Revolución de 1968

Revolución de 1968
Manifestación en Helsinki (Finlandia) contra la intervención soviética en Checoslovaquia. Varios carteles dicen: Viva Dubcek.
Tanquetas en el Zócalo de México el 28 de agosto de 1968.

Revolución de 1968, o simplemente el 68, es un término de gran éxito mediático, pero de difícil precisión historiográfica, incluso de debatida calificación como revolución.[1] A veces se habla de ella como de un ciclo revolucionario (como el de la revolución de 1848 o la revolución de 1989), por la coincidencia temporal en el año 1968 del Mayo francés -que se suele considerar el epicentro del movimiento- con hechos y procesos similares.

Movimientos ligados a la revolución de 1968 pueden localizarse, entre otros países[2] en Estados Unidos (protestas contra la Guerra de Vietnam, especialmente las que tuvieron lugar durante la Convención Nacional Demócrata de 1968, el Movimiento por los derechos civiles -de más amplio recorrido, pero que significativamente sufrió ese mismo año el asesinato de dos líderes significativos: Martin Luther King y Robert Kennedy-, el Festival de Woodstock[3] -1969- y otros hechos y procesos relacionados), Checoslovaquia (Primavera de Praga, con su propuesta de socialismo de rostro humano quizá el desencadenante o precipitante[4] del movimiento parisino, mientras que su represión por los soviéticos significó una honda decepción en gran parte de la opinión progresista occidental), México (matanza de la plaza de Tlatelolco, coincidente con la celebración de los Juegos Olímpicos de México 1968) y España (algunos movimientos universitarios de oposición al franquismo, de mucha menor entidad). Otros países europeos sufrieron notables sacudidas un poco más tarde (el otoño caliente de 1969 en Italia, o las movilizaciones laborales de 1972-1973 en Gran Bretaña[5] ). La similitud de la Revolución Cultural china es menos evidente (estuvo dirigida desde el poder por el propio Mao, que dirigió una gigantesca movilización juvenil -Libro Rojo- contra sus enemigos dentro del aparato del Partido Comunista Chino) aunque sí se percibía como tal entre los grupos occidentales que pretendían inspirarse en ella.

Contenido

El 68 como movimiento social, cultural y político

Tales movimientos del 68 compartieron de un modo muy impreciso la misma dimensión cultural o política, con gran presencia estudiantil, de naturaleza asamblearia (más o menos manipulada o espontánea), pero siempre desbordando los cauces de participación ciudadana convencional, sindicales o políticos. Era muy habitual que se materializaran en ocupaciones de facultades y fábricas, o en protestas callejeras que, independientemente de su carácter inicial (sentadas, manifestaciones), solían derivar en alteraciones más graves, con destrozos, levantamiento de barricadas y enfrentamientos con la policía. Sus reivindicaciones eran habitualmente poco evidentes: aunque se iniciaban por problemas concretos, se terminaban haciendo genéricas, demandando la solidaridad y conexión con otros grupos, transformaciones altruistas y universales o vagas propuestas de autogestión. Su protagonismo estaba muy disperso entre grupos atomizados de confusa identificación: distintos movimientos sociales (pacifistas, feministas, homosexuales, primitivos ecologistas, etc.), distintos movimientos culturales (beatnik, hippie, happening, fluxus, pop-art, videoarte, land art, psicodelia, etc.) y distintos movimientos políticos caracterizados por su distanciamiento tanto de los Estados Unidos como de la Unión Soviética[6] (anarquistas, extrema izquierda -trotskistas, maoístas, situacionistas-, etc), rasgo del que incluso participó la aparición del denominado eurocomunismo entre los partidos comunistas de Europa Occidental.[7]

El 68 como cambio social y generacional

Otro rasgo común es la ausencia de éxito inmediato de las insurrecciones, una de las razones para calificarlas propiamente de revueltas y no revoluciones. No obstante, su impacto, medido generacionalmente (lo que suele denominarse el espíritu del 68 o sesentayochismo) suele considerarse mucho más importante que su fracaso relativo. El 68 representó la irrupción de una juventud posterior a la Segunda Guerra Mundial (la denominada demográficamente como el baby boom) que, a pesar de (o precisamente a causa de) estar recibiendo un nivel de formación educativa muy superior a la de sus padres (quienes se la estaban proporcionando confiados en su capacidad de generar ascenso social), parecía no compartir los valores de estos, ni encontrar sitio en una sociedad que percibían como encorsetada, llena de convencionalismos arcaicos y necesitada de cambios. Se ha llegado a decir que "por primera vez una clase de edad (adolescente y juvenil) tomó el relevo de las clases sociales".[8] Los términos burgués, capitalista, empresario, patrón o incluso viejo, se aplicaban como insulto (no pocas veces junto al epíteto cerdo). El encuadramiento de estos jóvenes se producía habitualmente fuera de las instituciones tradicionales de participación política y social, de forma poco coordinada en una pléyade de organizaciones de los denominados movimiento estudiantil, movimientos juveniles o contracultura.

