Historia de Irlanda

Historia de Irlanda
Página del libro de Kells que exhibe el Evangelio de Juan.
Página de texto del Libro de Armagh.

La Historia de Irlanda anterior al cristianismo proviene de referencias encontradas en antiguas escrituras romanas, y libros de poesía irlandesa, así como de los mitos y los restos descubiertos por la arqueología. Sus primeros habitantes, pueblos de una cultura de mediados de la Edad de Piedra, o mesolítica, arribaron a la isla después del año 8000 a. C., cuando el clima se tornó más hospitalario tras el retroceso de los hielos polares.

Los anales de los cuatro maestros, la cronología más extensa recopilada por monjes franciscanos entre 1632-36, documentan las fechas entre el diluvio en 2242 a. C. y 1616 d. C., aunque se cree que las primeras entradas se refieren a fechas alrededor del 550 a. C.[1]

El libro de Armagh (en la Biblioteca del Trinity College de Dublín, MS52), manuscrito irlandés del siglo IX, también conocido como Canon de Patricio o Liber Ar(d) machanus, contiene algunos de los más antiguos ejemplos de gaélico escrito.[2] Se cree que perteneció a San Patricio y que, al menos en parte, fue obra de su puño y letra. Las investigaciones han determinado que al menos una parte, si no todo, fue obra de un copista llamado Ferdomnach de Armagh (fallecido en 845 o 846), quien escribió la primera parte del libro en 807 o 808.[2]

Contenido

Era primaria

Hacia el 4.000 a. C. se introdujo la agricultura desde el continente, llevando a los nativos una cultura neolítica, caracterizada por la aparición de gigantescos monumentos de piedra, los cuales en su mayoría fueron encontrados alineados de forma astronómica. A lo largo de esa época, la cultura resultó próspera y la isla se pobló con mayor densidad.

Durante la Edad de Bronce, alrededor del 2.500 a. C., se produjeron elaborados ornamentos, así como armas de oro y de bronce. Una de las tradiciones más razonables que aparecen en el Libro de las invasiones irlandés, del siglo XIII a. C. dice:

Los milesios irlandeses de origen cretense huyeron a Siria pasando por Asia Menor, y desde allí navegaron hacia el Oeste hasta Getulia, en el Norte de África, y por fin, llegaron a Irlanda pasando por Brigantium en España

La Edad de Hierro está asociada con el pueblo celta, el cual se esparció por Europa y Gran Bretaña a mediados del primer milenio antes de Cristo. Los celtas colonizaron la isla en una serie de oleadas entre los siglos VIII y I a. C.

Los gael, la última ola de invasores celtas, la conquistaron y la dividieron en cinco reinos, en los cuales floreció, a pesar de los constantes conflictos, una rica cultura. La sociedad de estos reinos estaba dominada por druidas, y sacerdotes que servían como educadores, así como médicos, poetas, videntes y legisladores.

Los romanos la denominaron Hibernia.[3] En el año 100 d. C., el astrónomo griego Ptolomeo registró en detalle su geografía y sus tribus. Nunca fue parte formal del Imperio romano, sin embargo la influencia romana se expandió ampliamente fuera de los límites formales del imperio. Tácito escribió que, un príncipe irlandés exiliado se encontraba en Britania, y que regresaría para recobrar el poder. Juvenal nos dice que, las armas romanas han sido llevadas más allá de las costas de Irlanda. De haber invadido la isla, los romanos no dejaron demasiado detrás. La exacta relación entre Roma y las tribus de Hibernia permanece sin esclarecer.

La tradición druida colapsó ante la introducción de la Nueva fe, y los eruditos irlandeses se especializaron en el aprendizaje del latín; hecho que provocó el pronto florecimiento de las prácticas cristianas en los monasterios. Se destacaron los monjes Columbano y Kevin de Glendalough, que fueron canonizados. Enviaron misioneros a Inglaterra y al continente para esparcir las noticias del Florecimiento del aprendizaje, y varios eruditos de otras naciones se acercaron a visitar los monasterios irlandeses.

Durante la Edad Oscura, la excelencia y aislamiento de estos monasterios ayudaron a preservar el aprendizaje del latín, y al florecimiento de artes como la escritura, la metalurgia, y la escultura. Produjeron tesoros tales como el libro de Kells, además de orfebrería ornamentaria y varias cruces talladas en piedra que pueblan la isla.

