Marqués de Sade

Marqués de Sade
Marqués de Sade
Sade (van Loo).png
Retrato del marqués de Sade realizado por Charles-Amédée-Philippe van Loo (c. 1760).
Nacimiento 2 de junio de 1740
Hotel de Condé, París, Royal Standard of the Kingdom of France.svgFrancia
Defunción 2 de diciembre de 1814 (74 años)
Asilo de Charenton, Charenton-Saint-Maurice, Bandera de Francia Francia
Ocupación Escritor
Nacionalidad Bandera de Francia Francia
Género Novela, cuento, teatro

Donatien Alphonse François de Sade, conocido por su título de marqués de Sade (París, 2 de junio de 1740Charenton-Saint-Maurice, Val-de-Marne, 2 de diciembre de 1814), fue un escritor francés, autor de Justine o los infortunios de la virtud, Historia de Aline y Valcour y otras numerosas novelas, cuentos y piezas de teatro. También le son atribuidas Los 120 días de Sodoma, La filosofía en el tocador, La nueva Justine y Juliette. En sus obras son característicos los antihéroes, protagonistas de las más aberrantes violaciones y de disertaciones en las que, mediante sofismas, justifican cínicamente sus actos. La expresión de un ateísmo radical es uno de los temas más recurrentes de sus escritos.

Fue encarcelado por el Antiguo Régimen, por la Asamblea Revolucionaria y por el régimen napoleónico, pasando veintisiete años encerrado en diferentes fortalezas y manicomios. También figuró en las listas de la guillotina.

Protagonizó varios incidentes que se convirtieron en grandes escándalos. En vida, y después de muerto, le han perseguido numerosas leyendas.

A su muerte era conocido como el autor de la «infame» novela Justine, novela por la que pasó los últimos años de su vida encerrado en el manicomio de Charenton, y que fue prohibida, pero que circuló clandestinamente durante todo el siglo XIX y mitad del siglo XX, influyendo en diferentes novelistas y poetas, como Flaubert, que en privado lo llamaba «el gran Sade», Dostoyevsky, Apollinaire, que rescata su obra del «infierno» de la Biblioteca Nacional de Francia, o Rimbaud.[1] Breton y los surrealistas lo proclamaron el «Divino Marqués» en referencia al «Divino Aretino», primer autor erótico de los tiempos modernos (siglo XVI). Aún hoy su obra despierta los mayores elogios y las mayores repulsas. Georges Bataille, entre otros, calificó su obra como «apología del crimen».[2]

Su nombre ha pasado a la historia convertido en sustantivo. Desde 1834, la palabra «sadismo» aparece en el diccionario en varios idiomas para describir la propia excitación producida al cometer actos de crueldad sobre otra persona.

Contenido

Biografía

Dibujo imaginario del marqués de Sade.
Para escribir historia es necesario que no exista ninguna pasión, ninguna preferencia, ningún resentimiento, lo que es imposible evitar cuando a uno le afecta el acontecimiento. Creemos simplemente poder asegurar que para describir bien este acontecimiento o al menos para relatarlo justamente, es preciso estar algo lejos de él, es decir, a la distancia suficiente para estar a salvo de todas las mentiras con las que pueden rodearle la esperanza o el terror.
Marqués de Sade, Historia secreta de Isabel de Baviera, reina de Francia (prefacio)

En la biografía de Sade podemos encontrar dos incidentes: uno, el escándalo de Arcueil, un encuentro con una prostituta[3] y el otro, el caso de Marsella, un día de orgía en el que las muchachas, prostitutas también, resultaron intoxicadas probablemente por la comida y difícilmente por caramelos de cantárida. Los dos, por los azares de la vida, se convirtieron en grandes escándalos que traspasaron las fronteras de Francia. Poco más sobresaliente encontramos de escandaloso en la biografía de Sade que no sea sospechoso de formar parte de su leyenda:

Cuando se ha perseguido a un escritor durante más de 150 años como si fuera un personaje cruel e inhumano, se espera, en lo que concierne a la descripción de su vida, algo así como la biografía de un monstruo. Pero la vida del marqués de Sade resulta mucho menos aberrante de lo que uno teme y lo que realmente puede calificarse de espantoso es el destino que le acechó mientras vivía.
Walter Lenning, Biografía del marqués de Sade (primer párrafo)

Nadie que se acerque a Sade lo hará de modo indiferente, y sus novelas, calificadas por Georges Bataille como «apología del crimen»,[2] aquellas por las que ya en vida le diagnosticase «demencia libertina», aún estando prohibidas, circularon clandestinamente durante todo el siglo XIX y medio siglo XX, hasta que se normalizó su publicación. La repulsa de estas novelas provocó que en el siglo XIX se agrandara una leyenda que alcanza a nuestros días:[4]

He aquí un nombre que todo el mundo conoce y que nadie pronuncia: tiembla la mano al escribirlo y, cuando se lo pronuncia, en los oídos resuena un sonido lúgubre [...] Los libros del marqués de Sade han asesinado más niños que los que podrían matar veinte mariscales de Retz, los siguen asesinando aún [...] Rodeaba a este hombre un aire pestilente que lo hacía odioso a todo el mundo [...] Hoy en día, es un hombre a quien todavía se honra en las cárceles; allí es el dios, allí es el rey, allí es esperanza y orgullo. ¡Qué historia! Pero, ¿por dónde comenzar, qué aspecto enfocar de este monstruo y quién nos asegurará que en esta contemplación, aunque realizada a distancia, no nos alcanzará alguna salpicadura lívida?
Jules Janin, Revue de Paris, 1834.[5]

A principios del siglo XX, Apollinaire rescata su obra del «infierno» de la Biblioteca Nacional francesa y reivindica su figura, y André Breton y los surrealistas lo ensalzan. Desde entonces, junto a biografías que intentan acercarse a la realidad del personaje, como las de Maurice Heine y Gilbert Lely, surgen otras muchas que recrean la leyenda más o menos abiertamente. Así narraba Guy de Massillon en 1966 el escándalo de Marsella:

Algunas mujeres gritan histéricamente, otras, dominadas por un fuerte temblor, se arrojan al piso donde se revuelven sin parar. Otras mujeres han empezado a desnudarse en tanto lanzan gemidos de intenso e insatisfecho placer [todo, consecuencia de la pócima afrodisíaca suministrada por Sade]. Pero no son ellas las únicas en sufrir esa extraña enfermedad colectiva. También, los hombres van de aquí para allá, como perros rabiosos, gesticulando, gritando obscenidades y luego… Luego se suceden escenas del más crudo sexualismo. […] Una mujer casi completamente desnuda se asoma al balcón ofreciéndose a los hombres, otras siguen su ejemplo, una de ellas, más frenética que otras, se lanza de cabeza al vacío.
Guy de Massillon, El goce y la crueldad, 1966.[6]

En la actualidad la figura de Sade sigue despertando filias y fobias; pasados 200 años desde su muerte no parece que éste sea el tiempo necesario para alcanzar la suficiente distancia que nos acerque a él de forma objetiva. En 1909, Apollinare escribió: «La biografía completa del marqués de Sade no se ha escrito todavía, pero no hay duda de que, reunidos todos los materiales, será posible en breve establecer la existencia de un hombre notable que aún permanece en el misterio y sobre el cual han corrido y corren gran número de leyendas».[7] Hoy en día, aquellas leyendas siguen circulando sin que se haya logrado establecer una biografía canónica que nos esclarezca al personaje.

Infancia y adolescencia

Jean-Baptiste François Joseph de Sade, conde de Sade, padre del marqués, retratado por Nattier.
Marie Eleonore de Maille de Carman, madre del marqués de Sade.
Ser cortés, honrado, orgulloso sin arrogancia, solícito sin palabras insulsas; satisfacer con frecuencia las pequeñas voluntades cuando no nos perjudican, ni a nosotros ni a nadie; vivir bien, divertirse sin arruinarse ni perder la cabeza; pocos amigos, quizá porque no existe ninguno verdaderamente sincero y que no me sacrificara veinte veces si entrara en juego el más ligero interés por su parte.
Sade, carta a su padre, 12 de agosto de 1760, en el campamento de Obertestein.[8]

El 2 de junio de 1740 nace Donatien Alphonse-François, hijo único de Jean-Bastiste François Joseph de Sade y de Marie Eleonore de Maille de Carman, de sangre borbónica, emparentada con el rey de Francia. Nace en el Hôtel de Condé, palacio de los príncipes de Condé, y allí pasará su primera infancia, pues su madre es dama de compañía de la princesa.

Cuando Donatien cuenta 4 años de edad, Marie Eleonor abandona el empleo de dama de compañía de la princesa para acompañar a su esposo en los viajes a los que le obliga su condición de diplomático al servicio del príncipe-elector de Colonia.[9] Donatien es enviado al castillo de Saumane el 14 de agosto de 1744, quedando a cargo de su abuela y de sus tías paternas. Por indicación de su padre, su tío paterno Jacques François Paul Aldonce de Sade, entonces abad de Saint-Leger d'Ebreuil, escritor, comentarista de la obra de Petrarca y libertino afamado,[10] lo lleva consigo el 24 de enero de 1745 para encargarse de su educación. A Donatien se le asigna como tutor al abad Jaques Francois Amblet, quien le acompañará durante gran parte de su vida. En su encierro en diferentes fortalezas, Donatien le entregará sus obras para que las lea. En ese tiempo, Amblet continúa dándole consejos literarios.

Sin que exista constancia de la fecha, cuando Donatien cuenta seis o siete años de edad, su madre ingresa en un convento de París.

Escudo de armas de la Casa de Sade, privilegio obtenido por Elzéar de Sade del Emperador Segismundo de Luxemburgo en 1416.
Fachada del Liceo Louis-le-Grand, colegio jesuita al que ingresó a estudiar el marqués a la edad de 10 años.

En 1750, con 10 años, vuelve a París en compañía del abad Amblet e ingresa en el prestigioso colegio jesuita Louis-le-Grand.

El 24 de mayo de 1754, cuando todavía no ha cumplido los 14 años, ingresa en la academia militar. En 1755 (17 de diciembre) accede, con el grado de subteniente, al Regimiento de Caballería Ligera de La Guardia del Rey (École des Chevaux-légers), pasando a formar parte de la élite del ejército francés. Al año siguiente es nombrado segundo teniente en el Regimiento Real de Infantería.

