Batalla de la Vuelta de Obligado

Batalla de la Vuelta de Obligado
Batalla de la Vuelta de Obligado
Parte de Guerra del Paraná
Batalla de la Vuelta de Obligado.jpg
Fecha 20 de noviembre de 1845
Lugar Ríos Paraná y De la Plata (Prov. de Bs. As.).
Resultado Victoria pírrica de la armada anglo-francesa. Francia y el Reino Unido se vieron obligados a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores
Beligerantes
Flag of the Argentine Confederation.svg Confederación Argentina Bandera del Reino Unido Reino Unido
Bandera de Francia Francia
Comandantes
Flag of the Argentine Confederation.svgLucio Norberto Mansilla Bandera del Reino Unido Samuel Inglefield
Bandera de Francia François Thomas Tréhouart
Fuerzas en combate
1 buque de guerra
4 baterías con 30 cañones
2000 soldados
22 buques de guerra
418 cañones
880 soldados
Bajas
150 - 200 muertos
400+ heridos
30 - 40 muertos
130 - 160 heridos

La Batalla de la Vuelta de Obligado se produjo el 20 de noviembre de 1845, en aguas del río Paraná, sobre su margen derecha y al norte de la provincia de Buenos Aires, en un recodo donde el cauce se angosta y gira, conocido como Vuelta de Obligado, en lo que hoy es la localidad de Obligado, Partido de San Pedro.

Enfrentó a la Confederación Argentina liderada por el Brigadier Juan Manuel de Rosas quien nombró comandante de las fuerzas defensoras al General Lucio Norberto Mansilla y a la escuadra anglo-francesa, cuya intervención se realizó bajo el pretexto de lograr la pacificación ante los problemas existentes entre Buenos Aires y Montevideo.

Contenido

Contexto previo

El gobernador Juan Manuel de Rosas.

En 1845, el general Juan Manuel de Rosas gobernaba por segunda vez la Provincia de Buenos Aires, mientras que la Banda Oriental se encontraba en medio de una guerra civil entre los caudillos Manuel Oribe y Fructuoso Rivera. Oribe acudió a Rosas, buscando apoyo para recuperar el gobierno que había perdido ante Rivera quien era ayudado por Brasil, a lo demandado por el nacional Oribe, Rosas accedió con aporte de tropas y armamento. Con esta ayuda, Oribe invadió el Uruguay y sitió la ciudad de Montevideo.

La intervención de fuerzas extranjeras exaltó los ánimos, y motivó que Gran Bretaña y Francia intervinieran en el conflicto, apoyando al Gobierno de la Defensa, autoconvocándose como mediadores en el conflicto. Rosas fue intimado a retirar sus tropas, pero rechazó la intimación. Inmediatamente, la escuadra porteña que bloqueaba Montevideo fue capturada por la flota combinada.

Con el desarrollo de la navegación a vapor - principalmente efectuado tal desarrollo en Inglaterra, Francia y Estados Unidos - ocurrido en la tercera década del siglo XIX, grandes navíos mercantes y militares podían remontar en tiempos relativamente breves los ríos en contra de la corriente, y con una buena relación de carga útil.

Este avance tecnológico acicateó a los gobiernos británicos y franceses que, desde entonces, siendo las superpotencias de esa época, pretendían lograr garantías que permitieran el comercio y el libre tránsito de sus naves por el estuario del Plata y todos los ríos interiores pertenecientes a la cuenca del mismo.

En el año 1811, poco después de la Revolución de Mayo, Hipólito Vieytes recorrió la costa del río Paraná buscando un sitio ideal en donde poder montar una defensa contra un hipotético ataque de naves realistas. Para este propósito consideró al recodo de la Vuelta de Obligado como el sitio ideal, por sus altas barrancas y la curva pronunciada que obligaba a las naves a recostarse para pasar por allí. Rosas estaba al tanto de sus anotaciones, y es por ello que decidió preparar las defensas en dicho sitio.

