Luis XVI de Francia

Luis XVI de Francia
Luis XVI
Rey de Francia y de Navarra
Rey de los franceses
Luis XVI (Callet).jpg
Luis XVI retratado por Antoine-François Callet, Museo del Prado, Madrid.

10 de mayo de 1774 - 10 de octubre de 1789
Predecesor Luis XV
Sucesor Abolición del título (él mismo como rey de los franceses)

Rey de los franceses
10 de octubre de 1789[2] - 21 de septiembre de 1792[3]
Predecesor Nuevo título (él mismo como rey de Francia y Navarra)
Sucesor Convención Nacional (Primera República Francesa)
Coronación 11 de junio de 1775, Reims
Nombre real Louis-Auguste de Bourbon
Otros títulos Duque de Berry (1754 - 1774)
Delfín de Francia (1765 - 1774)
Rey titular de Francia y de Navarra (1789 - 1793)
Nacimiento 23 de agosto de 1754
Palacio de Versalles, Versalles, Bandera de Francia Francia
Fallecimiento 21 de enero de 1793 (38 años)
París, Flag of French-Navy-Revolution.svg Francia
Entierro Tras su muerte es enterrado en el cementerio de la Magdalena de París. En 1815 es trasladado a la basílica de Saint-Denis, (Saint-Denis, Francia)
Consorte María Antonieta de Habsburgo-Lorena (1755–1793)
Descendencia María Teresa (1778–1851)
Luis José (1781–1789)
Luis XVII (1785–1795)
María Sofía Helena Beatriz (1786–1787)
Residencia Palacio de Versalles (1774-1789)
Palacio de las Tullerías (1789-1792)
Casa Real Borbón
Himno real Vive Henri IV (de facto)
Padre Luis Fernando de Francia (1729–1765)
Madre María Josefa de Sajonia (1731–1767)
Firma Signature of Louis XVI on 20 January 1793.png

Escudo de Luis XVI de Francia
Montjoie Saint-Denis![5]

Luis XVI de Francia (en francés Louis XVI de France) (Versalles, 23 de agosto de 1754París, 21 de enero de 1793) llamado Luis el Último (Louis le Dernier) o Luis Capeto (Louis Capet) por los revolucionarios, fue Rey de Francia y de Navarra[1] entre 1774 y 1789, Copríncipe de Andorra entre 1774 y 1793 y Rey de los franceses entre 1789 y 1792.[3]

La llegada de Luis XVI al trono hizo pensar en grandes reformas del Estado, pero su falta de carácter, las intrigas de su corte y la oposición de los nobles le impidieron llevar a cabo las reformas necesarias. En cuanto a política exterior tuvo más éxito, debilitando a Inglaterra y manteniendo la paz en Europa.

Intentó en seis ocasiones (1774-1776, 1781 y cuatro en 1787) realizar reformas, estableciendo un impuesto equitativo que sustituyera a la talla heredada del feudalismo. La nobleza de toga del Parlamento de París y la corte de Versalles se negaron a tales reformas, haciendo al rey tener que presentar sus propuestas ante una Asamblea de Notables y más tarde ante los Estados Generales para aprobarlas. En los Estados Generales de 1789, el Tercer Estado, al que no se le concedió el voto por persona que solicitaba se autoproclamó Asamblea Nacional, jurando no disolverse hasta dar una Constitución a Francia. El rey cedió ante la Asamblea, viéndose más tarde obligado a trasladarse al parisino Palacio de las Tullerías. Debido a su desacuerdo con las leyes y reformas (como la confiscación de bienes de la iglesia y la Constitución civil del clero), y viendo lo rebajada que había quedado su autoridad, adoptó una doble actitud, aparentando en público estar de acuerdo con la Asamblea y conspirando en privado en contra de ella, para eliminar a los revolucionarios del poder. El rey decidió fugarse para unirse a un ejército afín, pero fue detenido en Varennes-en-Argonne, llevado de vuelta a París y suspendido de sus funciones. A pesar de que hubo un movimiento republicano que exigía que el rey fuera castigado, el monarca firmó la Constitución de 1791 y fue repuesto en sus funciones. En un asalto a las Tullerías, el 20 de agosto fue arrestado (arresto motivado por su negativa a enviar soldados a luchar en contra de Austria y Prusia), puesto a disposición de la Convención (en sustitución de la Asamblea Legislativa constitucional) y procesado, siendo guillotinado el 21 de enero de 1793.

Contenido

Biografía

Infancia y juventud

Nacido como Luis Augusto de Francia, duque de Berry, Luis XVI fue el cuarto hijo del delfín Luis Fernando y María Josefa de Sajonia. La segunda esposa del Delfín era hija de Federico Augusto III de Polonia, rey de Polonia. En el momento de su nacimiento, su padre y su hermano, Luis José Javier (nacido en 1751) le precedían en la línea de sucesión, por lo que nunca se creyó que llegara al trono. Sus hermanos y hermanas eran:

  • María Teresa de Francia (1746-1748). Hija del primer matrimonio de Luis Fernando con María Teresa de España. Medio hermana de Luis. Fallecida a los dos años de edad.
  • María Serafina de Francia (1750-1755). Hermana; fallecida a los cinco años.
  • Luis José Javier de Francia. Hermano. Predecesor de Luis como futuro heredero al trono; fallecido a los diez años.
  • Javier de Francia (1753-1754). Hermano.
  • Luis Estanislao de Francia (1755-1824). Hermano. Fue conocido como conde de Provenza por su título. Durante la Revolución se exilió y tras la caída de Napoleón subió al trono como Luis XVIII, iniciando así la Restauración.
  • Carlos Felipe de Francia (1757-1836). Hermano. Fue conocido como conde de Artois. Subió al trono como Carlos X, sucediendo a su hermano Luis XVIII.
  • Clotilde de Francia (1759-1802). Hermana. Reina consorte de Cerdeña.
  • Isabel de Francia (1764-1794). Hermana; guillotinada durante la Revolución.

Luis fue confiado a Rosalía, condesa de Marsan y princesa de Rohan, quien lo apartó de la corte y se lo llevó al palacio de Bellevue, colmándolo de cuidados, y, probablemente, salvándole la vida.[6] A los seis años debió ser separado de su nodriza y traído junto a los hombres, lo que le causó una gran tristeza que intentaron aliviarle con juguetes y otras cosas, como fuegos artificiales, que no surtieron efecto.[7] Su padre eligió personalmente a los hombres encargados de educarlo: el duque de La Vauguyon fue escogido como gobernador; el obispo de Limoges como preceptor; el marqués de Sinety como vicegobernador y el abad de Radonvillers para realizar las tareas esenciales del vicepreceptor. Su padre, desechó el método educativo mayoritario en la época, que reducía a entretenimiento y diversión la instrucción y abogó por el trabajo y el esfuerzo, lo que no combatió su predisposición a una extrema timidez y a un carácter reservado, que se convirtieron en un defecto.[8]

Luis (a la derecha) y su hermano, el Conde de Provenza (a la izquierda) en su infancia, pintados por François Hubert Drouais.

Detestando los falsos cumplidos, no correspondía a los que se los dedicaban, y éstos lo aislaban, lo que le produjo una fuerte inseguridad en sí mismo y una exagerada modestia,[8] hasta el punto de que, en una ocasión, al elogiarle un arengador de provincias por sus cualidades precoces, respondió: «Os equivocáis, señor, yo no soy el que posee [el] espíritu, es mi hermano [el conde] de Provenza»[9]

Su tía y madrina, la princesa María Adelaida, desarrolló un gran afecto por él, y se gustaba de llevarlo a su casa, donde más de una vez le dijo: «Vamos, mi pobre [duque de] Berry, estáte a tu gusto, tienes los codos libres: habla, grita, haz ruido, te doy carta blanca»[9]

El ya delfín (tras la muerte de su padre en 1765) recibió una exquisita enseñanza, por parte del jesuita Berthier[10] y por supuesto, del duque de La Vauguyon, la cual dio unos espléndidos resultados: el delfín Luis Augusto conocía el latín, el italiano le era tan familiar como su lengua materna, hablaba el alemán pasablemente y dominaba el inglés, traduciendo de éste último L'histoire de Charles Ier (La historia de Carlos I), de David Hume; Doutes historiques sur les crimes imputés à Richard III (Dudas históricas sobre los crímenes imputados a Ricardo III), de Horace Walpole y los cinco primeros volúmenes de Décadence de l'Empire romain (Decadencia del Imperio romano), de Gibbon; los cuales fueron impresos y editados.[11] El duque de La Vauguyon era consciente de que debía prepararle para insuflarle fuerzas a la monarquía, que se encontraba muy debilitada y para curar todas las «heridas» de Francia con rápidez y precisión, no sólo educándolo con los conocimientos elementales, sino «enseñándole a conocer a los hombres».[12]

Recibió una educación propia de un «príncipe de las Luces», y se le consideraba «un monarca iluminado».[13] Practicaba la lógica, la gramática, la retórica, la geometría y la astronomía.[14] Tenía unos conocimientos históricos y geográficos incontestables (diseñó él mismo un atlas de rigurosa precisión)[15] y competencias económicas.[14] Estuvo muy influenciado por Montesquieu, quien le inspiró una concepción moderna de la monarquía, libre del derecho divino».[14]

Matrimonio

Luis XVI como Delfín de Francia.