Se ha interpretado la revolución de 1968, particularmente en los países occidentales, como resultado del prolongado periodo de bienestar económico, que generó un nuevo tipo de demanda social, ligado a nuevos patrones de ocio, de trabajo, de consumo y de socialización en la juventud, hasta entonces inverosímiles. En general, se acusa al 68 de la crisis de los valores tradicionales propia de la sociedad contemporánea, que tras el paso de la sociedad preindustrial a la sociedad industrial o sociedad de consumo de masas, se encaminaba hacia la sociedad postindustrial.

La posterior crisis del petróleo de 1973, con el problema del desempleo, generaría otro tipo de inquietudes, de signo opuesto, en la juventud de los años 80 y 90; cuyo estereotipo consistió en ser más materialista (en el sentido vulgar) y egoísta, desencantada y desmovilizada (pasotismo), que despreciaba la revolución para buscar soluciones individuales o el éxito personal (en el caso de los negocios, los denominados yuppies[9] ).

Los medios de comunicación y el cine del 68

El papel de los medios de comunicación fue muy destacado: por primera vez en la historia existía la posibilidad de llegar a un gran público con imágenes de televisión; y, como ocurrió con la propia guerra de Vietnam, el medio demostró no ser tan dócil al poder como habían pronosticado las distopías (1984 de George Orwell). El impacto (sobre una audiencia todavía muy virgen) de imágenes de manifestaciones, barricadas, cargas policiales o hechos de mayor violencia proporcionaban insospechadas capacidades de protagonismo a quien demostrara tener suficiente habilidad, fortuna o falta de escrúpulos para ello. La propaganda por el hecho y la acción directa que habían imaginado los anarquistas de finales del siglo XIX encontraban una enorme caja de resonancia. El mismo general De Gaulle, tras una penosa intervención televisiva que evidenció su envejecimiento físico, tuvo que renunciar a la imagen, para volver a los discursos radiofónicos que tan buenos resultados le dieron durante la Resistencia al nazismo, y que volvieron a demostrarse eficaces en esta ocasión.[10]

En la época de la nouvelle vague (nueva ola -grupo de cineastas franceses surgido en los años 50-) y del cinema verité (cine de la realidad), las manifestaciones y ocupaciones de fábricas y facultades fueron filmados por documentalistas muy próximos a los mismos protagonistas (grupo Medvedkine), incluyendo extensas entrevistas y debates en grupo. Lo adecuado de lo audiovisual como medio de expresión de los movimientos de la época hizo que, tanto entre las distribuidas minoritariamente (pases en versión original, salas de arte y ensayo o locales improvisados) como incluso entre las películas convencionales, haya una abundante muestra de cine del 68 en el que, por unas u otras razones, los jóvenes del 68 se identificaban, convirtiéndose en referente de la época.[11]

En cuanto a los medios de comunicación escritos, el ambiente del 68 generó publicaciones alternativas que utilizaban canales de distribución no comerciales como los fanzines. Por otro lado, los dazibaos (murales inspirados en el ejemplo chino) o las pintadas callejeras se convirtieron en vehículos de expresión individual y grupal.

Los intelectuales y el 68

Sartre y Beauvoir se reúnen con el Ché en Cuba, 1960.

El prestigio de los intelectuales más o menos cercanos al marxismo, al existencialismo o al estructuralismo, no necesariamente próximos entre sí, era muy alto en las universidades -verdaderos centros del movimiento-, desde Berkeley en California hasta la propia Sorbona en París, la London School of Economics en Inglaterra y la Universidad Libre de Berlín:[12] Noam Chomsky[13] (cercano al anarquismo y al trotskismo); Louis Althusser, Jean Paul Sartre[14] y su compañera Simone de Beauvoir[15] (cercanos al Partido Comunista Francés, del que en algún caso se acabaron distanciando[16] ), György Lukács y Lucien Goldmann (corriente denominada humanismo marxista), la escuela de Frankfurt (Marcuse, Adorno, Horkheimer, Habermas) los historiadores marxistas británicos (E. P. Thompson, Eric J. Hobsbawm[17] ) o la Escuela de Annales en Francia (Braudel); a los que hay que sumar el renovado interés por un filósofo de pasado polémico (cercano al nazismo) como era Martin Heidegger, o por una excéntrica tríada de rumanos exiliados de muy divergente trayectoria, pero amigos entre sí: Cioran, Mircea Eliade y Eugène Ionesco (uno de los cultivadores del teatro del absurdo, muy apropiado para epater le bourgoise -escandalizar al burgués-).[18] Podrían añadirse muchas otras figuras o corrientes, como las ligadas al psicoanálisis (Jacques Lacan, Erich Fromm). La producción intelectual de muchos otros sería más bien resultado o expresión de la propia revolución del 68, en lo que se ha venido en llamar la postmodernidad, como la de Jacques Derrida (deconstrucción) o gran parte de la obra de Michel Foucault.[19]