El 19 de mayo de 1756 se ha declarado la que se denominará Guerra de los Siete Años. Donatien, que aún no ha cumplido los 16 años, recibe su bautismo de fuego. Con el grado de teniente, al mando de cuatro compañías de filibusteros participa en la toma de Mahón a los ingleses bajo las órdenes del Conde de Provenza (el que sería Luis XVIII de Francia). Una crónica de La Gaceta de París informa: «El marqués de Briqueville y el señor de Sade atacaron con energía la fortaleza y tras un acalorado y mortífero intercambio de fuego, consiguieron, mediante ataques frontales, tomar el objetivo y establecer una cabeza de puente». En ese asalto murieron más de cuatrocientos franceses. Más tarde lo trasladarían al frente de Prusia. El 14 de enero de 1757, ya en Prusia, le nombran portaestandarte en el Regimiento de Carabineros del Rey, y el 21 de abril le ascienden a capitán de la caballería de Borgoña.

El 10 de febrero de 1763 se firma el Tratado de París que pone fin a la guerra. Donatien es licenciado. Regresa a Lacoste. Durante los meses siguientes, su padre negocia su boda con los Montreuil, pertenecientes a la nueva nobleza, con una excelente posición económica e influencias en la Corte gracias a la inteligencia y carácter de Madame Montreuil. Donatien, enamorado de una jovencita de la nobleza de Lacoste, la señorita de Laurais, de Vacqueyras, y que ya había expresado a su padre sus deseos de casarse por amor, accede a la imposición paterna. El 1 de mayo los reyes dan su consentimiento en presencia de las dos familias y la llamativa ausencia de Donatien. El 15 de mayo se firma el contrato matrimonial entre Donatien de Sade y Renèe-Pélagie Cordier de Launay de Montreuil. Es en ese momento cuando Donatien y Renèe se ven por primera vez, casándose dos días después, el 17 de mayo, en la iglesia de Saint-Roch de París. El matrimonio tendría dos hijos, Louis-Marie y Donatien-Claude-Armand, y una hija, Madeleine-Laure.

En su novela Aline y Valcour o la novela filosófica, escrita durante su confinamiento en La Bastilla, encontramos un fragmento referido a su infancia y adolescencia que se considera autobiográfico.

Escándalos

El matrimonio Sade se instala después de la boda en el castillo de Échaffars, en Normandía, propiedad de la familia de Renèe, viviendo a su cargo según lo convenido en el contrato matrimonial.

Transcurridos cinco meses surge el primer incidente. Sade viaja a París y el 29 de octubre de 1763 es arrestado y conducido a la fortaleza de Vincennes por orden del rey. Se desconocen los motivos últimos de este arresto. En todo caso el arresto está relacionado con una o varias jornadas de libertinaje y un misterioso manuscrito. Sade pasa 15 días encerrado hasta que la familia de su mujer se hace cargo de él y retorna a Échaffars con la orden de no abandonar la provincia sin la autorización real.

Renée-Pélagie Montreuil de Sade, esposa del marqués.

El 3 de abril de 1764 se recibe el permiso del Rey que le autoriza a permanecer en París durante tres meses. El 17 de mayo se encarga de la dirección de un teatro en Évry, a 30 km de París, en el que se representarán obras de autores contemporáneos, pudiendo Sade haber protagonizado alguna de ellas. El 26 de mayo toma posesión de su cargo de teniente general gobernador de Bresse, Bugey, Valromey y Gex ante el parlamento de Dijon. Ese verano lo pasa en París y el 11 de septiembre es revocada definitivamente la orden real de confinamiento.[11]

A finales de 1764, el matrimonio Sade se encuentra instalado en París, también en el domicilio de los Montreuil. Sade toma sucesivamente varias amantes y recurre con asiduidad a los servicios de prostitutas. Si hacemos caso a esta carta, Sade en aquella época todavía añoraba una boda por amor:

Los días, que en un matrimonio por conveniencia sólo traen consigo espinas, hubieran dejado que se abrieran rosas de primavera. Cómo hubiese recogido esos días que ahora aborrezco. De la mano de la felicidad se hubieran desvanecido demasiado deprisa. Los años más largos de mi vida no tendrían suficiente para ponderar mi amor. En veneración continua me arrodillaría a los pies de mi mujer y las cadenas de la obligación, siempre recubiertas de amor, habrían significado para mi corazón arrebatado sólo grados de felicidad. ¡Vana ilusión! ¡Sueño demasiado sublime!
Carta del marqués de Sade[12]

La vida licenciosa de Sade figura en aquella época en los diarios del inspector Marais. Marais dependía directamente del teniente general de policía Antoine de Sartine, seguía las actividades licenciosas de los miembros de la Corte, incluidos los miembros de sangre real, y se encargaba de elaborar los diarios que Sartine entregaba a Luis XV y Madame de Pompadour para su entretenimiento.[13] En ellos se hace referencia a sus aventuras con la actriz Mlle. Colette que comparte como amante con otro noble de la época.[14]

En uno de sus informes, Marais escribe: «El Sr. marqués de Lignerac, por imposición de su familia, se ha visto absolutamente forzado a dejar a la señorita Colette, actriz en los Italianos y a abandonarla completamente al Sr. marqués de Sade, quien por su parte se encuentra muy turbado, ya que no es lo bastante rico como para sostener por sí solo la carga de una mujer del espectáculo».[15] [16] Sade finalmente cortará su relación con Mlle. Colette por intervención de su suegra. Una vez rota la relación con Mlle. Colette, toma como amantes a otras actrices y bailarinas.[17]

En 1765 toma como amante a la Beauvoisin, una de las cortesanas más cotizadas de la Corte. Sade abandona su domicilio conyugal y la lleva a Lacoste, donde pasará con ella unos meses. En Lacoste no se priva de presentarla y en algunos casos es confundida con su propia esposa. Esto le hace merecer los más duros reproches de su familia. Mme. Montreuil, desde París, se pone en contacto con su tío el abad para hacerle entrar en razón:

¿Usar la fuerza para separarles? Seguramente obtendría sin dificultad del ministro todo lo que le pidiera, pero esto causaría un escándalo y sería peligroso para él: así pues, no debemos hacerlo. […] No le perdáis nunca de vista porque el único modo de tratar con él es no abandonarle ni un solo momento. Así fue como logré el año pasado separarle de Colette y hacerle entrar en razón después de convencerle de que estaba equivocado. Dudo de que ame a ésta con más ardor que a la otra: era un frenesí. Todo ha ido bastante bien desde entonces hasta que esta Cuaresma se ha encaprichado de la de ahora.[18]

Sade pasará junto a la Beauvoisin al menos dos años.

En 1767 murió su padre, por lo que heredó varios feudos, así como el título de conde de Sade. Él siguió utilizando su título de marqués como era costumbre en la familia que utilizaba uno y otro título alternativamente de generación en generación. Su primer hijo, Louis-Marie, nació el 27 de agosto de ese año. Después de la muerte de su padre, podría haber vuelto con la Beauvoisin.[19]

Sade no abandona su vida licenciosa, alternando en la Corte. El 16 de abril de 1767 asciende a capitán comandante en el regimiento del maestre de campo de Caballería, y sigue con su afición al teatro haciendo estrenar varias comedias. También continúa apareciendo en los diarios de Marais.[20]

Casa de Arcueil, donde Sade llevó a Rose Keller el domingo 03 de abril de la Semana Santa de 1768.

El 3 de abril de 1768 (Domingo de Pascua) se produce el famoso escándalo de Arcueil. Sade acude a la plaza las Victorias de París donde recurre a los servicios de una mujer llamada Rose Keller (en aquel tiempo era lugar frecuentado por prostitutas para vender sus servicios). Rose Keller, más tarde, declara estar mendigando, acusándole de atraerla con engaños a su casa de Arcueil, donde la flageló. Sade, por orden del Rey, fue encerrado en el castillo de Saumur, desde donde fue trasladado después a Pierre-Encise, cerca de Lyon, pasando por la Conciergerie de París para declarar ante el parlamento. Pasó en prisión siete meses, pero su mayor perjuicio fue que el incidente se convirtió en un escándalo que llegó a traspasar las fronteras de Francia, en el que las declaraciones de la demandante, deformadas y amplificadas, lo mostraban como un noble disoluto que malhirió a una pobre mendiga para probar una supuesta pócima reparadora.

Recobrada la libertad, el matrimonio Sade vivirá los próximos años en Lacoste. Allí Sade prosigue su afición por el teatro. Monta un teatro en el castillo donde da representaciones, más adelante forma una compañía profesional y recorre con ella las ciudades cercanas con un repertorio superior a las veinte obras. A finales de 1769 viaja a Holanda, donde logra que le publiquen un manuscrito. Los beneficios de esa publicación sufragan los gastos del viaje.[21]

En el verano de 1772, acontece el conocido como caso de Marsella. Sade, tras un encuentro con varias prostitutas, es acusado de haberlas envenenado con la supuestamente afrodisíaca «mosca española». Tras un día de orgía, dos de las muchachas sufrieron una indisposición que remitió pasados unos días. No obstante, fue sentenciado a muerte por sodomía y envenenamiento, y ejecutado en efigie en Aix-en-Provence el 12 de septiembre.

Sade había huido a Italia al enterarse de que iban a arrestarlo. La leyenda cuenta que huyó en compañía de su cuñada, a la que habría seducido. El 8 de diciembre, se encuentra en Chambéry (Saboya) —entonces parte del reino de Cerdeña—. A instancias de su suegra, la influyente Mme. Montreuil, es detenido por orden del rey de Cerdeña y encerrado en el castillo de Miolans. Mme. Montreuil pide que se le entreguen, con la mayor discreción, sin siquiera ser leídos, unos manuscritos que Sade llevaría consigo. Pasados cinco meses logra evadirse, probablemente con la ayuda de Renée, que viajó hasta Cerdeña disfrazada de hombre para escapar a los controles que había hecho poner su madre para que no lo visitara. Los próximos años los pasará evadido en Italia y probablemente también en España,[22] pasando temporadas en su castillo de Lacoste donde se encuentra instalada su esposa. Su suegra, que se había convertido en su más encarnizada enemiga, obtuvo una lettre de cachet, que implicaba prisión incondicional, por orden directa del Rey, para lograr su arresto.