El duque de Choiseul, con el propósito de poner fin a la prosperidad de Gran Bretaña y Rusia, decide aliarse con Austria, por lo que pide la mano de María Antonieta de Austria, archiduquesa de Austria e hija de Francisco de Lorena y la emperatriz María Teresa, para desposarla con el delfín.[16]

Para el traspaso de la frontera por parte de María Antonieta, se construyeron dos pabellones, simbolizando a las dos potencias aliadas. En el pabellón de Francia se encontraban la condesa de Noialles, dama de honor; la duquesa de Cossé, dama de vestuario; cuatro damas de palacio; el conde de Saulx-Tavannes, caballero de honor; el conde de Tessé, primer escudero y el obispo de Chartres, primer capellán.[17] En el otro pabellón se encontraban las damas austríacas, que habían acompañado a la archiduquesa y la habían vestido con prendas francesas enviadas desde París.[17]

María Antonieta como Delfina de Francia.

María Antonieta entró en Estrasburgo e hizo un alto en Compiègne, a donde llegó el 15 de mayo. Allí conoció al rey, a su futuro marido y a las Mesdames de Francia (las hijas de Luis XV).[18] Después, el séquito se dirigió a Saint-Denis, donde la carmelita Luisa de Francia (hija de Luis XV) conoció a la futura delfina.[19] En Saint-Denis, la archiduquesa y su séquito se alojaron en el palacio de la Muette y el rey y el delfín volvieron a Versalles. A la mañana siguiente (16 de mayo) la delfina llegó a Versalles y los jóvenes novios fueron conducidos a la capilla de palacio, donde el gran capellán, el cardenal de la Roche les dio la bendición nuncial.[20]

Las celebraciones de la corte fueron brillantes, pero las de París las superaron, y tanto en la capital como en Versalles hubo una gran afluencia de público.[21] Pero estas celebraciones serían un presagio de dolorosos hechos futuros: en una de las celebraciones en París, en la plaza de Luis XV, en la cual había una gran masa de público, se lanzaron fuegos artificiales , los cuales causaron un gran temor en el pueblo, que huyó hacia otra calle. Las imperfecciones del terreno hicieron caer a algunas personas, lo que causó la caída de muchas más, que fueron aplastadas; unas por el paso de los caballos, otras por las ruedas de los carruajes, y otras se precipitaron al río Sena.[22]

El matrimonio no fue consumado hasta siete años después de la boda, cuando la pareja ya había ascendido al trono. Esto se achaca a una fimosis de Luis XVI, que le impedía tener relaciones sexuales.

La pareja tuvo cuatro hijos:

Ascenso al trono y reinado

Luis XVI a los veinte años por Duplessis

Tras enfermar de viruela negra, y sufrir una lenta agonía, Luis XV murió el 10 de mayo de 1774. Al saberse de la muerte del rey, una gran multitud acudió a los aposentos de los hasta entonces delfines de Francia y, entrando en los mismos, se dirigieron a la pareja como sus majestades. Tanto Luis XVI como María Antonieta quedaron impactados y, arrodillándose exclamaron: «¡Oh, Dios mío! vamos a reinar demasiado jóvenes ¡Dios mío, guíanos y protégenos de nuestra inexperiencia!»[23] El 11 de junio de 1775 se celebró en la catedral de Reims la ceremonia de coronación del soberano.

La primera medida que tomó el joven Luis XVI como rey fue despedir a los ministros más odiados por la opinión pública; el duque de Aiguillon y el abad de Terray fueron descartados. Sin embargo, el soberano sintió la necesidad de tener alguien a su lado que le guiase en su difícil tarea. Tras descartar al duque de Choiseul y a Machault, el rey se decantó por Maurepas.[24]

Una de las decisiones más importantes que debía tomar el monarca era la de restaurar o no el Parlamento de París, abolido por el ministro de su abuelo, Maupeou, quien lo sustituyó por los seis Tribunales Superiores de Arras, Blois, Clermont-Ferrand, Lyon, París y Poitiers. Finalmente, Luis XVI tomó la decisión de restaurarlos, permitiéndose el regreso de los miembros exiliados del parlamento, que pudieron recobrar sus puestos.[25]

El conde de Vergennes fue encargado de los Asuntos Exteriores, el conde de Muy de los de Guerra, Sartine de los de la Marina, Turgot fue designado Controlador General de las Finanzas (equivalente a ministro de Economía), Malesherbes fue destinado al departamento de París, y Miromesnil fue nombrado guardián del sello de Francia (el equivalente a un ministro de Justicia).[25]

El reinado de Luis XVI está marcado por numerosas tentativas de reformas económicas e institucionales en la línea de la reforma iniciada por René Nicolás Carlos Agustín de Maupeou (1771) bajo el reinado de Luis XV. Luis XVI restaura los Parlamentos. Por lo menos en cuatro ocasiones (Turgot, Necker, Calonne, Brienne y de nuevo Necker) intenta llevar a cabo reformas más o menos profundas del reino, y más específicamente, el establecimiento de un impuesto igualitario. En cada ocasión se topa con la oposición de los privilegiados (la mayoría de la nobleza y una parte del clero) y sus círculos más próximos (la corte, la reina...). Los Parlamentos, formados por la nobleza de toga, aferrada al mantenimiento de los privilegios, también se oponen y Luis, no piensa en exceder los poderes que le dan las leyes fundamentales del reino, por lo que tiene que hacer avalar sus reformas. Espera lograr instaurar sus reformas en los Estados Generales, los cuales son convocados en 1789.

Si la paralización de sus reformas por parte de la nobleza y alto-clero es su mayor problema político, su mayor problema económico es el creciente déficit. Entonces piensa que la única forma de acabar con él es tomar medidas que comprometan los privilegios de las clases altas. Los Estados Generales, convocados por su primer ministro para intentar llevarlas a cabo lo más apaciblemente posible, escapan rápidamente de su control.

Ministerio de Turgot

Jacques Turgot.

Jacques Turgot es nombrado por Luis XVI controlador general de las finanzas.

Turgot se lanza entonces a un proyecto "revolucionario" de creación de un sistema de asambleas con estructura piramidal, elegidas por el pueblo: municipalidades en los municipios, distritos en provincias y finalmente una municipalidad de reino. Como explica en 1854 el historiador Victor Duruy: «Había novedades muy grandes; Turgot planeaba otras más temibles: eliminación de las cargas que asfixiaban a los pobres, establecimiento sobre los nobles y el clero de un impuesto territorial; pero mejora de la situación de los curas y vicarios, que poseían la porción más pequeña de las rentas de la Iglesia y supresión de la inmensa mayoría de monasterios, igual participación en el impuesto a través de la creación de un catastro, libertad de pensamiento para los protestantes, rescate de las rentas feudales, el mismo sistema de peso y medida para todo el reino, libertad de pensamiento también para la industria y el comercio y finalmente, como Turgot se ocupaba de necesidades morales y materiales un vasto plan de instrucción pública para difundir las Luces (los principios de la ilustración)».[26]

Se formó una gran coalición de individuos cuyos intereses se veían perjudicados por las reformas, contra Turgot: poseedores del monopolio del grano, parlamentarios pertenecientes a la nobleza de toga, privilegiados...etc. A esta coalición se unieron los allegados del rey (el ministro Maurepas y la reina María Antonieta). El rey intentó resistir a los privilegiados, su ministro y a la reina, con el fin de mantener los planes de Turgot. En marzo de 1776 declara: «Veo que sólo Turgot y yo amamos al pueblo.»[27] Hubo graves disturbios: en casi toda Francia, estallaron revueltas populares por el precio de la harina (llamadas la guerra de la harina), probablemente organizadas por algún príncipe de sangre, que junto a la rica burguesía eran perjudicados por las reformas económicas,[28] los cuales espolearon al ya molesto pueblo, hambriento.

