Mezquita del Cristo de la Luz

Mezquita del Cristo de la Luz

Mezquita del Cristo de la Luz


Nos encontramos en la ciudad de Toledo, traspasando la puerta de acceso a la ciudad y ante nosotros vemos un pequeño oratorio conocido como Ermita del Cristo de la Luz o Mezquita de Bad-al-Mardum, esta obra tiene una gran historia que contarnos ya que su trayectoria comienza con el reino visigodo, en el siglo VII. Tras la conquista musulmana de la Península Ibérica fue remodelada para convertirla en mezquita aproximadamente en el año 999 de la era cristiana, 390 de la hégira, destinándola al culto de la floreciente población árabe.

Pero su historia no finaliza ahí, tras la reconquista cristiana de esta ciudad encabezada por Alfonso VI hacia el año 1085, comenzará en Toledo, además de en otros focos peninsulares, un estilo artístico conocido como Mudéjar, que aunará rasgos de la estética cristiana e islámica.

Desde este punto llegamos a la Ermita del Cristo de la Luz, ya que la hegemonía cristiana en la ciudad toledana se traducirá en una nueva remodelación de la obra para convertirla en iglesia aproximadamente en el año 1187, bajo la supervisión del arzobispo González Pérez.


Contenido

1. CONTEXTO HISTÓRICO

Toledo en la Historia

Tenemos constancia de la presencia de distintas civilizaciones en esta ciudad desde la Edad de Bronce:

Comenzando el recorrido por los Carpetanos, uno de los pueblos celtiberos que habitaban el territorio peninsular. Pero su continuidad se vio truncada con la llegada de los romanos en el año 193 a. C. protagonizando numerosos conflictos hasta que la conquistaron en el 133 a. C. tras la caída de Numancia. Comenzando así, la hegemonía romana en la Península Ibérica y gran parte del Mediterráneo.

Dejándonos como herencia de su paso por Toledo, importantes obras de ingeniería como el acueducto, el puente de Alcántara, numerosas calzadas como la excavada recientemente bajo el jardín de la Ermita del Cristo de la Luz o algunas obras publicas características del auge constructivo romano, tales como el circo, el cual se encuentra parcialmente desenterrado, el anfiteatro sepultado bajo el barrio de Covachuelas, etc.

En este momento la provincia de Toletum, denominación latina, disfruta de gran esplendor bajo el liderazgo romano. Pero tras la caída del Imperio, la península estará desprotegida, dando paso a las incursiones germánicas, alanas y posteriormente, visigodas.

Estos últimos protagonizaran numerosos conflictos con Roma, tras los cuales se asentaran en el territorio, imponiendo un reinado que profesará inicialmente el arrianismo, entrando en conflicto con la doctrina cristiana de los pueblos romanizados.

Hegemonía Visigoda en la Península Ibérica

Su permanencia se prolongara desde mediados del siglo V hasta principios del VIII, truncada por la llegada en el 711 del lugarteniente musulmán Táriq y un ejército de 9000 beréberes con el propósito de conquistar la península.

El reino visigodo estableció su capital en Toledo, los suevos permanecieron en el NO y los bizantinos en el SE, quedando la península dividida en 3 focos culturales.

El reino visigodo de Toledo, tuvo su momento de mayor esplendor a mediados del Siglo VI y principios del Siglo VII, con Leovigildo que propició la unidad territorial y su descendiente Recaredo, que promulgó la unidad religiosa del territorio convirtiéndose al catolicismo y frenando los conflictos que protagonizaban las distintas doctrinas.

Debemos destacar algunas características del arte visigodo, por la relevancia que tendrán en los siglos posteriores.

En estas expresiones artísticas vemos ciertas influencias bizantinas, como la planta basilical, su construcción en piedra o los cimacios de sus columnas. Pero estas edificaciones resaltan por su carácter tectónico debido al grosor de sus muros o la escasez de vanos, con columnas robustas decoradas con relieves muy esquemáticos, etc.

También construyen pequeños oratorios y monumentos conmemorativos a los mártires, de planta sencilla y rectangular, de pequeñas dimensiones que pueden tener un ábside y estar ornamentadas o no, de esta forma llegamos a la obra que nos ocupa, el Cristo de la Cruz, que en su primera edificación reuniría estos rasgos arquitectónicos.

