Plinio el Viejo

Plinio el Viejo
Plinio el Viejo
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Plinio el Viejo: un imaginativo retrato del siglo XIX. Ninguna representación contemporánea de Plinio ha sobrevivido
Nombre completo Gayo Plinio Cecilio Segundo
Nacimiento 23
Comum, actual Como, en Italia
Defunción 25 de agosto de 79 (56 años)
Estabia (hoy Castellammare di Stabia).
Seudónimo Plinio el Viejo
Ocupación escritor, científico, naturalista y militar romano.
Nacionalidad romana
Obras notables Naturalis Historia

Gayo Plinio Cecilio Segundo, conocido como Plinio el Viejo, fue un escritor latino, científico, naturalista y militar romano. Nació en Comum (la actual Como, en Italia) en el año 23 y murió en Estabia (hoy Castellammare di Stabia) el 25 de agosto del año 79.

Tras estudiar en Roma, a los veintitrés años inició su carrera militar en Germania, con una duración de doce años. Llegó a ser comandante de caballería antes de regresar a Roma, en el año 57, donde se dedicó al estudio y cultivo de las letras. A partir del año 69 desempeñó varios cargos oficiales al servicio del emperador Vespasiano. Agudo observador, fue autor de algunos tratados de caballería, una historia de Roma y varias crónicas históricas, hoy perdidas. Perteneció al orden ecuestre. Desarrolló su carrera militar en Germania, y como procurador romano en Galia e Hispania alrededor del 73.

Contenido

Biografía

Gayo Plinio Segundo fue miembro de la clase social de los caballeros romanos (eques), ya que su padre pertenecía al orden ecuestre, y su madre era hija del senador Cayo Cecilio de Novo Como. Su padre lo envió a Roma y confió su educación a uno de sus amigos, el poeta y general P. Pomponio Segundo. De él adquirió Plinio el deseo por aprender, que conservó durante toda su vida. Dos siglos después de la muerte de los Gracos, pudo admirar algunos de sus manuscritos autógrafos en la biblioteca de su preceptor, de quien redactó más tarde una biografía. Plinio menciona a los gramáticos y retóricos Remio Palemón y Aurelio Fusco en su Naturalis Historia (xiv. 4; xxxiii. 152) de los que fue sin duda su alumno. En Roma, estudió botánica en el jardín de Antonio Castor y conoció los antiguos árboles-lotos en los terrenos que habían pertenecido en su día a Craso. Asimismo, pudo contemplar la vasta estructura edificada por Calígula (XXXVI. III) y probablemente asistió al triunfo de Claudio en Britania. Bajo la influencia de Séneca, llegó a ser un estudiante apasionado de la filosofía y la retórica y comenzó a ejercer la profesión de abogado.

En el año 47 participó, a las órdenes de Corbulón, en la campaña militar contra los germanos, donde tomó parte en la construcción de un canal entre el Rin y el Mosa. Como joven comandante de caballería (praefectus atae), redactó un ensayo (perdido) sobre las técnicas de combate a caballo (De iaculatione equestri).

En Galia y en Hispania, aprendió el significado de un buen número de palabras célticas. Observó los lugares relacionados con la invasión romana en Germania; las causas de las victorias de Druso y soñó que el vencedor le conminaba a transmitir sus hazañas a la posteridad (Plin. Epp. iii. 5, 4). Su sueño le incita a relatar la historia de todas las guerras entre romanos y germanos.

Durante el mandato de Nerón vivió principalmente en Roma, donde asistió a la construcción de la Domus Aurea de Néron después del gran incendio del año 64 (XXXVI. 111).

Entre tanto, completa los veinte libros de su Historia de las guerras germánicas, única obra de referencia citada en los seis primeros libros de los 67).