Edad medieval temprana

Esta edad dorada de cultura irlandesa cristiana fue interrumpida en el siglo IX por 200 años de guerras intermitentes con oleadas vikingas, las cuales saquearon monasterios y pueblos.

La era primaria cristiana desde el 400 al 800 marcó grandes cambios en Irlanda. Niall Noigiallach (fallecido en 450-455) sentó las bases de la hegemonía de la dinastía Uí Néill en la mayoría del centro, el norte y el oeste de Irlanda. Políticamente, el antiguo énfasis de afiliación tribal se reemplazó en el 700 por el de patrilineal y de trasfondo dinástico. Muchas gentes y reinos poderosos desaparecieron. Los piratas irlandeses acosaron toda la costa oeste británica del mismo modo que los vikingos atacarían posteriormente a Irlanda. Algunos de éstos fundaron completamente nuevos reinos en Pictia, Gales y Cornualles. Se cree que las tribus denominadas como Attacotti del sur de Leinster, podrían incluso haber servido en la milicia romana entre mitad y finales del 300.

La tradición dice que en el año 432 San Patricio arribó a la isla y que, en años sucesivos, trabajó para convertir a los irlandeses al cristianismo. San Patricio preservó los patrones tribales y sociales de los nativos, codificando sus leyes y cambiando únicamente aquellas que entraban en conflicto con las prácticas cristianas. Se le acredita también el haber introducido el alfabeto romano, el cual permitió a los monjes irlandeses preservar partes de la extensa literatura oral celta.

Intervención vikinga

Véase también: Reino de Dublín

Thorgest (en latín Turgesius) fue el primer vikingo que fundó un reino en Irlanda. Subió por los ríos Shannon, y Bann; y allí creó una provincia que abarcaba Ulster, Connacht, y Meath; la cual duró desde 831 hasta 845, año en que fue asesinado por Malachy (Maelsechlainn), convirtiéndose este en el nuevo rey de la provincia.

En 848 Malachy, por entonces Gran rey de Irlanda, derrotó a un ejército escandinavo en Sciath Nechtain. Sosteniendo que su lucha era aliada de la lucha cristiana contra los paganos, pidió apoyo al emperador Carlos el Calvo, aunque no obtuvo resultados.

En el 852, los vikingos Ivar, y Olaf; desembarcaron en la bahía de Dublín y establecieron allí una fortaleza donde hoy se encuentra dicha ciudad (su nombre proviene del irlandés Án Dubh Linn, que significa Charco Negro). De este modo, los vikingos fundaron varios pueblos sobre la costa y luego de varias generaciones surgió un grupo mixto de irlandeses y escandinavos, (llamados Gall-Gaels, Gall, que en irlandés significa "extranjeros"). Esta influencia se ve reflejada en los nombres escandinavos de muchos reyes irlandeses contemporáneos (por ejemplo Magnus, Lochlann y Sitric), así como en la apariencia de los residentes de estas ciudades costeras hasta la actualidad.

En 914, una paz inestable entre los nativos y los escandinavos, culminó en una extensa guerra. Los descendientes de Ivar Beinlaus establecieron una duradera dinastía asentada en Dublín, desde donde tuvieron éxito en la posterior conquista del resto de la isla. Este reinado fue finalmente derogado por los esfuerzos conjuntos de Malachy, rey de Meath y el famoso Brian Boru, quien posteriormente se convirtió en Rey Supremo de Irlanda.

Una teoría popular postula que las afamadas Torres irlandesas, fueron creadas para guarecerse de los ataques vikingos. Si un puesto de observación fijado en la torre avistaba una fuerza vikinga, la población local (o al menos el clérigo) entraba y usaba una escalera que se podía levantar desde dentro. Las torres podían haber sido usadas para almacenar reliquias religiosas y otros ponderables.

A pesar de liberarse de invasiones extranjeras durante 150 años, las guerras interdinásticas continuaron agotando los recursos y energías de los nativos del país.

