Disfunción eréctil

Disfunción eréctil
Disfunción eréctil
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CIE-10 F 52.2; f 50; N 48.4; n 40
CIE-9 302.72; 607.84
DiseasesDB 21555
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La disfunción eréctil o impotencia erigendi (con frecuencia aún llamada en español incorrectamente impotencia, que técnicamente ya no es el término aceptado por muchos especialistas en sexología) es la incapacidad repetida de lograr o mantener una erección lo suficientemente firme como para tener una relación sexual satisfactoria.

Contenido

Contexto

La palabra impotencia también puede usarse para describir otros problemas que interfieren con la relación sexual y con la reproducción, tales como la falta de deseo sexual (véase libido) y los problemas con la eyaculación o con el orgasmo. El uso del término disfunción eréctil deja en claro que esos otros problemas no están implicados.

La disfunción eréctil (o DE) puede ser una incapacidad total para lograr una erección, una capacidad inconsistente para hacerlo, o una tendencia a tener solamente erecciones breves. Estas variaciones hacen difícil definir la DE y calcular su incidencia.

Los cálculos varían desde 20 hasta 30 millones de casos, según la definición usada. De acuerdo con la encuesta de Atención Médica Ambulatoria Nacional (NAMCS, siglas en inglés), por cada 1.000 hombres en EE.UU., se hicieron 7,7 visitas al consultorio médico por DE en 1985. En 1999, la frecuencia casi se había triplicado a 22,3. El aumento se produjo de modo gradual, presuntamente a medida que se pusieron a disposición más ampliamente tratamientos tales como los dispositivos de vacío y los medicamentos inyectables y comenzó a aceptarse la discusión de la disfunción eréctil. Es posible que el avance más publicitado fuera la introducción del medicamento oral citrato de sildenafil (Viagra) en marzo de 1998. Los datos de NAMCS sobre medicamentos nuevos muestran un cálculo de 2.6 millones de menciones de Viagra en visitas al consultorio médico en 1999, y un tercio de esas menciones tuvieron lugar durante visitas para un diagnóstico no relacionado con DE.

Causas de la disfunción sexual

En los hombres mayores, la DE generalmente tiene una causa física, como una enfermedad, una lesión o efectos secundarios de medicamentos. Cualquier trastorno que cause una lesión en los nervios o que deteriore el flujo de sangre al pene puede causar DE. La incidencia aumenta con la edad: alrededor del 5 por ciento de los hombres de 40 años de edad y entre el 15 y el 25 por ciento de los hombres de 65 años de edad experimentan DE. Pero la disfunción eréctil no es necesariamente una parte inevitable del proceso de envejecimiento.

Debido a que una erección requiere una secuencia precisa de eventos, la DE puede presentarse cuando cualquiera de tales eventos se interrumpe. La secuencia completa incluye los impulsos de los nervios en el cerebro, en la columna vertebral y en el área alrededor del pene, así como las respuestas de los músculos, los tejidos fibrosos, las venas y las arterias en y cerca de los cuerpos cavernosos del pene.

La causa más común de DE es el daño a los nervios, a las arterias, a los músculos lisos y a los tejidos fibrosos, a menudo como resultado de una enfermedad. Enfermedades tales como la diabetes, afecciones del riñón, alcoholismo crónico, esclerosis múltiple, arteriosclerosis, psoriasis, enfermedad vascular y enfermedad neurológica son responsables de alrededor del 70 por ciento de los casos de DE. Entre el 35 y el 50 por ciento de los varones con diabetes padecen DE.

También una cirugía (especialmente la cirugía radical de próstata debido a cáncer) puede lesionar nervios y arterias cerca del pene, y causar DE. Una lesión en el pene, en la columna vertebral, en la próstata, en la vejiga y en la pelvis puede llevar a DE, y producir lesión en los nervios, en los músculos lisos, en las arterias y en los tejidos fibrosos de los cuerpos cavernosos.

Además, muchos medicamentos comunes -medicamentos para la presión arterial, antihistamínicos, antidepresivos, tranquilizantes, supresores del apetito y cimetidina (un medicamento para la úlcera)- pueden causar DE como efecto secundario.

Los expertos piensan que factores psicológicos, tales como el estrés, la ansiedad, la culpa, la depresión, una baja autoestima y el miedo a no desempeñarse en el coito como se espera causan del 10 al 20 por ciento de los casos de DE. Los hombres con una causa física de DE a menudo experimentan el mismo tipo de reacciones psicológicas (estrés, ansiedad, culpa, depresión).