Bajo el principado de su amigo Vespasiano, se reincorporó al servicio del estado como procurador en la Galia Narbonense (70) y en la Hispania Tarraconense (73). Visitó también la Galia bélgica (74). Durante su estancia en Hispania, se familiarizó con la agricultura y las minas del país. Luego visitó África (VII. 37). A su regreso a Italia, aceptó un cargo de Vespasiano, quien le consultaba antes de dedicarse a sus ocupaciones oficiales. Al final de su mandato, se consagró esencialmente a sus estudios (Pun. Epp. III. 5, 9).

Completó una Historia de su tiempo en 31 libros, que tratando desde el reinado de Nerón hasta el de Vespasiano, no quiso que se publicara hasta después de su muerte (N. H., Praef. 20). Esta obra es citada por Tácito (Ann. XIII. 20, XV. 53; Hist. III. 29) y tuvo influencia sobre Suetonio y Plutarco.

Casi llegó a terminar su gran obra Naturalis Historia, una enciclopedia en la que Plinio reúne una gran parte del saber de su época. Este trabajo había sido planificado bajo la dirección de Nerón. Las informaciones que recoge llegan a ocupar no menos de 160 volúmenes, cuando Larcio Licino, el legado pretor de la Hispania Tarraconense, intenta en vano comprarlos por el equivalente a más de 200 000 £ (valor estimado en 2002). Dedicó esta obra a Tito Flavio Vespasiano en el año 77.

Poco después es nombrado por Vespasiano prefecto de la flota romana en Misenum (Miseno).

El 24 de agosto de 79, cuando se produce la erupción del Vesubio que sepultó a Pompeya y Herculano, se encontraba en Miseno. Queriendo observar el fenómeno más de cerca y deseando socorrer a algunos de sus amigos que se encontraban en dificultades sobre las playas de la bahía de Nápoles, atravesó con sus galeras la bahía llegando hasta Stabies (hoy Castellamare di Stabia), donde murió, posiblemente asfixiado, a la edad de 56 años.

La erupción fue descrita por su sobrino Plinio el Joven, de ahí que en vulcanología se haya denominado «erupción pliniana» a la erupción violenta de un volcán con proyección en altura de materiales pulverizados formando un penacho con figura de sombrilla.

El relato de sus últimas horas es contado en una interesante carta que su sobrino y heredero, Plinio el Joven, dirige, 27 años después de los hechos, a Tácito (Epp. VI. 16). También envió, a otro corresponsal, un informe sobre los escritos y el modo de vida de su tío (III. 5):

Comenzaba a trabajar al salir el día.... No leía nada sin hacer un resumen porque decía que no había libro, por malo que fuese, que no contuviera algún valor. Estando en casa, sólo excluía la hora del baño para estudiar. Cuando viajaba, y había sido descargado de otras obligaciones, se consagraba únicamente al estudio. En una palabra, consideraba como perdido el tiempo que no podía dedicar al estudio.
Plinio el Joven

El único fruto de su incansable labor que ha llegado a nuestros días es su Naturalis Historia, que fue utilizada como referente durante varios siglos por innumerables alumnos.

Su filosofía

Como muchos de los hombres cultos de principios del Imperio romano, Plinio es adepto del estoicismo. Está ligado a su más noble representante, Publio Clodio Thrasea Peto, y recoge también la influencia de Séneca.

Este estoico, que se entrega al estudio de la naturaleza, y cuya moral le enseña a ser grato a los demás, busca sin cesar, en su obra literaria, ser benéfico e instruir a sus contemporáneos (Praef. 16, xxviii. 2, xxix. I).