Intervención inglesa

Inicialmente Irlanda fue dividida políticamente en pequeños reinos. Durante la segunda mitad del primer milenio emergió un reino nacional como poder concentrado en las manos de tres dinastías regionales pujando por el control total de la isla. Luego de perder la protección de Muirchertach MacLochlainn, (un Gran Rey de Irlanda, Alexis Hasink I asesinado en 1166), una de las dinastías de Leinster llamada Diarmuid MacMorrough (fue el rey de Leinster.[4] decidió invitar a un caballero normando para que lo asistiera contra sus rivales locales. Esta invitación a Ricardo de Clare provocó consternación al Rey Enrique II de Inglaterra, quien, temiendo la creación de un estado normando rival, invadió Irlanda para establecer su autoridad.[5] Hecho que provocó el fin de los Grandes Reyes y comenzó el periodo de 8 siglos de dominación inglesa sobre la isla, convirtiendo a MacMurrough en el traidor más notorio de la historia de Irlanda.[4]

Por el poder que le concedía la bula papal laudabiliter, el 18 de octubre de 1171, Enrique desembarcó con una gran flota en Waterford, convirtiéndose en el primer rey inglés en pisar territorio irlandés. Tanto Waterford como Dublín fueron proclamadas Ciudades Reales. Enrique otorgó sus territorios irlandeses a su hijo menor, Juan, con el título, Señor de Irlanda. Cuando Juan sucedió inesperadamente a su hermano como Rey de Inglaterra, Irlanda cayó directamente bajo la corona inglesa.

Los normandos controlaron inicialmente gran parte de la isla, pero con el correr del tiempo, los irlandeses nativos recobraron parte del territorio de las afueras de La empalizada, (una región de autoridad inglesa que rodeaba Dublín). Los señores normandos adoptaron el idioma y costumbres irlandesas, pasando a conocerse como Viejos ingleses y, como dice el popular proverbio histórico irlandés, Más irlandés que los irlandeses (del latín Hiberniores Hibernis ipsis).

En 1259, una mezcla de clanes noruego-gaélicos formaron un ejército de mercenarios anglificado como Gallowglass (del irlandés Gallóglaigh que significa Soldados forasteros.[6] Se conserva un Expediente de Servicio Gallowglass bajo el mando irlandés, cuando el príncipe Aed O'Connor de Connaught recibió una dote de 160 guerreros escoceses de la hija del rey de las islas Hébridas. Por el 1512 se informó que había 59 grupos a través del país bajo el control de la nobleza irlandesa. Aunque inicialmente eran mercenarios, con el paso del tiempo, se asentaron y sus filas llegaron a ocuparse con irlandeses nativos.

Durante los siglos sucesivos se aliaron con los irlandeses indígenas en conflictos políticos y militares contra Inglaterra y permanecieron siendo en su gran mayoría católicos tras la reforma protestante.

Uno de los personajes de la narración arturiana con mayor influencia durante la edad media del país, consistió en Isolda de Irlanda, conocida también como Isolda la bella e Isolda la justa, princesa, hija del rey Anguish y de Isolda, la reina madre. Y en tercer lugar Isolda la de las manos blancas, hija de Hoel de Bretaña hermana de Sir Kahedin, y finalmente esposa de Tristán.

La reforma protestante

Entrada del 432 d.C en los anales de los cuatro maestros, cronología de la historia de Irlanda recopilada por monjes franciscanos.

La reforma protestante, durante la cual Enrique VIII de Inglaterra rompió con la autoridad papal (1536), cambió fundamentalmente a Irlanda. Mientras que Enrique VIII separó el catolicismo inglés de Roma, su hijo Eduardo VI de Inglaterra fue más allá, rompiendo definitivamente con la doctrina papal. Mientras que los ingleses, galeses y (luego) escoceses aceptaron el protestantismo, los irlandeses permanecieron siendo católicos, un hecho que determinaría su relación con el estado británico durante los 400 años siguientes.

A principios del siglo XVII, los protestantes escoceses e ingleses fueron enviados como colonos al centro de la isla, a los condados de Laois y Offaly. Una serie de leyes penales discriminaron toda fe cristiana con excepción de la establecida Iglesia de Irlanda (anglicana). Las principales víctimas de estas leyes fueron los católicos y, en menor grado, el presbiterianos.