Su encarcelamiento en el castillo de Miolans a instancias de su suegra, «la presidenta», fue el preludio de su largo encarcelamiento en Vincennes. Desde entonces «la presidenta» no cejó hasta verlo encerrado.

El castillo del marqués de Sade en Lacoste (Vaucluse), construido en una de las estribaciones del macizo de Luberon, saqueado e incendiado durante la Revolución Francesa y luego vendido.

En esta época, Renèe se instala en el Castillo de Lacoste y contrata los servicios de seis adolescentes (cinco muchachas y un muchacho). Sade continúa su viaje a través de Italia y probablemente otros países, alternado este viaje con estancias en Lacoste. De esta época es el incidente de las adolescentes que figura en numerosas biografías de Sade.

Durante ese tiempo, Renèe no abandona la labor que ya emprendiese al iniciarse el proceso de Marsella, de defender a Sade. Realiza varios viajes a París para solicitar la casación del proceso, y en 1774 plantea una demanda ante la corte contra su madre. En ella protesta porque su madre, la influyente Mme Montreuil, que ya tiene en su poder una lettre de cachet para encerrar a Sade,[23] lo persigue injustamente: «no persigue a un criminal, sino a un hombre al que considera rebelde a sus órdenes y voluntades».[24]

Mucho se ha especulado sobre los motivos que llevaron a «la presidenta» a procurar el encarcelamiento de Sade. La mayoría de sus biógrafos, sin que exista ningún documento, ni testimonio que lo avale,[25] [26] recogen como causa la leyenda decimonónica según la cual Sade habría seducido a su cuñada y se la habría llevado con él a Italia. De lo que existe documentación es del temor de su suegra a lo que Sade pudiera escribir sobre la familia Montreuil.

Sade permanece durante estos años huido de la justicia y ha escapado a varios registros de su castillo en Lacoste. Enterado de que su madre estaba agonizando, regresa a París junto con Renèe y, esa misma noche del 13 de febrero de 1777, es finalmente arrestado en el hotel donde se hospedaban y encarcelado en la fortaleza de Vincennes.

De todos los medios posibles que la venganza y la crueldad podían elegir, convenid, Madame, en que habéis elegido el más horrible de todos. Fui a París para recoger los últimos suspiros de mi madre; no llevaba otro propósito que verla y besarla por última vez, si aún existía, o llorarla, si ya había dejado de existir. ¡Y ese momento fue el que usted escogió para hacer de mí, una vez más, su víctima. [...] Pero mi segundo propósito, después de los cuidados que mi madre requería, no consistía más que en aplacarla y calmarla, en entenderme con usted, para tomar con respecto a mi asunto todos los partidos que le hubiesen convenido y que usted me habría aconsejado.
Carta de Sade a madame Montreuil «la Presidenta» desde Vincennes, febrero de 1777.[27]

Cuando en 1778 Renèe consigue que se reabra la causa de Marsella, es anulada y quedan demostradas numerosas irregularidades; Sade ya lleva encerrado en la fortaleza de Vincennes un año por los deseos de su suegra, y allí permanecerá hasta ser liberado trece años después, tras la revolución y la consecuente caída del absolutismo.

El largo encierro en Vincennes

Retrato imaginado de Sade durante su encierro en Vincennes.
En el transcurso de los sesenta y cinco días que he pasado aquí solo he respirado aire puro y fresco en cinco ocasiones, durante no más de una hora cada vez, en una especie de cementerio de unos cuatro metros cuadrados rodeado de murallas de más de quince metros de altura. [...] El hombre que me trae la comida me hace compañía unos diez o doce minutos al día. El resto del tiempo lo paso en la más absoluta de las soledades, llorando. [...] Así es mi vida.
Carta de Sade a Renèe.[28]

Detenido, es conducido a la fortaleza de Vincennes y allí permanecerá hasta que en 1784 es llevado a La Bastilla. Una y otra fortaleza permanecían prácticamente deshabitadas, acogiendo a muy pocos presos. Las fortalezas estaban destinadas a miembros de las clases altas; en Vincennes coincidirá con Mirabeau, también preso por otra letrre cachet solicitada por su padre alegando desacato a su autoridad paterna.

Si las condiciones de estas fortalezas no eran las mismas que las de las cárceles destinadas a las clases bajas, en las que se hacinaban los presos en condiciones infrahumanas —Sade «disfrutaba» de una celda para él solo y tenía, por ejemplo, derecho a que se le proporcionara leña para calentarla—, las condiciones de su encierro fueron lamentables. Permaneció incomunicado durante los primeros cuatro años y medio. Hasta entonces no permitieron que le visitase Renèe. Según su propia descripción, permanecía permanentemente encerrado en su celda, con la única visita diaria del carcelero encargado de pasarle la comida. Mirabeau describe sus celdas: «Estas habitaciones estarían sumidas en la noche eterna si no fuera por algunos trozos de cristales opacos que ocasionalmente permiten el paso de unos débiles rayos de luz».[29] Y, sin una sentencia que delimitase el tiempo que estaría encerrado, lo estuvo sin conocer el alcance del mismo.

Durante los años de encierro, su casi único contacto con el mundo fue Renèe –también mantenía correspondencia con su sirviente «Martín Quirós», con su preceptor, el padre Amblet y con una amiga del matrimonio, mademoiselle Rousset.

Los esfuerzos de Renèe, desde el mismo momento de su encarcelamiento, estuvieron dirigidos a conseguir su libertad; incluso volvió a planear otra fuga: «En esta ocasión no deberemos escatimar gastos. Habréis de ocultarlo en un lugar seguro. [...] Bastará que me indiquéis el día que regresa a París con los guardías»[30] (coincide que Sade se fugó de regreso de Aix con motivo de la revisión del proceso, permaneciendo huido casi mes y medio). También visita a varios ministros para que la autoricen a visitarlo. Ignorando su paradero, se desplaza día tras día a La Bastilla para intentar verlo. Hasta pasados cuatro meses no sabrá que se encuentra en Vincennes.

Renée y Sade mantendrán una continuada correspondencia durante los trece años de encierro. En la primera carta, enviada dos días después de su encierro, Renée le escribía: «¿Cómo has pasado la noche mi dulce amigo? Yo estoy muy triste aunque me dicen que estás bien. Sólo estaré contenta cuando te haya visto. Tranquilízate, te lo ruego».[31] Sade le responde:

Fortaleza de Vincennes, en la que Sade es encarcelado en 1777, y luego desde 1778 hasta 1784, cuando fue trasladado a la Bastilla
Desde el instante terrible en que me arrancaron tan ignominiosamente de tu lado, mi querida amiga, he sido víctima del sufrimiento más cruel. Me han prohibido darte detalles sobre esto, y todo lo que puedo decirte es que es imposible ser más desgraciado de lo que soy. Ya he pasado diecisiete días en este horrible lugar. Pero las órdenes que han dado ahora deben de ser muy diferentes de las de mi reclusión anterior, porque la manera de tratarme no se parece nada a la de entonces. Siento que me es totalmente imposible soportar más tiempo un estado tan cruel. La desesperación se apodera de mí. Hay momentos en que no me reconozco. Siento que estoy perdiendo la razón. La sangre me hierve demasiado para soportar una situación tan terrible. Quiero volver mi furor contra mí mismo y si no estoy fuera dentro de cuatro días, estoy seguro de que me romperé la cabeza contra los muros.
Carta de Sade a Renèe fechada el 8 de marzo de 1777, Lever, 1994, pág. 263.

Renée será durante estos años su principal y casi único soporte. Se traslada a París y se instala en el convento de las carmelitas al que se retiró la madre de Sade y, posteriormente, a otro más modesto en compañía de mademoiselle Rousset. Enfrentada a su madre, ésta le retira todos los fondos. Las privaciones no le impiden que atienda todos los requerimientos de Sade; le envía comida, ropa, todo aquello que le solicita, lo que incluye libros, y se convierte en su documentalista[32] amanuense y lectora de sus obras.

Sade sufrirá durante su encierro repetidos accesos de carácter paranoico en los que incluirá a Renée, acusándola en ocasiones de haberse alineado con la madre de ésta y los que querrían mantenerlo encerrado de por vida. Sin saber hasta cuándo estará encerrado y quiénes están detrás de su encierro, hará cábalas intentando relacionar números y frases como claves que le digan cuándo acabará su encierro.

Jean-Jacques Rousseau fue uno de los autores predilectos del marqués de Sade.

Se dedicó principalmente a leer y escribir. Llegó a reunir una biblioteca de más de seiscientos volúmenes, estando interesado por los clásicos, Petrarca, La Fontaine, Bocaccio, Cervantes y principalmente Voltaire y Rousseau. Cuando las autoridades penitenciarias le negaron las Confesiones de Jean-Jacques Rousseau, escribió a su esposa:

Sabed que una cosa es buena o mala según el punto en que uno se halle, y no por sí misma. (...) Rousseau puede ser un autor peligroso para unos santurrones de vuestra especie, pero para mí se convierte en un excelente libro. Jean-Jacques es con respecto a mí lo que para vosotros es la Imitación de Cristo. La moral y la religión de Rousseau son cosas severas para mí, y las leo cada vez que quiero mejorarme.
Carta de Sade a Renèe. 25 de junio 1783[33]

No sólo se interesa por la literatura, en su biblioteca también figuran libros de carácter científico, como la Histoire naturelle de Buffon.[34] Y escribió sus Cuentos, historietas y fábulas, la primera versión de Justine, Aline y Valcuor y otros manuscritos que se perdieron cuando fue trasladado de La Bastilla a Charenton. En su vocación literaria le acompañará, al menos hasta después de su traslado a La Bastilla, el padre Amblet, quien fuera su instructor y que posteriormente mantuvo a su servicio: le aconseja y le hace críticas literarias; también se encarga de la selección de libros que debe enviarle Renèe: «Os ruego que sólo consultéis a Amblet en la elección de los libros y consultadle siempre, incluso sobre lo que pido, porque pido cosas que no conozco y algo puede ser muy malo».[35]

A principios de 1784 es cerrada la fortaleza de Vincennes y Sade es trasladado a La Bastilla. Se queja de haber sido trasladado por la fuerza y de improviso a «una prisión donde estoy mil veces peor y mil veces más estrecho que en el desastroso lugar que he abandonado. Estoy en una habitación cuyo tamaño no llega a la mitad de la de antes y en la que no puedo ni darme la vuelta y de la que sólo salgo unos minutos para ir a un patio cerrado donde huele a cuerpo de guardia y a cocina y al que me conducen con bayonetas caladas en los fusiles como si hubiese intentado destronar a Luis XVI».[36]

En la Bastilla, Sade fue recluido en los pisos segundo y sexto de la tour Liberté (sección B del plano).