En su nota sobre este combate, al explicar el interés que movía a Rosas, opina el historiador Felipe Pigna que el mismo:

Compartía con los terratenientes bonaerenses la seguridad de que el Estado no podía entregarse a ninguna potencia extranjera. No había tanto en Rosas y sus socios políticos y económicos una actitud fanática que se transformara en xenofobia ni mucho menos, sino una política nacionalista pragmática que entendía como deseable que los ingleses manejasen nuestro comercio exterior, pero que no admitía que se apropiaran de un solo palmo de territorio nacional que les diera ulteriores derechos a copar el Estado, fuente de todos los negocios y privilegios de nuestra burguesía terrateniente.[1]

Preparativos

De acuerdo con análisis arqueológicos realizados en el año 2000, en este sitio vivían numerosas familias indígenas, que fueron expulsadas para construir las defensas.[2] El 13 de agosto de 1845 se le dieron instrucciones a Lucio Norberto Mansilla (padre del destacado escritor argentino Lucio V. Mansilla) para construir baterías costeras artilladas. Mansilla solicitó al juez de paz sanpedrino Benito Urraco que le informase sobre el armamento existente y la población de entre 15 y 70 años, y que pusiera en estado de asamblea a la milicia activa. El día 22 pedía el envío de 30 tirantes de madera para la construcción de las baterías, y el 12 de noviembre envió a San Pedro al sargento mayor Julián Bendim, al mando de «ciento setenta y tantos» soldados de caballería e infantería, para proteger a la ciudad de un posible desembarco anglofrancés.

Hechos

Fuerzas anglofrancesas y argentinas

Monumento a los héroes de la batalla de Vuelta de Obligado, inaugurado en el marco de los Festejos por el Bicentenario Argentino por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Sitio del Río Paraná en donde tuvo lugar el encuentro.

En el marco de la Guerra Grande, una flota anglo-francesa – integrada por 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes – fue interceptada por tropas argentinas, al mando del general Lucio Norberto Mansilla. Los europeos disponían de 418 cañones y 880 soldados, contra seis barcos mercantes y 60 cañones de escaso calibre que les opuso Rosas.

Once buques de combate de la escuadra anglo-francesa navegaban por el río Paraná desde los primeros días de noviembre; estos navíos poseían la tecnología más avanzada en maquinaria militar de la época, impulsados tanto a vela como con motores a vapor. Una parte de ellos estaban parcialmente blindados, y todos dotados de grandes piezas de artillería forjadas en hierro, y de rápida recarga, granadas de acción retardada, Shrapnels (las primeras bombas-proyectiles de fragmentación antipersonales) y cohetes Congreve.

La principal fortificación argentina se encontraba en la Vuelta de Obligado, donde el río tiene 700 m de ancho, y un recodo pronunciado dificultaba la navegación a vela.

El general Mansilla hizo tender tres gruesas cadenas de costa a costa, sobre 24 lanchones. La operación estuvo a cargo, principalmente, de un italiano inmigrado a la Argentina, de apellido Aliverti.

En la ribera derecha del río montó 4 baterías artilladas con 30 cañones, muchos de ellos de bronce, con calibres de 8, 10 y 12, siendo el mayor de 20, los que eran servidos por una dotación de 160 artilleros.
La primera, denominada Restaurador Rosas, estaba al mando de Álvaro José de Alzogaray,[3] la segunda, General Brown, al mando del teniente de marina Eduardo Brown, hijo del almirante, la tercera era la General Mansilla, comandada por el teniente de artillería Felipe Palacios y la cuarta, de reserva y aguas arriba de las cadenas, se denominó Manuelita y estuvo al mando del teniente coronel Juan Bautista Thorne.[4]

Además, en las trincheras había 2.000 hombres, la mayor parte gauchos asignados a la caballería, al mando del coronel Ramón Rodríguez, jefe del Regimiento de Patricios. También participaron tropas del 2do batallón de Patricios. En el río estaba estacionado un único buque de guerra, el Republicano, que al mando de Tomás Craig tenía como misión cuidar las cadenas que cruzaban el río.