Tras dos años de resistencia, Luis XVI y sus ministros reformistas cedieron a las presiones. Malesherbes dimitió y el soberano se vio obligado a cesar a Turgot en 12 de mayo de 1776 y desbaratar sus reformas.[29]

Ministerio de Necker

El sustituto de Turgot murió varios meses después del cese. En octubre de 1776, Luis XVI nombró a Jacques Necker director de finanzas (el equivalente a controlador general de las finanzas). Era una elección triplemente vanguardista: Necker era plebeyo, extranjero (ginebrino) y protestante.

Luis XVI y Necker volvieron a las reformas esenciales. El ministerio de Necker está caracterizado así por la liberación de los últimos siervos del reino, por una ordenanza del 8 de agosto de 1779.[30] Esta ordenanza estuvo favorecida por Voltaire, que en 1778 apoyó la causa de los siervos del Mont-Jura y la abadía de Saint-Claude.[30] Sin embargo, la ordenanza apenas fue aplicada y la servidumbre persistió localmente hasta la Revolución, cuando sería eliminada con la abolición de los privilegios la noche del 4 de agosto de 1789.[30]

Abolió además la pregunta previa (aplicada a los condenados a muerte). También proyectaba una organización de asambleas provinciales, pero con un fin meramente financiero.[31]

Luego de la publicación por parte de Necker de la rendición de cuentas del estado de las finanzas en 1781, la "guerra" que tan buen resultado dio con Turgot comenzó con su sucesor. El Parlamento rechazó el edicto que restablecia las asambleas provinciales y los cortesanos, viendo mermados sus presupuestos usaron la calumnia para socavar la autoridad del rey y de sus ministros. El monarca y Necker no pudieron permanecer demasiado tiempo soportando la oposición de los privilegiados, presentando su dimisión, que fue aceptada el 21 de mayo de 1781.[32]

Un edicto del 8 de agosto de 1779 autorizaba a las mujeres casadas, los mineros y los monjes a gastar la pensión sin requirimiento de autorización (del marido en el caso de la mujer casada).[33]

Ministerio de Calonne

Luis XVI nombró a Charles Alexandre de Calonne, con reputación de buen técnico de las finanzas, como inspector general de las finanzas (noviembre de 1783) y luego ministro de Estado para reemplazar a Necker. Calonne llevó a cabo durante tres años una política de gastos y préstamos, de "reactivación" según algunos (grandes trabajos en transportes, la industria, el tratado de comercio con Inglaterra en 1786) destinada a recuperar el crédito del Estado.

Pero fue en falso. Calonne tuvo que volver al mismo plan de reformas de sus predecesores: liberalizar el comercio interior eliminando las aduanas interiores, suprimir los tratados, reducir la talla, reemplazar las corveas reales (trabajos gratuitos de plebeyos para la Corona, en naturaleza, medievales) por un impuesto metálico, transformar la Caja de descuento en un banco estatal y sobre todo someter a los privilegiados a un impuesto y a la subvención territorial; establecer las asambleas provinciales, elegidas, que repartirían este impuesto. Así como Turgot, Calonne pretendía crear una pirámide de asambleas locales (asambleas parroquiales, asambleas municipales y asambleas de distrito) elegidas por los contribuyentes.

Luis XVI le dijo a Calonne: «¡Es puramente de Necker lo que usted me propone!», pero el plan era más parecido al de Turgot. Una de los principales redactores del proyecto era el fisiócrata Pierre Samuel du Pont de Nemours, antiguo colaborador de Turgot.

Para no enfrentarse con la minoría noble de toga del Parlamento, que siempre rechazaba las reformas, el gobierno tuvo que convocar una asamblea de 144 notables (también privilegiados) para llevar a cabo su proyecto. Pero reunida en febrero-marzo de 1787 deniega el impuesto territorial igualitario. El monarca, que había mantenido su apoyo a Calonne durante varios meses, lo retira bruscamente en abril de ese mismo año,[34] posiblemente bajo la influencia de la corte, la reina o la opinión pública.

En enero de 1787, Luis XVI abolió el peaje personal que debían pagar los judíos de Alsacia.[35]

Política exterior

La Guerra de Independencia americana

En el verano de 1776 llegó a Francia la noticia de la proclamación de independencia de las colonias americanas de Inglaterra. Ya en el año anterior tuvieron lugar negociaciones entre las colonias y Francia. Finalmente, Vergennes convenció a Luis XVI para entrar en la guerra por la libertad de las colonias, en detrimento de la hostiles ingleses. El objetivo de Francia era recuperar las colonias perdidas en la guerra de los Siete Años.

El 8 de febrero de 1778 se hizo pública la alianza franco-americana. Ese mismo año, Luis XVI acogió en Francia a Benjamin Franklin y convenció a Carlos III de España para que se aliara a las colonias. Otra noticia importante fue que María Antonieta quedó, en la primavera de 1778 embarazada. Daría a luz el 19 de diciembre del mismo año, con una gran decepción para los presentes: una niña, llamada María Teresa. Entretanto, Francia había cosechado numerosas victorias, entre las cuales, en la decisiva batalla frente a la isla Ouessant, el 27 de julio de 1778. El propio Luis XVI, con ayuda de Sartine, ministro de la Marina planificó ataques en la Mancha.[36] En 1779, los franceses lograron reconquistar el Senegal, pero sufrieron varias derrotas navales; además su flota y la española fueron diezmadas por enfermedades como la disentería.

El rey decidió guarnecer América enviando numerosas tropas, compuestas en parte por nobles cortesanos, en ayuda del general Washington. El 1781 fue un año rico en acontecimientos: en América tuvieron lugar numerosas victorias durante el asedio de Yorktown, y en Francia, el 22 de octubre María Antonieta dio a luz al tan deseado Delfín, Luis José. Otro hecho importante fue la muerte el 21 de noviembre de Maurepas. Los cortesanos se preguntaron entonces quién sería el sucesor, mas el soberano lo aclaró todo al decir las siguientes palabras: "J'entends régner" (yo pienso reinar).[37]

El 2 de febrero, la flota franco-española reconquistó Menorca al derrotar a la flota inglesa. En la noche entre el 8 y el 9 de abril, Luis XVI se comprometió a calmar una sublevación burguesa en Ginebra actuando bajo los principios del absolutismo, olvidando que estaba luchando en América por la libertad y la igualdad.[38] Como consecuencia de este acontecimiento, los delegados del Congreso americano, Benjamin Franklin, John Adams y John Jay rechazaron los acuerdos con Francia y firmaron una paz separada con Inglaterra, lo que hizo montar en cólera al rey francés, que ordenó a Vergennes reprender a Franklin.

Finalmente, el 20 de enero de 1783 se llegó a un acuerdo, cuando los delegados franceses, españoles, americanos e ingleses se reunieron en la Sala del Consejo del palacio de Versalles. La firma del acuerdo trajo consigo la obtención por parte de Francia del Senegal, de algunas islas caribeñas y de escalas comerciales en la India y Dunkerque, mas los franceses perdieron seis millones de libras acordados inicialmente con los americanos, con lo que se agravó la crisis financiera del Estado. El déficit llegó a los 80 millones de libras.[39]

Relaciones con Austria
Artículo principal: Guerra de Sucesión bávara
Artículo principal: Guerra de la marmita

En los primeros meses de 1778 estalló la guerra de Sucesión bávara a causa de los supuestos derechos al trono bajo-bávaro del emperador José II, hermano de María Antonieta. La reina, sufriendo constantes chantajes psicológicos por parte de su madre, y hábilmente manipulada por el embajador Mercy,[40] habló a su marido y a sus ministros sobre la causa austríaca, pero éstos y el rey se opusieron, no valiendo para nada los arrebatos de la reina y tampoco su embarazo en primavera cambió la situación. Luis XVI decidió hacer de mediador entre las dos partes, pidiendo a José II que renunciara a sus derechos al trono de Baja Baviera. La paz fue firmada en Teschen, el 13 de mayo de 1779.

