Hildegarda de Bingen

Hildegarda de Bingen
Hildegarda de Bingen O.S.B.
Hildegard.jpg
Protestificatio de Scivias, Fol. 1, Facsímil de Eibingen del códice de Ruperstberg
Nacimiento 1098
Bermersheim
Fallecimiento 17 de septiembre de 1179
Bingen
Venerado en Iglesia Católica
Principal Santuario Abadía de Eibingen, Alemania
Festividad 17 de septiembre
Atributos Hábito benedictino

Santa Hildegarda de Bingen O.S.B. (Alemán: Hildegard von Bingen) (n. 16 de septiembre 1098 en Bermersheim, junto a Alzey en Rheinhessen, Renania-Palatinado, Alemania; † 17 de septiembre 1179 en el monasterio de Rupertsberg, Bingen, id.) fue abadesa, líder monástica, mística, profetisa, médica, compositora y escritora alemana. Es conocida como la Síbila del Rin y como Profetisa teutónica.

Contenido

Biografía

Sus primeros años

Hildegarda nació en Bermersheim en el valle del Rin, actualmente Renania-Palatinado en Alemania, durante el verano del año 1098,[1] en el seno de una familia noble alemana bien acomodada.[2] Fue la menor de los diez hijos de Hildebert de Bermersheim y Mechtild, por eso fue considerada como el diezmo para Dios y le fue consagrada desde su nacimiento según la mentalidad medieval.[3] De esta manera, se le dedicó a la vida religiosa y fue entregada para su educación a Jutta de Spanheim, quien era hija del conde Stephan de Spanheim y, por tanto, noble como ella,[4] quien le instruyó en el rezo del salterio y a leer latín aunque no a escribirlo o cuando menos no con pericia;[2] [3] lectura de la Sagrada Escritura, memorizando los Salmos, que se recitaban diariamente; y el canto gregoriano.

Durante algunos años maestra y discípula vivieron en el castillo de Spanheim y no sería sino hasta cuando Hildegard contaba con catorce años cuando ambas se enclaustraron en el monasterio de Disibodenberg.[5] Este monasterio era masculino, pero acogió un pequeño grupo de reclusas en una celda anexa, bajo la dirección de Jutta. La ceremonia de clausura solemne fue celebrada el 1 de noviembre de 1112, participando también Hildegarda, Jutta y otra reclusa más también infante. En 1114 la celda se transforma en un pequeño monasterio para poder albergar el creciente número de vocaciones. En ese mismo año emitió la profesión religiosa Hildegarda en manos del obispo Otto de Bamberg,[6] sujetándose así a la regla benedictina. De esta manera continuó su educación monástica rudimentaria dirigida por Jutta.[a]

Jutta murió en 1136, con fama de santidad tras llevar una vida de mucha austeridad y ascesis, que incluía largos ayunos y penitencias corporales.[7] Hildegarda, a pesar de su juventud, fue electa como abadesa (magistra) de manera unánime por la comunidad de monjas que en ese momento había crecido más.[4]

Visionaria y escritora

Desde muy niña, Hildegarda tuvo visiones. En una hagiografía posterior escrita por el monje Theoderic von Echternach se consignó el testimonio de la propia Hildegard donde señala que desde los tres años tuvo la visión de «una luz tal que mi alma tembló».[8] [3] Estos hechos continuaron aún durante los años en que estuvo bajo la instrucción de Jutta, quien al parecer se dio cuenta de ellos no obstante que Hildegarda los mantenía en secreto. Estos episodios los vivía conscientemente,[b] es decir, sin perder los sentidos ni sufrir éxtasis.[9] Ella los describió como una gran luz en la que se presentaban imágenes, formas y colores; además iban acompañados de una voz que le explicaba lo que veía y, en algunos casos, de música.[c]