Sade no fue un preso conformista y protagonizó diversos enfrentamientos con sus carceleros y los gobernadores de las fortalezas. El 1 de julio de 1789, dos semanas antes de la toma de La Bastilla, alzándose para alcanzar la ventana, con el tubo destinado a evacuar las heces, lo asomó por la ventana, y utilizándolo a modo de altavoz incitó a la muchedumbre que se manifestaba en los alrededores a liberar a los presos que se hallaban en la fortaleza. A la mañana siguiente el gobernador de La Bastilla escribió al gobierno:

Como sus paseos por la torre se habían suspendido debido a las circunstancias, al mediodía se aproximó a la ventana de su celda y comenzó a gritar con todas sus fuerzas que los prisioneros estaban siendo asesinados, que se les cortaba el cuello y que había que rescatarlos de inmediato. Repitió los gritos y las acusaciones en varias ocasiones. En estos momentos resulta sumamente peligroso mantener a este prisionero aquí. [...] Creo que es mi deber, señor, advertiros que es preciso trasladarlo a Charenton o a alguna institución similar, donde no suponga una amenaza para el orden público
Carta de De Launay, Gobernador de La Bastilla, al viceministro.[37]

Sade era en esos momentos casi el único preso de La Bastilla. Cuando el 14 de julio es tomada, ya no se encuentra allí. La noche siguiente a la carta del gobernador los carceleros irrumpen en su celda y, sin permitirle recoger sus pertenencias, lo trasladan al manicomio de Charenton. En el traslado y la posterior toma de La Bastilla pierde 15 volúmenes manuscritos «listos para pasar a manos del editor».[38] A principios del siglo XX apareció, en un rollo, el manuscrito de Los 120 días de Sodoma, que se relaciona con alguno de estos volúmenes.

En La Bastilla trabajé sin cesar, pero destrozaron y quemaron todo cuanto había, por la pérdida de mis manuscritos he llorado lágrimas teñidas de sangre. […] Las camas, las mesas o las cómodas pueden reemplazarse, pero las ideas… No, amigo mío, nunca seré capaz de describir la desesperación que me ha provocado esta pérdida.
Carta de Sade a su administrador.[39]

El 1 de abril de 1790 sale Sade en libertad en virtud del decreto que la Asamblea Revolucionaria dictase el 13 de marzo de 1790 aboliendo las letrres cachet (la presidenta aún contemplaría la posibilidad de admitir excepciones con el fin de permitir que las familias decidieran sobre el destino de los presos).[40] Cinco días después visitan a Sade sus hijos a los que no había visto durante todo su encierro. Cuentan 20 y 22 años. Una de las preocupaciones de Sade durante su encierro fue la de que «la presidenta» no decidiese sobre su futuro. En 1787, trascurridos diez años de su encierro, Sade perdió su patria potestad.[41] Ese día le permitieron a Sade que cenase con ellos.

La Revolución

Cuando Sade sale de su largo encierro el 13 de marzo de 1790, noche de Viernes Santo, cuenta cincuenta y un años de edad, padece una obesidad que, según él mismo, apenas le permite caminar, ha perdido gran parte de la vista, sufre una dolencia pulmonar y está envejecido y moralmente hundido: «El mundo que tenía la locura de echar tanto de menos, me parece tan aburrido, tan triste… Nunca me he sentido tan misántropo como desde que he vuelto entre los hombres».[42]

Sade se dirige al convento donde se encuentra Renée y ésta no lo recibe. No se conocen los motivos del distanciamiento de Renée. Son tiempos de disturbios revolucionarios, Renée huyó con su hija de París, donde no tenía medios de subsistencia. Allí donde va se encuentra con una situación parecida. Algunos de sus biógrafos explican su actitud por el acercamiento a su madre buscando seguridad para ella y para sus hijos en aquellos tiempos convulsos. Renée tramitó la separación y Sade tuvo que devolver la dote con sus correspondientes intereses, cantidad que no pudo pagar, por lo que sus posesiones quedaron hipotecadas a favor de Renée, con la obligación de pasarle 4.000 libras anuales que tampoco pudo asumir dado que sus propiedades fueron saqueadas y quedaron improductivas.

Sade deberá integrarse en una sociedad convulsionada, física y moralmente hundido, arruinado y solo. Las primeras semanas las pasa en casa de un amigo, Milly, procurador en el Chatelet, que le presta dinero. Más tarde se aloja en la casa de la «presidenta de Fleurieu» (esposa separada del presidente del tesoro de Lyon). Fleurieu era dramaturga y le introdujo en el ambiente teatral de París.[43] Sade también podría mantener los contactos en el mundo del teatro adquiridos cuando en Lacoste formó compañía.

Ese verano conoció a Constance Quesnet, actriz de cuarenta años de edad, con un hijo, a la que había abandonado su marido. Pocos meses después se van a vivir juntos en una relación que parece ser de apoyo mutuo. Constance permanecerá junto a él hasta el fin de sus días y Sade contará con su apoyo en sus más duros momentos. En muchas ocasiones se referirá a ella como «sensible».[44]

Sade escribió numerosas piezas para el teatro, la mayoría de las cuales permanecen inéditas. Entró en contacto con la Comédie Française que le aceptó una de sus piezas, El misántropo por amor o Sofía y Desfranes. Se le entregaron entradas para cinco años, pero la pieza no llegó a representarse. Se conservan varias cartas de Sade dirigidas a la Comédie en tono de súplica para que se le acepten y se representen sus obras. También, una carta exculpatoria sobre la aparición de su supuesta firma en un manifiesto contrario a los intereses de la Comédie.[45]

Finalmente, el 22 de octubre de 1791, el teatro Molière estrena una de sus obras, El conde Oxtiern. Aún siendo su estreno un éxito de público y crítica, un altercado protagonizado por algunos espectadores en su segunda representación provocó su suspensión. «Un incidente interrumpió la representación. Al iniciarse el segundo acto, un espectador descontento o malévolo gritó: "Bajad el telón"». El maquinista bajó el telón y posteriormente se produjo un altercado en el que pudieron oírse algunos pocos silbidos.[46]

El ciudadano Sade pone su pluma al servicio de la Sección de Piques. El 2 de noviembre de 1792, leyó su discurso Idea sobre el modo de sanción de las leyes, que le valió las felicitaciones de sus colegas, quienes decidieron imprimirlo y enviarlo a otras secciones.

Sade se adhirió y participó activamente en el proceso revolucionario. En 1790 se le ve en la celebración del 14 de julio, y en enero de 1791 se le invita a la asamblea de «ciudadanos activos» de la plaza de Vendôme, confirmándole como «ciudadano activo» en junio de ese mismo año. Colabora escribiendo diversos discursos, como Idea sobre el modo de sanción de las leyes o el discurso pronunciado en el funeral de Marat; se le asignan tareas para la organización de hospitales y asistencia pública, pone nuevos nombres a diferentes calles: calle de Régulo, Cornelio, Licurgo, Hombre nuevo, Pueblo soberano,... y es nombrado secretario de su sección.[47]

Quiere la casualidad que sus suegros, los Montreuil, residan en el mismo distrito en el que Sade es secretario. El 6 de abril de 1793 el presidente Montreuil va a verlo para solicitar su amparo, pues se estaba procediendo a la detención de los padres de «emigrados» y su domicilio había sido precintado. Sade les ofrece su ayuda y el presidente Montreuil y la presidenta Montreuil, la que lo mantuviera trece años encarcelado en Vincennes y La Bastilla, no fueron molestados durante el tiempo que permaneció en la sección (será después de abandonar su actividad política cuando sus suegros, sin contar ya con su apoyo, serán detenidos y encarcelados).[48]

Sade es nombrado Presidente de su sección, pero presidiendo una sesión dimite, según sus palabras porque: «Estoy rendido, exhausto, escupiendo sangre. Os dije que era presidente de mi sección; pues bien, ¡mi función ha sido tan borrascosa que no puedo más! Ayer, entre otras cosas, después de haberme visto obligado a retirarme dos veces, no tuve más remedio que dejar mi sillón al vicepresidente. Querían que sometiera a voto un horror, una inhumanidad. Me negué en redondo. ¡Gracias a Dios, ya me he librado!».[49] Acaba así el paso de Sade por la política.

Aline y Valcour. Grabado del Tomo 1, Primera parte, página 112.

El 8 de diciembre de 1793 es detenido en su domicilio y conducido a la cárcel de las Madelonnettes. No habiendo sitio para él, lo encierran en las letrinas, donde pasará seis semanas. Se desconocen los motivos últimos de su detención. En carta enviada a la sección de Píques solicitando su libertad protesta: «Se me arresta sin revelarme los motivos de mi detención». La detención pudo estar motivada por ser padre de emigrados, ya que sus hijos emigraron contra su voluntad; también pudo deberse a una falsa denuncia o por ser considerado un «moderado». Pasó por tres distintas cárceles hasta llegar a la de Picpus, a las afueras de París, de la que Sade dirá que es un «paraíso» comparada con las anteriores. Allí dejarán que lo visite Constance, que desde el primer momento ha estado procurando su liberación. En el verano de 1794 el Terror llega a su cenit y se multiplican las decapitaciones. Desde Picpus pudo observar cómo la guillotina trabajaba sin cesar; más tarde diría: «La guillotina ante mis ojos me ha hecho cien veces más daño del que me habían hecho todas las bastillas imaginables».[50] Él mismo estará incluido en las listas de la guillotina. El 26 de julio de 1794 un alguacil se dirigió a diversas cárceles para subir a 28 acusados a la carreta que los condujese a la guillotina; entre ellos figuraba Sade, pero finalmente, Sade no subió en esa carreta. Nuevamente hay que recurrir a suposiciones. Pudo ser por una imposibilidad de localizarlo o, más probablemente, por la intervención de Constance. Sade le agradece en su testamento el haberle salvado la vida, haberle librado de la «guadaña revolucionaria». Constance, al igual que Renée, se mostró especialmente activa defendiendo y ayudando a Sade. A Constance se le reconoce cierta influencia en los comités revolucionarios, y los sobornos estaban generalizados. El 15 de octubre de 1794, finalizado el periodo del Terror, Sade quedó en libertad.