La reconquista Tudor tuvo lugar bajo la dinastía inglesa Tudor durante el siglo XVI. Después de una fallida rebelión contra la corona por los geraldinos en 1530, Enrique VIII fue declarado rey de Irlanda por estatuto del Parlamento irlandés, con el objetivo de restaurar la autoridad central que se había perdido a lo largo del país durante los previos doscientos años.[7]

La conquista continuó por conciliación y represión durante 60 años, hasta 1603, cuando el país entero llegó a estar bajo el control nominal de Jaime I, ejercido a través de su consejo privado en Dublín. Control que se perfeccionó hasta la «Fuga de los Condes» en 1607.[8]

Por la imposición de la ley inglesa, la conquista se complicó, también, por la extensión de la reforma protestante la lengua y la cultura. El Imperio español intervino varias veces a la altura de la Guerra anglo-española (1585-1604), y los irlandeses se encontraron atrapados entre su aceptación generalizada de la autoridad del Papa y los requerimientos de lealtad al monarca de Inglaterra e Irlanda.[9]

Al completar la conquista, la política de la Irlanda gaélica se encontraba ampliamente destruida y los españoles no deseaban intervenir directamente. Hecho que dejó el camino libre para que los colonos ingleses, escoceses y galeses hiciesen extensos asentamientos en el país que culminaron en la colonización del Ulster.[9] [10]

Entre 1569 y 1573 tuvieron lugar las rebeliones de Desmond en el sur de la provincia de Munster. (Desmond es el nombre que usaban los ingleses para la palabra gaélica Deasmumhain, que significa Sur de Munster). Las rebeliones fueron organizadas por la dinastía de la familia Fitzgerald del Conde de Desmond y sus aliados, los Butlers de Ormonde contra los esfuerzos del gobierno isabelino inglés para extender su control sobre la provincia de Munster.[11] Al comienzo, eran rebeliones de lores feudales que querían independizarse de su monarca, pero también tenían un matiz de conflicto religioso (católicos contra protestantes). Como resultado, las rebeliones acabaron con la dinastía Desmond y la posterior colonización de Munster por parte de los colonizadores ingleses.

En 1594, comenzó la Guerra de los Nueve Años irlandesa (en irlandés Cogadh na Naoi mBliana), también conocida como la Rebelión de Tyrone, y finalizó en 1603. Este conflicto no debe confundirse con la guerra de los Nueve Años de 1690 de la cual parte de ella ocurrió también en Irlanda. El conflicto se luchó entre las fuerzas aliadas de los terratenientes gaélicos Hugh O'Neill, y Red Hugh O'Donnell, contra el gobierno inglés isabelino que gobernaba la isla. Hubo batallas en todas partes del país, pero primariamente en el norte de la provincia del Ulster. La guerra finalizó con la derrota de los caciques irlandeses, los cuales fueron conducidos al exilio en la «Fuga de los Condes» y con la posterior colonización del Ulster.[12]

Un ejército español llegó a Kinsale en 1601, pero éste, junto a las fuerzas irlandesas, fue derrotado por la armada inglesa en la batalla de Kinsale el 3 de enero de 1602, el 24 de diciembre de 1601 en el calendario juliano.

A partir de 1639 comienzan las llamadas Guerras de los tres reinos, una sucesión de conflictos interconectados que se sucederían en Escocia, Irlanda e Inglaterra hasta 1651, entre los que se incluye también la Guerra Civil Inglesa, en la que intervinieron tropas irlandesas. Las guerras comenzaron con la rebelión del 22 de octubre de 1641, cuando los nativos se declararon en insurrección contra el dominio de sus tierras por parte de los ingleses.[13] En 1642 los rebeldes organizaron su propio gobierno, el conocido como la Confederación de irlandeses católicos que duró hasta la reconquista de 1649 cuando Oliver Cromwell derrotó a los católicos. Después de la guerra, casi todas sus tierras fueron confiscadas y concedidas a los protestantes. Además, la guerra, el hambre y las enfermedades causaron la muerte de hasta una tercera parte de la población.

Irlanda jugó un rol crucial en la Revolución Gloriosa de 1689, cuando el católico romano Jacobo II fue depuesto por el parlamento y reemplazado por Guillermo de Orange. Jacobo y Guillermo lucharon por el trono inglés, escocés e irlandés, enfrentándose en la batalla del Boyne en 1690. Los católicos (Jacobitas) lucharon del lado de Jacobo, porque creían que el rey les devolvería las tierras que les habían sido confiscadas en la época de Cromwell. Los protestantes (Guillermitas) eligieron a Guillermo para que protegiese sus tierras, su religión y el poder en el país. Aunque Guillermo ganó la batalla del Boyne en 1690, la guerra continuó hasta la batalla de Aughrim en 1691, cuando el ejército católico fue aplastado por los Guillermitas.

