Batalla de Teruel

Batalla de Teruel
Batalla de Teruel
Parte de la Guerra Civil Española
Plaza del torico Teruel.jpg
Fecha 15 de diciembre de 1937 a 22 de febrero de 1938
Lugar Teruel y alrededores, (España)
Resultado Victoria inicial republicana
Victoria del Bando sublevado
Beligerantes
Flag of Spain 1931 1939.svg República Española
Flag of the International Brigades.svg B. Internacionales
Bandera del bando nacional 1936-1938.svg Bando sublevado
Bandera de la Alemania Nazi. III Reich
Comandantes
Flag of Spain 1931 1939.svg Hernández Saravia
Flag of Spain 1931 1939.svg Vicente Rojo Lluch
Flag of Spain 1931 1939.svg Leopoldo Menéndez
Flag of Spain 1931 1939.svg Juan Ibarrola Orueta
Flag of Spain 1931 1939.svg Enrique Líster
Flag of Spain 1931 1939.svg Valentín González
Flag of the International Brigades.svg General Walter
Bandera del bando nacional 1936-1938.svg Rey d'Harcourt Prisionero de Guerra

Bandera del bando nacional 1936-1938.svg Francisco Franco
Bandera del bando nacional 1936-1938.svg Fidel Dávila
Bandera del bando nacional 1936-1938.svg Juan Yagüe
Bandera del bando nacional 1936-1938.svg Antonio Aranda
Bandera del bando nacional 1936-1938.svg José Enrique Varela
Bandera del bando nacional 1936-1938.svg José Monasterio
Bandera del bando nacional 1936-1938.svg Carlos Haya
Fuerzas en combate
Ejército de Levante
• 77.000-100.000 soldados[1]
• 100 tanques,
• 400 piezas de artillerías
Fuerzas Aéreas de la República Española
• 120 cazas[2]
• 80 bombarderos
• 100 aviones de ataque y reconocimiento
Guarnición de Teruel
• 4000 soldados y voluntarios
Ejército del Norte
• 100.000 hombres
• 500 piezas de artillería
Aviación Nacional y
Legión Cóndor
• 140 cazas[2]
• 100 bombarderos
• 110 aviones de reconocimiento y otro tipo
Bajas
• 20.000 muertos
• 14.000 prisioneros
• 35% de los tanques y aviones destruidos.
• 17.000 muertos
• 33.000 heridos
• +3000 prisioneros
• Varios aviones derribados.[2]

Se denomina Batalla de Teruel al conjunto de operaciones militares que, durante la Guerra Civil Española, tuvieron lugar entre el 15 de diciembre de 1937 y el 22 de febrero de 1938 en la ciudad de Teruel y sus alrededores. El Ejército Popular de la República acumuló un gran número de hombres y equipo en torno a la capital turolense y la cercó del resto del territorio sublevado, aunque la conquista de la ciudad se demoró durante dos semanas más debido a la resistencia ofrecida por la guarnición y las duras condiciones climáticas. Los últimos bastiones franquistas se rindieron a comienzos de enero de 1938 y las tropas republicanas pasaron a la defensiva frente a la cada vez más intensa contraofensiva de los ejércitos franquistas. Las tropas gubernamentales, no obstante, lograron mantener sus posiciones y los franquistas se vieron incapaces de reconquistar la ciudad recientemente perdida.

En el mes de Febrero los franquistas desbordaron los flancos republicanos e inflingieron a estos una dura derrota en la zona del Alfambra, enfrentamiento que supuso un grave quebranto para el Ejército Popular. Después de esto, el camino estaba abierto y 22 de febrero la ciudad de Teruel volvía a manos de Franco. Aunque las operaciones constituyeron un grave desgaste para ambos ejércitos, éstas lo fueron especialmente para los republicanos.