En 1141, a la edad de cuarenta y dos años, le sobrevino un episodio de visiones más fuerte, durante el cual recibió la orden sobrenatural de escribir las visiones que en adelante tuviese.[10] A partir de entonces, Hildegarda escribe sus experiencias, que darán como resultado el primer libro, llamado Scivias (Conoce los caminos), que no concluirá sino hasta 1151. Para tal fin, tomó como secretario y amanuense a uno de los monjes de Disibodenberg llamado Volmar y, como colaboradora, a una de sus monjas llamada Ricardis de Stade.[6]

No obstante, seguía teniendo reticencias en hacer públicas sus revelaciones y los textos resultantes de ellos, por lo que para disipar sus dudas recurrió a uno de los hombres más prominentes y con mayor reputación espiritual de su tiempo: Bernardo de Claraval, a quien le dirigiría una sentida carta pidiéndole consejo sobre la naturaleza de sus visiones y la pertinencia de hacerlas de conocimiento general. En dicha misiva enviada hacia 1146 le menciona al ilustre monje cisterciense que le había visto en una visión «como un hombre que veía directo al sol audaz y sin miedo» y al mismo tiempo que reconoce su debilidad le implora su consejo:

[...]

Padre, estoy profundamente perturbada por una visión que se me ha aparecido por medio de una revelación divina y que no he visto con mis ojos carnales sino solamente en mi espíritu. Desdichada, y aún más desdichada en mi condición mujeril, desde mi infancia he visto grandes maravillas que mi lengua no las puede expresar pero que el Espíritu de Dios me ha enseñado que las debo creer. [...]

Por medio de esta visión, que tocó mi corazón y mi alma como una flama quemante, me fueron mostradas cosas profundísimas. Sin embargo, no recibí estas enseñanzas en alemán, en el cual, nunca he tenido instrucción, aunque se leer en el nivel más elemental pero no comprenderlo plenamente. Por favor, dame tu opinión sobre estas cosas, porque soy ignorante y sin experiencia en las cosas materiales y solamente se me ha instruido interiormente en mí espíritu. De ahí mi habla vacilante. [...]
Hildegarda a Bernardo, abad de Claraval.[11]

La respuesta de Bernardo no fue ni muy extensa ni tan elocuente como la enviada por Hildegarda,[12] pero en ella le invitaba a «reconocer este don como una gracia y a responder a él ansionsamente con humildad y devoción [...]».[13] Además, parece que el abad de Claraval posteriormente intervino ante el papa Eugenio III en favor de Hildegarda, ya que tenía trato personal con el obispo de Roma por ser éste también cisterciense y antiguo discípulo de él.[14]

Precisamente, el arzobispo bajo cuya jurisdicción se encontraba el monasterio de Disibodenberg Enrique de Mainz y quien estaba enterado de las visiones y profecías de Hildegarda, mandó una comisión al papa Eugenio para enterarle de lo sucedido y que se declarara sobre la naturaleza de tales dones.[15] El papa se encontraba por aquellos días en Tréveris para presidir el sínodo que se celebró en aquella ciudad entre 1147 y 1148.

En 1148, un comité de teólogos, encabezada por Albero de Chiny obispo de Verdun, a petición del papa, estudia y aprueba parte de Scivias.[2] El mismo papa leería públicamente algunos textos durante el sínodo de Tréveris y declararía que tales visiones serían fruto de la intervención del Espíritu Santo.[16] Tras la aprobación, envió una carta a Hildegarda, pidiéndole que continuase escribiendo sus visiones. Con ello da comienza no sólo la actividad literaria aprobada canónicamente, sino la relación epistolar con múltiples personalidades de la época tanto políticas como eclesiásticas, tales como San Bernardo, Federico I Barbarroja, Enrique II de Inglaterra o Leonor de Aquitania; que pedían sus consejos y orientaciones. Tal fue su reconocimiento que llegó a ser conocida como la Sibila del Rin. La gente la buscaba para escuchar sus palabras de sabiduría, para curarse o para que los guiara.

