiano Tomás Caivano cuando escribió:

El asesinato de Manuel Pardo, podemos decirlo con toda seguridad, sobre todo en consideración a las circunstancias y el momento en que tuvo lugar, fue algo más que el asesinato de un hombre: fue el asesinato del Perú.

En el asesinato de Pardo nada tuvo que ver el gobierno de entonces. Testimonios diversos concuerdan en señalar la ira que produjo en el presidente Prado la noticia del execrable crimen; también quedaron fuera de toda sospecha Piérola y sus seguidores, conocidos enemigos políticos del fundador del Partido Civil, aunque los conspiradores hayan sido fanáticos pierolistas.

En realidad el sargento Melchor Montoya ya tenía planeado acabar con la vida de Pardo y no lo hacía en solitario. En el juicio se aclaró que el crimen fue producto de un complot de cuatro sargentos del batallón Pichincha, entre los que, además de Montoya, se contaban Elías Álvarez, Armando Garay y Alfredo Decourt. La razón fue que en el Congreso se discutía una ley sobre ascensos que les hubiera impedido su ascenso a la clase de oficial y convinieron hacer una rebelión sublevando a su batallón y asesinando al presidente del Senado, a quien consideraban autor del proyecto. Urdieron con todo detalle al asesinato, como confesaron. Montoya fue fusilado el 22 de septiembre de 1880 a las 5 de la madrugada. Le auxiliaron un sacerdote descalzo y el vicario castrense. Gobernaba ya Piérola y el país estaba empantanado en la guerra con Chile.

Modesto Molina, escritor tacneño, y testigo presencial del crimen, describió así al asesino:

Montoya, cuyo lugar de nacimiento ignoro, es un hombre como de veintiséis años: cholo claro, bajo de cuerpo, un poco grueso y de facciones grotescas. Sus ojos son pequeños y abotagados y en ellos se ve una mirada siniestra. Los pómulos de la cara revelan al hombre vulgar y de instintos depravados y los labios están desprovistos de barba.

Algunos analistas consideran que con la muerte de Pardo quedó acéfalo no solo su partido sino también el país, puesto que significaba la pérdida de un líder nacional de gran peso e influencia social, que le hubiera sido muy útil cuando la guerra con Chile estaba a punto de estallar; otros aseguran incluso que de no haber muerto Pardo la Guerra del Pacífico no hubiera estallado. Naturalmente, todo esto solo es especulación, pero es necesario exponer todos los análisis que se han hecho sobre este magnicidio, ya que de alguna manera han influido en el posterior devenir del civilismo como importante fuerza política en el Perú.

Para su partido, a la larga, fue institucionalmente “beneficioso”: la muerte del líder fundador obligó al Partido Civil prescindir de un caudillo - lamentablemente Pardo ya se estaba transformando en un caudillo - y pasar a tener una dirigencia colegiada; de esta forma el Partido Civil se convirtió en la única agrupación política no “caudillista” en la historia del Perú.

Referencias

  1. Basadre 1998, pp. 1386-1389.
  2. Basadre 1998, pp. 1405-1408.

Bibliografía

  • Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y aumentada. Tomos 5, 6 y 7. Editada por el Diario "La República" de Lima y la Universidad "Ricardo Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
  • Chirinos Soto, Enrique: Historia de la República (1821-1930). Tomo I. Lima, AFA Editores Importadores S.A., 1985.
  • Fonseca, Juan: Un Estado en Formación (1827-1883). Tomo X de la “Historia del Perú” publicada por la Empresa Editora El Comercio S.A, 2010. ISBN 978-612-4069-96-3
  • Orrego, Juan Luis: La República Oligárquica (1850-1950). Incluida en la Historia del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-35-4
  • Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 12, OJE/PEÑ. Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-161-7
  • Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo IX. Primera Edición. Editor Carlos Milla Batres. Lima, Perú, 1971.
  • Varios autores: Grandes Forjadores del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-50-8
  • Carmen Mc Evoy: Un proyecto nacional en el siglo XIX: Manuel Pardo y su visión del Perú. LibrosGoogle.
  • Juan Luis Orrego Penagos: El asesinato del ex presidente Manuel Pardo y Lavalle (1878).

Véase también



Predecesor:
José María Sancho Dávila
Alcalde
Alcalde Metropolitano de Lima
1869 a 1870
Escudomunlima.png
Sucesor:
Nemesio Orbegoso
Alcalde
Predecesor:
Mariano Herencia
Presidente Provisorio
Presidente Constitucional del Perú
2 de agosto de 1872 a 2 de agosto de 1876
Escudo nacional del Perú.svg
Sucesor:
Mariano Ignacio Prado
Presidente Constitucional
Predecesor:
Francisco Rosas
Presidente del Senado
Presidente del Senado del Perú
1878
Escudo nacional del Perú.svg
Sucesor:
José Antonio García y García
Presidente del Senado

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