Ilustración de Aline y Valcour. Tomo 3. Sexta parte, página 459.

Sade intentó vivir del teatro y de sus novelas. Estrenó algunas piezas en Versalles y publicó su novela Aline y Valcour y Los crímenes del amor. También publicó clandestinamente Justine, pero en ningún caso le valió para no caer en la indigencia. La pareja Sade y Constance vivieron en la miseria, sin recursos para conseguir comida o leña para calentarse. Sade escribió una carta en tono suplicante a un conocido, Goupilleau de Montaigu, con influencias políticas en el gobierno: «Ciudadano representante: Debo comenzar a daros mil y mil gracias. [...] Sea como fuere, ciudadano representante, ofrezco al gobierno mi pluma y mis capacidades, pero que el infortunio y la miseria dejen de pesar sobre mi cabeza, os lo suplico».[51]

Napoleón Bonaparte arrojando a las llamas la novela Justine (grabado atribuido a P. Cousturier). Napoleón escribió: «Es el libro más abominable jamás engendrado por la imaginación más depravada» (Memorial de Santa Elena, Pléyades, t.II, p.360).

Asimismo trató sin éxito de ceder sus posesiones a Renée a cambio de una renta anual, sin que ella, teniéndolas hipotecadas a su favor, aceptase. Constance tuvo que vender su ropa para conseguir comida. Sade se vio en la obligación de mendigar: «Un pobre posadero que por caridad tiene a bien darme un poco de sopa».[52]

Sade comenzó a recibir ataques por sus novelas. Aline y Valcour fue considerada ya escandalosa y, publicada clandestinamente Justine, nadie dudó que él fuese el autor. Finalmente, el 6 de marzo de 1801, es detenido cuando visita a su editor para entregarle nuevos manuscritos, y es encerrado sin juicio en Sainte-Pélagie como «autor de la infame novela de Justine», siendo posteriormente trasladado a Bicétre, institución mitad manicomio mitad cárcel, conocida en aquel tiempo como la Bastilla de los canallas, donde alienados mentales, mendigos, enfermos de sífilis, prostitutas y peligrosos criminales convivían hacinados en condiciones infrahumanas. Nuevamente Constance visitará insistentemente diferentes instancias del poder napoleónico para reclamar su liberación. Renèe y sus hijos solicitaron y consiguieron que fuese trasladado a Charenton, manicomio en el que los enfermos vivían en unas condiciones mucho más humanas. A Sade se le diagnosticó para su ingreso «demencia libertina» y allí permanecerá recluido hasta su muerte.

Años finales

Mi único consuelo aquí es Petrarca. Lo leo con deleite, con una pasión sin igual ¡Qué bien escrito está el libro! Laura me da vueltas en la cabeza. Soy como un niño. Leo todo el día sobre ella y sueño con ella toda la noche. Escucha lo que soñé anoche con ella, mientras el mundo seguía ajeno a mí. Era más o menos medianoche. Acababa de quedarme dormido con la vida de Petrarca en la mano. De repente se me apareció. ¡La vi! El horror de la tumba no había deslucido su belleza, y sus ojos despedían el mismo fuego que cuando Petrarca los alabó. Iba vestida de crespón negro, con su hermosa cabellera rubia suelta con despreocupación. «¿Por qué os quejáis en la tierra? — me preguntó. Venid conmigo. No hay males, no hay dolor, no hay problemas en la vasta extensión que yo habito. Tened el valor de seguirme allí». Al oír estas palabras, me postré a sus pies, diciendo: «¡Oh, madre mía!». Y mi voz quedó ahogada por los sollozos. Ella me tendió la mano y yo la bañé con mis lágrimas; ella también lloró. «Cuando yo moraba en el mundo que vos odiáis —dijo—, me gustaba contemplar el futuro; conté a mis descendientes hasta llegar a vos, y no encontré a otro tan infeliz como vos».
Carta de Sade a Renèe durante su encierro en Vincennes.[53]
Entrada al Hôpital Esquirol, hospital psiquiátrico de Charenton-Saint-Maurice, en donde el marqués de Sade pasó sus últimos años de vida.

Los últimos años de su vida los vive en el manicomio de Charenton gracias a la asistencia de su familia, que se encarga de pagar su estancia y su manutención, y los pasará en compañía de Constance.

Para Sade, Charenton pudo suponer un retiro tranquilo; allí encuentra la comprensión de François Simonet de Coulmier, ex sacerdote de parecida edad a la suya que dirigía el centro. Coulmier hizo la vista gorda ante la presencia de Constance, que pasa por ser la hija ilegítima de Sade. La familia pagó por una relativamente confortable celda de dos habitaciones en la que pudo disfrutar de su afición por la lectura al trasladar a ella su biblioteca –nuevamente encontramos en ella a Voltaire, Séneca, Cervantes, Rousseau,... Cuando perdió la vista, otros enfermos y Constance fueron los que le leyeron los volúmenes. También continuó su labor de escritor y Coulmier le permitió que formase una compañía de teatro en la que implicó al resto de los enfermos, que fueron los actores encargados de las representaciones.

La compañía fue un éxito y logró que profesionales del teatro se implicaran en esas representaciones. Se sabe que madame Saint-Aubin, estrella de la Opéra Comique de París, participó en alguna de ellas,[54] y a sus representaciones asistía la alta sociedad de París. Se organizaban cenas en coincidencia con la representación de las obras. El autor de vodeviles Armand de Rochefort asistió a unas de esas cenas estando sentado junto a Sade; posteriormente escribiría:

Me habló varias veces, con tal brío y tal agudeza que me pareció de lo más agradable. Cuando me levanté de la mesa, pregunté al comensal del otro lado quién era aquel hombre tan afable. [...] Al oír ese nombre, hui de él con tanto pavor como si acabara de morderme la serpiente más venenosa. Sabía que ese desventurado viejo era el autor de una espantosa novela en la que todos los delirios criminales se presentaban bajo la apariencia del amor.[55]

Estas representaciones motivaron denuncias, varias de ellas del médico jefe del establecimiento, Royer-Collard; ésta la dirigió al Ministro General de Policía:

Existe en Charenton un hombre al que su audaz inmortalidad ha tornado, por desgracia, demasiado célebre y cuya presencia en este hospicio acarrea los más graves inconvenientes: deseo hablar del autor de la infame novela Justine.[…] El señor de Sade goza de una libertad excesiva. Puede comunicarse con otros enfermos de uno y otro sexo, a unos les predica su horrible doctrina, a otros les presta libros.[…] En la casa se dice que vive en compañía de una mujer que hace pasar por su hija, pero esto no es todo. Se ha cometido la imprudencia de formar una compañía de teatro con el pretexto de hacer representar comedias por los internos, sin reflexionar sobre los funestos efectos que tal alboroto debe causar necesariamente en sus imaginaciones. Él es quien indica las piezas, distribuye los papeles y dirige los ensayos. […] Pienso que no es necesario subrayarle a Vuestra Excelencia el escándalo de tales actividades ni describirle los peligros de todo tipo que implican.[56]

Las representaciones se suspendieron el 6 de mayo de 1813 por decreto ministerial.

Maurice Lever ha creído ver en esos años la existencia de una relación pedófila de Sade con la hija de 13 años de una de las enfermeras de Charenton, supuestamente a cambio de dinero. Esta relación se habría prolongado durante varios años. Lever incluye esta relación en su biografía sobre Sade publicada en 1994. Desde entonces, la mayoría de las biografías incluyen esta relación sin cuestionar su autenticidad. Lever basa la existencia de esa relación en unos caracteres (una «O» cruzada con una línea en diagonal) presentes en diarios de Sade que él aporta y considera que se refieren a un recuento de penetraciones anales:

En varios lugares del diario de Sade se encuentra un misterioso signo, una especie de pequeño redondel atravesado por una diagonal, más o menos como éste: Ø. Como el lector puede haber adivinado, se trata de un símbolo erótico relativo a la sodomía. Se encuentra asociado ya a personas, ya a fantasmas masturbatorios, y a menudo mezclado con números. Por ejemplo, con fecha del 29 de julio de 1807: «Por la noche, idea Ø a 116, 4 del año.» El 15 de enero de 1808: «Prosper viene con la idea ØØ. Es su tercera visita y la segunda de su criada, que forma Ø por primera vez». El 4 de marzo de 1808: «La idea ØØ parece el v. de 9 meses.» En el año 1814, el signo se aplica exclusivamente a una muchacha muy joven de quien recibe frecuentes visitas y que él designa con las iniciales Mgl. Se llama Madeleine Leclerc.
Lever, 1994.[57]

Cuando es excarcelado tras la revolución, Sade sale de un encierro de 13 años en un estado físico lamentable. Desde entonces arrastrará una obesidad mórbida, una progresiva ceguera y otras diferentes dolencias; se sabe de su necesidad de usar un suspensorio, al menos, en los últimos momentos de su vida.[58] En 1814, se suma al personal de Charenton un estudiante de medicina, J. L. Ramón, que nos deja testimonio de Sade en ese último año de su vida:

«Le encontraba a menudo paseando solo, con pasos lentos y pesados, vestido con negligencia. Nunca le sorprendí hablando con nadie. Al pasar por su lado le saludaba y él respondía a mi saludo con esa cortesía glacial que hace desechar cualquier idea de entablar conversación. Nunca habría sospechado que era el autor de Justine y de Juliette; el único efecto que producía en mí era el de un anciano gentilhombre altanero y taciturno».[59]
Extracto del testamento manuscrito del marqués de Sade. En la última línea puede verse su firma «d. a. f. Sade».