Fue también influenciado por el epicureísmo, el academicismo y la renaciente escuela pitagórica. Pero su visión de la naturaleza y de los dioses es esencialmente estoica. Según él, es la debilidad de la humanidad la que encierra la deidad bajo formas humanas mancilladas de faltas y de vicios (ii. 148). La divinidad es real; es el alma del mundo eterno, dispensando sus beneficios tanto sobre la tierra como sobre el sol y las estrellas (ii. 12 seq., 154 seq.). La existencia de la divina Providencia es incierta (ii. 19), pero la creencia en su existencia y en el castigo de los pecados es saludable (ii. 26); y la recompensa de la virtud consiste en la elevación a la divinidad de los que se asemejarían a un dios haciendo el bien por la humanidad (ii. 18, Deus est mortali juvare mortalem, et haec ad aeternam gloriam via). Es malo indagar sobre el futuro y violentar la naturaleza recurriendo a las artes mágicas (ii. 114, xxx. 3); pero la importancia de los prodigios y los presagios no debe ser rechazada (ii. 92, 199, 232).

La visión que Plinio tiene de la vida es sombría; ve a la raza humana hundida en la ruina y la miseria (ii. 24, vii. 130). Se entrega a declamaciones contra el lujo y la corrupción moral, tan frecuentes (como las de Séneca) que acaban por cansar al lector; y su retórica florece prácticamente contra los inventos útiles (como el arte de la navegación) a la espera del buen sentido y del buen gusto (xix. 6).

Con el espíritu de fiereza nacional del romano, combina la admiración de las virtudes que han integrado la República y su grandeza (xvi. 14, xxvii. 3, xxxvii. 201). No elude los hechos históricos desfavorables a Roma (xxxiv. 139), e incluso cuando el alaba a los miembros eminentes de las familias romanas distinguidas, es libre de la parcialidad de Tito Livio por la aristocracia. Las clases agrícolas y los viejos señores del orden ecuestre (Cincinato, Manio Curio Dentato, Serrano y Catón el Viejo) son para él los pilares del Estado; y se lamenta amargamente del declive de la agricultura en Italia (xviii. 21 et 35, latifundia perdidere Italiam). Incluso para la Historia de los comienzos de Roma, prefiere seguir a los autores anteriores a Augusto; sin embargo, ve al poder imperial como indispensable para el gobierno del imperio y saluda el salutaris exortus de Vespasiano (xxxiii. 51).

Al final de su trabajos literarios, como único romano que ha escogido como tema la integridad del mundo de la naturaleza, implora la bendición de la madre universal sobre toda su tarea.

En literatura atribuye el lugar más alto a Homero y Cicerón (xvii. 37 seq.) y coloca en segundo lugar a Virgilio.

Dedica un profundo interés a la naturaleza y a las ciencias naturales, estudiándolas como habían sido abordadas por el mundo romano. A pesar de la poca estima que en su época se tenía a este género de estudios, se esfuerza siempre para estar al servicio de sus conciudadanos (xxii. 15).

La envergadura de su obra es completa, siendo una enciclopedia de todos los conocimientos y las artes tanto aquellos que están ligados a la naturaleza como los que atraen sus materias. Con este objeto, estudia todo lo que de autoridad tiene sobre estos temas y no olvida citar sus fuentes. Sus índices auctorum suelen ser las autoridades que el mismo ha consultado (aunque esto no sea exhaustivo), a veces estos nombres representan los autores principales sobre el tema, que no son conocidos sino en forma subsidiaria. Reconoce con franqueza sus deudas con todos sus predecesores en una frase que merece ser proverbial (Praef. 21): est enim benignum, ut arbitror, et plenum ingenui pudoris fateri per quos profeceris. Por el contrario, no tiene el carácter o el tiempo para indagar sobre sí mismo.

Es evidente que quien pasa todo su tiempo en leer, escribir y compulsar los extractos de sus predecesores, no puede dejar de tener un pensamiento independiente para una observación experimental paciente de los fenómenos naturales. Pero esta curiosidad científica para los fenómenos de la erupción del Vesubio que dirigen su vida de estudio infatigable e incluso le conducen a su fin prematuro, y toda la crítica que se puede hacer a sus defectos de omisión queda desarmada por el candor de su confesión en su prefacio : nec dubitamus multa esse quae et nos praeterierint; homines enim sumus et occupati officiis.