En las filas argentinas revistaban voluntariamente algunos soldados nacidos en las Islas Británicas; alegaban no estar cometiendo traición alguna, ya que el Reino Unido no había declarado formalmente la guerra a la Confederación Argentina.

La batalla

Aprovechando el relieve de la costa del río Paraná en ese lugar, Mansilla dispuso a gran parte de su tropa en la especie de playa baja ubicada antes de las barrancas que en ese punto tienen casi 20 metros de altura; considerando acertadamente que los invasores anglofranceses atacarían con su artillería primeramente a las baterías argentinas ubicadas en lo alto de tales barrancas, de este modo las tropas argentinas ubicadas en la parte baja podían hostigar la aproximación a las costas de los navíos y hacer frente con mayor eficacia a los desembarcos invasores.

Óleo del General Lucio Norberto Mansilla, comandante de las fuerzas argentinas.

El combate se inició al amanecer del día 20 de noviembre, primeramente con una escaramuza unos pocos kilómetros aguas abajo del río Paraná cuando tres lanchones argentinos que patrullaban al río fueron atacados por la artillería de la flota anglofrancesa; a las 8 de la mañana el vapor inglés al mando de Charles Otham comenzó a cañonear las posiciones argentinas sin mucho efecto pero a las 10:30h (a.m.) la flota invasora reunida, con su diluvio de proyectiles comenzó a tener eficacia: con un intenso cañoneo y fuertes descargas de cohetes sobre las baterías argentinas. Éstas respondieron de inmediato, pero estaban en inferioridad de condiciones, ya que contaban con cañones de mucho menor alcance, mucho menor precisión y notable lentitud de recarga, en comparación a las piezas que poseían los invasores.

Las tropas defensoras los reciben con un «¡Viva la Patria!» y los sones del Himno Nacional. Al encontrarse la nave capitana francesa de frente a las baterías defensoras, éstas abren fuego matando en el acto a 28 hombres de dicho buque y dañando seriamente su arboladura (contabilizando 11 disparos sólo en el palo mayor), independientemente del gran ímpetu de las fuerzas defensoras, el intercambio de disparos causó desde un primer momento múltiples bajas en el bando argentino.

Sin perjuicio de la desigualdad de fuerzas, las baterías argentinas logran dejar fuera de combate a los bergantines Dolphin y Pandour, obligando a retroceder al Comus, silenciando el poderoso cañon «de a 80» del Fulton y cortando el ancla de la nave capitana (la cual deriva aguas abajo).

Era tal el el escarnio con que ambas fuerzas se batían, que en un momento dado Mansilla (sin perder su acostumbrada serenidad) le pregunta a su amigo italiano: «Che, Alberti, ¿qué es eso que echan al agua, de aquel barco?» a lo cual el italiano (luego de tomar su catalejo) contesta: «¡Son corpos [‘cuerpos’], usía!».

Luego de más de dos horas de combate, las fuerzas defensoras habían agotado gran parte de sus municiones, por lo que su capacidad de respuesta disminuyó considerablemente. Ante el vuelco de las circunstancias, el comandante Sullivan ordena el desembarco de dos batallones que avanzan contra la batería sur. El general Mansilla ordena la carga a bayoneta y es herido de gravedad en el pecho por una salva de metralla mientras encabezaba la carga. El coronel Juan Bautista Thorne lo reemplaza en el comando de la artillería, mientras que Rodríguez asumió el mando autónomo de sus fuerzas de caballería. Thorne perdió casi por completo la audición por una explosión de granada muy cercana.

Con la considerable disminución en los disparos de la escuadra defensora, los atacantes vuelven sobre las cadenas encabezados por el buque Firebrand y, a martillazos sobre un yunque, logran cortarlas.