En 1782, José II le pidió expresamente a su hermana que le pidiera al rey intervinir en apoyo de Austria y Rusia en una operación ventajosa para las tres naciones. Junto con la zarina Catalina II, José II tuvo intención de repartir el Imperio Otomano, y Egipto fue ofrecido a Luis XVI a cambio de la neutralidad de Francia. El soberano pudo aceptar esta oferta, mas le escribió una carta a su cuñado en la que denunció el monstruoso sistema de las compensaciones, que causó conflictos perennes en el viejo continente. José, resentido y enfadado y convencido de que desde hacia tiempo Francia era protectora del Imperio Otomano y lo hubiese defendido, se vio obligado a renunciar a sus planes. María Antonieta tuvo un acercamiento con Luis, quedando nuevamente embarazada y teniendo un aborto involuntario el 1 de noviembre de 1783.

En 1784, José, renunciando a los Balcanes, se centró en los Países Bajos. Quiso que los holandeses reabrieran la desembocadura del río Escalda para permitir la plena expansión del puerto de Amberes, en los Países Bajos austríacos. Aquello fue una violación de la Paz de Westfalia de la que Francia se percató. Los planes del emperador, además de violar los intereses comerciales holandeses, molestaron a los franceses. Exasperado de su cuñado, el cual no paraba de poner en peligro la paz en Europa, Luis no tuvo ninguna intención de apoyarlo; además la opinión pública gala se alineó con Holanda, teniendo incluso un ataque de rabia contra el emperador.

El emperador ejerció nuevas presiones sobre María Antonieta, pero para nada valieron las peticiones de la soberana, aunque quedara embarazada por cuarta vez.[41] No tuvo otro remedio que confesar a su hermano su derrota.[42] Aunque intuyera que el rey no lo apoyaría, José II se reafirmó por la fuerza y mandó un buque austríaco por el Escalda. Después de varias advertencias, los holandeses dispararon al barco. El emperador amenazó con declarar la guerra. Cuando las hostilidades llegaron al punto de poder hacer desaparecer la paz en Europa, Luis XVI apareció como pacificador. José, para renunciar a sus conquistas pidió 10 millones de florines, rebajados a ocho por los holandeses. Luis XVI se ofreció a pagar los dos millones restantes, por amor a la paz, tal y como dijo.[43] Esta inútil maniobra de reconciliación fue atribuida a la influencia de la reina, la cual, el 27 de marzo de 1785 dio a luz a otro varón: Louis Charles (Luis Carlos). Un año después tendría a Marie Sophie Hélène Béatrice (María Sofía Elena Beatriz), la cual moriría casi al año de vida de tuberculosis.

Los Estados Generales

Artículo principal: Estados Generales de 1789

El 5 de mayo de 1789 se reunieron los Estados Generales en Versalles. El Tercer Estado entró rápidamente en oposición con los otros dos. Lo que ocurría aquellos días no implicaba a los soberanos, que estaban pendientes del ya moribundo Delfín.[44] Luis José murió el 4 de junio de 1789 y Luis XVI decidió suspender las reuniones de los Estados Generales durante dos meses, en señal de luto. El Tercer Estado, que mientras se había autoproclamado Asamblea Nacional rechazó la decisión del rey y reuniéndose el 20 de junio en la Sala de la Pelota, juraron no disolverse hasta que Francia tuviera una constitución.

El 9 de julio al nombre de Asamblea Nacional se le sumó el de Constituyente. En el mismo día, la mayor parte del clero y cincuenta nobles se sumaron a la recién nacida Asamblea. Para controlarla, el rey hizo traer desde Alsacia a los regimientos del mariscal de Broglie para tomar Versalles y París, pero la presencia de soldados hizo que se descubriera el complot monárquico. La furia popular aumentó el 13 de julio y el monarca aceptó la dimisión de Necker. El 14 de julio el pueblo parisino y un buen número de desertores tomaron la fortaleza de la Bastilla, para ellos símbolo del despotismo real: La Revolución había comenzado.[45]

La Revolución

Artículo principal: Revolución Francesa
Toma de la Bastilla, pintado en 1789 por Jean-Pierre-Louis-Laurent Houel.

En las semanas que siguieron, las familias más conservadoras como los Artois o los Polignac huyeron del país por miedo a ser asesinados. El 17 de julio, Luis XVI partió hacia París, aunque la reina intentó por todos los modos hacerlo desistir: la consideraba una acción humillante y peligrosa no habiendo esperanza de volver a verlo vivo. El rey volvió a Versalles. Había apoyado la revolución de París y llevaba sobre el sombrero la escarapela tricolor, símbolo de la unión de la monarquía y la nación.[46] El 29 de julio, a petición del pueblo, Necker volvió y fue nombrado Primer Ministro de Hacienda.[47]

Mientras tanto, en toda Francia el miedo a una reacción militar de los nobles emigrados, la hambruna y el desconcierto frente a los acontecimientos parisinos provocaron una serie de revueltas campesinas conocidas como el Gran Miedo, dirigidas casi exclusivamente en detrimento de la nobleza. Para poner remedio, el 4 de agosto, la Asamblea votó la abolición de los derechos feudales y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, poniendo fin al feudalismo. El rey montó en cólera, puesto que su persona estaba en la cúspide de la misma sociedad estamental que los revolucionarios querían subvertir con sus reivindicaciones de igualdad. El 1 de octubre, en el palacio de Versalles se dio una cena en honor a los regimientos de Flandes, pero en París se filtró la noticia de que era en realidad una reunión anti-revolucionaria.[48] El 5 de octubre, una muchedumbre armada compuesta en su mayoría de mujeres, marchó sobre Versalles para pedirle pan al rey y presentarle una petición con la esperanza de que la situación se resolviera. La mañana del 6 de octubre las habitaciones reales fueron invadidas y hubo fallecidos entre los guardias y los civiles. La familia fue obligada entonces a trasladarse a París, al palacio de las Tullerías, bajo vigilancia de la Guardia Nacional.

María Antonieta retratada por Kucharsky poco antes de la fuga a Varennes. En la parte baja izquierda se puede apreciar el golpe de bayoneta que un revolucionario le asestó a la pintura.

El 10 de octubre de 1789, la Asamblea General aprobó la nueva titulación de Luis: Louis, par la grâce de Dieu et la loi de l'État constitutionnelle, Roi des Français (Luis, por la gracia de Dios y la ley del Estado constitucional, Rey de los franceses). A partir de este momento obtuvo el título de Rey de los franceses, el cual no sólo se diferenciaba del de Rey de Francia gramaticalmente, sino que simbolizaba el cambio en el Estado, y el cambio de concepción del monarca, que ahora pertenecía a los franceses y les debía lealtad.

No pudiendo salir ya de caza y ni tan siquiera salir de las Tullerías, el rey cayó en una profunda apatía. En la familia real empezó a crecer la agitación y se empezó a hablar de planes de fuga de París, para buscar apoyo político y militar en las cortes europeas. La empresa era muy arriesgada y complicada. Así, los reyes tuvieron que hacer pactos con el sector más moderado de la Asamblea. Se inició una correspondencia secreta entre la familia real y el marqués Honoré Mirabeau. Los soberanos estudiaron con detalle los informes de Mirabeau; pero tenían más confianza en el conde Fersen y en Breteuil: este último, emigrado a Suiza, fue nombrado por el monarca su único representante en las cortes europeas.