La relación de estos intelectuales y otros de otras corrientes con el movimiento estudiantil no fue de maestros a discípulos. De hecho, es la época de la antipsiquiatría[20] y la renovación educativa (Summerhill,[21] Benjamin Spock,[22] Paulo Freire,[23] el Libro rojo del cole[24] ) popularizadas en películas como One Flew Over the Cuckoo's Nest (Alguien voló sobre el nido del cuco, Miloš Forman, 1975 -adaptación de la novela de 1962 de Ken Kesey, una de las figuras visibles de la psicodelia y la contracultura-) o To Sir, with Love (Al maestro con cariño, James Clavell, 1967, readaptación de Blackboard Jungle -Semilla de maldad, 1955-) protagonizada por un profesor que conecta con un grupo de alumnos indisciplinados de un barrio marginal.[25] No se admitía la autoridad, el aprendizaje memorístico estaba desprestigiado, el alumno debía construir su propio aprendizaje (constructivismo) y los profesores debían aprender más de sus alumnos que éstos de aquéllos. Era muy comentado que en la Revolución Cultural china, los profesores acusados de desviacionismo o aburguesamiento eran reeducados y se les castigaba a manos de sus alumnos, humillándoles, golpeándoles u obligándoles a llevar orejas de burro (posteriormente, en una versión más radical, como fue la de los jemeres rojos de Pol Pot -1975-1979-, fueron uno de los objetos principales del genocidio camboyano).

No hubiera sido adecuado a la naturaleza de los movimientos de 1968 que los padres ocuparan funciones rectoras: fueron líderes (aunque ellos mismos negaban cualquier condición dirigente) los jóvenes más carismáticos surgidos del propio movimiento estudiantil, como Daniel Cohn-Bendit (Dani, el rojo) o Rudi Dutschke. El propio Sartre reconocía ese protagonismo juvenil:

Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna, que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es. Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo posible. No renuncien a eso.

Esa espontaneidad juvenil, y esas expectativas utópicas, en un clima vitalista que puede calificarse de bonheure revolutionnaire (felicidad revolucionaria), está presente en los archiconocidos lemas del 68, algunos aparecidos en pintadas:[27]

La imaginación al poder.

Prohibido prohibir.

Seamos realistas, pidamos lo imposible.

Queremos el mundo, y lo queremos ahora.

No te fíes de alguien que tenga más de treinta años.

Si no formas parte de la solución, formas parte del problema.

Dos jóvenes, ajenos a los convencionalismos sociales, en el festival de Woodstock, junto a muchos otros. Pocas imágenes como esta (una pareja interracial de varones melenudos, tirados en una pradera; uno de ellos, semidesnudo, sujetando indolentemente un libro) podrían suscitar tanta aversión para una opinión conservadora. Una verdadera brecha generacional que respondía a una verdadera contracultura.

Las repercusiones intelectuales de la revolución del 68 no han dejado de suscitar controversias. Desde el punto de vista conservador[28] se la suele considerar la responsable de la anomia, el relajamiento de costumbres (especialmente en el terreno sexual -revolución sexual-: divorcio, aborto, relaciones prematrimoniales, anticonceptivos -la píldora se comercializa desde 1960-, liberación de la mujer, modas "indecorosas" -minifalda de Mary Qant en 1965-, música "inapropiada" -en algunos casos satánica-[29] ), pérdida del respeto patriarcal y a la autoridad (por ejemplo, el tuteo generalizado), utilización de drogas, desprecio de la ética del trabajo. Incluso el Papa Benedicto XVI ha calificado a la mítica revolución de 1968 como el segundo iluminismo (comparándola con la descristianizadora Ilustración del siglo XVIII).[30] De hecho, la propia Iglesia Católica estaba inmersa en esa época en un proceso de aggiornamento (traducible por puesta al día) suscitado por el Concilio Vaticano II y el pontificado progresista de Pablo VI, y del que eran muestra los cambios litúrgicos (misa en lengua vernácula, música pop en los templos) y movimientos como los curas obreros o la teología de la liberación. En 1968 Hans Küng redacta una Declaración por la libertad de la teología que fue firmada por más de mil teólogos del mundo entero.[31]

