Literatura en catalán

Literatura en catalán

La literatura en catalán es la escrita en la lengua catalana, llamada valenciano en la Comunidad Valenciana.[1]

Contenido

Esplendor medieval

Portada de Tirante el Blanco de 1511.
Artículo principal: Siglo de Oro Valenciano

El primer testigo de uso literario de la lengua son las Homilías de Organyà de finales del siglo XI o principios del XII.

La literatura en catalán vio sus primeras grandes obras antes en prosa que en verso.[2] Esto se debió a que los poetas cultos, hasta el siglo XV, preferían utilizar el provenzal literario en vez de la variedad autóctona, como fue el caso de Pedro el Grande, primer poeta valenciano tras la Reconquista. Cabe destacar, sin embargo, que existían pocas diferencias entre la lengua catalana y las diversas variedades occitanas (provenzal, lenguadociano, lemosín, gascón...), muchas menos en la Edad Media, ya que durante esa época y en siglos posteriores se consideron la misma lengua. Sin embargo, en el caso de los poetas catalanes, la variedad de provenzal o occitano utilizado era una koiné literaria artificial de tipo áulido, cultivada también en las antiguas cortes y feudos-estado de Occitania y parte del norte de Italia. La gran proximidad política, lingüística y cultural entre los condados catalanes y los antiguos feudos de Occitania (Aquitania, Tolosa, Provenza...) hizo posible compartir una variedad literaria común trobadoresca, de tipo cortesano, que se mantuvo en la Corona de Aragón hasta el siglo XV para escribir poesía hasta la aparición de Ausiàs March, el primer poeta que abandona la influencia de la koiné literaria occitana i los principales elementos de este tipo de poesía. Por este motivo, en la historia de la literatura catalana medieval se incluye toda la nómina de trobadores conocidos, ya sean propiamente catalanes o occitanos. La poesía en la variedad catalana estrictamente territorial era utilizada por los juglares en sus espectáculos ante públicos populares, sin que se conserve, a la actualidad, ningún ejemplo.[2]


Lírica medieval: los trovadores

Las primeras manifestaciones en poesía culta en Europa en una lengua moderna fueron escritas por los trovadores, quienes seguian unas normas estrictas y codificadas para elaborar su poesía, utilizando los códigos de la literatura trobadoresca como el amor cortés. Los trobadores y poetas catalanes participaron de esta cultura trobadoresca.

Ramon Llull (siglo XIII), figura capital de la literatura catalana, considerado el padre de la prosa en lengua catalana, también escribió poesía de tipo cortesano en koiné occitana, aunque su obra fue destruida por el propio autor al considerarla banal y superficial. Otros poetas poesteriores que escribieron en la koiné literaria occitana o en un catalán occitanizado, a menudo siguiendo las pautas trobadorescas, fueron Jordi de Sant Jordi. El valenciano Ausiàs March és considerado el poeta de máximo apogeo del(siglo XV), que ya abandona los tópicos y elementos propios de los trobadores. De esta época és el llamado siglo de oro valenciano, con una producción muy destacada de escritores en poesía y prosa que culmina con Tirante el Blanco de Joanot Martorell (publicada en 1490).

Históricamente se ha aceptado que tras una época de esplendor que culmina con Tirante el Blanco, el catalán como lengua literaria entra en una larga fase de decadencia desde el siglo XVI a 1833. Pero actualmente, estudios recientes están revalorizando las obras de los autores renacentistas (Cristòfor Despuig, Joan Timoneda, Pere Serafí), barrocos (Francesc Vicenç Garcia, Francesc Fontanella, Josep Romaguera) y neoclásicos (Joan Ramis, Francesc Mulet), de modo que se va hacia una revisión del concepto Decadència.

Como hitos de este período para la lengua valenciana, se pueden contar la primera impresión de una traducción de la Biblia en lengua no latina, la Biblia Valenciana, impresa por encargo de Bonifacio Ferrer en 1478, o la redacción de una Teología en 1440 por el valenciano Francesc Pertusa, la cual es la única obra escrita sobre esta ciencia en una lengua diferente del latín de la Edad Media.[2]

Decadencia

Durante el siglo XV, tuvo lugar el Compromiso de Caspe (1412) donde se eligió como rey a Fernando de Antequera (1410-1416), lo que introdujo en Cataluña la dinastía de los Trastámara. La lengua de la corte pasó a ser la castellana. El año 1479 se produjo la unión dinástica de Aragón y Castilla que, aunque jurídicamente no cambió nada, sí que tuvo consecuencias negativas para Cataluña:

  • Pérdida de fuerza de las clases dirigentes autóctonas y sumisión política de la Corona que puso en peligro el catalán como lengua de cultura.
  • Además, Castilla pasó a ser durante los siglos XVI y XVII una potencia mundial.
  • Fueron los siglos de oro de la literatura castellana y por tanto, la mayoría de los escritores catalanes escribieron en castellano, configurándose así la idea de que el catalán no es una lengua apta para la literatura ni, en general, para la cultura, circunstancias que provocan una decadencia grave de la literatura catalana culta.