Fundadora

Santa Hildegarda y su comunidad de monjas en una miniatura del siglo XIII.

En ese mismo año de 1148, una visión le hace concebir a Hildegarda la fundación de su nuevo monasterio de Rupertsberg, para trasladar a la crecida comunidad y emanciparla de los monjes de Disibodenberg. A pesar de la oposición de éstos, logra el permiso del arzobispo de Maguncia y comienzan las obras. La comunidad se trasladó en 1150.

Concluido el Scivias, Hildegarda se dedica en su nuevo monasterio a la elaboración de los libros de contenidos físicos y médicos hasta 1158 y a ultimar la colección de cantos que tituló Symphonia armonie celestium revelationum.

En 1165 funda un segundo monasterio en Eibingen, que visitaba regularmente dos veces a la semana.

Mujer predicadora

Ubicación de los lugares de establecimiento, monasterios y las cuatro rutas de predicación de Hildegarda.

La labor de escritora de Hildegarda se vio interrumpida muchas veces por los viajes de predicación. Si bien la clausura en sus tiempos no era tan rígida como lo sería a partir de Bonifacio VIII,[17] no dejó de sorprender y admirar a sus contemporáneos que una abadesa abandonara su monasterio para predicar.

Lo hacía en iglesias y catedrales, ante clero y fieles. El contenido de su predicación gira en torno a la redención; la conversión, criticando duramente la corrupción eclesiástica; y la oposición firme contra los cátaros, por quienes rogó a los gobernantes para que fueran castigados pero no ajusticiados.[18]

En total fueron cuatro viajes, el primero entre 1158-1159. En 1160 realizó el segundo. Entre 1161-1163 el tercero. Y un cuarto viaje entre 1170-1171.

Además de los viajes de predicación, Hildegarda también usó las cartas para hacer sentir su opinión ante personajes notables, como por ejemplo, las amenazadoras cartas dirigidas al emperador Federico I Barbarroja oponiéndose al cisma y los antipapas nombrados por él.

Última batalla

La última situación crítica a la que tuvo que enfrentarse Hildegarda aconteció en 1178 cuando dieron sepultura en el cementerio conventual a un noble excomulgado. Por haber sido excomulgado, el derecho canónico prohibía su entierro en suelo sagrado, por lo que se le pidió a Hildegarda que exhumara el cadáver. Ella se negó e incluso hizo desaparecer cualquier rastro del enterramiento, para que nadie pudiera buscarlo. Sostuvo que había sido reconciliado con la Iglesia antes de morir. Los prelados de Maguncia, en ausencia del arzobispo Christian que estaba en Roma, pusieron un interdicto al monasterio. Por él se prohibía el uso de las campanas, los instrumentos y los cantos en la vida y liturgia de Rupertsberg. Hildegarda se defendió enviando una importante carta[19] donde recoge el significado teológico de la música.

Al regresar el arzobispo en marzo de 1179, se presentaron testigos que apoyaban la versión de Hildegarda y fue levantado el interdicto.

Muerte

Reliquias de Hildegarda de Bingen en la Iglesia de Eibingen.

A los pocos meses de ser levantado el interdicto murió Hildegarda el 17 de septiembre de 1179 a los 81 años de edad. Cuentan las crónicas que a la hora de la muerte aparecieron dos arcos muy brillantes y de diferentes colores que formaban una cruz en el cielo.[20] Entre 1180-1190 el monje Teoderico de Echternach escribe la Vita de Hildegarda recogiendo pasajes autobiográficos. Gregorio IX abrió el proceso de canonización en 1227, aunque no se concluyó. Fue reabierto por Inocencio IV en 1244 sin que llegase a concluirse tampoco. Sin embargo, hubo una canonización práctica cuando se la inscribió en el Martirologio romano[21] y se incluyó su nombre en algunas letanías; se extrajeron reliquias de su sepulcro; se celebró su fiesta litúrgica, y se la representó como santa en pinturas y esculturas. En 1940 se aprobó oficialmente su celebración. Con motivo del 800 aniversario de su muerte, Juan Pablo II se refirió a ella como profetisa y santa.[22] De la misma manera, en 2006, el papa Benedicto XVI también se refirió a Hildegarda como santa y la encomió como una de las grandes mujeres de la cristiandad junto con Catalina de Siena, Teresa de Ávila y la madre Teresa de Calcuta.[23] Hay propuestas para nombrarla Doctora de la Iglesia.