El 68 y la lucha armada

La simpatía por los movimientos de liberación nacional y el movimiento tercermundista llegaba al punto de la fascinación por la figura del Che Guevara (fusilado en Bolivia en 1967), cuya imagen se imitaba (boina, pelo y barba) además de convertirse en un icono presente en todos los ámbitos imaginables (pósters, camisetas) que lo convirtieron en un verdadero santo laico. Parecida utilización tuvo la también controvertida figura de Malcolm X, víctima de un atentado de sus antiguos compañeros de la Nación del Islam en 1965 y cuyo activismo fue continuado por diversos grupos (como los Panteras Negras) cuya grado de relación con la violencia, su criminalización o incluso su manipulación por parte de las autoridades ha sido muy discutida. Gran repercusión tuvo el escándalo consiguiente al saludo del Black Power en los Juegos Olímpicos de 1968. Los siguientes Juegos Olímpicos de Múnich 1972 presenciaron el secuestro y asesinato de once deportistas israelíes por parte de un comando de terroristas palestinos (Septiembre Negro).

La existencia de activistas radicalizados procedentes de las movilizaciones del 68, coordinados en grupos que deseaban una implicación mayor en lo que se denominaba lucha armada, llevó a la constitución de verdaderos movimientos terroristas[32] con diversos fines, muchas veces amalgamados: anticapitalistas (Fracción del Ejército Rojo en Alemania -formado en 1970 por Andreas Baader y Ulrike Meinhof, procedentes del movimiento estudiantil del 68-, Brigadas Rojas en Italia -1969, Mario Moretti-), nacionalistas (reactivación del IRA en la Irlanda del Norte británica, fundación de la ETA en el País Vasco español), o de difícil clasificación (el grupo norteamericano que saltó a la fama por el secuestro de Patricia Hearst); pero todos ellos intentando aplicar doctrinas insurreccionales experimentadas en las guerras anticoloniales (sobre todo la Independencia de Argelia y la guerra de Vietnam) o en la revolución cubana: concepto de guerrilla urbana, principio de acción-reacción y la imagen del revolucionario como pez en el agua. También se popularizaron otras expresiones similares originadas en citas del libro rojo de Mao, como la consideración del imperialismo y el capitalismo como tigres de papel, cuya fortaleza era solo aparente. El mismo sentido tenía una frase muy citada de Che Guevara (de 1967), en la que reclamaba el surgimiento de muchos Vietnam.[33]

Se suele señalar la inspiración que el sesentayochismo proporcionó al surgimiento de movimientos armados latinoamericanos (Montoneros en Argentina, Sendero Luminoso en Perú) o a la continuidad de los preexistentes (Tupamaros en Uruguay, una de cuyas acciones fue reflejada por Costa-Gavras en la película État de Siège -Estado de sitio, 1972-). Más extraña y desconectada de los movimientos locales, pero también partícipe del mismo ambiente generacional, fue la trayectoria personal del enigmático terrorista internacional de origen venezolano Ilich Ramírez Sánchez (Carlos o el Chacal).

Véase también

Referencias

Bibliografía

Notas

  1. Para Jacques Derrida un acontecimiento que no sabemos denominar de otra forma que por su fecha, 1968. Para Raymond Aron era una revolución introuvable (inencontrable); para François Mitterrand, líder de la oposición socialista francesa en ese momento, "la revolución de los zánganos"; para el General De Gaulle "la revolución de los hijos de papá" (citados por Manuel Leguineche Aquel año 68, en Protagonistas del siglo XX, op. cit. pg. 508). El estudio comparativo de Charles Tilly (op. cit.), ni siquiera la cita como proceso revolucionario, a pesar de terminar su campo temporal en 1992, e incluir la de 1989. Para Francia sólo considera digna de tal nombre en el siglo XX a la Resistencia y liberación 1944-1945 de la Segunda Guerra Mundial (pg. 190). Tampoco Eric J. Hobsbawm (op. cit., pg. 297-304) es partidario de considerarla una revolución:
    Si hubo algún momento en los años dorados posteriores a 1945 que correspondiese al estallido mundial simultáneo con que habían soñado los revolucionarios desde 1917, fue en 1968, cuando los estudiantes se rebelaron desde los Estados Unidos y México en Occidente, a Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia en el bloque socialista, estimulados en gran medida por la extraordinaria erupción de mayo de 1968 en París, epicentro de un levantamiento estudiantil de ámbito continental. Distó mucho de ser una revolución, pero fue mucho más que el "psicodrama" o el "teatro callejero" desdeñado por observadores poco afectos como Raymond Aron. Al fin y al cabo, 1968 marcó el fin de la época del general De Gaulle en Francia, de la época de los presidentes demócratas en los Estados Unidos, de las esperanzas de los comunistas liberales en el comunismo centroeuropeo y (mediante los silenciosos efectos posteriores de la matanza estudiantil de Tlatelolco) el principio de una nueva época en la política mexicana.