Otras causas posibles son el tabaquismo, que afecta el flujo sanguíneo en las venas y en las arterias, y anormalidades en las hormonas, como por ejemplo una cantidad insuficiente de testosterona. El incremento de prolactina que pueden producir algunos fármacos (los ansiolíticos, antipsicóticos (risperidona, olanzapina, haloperidol) puede provocar también disfunción eréctil. Las causas hormonales suelen afectar asimismo la libido.

Tratamiento de la DE

La DE es tratable a cualquier edad, y el conocimiento de este hecho ha ido creciendo. Más hombres han buscado ayuda y regresado a la actividad sexual normal debido a tratamientos mejorados y exitosos de la DE. Tradicionalmente los urólogos, quienes se especializan en problemas de las vías urinarias, han tratado la DE; sin embargo, los urólogos sólo son responsables del 25 por ciento de las menciones de sildenafil en 1999.

En general, los especialistas en medicina familiar (médicos de cabecera especializados) son, junto a los urólogos, los cardiólogos y los psiquiatras, los mejor formados para la valoración, manejo y tratamiento de la disfunción eréctil. Las principales ventajas que aportan frente a los demás especialistas son la visión integral del paciente, la proximidad, la accesibilidad y la capacidad para la entrevista clínica.

Impotencia sexual y disfunción eréctil (DE)

El término impotencia posee una raíz latina (impotens, no poder). Es la incapacidad del varón para obtener o mantener una erección suficiente y realizar un coito satisfactorio. La DE es una situación muy frecuente; se ha calculado que afecta en mayor o menor grado a la mitad de los hombres entre los 40 y los 70 años. Pero no es un tema que se trate abiertamente, pues forma parte de la vida íntima de los individuos y de las parejas. Mitos y expectativas culturales de la sexualidad masculina han impedido a muchos varones buscar ayuda para un trastorno que puede beneficiarse, en la mayoría de los casos, de un tratamiento relativamente sencillo.

Aunque puede decirse con seguridad que todo hombre experimenta de vez en cuando dificultades para mantener la erección, la disfunción eréctil se define como la incapacidad para mantener una erección suficiente para el coito al menos en el 25 por ciento de los intentos.

Impotencia sexual es el nombre con el que se sigue conociendo a la disfunción eréctil. Ya no se considera el nombre técnicamente correcto, sin embargo. Es la incapacidad constante de mantener la erección suficiente para el coito. Los hombres tensos, con ansiedad y sobreocupados en ocasiones no pueden lograr esa concentración necesaria, lo que genera dificultad para obtener y sostener la erección del pene. Existen otras causas, como los problemas vasculares. También sigue usándose el término latino impotencia erigendi, es decir, la incapacidad para la erección del pene.

Otros usos médicos del término impotencia

El término impotencia se aplica también, médicamente, en los siguientes casos:

  • Impotencia coeundi: Imposibilidad para el coito.[1]
  • Impotencia generandi: Incapacidad de procrear, aunque la penetración sea posible. Es sinónimo de esterilidad.[1]
  • Impotencia psíquica: Para los casos en los que la disfunción eréctil se debe a factores emocionales y no orgánicos, antes se clasificaba con este término.

Causas de la disfunción eréctil

Pueden aparecer combinadas:

  • Orgánicas: son las de origen anatómico, genitourinario, urológico (lesiones congénitas del pene), endocrino (diabetes), infeccioso, neurológico (lesiones cerebrales, lesiones medulares), vascular (arteriosclerosis) o farmacológicas (por el consumo de sustancias adictivas: alcoholismo, tabaquismo, algunos medicamentos, sustancias adictivas ilegales) (constituyen el 15 por ciento de los casos).[1]
  • Traumáticas: una fractura de la pelvis, por ejemplo.[1]
  • Psicológicas: debido a factores afectivos, de desarrollo, interpersonales, de conocimientos, ansiedad, miedo al fracaso, sentimientos de culpa, infidelidad, eyaculación precoz previa, inseguridad, etc.[1]

La DE se puede presentar por alteración de uno o varios de los tres mecanismos responsables de la erección: bloqueo de las arterias; incapacidad de los vasos sanguíneos dentro del pene para almacenar la sangre, o daño en los nervios del pene o del área pelviana. También pueden ser responsables de una DE otras disfunciones fisiológicas, como bajos niveles de hormona masculina (testosterona).