Tras varias horas de combate, fuerzas de infantería — principalmente francesas — desembarcaron en la costa, atacando la batería argentina, que perdió 21 cañones en poder del enemigo. Al no poder transportarlos, fueron inutilizados. Pero cuando pretendieron sostener su posición, las fuerzas desembarcadas fueron atacadas por la caballería del coronel Ramón Rodríguez, que las obligó a reembarcarse en forma temporal, cediendo ante un segundo ataque -esta vez de marinos franceses e infantes de marina británicos- fue más eficaz.

Aprovechando la defensa que los argentinos debían hacer de sus piezas de artillería durante el desembarco, las fuerzas atacantes incendiaron los lanchones que sostenían las cadenas. También se perdió el buque Republicano, que fue volado por su propio comandante ante la imposibilidad de defenderlo.

Las fuerzas defensoras tuvieron 250 muertos y 400 heridos. Los agresores, por su parte, tuvieron 26 muertos y 86 heridos y sufrieron grandes averías en sus naves que obligaron a la escuadra a permanecer casi inmóvil en distintos puntos del Delta del Paraná, para reparaciones de urgencia.

Finalmente, los anglo-franceses consiguieron forzar el paso y continuar hacia el norte, atribuyéndose la victoria.

Dijo el almirante británico:

Siento vivamente que este bizarro hecho de armas se haya logrado a costa de tal pérdida de vidas, pero considerada la fuerte oposición del enemigo y la obstinación con que fue denfendida, debemos agradecer a la Divina Providencia que aquella no haya sido mayor.
Samuel Inglefield

Por su parte, el Dr. Sabino O'Donnel, manifestó:

Hoy he visto lo que es un valiente. Empezó el fuego a las 9 y media y duró hasta las 5 y media de la tarde en las baterías, y continúa ahora entre el monte de Obligado el fuego de fusil (son las 11 de la noche). Mi tío ha permanecido entre los merlones de las baterías y entre las lluvias de balas y la metralla de 120 cañones enemigos.

Desmontada ya nuestra artillería, apagados completamente sus fuegos, el enemigo hizo señas de desembarcar; entonces mi tío se puso personalmente al frente de la infantería y marchaba a impedir el desembarco, cuando cayó herido por el golpe de metralla; sin embargo se disputó el terreno con honor, y se salvó toda la artillería volante. Nuestra pérdida puede aproximarse a trescientos valientes entre muertos, heridos y contusos; la del enemigo puede decirse que es doblemente mayor; han echado al agua montones de cadáveres (...)

Esta es una batalla muy gloriosa para nuestro país. Nos hemos defendido con bizarría y heroicidad

El parte médico elevado al Gral. Rosas sobre el estado de salud del gral. Mansilla luego de la batalla fue el siguiente:

El doctor D. Sabino O´Donnell que había asistido al Sr. General desde los primeros momentos, nos hizo la historia de los accidentes que había sufrido y los medios que había empleado para evitar perniciosas consecuencias. El Sr. General Mansilla recibió en la tarde del 20 un golpe de metralla (la que hemos visto y pesa más de más de una libra) en el lado izquierdo del estómago, sobre las distintas costillas, y según hemos reconocido, ha sido fracturada una de estas. Cayó sin sentido, sufrió por muchas horas desmayos, vómitos, y otros molestos accidentes que fueron calmando gradualmente; se le ha aplicado un vendaje apropiado para remediar la fractura de la costilla, y se emplean los medios que aconseja el arte.

Es de destacar que, poco tiempo después, el propio Mansilla comandó las fuerzas de la Confederación en los ataques realizados río arriba a la flota anglofrancesa en los combates de Toneleros y de San Lorenzo.