    El motivo por el que 1968 (y su prolongación en 1969 y 1970) no fue la revolución, y nunca pareció que pudiera serlo, fue que los estudiantes, por numerosos y movilizables que fueran, no podían hacerla solos. Su eficacia política descansaba sobre su capacidad de actuación como señales y detonadores de grupos mucho mayores pero más difíciles de inflamar. Desde los años sesenta los estudiantes han conseguido a veces actuar así: precipitaron una enorme ola de huelgas de obreros en Francia y en Italia en 1968, pero, después de veinte años de mejoras sin paralelo para los asalariados en economías de pleno empleo, la revolución era lo último en que pensaban las masas proletarias. No fue hasta los años ochenta, y eso en países no democráticos tan diferentes como China, Corea del Sur y Checoslovaquia, cuando las rebeliones estudiantiles parecieron actualizar su potencial para detonar revoluciones, o por lo menos para forzar a los gobiernos a tratarlos como un serio peligro público, masacrándolos a gran escala, como en la plaza de Tiannammen, en Pekín.

    En cambio, Fernand Braudel las compara a otras transformaciones en el plano temporal de la larga duración (longue durée): Renacimiento, Reforma, 1968: revoluciones culturales de larga duración en el diario La Jornada, Suplemento La Jornada Semanal, num. 226, 10 de octubre de 1993. De modo parecido parece haberlo hecho Immanuel Wallerstein, 1968: revolución en el sistema-mundo. Tesis e Interrogantes en Estudios Sociológicos, num. 20, 1989. Estos últimos son citados por Carlos Antonio Aguirre Rojas en Balance crítico del siglo XX histórico, nota 14 (consultado en wikilearning, extraído de: http://www.lainsignia.org, 15 de septiembre de 2005). Este autor también cita dos trabajos propios: 1968: la gran ruptura (diario La Jornada, Suplemento La Jornada Semanal, num. 225, 3 de octubre de 1993), y Repensando los movimientos de 1968 (en 1968. Raíces y Razones, Ed. Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Cd. Juárez, 1999).
  2. Algunos llegan a contar 30 "movimientos revolucionarios de cierta importancia" (Josep Ramoneda, La "contestación" desafía a la autoridad, en Protagonistas del siglo XX op. cit. pg. 496-498.
  3. Hubo un festival similar en el Reino Unido: Isle of Wight Festival 1969 August 30th and 31st 1969 y History 1968-1970 (páginas web sobre la historia del Festival de la Isla de Wihgt.
  4. La terminología que designa distintos papeles a las causas de las revoluciones ha sido analizada sobre todo en la obra de Elliott, J. H.; Mousnier, R.; Raeff, M.; Smith, J. W.; Stone, L. (1975.) Revoluciones y rebeliones en la Europa Moderna. Cinco estudios sobre sus precondiciones y precipitantes. Prólogo de Jack P. Greene y R. Foster. Madrid: Alianza.
  5. Huelgas de mineros, estibadores y trabajadores de las centrales eléctricas contra el recorte de derechos sociales que aprobó el gobierno conservador. Artola y Ledesma, op. cit., pg. 452
  6. Las dos superpotencias, a pesar de las políticas de distensión, no habían conseguido superar la guerra fría ni el miedo al holocausto nuclear (destrucción mutua asegurada), como había demostrado recientemente la crisis de Berlín o la crisis de los misiles cubanos. El miedo a veces era vivido paródicamente, como en la película Dr. Strangelove (Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú, de Stanley Kubrick, 1964).
  7. Las fuentes genéricas para esta sección son las indicadas en la bibliografía, especialmente Artola y Pérez Ledesma, Con Bendith, Eric Hobsbawm, Akal, Protagonistas del siglo XX op. cit.
  8. Henri Weber, sociólogo y él mismo joven del 68, citado por Josep Ramoneda Protagonistas del siglo XX, op. cit. pg. 497
  9. Yuppies en St. James Encyclopedia of Pop Culture, Tina Gianoulis.
  10. Para los Estados Unidos, en una época anterior es muy citada la influencia, aparentemente decisiva para la campaña electoral, que tuvo el debate televisado entre Richard Nixon y John F. Kennedy el 26 de septiembre de 1960 The Kennedy-Nixon presidential debates, 1960, por Erika Tyner Allen. También ha sido muy analizado el impacto negativo para la presencia norteamericana en Vietnam que tuvieron las imágenes fotográficas y televisadas de la guerra tomadas por los periodistas que acompañaban a su propio ejército y muy poco sujetos a censura; asunto que tuvo muy distinto tratamiento en guerras posteriores (control de los periodistas en pools, apagones informativos, etc.) de modo que el distanciamiento convirtiera la imagen televisiva de los conflictos en algo comparable a un videojuego.
  11. El nombre del grupo se puso en referencia a Alexander Medvedkin, documentalista ruso de los años 30 que recorría la Unión Soviética en tren, filmando de día, revelando de noche en un laboratorio instalado en un vagón del mismo tren, y mostrando su trabajo al día siguiente a las mismas poblaciones que había filmado. Groupe Medvedkine: Nouvelle Société No. 5 (1969). Con y contra el cine. En torno a mayo del 68 Proyecciones y conferencias en el Instituto Francés de Barcelona, mayo de 2008. Films del Grupo Medvedkine: imágenes de la clase obrera en Francia del ’68, en La Verdad Obrera, 12 de junio de 2008. Entre el docudrama y el formato propio de las películas de ficción se encuentran dos películas-documento que alcanzaron enorme prestigio, una antes del 68 (La batalla de Argel -Gillo Pontecorvo, 1965-, sobre la independencia de Argelia) y otra posterior (La batalla de Chile -Patricio Guzmán, en tres partes, de 1973 a 1979- sobre el periodo de Salvador Allende y el golpe de Augusto Pinochet en Chile). En cuanto a las películas de formato convencional (dentro de lo poco convencional que era ese cine) que reflejan el ambiente de la época, están las de Jean-Luc Godard (La Chinoise -La china, 1967-) o las de François Truffaut (Fahrenheit 451 -1966, una distopía que denunciaba el autoritarismo y la censura-; L'Enfant sauvage -El pequeño salvaje, 1969, sobre un niño feral, muy relacionada temáticamente con los movimientos de renovación educativa contemporáneos-). Un estudio de Patricia Badenes Salazar sobre El cine de mayo del 68, en La estética en las barricadas: Mayo del 68 y la creación artística. Universitat Jaume I, 2006. ISBN 978-84-8021-547-3, pg. 198.

