Gran Habitat Pinar de Chamartín

Gran Habitat Pinar de Chamartín

Gran Habitat Pinar de Chamartín

El Gran Hábitat Pinar de Chamartín es una urbanización situada en la zona norte de Madrid (España). La envergadura de este proyecto urbanístico y las innovaciones que presentaba en cuanto a organización y distribución de espacios exteriores e interiores lo convirtieron en un concepto urbanístico inédito en su momento de construcción.

El Gran Habitat Pinar de Chamartín se encuentra situado en el último tramo de la madrileña calle de Arturo Soria. Paralela a ésta, y pasando por el centro de la urbanización, discurre la calle Jazmín, que se inicia en la Gran Torre, situada en el número 310 de Arturo Soria.

La urbanización se compone de cinco torres de ladrillo naranja de dieciseis pisos de altura, que se suceden a lo largo de la calle Arturo Soria, seis bloques de ladrillo amarillo de siete pisos de altura, que se encuentran en la calle Jazmín, otras dos torres de ladrillo amarillo de diez pisos de altura situadas igualmente en la calle Jazmín, y una torre de hormigón armado de veinte pisos de altura situada en lo más alto de la zona, en la confluencia de Arturo Soria con la Avenida de San Luis. Entre los vecinos del barrio las torres se denominan individualmente Torre Primera, Torre Segunda, Torre Tercera, Torre Cuarta y Torre Quinta. A pesar de que la constructora bautizó a la mayor de las construcciones del proyecto como Gran Torre (la situada en Arturo Soria 310), es común entre los vecinos referirse a ella como Torre Cero o Torre Gris.

El Pinar, como es conocido popularmente entre sus habitantes, se levanta sobre antiguos terrenos rústicos situados en la zona comprendida entre el barrio del Cajón, el de Manoteras y el antiguo camino de Fuencarral a Hortaleza, que pasaba por lo que actualmente es la Avenida de San Luis, y que en los primeros tiempos del barrio se conocía como Carretera Comarcal C-607. Es esta la zona más alta de Madrid, lo que fue utilizado como argumento publicitario a la hora de promocionar el barrio, atrayendo a los compradores con promesas de aire puro y temperaturas agradables (esto sigue siendo así, la temperatura media del Pinar oscila entre dos o tres grados menos que la del centro de Madrid).

Hacia 1965 la empresa HIASA (Hispano Alemana Sociedad Anónima) decide construir al final de la calle Arturo Soria un conjunto residencial de acuerdo a nuevos parámetros arquitectónicos y de concepción urbanística. Las obras serán llevadas a cabo por la constructora SATO. Hoy en día puede que la propuesta del Pinar no sea revolucionaria en absoluto, pero si lo era en 1965, año en el que las urbanizaciones ajardinadas tal como las conocemos hoy en día prácticamente no existían, y las únicas personas que podían disfrutar de piscina y jardín privado eran los afortunados (y poco abundantes) poseedores de un chalet. Los innovadores parámetros urbanísticos a los que nos referimos son la construcción en forma de torre de numerosas alturas, con ausencia de patio interior (con excepción de los bloques de Jazmín), lo que conllevaba que todas las habitaciones principales fueran exteriores, el profuso número de jardines y zonas verdes existentes en la urbanización, que contrastaba con el entorno hostil y contaminado de la capital, la construcción de un parque infantil propio de gran tamaño y la existencia de piscinas, tanto de adultos como infantil, que como hemos dicho no era moneda corriente en la mayoría de las construcciones de aquellos años (ni en muchas de nuestros tiempos). Por último, el Pinar de Chamartín remataba su propuesta con la construcción de tres garajes subterráneos con capacidad para un elevado número de vehículos. Al no estar los garajes excavados bajo una edificación, sino que eran independientes de estas, su superficie pudo ser ajardinada, lo que constitutía otra innovación en si misma. Desde el primer momento HIASA bautizo a su nuevo proyecto urbanístico como "Gran Habitat", evitando el término Urbanización, ya que la planificación realizada acerca del proyecto superaba con creces esta calificación. En publicidad aparecida en el diario ABC el 26 de septiembre de 1969 se decía: "...Si usted todavía no ha visitado el primer Gran Habitat de Madrid, le interesa conocerlo; porque el antiguo concepto de Urbanización desaparece en el Habitat, que es un nuevo planteamiento urbanístico aplicado a la distribución perfecta de los espacios interiores y exteriores necesarios a una familia para vivir con comodidad dentro y fuera de su propio piso..." La constructora vendía la idea de que se podía vivir casi sin salir del barrio, al anunciar la construcción de tiendas, centro comercial y todo tipo de servicios. Como veremos más adelante, este concepto se reveló obsoleto con el paso del tiempo en ciertos aspectos, lo que prueba el hecho de que su ejemplo no se siguió, quedando como la única muestra de este tipo de zona residencial. Se le bautizó como Pinar de Chamartín por otra de sus características fundamentales: La plantación de un gran número de pinos a lo largo de su extensión. Además de pinos, la zona se ajardinó con abetos, cedros, plátanos, cipreses y un gran número de chopos, así como arbustos de todo tipo. También se plantaron palmeras, yucas y rosales. Para rematar, se sembraron amplias praderas de césped en numerosos puntos del conjunto.