Mientras tanto, la presencia de la Guardia Nacional recordaba a los reyes que eran prisioneros políticos y también los llamaba a un estado de sumisión. Temían la Constitución con cuyo preámbulo no estaban de acuerdo pero también los avisos de los nobles exiliados, que afirmaban querer hacer estallar una auténtica contrarrevolución. Pero estos nobles no mostraron más que desprecio por Luis XVI y María Antonieta, los cuales, aterrorizados por sus afirmaciones habían enviado emisarios instándoles a calmarse. Entretanto, en París se desencadenó la ira popular contra los reyes, a causa de que Marat acusó a Luis XVI de ser el jefe de una contrarrevolución e incitó al pueblo a exterminar a la familia real. Fue así como los parisinos se acostumbraron a ver a Luis XVI como un traidor a la nación que merecía la muerte.[49]

A causa de esto, la reina, impulsada por el conde Fersen, empezó a insistir a su marido para que se decidiera a huir de París. También Mirabeau aconsejó a la familia huir: propuso organizar un ejército formado por tropas leales (según él, recibir ayuda de las tropas extranjeras habría sido un error irreparable) para disolver la Asamblea y elegir una nueva que revisara la Constitución en favor del monarca. Al principio, Luis XVI no estaba de acuerdo, pero consintió tras ser obligado a firmar la Constitución civil del clero: «En tales condiciones, preferiría ser Rey de Metz antes que seguir siendo Rey de Francia» parece ser que dijo inmediatamente después de rectificar el decreto.[50]

Los problemas se multiplicaron a la muerte de Mirabeau, el 2 de abril de 1791. El rey, aunque no se fiaba mucho de él, lo consideraba el único hombre capaz de perorar la causa monárquica en la Asamblea Nacional. El 18 de abril día de Pascua, la familia fue detenida por la muchedumbre y no se le permitió celebrar la misa en Saint-Cloud. Enfadado, Luis XVI exclamó: «Es sorprendente que, después de darle libertad a la nación, yo mismo sea privado de ella». Bajaron de la carroza, la reina y los dos niños y se dirigieron a las Tullerías entre los abucheos y risas de la plebe.[51] «El rey ha llegado al escalón más bajo de la vileza» escribió en la época Madame Roland, la mujer de un girondino, que abrió un salón en París. «Ha sido puesto al descubierto por quienes están a su alrededor; no inspira otra cosa que desprecio... La gente lo llama Luis el Mentiroso o el cerdo gordo. Es imposible imaginar en el trono a un ser tan abominable.» L'Ami du peuple calificó a Luis Capeto como un ser hipócrita, físicamente vulgar, que «se consolaba con una botella».[52]

Regreso de la familia real a París tras su captura en Varennes.

El 21 de junio de 1791, la familia real emprendió la fuga hacia los Países Bajos austríacos, pero a pocos kilómetros de la frontera, cerca de la ciudad de Varennes-en-Argonne fueron reconocidos, detenidos y enviados a París. El viaje de vuelta fue una auténtica pesadilla: en Épernay un hombre escupió frente al rey y otros intentaron matarlo.[53] El intento de fuga demolió por completo la ya muy mellada idea del carácter sagrado de la persona del rey. Se empezó a pensar que un rey, que traicionó a su propio país intentando fugarse ya no era necesario para el Estado; mas el monarca dejó una reclama explicando las razones de su fuga: en aquel largo acto de acusación, acusó a la Revolución desde el principio subrayando que fue coartado para realizar los actos que la Asamblea quería.[54]

Los reyes siguieron viviendo un año más en las Tullerías, sintiéndose como prisioneros. Mientras, el 14 de septiembre de 1791, Luis aceptó (en realidad no estaba de acuerdo con su contenido; la aceptó por temor a la Asamblea) la Constitución francesa. El soberano, impulsado por parte de la Asamblea, declaró la guerra a Austria pero en junio de 1792 usó su poder de veto para prohibir la deportación de los sacerdotes que no habían jurado fidelidad a la nueva Constitución y la creación de un cuerpo de soldados provinciales para asignarlos fuera de París. El 20 de junio de 1792 la muchedumbre en armas atacó por primera vez las Tullerías. Tanto sus apologetas como sus detractores atribuyen a Luis XVI en esa ocasión una fría impasibilidad.[55] Ni siquiera tembló cuando un carnicero, un tal Legendre [cita requerida] despotricó contra él diciendo: «Señor, tenéis que preocuparos en escuchar, sois un bribón. Siempre nos ha engañado y seguirá haciéndolo. Nuestra paciencia se ha agotado ¡La gente está harta de sus puestas en escena!» Mientras afirmaba esto, obligó al soberano a asomarse al balcón. El soberano aceptó impasible ponerse el gorro frigio y bebió vino a la salud del pueblo.[56] La Asamblea Nacional delegó a 25 diputados que, junto con el alcalde de París, Pétion, consiguieron calmar a la multitud y convencerles de que se dispersaran pacíficamente.[57]

Los acontecimientos del 20 de junio anticiparon lo que ocurriría el 10 de agosto, cuando una insurrección popular liderada por los hébertistas derrocó el gobierno municipal de la capital para instaurar una comuna rebelde y presionar a la discreditada Asamblea Nacional para destronar al Rey. Aquel día tuvo lugar el más violento asalto al edificio, que sentenció la caída definitiva de la monarquía francesa. En las Tullerías murieron todos los guardias suizos del palacio, un gran número de críados y algunos aristócratas al quedarse para defender a la familia real que ya no se encontraba en el palacio. A petición de Pierre-Louis Roederer, delegado del gobierno en el departamento del Sena, ya habían buscado refugio en la Asamblea Nacional donde el Rey y el Delfín fueron recibidos con fuertes aplausos.[58] A los dos de la mañana, la Asamblea se había convertido ya en Convención por la seguridad nacional, decidida a encerrar a la familia real. El soberano tuvo que asistir a la creación de un gobierno provisional únicamente formado por revolucionarios.[59] La tarde del 13 de agosto de 1792, el Rey de los franceses fue oficialmente detenido y hecho prisionero en el Temple, una torre parte de una propiedad del Estado, y que perteneció a la Orden de los Templarios, transformada en prisión para la familia real.[60]

«[...] Entre la Monarquía absoluta y la Asamblea Nacional transcurrieron siglos; de la Asamblea a la Constitución dos años; de la Constitución al asalto de las Tullerías, un par de meses; del asalto de las Tullerías a la prisión sólo tres días. Todavía quedan unas pocas semanas para el cadalso y luego sólo un barquinazo para la tumba.»[61]

Ciudadano Luis Capeto

El Temple

Luis en la prisión del Temple, óleo de Jean-François Garneray (1755-1837).

En el Temple, la familia real fue separada de sus acompañantes, entre los cuales estaba la princesa de Lamballe; ésta última moriría durante las matanzas de septiembre. Sólo a Hanet Cléry, uno de los criados del Delfín, se le autorizó a permanecer junto a ellos, incluso cuando las condiciones de arresto empeoraron. Ante el temor de que la familia real pudiera mantener una correspondencia oculta se tomaron varias medidas. Pero a pesar de ello, Cléry consiguió informar de las noticias que había escuchado en el exterior cuando venía a peinar al rey o a las señoras. Después, cada tarde, los fieles realistas hicieron gritar a un vendedor de periódicos las noticias del día justo debajo de las paredes del Temple.[62]

Durante el periodo de reclusión del rey, además de hacer de profesor de su hijo y de jugar con él dedicó sus últimos días a leer los libros que se encontraban en la biblioteca de la torre: milquinientos volúmenes que constituían el archivo de los caballeros de Malta. Leía aproximadamente un libro al día, frunciendo el ceño cuando leía a Voltaire y Rousseau, afirmando que hubieran sido la ruina de Francia.[63] Luis también tuvo que soportar varias groserías por parte de los guardias, que además de empezar por llamarlo Monsieur (Señor) o incluso Louis (Luis) en vez de Majesté (Majestad),[63] ensuciaron las paredes exteriores de la torres con dibujos obscenos o pintadas amenazadoras.[64] El 21 de septiembre los prisioneros sintieron un gran clamor que venía de la ciudad. Desde el exterior una voz imperiosa proclamó que la monarquía había sido abolida oficialmente y había nacido la República. La reina se acostó sintiéndose desgraciada y el rey ni siquiera interrumpió su lectura.