    El resto del cine europeo demostraba también una vitalidad muy en sintonía con el espíritu del 68. En los países del este, algunos directores consiguieron un notable impacto, tanto en sus países como en Occidente, a pesar de (o quizá precisamente a causa de) sus problemas con la censura oficial, que imponían en la mente de todos segundas lecturas de debatida interpretación: en Checoslovaquia Milos Forman (Al fuego, bomberos -en checo Horí, má panenko, en inglés The Firemen's Ball-, 1967, ficha en Internet Movie Database) o Jiří Menzel (Trenes rigurosamente vigilados -en checo Ostre sledované vlaky, en inglés Closely Watched Trains-, 1966, ficha), en la propia URSS Andréi Tarkovski (Andréi Rubliov, que protagonizó un escandaloso pase en el festival de Cannes de 1966, y Solaris -la respuesta soviética a 2001, de 1972-). En Italia, el neorrealismo de posguerra había dado paso a un cine también cargado de mensaje, onírico pero muy implicado socialmente: Ocho y Medio (Federico Fellini, 1963) o Pajaritos y pajarracos (Pier Paolo Pasolini, 1966). Otro director italiano de la época, Bernardo Bertolucci (Antes de la revolución, 1964, El conformista, 1970), ha expresado que le interesan tres "revoluciones: la cinemática, la sexual y la política, las cuales se sincronizaron en 1968" (citado por David Walsh Bernardo Bertolucci, artista de la "Generación del 1968", encuentra su destino, reseña de Los soñadores, 19 de febrero de 2004). Más cercano aún al surrealismo estaba el cine que en distintos países realizaba el español Luis Buñuel (Viridiana -España, 1961-, Simón del desierto -México, 1965- Belle de Jour o El discreto encanto de la burguesía -Francia, 1967 y 1972-). En España, donde la existencia de censura franquista ocasionaba problemas (u oportunidades) semejantes a los países del este, La caza (película) (de Carlos Saura, 1965) planteaba el conflicto generacional en medio de una violenta y agobiante atmósfera (del mismo autor es Peppermint frappé, 1967). Luis García Berlanga había conseguido en El verdugo (1963) expresar no sólo el tema obvio de la pena de muerte, sino problemas sociales más profundos, como la represión y difícil convivencia generacional. El medio televisivo en España estaba aún más controlado, pero sus escasas oportunidades de expresión fueron aprovechadas por directores como Valerio Lazarov (El Irreal Madrid, 1969) y Narciso Ibáñez Serrador (Historia de la frivolidad, 1967). En México, Luis Alcoriza, colaborador de Buñuel, logra una viva metáfora de la familia inmovilizada ante la presión agobiante de los cambios en Mecánica nacional (1971). Un estudio de Álvaro Lopez Mantecón sobre La visualidad del 68 en el contexto mexicano puede verse en Olivier Debroise La era de la discrepancia: arte y cultura visual en México, 1968-1997 , UNAM, 2006. ISBN 978-970-32-3829-3 pg. 34.