La campaña naval después de Obligado

Contra lo que las fuerzas anglofrancesas esperaban, no lograron concitar la simpatía de la población ribereña, especialmente en las provincias de Santa Fe (que fue defendida por tropas al mando de Pascual Echagüe) y Entre Ríos. En las orillas de ambas provincias, la flota invasora fue nueva y repetidamente atacada, en los combates de Paso del Tonelero (batalla acaecida en territorio del Partido de Ramallo, norte de la Pcia. de Buenos Aires), San Lorenzo y Angostura del Quebracho, tanto de ida como de regreso. En este último combate, en particular, la flota invasora perdió 6 mercantes (2 incendiados por la artillería y cuatro incendiados por sus tripulaciones al encallar) y 2 de sus buques de guerra sufrieron averías de importancia. Los argentinos, por su parte, sólo un muerto y dos heridos. La población civil, al parecer, apoyó firmemente la acción militar de las fuerzas de Lucio Norberto Mansilla y del coronel Martín de Santa Coloma.

En cambio, la flota anglofrancesa logró algunos resultados comerciales en la provincia de Corrientes, que desde hacía varios años permanecía rebelde a la autoridad nacional del general Rosas. Varios de los buques atracaron en los puertos de Goya y Corrientes y en algunos intermedios. Algunas naves continuaron su camino hasta Paraguay, país que también resultaba afectado por el conflicto.

No obstante, el resultado comercial de la campaña fue muy escaso, debido a la pobreza y falta de efectivo en Corrientes y Paraguay. La mayor parte de las mercaderías que portaban quedaron sin colocar. Su costo financiero, después de los daños infligidos por las fuerzas argentinas, se elevó enormemente. Por lo tanto, si bien lograron algunos resultados políticos, los beneficios económicos esperados se trocaron en un fuerte quebranto.

Tras varios meses de haber partido, las fuerzas y naves agresoras debieron regresar a Montevideo «diezmados por el hambre, el fuego, el escorbuto y el desaliento», al decir del historiador argentino José Luis Muñoz Azpirí.

Consecuencias

De modo que la victoria anglofrancesa resultó pírrica: tanto la decisión de las fuerzas defensoras, como las complicaciones que imponía — e impone actualmente — el sinuoso cauce del Paraná a la navegación, hacían excesivamente costoso intentar nuevamente la navegación del mismo en contra de la voluntad del gobierno argentino.

La batalla tuvo gran difusión en toda América. Chile y Brasil cambiaron sus sentimientos (que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas) y se volcaron, momentáneamente, a la causa de la Confederación. Hasta algunos unitarios (enemigos tradicionales de Rosas) se conmovieron y el coronel Martiniano Chilavert se ofreció a formar parte del ejército de la Confederación.

El general José de San Martín expresó desde Francia a su amigo Tomás Guido:

Ya sabía la acción de Obligado; ¡Que inequidad! De todos modos los interventores habrán visto por esta muestra que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca. A un tal proceder no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres sea cual fuere la suerte que nos depare el destino, que en intima convicción no sería un momento dudosa en nuestro favor si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá en nuestra patria si las naciones europeas triunfan en esta contienda que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España.
José de San Martín

Esta batalla — pese a ser una derrota táctica — dio como resultado la victoria diplomática y militar de la Confederación Argentina, debido al alto costo que demandó la operación. Implícitamente, la resistencia opuesta por el gobierno argentino, obligó a los invasores a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores. Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern, de 1847, concluyó definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana-Lepredour.

Estos tratados reconocían la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado Oriental.

Recordatorios

Históricamente, los federales y nacionalistas argentinos han considerado el combate de la Vuelta de Obligado como el más importante triunfo en la lucha por consolidar y hacer respetar la soberanía de las nuevas repúblicas.

A pedido del historiador José María Rosa el Congreso de la Nación Argentina promulgó la Ley 20.770 por la que el 20 de noviembre se declaró Día de la Soberanía Nacional.

En el Metro de París existe una estación que, hasta los años cincuenta, fue llamada «Vuelta de Obligado»; desde entonces ha sido renombrada como «Estación de Argentine» tras la visita a Francia de Evita.

La Batalla de la Vuelta de Obligado ha sido recordada en los billetes de 20 pesos argentinos, que en una cara lleva el retrato de Juan Manuel de Rosas y en su reverso una imagen de la Batalla de la Vuelta de Obligado.