El proceso

Mientras tanto se inició el debate sobre la suerte que debía correr el soberano. Se creía mientras estuviese vivo constituiría el pretexto para una contrarrevolución. Se crearon así dos comisiones: una con el encargo de investigar los documentos encontrados en las Tullerías y la otra con el deber de establecer si Luis Capeto, declarado inviolable por la Constitución podía ser procesado.

El 6 de noviembre la inmunidad del soberano fue revocada, con lo que el ex-monarca pudo ser puesto bajo proceso de la Convención. El 19 de noviembre fue descubierto el armario de hierro, escondite de la correspondencia entre Luis XVI y los soberanos extranjeros. Después de tal hallazgo, algunos diputados, como Robespierre o Saint-Just declararon su deseo de querer castigar al ciudadano Luis Capeto sin proceso alguno, pero la mayoría de la Convención optó en cambio por un proceso regular, para que Francia y los países extranjeros no dudaran de la legalidad del veredicto.

La Convención interroga a Luis el Último.

Al principio del proceso, el 10 de diciembre de 1792 Luis fue separado de su familia.[65] Mientras tanto, el ex-monarca trató de reunir a los abogados que lo defenderían, pero muy pocos accedieron a ello. Al fin, los únicos dispuestos a defenderlo fueron Malesherbes, François Denis Tronchet, un ex-magistrado y el abogado Raymond de Sèze, un girondino temido por sus grandes capacidades oratorias e intelectuales.[66] Luis Capeto trabajó activamente con sus abogados, pero supo que tenía pocas posibilidades de salvarse: «No espero convencer a los diputados y tampoco conmoverlos. Sólo os ruego que no recurráis a peroraciones tocantes a mi dignidad. Yo no quiero suscitar otro interés que el que tiene que nacer espontáneamente de la exposición de mis justificaciones.» dijo a de Sèze.[66] El 25 de diciembre escribió su Testamento, un documento de gran valor político.

Véase también: Testamento de Luis XVI de Francia

El día siguiente, de Sèze desarrolló su larga alegación, pero no convenció: quería demostrar la inviolabilidad del soberano, referida en la Constitución de 1791 y pidió que fuera juzgado como un ciudadano normal y no como un jefe de Estado.[66] [67] Los diputados estaban divididos, ya que los más moderados querían juzgar al monarca pero no ejecutarlo. Los debates duraron varios días pero finalmente la sentencia de muerte fue proclamada (con 362 votos a favor, 288 en contra y 72 abstenciones) y fue leída a las 2 de la mañana del 19 de enero. La ejecución estaba fijada a las once de la mañana en la Plaza de la Revolución (hoy Plaza de la Concordia) el 21 de enero.[68]

El monarca estaba preparado para el veredicto. Escuchó en silencio la sentencia con estoica resignación; el único momento en el que mostró sorpresa fue cuando escuchó que su primo, Felipe de Orleans, conocido entonces como Philippe Égalité (Felipe Igualdad) había votado a favor de su muerte.[69] Fue conducido por el sacerdote refractario (es decir, que no había jurado la constitución) Edgeworth de Firmont a quien le entregó una copia firmada de su testamento, ya que temía que la entregada a la Convención nunca fuera hecha pública. A las ocho de la tarde, Luis Capeto fue conducido hasta su familia. Madame Royale en sus memorias dijo que su padre le habló a María Antonieta del proceso, luego, tomando al Delfín y sentándolo en sus rodillas, les hizo prometer que perdonarían a sus enemigos. Escribió: «Mi padre lloró por nosotros, no por miedo a la muerte». María Antonieta habría querido pasar la última noche junto a su marido, pero éste se lo negó. Más tarde el rey le dijo a Edgeworth: «Es terrible amar tanto sobre la tierra y ser correspondido de tanto amor. Pero ahora cada pensamiento y cada amor debe de irle solamente a Dios».[70]

Ejecución

La mañana del 21 de enero, recibida la comunión, el todavía rey para los monárquicos Luis Capeto le confío a Cléry la tarea de dar el último adiós a sus parientes y abandonó el Temple en carroza. A las diez y cuarto el condenado llegó a la Plaza de la Revolución: fue vestido de blanco y sostuvo el libro de los Salmos en sus manos.

La ejecución de Luis XVI.

Al bajar de la carroza se quitó la chaqueta, se desabrochó la camisa de lino y se apartó el pañuelo del cuello. Algunos soldados trataron de atarle las manos pero Luis se negó con indignación: «Haréis lo que se os haya mandado hacer, pero no me ataréis nunca».[71] Edgeworth ayudó a Luis Capeto a subir los empinados peldaños del cadalso y alcanzado el palco, el verdugo Sanson le cortó la coleta y el rey accedió finalmente a que le ataran las manos, después de que Edgeworth le dijera que ese era "el sacrificio final".[72] Tras esto, el "ex-rey" preguntó si los tambores redoblarían durante su ejecución.[72] El condenado, logrando apartarse del verdugo, hizo ademán de volverse hacia el pueblo de Francia pero no lo dejaron, llegando a exclamar: «¡Pueblo, muero inocente de los delitos de los que se me acusa!. Perdono a los que me matan. ¡Que mi sangre no recaiga jamás sobre Francia!».[73] El verdugo refirió que el rey soportó todo eso con una compostura y una firmeza que nos asombró a todos nosotros. Estoy convencido de que sacó su fortaleza de los principios de la religión, de los que nadie parecía más convencido y afectado que él.[72] Uno o dos minutos después de las diez y veinte, la cuchilla de la guillotina cayó sin piedad sobre el cuello de Luis XVI.[72]

Litografía ficticia de Luis XVII. Luis Carlos se convirtió en Luis XVII para los monárquicos tras la muerte de su padre.

Entonces, un joven miembro de la Guardia Nacional cogió la ensangrentada cabeza y la enseñó al pueblo paseándose por el cadalso.[74] La muchedumbre estalló gritando ¡Viva la República! Se empezó a cantar La Marsellesa y algunos espectadores se echaron a bailar en círculo alrededor del cadalso. Otros se entretuvieron en recoger la sangre que se había filtrado a través de los maderos del cadalso, otros la probaron.[75] Un ayudante del verdugo subastó las prendas y el pelo del fallecido.[76] Los guardias civiles, mientras tanto pusieron el cadáver y la cabeza en un cesto de mimbre que colocaron en un carro. El carro se dirigió al cementerio de la Magdalena, donde fue enterrado el último monarca del Antiguo Régimen en Francia.[77] En la Restauración, bajo el reinado de su hermano Luis XVIII, su cuerpo fue trasladado junto al de María Antonieta a la basílica de Saint-Denis.

A su muerte, su hijo de ocho años, Luis Carlos se convirtió automáticamente para los monárquicos y algunos estados extranjeros[78] [79] en el Rey de iure Luis XVII. La reina María Antonieta siguió a Luis XVI en la guillotina, el 16 de octubre de 1793, como Madame Isabel, el 10 de mayo de 1794. Luis XVII murió en misteriosas circunstancias, quizás a causa de la tuberculosis, el 8 de junio de 1795.[80] Sólo María Teresa sobrevivió a la Revolución, viviendo en completa soledad durante un año tras la muerte de su tía. Al final de la guerra fue usada como rehén y liberada el 26 de diciembre de 1795. Se exilió en Austria donde residían sus parientes y atendiendo a los deseos de sus padres se casó con su primo Luis Antonio, duque de Angulema.

Reliquia

Es muy probable que Maximilien Bourdaloue, un ciudadano, mojara su pañuelo en la sangre del monarca. Que más encargara una calabaza tallada para utilizarla como recipiente de la reliquia.

La supuesta calabaza se encuentra en posesión de una familia de Boloña (Italia) desde hace más de un siglo. El ADN de la mancha de sangre del fondo del recipiente ha sido analizada por unos científicos del CSIC, hallando que perteneció a un individuo europeo con ojos azules, tal y como los tenía Luis XVI (y puede verse en los cuadros de Antoine-François Callet).[81]

Las reacciones a la ejecución del monarca

Tumba de Luis XVI y María Antonieta en Saint-Denis.