Contenido

Antecedentes

Las operaciones militares de los sublevados durante el año 1937 habían conseguido hacerse el control del norte de España y varias divisiones se preparaban para un ataque definitivo sobre Madrid. Después de la conquista de Asturias la idea de Franco era atacar Guadalajara y luego dirigirse a Madrid, básicamente una repetición del plan italiano que había fracasado en Marzo. A principios de diciembre de 1937 el Alto Mando franquista planeaba la ofensiva contra el Frente del Centro y llevaba a cabo una gran acumulación de medios en las provincia de Soria. No obstante el proyectó nunca llegó a materializarse porque la inteligencia republicana llegó a descubrir las intenciones del generalísimo. El Estado Mayor Central republicano se adelantó a los franquistas y lanzó su propia ofensiva al decidir conquistar la ciudad de Teruel, a la que se creía una pequeña ciudad que estaba débilmente defendida. Lo cierto es que consideraban que ante un asalto como el que Franco tenía en mente, las tropas republicanas del Ejército del Centro no lograrían resistir.

Que se eligiera Teruel no era casual, pues en lo que iba de guerra ya había sufrido numerosos ataques y la ciudad se hallaba parcialmente rodeada por las tropas republicanas. Al igual que Belchite, Huesca y Zaragoza, la capital turolense había fascinado a los republicanos desde el principio de la guerra. La patente debilidad de las tropas sublevadas en el Frente de Aragón lo había convertido en un objetivo apetecible al Ejército Popular de la República con el objetivo de aliviar la situación en el Frente Norte.

Fuerzas en combate

Ejército Republicano

Las fuerzas republicanas destinadas a la ofensiva eran las pertenecientes al Ejército de Levante mandado por Hernández Saravia que contaba con unos 100.000 hombres[2] integrados en tres cuerpos de ejército principales:

  • El XVIII Cuerpo de Ejército, integrado por las divisiones 34ª y 64ª, y mandado por el Coronel Fernández-Heredia. Se le denominó Columna Sur.
  • El XX Cuerpo de Ejército, compuesto por las divisiones 40ª y 68ª, y a las órdenes del Coronel Menéndez López. A esta agrupación de tropas se le denominó Columna del Centro.
  • El XXII Cuerpo de Ejército, compuesto de las divisiones 11ª (Líster) y 25ª, y dirigido por el Coronel Juan Ibarrola. Recibió la denominación de Columna Norte.

Como reserva estratégica quedaron las divisiones 35ª Internacional, 39ª, 47ª y 70ª. Además de estas fuerzas, los republicanos alinean un gran número de baterías de artillería (400 piezas) y un centenar de tanques (T-26 y BT-5).[2] La Fuerza Aérea Republicana también presentó un respetable número de fuerzas: en torno a 120 aparatos (cazas, bombarderos y otros) se habían concentrado en los aeródromos de Levante (como los de Villafranca del Panadés y Sabadell, entre otros) para apoyar la ofensiva. Y es que, la actividad de la aviación republicana en bombardeos de la retaguardia franquista en Aragón ya había sido muy intensa en los meses anteriores.

Durante la primera quincena del mes, el Ejército Republicano acumuló hombres y material en torno a Teruel, principalmente por el sur, y el río Alfambra. El frente, en forma de cuña, tenía unos 60 km. Previamente habían sido acumulados efectivos en la provincia de Badajoz dentro del plan abortado de lanzar una rápida ofensiva sobre Extremadura y cortar en dos la zona controlada por los sublevados. La conquista de esta ciudad reduciría la línea de comunicaciones entre Castilla la Nueva y Aragón y pondría en peligro la carretera de Zaragoza. El Ministro de Defensa Prieto quizá pensaba en utilizar la toma de Teruel para lograr una posición de fuerza desde la cual intentar firmar un armisticio. El plan inicial del general Rojo era rodear la ciudad en una operación de envolvimiento usando seis divisiones, dejando dos de esas divisiones vigilando el nuevo frente para evitar la prevista contraofensiva nacional.

Fuerzas sublevadas

El Ejército nacional contaba con unos 3.000-4.000 hombres armados[2] de la 52ª División franquista dentro de la ciudad de Teruel (de los cuales casi el 40% no eran militares) todos ellos al mando del coronel Domingo Rey d'Harcourt. A ellos se sumó una parte de la población no entrenada militarmente, llegando a alcanzar la magra cifra de 4000 defensores.[2] Teruel se encontraba defendida por una línea de trincheras y alambradas que habían sido preparadas tiempo antes, al considerarse que representaba un saliente muy amenazado por los republicanos; A pesar del bajo número de tropas de los sublevados, estos decidieron presentar una defensa resuelta de sus posiciones en el interior de la ciudad: este tipo de defensa iba a causar bastantes quebraderos de cabeza a las tropas del Ejército Popular de la República.