Los pocos emblemas de los estados de la Confederación Argentina que fueron tomados por los franceses fueron reintegrados a la República Argentina por el premier francés Jacques Chirac.

El sitio donde estuvo ubicada la batería argentina es hoy un sitio histórico, con monumentos e inscripciones que recuerdan el hecho.

En el cruento Combate de la Vuelta de Obligado, del 20 de noviembre de 1845, el Regimiento de Patricios al mando del coronel Ramón Rodríguez tuvo una actuación tan valerosa que, muchos años más tarde, en 1883, el que fuera jefe en aquella oportunidad de las fuerzas inglesas, entregó al consulado argentino en Londres una bandera argentina tomada en el combate contra las tropas nativas, con una carta en la que, entre otros conceptos laudatorios, expresaba:

Quiero restituir al coronel Rodríguez, si vive, o al Regimiento de Patricios de Buenos Aires, si aún existe, la bandera bajo la cual y en la noble defensa de su Patria, cayeron tantos de los que en aquella época lo componían.
Almirante J. B. Sullivan

Se sabe que el gaucho Antonio Rivero, héroe de Malvinas, integró las fuerzas patriotas combatiendo a los invasores y algunos autores sostienen que murió valientemente en acción durante esta batalla.

En 1973 ―durante el Gobierno peronista―, el Congreso nacional declaró el 20 de noviembre como Día de la Soberanía Nacional[5] con carácter de feriado optativo, lo que fue abolido durante la dictadura militar.

El día 3 de noviembre de 2010 se firmó el decreto 1584 nuevamente declarando el 20 de noviembre como "Día de la Soberanía Nacional", con carácter de feriado nacional en toda la República Argentina.[6] El 20 de noviembre de 2010, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró en el lugar el Monumento a la Batalla de la Vuelta de Obligado o Monumento de la Soberanía, que consta de una escultura en la cual se simula una gran valla circular de eslabones de cadenas iluminada por una llama votiva la base de la valla circular está rodeada por una estrella federal, es decir, una estrella roja punzó con ocho puntas, tal gran escultura es obra del pintor y escultor Rogelio Polesello (1939−) y se emplaza en la Reserva Natural en la Vuelta de Obligado que administra el municipio de San Pedro.[7] [8]

Notas

  1. Felipe Pigna: «La primera batalla por la soberanía», artículo en el diario Clarín de Buenos Aires, del 23 de noviembre de 2008, consultado el 23 de noviembre de 2008.
  2. «¿Por qué en Obligado?» (en español). La batalla olvidada - Vuelta de Obligado. San Pedro: Nueva reseña histórica. 2007. pp. 7. 
  3. Su comportamiento en la acción contra las potencias agresoras movieron al comandante Lucio Norberto Mansilla a calificarlo en su parte de «digno de renombre de intrépido y sereno guerrero».
  4. Participó de la lucha desde las baterías el teniente coronel Laureano de Anzoategui, de quien se dijo que se comportó serenamente como en una maniobra, economizando la escasa munición y efectuando los disparos más certeros sobre los buques enemigos.
  5. Congreso de la Nación: Diario de sesiones de la Cámara de Diputados, pág. 3569, 1973.
  6. MPF.gov.ar (decreto sobre el Día de la Soberanía Nacional).
  7. Continental.com
  8. http://noticias.terra.com.ar/politica/recuerdan-a-los-heroes-del-combate-de-vuelta-de-obligado,613328c1ff96c210VgnVCM4000009bf154d0RCRD.html «Recuerdan a los héroes de la Vuelta de Obligado»,] en Noticias Terra.

Referencias

  • "La batalla olvidada", San Pedro: Nueva Reseña Histórica, 2007.

Véase también

Enlaces externos

Coordenadas: 33°35′31.56″S 59°48′26.73″O / -33.5921, -59.807425


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