    Para el cine del 68 anglosajón, también muy abundante y significativo, resulta significativo comprobar que el año 1968 es el de dos películas muy notables: Planet of the Apes (El planeta de los simios, de Franklin J. Schaffner) y 2001: A Space Odyssey (película) (2001, una odisea espacial, de Stanley Kubrick), ambas ofreciendo una lectura social del presente desde la perspectiva de la ciencia ficción, a sólo un año de distancia del alunizaje del Apolo XI (20 de julio de 1969). De 1967 es El Graduado. De 1968, dos perspectivas tan opuestas sobre los cambios sociales como Yellow Submarine (de los Beatles, epítome de la psicodelia) y Las sandalias del pescador (adaptación de la novela de Morris West sobre la elección de un papa procedente de un país comunista en medio de una crisis mundial). Clasificable dentro del género comedia, pero muy significativa, es The party (El guateque, de Blake Edwards). De 1969 son dos películas que describen nuevos comportamientos sociales divergentes de segmentos más o menos marginales, pero que llegarían a ser prestigiosos entre la opinión juvenil: Easy Rider y Midnight Cowboy.

  12. La "nómina" de intelectuales cercanos al 68, tanto por su participación directa como por su utilización es amplísima. De hecho, es muy habitual que el 68 sea un referente vital e intelectual en muchos de ellos, hasta tal punto que ha producido reflexiones conscientes en sus escritos y referencias más o menos amplias en sus biógrafos o estudiosos. Un buen y breve intento de sistematización es el de Josep Ramoneda La "contestación" desafía a la autoridad, en Protagonistas del siglo XX, nº 21 op. cit. pg.496, continuado para la literatura sudamericana por el artículo de Juan Cruz El revolucionario "Boom" de las palabras, pg. 498.
  13. La responsabilidad de los intelectuales, 1967
  14. Pese a ser obras filosóficas de alta dificultad, se divulgaron mucho (al menos se citaban mucho) El ser y la nada (L´être et le néant, 1943), El existencialismo es un humanismo (1945 y 1949) y Crítica de la razón dialéctica (Critique de la raison dialectique, 1960). De forma más implicada en el presente político, se encuentran diversos volúmenes de Situaciones, sobre todo los números V: Colonialismo y neocolonialismo (Colonialisme et néo-colonialisme, 1964), VI: Problemas del marxismo 1 (Problèmes du marxisme, I, 1964), VII: Problemas del marxismo 2 (Problèmes du marxisme, II, 1965), VIII: Alrededor del 68 (Autour de 68, 1972).
  15. El segundo sexo (1949). Alicia Puleo Mayo del 68 visto por Simone de Beauvoir
  16. Sartre incluso llegó a dirigir un periódico prochino prohibido por el gobierno: La Cause du Peuple. Artola y Ledesma, op. cit., pg. 453.
  17. Las actividades de este grupo de historiadores del Partido Comunista de Gran Bretaña ha tenido una relación muy polémica con el espionaje y el contraespionaje. Incluso muy recientemente, La inteligencia británica se niega a enseñar a Hobsbawm los datos que guarda sobre él, en Público, 2 de marzo de 2009.
  18. Daniel Dubuisson, Trois Roumains a Paris, La Quinzaine littéraire, citado en xexus.com
  19. La arqueología del saber ( L'archéologie du savoir, 1969), Siete sentencias sobre el séptimo ángel (Sept propos sur le septième ange, 1970), El orden del discurso (L'ordre du discours, 1970), Esto no es una pipa (Ceci n'est pas une pipe, 1973), Vigilar y castigar (Surveiller et punir, 1975), Historia de la sexualidad (Histoire de la sexualité, 1976-1984).
  20. David Cooper Psiquiatría y antipsiquiatría (1967).
  21. A. S. Neill Summerhill: A Radical Approach to Child Rearing (con prólogo de Erich Fromm, 1960), Freedom, Not License! (1966), Talking of Summerhill (1967), Children's Rights: Toward the Liberation of the Child (junto a Leila Berg, Paul Adams, Nan Berger, Michael Duane, y Robert Ollendorff, 1971).
  22. The Common Sense Book of Baby and Child Care, 1946; Dr. Spock on Vietnam; Dr. Benjamin Spock in Berkeley. Grabación radiofónica, introducida por James Forman. Grabada en el Berkeley Community Theater, 4 de febrero de 1968. Talk on the charges against Spock for conspiring to aid, abet, and counsel young men to resist the draft. Pacifica Radio Archives.
  23. Educación como práctica de la libertad, 1967
  24. Søren Hansen y Jesper Jensen, 1969.
  25. Sidney Poitier, que representaba al profesor en la de 1967, ya había representado a un alumno problemático en la de 1955 (protagonizada aquélla por Glenn Ford). Poitier, de raza negra, era él mismo un símbolo de la lucha por los derechos civiles. En el mismo año 1967 estrenó Guess Who's Coming to Dinner (Adivina quién viene a cenar esta noche) sobre las relaciones interraciales, donde comparte protagonismo con actores también conocidos por sus ideas liberales como Spencer Tracy y Katharine Hepburn, pertenecientes a una generación anterior.
  26. Citado por Enrique Valiente Noailles, El Mayo rebelde. Los límites de lo posible La Nación 4 de mayo de 2008 (toda la sección Enfoques de ese número se dedica a la revolución del 68).
  27. Véase un catálogo más completo en Mayo Francés#Eslóganes y graffiti. Los primeras se asocian habitualmente al mayo francés, mientras que el último proviene de Estados Unidos: Eldridge Cleaver lo usó en su campaña electoral para la presidencia en 1968 "You're either part of the solution or part of the problem." Parece ser una variación de esta cita de The Guthrian, del año 1961: "Every person is either part of the problem, or part of the solution." (Yale Book of Quotations pg. 158).
  28. J. M. Martí Font: Elecciones presidenciales en Francia: Sarkozy promete enterrar Mayo del 68. El filósofo Glucksmann ("hijo del 68") pide el voto para el líder conservador ante 30.000 personas en París, El País 30/04/2007.
  29. No sólo por sus detractores, sino por los propios protagonistas: los Rolling Stones se preciaban del título de Sus Satánicas Majestades y contrataron a los Ángeles del Infierno (Hell's Angels, una violenta banda motera) como seguridad de un concierto que se saldó con un muerto (se ha apuntado que ese episodio puede ser una de las posibles inspiraciones de una de las oscuras metáforas de la canción American Pie -Don McLean, 1971-: And as I watched him on the stage, my hands were clenched in fists of rage; / No angel born in hell, could break that Satan's spell Understanding American Pie, American Pie Revisited).
  30. |J.L.V. [1], citando un discurso a los sacerdotes de la diócesis de Aosta, en julio de este año (2008):
    «Después de la gran crisis de esta lucha cultural que estalló en 1968, donde realmente parecía que había pasado la época histórica del cristianismo, vemos que las promesas del 68 no se han cumplido; y renace la convicción de que hay otro mundo; más complejo, porque exige estas transformaciones de nuestro corazón, pero más verdadero. En 1968, muchos pensaban que el tiempo histórico de la Iglesia y de la fe ya había concluido, que se había entrado en una nueva era, donde estas cosas se podrían estudiar como si fueran mitología clásica. Al contrario, es preciso hacer comprender que la fe es de actualidad permanente y de gran racionalidad. Por tanto, una afirmación intelectual en la que se comprende también la belleza y la estructura orgánica de la fe».