Más adelante las fuerzas franquistas concentraron a tres Cuerpos de Ejército: el de Castilla, el de Galicia y el Marroquí además de la 1ª División de Caballería del General Monasterio y de otras fuerzas menores. Los franquistas, además, harían acopio de un gran número de baterías de artillería (alrededor de 500 piezas) con el apoyo de algunos carros de combate Panzer I. La aviación franquista y la Legión Cóndor también hicieron acto de presencia, si bien en número similar a la de la Fuerza Aérea Republicana (F.A.R.E.), unos 140 aparatos de variado tipo.[2]

La ofensiva republicana

Las tropas republicanas, seguras de una victoria fácil por la gran desproporción de material y hombres entre los dos bandos, inician la ofensiva el 15 de diciembre sobre las 15:00 horas, mientras caía la nieve y sin preparación artillera ni aérea (a fin de disimular sus intenciones): Líster y su 11ª División rompe el frente y se adentra hasta conquistar Concud. El día 17 las fuerzas atacantes contactan con el XVIII Cuerpo de Ejército que avanzaba por el sur y cierran completamente el cerco sobre Teruel.[3] Los republicanos entonces avanzaron directamente hacia una cresta situada al oeste de la ciudad, la Muela de Teruel, cuya posesión era decisiva en vistas a la conquista de la plaza.

Cuando los republicanos se hicieron con la posición, el Comandante de la guarnición de Teruel, el Coronel Domingo Rey d'Harcourt, desistió de mantener un perímetro defensivo alrededor de la urbe y empezó a retirar a sus hombres hacia el interior de la ciudad. Por su parte, Franco seguía con mucha atención las noticias que llegaban desde la ciudad del Turia pero seguía manteniendo sus planes para la Ofensiva de Guadalajara pues los asesores alemanes le venían insistiendo en ese sentido. El ataque republicano constituyó toda una sorpresa para la España sublevada.[3]

Cerco de Teruel

Mapa del entorno donde se desarrolló la Batalla de Teruel. Se indican las situaciones inicial y final, así como la correspondiente al día 20 de diciembre de 1937, cuando la ciudad queda cercada por las tropas republicanas y comienza la batalla por la toma de la capital.

El día 19 las tropas republicanas llegan a los arrabales de la capital y se producen los primeros combates dentro del recinto propiamente dicho de la ciudad, en el cementerio y el campo de fútbol. Lejos de lo esperado, encuentran una fuerte resistencia aunque las tropas gubernamentales cuentan con una gran superioridad en hombres y material bélico.

El 22 de diciembre las unidades republicanas empiezan a entrar en la ciudad con el apoyo de la artillería, que controla el perímetro de la ciudad, y se ven los primeros carros republicanos en la emblemática Plaza del Torico, fotografiados por el conocido corresponsal y fotógrafo Alfonso Sánchez Portela. No obstante, esta cómoda victoria favorece un desarrollo precipitado de los movimientos de tropas republicanas que sufren un gran número de bajas por el sistema de defensa cerrado que ofrecen los defensores, sabedores de que sólo un combate casa por casa es la defensa más efectiva contra la superioridad republicana. La poca tropa y voluntarios con los que cuenta Rey d'Harcourt (que no pasan de 4.000 efectivos) se acantonan en las dependencias del Gobierno Civil, el Banco de España, el Hotel Aragón, el Convento de Santa Clara y el Seminario, edificios que se encuentran en la parte sur de la ciudad.[3]

A partir de entonces, las operaciones militares dentro de la ciudad se desarrollan con una conquista casa por casa, peligrosa para ambos bandos y con gran cantidad de bajas civiles, a pesar de que se trató de cumplir las órdenes de Indalecio Prieto de proteger al máximo a la población civil, por lo que los republicanos evacuaron a la población civil turolense antes de lanzar el asalto urbano.[4] Dentro de la ciudad, la artillería republicana situada en los alrededores barre cada edificio donde se encuentra la resistencia franquista, llegándose al uso de las bayonetas. El temporal de frío afectó mucho a ambas partes, aunque los soldados republicanos iban mejor equipados para el frío ya que poseían la mayoría de industrias textiles anteriores a la guerra.[4]

Para el día de navidad los republicanos ya se habían hecho con la mayor parte de la capital turolense.[5] Ese día varios oficiales republicanos son condecorados y ascendidos por su inminente victoria, aunque los defensores franquistas siguen resistiendo en dos reductos principales: el Seminario y la Comandancia. No obstante, las bajas del Ejército Popular son numerosas y los combates y el frío empiezan a hacer mella en la tropa.