La construcción se inicia en septiembre de 1965, con la edificación de las tres primeras torres y cuatro de los seis bloques de la calle Jazmín. En este momento la calle Arturo Soria se acababa en el Cuartel de Infantería de Marina, que se encontraba (y se encuentra) situado en la actual confluencia de Arturo Soria y Avenida de San Luis. Además del cuartel, en la zona solo existía una fábrica de óptica (situada en lo que actualmente es el centro empresarial Parque Norte) el Colegio de Huérfanos de la Armada (C.H.A.), las viviendas de los militares y un gran número de chabolas y casas bajas cuyos propietarios se dedicaban a la ganadería. Para marzo de 1967 ya estaban levantadas las Torres I, II y III y cuatro de los seis bloques de Jazmín. En este momento se inicia la construcción de la piscina y empiezan a asfaltarse las calles y a plantarse los pinos. Las primeras viviendas fueron entregadas este año. En abril de 1968 ya se encuentran levantadas las dos torres restantes (IV y V) y se ha iniciado la construcción de la Gran Torre, que será de hormigón visto y constará de veinte pisos de altura más un entresuelo, lo que unido a su situación en la zona más elevada de la ciudad le hará gozar de privilegiadas vistas sobre Madrid. Esta torre se divisa desde numerosos puntos de la capital, aún estando muy alejados del Pinar. Hacia el verano de 1969 se puede decir que el barrio esta acabado, aún quedando algunos remates, como la excavación de la piscina de la Torre Cero, que se terminará en 1971. En el parque infantil situado en el centro del conjunto se colocó un viejo tranvía con la inscripción "Pinar de Chamartín" en su placa identificativa, así como una de las primitivas apisonadoras que se utilizaron en la urbanización de los terrenos, una vez despojada de sus elementos mecánicos, como una atracción más para los niños. El tranvía duró sólo un par de años, pero la apisonadora, conocida popularmente como "troncomóvil" estuvo en el parque hasta mediados de los años 90, fecha en que fue retirada por razones de seguridad. Varias generaciones de chavales jugaron hasta entonces en la original atracción.