Su estilo traicionó una influencia de Séneca. Apunta menos a la claridad que al epigrama. Está lleno de antítesis, preguntas, exclamaciones, tropos, metáforas y otros manierismos de la época julio-claudia. La forma rítmica y artística de la frase es sacrificada por una pasión por el énfasis que espera hablar del sujeto al final del periodo. La estructura de la frase es también a menudo errática e inconexa. Se nota también una utilización excesiva del ablativo absoluto, y frases en ablativo son con frecuencia puestas en aplicativo para expresar la opinión del autor sobre un enunciado que precede inmediatamente, por ejemplo : xxxv. 8o, dixit (Apelles)...uno se praestare, quod manum de tabula sciret tollere, memorabili praecepto nocere saepe nimiam diligentiam.

Hacia la mitad del siglo III, un resumen de las partes geográficas de la obra de Plinio fue realizado por Solino, y al inicio del siglo IV, los pasajes sobre medicina fueron reunidos en los Medicina Plinii. A comienzos del siglo VIII, Beda el Venerable poseía un manuscrito de toda la obra. En el siglo IX, Alcuino envió a Carlomagno un ejemplar de los primeros libros (Epp. 103, Jaffé); y Dicuil reunió extractos de las páginas de Plinio para su Mensura orbis terrae (c. 825).

Los trabajos de Plinio fueron tenidos en gran estima en la Edad Media. El número de manuscritos que nos quedan es alrededor de 200, pero el más interesante de entre los más antiguos, el de Bamberg, sólo contiene los libros xxxii à xxxvii. Robert de Cricklade, superior de Saint Frideswide en Oxford, dirigió al rey Enrique II un Defloratio que contenía nueve volúmenes de selecciones tomadas de uno de los manuscritos de esta clase. Entre los manuscritos más antiguos, el codex Vesontinus, que se encontraba en otro tiempo en Besançon (siglo XI), fue separado en tres partes, apareciendo una en Roma, otra en París, y la última en Leiden (donde existe también una transcripción del manuscrito total).

Plinio se interesó especialmente en la fabricación de papiros (xiii. 68-38) y en las diferentes clases de tintas de púrpura (ix. 130) mientras que su descripción del canto del ruiseñor es un ejemplo elaborado del carácter espléndido de su prosa (x. 81 seq.).

Se pueden ver estatuas de los dos Plinio en postura sedente, revestidos del hábito de los eruditos de los años 1500, en la entrada principal de la catedral de Como.

Las anécdotas de Plinio el Viejo sobre los artistas griegos inspiraron a Vasari los temas de los frescos que aun decoran las paredes de su antigua casa en Arezzo.

Historia de los animales

Lamentablemente, de su obra sólo se ha conservado la Historia Natural (Naturalis Historia) en 37 libros, fruto de la información recogida de más de 2.000 libros. En ella recopila importantes conocimientos científicos de la antigüedad que abarcan la botánica, la zoología, la mineralogía, la medicina y la etnografía.

La ornitología

El libro X está dedicado a las aves y se inicia con el estudio sobre el avestruz. Plinio lo considera como el punto de paso de las aves a los mamíferos. Aborda el estudio de numerosas especies y se detiene particularmente sobre las águilas y otras rapaces como los gavilanes.

Si bien toma prestados numerosos pasajes de Aristóteles, su obra es inferior y los relatos más fabulosos cohabitan con los de hechos más realistas.

Véase también

Bibliografía

  1. Volumen I: Libros I-II. 1995. ISBN 978-84-249-1685-5. 
  2. Volumen II: Libros III-VI. 1998. ISBN 978-84-249-1901-6. 
  3. Volumen III: Libros VII-XI. 2003. ISBN 978-84-249-2379-2. 
  4. Volumen IV: Libros XII-XVI. 2010. ISBN 978-84-249-1525-4. 

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