La isla fue convertida de señorío en reino por Enrique VIII. Desde los tiempos del señorío original en el siglo XII poseyó su propio Parlamento bicameral, compuesto de una Cámara de los comunes y una Cámara de los lores. Sin embargo, éste fue restringido durante la mayor parte de su existencia, tanto en términos de membrecía (con exclusión de católicos) como en poderes, especialmente por la Ley de Poyning de 1494, la cual prohibía la introducción de nuevos proyectos de ley al parlamento irlandés sin la aprobación previa del Privy Council (consejo privado de la realeza) inglés.

Hacia fines del siglo XVIII la mayoría de dichas restricciones fueron retiradas, en parte a través de una campaña dirigida entre otros por Henry Grattan. Sin embargo, en 1800 el parlamento irlandés aprobó el Acta de Unión, la cual fusionó el Reino de Irlanda con el Reino de Gran Bretaña (en sí mismo una fusión de Inglaterra y Escocia en 1707) para crear el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda.

Historia contemporánea de Irlanda

En 1800, los parlamentos de Irlanda y de Gran Bretaña decidieron unirse en lo que se denominó el Acta de Unión. Ese año se eliminó la legislatura irlandesa y emergió el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. Después de un fallido intento, la ley que promulgaba la unión fue finalmente sancionada en el parlamento irlandés, si bien tras un soborno masivo a los miembros de ambas cámaras, a quienes les fueron otorgados títulos de nobleza británicos, tierras y otras prebendas.

Parte de la atracción de la Unión para los católicos fue que prometía la abolición de las leyes penales que discriminaban en su contra y otorgaba su emancipación civil y participación en el parlamento británico con 100 comunes. Sin embargo, el rey Jorge III bloqueó dicha emancipación con el argumento de que este acto iría en contra de su juramento de defender la Iglesia de Inglaterra. Sin embargo bajo el liderazgo de Daniel O'Connell dicha emancipación se logró en 1829, lo cual permitió a los católicos formar parte del parlamento. Más tarde, O'Connell trató de restaurar un gobierno irlandés independiente, rechazando el Acta de la Unión, lo cual no logró.

La Gran hambruna

Durante el siglo XIX Irlanda experimentó alzas y bajas en el plano económico; desde un "boom" durante las Guerras Napoleónicas bajando a severas crisis entre las que se cuentan una serie de hambrunas, de las que la peor, fue la acaecida entre 1846-1848, en la cual un millón de personas murieron, y otro millón se vio obligado a emigrar.

Los problemas económicos provenían principalmente de lo pequeño que eran el tamaño de las tierras cultivadas. De hecho, la ley, y la tradición social causaron el problema; al conceder a todos los hijos ser herederos de iguales porciones de tierra, lo cual ocasionaba una continua reducción del tamaño de las huertas. Al punto que una cosecha de patatas era únicamente suficiente para alimentar una familia y sólo podía recogerse una vez al año. Además, existían muchas tierras mal administradas por latifundistas que estaban ausentes la mayor parte del año.

Cuando en 1846 se produjo una plaga que arruinó la cosecha de patata, la mayor parte de la población rural se quedó sin alimentos. Lamentablemente, los políticos británicos, como el Primer Ministro Robert Peel, seguían en aquel entonces un estricta política de "laissez-faire", la cual estaba en contra de cualquier intervención del estado en materia económica. Mientras se recaudaban enormes sumas de dinero por individuos para socorrer a las víctimas de ésta catástrofe, la Reina Victoria sólo aportó el equivalente de 100.000 dólares. La situación fue tan grave que provocó la desaparición de obreros del campo.

La hambruna produjo la primera emigración masiva a los Estados Unidos, y también a Inglaterra; Escocia, Canadá y Australia. Esto, a su vez, ocasionó una larga e influyente diáspora, particularmente en los Estados Unidos, en donde se financió y apoyo el movimiento independentista irlandés. En 1858, se creó el movimiento independentista Hermandad Republicana Irlandesa (IRB) (también conocidos "Fenianos"), una organización secreta dedicada a la rebelión armada en contra de los británicos. Sin embargo, a pesar del apoyo que recibía desde los Estados Unidos, en aquella época, el movimiento separatista tenía poca fuerza.