La muerte del soberano indignó a la Europa monárquica y a Roma. Pío VI ya habló de la beatificación del monarca en la apología Quare Lacrymae.[82]

Con la Restauración de la monarquía de 1814, la "buena sociedad francesa" vivió en un clima de luto para expiar la culpa del doble regicidio y se idealizó la vida de los dos soberanos.[83] El 18 de enero de 1815 se empezaron a desenterrar los cuerpos de los dos soberanos. El cuerpo de María Antonieta fue extraído en primer lugar y luego el de Luis XVI. Los restos fueron hallados gracias a Pierre Louis Desclozeaux, un anciano abogado que después del cierre del cementerio de la Magdalena lo transformó en jardín y plantó sauces llorones en el lugar de la inhumación. María Teresa fue conducida a sus tumbas por Madame de Tourzel, (ya condesa de Bearne) donde cayó de rodillas y empezó a rogar.[84]

Por orden de Luis XVIII se construyeron dos capillas expiratorias, una en la celda de María Antonieta en la Conciergerie y otra en el cementerio de la Magdalena. Ésta última, diseñada como un mausoleo clásico se emplazó en el lugar donde los reyes fueron originalmente enterrados. El 21 de enero de 1815 los restos de los soberanos fueron llevados, en pompa magna a la basílica de Saint-Denis, donde fueron inhumados en ataúdes de plomo. Desde aquel momento, poetas, escritores, pintores y escultores simpatizantes con sus ideas no hicieron otra cosa que exaltar las virtudes del Roi Martyr.[85]

Personalidad

El joven soberano no colmó de excesivo empeño sus días, más bien, se concedió numerosos descansos, durante los que leyó cuentos de viajes, consultó mapas geográficos, se dedicó a estudios de topografía, de física y de química. O bien se divertía preparando los recorridos cotidianos de las batidas de caza, su gran pasión. Otra gran pasión del rey fue montar y arreglar cerraduras y forjar llaves y candados, junto a Gamain, herrero de las habitaciones reales y Poux-Landry, experto en mecánica. Todo esto ocurrió en la fragua instalada en su biblioteca. Los aristócratas, empezando por María Antonieta se sorprendieron al verlo ocupado en tareas tan plebeyas. Para explicar esta inclinación al trabajo manual han sido elaboradas varias hipótesis:

  • Que se tratara de una neurosis obsesiva; después de todo el rey también mostró otras "rarezas": por ejemplo, apuntó cada mínima cosa: las noches pasadas fuera de Versalles, los paseos, las cabalgatas, las presas abatidas, los animales (perros, golondrinas...) abatidos por error durante las batidas de caza.[86]
  • Según los psicoanalistas Nicolás Abraham y María Torok, Luis XVI habría estado sometido a una criptoforia; término utilizado para describir a las personas que llevan dentro de sí mismas (en su propia cripta), el fantasma de un familiar fallecido, generalmente, un hermano o una hermana. Este fantasma vive enterrado en el yo del huésped, inhibiéndolo completamente hasta que el que lo hospeda lo libera. Probablemente el fantasma del soberano habría sido su hermano mayor, el duque de Borgoña, Luis de Francia, niño sano e inteligente al que sucedió como futuro Delfín de Francia.[86]

Ancestros

Apariciones como personaje cinematográfico

Robert Morley como Luis XVI en la película María Antonieta de 1938
Año Película Director Actor
1916 My Lady's Slipper Ralph Ince Joseph Kilgour
1921 Las dos huérfanas D.W. Griffith Lee Kohlmar
1931 Danton Hans Behrendt Ernst Stahl-Nachbaur
1938 La Marseillaise Jean Renoir Pierre Renoir
1938 María Antonieta W.S. Van Dyke Robert Morley
1954 Madame du Barry Christian-Jaque Serge Grand
1956 María Antonieta, reina de Francia Jean Delannoy Jacques Morel
1981 Historia del Mundo Mel Brooks Mel Brooks
2001 The Affair of the Necklace Charles Shyer Simon Shackleton
2006 Marie - Antoinette Francis Leclerc Olivier Aubin
2006 María Antonieta Sofia Coppola Jason Schwartzman


Predecesor:
Carlos de Borbón y Baviera
Duque de Berry
1754 - 1774
Sucesor:
Carlos Felipe de Borbón y Sajonia
Predecesor:
Luis Fernando de Borbón
Delfín de Francia
1765 - 1774
Sucesor:
Luis José de Borbón y Habsburgo-Lorena
Predecesor:
Luis XV
Rey de Francia y de Navarra
Grand Royal Coat of Arms of France & Navarre.svg

17741789
Sucesor:
Abolición del título
(él mismo como Rey de los franceses)
Predecesor:
Nuevo título
(él mismo como Rey de Francia y de Navarra)
Rey de los franceses
Arms of the Kingdom of France.svg

1789[2]1792[3]
Sucesor:
Convención Nacional
(Primera República Francesa)
Predecesor:
Luis XV de Francia
Copríncipe de Andorra
1774 - 1793[4]
Sucesor:
Abolición del copríncipe francés
(Napoleón Bonaparte desde 1806)
Predecesor:
Él mismo como Rey efectivo de Francia y de Navarra
Rey titular de Francia y de Navarra
17891793
Sucesor:
Luis XVII