Muere el 2 de diciembre de 1814, habiendo pasado veintisiete años de su vida en la cárcel.[60] En sus últimos momentos fue atendido por el joven Ramón. El mismo día de su muerte, su hijo Claude-Armand visitó a su padre. Su compañera Constance no se encontraba en Charenton, se supone que coincidió con uno de sus desplazamientos a París para realizar pequeñas compras. Años atrás, Sade había redactado y guardado en un sobre lacrado su testamento:

Prohíbo absolutamente que mi cuerpo sea abierto bajo ningún pretexto. […] …se enviará un recado urgente al sieur Le Normand,[…] para rogarle que venga él mismo, seguido de una carreta, a buscar mi cuerpo para transportarlo bajo su escolta en la susodicha carreta al bosque de mi tierra de la Malmaison, comuna de Émancé, cerca de Épernon, donde quiero que se entierre sin ninguna especie de ceremonia en el primer soto que se encuentra a la derecha del susodicho bosque, entrando por el lado del antiguo castillo, por la gran avenida que lo divide. La fosa practicada en este bosque será cavada por el granjero de la Malmaison, bajo la inspección de Monsieur Le Normand, que no abandonará mi cuerpo hasta después de haberlo colocado en la susodicha fosa; si quiere, podrá hacerse acompañar en esta ceremonia por aquellos de mis parientes o amigos que, sin ninguna especie de aparato, hayan querido darme esta última muestra de afecto. Una vez recubierta la fosa, será sembrada de bellotas a fin de que el terreno y el soto vuelvan a encontrarse tupidos como eran antes y las huellas de mi tumba desaparezcan de la superficie de la tierra, como espero que se borre mi memoria de la mente de los hombres, excepto un pequeño número de los que han querido amarme hasta el último momento y de los cuales me llevo a la tumba un recuerdo muy dulce.[61]

En su testamento deja heredera universal de sus escasos bienes a su compañera Constance: «Deseo expresar a esta dama mi extrema gratitud por la dedicación y sincera amistad que me prodigó desde el 25 de agosto de 1790 hasta el día de mi muerte».[62] Su hijo Armand no respetó las últimas voluntades de su padre, que fue enterrado en Charenton después de una rutinaria ceremonia religiosa, y su cráneo fue exhumado posteriormente para realizar con él estudios frenológicos. Armand también quemó todos sus manuscritos inéditos, incluida una obra en varios volúmenes, Les Journées de Florbelle.

Obra

Una de las ediciones de Justine en vida de Sade.
Nunca, repito, nunca pintaré el crimen bajo otros colores que los del infierno; quiero que se lo vea al desnudo, que se le tema, que se le deteste, y no conozco otra forma de lograrlo que mostrarlo con todo el horror que lo caracteriza.
Sade, Idea sobre las novelas.[63]

Muchas de las obras de Sade contienen explícitas descripciones de violaciones e innumerables perversiones, actos de violencia extrema que en muchas ocasiones trascienden los límites de lo posible. Sus protagonistas característicos son los antihéroes, los libertinos que protagonizan las escenas de violencia y que mediante sofismas de todo tipo justifican sus acciones.

Su pensamiento y su escritura configuran un collage caleidoscópico construido a partir de los planteamientos filosóficos de la época, que Sade parodia y describe, incluida la propia figura del escritor-filósofo. Otro tanto ocurre desde el punto de vista literario, donde Sade parte de los clichés habituales de la época, o bien de elementos extraídos de la más reconocida tradición literaria, para desviarlos, subvertirlos y pervertirlos. [...] El resultado de todo ello es una escritura tremendamente original.
Mª Concepción Pérez Pérez, Sade o el eterno proceso.[64]
Ilustración de Justine. Volumen 2.

Concepción Pérez destaca el humor y la ironía de Sade, aspectos en los que la crítica no se habría detenido lo suficiente, considerando que «uno de los grandes errores que vician la lectura de Sade, lo constituye precisamente el tomárselo demasiado en serio, sin considerar el alcance de ese humor (negro) que empapa su escritura».[65] No obstante, la mayoría de los que han interpretado la obra de Sade han querido ver en las disertaciones de sus antihéroes los principios filosóficos del propio Sade. Ya en vida, Sade tuvo que defenderse de estas interpretaciones:

Cada actor de una obra dramática debe hablar el lenguaje establecido por el carácter que representa; que entonces es el personaje quien habla y no el autor, y que es lo más normal del mundo, en ese caso, que ese personaje, absolutamente inspirado por su papel, diga cosas completamente contrarias a lo que dice el autor cuando es él mismo quien habla. Ciertamente, ¡qué hombre hubiera sido Crébillon si siempre hubiera hablado como Atrée!; ¡qué hombre hubiera sido Racine si hubiera pensado como Nerón!; ¡qué monstruo hubiera sido Richardson si no hubiera tenido otros principios que los de Lovelace!
Sade, A Villeterqué foliculario.

Sade fue un autor prolífico que se adentró en diversos géneros. Gran parte de su obra se perdió víctima de numerosos ataques; entre ellos, los de su propia familia, que destruyó numerosos manuscritos en más de una ocasión. Otras obras permanecen inéditas, principalmente su producción dramática (sus herederos poseen los manuscritos de 14 obras de teatro inéditas).

Se conoce que en su estancia en Lacoste, posterior al escándalo de Arcueil, Sade formó una compañía de teatro que daba representaciones semanales, en algunas ocasiones de sus propias obras. También se sabe que en ese tiempo viajó a Holanda para intentar publicar algunos manuscritos. De estos trabajos, que serían su primera obra, no se conserva nada. Posteriormente, durante su viaje por Italia tomó numerosas notas sobre sus costumbres, su cultura, su arte y su política; resultado de esas notas escribe Viaje por Italia, que nunca ha sido traducida al español.

Ilustración en un impreso holandés de Juliette, c. 1800.

Ya preso en Vincennes escribe Cuentos, historietas y fábulas, colección de cuentos muy breves entre los que destaca con mayor extensión, por su humor e ironía, llegando al sarcasmo, El presidente burlado.

En 1782, también mientras estaba en prisión, escribió el relato corto Diálogo entre un cura y un moribundo, en el que expresa su ateísmo mediante el diálogo entre un sacerdote y un viejo moribundo, quien convence al primero de que su vida piadosa ha sido un error.

En 1787, Sade escribió Justine o los infortunios de la virtud, una primera versión de Justine, que fue publicada en 1791. Describe las desgracias de una chica que elige el camino de la virtud y no obtiene otra recompensa que los repetidos abusos a los que es sometida por varios libertinos. Sade escribió también L'Histoire de Juliette (1798) o El vicio ampliamente recompensado, que narra las aventuras de la hermana de Justine, Juliette, quien elige rechazar las enseñanzas de la iglesia y adoptar una filosofía hedonista y amoral, lo que le proporciona una vida llena de éxito.

La novela Los 120 días de Sodoma, escrita en 1785, aunque no terminada, cataloga una amplia variedad de perversiones sexuales perpetradas contra un grupo de adolescentes esclavizados y es el trabajo más gráfico de Sade. Se cree que el manuscrito se perdió durante el asalto a la Bastilla. La obra no se publicó hasta 1904.

La novela La filosofía en el tocador (1795) relata la completa perversión de una adolescente, llevada a cabo por unos «educadores», hasta el punto que termína matando a su madre del modo más cruel posible. Está escrita en foma de diálogo teatral, incluyendo un extenso panfleto político, ¡Franceses! ¡Un esfuerzo más si deseáis ser republicanos!, en el que, coincidiendo con la opinión del «educador» Dolmancé, se hace un llamamiento a profundizar en una revolución que se considera inacabada. El panfleto fue vuelto a publicar y distribuido durante la Revolución de 1848 en Francia.

Ilustración de una edición alemana de Justine. 1797.

El tema de Aline y Valcour (1795) es recurrente en la obra de Sade: una pareja de jóvenes se quieren, pero el padre de ella trata de imponer un matrimonio de conveniencia. La novela se compone de varias tramas; la principal, narrada mediante una serie de cartas que se cruzan los distintos protagonistas, y los dos viajes y peripecias de cada uno de los jóvenes: Sainville y Leonore. En el viaje de Sainville se incluye el relato de la isla de Tamoe, descripción de una sociedad utópica. Este fue el primer libro que Sade publicó con su verdadero nombre.

En 1800 publicó una colección de cuatro volúmenes de relatos titulada Crímenes de amor. En la introducción, Ideas sobre las novelas, da un consejo general a los escritores y hace referencia asimismo a las novelas góticas, especialmente a El monje de Matthew Gregory Lewis, que considera superior al trabajo de Ann Radcliffe[1]. Uno de los relatos de la colección, Florville y Courval, ha sido considerado también como perteneciente al género «gótico». Es la historia de una joven mujer que, contra su voluntad, termina enredada en una intriga incestuosa.

Mientras estaba encarcelado nuevamente en Charenton, escribió tres novelas históricas: Adelaide de Brunswick, Isabel de Baviera y La marquesa de Gange.

Igualmente escribió varias obras de teatro, la mayor parte de las cuales permanecieron inéditas. Le Misanthrope par amour ou Sophie et Desfrancs fue aceptada por la Comédie-Française en 1790 y Le Comte Oxtiern ou les effets du libertinage fue representada en el Teatro Molière en 1791.

Se han conservado y publicado varias de las cartas que escribió a su esposa desde prisión. Algunas de ellas muestran una extraña y paranoica obsesión con el significado oculto de los números.

Obras principales

Manuscrito original de Las ciento veinte jornadas de Sodoma, conocido como «el rollo de la Bastilla».

Fue autor también de varias obras de teatro, muchas de las cuales se han perdido. Otras muchas obras se perdieron: algunas porque, como Las jornadas de Florbelle o La naturaleza desvelada, fueron destruidas por su familia cuando él estaba en Charenton; otras, requisadas por la policía.