El declive visigodo comenzó con los conflictos internos:

Los nobles se alzaron contra la monarquía impulsados por las disputas entre herederos a la corona, enfrentamientos entre doctrinas religiosas, como por ejemplo los judíos que se encontraban subyugados por las imposiciones de conversión a las que se veían sometidos, revueltas por parte de los vascones ante la inestabilidad gubernamental, profundas crisis demográficas por epidemias como la peste, etc. son las principales causas por las que el reino visigodo estará debilitado, situación que beneficiará a la conquista de Hispania por los musulmanes, resultándoles bastante sencilla.

La conquista de la Hispania Visigoda, no fue un hecho aislado por parte de los musulmanes, desde el nacimiento del Islam su predicación por los territorios aledaños y con ello, su avance y consolidación militar estará patente por todo el Norte de África y la Península Arábiga, además de por el Mediterráneo, siendo Al – Ándalus un territorio mas conocedor de los designios de Alá.

Roderic, mas conocido en nuestro país como Don Rodrigo, será el último representante de la Hispania Visigoda. Él mismo que se enfrentara en el 711 (año de la llegada musulmana en la península a través del Estrecho de Gibraltar) a las tropas del gobernador de Tánger y lugarteniente de Musa ibn Nusair, Táriq Ibn Ziyad, siendo famosa la frase del oficial a sus tropas tras quemar las naves que les transportaron hasta la península:

No hay escapatoria mas que el triunfo, ¿dónde podéis huir? El enemigo se halla ante vosotros y el mar esta detrás

Rodrigo y Táriq se encontraron cerca del río Guadalete, que dará nombre a la batalla acontecida entre nuestros protagonistas. Tras la aplastante derrota que sufrieron los representantes del reino visigodo y la muerte de Don Rodrigo, aunque desconocemos si esto ocurrió durante la lucha o si Rodrigo simplemente huyó, los ejércitos de Táriq continuaron su avance hacia la capital, Toledo, tomando a su paso Málaga, Elvira, Tudmiq (Murcia, Alicante, Albacete) y Córdoba. De esta forma, los musulmanes en los siguientes 15 años tendrían bajo su control prácticamente todo el territorio, excepto algunas zonas del norte peninsular que resistieron sus ataques y donde finalmente se establecerían los reinos cristianos.

La Península en manos musulmanas

Un dato interesante que aportar a este desarrollo de la historia árabe en España, es la llegada de Abd al- Rhaman I a la península en el año 756, único superviviente de la dinastía Omeya, tras la sustitución de éstos por los abasidas.

Así, comenzó la trayectoria musulmana desde la Hispania Visigoda, pasando por el emirato de Córdoba, hasta el 929 año en el que se producirá un cambio político y religioso, cuando el emir Abd al-Rhaman III se independizará del Califato abassí de Bagdad proclamando el Califato de Córdoba, hasta que finalmente el dominio Omeya se desintegrará en los reinos taifas.

La conquista, como ya citamos anteriormente, resultó sencilla para las tropas musulmanas, pero la permanencia y dominio de los territorios no fue tan simple, se producían en algunas provincias levantamientos de los mozárabes (cristianos que habitaban en Al-Ándalus) en contra de los invasores a pesar de la benevolencia del pueblo árabe que permitía la libertad de culto de las religiones del libro. Tolerancia motivada por pagos complementarios a los impuestos.

Estos levantamientos se dieron en ciudades como Mérida, Lisboa, Málaga y Toledo, donde tuvieron que sofocar en varias ocasiones estas revueltas.

A estas situaciones debemos añadir los enfrentamientos entre árabes y beréberes, desajustes políticos entre los gobernantes de las Coras, etc.

Pero el califato Omeya de Córdoba experimentó un gran esplendor cultural, destacando la filosofía y literatura de autores como Averroes o Avempace, las mejoras en la economía gracias a los métodos de regadío y nuevos cultivos que fomentaran la agricultura, obras arquitectónicas de gran importancia y belleza como la Mezquita de Córdoba (786) construida sobre la iglesia de San Vicente, de origen visigodo, o la ciudad palatina de Medina Azahara (936), entre otros ejemplos.