Las situaciones que más frecuentemente producen DE son: enfermedades que afectan a los vasos sanguíneos y restringen el flujo sanguíneo hacia el pene, como la diabetes, la hipertensión (tensión arterial alta), el exceso de colesterol o las enfermedades cardíacas. Situaciones que interrumpen la conexión entre el sistema nervioso y el pene, como la cirugía de próstata o lesiones traumáticas en la zona. Muchos medicamentos (algunos de ellos empleados para tratar la hipertensión y las depresiones) causan DE entre los efectos secundarios no deseados. Depresión nerviosa.

Factores de riesgo

Los hábitos de riesgo que pueden conducir a que se desarrolle DE son: el consumo de sustancias adictivas legales (tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol) o ilegales, el estrés. Un indicador de la DE física, en contraposición con la psicológica, es la incapacidad de experimentar o mantener una erección al despertarse por la mañana. La DE que persista por más de tres meses y que no sea debida a un suceso estresante evidente, al consumo de sustancias adictivas, al consumo de alcohol o a afecciones médicas transitorias que causan DE señala la necesidad de recibir atención médica por parte de un urólogo.

La DE y el envejecimiento

Existen muchos malentendidos en este tema. Como resultado del proceso de envejecimiento, suele haber un periodo refractario mayor —tiempo necesario para una nueva erección después de un orgasmo. La edad también parece afectar el tiempo necesario para excitarse y para la erección y la eyaculación. Todos estos se consideran cambios no patológicos. Sin embargo, la sexualidad no tiene fecha de caducidad. Si la DE se da más en personas mayores, es sólo porque es más probable que sufran enfermedades asociadas a la DE y que usen más medicamentos que alteren la función eréctil.

¿Cómo ocurre una erección normal?

Cuando no hay estimulación sexual, el flujo de sangre dentro del pene es muy bajo, lo que lo mantiene en estado flácido o no erecto. Cuando se recibe estimulación sexual (a través de cualquiera de los órganos de los sentidos o de la imaginación), las arterias del pene se relajan y se dilatan, y el flujo sanguíneo hacia el pene aumenta mucho. A medida que el pene se expande, las venas del pene —que tendrían que devolver la sangre del pene hacia la circulación de retorno— se comprimen, y la sangre no puede salir. Con un aumento en el flujo sanguíneo que entra y una reducción en el flujo que sale, el pene se vuelve cada vez más grande y se pone cada vez más duro.

Metodología de estudio en la disfunción eréctil

Al ser causada por diversas enfermedades, se impone un estudio multidisciplinario integrado en un mismo equipo de trabajo. Se realiza una exhaustiva historia clínica del caso, se realizan estudios bioquímicos y hormonales, un perfil psicológico, pruebas vasculares y estudios radiológicos. Todo esto, sumado a un examen físico uroandrológico, cardiocirculatorio y neurológico, conduce al diagnóstico.

Diagnóstico de la disfunción eréctil

  1. Historia clínica. Interesa recoger problemas médicos actuales y previos, medicamentos que se estén tomando y antecedentes de problemas psicológicos (estrés, ansiedad, depresión). El médico también requerirá antecedentes sexuales —inicio de la DE, frecuencia, calidad y duración de cualquier erección, etc.— e investigará la motivación para el tratamiento y las expectativas del paciente. La DE es lógicamente cosa de dos, y puede ser apropiado entrevistar a la pareja sexual (cualquiera que sea la preferencia sexual del paciente).
  2. Examen físico. Incluye una exploración del área genital y un tacto rectal (examen del recto con un dedo enguantado). Deben buscarse evidencias de otras enfermedades —hipertensión, diabetes, ateroesclerosis, daño nervioso, etc.
  3. Cuestionarios. Los más utilizados son el IIEF (International Index of Erectile Function, es decir, el Índice Internacional de la Función Eréctil) y su versión más sencilla: el test SHIM (Sexual Health Inventory for Men, es decir, el Inventario de Salud Sexual para Varones).
  4. Pruebas de laboratorio. Se requieren análisis de sangre para medir los niveles de testosterona y, si es necesario, los de prolactina para determinar si hay problemas del sistema endocrino. Pueden ser necesarios diversos exámenes específicos para detectar la DE, como pruebas de respuesta eréctil tras inyección de medicamentos que dilatan los vasos sanguíneos del pene, o detección de erecciones nocturnas mediante diversos dispositivos.
  5. Técnicas de radiología diagnóstica. La cavernosometría y la cavernosografía de infusión dinámica (DICC) es una prueba en la que se induce una erección con medicamentos, se mide la capacidad de almacenamiento del pene, se hace una ecografía de las arterias del pene (para medir la presión arterial de estas arterias) y se realiza una radiografía del pene erecto para obtener datos anatómicos precisos. Sólo es necesaria en algunos casos de DE.