Recepción de su obra

Su obra más difundida en su tiempo y durante el siglo XIX fue Justine o los infortunios de la Virtud. Sade intentó que fuese un revulsivo en la literatura francesa de la época que consideraba moralista:

El triunfo de la Virtud sobre el vicio, la recompensa del Bien y el castigo del Mal son la base frecuente del desarrollo de las obras de este género. ¿No deberíamos estar hartos ya de este esquema? Pero presentar al Vicio siempre triunfante y a la Virtud víctima de sus propios sacrificios [...] En una palabra, arriesgarme a describir las escenas más atrevidas y las situaciones más extraordinarias, a exponer las afirmaciones más aterradoras y a dar las pinceladas más enérgicas...
Carta a su amiga Constance

La crítica deploró esta obra, que se publicó anónima y circuló clandestinamente. Fue considerada obscena e impía y a su autor se le calificó de depravado: «El corazón más depravado, la mente más degradada, no son capaces de inventar algo que ultraje tanto a la razón, al pudor y a la honestidad»;[66] «...el famoso Marqués de Sade, el autor de la obra más execrable que jamás haya inventado la perversidad humana».[67] Un escritor de la época, Ristif de La Bretonne, escribiría en contestación a Justine, La anti-Justine o las delicias del Amor. Y la contundente contestación de Sade a una virulenta crítica de otro escritor, Villeterque, hoy se ha hecho célebre (A Villeterque el fuliculario).

A pesar de que su edición fue clandestina, circuló profusamente. En vida de Sade se hicieron seis ediciones de la misma y los ejemplares pasaban de mano en mano, leyéndose de forma oculta, convirtiéndose en una novela maldita. En el siglo XIX continuó circulando clandestinamente, influyendo en escritores como Flaubert, Dostoievski y en la poesía de Baudelaire (entre los muchos en los que se ha querido ver la influencia sadiana).

Oficialmente ausente a lo largo de todo el siglo XIX, el Marqués de Sade aparece, ya por entonces, por todas partes, creando en torno a él una verdadera leyenda. Jules Janin, en 1825, escribe que sus libros figuran, más o menos ocultos, en todas la bibliotecas. Sainte-Beuve lo sitúa al mismo nivel que Byron. «Son los dos grandes inspiradores de nuestros modernos, uno visible y oficial y otro clandestino».
Juan Bravo Castillo, Sade o el malditismo en la novela.[68]
Artículo de Paul Eluard en el número 8 del 01 de diciembre 1926 de La revolución surrealista titulado: «D.A.F. de Sade, escritor fantástico y revolucionario».

A principios del siglo XX, el poeta Guillaume Apollinaire editó las obras del marqués de Sade,[69] a quien consideraba «el espíritu más libre que haya existido jamás».[70] Los surrealistas lo reivindicaron, considerándolo uno de sus principales precursores. Se considera que ha influido, también, en el teatro de la crueldad de Artaud[71] y en la producción de Buñuel, entre otros.

Después de la Segunda Guerra Mundial, un gran número de intelectuales prestaron atención en Francia a la figura de Sade: Pierre Klossowski (Sade mon prochain, 1947), Georges Bataille (La literatura y el mal), Maurice Blanchot (Sade et Lautréamont, 1949) y Roland Barthes y Jean Paulhan. Gilbert Lély publicó en 1950 la primera biografía rigurosa del autor.

Simone de Beauvoir (en su ensayo ¿Debemos llevar a la hoguera a Sade? (en francés Faut-il brûler Sade, Les Temps modernes, diciembre de 1951–enero de 1952) y otros escritores han intentado localizar vestigios de una filosofía radical de libertad en los trabajos de Sade, precediendo al existencialismo en unos 150 años.

Uno de los ensayos en Dialéctica de la Ilustración (1947) de Max Horkheimer y Theodor Adorno se titula «Juliette, o la Ilustración y la moral», e interpreta el comportamiento de la Juliette de Sade como una personificación filosófica de la Ilustración. Del mismo modo, el psicoanalista Jacques Lacan postula en su ensayo Kant avec Sade (Kant con Sade) que la ética de Sade fue la conclusión complementaria del imperativo categórico postulado originalmente por Immanuel Kant.

Andrea Dworkin veía a Sade como el ejemplar pornógrafo que odia a la mujer, apoyando su teoría en que la pornografía inevitablemente guía hacia la violencia en contra de la mujer. Un capítulo de su libro Pornography: Men Possessing Women (1979) está dedicado al análisis de Sade. Susie Bright afirma que la primera novela de Dworkin Ice and Fire, rica en violencia y abusos, puede ser interpretada como una versión moderna de Juliette.

Trabajos acerca de Sade o su obra

Libros

Guillaume Apollinaire fue quien rescató del «infierno» de la Biblioteca Nacional de Francia la obra del marqués de Sade.
  • 1899 — Bloch, Iwan: Marquis de Sade: His Life and Works (Texto en PDF)
  • 1909 — Apollinaire, Guillaume: L' Eubre du Marquis de Sade. Bibliothèque des Curieux. París, 1909 (introducción de 64 págs. sobre su biografía) (Texto en PDF)
  • 1950 — Lély, Gilbert: Le marquis de Sade
  • 1963 — Gorer, Geoffrey: The life and ideas of the Marquis de Sade. Hay traducción al español: Vida e ideas del marqués de Sade. Buenos Aires, La Pléyade, 1969
  • 1971 — Barthes, Roland: Sade, Fourier, Loyola(Traducción al inglés en formato PDF). Hay traducción al español: Sade, Fourier, Loyola. Madrid, Ediciones Cátedra, 1997
  • 1979 — Carter, Angela: The Sadeian Woman. Hay traducción al español: La mujer sadiana. Barcelona, Edhasa, 1981
  • 1986 — Verger Michael, Colette: The Marquis de Sade: the man, his works, and his critics: an annotated bibliography
  • 1988 — Wilson, Colin: The Misfits: A Study of Sexual Outsiders
  • 1989 — Verger Michael Colette: Sade, his Ethics and Rhetoric
  • 1991 — Lever, Maurice: Marquis de Sade: A Biography. Hay traducción al español: Donatien Alphonse François, marqués de Sade. Barcelona, Seix Barral, 1994
  • 1993 — Paz, Octavio: Un más allá erótico: Sade (reseña)
  • 1995 — Moore, Thomas: Dark Eros: The Imagination of Sadism
  • 1995 — Airaksinen, Timo: The philosophy of the Marquis de Sade
  • 1998 — Bongie, Laurence L.: Sade: A Biographical Essay. (reseña)
  • 1999 — Schaeffer, Neil: 'The Marquis de Sade: a Life
  • 1999 — Plessix Gray, Francine de: At Home With the Marquis de Sade: A Life
  • 1999 — Brouard, Isabel. «Introducción» a Justine o los infortunios de la Virtud. Ediciones Cátedra. Madrid, 1999
  • 2003 — Hayman, Ronald: Marquis de Sade: the Genius of Passion.

Películas

Marat-Sade. Recrea la estancia de Sade en Charenton y sus representaciones teatrales.

Tal vez no tan sorprendentemente, la vida y las escrituras de Sade han sido irresistibles para los directores de cine. Mientras que hay numerosas películas pornográficas basadas en sus temas, aquí hay algunas de las películas más reconocidas basadas en su historia o en sus trabajos de ficción.

  • Marat/Sade, una película de la obra de Peter Weiss (1966) (título completo: La persecución y asesinato de Jean-Paul Marat como es presentada por los reclusos del Asilo de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade)
  • Marqués de Sade: Justine, dirigida por Jesús Franco (1968)
  • Eugenie... La historia de su viaje a la perversión (Philosophy in the Boudoir) (1969)
  • De Sade (1969)
  • Saló o los 120 días de Sodoma (Salò o le 120 giornate di Sodoma), dirigida por Pier Paolo Pasolini (1975)
  • Cruel pasión (1977)
  • Marquis (1989)
  • Dark Prince (1996)
  • Sade (1999)
  • Quills (2000)
  • Insania (Sílení), de Jan Švankmajer (2005).

Bibliografía

  • Apollinaire, Guillaume, L' Ouvre du Marquis de Sade, Bibliotheque des Curieux, Paris, 1909
  • Brouard, Isabel: «Introducción», en Marqués de Sade: Justina o los infortunios de la virtud. Madrid, Cátedra, 1985. ISBN 84-376-0518-0
  • Paz, Octavio: «Un más allá erótico: Sade», en Obras completas 10. Ideas y costumbres II. Barcelona, Círculo de Lectores, 1996. ISBN 84-226-3502-X
  • Du Plessix Gray, Francine. Marqués de Sade. Javier Vergara Editor. Barcelona 2000. ISBN 950-15-2154-0
  • Gorer, Goeffrey, Vida e ideas del Marqués de Sade, Editorial La Pleyade, Buenos Aires 1969
  • Guy de Massillon, El goce y la crueldad, Editorial de Ediciones Selectas, Buenos Aires, 1966
  • Jean, Raymond, Un retrato del marqués de Sade. El placer y la desmesura, Editorial Gedisa, Barcelona, 2000, ISBN 84-7432-767-9
  • Lely, Gilbert. Sade. Éditions Gallimard. 1967
  • Lenning, Walter. Marqués de Sade. Plaza y Janés. Barcelona 1989. ISBN 84-01-45084-5
  • Lever, Maurice. Donatien Alphonse François, marqués de Sade. Seix Barral S. A. Barcelona 1994. ISBN 84-322-4726-X
  • Pauvert, Jean Jacques. Sade. Una inicencia salvaje. Tusquets Editores. Barcelona 1989. ISBN 84-7223-105
  • Varios autores, Marqués de Sade. Obras selectas, C. S. Ediciones, Buenos Aires, 2005, ISBN 950-764-254-4
  • Varios autores, Dossier Sade, Revista Barcarola, revista de creación literaria, Nº 61–62, Albacete 2002, ISSN 0213-0947
  • Sade. Obras escogidas por Apollinaire, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1973.