Contraataque nacional

No fue hasta el día 23 cuando Franco decidió suspender la Operación de Guadalajara cuando se convenció de que no podía permitirse el fracaso político que suponía perder una capital de provincia. Como en Brunete, Franco no estaba dispuesto a hacer concesiones al enemigo y organizó un contraataque frontal en un frente estrecho, con las consecuencias que ello tendría.[3] Ya el 19 de diciembre algunas tropas del general Aranda llegaron al frente, pero su número es muy reducido y apenas pueden hacer nada: Las divisiones franquistas aún no están preparadas para liberar a los sitiados. La aviación nacional, con temperaturas en los aeródromos de Castilla de hasta -10 °C, apenas puede oponer resistencia al avance republicano.

La contraofensiva franquista para romper el asedio de Teruel no comenzó hasta el 29 de diciembre. Se telegrafió a Rey d'Harcourt que confiara en España como España confiaba en él y que resistiera a toda costa.[3] Después de un día de intensos bombardeos artilleros y áreos, los generales Varela y Aranda (el general africanista de la Batalla de Madrid y el Héroe de Oviedo) al mando de los Cuerpos de Ejército de Castilla y Galicia, avanzaron.[6] Las líneas republicanas son rechazadas aunque, momentáneamente, no llegaron a romperse y aguantaron la embestida. Rey d'Harcourt mantenía la resistencia en el interior de la ciudad, aunque cada vez en peores condiciones.[7] El último día de 1937, mientras empeoraba considerablemente el tiempo, los franquistas realizaron un esfuerzo supremo y consiguieron llegar a La Muela al atardecer. Desde allí podrían cañonear fácilmente la ciudad. Los bombardeos aéreos sobre las posiciones republicanas son los más duros que hasta ese momento se han sucedido en la guerra, empleándose con especial éxito a la Legión Cóndor, que debe paralizar sus ataques los días 31 de diciembre y 1 de enero debido a la ventisca que impide operar a los aviones. Los republicanos, por otro lado, mantuvieron la resistencia en La Muela hasta que la visibilidad se hizo prácticamente nula.[4]

Las tropas franquistas en el exterior se hallaban, a la sazón, a escasa distancia del centro de Teruel y durante la noche del 31 de diciembre al 1 de enero hubo un momento en que algunas unidades republicanas en el interior de la ciudad, desmoralizadas, abandonaron las posiciones sin que ni los sitiados ni sus rescatadores se percataran de ello, aunque a las pocas horas volvieron a sus posiciones y quedó como un hecho sin importancia.[8] Pero el temporal de frío fue extremo y paralizó todas las operaciones: las carreteras y los motores de todas las máquinas de guerra se helaron. Teruel, manteniendo fama de clima extremado, registró una temperatura de -18º.[4] Los franquistas sufrieron más los efectos del frío, ya que su falta de industrias textiles dificultaba el envío de ropas de abrigo al frente. En los días siguientes el temporal de frío dejó un metro de nieve que aislaba a ambos ejércitos de sus centros de aprovisionamiento, así como a la comunicación de las unidades entre sí.[4] Los intentos franquistas de romper el cerco continuaron el 2 de enero, pero el general Saravia ordena la voladura del Puente de Hierro y todos sus intentos caen en saco roto.