Órdenes de caballería

Órdenes francesas

Órdenes extranjeras

Véase también

Referencias y notas

  1. a b Entiéndase Navarra o Reino de Navarra, en este contexto, como el territorio transpirenaico (Baja Navarra) del Reino de Navarra desintegrado en 1530.
  2. a b Periódico Le Moniteur de la época (en francés)
  3. a b c Entre el 21 de junio y el 21 de septiembre de 1791 le fueron suspendidos sus poderes por la Asamblea Nacional Constituyente, con motivo del intento de fuga frustrado en Varennes-en-Argonne.
  4. a b Minahan, James (2000), Una Europa, varias naciones: un diccionario histórico de las naciones europeas, ed.Greenwood Publishing Group, pág.49 (en inglés)
  5. Grito de guerra sin traducción al español, usado por los borbones franceses hasta su definitiva caída en 1830.
  6. Louis XVI, por Frédéric Alfred, conde de Falloux (pág.6). Consultado el 23/12/10 (en francés).
  7. Louis XVI, por Frédéric Alfred, conde de Falloux (pág.7). Consultado el 23/12/10 (en francés).
  8. a b Louis XVI, por Frédéric Alfred, conde de Falloux (pág.9). Consultado el 23/12/10 (en francés).
  9. a b Louis XVI, por Frédéric Alfred, conde de Falloux (pág.10). Consultado el 23/12/10 (en francés).
  10. Louis XVI, por Frédéric Alfred, conde de Falloux (pág.13) (en francés). Consultado el 31/12/10.
  11. Louis XVI, por Frédéric Alfred, conde de Falloux (pág.17) (en francés). Consultado el 31/12/10.
  12. Louis XVI, por Frédéric Alfred, conde de Falloux (pág.21) (en francés). Consultado el 31/12/10.
  13. Ran Halévi, Louis XVI, faut-il le réhabiliter? dossier in revue L’Histoire, n°303, noviembre de 2005, p. 34 (en francés)
  14. a b c Philippe Bleuzé y Muriel Rzeszutek, « Un même personnage, des images contradictoires : Louis XVI » en la web de la Academia de Lille (en francés)
  15. Louis XVI, por Frédéric Alfred, conde de Falloux (pág.18) (en francés). Consultado el 31/12/10.
  16. Louis XVI, por Frédéric Alfred P., conde de Falloux (pág.26) (en francés). Consultado el 31/12/10.
  17. a b Louis XVI, por Frédéric Alfred P., conde de Falloux (pág.27) (en francés). Consultado el 31/12/10.
  18. Louis XVI, por Frédéric Alfred P., conde de Falloux (pág.28) (en francés). Consultado el 31/12/10.
  19. Louis XVI, por Frédéric Alfred P., conde de Falloux (pág.29) (en francés). Consultado el 31/12/10.
  20. Louis XVI, por Frédéric Alfred P., conde de Falloux (pág.30) (en francés). Consultado el 31/12/10.
  21. Louis XVI, por Frédéric Alfred P., conde de Falloux (pág.31) (en francés). Consultado el 31/12/10.
  22. Louis XVI, por Frédéric Alfred P., conde de Falloux (pág.32) (en francés). Consultado el 31/12/10.
  23. Louis XVI, por Frédéric Alfred, conde de Falloux (pág.45) (en francés). Consultado el 01/01/11.
  24. Louis XVI, por Frédéric Alfred, conde de Falloux (pág.53) (en francés). Consultado el 01/01/11.
  25. a b Louis XVI, por Frédéric Alfred, conde de Falloux (pág.59) (en francés). Consultado el 01/01/11.
  26. Victor Duruy, Histoire de France, 1854, tomo II, páginas 426-427 (en francés)
  27. Victor Duruy, op. cit., page 427.
  28. Haslip, Maria Antonietta, p. 97. (en italiano)
  29. Victor Duruy, op. cit., page 427-429.
  30. a b c Louis Firmin Julien Laferrière, Histoire du droit français, Joubert, 1837, p. 510 sq. (texto en línea en Gallica y otros) (en francés)
  31. Victor Duruy, op. cit., pages 429-431
  32. Victor Duruy, op. cit., page 431.
  33. François André Isambert, Recueil général des anciennes lois françaises: depuis l'an 420 jusqu'à la révolution de 1789, Belin-Le-Prieur, Verdiere, 1833, p.286 (en francés)
  34. Victor Duruy, op. cit., page 448.
  35. Élie Barnavi, Histoire Universelle des juifs, Hachette, 1993 (en francés)
  36. Spinosa, p. 77.
  37. Spinosa, p. 102.
  38. Spinosa, p. 110.
  39. Spinosa, p. 111.
  40. Lever, p. 155.
  41. Una noche, fue Luis XVI en persona quien puso fin a una acalorada disputa entre la reina y el conde de Vergennes. Lever p. 215.
  42. «Sé que en temas políticos tengo poca influencia sobre el rey ¿es prudente por mi parte tener conversaciones con sus ministros sobre temas en los que sé que no me apoyaría? Sin ostentación alguna o mentiras, he hecho creer a los otros que tengo más influencia sobre él de la que en realidad tengo, porque si no lo hubiera hecho, tampoco la hubiera tenido en ellos», le escribió la reina a su hermano, el emperador. (Lever, p.214-215).
  43. Lever, p. 216.
  44. Haslip, p. 234.
  45. "Rien" escribió el soberano aquel día en su diario de caza. Aunque nada indicaba que no había ido a cazar, es una anotación preocupante, puesto que el rey apuntó todos los hechos de su vida dignos de ello; por ejemplo, el 12 de julio consideró importante la destitución de su ministro, es decir, digna de ser apuntada. (Lever, p. 285). Por la noche, el duque de La Rochefoucauld lo despertó para comunicarle que la capital había caído en manos de los rebeldes. Entonces ocurrió el famoso diálogo: «...¡Pero es un motín!» dijo adormilado y el duque le contestó: «No, majestad, es un Revolución». (Spinosa, p. 147).
  46. Lever, p. 288.
  47. Spinosa, p. 148.
  48. Lever, pp. 295-297.
  49. Lever, p. 323-324.
  50. Lever, p. 327.
  51. Spinosa, pp. 164-165.
  52. Fraser, p. 385.
  53. Spinosa, p. 172.
  54. Lever, p. 338.
  55. Según una anécdota probablemente verdadera, pidió a un granadero que le tocara el pecho para que notara si su corazón tenía un latido acelerado. (Fraser, p. 404-405).
  56. El joven Bonaparte, que estaba asistiendo a la escena dijo: «¡Qué idiota! Si el rey hubiera tenido la capacidad y se hubiera puesto a la cabeza de un pequeño grupo de soldados hubiera salvado la Corona y con ella su dignidad. ¡Pero ahora todo ha terminado!». (Spinosa, p. 178-179).
  57. Comte de Vaublanc, Mémoires sur la Révolution de France et recherches sur les causes qui ont amené la Révolution de 1789 et celles qui l'ont suivie, (4 tomos), imprenta-librería G-A. Dentu, rue d'Erfurth, nº 1 bis, París, 1833, tomo 2, libro 3, capítulo 5, págs. 472-474. Texto en línea en Gallica [1]
  58. Comte de Vaublanc, Mémoires sur la Révolution de France et recherches sur les causes qui ont amené la Révolution de 1789 et celles qui l'ont suivie, (4 tomos), imprenta-librería G-A. Dentu, rue d'Erfurth, nº 1 bis, París, 1833, tomo 2, libro 3, capítulo 9, págs. 229-232. Texto en línea en Gallica [2]
  59. La tarde del 10 de agosto, en una sesión de 9 horas, la Asamblea Legislativa designó por aclamación un Consejo Ejecutivo provisional compuesto por seis miembros, incluyendo a Danton, ministro de Justicia y Gaspard Monge, ministro de la Marina. (Spinosa, p. 181).
  60. Durante el viaje en carroza, el rey caído fue recibido con ofensas y amenazas. La carroza recorrió lentamente la ciudad y pasó intencionadamente por la Plaza Vendôme, de manera que el soberano pudo ver que habían derribado la estatua de Luis XIV, El Rey Sol. El pueblo gritó: «¡Así se trata a los tiranos!». (Lever,p. 374).
  61. Zweig, María Antonieta - Una vida involuntariamente heroica, p. 373.
  62. Giardini, El proceso de Luis XVI y de María Antonieta (1793), p. 98.
  63. a b Fraser, p.422.
  64. Lever, p. 379.
  65. Se le propuso que el Delfín fuera con él a cambio de que éste no viera más a su madre, pero rechazó porque no le quiso causar a su mujer el dolor de separarla de su hijo. (Lever, p. 381).
  66. a b c Spinosa, pp. 190-191.
  67. El poeta Lamartine escribió en La Historia de los Girondinos: «El defensor habló con dignidad pero no supo atraer. Su defensa no se elevó nunca excepto en alguna frase. Olvidó que no hay mayor convicción, para un pueblo, que la emoción. La desgracia de Luis XVI fue no encontrar a alguien cuya voz alzase la piedad a la altura de la suerte». (Spinosa, p. 190-191).
  68. Spinosa, p. 192.
  69. Haslip, p. 337.
  70. Haslip, p. 338.
  71. Erickson, María Antonieta, p. 419-420.
  72. a b c d elmundo.es, "Habla" el verdugo de Luis XVI Consultado el 26/07/10.
  73. Spinosa, p. 195.
  74. Edgeworth añade que acompañó la ceremonia de los gestos más atroces e indecentes. (Erickson 419 -420).
  75. Spinosa, p. 196.
  76. Louis-Sébastien Mercier, testigo de la ejecución añadió: «Vi gente que paseó del brazo riendo y bromeando amablemente, como si se encontraran en una fiesta». (Erickson, pp. 420-421).
  77. El cadáver, con la cabeza entre las piernas, se colocó sobre un lecho de cal viva y posteriormente fue rociado con la misma (Erickson, pp. 420-421).
  78. Haydn's Dictionnery of Dates, p.340
  79. The Nort American Review, p.117
  80. Al menos esta es la fecha de los informes de la Convención donde las circunstancias de su muerte quedan muy oscuras, por la vergüenza que sintieron los revolucionarios de ello. Lo que sí es cierto es que en mayo la Convención, "preocupada" por el grave estado de salud del desgraciado niño, ya moribundo, lo confió a dos médicos cirujanos. Al morir, uno de ellos le extirpó el corazón y lo conservó, descansando éste desde 2004 en la cripta real de Saint-Denis.
  81. El ADN del rey guillotinado
  82. Spinosa, p.220.
  83. En cambio, los republicanos justificaban la doble ejecución alimentando la leyenda negra de María Antonieta. (Lever, p. 409).
  84. Fraser, p. 488.
  85. El culto a Luis XVI ha perdurado a través de los siglos. En 1993, en el bicentenario de la Revolución, los parisinos acudieron a la Plaza de la Concordia y escucharon el testamento del rey, leído por el actor Jean-Pierre Darras. Ramos y coronas de flores se acumularon en el lugar de la ejecución, sobresaliendo la del embajador de los Estados Unidos, Walter Curley. Por fin, en una larga velada de ruegos, las naves de Saint-Denis quedaron abarrotadas como nunca antes. (Espinosa, p. 11).
  86. a b Lever, p. 124.

Bibliografía

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