Tratamientos de la disfunción eréctil

Menos del 10 por ciento de los hombres que sufren DE buscan ayuda médica. Al enfrentarse con la DE, es frecuente que se desmoralicen, que se depriman o que busquen tratamientos milagrosos. Existen innumerables remedios populares que se deben considerar con toda cautela y escepticismo. Actualmente existen muchos tratamientos eficaces y muy seguros, aunque en ningún caso mágicos.

La modalidad del tratamiento viene dictada por el problema específico que causa la disfunción eréctil. El primer paso es definir la causa, si es posible, y luego intentar la solución más sencilla y menos arriesgada. En síntesis, las distintas alternativas terapéuticas incluyen una o varias de las siguientes:

  1. Cambiar los hábitos de vida que afectan a la salud de las arterias y venas: dejar de fumar, moderar el consumo de alcohol y de grasas, hacer algo de ejercicio y aprender a relajarse.
  2. Cambiar o reducir los medicamentos que puedan estar provocando DE, como algunos antidepresivos, diuréticos y betabloqueantes.
  3. Psicoterapia y terapia conductual. Independientemente de la causa de la DE, se recomienda para todos los pacientes alguna forma de terapia psicológica, conductual, sexual o de combinación, generalmente asistidos por su pareja, sea ésta hombre o mujer.
  4. Terapia transuretral y de inyección. Consiste en inyectar medicamentos en el tejido eréctil para relajar los músculos lisos del pene y permitir que tenga lugar la erección. Está indicada en algunos casos de DE. Los medicamentos inyectados suelen ser asociaciones de papaverina-fentolamina, o bien alprostadil (prostaglandina E1). Las reacciones adversas son generalmente menores, pero pueden incluir erecciones prolongadas y dolorosas (priapismo; véase príapo). Una alternativa a las inyecciones es un dispositivo de plástico para aplicar estos medicamentos a través de la uretra. Aunque más seguras y menos costosas que los tratamientos quirúrgicos, estas terapias tienen una tasa alta de abandonos, ya que la pérdida de espontaneidad hace perder interés en el procedimiento. Las sustancias vasoactivas son sustancias que, introducidas a través de la uretra o inyectadas en los cuerpos cavernosos del pene, producen una erección que permite una buena relación sexual. Pueden utilizarse una o dos veces por semana. Antes de empezar el tratamiento es importante hacer las pruebas necesarias para conocer la respuesta a dichas sustancias.
  5. Los medicamentos orales que estimulan la actividad de la dopamina en el cerebro pueden aumentar el deseo sexual y con ello facilitar la erección. Con este fin se han comercializado pastillas sublinguales de apomorfina.
  6. Sildenafilo (Viagra). Aprobado para su uso en Europa y en los Estados Unidos, es el medicamento oral que ha mostrado resultados más prometedores en la DE. En los estudios realizados, el sildenafilo mejoró las erecciones en 3 de cada 4 participantes (~75%), comparado con sólo 1 de cada 4 que mejoraron al tomar un placebo; con sildenafilo, uno de cada tres intentos de coito fue un éxito —comparado con sólo 1 de cada 5 intentos en pacientes con placebo. El sildenafilo aumenta la concentración del GMP cíclico, que se produce en el pene durante la actividad sexual y que incrementa el flujo sanguíneo. Así, el sildenafilo eleva el flujo peneano de forma natural, de modo que la estimulación sexual causa erección. El sildenafilo no es, pues, un afrodisíaco ni una hormona ni un producto que cause por sí mismo erección, sino que sólo ayuda a conseguir una erección cuando existe estimulación sexual. El sildenafilo se toma "a demanda" –sólo cuando se desea–, y su acción comienza en 30 minutos y dura hasta 4 h. No se recomienda más de una tableta al día. Los efectos colaterales incluyen molestias digestivas, dolores de cabeza, enrojecimiento facial y dolores musculares, y, en un 3 por ciento de los pacientes tratados, alteraciones de la visión. Como otras sustancias para tratar la DE, el sildenafilo está contraindicado en caso de enfermedades cardíacas y, sobre todo, jamás debe asociarse con los medicamentos llamados nitratos (por ejemplo, la nitroglicerina que se usa bajo la lengua para tratar la angina de pecho); en asociación con sildenafilo, los nitratos pueden bajar la tensión arterial bruscamente hasta niveles peligrosos.
  7. Tadalafilo (Cialis®) y Vardenafilo (Levitra®). Dos fármacos de la misma familia del sildenafilo (inhibidores selectivos de la fosfodiesterasa tipo 5).