La rendición de Teruel

Mientras tanto, los combates proseguían en el interior de la ciudad, si bien los defensores franquistas eran cada vez más conscientes de la imposibilidad de que sus salvadores rompieran el cerco republicano. Los republicanos continuaron estrechando el cerco, mientras se limitaban a lanzar granadas contra los sótanos arruinados de los edificios en los que concentraban los defensores, tiritando de fío. Para el día de año nuevo de 1938 todos los defensores del Convento de Santa Clara habían muerto, a lo que siguió la caída de la Comandancia militar el día 3 y todo el complejo defensivo montado alrededor.[4]

El único reducto que todavía resistía se trataba del Seminario, pero los defensores de esta posición se habían quedado sin agua y medicamentos, apenas si contaban con víveres y municiones para seguir resistiendo y se defendían entre montones de escombros, en medio de un intenso frío. Pero continuaron resistiendo hasta el 8 de enero. Finalmente, el Coronel Rey d'Harcourt, con el obispo de Teruel (Anselmo Polanco) a su lado, se rindió a las tropas republicanas.[4] No era más que un soldado y los franquistas lo acusaron de cometer errores militares y de traición. La rendición de éste parecía un acto demasiado racional a la nueva España de Franco, aunque hubiese resistido más de lo humanamente posible. En la España republicana la noticia fue acogida con gran júbilo, pues Teruel constituía la primera capital de provincia conquistada por el Ejército Popular de la República en lo que iba de guerra, además de haber logrado detener la contraofensiva franquista.[4] Tras esta victoria el jefe del Estado Mayor Central republicano, el general Vicente Rojo, incluso sopesa la posibilidad de desempolvar el largamente postergado Plan P, una ofensiva en Extremadura que cortase en dos la zona sublevada y dejase aislada a Andalucía. El gobierno de Juan Negrín utilizó la conquista de Teruel para ofrecer al mundo su primera victoria militar importante. Los corresponsales de guerra extranjeros, que habían seguido la lucha desde diciembre, trasmitieron la noticia a todo el mundo. La España sublevada, por su parte, la noticia cayó como un jarro de agua fría para la población, especialmente para Franco.

Después de la rendición se evacuó a la población civil que todavía quedaba en la ciudad y la ciudad se convirtió en una Plaza fuerte. Así, los republicanos se convirtieron en los sitiados y los franquistas pasaron a ser los sitiadores. El XXII Cuerpo de Ejército republicano será llamado a defender el casco urbano mientras que el resto de unidades se retira a posiciones estratégicas.

Contraofensiva franquista

Los republicanos a la defensiva

El día de la rendición de Rey d'Harcourt, el mal tiempo volvió a impedir un proyectado contraataque franquista aunque se reanudaron los ataques de artillería sobre el terreno de los alrededores de Teruel, cubierto de una espesa capa de nieve.[4] El General Dávila, al mando de 3 cuerpos de ejército (con unos 100.000 hombres) inician la contraofensiva mejor preparados y sin las prisas de salvar a una guarnición que está a punto de rendirse.[9] En estos días de enero las Aviación republicana ya ha perdido un número significativo de sus aviones a manos de los cerca de 140 cazas nacionales que están en el aire. No obstante, el piloto Carlos de Haya González de la Aviación Nacional (héroe del Bando nacional) cae derribado el día 21 en medio de duros combates aéreos. Existe un equilibrio de fuerzas que hace pensar en una consolidación de la posición, con una numerosa fuerza de infantería, carros blindados y tanques por parte de las fuerzas republicanas.

El 17 de enero, los generales Aranda y Varela trataron de tomar las colinas de los alrededores que rodeaban la ciudad; La numerosa artillería italiana entró en acción para dejar el camino expédito. Al cabo de una hora de lucha, acompañada de combates aéreos entre los cazas Fiat y la aviación rusa de los republicanos, se rompieron las líneas republicanos.[9] Estos no consiguen sostener sus posiciones a pesar de haber realizado grandes labores de fortificación. La margen izquierda del río Turia se encuentra en poder del ejército nacional el 22 de enero. Ahora los republicanos son los sitiados y los nacionales los sitiadores. Los republicanos fueron retirándose paulatinamente, perdiendo el dominio de los altos de La Muela, elevación clave para el dominio de la ciudad. Sin embargo, la defensa de la urbe es fuerte, y tras una semana de combates las posiciones apenas se mueven.[9]

