Diego López de Salcedo

Diego López de Salcedo

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Cuando en julio de 1502, Colón en su cuarto viaje, llegaba a la isla de Guanaja, se descubría el territorio de la actual Honduras, donde los diversos conflictos hegemónicos que promovieron los conquistadores convirtieron el territorio en un hervidero de problemas tanto para los españoles como para los sumisos indígenas. De todas formas, Centroamérica fue dominada en el transcurso de los años veinte del siglo XVI por pequeñas expediciones que penetraron desde Panamá y desde México. Las expediciones más importantes originadas en Panamá fueron las de Gil González Dávila y la de Francisco Hernández de Córdoba. Las que procedieron desde México (además de la de Pedro de Alvarado), en 1524 Cortés enviaba a Cristobal de Olid para iniciar la conquista hondureña, y a partir de esta fecha es cuando comienzan las pugnas por la dominación del territorio centroamericano.

Biografía

El conquistador Diego López de Salcedo y Rodríguez, había nacido en Alcántara (Cáceres) y era sobrino de fray Nicolás de Ovando con quien pasaba a Santo Domingo en 1502. En los primeros años estuvo exclusivamente al servicio de su tío, ejerció de mayordomo y se encargó de la administración de las extensas propiedades que Nicolás de Ovando fue reuniendo en la isla, hasta que en 1509 éste es reemplazado por Diego Colón.

Nicolás de Ovando muere a finales de mayo de 1511, y López de Salcedo seguirá en la isla, durante bastante tiempo, pleiteando con la Orden de Alcántara por los bienes de su tío (puesto que las pertenencias de éste pasarían a la Orden). Después de estos menesteres, López de Salcedo, participó en la conquista y organización de la isla, y en 1514 residía en Buenaventura y era regidor y alcaide de la fortaleza hasta que en 1525 marchaba a México para incorporarse a la conquista de los territorios circundantes.

Conquista de Centroamérica

La conquista de Centroamérica se originó desde dos puntos distintos y en fechas diferentes; en 1516, Pedrarias Dávila enviaba una expedición desde Panamá hasta Nicaragua y Costa Rica. Unos años más tarde se producía la invasión conquistadora de Gil González Dávila, y por esas mismas fechas, desde México, Hernán Cortés enviaba a Cristóbal de Olid hasta la misma comarca, lo que daría lugar a serios enfrentamientos entre los gobernadores y conquistadores de las distintas comarcas por cuestiones de límites.

En esa época, después de la traición de Olid (que se reveló contra Cortés), y de que éste, enviaba a Francisco de las Casas para que pusiera orden en el territorio, era nombrado gobernador el primo de Cortés Hernando de Saavedra, pero como la influencia de Pedrarias Dávila, desde su antiguo feudo de Panamá, se hacía sentir porque no respetaba fronteras (al igual que los demás), a finales de agosto de 1526 intervenía la Real Audiencia de Santo Domingo, y pretendiendo atajar los abusos, nombraba gobernador de Honduras a Diego López de Salcedo; y cuando éste toma posesión de su cargo enjuiciará a Hernando de Saavedra y lo enviará preso a Santo Domingo.

Disensiones y alzamiento indígena

Cuando López de Salcedo se hace cargo del gobierno, se hace una nueva distribución de encomiendas, y para ello se despojaba de las que ya habían sido concedidas a los partidarios de Pedrarias. Esta decisión ocasionaría enfrentamientos y disensiones. Al mismo tiempo, el proceder de Salcedo no fue mucho mejor que el de Pedrarias, ya que dejó bastante que desear su actuación, puesto que se dedicó a esclavizar indios y a comerciar con la venta de estos inocentes, y este proceder pondría en peligro la conquista de la zona.

La primera y tumultuosa rebelión indígena que se produce, la protagonizan los indios “chontales” que arrasaron el pueblo de Villahermosa que había fundado Pedrarias y que mataron a varios españoles; posteriormente, los indios de Mateare pusieron sitio a la ciudad de León; y una tercera rebelión de los indios “chorotegas” ponía en peligro a los españoles que andaban por aquellas regiones.

Cuando Pedrarias es nombrado gobernador de Nicaragua, como era tan bravucón y prepotente, con sus exigencias se recrudecen nuevamente los enfrentamientos entre las gobernaciones de Honduras y Nicaragua. La gente de Pedrarias había fundado una pequeña ciudad llamada Bruselas y López de Salcedo se posesionó del Cabildo y amedrentó a los habitantes de esta ciudad.

Pugnas entre Pedrarias y Salcedo

Las pugnas entre los dos gobernadores se suscitaban con frecuencia por la posesión del territorio. Cuando Pedrarias Dávila, en 1527, recibe la gobernación de Nicaragua, previamente a la toma de posesión, manda a Sebastián de Belalcázar al territorio de Honduras con la misión de hacer desistir a López de Salcedo de sus pretensiones de anexarse el territorio nicaragüense; al gobernador de Honduras no debió de gustarle el ofrecimiento por que encarceló a Belalcázar y lo envió a la Real Audiencia de Santo Domingo.

No había forma de llegar a la concordia entre ambos gobernadores; ambos pretendían invadirse los territorios, y López de Salcedo resultó ser más terco que Pedrarias. Cuando los vecinos de Bruselas se resistieron a dejar la ciudad; López de Salcedo envió a Andrés de Garbito con una fuerza disuasoria para que, a principios de 1528, los vecinos abandonaran la ciudad. Pero la situación se aclaraba y las pugnas fenecían cuando, en marzo de 1527, la Corona dispuso que los territorios de Nicaragua había que separarlos de la gobernación de Castilla del Oro, convertirlos en provincia independiente y nombrar a Pedrarias Dávila para que los gobernase.

A López de Salcedo se le acababa el empuje rebelde cuando los de la ciudad del León nicaragüense lo encerraron en prisión para congraciarse con el cascarrabias de Pedrarias. Este, durante siete meses, se regodeó de tenerlo en prisión; y cuando se le antojó lo puso en libertad y lo dejó marcharse hasta su gobernación de Honduras. López de Salcedo, moría el 3 de enero de 1530 y Pedrarias Dávila un año después. Con la muerte de los dos gobernadores aquel territorio quedaba más tranquilo

Bibliografía

• ”Epopeya de la raza extremeña en Indias” Vicente Navarro del Castillo, ISBN 84-400-5359-2

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