    La misma fuente cita también al papa en el prólogo a su esclarecedor libro Introducción al cristianismo:

    El año 1968 está ligado al surgimiento de una nueva generación, que no sólo consideró inadecuada, llena de injusticia, de egoísmo y afán de posesión, la obra de reconstrucción tras la segunda guerra mundial, sino que concibió toda la evolución de la Historia, comenzando por la época del triunfo del cristianismo, como un error y un fracaso. Queriendo mejorar la Historia, crear un mundo de libertad, de igualdad y de justicia, estos jóvenes creyeron que habían encontrado el mejor camino en la gran corriente del pensamiento marxista.
  31. La verdad de Hans Küng, El País, 8 de marzo de 2009.
  32. Eric Hobsbawm, op. cit. pg. 301:
    Tras el fracaso de los grandes sueños de 1968, algunos estudiantes radicales intentaron realmente hacer la revolución por su cuenta formando bandas armadas terroristas, pero, aunque estos movimientos recibieron mucha publicidad (con lo que alcanzaron por lo menos uno de sus principales objetivos), rara vez tuvieron una incidencia política seria. Donde amenazaron con tenerla, fueron suprimidos rápidamente en cuanto las autoridades se decidieron a actuar: en los años setenta, mediante la brutalidad extrema y la tortura en las "guerras sucias" de América del Sur, o mediante sobornos y negociaciones por debajo de la mesa en Italia. Los únicos supervivientes significativos de estas iniciativas en la década final del siglo eran los terroristas vascos de ETA y la guerrilla campesina, teóricamente comunista, de Sendero Luninoso en Perú, un regalo indeseado del personal y los estudiantes de la Universidad de Ayacucho a sus compatriotas.
  33. Mensaje a los Pueblos del Mundo, leído ante la Tricontinental en La Habana, el 16 de abril de 1967. Obras Escogidas, pag. 552.
  34. Entre su repertorio de fuentes, citan a: Daniel Bell El advenimiento de la sociedad postindustrial (1976), A. Nieto y C. Monedero Ideología y sociología del movimiento estudiantil, Barcelona: Ariel (1977) y M. Mella Vázquez (comp.) La izquierda europea. Análisis de la crisis de las ideologías de izquierda, Barcelona: Teide (1985)

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