Después de la hambruna, los campesinos iniciaron una lucha para lograr derechos de posesión y distribución de tierras. El origen del conflicto estriba en que desde el siglo XVII, los terratenientes irlandeses eran principalmente protestantes, descendientes de ingleses y con una fuerte identidad británica. Los irlandeses reclamaban que la tierra había sido injustamente robada a sus ancestros y concedida a los ingleses de ascendencia protestante durante la conquista del país por parte de Inglaterra.

La Liga Irlandesa de la Tierra se formó para defender los intereses de los agricultores, siendo Michael Davitt y Charles Stewart Parnell unos de sus principales dirigentes. La táctica más efectiva fue el boicot (esta palabra tiene su origen en este conflicto) que los irlandeses aplicaron a los terratenientes de origen inglés, llegando con frecuencia a la violencia. Bajo el gobierno del Primer Ministro británico Benjamin Disraeli, Davitt y Parnell fueron apresados temporalmente, llegando a ser acusados de ser responsables de la violencia desatada. El nuevo gobierno de William Gladstone, sin embargo, logró contener dicha violencia expandiendo los derechos de los agricultores en la posesión de tierras y en la compra de éstas a los terratenientes anglo-irlandeses. Esto ocasionó una gran masa de pequeños terratenientes y disipó el poder que hasta entonces tenían las clases más privilegiadas de anglo-irlandeses. Sin embargo, no disipó los sentimientos nacionalistas de los irlandeses tal y como esperaba el gobierno británico.

Movimiento hacia la Autonomía

Hasta la década de los 1870, los irlandeses elegían a los miembros del Parlamento británico entre los miembros de los partidos políticos de Gran Bretaña. Una significante minoría también eligió a los partidarios de la Unión, que resistían ferozmente cualquier cambio en el Acta de la Unión. En esa década un abogado Conservador y ex-miembro de la sociedad Orange, Isaac Butt, estableció un nuevo movimiento llamado Liga de la Autonomía. Después de su muerte, William Shaw y un joven y radical terrateniente protestante llamado Charles Stewart Parnell, convirtieron la Liga en un partido político llamado Partido Parlamentario Irlandés, el cual se convirtió en una dominante fuerza política, dejando al lado a los antiguos partidos Liberales, Conservadores y Unionistas. La fuerza del nuevo partido se hizo evidente en la elección de 1880 donde ganó 63 escaños en el parlamento. En 1885 incrementó esta cifra a 86 escaños. Parnell atrajo diversas corrientes desde los terratenientes conservadores a los liberales de la Liga de la Autonomía. Estos últimos abogaban por la reforma de la tenencia de las tierras, por cuanto la mayoría eran latifundios de los cuales eran dueños aristócratas quienes les rentaban las tierras a los pequeños agricultores.

A pesar que Parnell abogaba por una Irlanda gobernada autónomamente dentro del Reino Unido, en contraste con la posición de O'Connell que era rechazar totalmente el Acta de la Unión, encontró también fuerte oposición de una minoría significativa de unionistas, principalmente, pero no enteramente, residentes en Ulster. Éstos temían que un Parlamento en Dublín controlado por los católicos y nacionalistas los discriminara y que impusiera tarifas sobre el comercio con Gran Bretaña. Hay que considerar que si bien la mayor parte de Irlanda era agrícola, en Ulster al noroeste de Irlanda es que se concentraba la industria pesada de la isla y se vería afectada por cualquier restricción sobre el comercio con Gran Bretaña.

En 1886 y 1893 el gobierno liberal de William Gladstone introdujo dos proyectos de ley para otorgar autonomía a Irlanda, pero ninguno de ellos fue exitoso. En 1912 otro proyecto similar fue aprobado por la Cámara de los Comunes, pero rechazado por la Cámara de los Lords. Sin embargo, ésta Cámara había perdido su poder de vetar leyes y solo podía posponer su aprobación por dos años. Durante este periodo la amenaza de guerra civil se cernía sobre Irlanda con la creación de los Voluntarios del Ulster en el norte y los Voluntarios Irlandeses en el sur. Estos dos grupos se armaron fuertemente importando miles de rifles y munición desde la Alemania Imperial. En 1914 la Cámara de los Comunes finalmente adoptó la autonomía, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial significó que el proyecto de ley fue pospuesto por la duración de la guerra. Los Voluntarios del Ulster y gran parte de los Voluntarios Irlandeses se unieron al ejército británico, sufriendo considerables bajas. Ambos bandos pensaban que Londres los favorecería después de la guerra.