En el año 2009 la directora alemana Margarethe von Trotta filmó la película "Visión: La historia de Hildegard Von Bingen" (Vision. Aus dem Leben der Hildegard von Bingen), basada en la vida de esta santa. Estrenada en español el 27 de agosto de 2010.[24]

En el año 2010 el papa Benedicto XVI le dedicó las Audiencias Generales del 1 y 8 de septiembre, dentro del marco de una serie de catequesis sobre escritores cristianos, siendo la primera mujer presentada en estas catequesis; recordó, entre otras cosas, que los contemporáneos de Hildegarda la consideraron con el título de "profetisa teutónica" y puntualizando el valor teológico de sus escritos y enseñanzas.[25] [26]

Obra

Obras literarias

El alfabeto de Hildegarda von Bingen, Litterae ignotae, que usó para su lengua Lingua Ignota.

De las obras religiosas que escribió Hildegarda, destacan tres de carácter teológico: Scivias, sobre teología dogmática; Liber Vitae Meritorum, sobre teología moral; y Liber Divinorum Operum, sobre cosmología, antropología y teodicea.

Además escribió obras de carácter científico: Liber Simplicis Medicinae o Physica, sobre las propiedades curativas de plantas y animales desde una perspectiva holística; y Liber Compositae Medicinae o Causae et curae, sobre el origen de las enfermedades y su tratamiento desde el punto de vista teórico.

Otra de sus obras destacable es Lingua ignota, primera lengua artificial de la historia, por la que fue nombrada patrona de los esperantistas.

Obras musicales

O frondens virga
Del auto sacramental Ordo Virtutum de Hildegarda de Bingen.

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Hildegarda compuso setenta y ocho obras musicales, agrupadas en Symphonia armonie celestium revelationum: 43 antífonas, 18 responsorios, 4 himnos, 7 secuencias, 2 sinfonías (con el significado propio del siglo XII), 1 aleluya, 1 kyrie, 1 pieza libre y 1 oratorio (fascinante, pues el oratorio se inventó en el siglo XVII). Además, compuso un auto sacramental musicalizado llamado Ordo Virtutum ("Orden de las virtudes", en latín), sobre las virtudes.