Renacimiento

La literatura en catalán, sin romper con la tradición medieval, recuperó algunos de los cánones estéticos y de los modelos formales del clasicismo. Pero la tradición por el estudio de las lenguas clásicas, característica del humanismo, no impidió el desarrollo de la literatura en lenguas vulgares. Mientras la minoría aristocrática vacilaba entre el uso de las lenguas latinas, español y catalán, la mayoría popular continuó rehaciendo y ampliando en la lengua propia la tradición que había elaborado en el transcurso de los siglos.

Prosa

La prosa más valiosa del periodo son Los col·loquis de la insigne ciutat de Tortosa (1557) de Cristòfor Despuig, tanto por el uso del diálogo, una forma literaria clásica, como por el espíritu crítico de su autor, en una prosa noble con algunos ecos erasmistas. Dentro también de la narrativa histórica, hay que señalar las crónicas de Pere Miquel Carbonell, Pere Antoni Beuter y Joan Binimelis y la novela alegórica representada por L'espill de la vida religiosa, obra anónima publicada en 1515, atribuida por algunos a Miquel Comalada, con influencias lulianas y reformistas que estaban alcanzando una verdadera proyección europea.

En el campo de la literatura de entretenimiento, aparecen las novelle y las facecias como las de Jordi Centelles y Joan Timoneda. Durante esta época funcionaba en Valencia un teatro de intención realista y satírica que da muestras tan espléndidas como La vesita de Joan Ferrandis d'Herèdia.

Poesía

El mejor poeta en catalán del momento fue Pere Serafí, quien alternó el idealismo amoroso de inspiración petrarquista o ausiasmarquista con la glosa de refranes y canciones populares. Otros poetas, como Andreu Martí Pineda y Valeri Fuster, insistieron con una cierta originalidad en los modelos costumbristas valencianos de finales del siglo XV. Los poemas de Joan Pujol, ya en la segunda mitad del siglo XVI, y los actos sacramentales de Joan Timoneda reflejan el cambio de la contrarreforma que tenía que culminar con el barroco. Con la contrarreforma desaparece el espíritu de crítica y de búsqueda para propugnar una visión más rígida y ascética de la vida.

Barroco

Las primeras manifestaciones propiamente barrocas (autores anteriores como Joan Timoneda o Joan Pujol pueden considerarse como unos síntomas literarios iniciales de la contrarreforma) no se produjeron hasta los inicios del siglo XVII y se prolongaron durante todo el siglo XVIII ya con elementos de estética rococó.

En este periodo se recibieron claras influencias del gran barroco castellano, con autores como Garcilaso de la Vega, Góngora, Quevedo, Calderón de la Barca, Baltasar Gracián, etc., que actuaban sin mucha relación entre unos y otros.

Una figura crucial del barroco en catalán fue el poeta y comediógrafo Francesc Vicent Garcia i Torres, quien fue el único que consiguió formar una escuela que le imitó en aquellos aspectos más secundarios y que se prolongó hasta bien entrada en siglo XIX. Francesc Fontanella y Josep Romaguera aportarían también destacadas contribuciones durante el barroco.

El momento culminante de esta corriente puede situarse durante la Guerra de los Segadores, cuando aparecieron intentos ya conscientes de novar y revitalizar la cultura en catalán y que fracasó con la derrota de las tropas catalanas. Hay que destacar la obra poética y dramática de Francesc Fontanella. Otras figuras del barroco en catalán fueron Pere Jacint Morlà y Josep Blanch, también de mediados del siglo XVII. Josep Romaguera, entre los siglos XVII y XVIII, mantenía con relativa eficacia estos propósitos. Agustí Eura Joan de Boixadors, Guillem Roca i Segui y Francesc Tagell, de la primera mitad del siglo XVIII, insistieron con desigual fortuna.