Hasta 1918, el Partido Parlamentario Irlandés era la fuerza política dominante. Sin embargo, el escándalo que ocasionó la acusación de que Parnell, el dirigente político más popular en Irlanda, había vivido varios años con la esposa de uno de sus correligionarios y miembro del parlamento, dio pie a que el Partido Pro-Unión forzara al primer ministro británico W.E.Gladstone, a que abandonara sus esfuerzos en favor de la autonomía, mientras el "adúltero" Parnell fuera el líder del IPP. Esto ocasionó también una profunda división entre los partidarios de Parnell y los oponentes.

Separatismo militante

La Proclamación de Pascua
Fue protagonizada por los líderes del Alzamiento de Pascua.

En 1916, una pequeña banda de nacionalistas intentó llevar a cabo una rebelión que se llamó la Rebelión de Pascua bajo el liderazgo de Padraig Pearse y James Connolly. La rebelión no fue bien acogida al principio en los medios nacionalistas del país, considerando que había un número considerable de irlandeses en las tropas británicas que luchaban en Europa. De hecho algunos periódicos pedían la ejecución de Pearse y demás dirigentes de la rebelión. Sin embargo, fue precisamente la ejecución sumaria de dirigentes rebeldes que llevaron a cabo, lo que promovió la ola de simpatía por éstos y su causa.

El gobierno británico erróneamente acusó a Sinn Féin, (en aquel entonces un pequeño partido monárquico con poco respaldo popular), como los promotores de la rebelión. Este error resultó caro, pues los que sobrevivieron a la rebelión, muy notablemente Éamon de Valera, al regresar de su encarcelamiento en Inglaterra, se unieron en gran número al partido, radicalizando su posición.

Hasta 1917 Sinn Féin abogaba por una monarquía en donde Irlanda y Gran Bretaña compartiesen el mismo rey, al estilo del imperio Austro-Húngaro. Sin embargo, debido a disidencia entre monárquicos y republicanos el partido decidió promover la causa de la independencia, dejando a los irlandeses elegir, una vez obtenida ésta, votar por la república o por la monarquía, entendiéndose que en esta última el rey no pertenecería a la casa real británica.

Durante 1917 y 1918, Sinn Féin y el Partido Parlamentario Irlandés se envolvieron en una batalla electoral inconclusa, pues se alternaron en ganar unas elecciones y perder otras. La balanza se inclinó. Sin embargo, a favor de Sinn Féin, cuando el gobierno británico trató de imponer una ley de reclutamiento militar, sin considerar el aporte voluntario que había hecho Irlanda al ejército británico. Ante esta situación inclusive el PPI se vio obligado a retirar sus legisladores del Parlamento de Westminster.

En Diciembre de 1918, en una elección general, Sinn Féin obtuvo 73 escaños de los 105 que le correspondían a Irlanda. Sin embargo, los nuevos parlamentarios rehusaron sentarse en el Parlamento británico. En su lugar se reunieron en la Mansion House de Dublín estableciendo el Dáil Éireann o parlamento revolucionario irlandés. A continuación proclamaron la República Irlandesa e intentaron establecer un sistema de gobierno.

Guerra de Independencia

En el periodo de 1919 a 1921, el Ejército Republicano Irlandés (IRA) luchó en guerra de guerrillas contra el ejército británico y las unidades paramilitares conocidas como Black and Tans (Negros y Quemados). Ambos bandos desarrollaron una lucha brutal; los Black and Tan quemaban pueblos completos y torturaban a los civiles. El IRA, por su parte, mataba a aquellos civiles que sospechaba que ayudaban o eran informantes de los británicos o destruían lugares históricos en respuesta a los ataques de los británicos contra las casas de los republicanos, reales o sospechosos. Esta lucha se denominó "Guerra de Independencia" o "Guerra Anglo-Irlandesa".