  • 1) Ave generosa
  • 2) Ave Maria
  • 3) Columba aspexit
  • 4) Cum erebuerint
  • 5) Cum processit factura
  • 6) Cum vox sanguinis
  • 7) Favus distillans
  • 8) Hodie aperuit
  • 9) In Matutinis laudibus (Aer enim volat)
  • 10) In Matutinis laudibus (De Patria etiam earum)
  • 11) In Matutinis laudibus (Deus enim)
  • 12) In Matutinis laudibus (Deus enim rorem)
  • 13) In Matutinis laudibus (Et ideo puelle iste)
  • 14) In Matutinis laudibus (Sed diabolus)
  • 15) In Matutinis laudibus (Studium divinitatis)
  • 16) In Matutinis laudibus (Unde quocumque venientes)
  • 17) Karitas habundat
  • 18) Kyrie
  • 19) Laus Trinitati
  • 20) Mathias sanctus
  • 21) Nunc gaudeant
  • 22) O beata infantia
  • 23) O beatissime Ruperte
  • 24) O Bonifaci
  • 25) O choruscans stellarum
  • 26) O clarissima mater
  • 27) O cohors milicie floris
  • 28) O cruor sanguinis
  • 29) O dulcis electe
  • 30) O dulcissime amator
  • 31) O Ecclesia
  • 32) O eterne Deus
  • 33) O Euchari columba
  • 34) O Euchari in leta via
  • 35) O felix anima
  • 36) O felix apparicio
  • 37) O frondens virga
  • 38) O gloriosissimi lux vivens angeli
  • 39) O Ierusalem
  • 40) O ignee Spiritus
  • 41) O ignis Spiritus Paracliti
  • 42) O lucidissima apostolorum turba
  • 43) O magne Pater
  • 44) O mirum admirandum
  • 45) O nobilissima viriditas
  • 46) O orzchis Ecclesia
  • 47) O pastor animarum
  • 48) O Pater omnium
  • 49) O presul vere civitatis
  • 50) O pulcre facies
  • 51) O quam magnum miraculum
  • 52) O quam mirabilis
  • 53) O quam preciosa
  • 54) O rubor sanguinis
  • 55) O spectabiles viri
  • 56) O speculum columbe
  • 57) O splendissima gemma
  • 58) O successores
  • 59) O tu illustrata
  • 60) O tu suavissima virga
  • 61) O victoriosissima triumphatores
  • 62) O virga ac diadema
  • 63) O virga mediatrix
  • 64) O virgo Ecclesia
  • 65) O viridissima virga
  • 66) O viriditas digiti Dei
  • 67) O virtus Sapientie
  • 68) O vis eternitatis
  • 69) O vos angeli
  • 70) O vos felices radices
  • 71) O vos imitatores
  • 72) Ordo Virtutum
  • 73) Quia ergo femina
  • 74) Quia felix puericia
  • 75) Rex noster promptus est
  • 76) Spiritui Sancto
  • 77) Spiritus sanctus vivificans vita
  • 78) Vos flores rosarum

Galería de imágenes

Véase también

Notas

a  En el Libro II de la Vita de Theoderich de Echternach se recoge un relato autobiográfico donde Hildegarda así lo afirma, al tiempo que se refiere a Jutta como mujer iletrada.
b  En el prólogo del Liber Divinorum Operum explica: «despierta de cuerpo y mente en los misterios celestes, lo vi con los ojos interiores de mi espíritu y oí con los oídos interiores, y no en sueños ni en éxtasis».
c  En una carta de Hildegarda dirigida al monje Guibert de Gembloux Epist. CIII, conocida también como «De modo visionis suae», describe su experiencia visionaria y la manera en que esta «forma de ver» acontecía.
d  Vita II, I: «Este ponía los casos, tiempos y géneros correctos según el arte gramatical que ella desconocía, pero no añadía ni quitaba nada del sentido o para la comprensión.»