El 19 de enero entraron en acción por primera vez las Brigadas Internacionales (agrupadas en la 35ª División Internacional) a las órdenes del General Walter, sosteniendo fuertes combates con los atacantes franquistas a las afueras de Teruel.[9] No obstante, en las filas republicanas cundía la fatiga y no faltaban los casos de insubordinación: en Mora de Rubielos, el comandante de la 40ª División, Andrés Nieto, fusiló por rebelión a más de 50 hombres de la 84ª Brigada Mixta el día 20 de enero.[10]

Los Fusilamientos de Mora de Rubielos

En aquel momento (a mediados de enero de 1938) la 84ª Brigada Mixta se encontraba de permiso en la localidad de Mora de Rubielos, después de su destacada intervención en la Toma de Teruel. No obsante, las luchas callejeras en la pequeña ciudad resultaron una carnicería para la brigada, que al terminar la lucha tenía más de 600 bajas (más del 25% de sus efectivos totales).[11] La contraofensiva franquista que estaba teniendo lugar por esas fechas obligó al mando republicano a echar mano de sus reservas y la 84ª Brigada Mixta fue convocada para acudir de nuevo al frente, siendo llamada a intervenir en el Cementerio de Teruel el 17 de enero.

Ante esta decisión estalló un conflicto consecuencia de tantos días combatiendo en condiciones inhumanas: el 1º y 2º Batallones, exhaustos tras tantos días de lucha, se negaron a seguir combatiendo y el 4º Batallón se negó a relevarlos. La rebelión fue sofocada con severidad: en la madrugada del 20 de enero de 1938, 3 sargentos y 50 soldados fueron fusilados y otros 60 miembros de la brigada quedaron a la espera de juicio.[12] El comandante de la 40ª División, Andrés Nieto, asume la responsabilidad mientras que el comandante de la Brigada, Iseli, se inhibe.[11]

La ofensiva del Singra

El 25 de enero las tropas del general Hernández Saravia lanzan una ofensiva al norte de la ciudad para intentar reducir la presión de los franquistas. El objetivo se trata de conquistar la localidad de Singra, por donde pasa la carretera de Zaragoza y el ferrocarril, en la retaguardia de los atacantes.[9] El asalto republicano, no obstante, es contundentemente rechazado por los defensores, que descubren las intenciones del Ejército Popular. Ambos bandos sufren considerables problemas de todo orden para mantener activos sus ejércitos, dada la intensidad del frío y las penosas condiciones del combate. La 27ª División republicana tiene una destacada actuación, pero los duros combates de Singra dejan a la división muy desgastada al igual que otras unidades republicanas.[13] Durante tres días las bajas se multiplican en ambos bandos y se producen choques cuerpo a cuerpo a lo largo de las posiciones situadas en la Carretera de Zaragoza. El ataque republicano sobre Singra fracasa estrepitosamente, pero ambos bandos se encontraban en punto muerto. Los más de 100 tanques T-26 republicanos muestran gran capacidad pero, por el contrario, la aviación y artillería nacional son más efectivas. Los raids aéreos se suceden entre los Fiat CR-32 y los Messerschmitt Bf 109 nacionales, y los Polikarpov I-15 e I-16 republicanos. Estos derriban numerosos bombarderos Heinkel He 111 de la Legión Cóndor, que mantiene durante estas fechas una intensa actuación. El 29 de enero se sigue luchando cuerpo a cuerpo en los alrededores de Teruel, incluso en asaltos a bayoneta calada, pero los republicanos siguen manteniendo sus posiciones.[9]