En 1920 se publicó una nueva ley que pretendía dividir a Irlanda en dos regiones autónomas: Irlanda del Norte e Irlanda del Sur. La Irlanda de Norte se constituyó sólidamente, pero no así la del Sur, la cual fue boicoteada por los nacionalistas y nunca llegó a tomar la forma de un gobierno real. Eventualmente se llamó a un cese al fuego y las negociaciones entre los irlandeses y los británicos produjeron el Tratado Anglo-Irlandés. Bajo este tratado Irlanda del Sur y Occidental se le daba un carácter autónomo que excedía las exigencias de Parnell y del Partido Parlamentario Irlandés, adoptando una forma de gobierno y autonomía similar a la del Dominio de Canadá.

Irlanda del Norte quedaba formando parte del Reino Unido, con representación en el parlamento de Londres. Se nombró una comisión para establecer las líneas fronterizas entre Irlanda del Norte, también llamada Ulster (aunque en rigor esta región está constituida de solo seis de los nueve condados del Ulster histórico), y el nuevo estado irlandés.

Guerra Civil (1922-1923)

El parlamento (Dáil) aprobó el Tratado Anglo-Irlandés en diciembre de 1921. Bajo el liderazgo de Michael Collins, se estableció el Estado Libre Irlandés, un nuevo ejército para reemplazar al IRA y un cuerpo nuevo de policía o Guardia Civil (llamada Garda Síochána) que reemplazó a uno de los cuerpos existentes, la Royal Irish Constabulary. La segunda, la Policía Metropolitana de Dublín, se fusionó con la Gardaí algunos años después.

Sin embargo, una minoría liderada por Éamon de Valera se oponía al tratado alegando que éste no creaba una verdadera república independiente, que imponía un Juramento de Obediencia y Fidelidad a la Corona por parte de los parlamentarios y que contemplaba la partición del país. De Valera y sus partidarios se retiraron del Parlamento y una parte del IRA ocupó algunos edificios públicos en Dublín para denunciar la firma del tratado. Finalmente, después de unas elecciones en las que ganó el Partido pro-tratado, el nuevo Ejército de Irlanda atacó a los republicanos amotinados en Four Courts, en Dublín, el 22 de junio de 1922, lo que dio inicio a la Guerra Civil Irlandesa entre los partidarios del Tratado y los que estaban en contra. Los republicanos (contrarios al tratado), que mantuvieron el nombre de IRA, continuaron luchando en forma de guerrilla durante nueve meses más, hasta mayo de 1923, cuando Frank Aiken, su líder, ordenó entregar las armas declarando una tregua. Esta guerra civil provocó más bajas que la Guerra anglo-irlandesa, incluidos importantes líderes políticos como Michael Collins, Liam Lynch, Cathal Brugha, etc. Además, dividió profundamente al país, al punto de que dicha división todavía persiste.

Problemas económicos y sociales

La sociedad irlandesa del siglo XIX era fundamentalmente agrícola, la Revolución industrial que vivió Inglaterra no llegó a la isla y las tierras eran propiedad de ingleses debido a las políticas de expropiación que ésta llevó a cabo para colonizarla.

En 1800, se firmó el Acta de Unión, que supuso la alianza política de Gran Bretaña y la isla de Irlanda, creando así el Reino Unido. Se suprimió el parlamento irlandés y se les otorgó 100 escaños en el Parlamento de Westminster para representarse. Sin embargo, a pesar de que la mayoría de la población irlandesa era católica, hasta 1829 la ley impidió que ningún católico pudiese ocupar escaño alguno. Además, hasta finales del siglo XIX permaneció la prohibición que impedía que cualquier católico pudiese estudiar en universidades británicas.

Referencias

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  13. Nicholas Canny. «Colonización de Irlanda — Rebelión de 1641» (en inglés). Consultado el 14 de mayo de 2010. «Cuando se declararon en insurrección el 22 de octubre de 1641, incuestionablemente no intentaban abolir toda la colonización que se había llevado a cabo en el lugar. No sabemos con precisión qué pretendían: Se estima que intentaban aprovechar las posiciones de fuerza, como la fortificación militar de la provincia; y una vez habiéndolo conseguido y desde esa posición, participar en alguna negociación con la corona con el fin de mejorar sus condiciones de alguna manera. Pero creo que es correcto decir que no intentaban abolir la colonización».

Bibliografía

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