Notas

  1. Barcarola Nº 61–62, pp. 189–190.
  2. a b Obras selectas, pág. 7.
  3. Escándalo de Arcueil. En el juicio la implicada alegó que se encontraba en la Place des Victoires, lugar frecuentado por prostitutas y sus clientes, pidiendo limosna. Sade declaró que la contrató como tal prostituta. Otros extremos declarados por la implicada se demostraron falsos, no así la declaración de Sade. Recogido en Pauvert, Lever, Du Plessix…
  4. La leyenda negra aureola desde hace más de dos siglos el nombre del marqués de Sade, a quien cabe el gran honor de contarse entre lo más excelsos malditos de la literatura universal. Una leyenda ya forjada en vida, hasta el punto de llevar a su dueño a desear desaparecer de la memoria de los hombres. Pero no era en realidad semejante deseo lo que Sade reclamaba en sentido literal, sino el fin de un proceso injusto y absurdo que, sin embargo, continuaría hasta el siglo XX. [...] Si existe un autor en el que la identificación —o, mejor dicho, la confusión— entre lo escrito y la persona sea notoria ése es sin duda el caso de Sade.
    Mª Concepción Pérez Pérez, Barcarola Nº 61–62, pág. 183.
  5. «Y aún cuando Janin no agregara: «Por doquier que este hombre aparece se siente un olor a azufre», habríamos reconocido los fenómenos que, según los viejos cronistas, acompañan de ordinario a las encarnaciones humanas del Maligno». Pauvert, 1898, prólogo, pág. 13.
  6. pág. 130.
  7. Apollinare, 1909, p. 1–2.
  8. Correspondencia familiar. En Lever, pág. 93.
  9. Ronald Hayman, Marqués de Sade: El genio de la pasión, Tauris Paperbacks Parke, 2003, pp.3 y 5
  10. Ronald Hayman, id, p. 4
  11. Lever, pág. 120
  12. En Lenning, pág. 18
  13. Marais podía cubrir funciones de vigilancia para determinadas familias influyentes de la Corte. La presidenta Montreuil, conocedora de las andanzas de Sade, podría estar informada por él. En Pauvert, pág. 148, y Du Plessix, pág. 82.
  14. «Se divierte en entregar veinticinco luises por mes a Mlle. Colette, actriz en los Italianos, que vive con el Sr. Marqués de Lignerac, el cual es lo bastante complaciente como para mantenerse en segundo plano cuando ella encuentra una buena ocasión. No ignora su intriga con M. de Sade, pero este último comienza a percatarse de que es engañado por esta señorita, y esta semana ha ido a imponer su temperamento a la casa de la Brissault, [el burdel más conocido del París de aquella época] a la que ha preguntado repetidamente si no me conocía; ella le ha respondido que no. Le he recomendado muchísimo a esta mujer, sin explicarme demasiado, que no le proveyera de muchachas para que las llevara con él a ciertas casitas». Informe del inspector Marais. En Pauvert, pág. 154
  15. En Pauvert, pág. 155
  16. Los informes de Marais eran pormenorizados: «Esta semana se ha acostado otras tres veces con ella, pero está muy preocupado por saber de dónde le ha venido un sultán [especie de mueble de tocador] enorme que ella ha recibido el día de Navidad». En Pauvert, pág. 156
  17. En el diario de Marais se encuentra la siguiente nota: «La señorita de Beaupré, actriz en los Italianos, se ha visto reducida, desde la partida del Conde de Bruss, al caballero de Choiseul, que le da cuanto le es posible […] El marqués de Saint-Sulpice, que busca abrirse camino, le ha ofrecido 20 luises por mes para ser su segundo; ella ha rehusado y ha preferido aceptar seis luises del Conde de Sade, con quien se ha acostado dos veces».
  18. Mme. Montreuil está principalmente preocupada de que el rumor no llegue a París: «Gritadle, hablad con firmeza, así le obligaréis, al menos por respeto hacia vos, a portarse con más decencia, a disminuir los gastos, a vivir en un retiro más discreto, a no recibir a nadie. Así sería todo menos escandaloso, más ignorado: y hacedle creer que si causa menos escándalo en provincias, el rumor no llegará hasta aquí». Mme. Correspondencia familiar. El Lever, pág. 132.
  19. «¡Qué pena! Tiene todo lo que necesita para ser feliz al tiempo que para hacer felices a aquellos con quienes tiene que vivir. Si solamente quisiera ser razonable y decente y no renegar de sí mismo por criaturas que no valen la pena. Desde la muerte de su padre, la B. ha recuperado todo su ascendiente sobre él y lo utiliza. Está absolutamente ciego en lo que a ella respecta». Mme. Montreuil al abad de Sade. En Pauvert, pág. 186.
  20. «No tardaremos en oír hablar todavía de los horrores del Sr. conde de Sade; hace lo imposible para lograr que la señorita Riviére, de la Ópera, viva con él, y le ha ofrecido veinticinco luises por mes, a condición de que los días en que no tenga espectáculo vaya a pasarlos con él a su casita de Arcueil. Esta señorita lo ha rechazado porque recibe favores de M. Hocquart de Coubron, pero M. de Sade la continúa persiguiendo, y mientras espera reducirla ha solicitado esta semana tanto como ha podido a la Brissault que le proveyera de muchachas que fueran a cenar con él a su casita. Esta mujer se ha rehusado constantemente, conociendo más o menos de lo que es capaz, pero él se habrá dirigido a otras menos escrupulosas, o que no lo conocen, y, seguramente, dentro de poco oiremos hablar de él». Diarios de Marais. En Pauvert, pág. 191.
  21. Sade en 1782, en carta a su antiguo preceptor el padre Amblet, se quejaría de los pocos beneficios que le reportó el teatro en comparación con la novela: «Los primeros sólo me han valido un poco de aire en la capital de la Guyenne; los segundos han pagado durante seis meses mis distracciones en una de las primeras ciudades del reino y me han hecho viajar dos meses por Holanda sin gastar un sueldo de mi propiedad». En Pauvert, pág. 241
  22. «Cuando le escribí desde Burdeos, pidiéndole dinero para pasar a España y usted me lo negó, tuve una prueba de que no era mi alejamiento lo que usted deseaba, sino mi detención». Carta de Sade a su suegra la presidenta Montreuil desde Vincennes, febrero de 1977. Sade. Obras escogidas por Apollinaire, p. 148.
  23. La presidenta consiguió la lettre cachet de Luis XV, tras su muerte el 10 de mayo de 1774, ésta perdió su validez, por lo que se apresuró para conseguir otra nueva lettre cachet firmada por su sucesor Luis XVI. Conseguir la nueva orden le llevó varios meses. Du Plessix, 2000, pág. 167.
  24. Lever, pág. 225.
  25. No obstante, tenemos que repetirnos que ignoramos por completo lo que pudieron ser las relaciones entre Donatien de Sade y su cuñada. Pauvert, pág. 291.
  26. «Al complicado relato presentado por los biógrafos modernos de Sade para forzar la aceptación de la huida a Italia de Anne-Prospére y Donatien, relato fundado sobre dos o tres hechos accesorios más o menos verificados y violentados para hacerlos encajar en una construcción casi enteramente hipotética, se oponen únicamente, a decir verdad, algunos documentos que, admito de buen grado desde ya, tampoco constituyen pruebas absolutas. Sin embargo, quizá pueda convenirse en que sostienen una versión más coherente de los acontecimientos». Pauvert, p. 306.
  27. Sade. Obras escogidas por Apollinaire, pág. 147.
  28. En Du Pelssix, 2000, pág. 201
  29. Du Plessix, 2000, p. 200.
  30. Carta de Renée al administrador de la familia, Gaufridy. Du Plessix, 2000, pág. 198.
  31. Carta de Renèe a Sade fechada el 15 de febrero de 1777, Lever, 1994, pág. 263.
  32. ¿En qué idioma debo decirte que sólo necesito, en el caso de Lisboa, el nombre de un hotel, el nombre de su director, el nombre de la calle en el que se encuentra y de los edificios que lo rodean? Necesito los mismos detalles sobre Toledo y Madrid y, además, en el caso de Toledo, los nombres de dos o tres calles elegantes en la zona cortesana de la ciudad y los nombres de los principales paseos de esas tres ciudades. También preciso ciertos detalles sobre las clases de moneda española e información sobre si a los nobles españoles se los tortura de igual modo que a los franceses y cuáles son las diferencias.
    Casta de Sade a Renèe desde Vincennes. Recogida por Du Plessix, 2000, pág. 286.
  33. Carta a Madame de Sade. 25 de junio 1783
  34. Lever, 1994, pág. 316.
  35. Lever, 1994, pág. 316.
  36. Lever, 1994, pág. 320.
  37. Du Plessix, 2000, pág. 308.
  38. Carta de Sade a su administrador Gaufridy. Du Plessix, 2000, pág. 323.
  39. Du Plessix, 2000, pág. 310.
  40. Lever, 1994, pág. 327, Du Plessix, 2000, pág. 314.
  41. «En virtud del procedimiento oficial que se aplicaba a los presos que permanecían «ausentes» de la sociedad durante más de diez años». Du Plessix, 2000, pág.290.
  42. Jean, 2000, pp. 209–210.
  43. Du Plessix, 2000, pág. 320.
  44. Du Plessix, 2000, pp. 320–321.
  45. Apollinaire, 1909, pp. 35–40.
  46. Apollinaire, 1909, p. 41.
  47. Jaen, 2000, pp. 222–223.
  48. Lever, pp. 409–412.
  49. Lever, p. 411.
  50. Carta de Sade a Gaufridy, 21 de enero de 1795, Lever, pág. 412.
  51. Apollinaire, 1909, pp. 45–48.
  52. Du Plessix, 2000, pág. 389.
  53. En Du Plessix, 2000, pp. 238–240.
  54. Du Plessix, 2000, pág. 410.
  55. Du Plessix, 2000, pág. 411.
  56. Apollinare, 1909, pp. 52–53.
  57. Pp. 517–1518.
  58. Lever, 1994, pág. 522.
  59. Du Plessix, 2000, pp. 431–432.
  60. Gilbert Lely. En Obras selectas, pág. 373.
  61. En Level, 1994, pp. 520–521.
  62. Du Plessix, 2000, pág. 407.
  63. En Los crímenes del amor, tomo I.
  64. Barcarola Nº 61–62, pp. 184–185.
  65. Barcarola Nº 61–62, p. 185.
  66. L'Ami des Lois, publicado el 29 de agosto de 1977. En Isabel Brouard, 1999.
  67. Ange Pitou, contemporáneo suyo. En Apollinaire 1909
  68. Barcarola Nº 61–62, p. 189.
  69. L'Oeuvre du marquis de Sade, París, Bibliothèque des Curieux, 1909
  70. Guillaume Apollinaire, Oeuvres completes, Les diables amoureux, Vol. II, Ballant et Lecat, París, 1966, p. 231.
  71. Mª Concepción Pérez Pérez, Sade o el eterno proceso, Barcarola Nº 61–62, p. 185.

Enlaces externos

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Obras del marqués de Sade

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