Ilustración

Desde finales del siglo XVIII, la filosofía crítica y la erudición lingüística e histórica de la Ilustración habían renovado todo el concepto de cultura. Nace una nueva mentalidad que consideraba que la obra había de ser útil o no ser. Es una época de inicios de actividades científicas y de un desprecio razonado e la lírica gratuita. La máxima consideración la obtenían los textos de moral o pedagogía.

En Cataluña estuvo representada por un grupo brillante, siguiendo la iniciación metodológica del valenciano Jacint Segura retomada por el impulso del obispo Ascensi Sales. Hay que destacar también la novela del alicantino P.Montegon, Eusebio. También hay que destacar un grupo formado por diversos traductores y escritores como Francesc Mulet, Antoni Febrer así como Joan Ramis y su obra de teatro Lucrècia.

Puede afirmarse que la literatura en catalán en este periodo fue prácticamente inexistente por lo que se refiere a la literatura culta. Únicamente han perdurado el conjunto de los géneros populares como portavoces más cualificados de la época. El terreno era el teatro jocoso y satírico (entremeses) con textos, la mayoría inéditos, redactados por no profesionales: epistolarios, narraciones privadas y dietarios que reflejan la mentalidad de la época. Una muestra seria el Calaix de sastre del Barón de Maldà que se situaba en el lado opuesto a los ilustrados como literatura costumbrista que tanto éxito había alcanzado en pleno romanticismo.

La poesía popular, espontánea y multiforme, confirió a la literatura del siglo XVIII unos títulos con una categoría superior a los alcanzados por los intentos cultos. Esta literatura popular sólo compartía con la ilustración la época y el hecho de desarrollarse bajos los signos de "naturaleza" y "libertad". Pero sobre todo estaba asociada con la lengua del pueblo.

A principios del siglo XIX, y gracias al conde d'Aiamans y al autor anónimo de Lo Temple de la Glòria, ya se incorporan algunos elementos románticos.

Romanticismo

El primer romanticismo, planteado en temas inequívocamente catalanes, fue escrito básicamente en lengua castellana. Hacia finales de este periodo, sin embargo, ya se empezó a tomar consciencia de la contradicción que existía entre el contenido y el público al que se dirigía y la lengua en que se realizaba. Así, por ejemplo, Pere Mata escribió un largo poema en catalán El Vapor (1836) y Joaquín Rubió i Ors empezó a publicar sus poemas en el Diario de Barcelona (1839).

En esta época se forma una intelectualidad burguesa de inspiración liberal, joven y combativa y, en muchos casos, revolucionaria. La evolución de los hechos, con escritores exiliados o recluidos en la clandestinidad, no permitió su eclosión. Algunos, como Manuel Milá y Fontanals y su gripo, renegaron de los inicios liberales. Otros, como Antoni Ribot i Fontserè o Pere Mata, emigraron a Madrid.

Entre 1844 y 1870, el romanticismo conservador, más o menos teñido de elementos populares o clásicos, monopolizó las letras en catalán. Algunos, como Víctor Balaguer, insistieron en una literatura que fuera también un instrumento de progreso.

Literatura contemporánea

Renaixença

La Renaixença es el nombre dado al gran movimiento restaurador de la lengua, literatura y de la cultura catalana que se inició en el Principado en la primera mitad del siglo XIX. Coincidió más o menos con la segunda parte del estallido del Romanticismo en Europa. Aunque cada tendencia siguió un camino propio, se produjo una integración por lo que respecta al uso de la lengua y a los ideales políticos.

Suele situarse en el periodo comprendido entre la aparición en 1833, en el periódico El vapor, de La Pàtria de Bonaventura Carles Aribau y de la presentación en los juegos florales de 1877 de L'Atlantida de Jacinto Verdaguer.

En 1835 se restauró la Universidad de Barcelona y en 1839 fue publicado el primer libro de poesía en catalán, Llàgrimes de viudesa, de Miquel Anton Martí. En las revistas y periódicos de Barcelona, iban apareciendo composiciones catalanas, aunque la primera revista escrita íntegramente en catalán, Lo Vertader Català, no apareció hasta 1843.

En sus inicios, la consciencia de la Renaixença fue potenciada por la recuperación de la propia historia, por el poder creciente de la burguesía liberal (especialmente la de Barcelona), por ser decididamente liberal y romántica, por utilizar con una relativa normalidad la propia lengua y, además, con una producción literaria seria y perseverante.. Entre sus miembros más destacados hay que señalar a Marian Aguiló, Joan Cortada, Manuel Milá y Fontanals, Pau Piferrer y Joaquín Rubió i Ors.