Debido a la publicidad y a las novedades urbanísticas que muestra, el Pinar de Chamartín aparece en numerosas películas de la época, siendo mostrado como un entorno fresco y original en contraste con el habitual Madrid que aparecía en el cine. Algunas de estas películas son: "El marino de los puños de oro" (Rafael Gil, 1968), en la que aparecen vistas aéreas del -aún no finalizado- barrio, "Estoy hecho un chaval" (Pedro Lazaga, 1975), con planos de la Torre Cero, "La cabina" (Antonio Mercero, 1972), cortometraje en el que Jose Luis López Vázquez queda atrapado en una cabina telefónica y es trasladado en camión por numerosas zonas de Madrid, pasando por el Pinar, zona en la que se muestran unos originales planos de sus altas torres fotografiadas con gran angular, y otras muchas cintas en las que se ruedan exteriores en la zona. A pesar de las muchas ventajas de la nueva zona, en estos primeros años también surgen problemas derivados directamente de su ubicación. En 1969 Arturo Soria era una zona de veraneo. En ella aún quedaban vestigios del inacabado proyecto de Ciudad Lineal que diseñara el ingeniero y urbanista Arturo Soria, que consistían en pequeños chalets u "hotelitos" que generalmente sólo estaban habitados en época estival, y un envejecido bulevar por el que circulaba un tranvía que apenas llegaba al Cuartel de la Marina. Las familias solían acudir a los aledaños de la Piscina Stella a pasar los domingos "en el campo", lo que prueba lo apartado del enclave con respecto a Madrid. En una época en la que la mayoría de la gente no disponía de vehículo propio y con unos servicios de autobús casi inexistentes, la comunicación se convertía en el punto flaco del barrio. Algunos vecinos que habitan el barrio desde sus inicios recuerdan incluso como los taxistas se negaban a llevar a los pasajeros al Pinar, por considerarlo lejano y apartado de Madrid. Por otra parte, en la publicidad ampliamente difundida por HIASA se mostraban unos diseños en los que se veía al barrio rodeado de praderas y zonas verdes, pero durante muchos años, y a pesar de la constante edificación en la zona, el Pinar estuvo rodeado de infraviviendas y de grandes descampados en los que campaban a sus anchas ovejas y gallinas. Concretamente en la zona del barrio del Cajón, en los terrenos en los que actualmente esta situada la estación de metro ligero de Fuente de La Mora, existió hasta muchos años después de la finalización del barrio un enorme vertedero de desperdicios, y en los terrenos que hoy ocupa un parque y una cancha de baloncesto en las traseras de los bloques de Jazmín no había nada salvo un gran descampado lleno de desperdicios hasta finales de los años 80.

La segunda fase del Pinar de Chamartín se inició en el lado opuesto de Arturo Soria (enfrente del núcleo original) en 1970, extendiéndose hacia el oeste a lo largo de la calle Caleruega y constituyendo lo único construido al margen del núcleo original con excepción de dos torres en la Avenida de san Luis. Los edificios contiguos al colegio Joaquín Turina, que se encuentra pegado a la Torre Quinta, se empezaron a construir en 1986, lo que pone de manifiesto que el final de Arturo Soria era hasta ese momento dicha torre. En los últimos quince años, por el contrario, el ritmo de crecimiento ha sido exagerado y el Pinar ha pasado de ser una zona excesivamente apartada y desértica a un núcleo urbano demasiado denso. La desahogada planificación urbanística del núcleo original del Pinar de Chamartín, con amplios espacios entre los edificios ocupados por profusas zonas verdes, no se ha mantenido en las construcciones posteriores, en las que claramente las empresas constructoras han especulado con el terreno y los edificios han sido levantados mucho más cerca unos de otros dando una sensación de agobio mucho mayor.

Por último es necesario reseñar ciertos problemas actuales a los que ya hacíamos referencia anteriormente, y que no son otros que la inviabilidad de determinados conceptos del Pinar en nuestros tiempos. Los jardines son de titularidad privada, pero al no estar vallados son de disfrute público. Esto conlleva que los gastos de mantenimiento corren a cargo de los propietarios, pero al no tratarse de una urbanización cerrada, sino de un "Gran Habitat" no vallado, son usados por la totalidad de los transeúntes, con el correspondiente deterioro que no se daría en el caso de estar cercados. Con frecuencia se producen robos de plantas y flores así como de aspersores del sistema de riego automático ante los que no se puede hacer nada, puesto que las zonas verdes, aún siendo privadas, están a merced del que pase por la calle. Del mismo modo se reportan numerosos actos de vandalismo contra los edificios, entre los que se incluyen pintadas y graffittis, que de estar cercados por una verja no se producirían. Es probable que la gente fuera más civilizada en 1969, pero esta claro que no es así en la actualidad. Por otra parte, las inscripciones registrales de determinados elementos del conjunto, como las aceras que rodean las torres, se encuentran a nombre de la Mancomunidad de Propietarios, lo que implica que corre por cuenta de la misma cualquier reparación que haya de realizarse, aún siendo dichas aceras usadas por la totalidad de los ciudadanos. Son estos problemas derivados de un concepto urbanístico que quizá fuera lógico cuando fue concebido, en los años 60, cuando el barrio se encontraba alejado de Madrid y estaba escasamente habitado, pero sin virtualidad práctica en la época actual, en la que el aumento de población y determinados cambios sociales hacen de éste un concepto tan original y bello como utópico e inviable.

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