  8. Yohimbina. Empleado como medicina popular durante años, actualmente existe evidencia de que puede mejorar la erección en un tercio de los hombres con DE leve, sobre todo en combinación con el antidepresivo trazodone.
  9. Tratamientos hormonales. La terapia con testosterona está indicada sólo en hombres con hipogonadismo (niveles bajos de testosterona, la hormona masculina). Puede utilizarse por vía oral o en parches. La testosterona no se recomienda nunca para hombres con niveles no patológicos de hormona masculina; en éstos puede mejorar el impulso sexual, pero a costa de causar daños sobre la próstata y el hígado, a veces irreversibles. Cuando la DE se debe a niveles excesivos de la hormona prolactina, puede ser útil el medicamento bromocriptina.
  10. Otros: se han utilizado, con distintos grados de éxito, medicamentos como pentoxifilina (Elorgan®), naltrexona —un antídoto de la heroína y la morfina— o el antihipertensivo minoxidil.
  11. Dispositivos de aspiración (vacío). Colocación del pene en un cilindro plástico hermético, donde se crea a continuación un vacío, lo cual causa que la sangre fluya hacía el pene. Después se asegura una banda alrededor de la base del pene para retener la erección, y el cilindro se retira. La falta de espontaneidad de este método es el inconveniente principal.
  12. Implantes peneanos. Tres tipos de implantes se emplean actualmente para el tratamiento de la disfunción eréctil; todos ellos deben implantarse quirúrgicamente: implantes hidráulicos, prótesis e implantes plásticos hinchables. Aunque muchos pacientes se han beneficiado de la cirugía del implante, éste es un procedimiento irreversible; el tejido eréctil se lesiona de forma permanente cuando se implantan estos dispositivos. En el momento actual ha caído en relativo desuso, a expensas de métodos menos arriesgados y menos costosos. Son unos cilindros de silicona (sustancia no rechazada por el organismo), de estructura anatómica, dos de los cuales se introducen en los cuerpos cavernosos del pene y producen la rigidez necesaria para una buena y adecuada relación sexual. Existen diferentes vías y técnicas para implantar la prótesis; la intervención dura aproximadamente 45 minutos. Mediante una incisión de la piel de 3-4 cm en la parte inferior del pene y en la raíz del escroto, se llega a los cuerpos cavernosos, donde se colocan las dos prótesis correspondientes, con un porcentaje de complicaciones mínimo. Todo ello con anestesia local o regional. Al ser una cirugía poco agresiva, el postoperatorio no requiere cuidados especiales; el paciente puede abandonar la clínica entre 12 y 24 horas después de la intervención, y a las 3-4 semanas de adaptación se puede reiniciar la vida sexual normal.
  13. Cirugía vascular. Para los hombres cuya disfunción eréctil sea causada por problemas de las arterias o las venas del pene, la cirugía vascular puede ser una opción. Se practican dos tipos de operaciones:
  14. Cirugía de revascularización (anastomosis): conexión de una arteria de la pierna con las arterias del dorso del pene, con lo que se desvía cualquier bloqueo y aumenta el flujo sanguíneo.
  15. Ligadura venosa: se realiza cuando el pene no puede almacenar una cantidad suficiente de sangre para mantener una erección. Se atan o se extirpan las venas que están causando un drenaje excesivo de sangre del pene.
  16. Afrodisíacos y tratamientos alternativos. Los afrodisíacos son sustancias que supuestamente aumentan el impulso, el deseo y el desempeño sexual. La leyenda ha atribuido cualidades afrodisíacas a alimentos como los chiles, el chocolate, el regaliz, la manteca, las anchoas, las ostras y las vieiras. El "Spanish fly" o cantáridas, hecho de escarabajos secos, es el afrodisíaco más "famoso" y es particularmente inútil y nocivo.

Prevención de la DE

Cambiar los hábitos de vida que afectan a la salud de las arterias y venas: no fumar, moderar el consumo de alcohol y de grasas (particularmente grasas saturadas), hacer algo de ejercicio y aprender a relajarse.

Muchos especialistas opinan que una de las medidas preventivas más efectivas consiste en hacer el amor frecuentemente con una pareja afín, buscando el placer. Aunque no tiene que ser necesariamente con una pareja estable, recomendación que sí es necesaria para reducir las probabilidades de contagio de una infección de transmisión sexual, pero no un requisito absoluto para el buen desempeño en el coito.

Véase también

Referencias

  1. a b c d e Instituto de Medicina Sexual. «Impotencia». Centro de urología, andrología y salud sexual. Consultado el 20 de octubre de 2011.

Enlaces externos


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