En la segunda mitad del siglo XIX, el enderezamiento es cada vez más claro, ayudado por algunas instituciones como la Real Academia de las Buenas Letras de Barcelona, la Universidad de Barcelona o algunos sectores de la iglesia (que representan Jaume Collell i Bancells y Josep Torras i Bages).

Por lo que se refiere a la lengua, se promovieron los instrumentos culturales más urgentes y básicos como gramáticas y diccionarios. Se crearon unos mitos políticos propios (Jaime I y Felipe V) y literarios (los trovadores) y su proyección se extendió más allá de la erudición y la lírica en un intento de catalanizar otros campos como la filosofía, la ciencia, el arte o el derecho.

En 1859 se fundaron los Juegos Florales que significaron una gran proyección popular. Esta fundación era estéticamente e ideológicamente conservadora, pero social e idiomáticamente ayudó a difundir la cultura dentro de los medios populares y, especialmente, rurales. Contaron con el prestigio de un reconocimiento público notable y, si bien empezaron en Barcelona, fueron reproducidos en muchos otros sitios y tomaron el carácter de órgano supremo de la Renaixença. Ayudó a hacer surgir un número considerable de autores, a menudo procedentes de la pequeña burguesía urbana y dedicados casi exclusivamente a la poesía, entre los que destacan Antoni de Bofarull y Víctor Balaguer.

Fruto de un carácter más bien conservador, el movimiento, por otra parte, casi no afectó a la literatura popular que se había ido generando en catalán casi sin interrupción en todo el periodo de la decadència. Más bien fue visto con recelo por parte de sus autores (Abdó Terrades, Anselmo Clavé o Frederic Soler).

Àngel Guimerà.

En 1862 se instauró el primer premio dedicado a la narrativa dentro de los Juegos Florales, resultando ganadora la novela L'orfeneta de Menargues de Antoni de Bofarull. El teatro no formó parte de los Juegos hasta 1865 con el estreno del primer drama en catalán del siglo Tal faràs, tal trobaràs de Vidal i Valenciano. La poesía culta, en cambio, fue editada en catalán desde 1839, pero su proceso se coronó con el poema épico L'Atlàntida de Jacinto Verdaguer, publicado en 1878. Autores destacados de este siglo fueron: el poeta y dramaturgo Àngel Guimerà, los poetas Teodor Llorente o Manuel Pons i Gallarza o el novelista Narcís Oller.

Siglo XX

A finales del siglo XIX destaca el modernismo, con autores como Joan Maragall, Joaquim Ruyra, Miquel Costa i Llobera o Víctor Català. Durante el siglo XX se consolida el catalán como lengua literaria, a pesar de las condiciones adversas durante las dictaduras de Primo de Rivera y Franco. Autores como Josep Carner, Joan Salvat-Papasseit, Carles Riba, Josep Vicenç Foix, Salvador Espriu, Pere Quart, Josep Maria de Sagarra, Josep Pla, Mercè Rodoreda, Maria Barbal, Víctor Català, Llorenç Villalonga, Pere Calders, Gabriel Ferrater, Manuel de Pedrolo, Vicent Andrés Estellés, Joan Brossa, Jesús Moncada, Quim Monzó, Miquel Martí i Pol o Miquel de Palol han sido reconocidos por todo el mundo, con ediciones y traducciones en diversos idiomas. A principios del siglo XXI, la producción de libros en catalán es importante, tanto en calidad como en cantidad, con autores como Julià de Jòdar, Jaume Cabré o Feliu Formosa entre otros.

Premios literarios

Existen varios premios en la literatura catalana de renombre, entre ellos:

Véase también

Referencias y notas

  1. El nombre de literatura catalana se ha evitado porque existe una cierta confusión entre el concepto de "catalán" como lengua hablada en Cataluña, Valencia, Baleares, etc. y el concepto de "catalán" como perteneciente a la Comunidad Autónoma de Cataluña. En el primer caso, autores como Jordi de Sant Jordi, valenciano de nacimiento, estaría incluido; en el segundo no. En cambio, en el segundo caso se incluirían autores de Cataluña que escriben en castellano, como Eduardo Mendoza o Manuel Vázquez Montalbán. Análogamente se podría aplicar lo mismo para la denominación de literatura valenciana.
  2. a b c Sanchí Guarnier, Manuel (1985) pp 135/142.

Bibliografía

Enlaces externos


Wikimedia foundation. 2010.

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