Referencias

  1. Van der Linde, Antonius (1880). «Hildegard, Sanct (Hildegarda, Santa)» (en alemán). Allgemeine Deutsche Biographie, herausgegeben von der Historischen Kommission bei der Bayerischen Akademie der Wissenschaften Volumen 12. págs. 407–408. En Wikisource. Consultado el 13 de agosto de 2011.
  2. a b c Mershman, Francis (1913), «St. Hildegard» (en inglés), Enciclopedia católica (Catholic Encyclopedia) en Wikisource, http://en.wikisource.org/w/index.php?title=Catholic_Encyclopedia_%281913%29/St._Hildegard&oldid=2135365, consultado el 13 de agosto 
  3. a b c Lerman, Kristina. «The Life and Works of Hildegard von Bingen (1098-1179)» (en inglés). Consultado el 13 de agosto de 2011.. En Internet History Sourcebooks Project de la Universidad Fordham de Nueva York.
  4. a b Flanagan, Sabina (1995). James Hardin, Universidad del Carolina del Sur y Will Hasty, Universidad de Florida (ed.): «Hildegard von Bingen» (en inglés). Dictionary of Literary Biography, Volume 148: German Writers and Works of the Early Middle Ages: 800-1170. Consultado el 13 de agosto de 2011.. En Hildegard.org Página dedicada a Hildegarda de Bingen.
  5. Cirlot & Garí, 2008; pp. 48 y 49
  6. a b Schipperges, Heinrich (1972), «Hildegard von Bingen» (en alemán), Neue Deutsche Biographie, 9, Comisión Histórica de la Academia de Ciencias de Baviera, pp. 131-133, ISBN 3-428-00181-8, http://daten.digitale-sammlungen.de/bsb00016326/image_147, consultado el 4 de septiembre . Versión electrónica en PDF en la página web de la Biblioteca Estatal de Baviera, publicada 13 de marzo de 2008.
  7. Cirlot & Garí, 2008; p. 49
  8. Cirlot, 2009; p. 51
  9. Dickens, 2009; p. 33
  10. Dickens, 2009; p. 27
  11. Hildegarda de Bingen, 1998.
  12. Cirlot & Garí, 2008; p. 53
  13. Hildegarda de Bingen, op. cit.; p. 31
  14. Harmless, 2007; p. 62
  15. Harmless, 2007; p. 63
  16. Flanagan, op. cit.
  17. En 1298, Bonifacio VIII con la Bula Periculoso prohíbe que las monjas salgan del monasterio sin permiso del obispo. Además dispuso que las que tuviesen cargos de responsabilidad (abadesas, prioras) usaran de procuradores que las representasen. De este modo, dejaron de poder actuar por sí mismas.
  18. Se conserva algún sermón entre las cartas de Hildegarda, pues algunos eclesiásticos pidieron que se los enviara escritos. Así por ejemplo, la Epist. XLIX recoge un sermón pronunciado en Trier y la Epist. XLVII uno pronunciado en Maguncia.
  19. Epist. XXIII
  20. Vita III, XXVII
  21. El texto, en la actual edición española, dice así: "En el monasterio de Rupertsberg, cerca de Bingen, en Hesse, actual Alemania, santa Hildegardis, virgen, que expuso y describió piadosamente en libros los conocimientos conseguidos experimentalmente, tanto sobre ciencias naturales, médicas y musicales, como de contemplación mística."
  22. Carta de Juan Pablo II al cardenal Hermann Volk, obispo de Maguncia, con ocasión del 800 aniversario de la muerte de Santa Hildegarda.
  23. Encuentro del santo padre Benedicto XVI a los sacerdotes y diáconos de la diócesis de Roma 2 de marzo de 2006
  24. The Internet Movie Database. «Vision - Aus dem Leben der Hildegard von Bingen.».
  25. Zenit (01 de septiembre de 2010). «El Papa presenta por primera vez a una escritora, Hildegarda de Bingen.». Consultado el 01 de septiembre de 2010.
  26. Zenit (8 de septiembre de 2010). «Benedicto XVI: Santa Hildegarda de Bingen, teóloga y artista.». Consultado el 8 de septiembre de 2010.

Bibliografía

  • Hildegarda de Bingen (2009). Libro de las obras divinas, Liber Divinorum Operum. Barcelona: Herder Editorial. ISBN 978-84-254-2511-0. 
  • — (2009). Physica. Libro de medicina sencilla. Libro sobre las propiedades naturales de las cosas creadas, Liber simplicis medicinae. Astorga: Editorial Akrón. ISBN 978-84-937192-2-7. 
  • — (2003). Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestiales. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 978-84-8164-644-3. 
  • — (1999). Scivias. Conoce los caminos. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 978-84-8164-330-5. 
  • — (1999). Causas y remedios. El arte de curar de Santa Hildegarda. Edición Manfred Pawlik. Madrid: Susaeta Ediciones. ISBN 978-84-305-8867-1. 
  • — (1998) (en inglés). The Letters of Hildegard of Bingen. Baird, Joseph L. & Ehrman, Radd K. (trad.). USA: Oxford University Press. ISBN 9780195121179. 
Sobre Santa Hildegarda

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