Desastre republicano en el Alfambra

Artículo principal: Batalla del Alfambra

A comienzos de febrero los mandos franquistas decidieron hacer una operación envolvente que levante el statu quo de enero y, por el norte, consiguiera romper la bolsa republicana que hay formada pasando el río Alfambra. En este sector las defensas republicanas eran débiles al consistir en una delgada línea de aislados puestos defensivos, a lo que se une el hecho de que, al haberse concentrado en la ciudad el grueso de las fuerzas republicanas, este sector se hallaba pésimamente guarnecido. A primera hora de la mañana del 5 de febrero, los nacionales rompieron las líneas republicanas por 3 puntos con la intención de converger sobre la retaguardia republicana en el Alfambra.[9] La caballería de Monasterio avanzó de forma arrolladora, constituyendo la carga de caballería más espectacular de toda la guerra y una de las últimas en la Historia militar. Los generales Aranda y Yagüe, este último al frente del Cuerpo de Ejército Marroquí, avanzaron con igual celeridad, destrozando a las bisoñas tropas republicanas (algunas de las cuales se hallaban muy desgastadas después de los combates en Singra). La actividad de la aviación fue muy destacada, ametrallando a las tropas republicanas que se batían en retirada.[9] El 7 de febrero ya se había logrado la victoria completa antes de que el general Hernández Saravia pudiera a enviar refuerzos, que cuando llegaron a la zona era ya demasiado tarde. El 8 de febrero los franquistas extendían sus líneas a lo largo del río Alfambra, quedando destruida la bolsa del Alfambra como finalizadas las operaciones bélicas en la zona.[9]

En dos días la República perdió unos 800 Kilómetros cuadrados de terreno y una decena de poblaciones, mientras que 7.000 hombres fueron hechos prisioneros y otros 15.000 causaron baja por distinto tipo.[14] Los hombres que no quedaron cercados, fueron víctimas de la aviación franquista durante su huida a la retaguardia republicana. Así mismo, una gran cantidad de material bélico cayó en menos franquistas o fue destruido: municiones, armas y camiones. El desastre del Alfambra fue un duro golpe para el Ejército Popular y preparó el camino para la caída de Teruel, puesto que su flanco norte había quedado completamente deshecho y el río Alfambra no suponía ninguna barrera defensiva.

Teruel vuelve a la zona nacional

La última batalla en la larga lucha por Teruel comenzó el 17 de febrero. Aquel día, Yagüe cruzó el Alfambra y avanzó hacia el sur por la margen derecha del río, aislando a la ciudad desde el norte.[14] Al día siguiente le tocó a las tropas republicanas en el flanco sur, atacadas por el Aranda. Entonces, los dos generales franquistas iniciaron un movimiento envolvente, similar al efectuado en diciembre por los republicanos, a varios Kilómetros de la ciudad (pero esta vez en dirección opuesta).[14]

Ante la fuerte presión de las tropas franquistas, el 19 de febrero llega el V Cuerpo de Ejército republicano de Modesto, pero ya es demasiado tarde como para que tenga alguna influencia en el desarrollo de los combates. Al comienzo del día 20 quedaron amenazadas por ambos lados las comunicaciones con Valencia por carretera y ferrocarril, mientras otras unidades nacionalistas empezaban a penetrar en los arrabales de Teruel.[14] Los republicanos, conscientes de la amenaza, lanzaron fuertes contraataques a lo largo de toda la línea el frente para detener la ofensiva franquista pero no pudieron evitar que el 21 de febrero quedase totalmente cercada Teruel. Al anochecer de ese día, el cerco está completamente cerrado y las tropas republicanas quedan sitiadas sin suministros. El Campesino y su 46ª División se encuentran cercados en el interior de la ciudad, rodeados de un gran número de heridos y muertos.[15] Consciente del cerco, Saravia ordenó la retirada a él ("El Campesino") y sus soldados, aunque después de la toma de Teruel por las tropas franquistas, estos aparecieron dispersos y desarmados por los caminos, habiendo dejado atrás a los heridos durante la retirada impuesta por Valentín González, lo que provocó que unos 1500 fueran hechos prisioneros dentro de la ciudad por las tropas franquistas.[16] Valentín González acusó a Modesto y Líster de haberle dejado abandonado a su suerte en Teruel pero Líster le acusó de haber desertado del campo de batalla y haber dejado abandonados a sus hombres.[17]

La mañana del 22 de febrero los franquistas entraron en Teruel sin apenas encontrar resistencia republicana. Al entrar en la pequeña capital de provincia, los soldados y mandos nacionales aprecian la devastación de la ciudad con decenas de edificaciones destruidas. A esto se juntan los heridos y prisioneros republicanos y numeroso material bélico republicano (tanques, camiones, municiones...) abandonado o destruido.[14] En contraste con otras victorias, aquí no hubo una entrada triunfal ni alegría por parte de los vencedores.

Consecuencias

La batalla de Teruel fue una prueba para el Ejército Popular de la República de su capacidad para organizarse y efectuar operaciones militares solventes frente a un enemigo mejor armado y más profesional. Las diferencias entre los generales más profesionales como Saravia, Rojo y Modesto frente a los jefes de Milicias como Líster y El Campesino habían sido claves a la hora de organizar mejor las acciones, como después se repetiría en el futuro. La retirada de Teruel dejará al Campesino tocado por las sospechas y acusaciones de cobardía.

Aunque Teruel fue su primera (y única) capital de provincia conquistada, lo fue durante muy poco tiempo y, además, a un precio demasiado elevado para la República. Al final, Teruel se convirtió en una batalla de desgaste donde ambos bandos consumieron recursos y hombres pues el objetivo era claro: la posesión de la ciudad, urbe que hasta Diciembre de 1937 no pasaba de ser una pequeña ciudad de provincias y de poco interés. Porque para la República, Teruel (una vez conquistada) significaba la posesión de una victoria contra el hasta entonces invencible Ejército franquista. Para Franco, abandonar Teruel suponía un desprestigio político, a pesar de que no tuviera ningún valor militar o estratégico. Después de todo, en Diciembre su objetivo era la conquista de Madrid y en esto los republicanos si cumplieron plenamente sus objetivos. Vicente Rojo se adelantó a Franco (como ya había hecho en Brunete y como ocurriría en el Ebro meses más tarde) y fue él quién decidió el terreno de juego para la siguiente lucha.

Por otro lado, Teruel fue también la evidencia de que el camino hacía Aragón, Cataluña y el Levante quedaba expédito para las tropas franquistas, como se vería una semanas más tarde durante la ofensiva que estos lanzarían. La primavera de 1938 quedaba abierta para la ofensiva de Franco hacia el nordeste de la península.

Coordenadas: 40°21′N 1°6′O / 40.35, -1.1

Referencias

  1. Salas Larrazábal estableció la cifra en 77.000 hombres, mientras que autores como Hugh Thomas establecen del orden de 100.000 en total.
  2. a b c d e f g h Hugh Thomas, pág. 848
  3. a b c d e Hugh Thomas, p.849
  4. a b c d e f g h i Hugh Thomas, p.851
  5. Hugh Thomas, p. 849
  6. Hugh Thomas, p.849
  7. Hugh Thomas, p.850
  8. Carlos Engel, Historia de las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República, pág. 113
  9. a b c d e f g h i Hugh Thomas, p.852
  10. Salas Larrazabal, pp. 3050-3051
  11. a b El Cultural.es. «Si me quieres escribir». Consultado el 21-03-2011.
  12. Carlos Engel, pág.113
  13. Salas Larrazabal, pp. 3052-3054
  14. a b c d e Hugh Thomas, p.853
  15. Puell, Fernando & A. Puerta, Justo en: Atlas de la Guerra Civil Española, Editorial Síntesis, Madrid, 2007
  16. de Miguel, Jesús y Sánchez, Antonio: Batalla de Teruel. En su: Historia Ilustrada de la Guerra Civil Española. Alcobendas, Editorial LIBSA, 2006, pp. 327.
  17. Enrique Líster en: Nuestra Guerra, p.301

Bibliografía

  • SALAS LARRAZÁBAL, R.Historia del Ejército Popular de la República, La Esfera de los Libros, Madrid 2006. ISBN 84-9734-465-0.
  • CASANOVA, J. (1985): Anarquismo y revolución en la sociedad rural aragonesa, 1936-1938. Ed. Siglo XXI de España (Madrid). ISBN 84-323-0512-X
  • MARTÍNEZ BANDE, J. La batalla de Teruel. Ed. San Martín (Madrid). ISBN 84-7140-088-X
  • MALDONADO MOYA, José Mª. El Frente de Aragón. La Guerra Civil en Aragón (1936-1938). Mira Editores. ISBN 978-84-8465-237-3
  • THOMAS, Hugh. La Guerra Civil Española. Ed. Grijalbo (Barcelona), 1976. ISBN 84-253-2767-9
  • TUÑÓN DE LARA, Manuel. La batalla de Teruel. Instituto de Estudios Turolenses. (Zaragoza), 1986. ISBN 84-505-5073-4

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