El arte islámico presenta unos rasgos estéticos muy llamativos con gran riqueza en colores y formas, tenemos variedad de arcos, enmarcados por alfices, finas columnas y esbeltas cúpulas, todas las estructuras ornamentadas con signos abstractos y lineales, etc.

El hecho de que las imágenes figurativas no estuvieran permitidas en el ámbito religioso, les obligó a desarrollar otras formas, dando como resultado un estilo único en el mundo del arte.

En cuanto a Toledo, los árabes la llamaron Tulaytula (طليطلة), denominación conocida por los mapas geográficos realizados por Idrisi . Éste es un foco de continuos alzamientos contra el poder cordobés, reprimido en ocasiones con gran dureza, como ocurre en el episodio conocido como la jornada del foso o las de los años 811 y 829, siendo así famosas las noches toledanas, de saqueo y violación.

Aquí, en Tulaytula, tenemos bastantes evidencias de la presencia árabe, como la muralla que bordeaba la alcazaba, su medina, los arrabales estableciendo distinciones sociales, y por supuesto la Mezquita del Cristo de la Luz, en la que se realizaría la 1ª modificación.

La Reconquista

A la vez que el dominio árabe se consolidaba en Al-Ándalus, los reinos cristianos asentados en la cordillera cantábrica observaban su inestabilidad, destacando Don Pelayo, quien se consideraba a sí mismo legítimo heredero de Toledo y quien organizó una revuelta en el 722, venciendo a los musulmanes en la Batalla de Covadonga. Así, comienza el arduo proceso de reconquista que llevarán a cabo los reyes cristianos y que finalmente contribuirá a la desintegración del reino árabe en taifas. Los cristianos fueron ampliando sus territorios de este a oeste, estableciendo el reino astur-leones, el de Pamplona y los condados catalanes ligados al reino franco.

La desintegración en taifas llegó aproximadamente en el año 1031, ya que el avance cristiano contribuyó a la inestabilidad que padeció el dominio musulmán durante el emirato y el califato, lo que se vio acentuado por las luchas internas por el poder califal y los conflictos raciales entre sus habitantes. Pidieron ayuda a los pueblos belicosos del Norte de África y del Sahara, para frenar la expansión cristiana, hecho que logró ralentizarla durante algún tiempo, pero no pararla.

Así en el año 1492, después de pasar por las 1ª, 2ª y hasta 3ª taifas, es reconquistado el territorio peninsular por los Reyes Católicos de Castilla y Aragón, Isabel y Fernando, respectivamente.

La toma de Toledo por Alfonso VI, se produce en el año 1085 y, como consecuencia de la variedad de comunidades (judíos, musulmanes, mozárabes y cristianos), se establecerán estatutos jurídicos particulares, pero las posteriores invasiones árabes modificarán estas medidas y provocarán la castellanización del reino, restableciéndose la sede eclesiástica con los arzobispos enriqueciéndose con las propiedades de las mezquitas.

En cuanto a las manifestaciones artísticas de este período podemos recalcar el arte que se da en los emergentes reinos cristianos (principalmente el arte asturiano) en paralelo al poder árabe instalado en el sur.

Pero a medida que avanza y se consolida la reconquista, surgen nuevas formas artísticas, el llamado “mozárabe” o “arte de la repoblación”, un estilo artístico hibrido, es decir, con mezcla de elementos característicos cristianos con otros de carácter islámico, como puede ser la construcción en ladrillo ornamentados con formas geométricas y vidriados, o las cubiertas a base de artesonados de madera. Ejemplo de ello, lo tenemos en las importantes obras de estilo mudéjar como la iglesia de San Martín en Zaragoza o la Iglesia de Santiago de Arrabal en Toledo, entre otras. También en el ábside de la mezquita del Cristo de la Luz.


2. LA MEZQUITA

La encontramos situada a la entrada de la ciudad toledana, traspasando la conocida Puerta Antigua de la Bisagra en uno de los barrios más antiguos de la ciudad, donde se construyeron en época musulmana las viviendas de los personajes más influyentes.

Se trata de un pequeño oratorio al que en ocasiones podemos encontrar bajo el nombre de la Iglesia del Santo de la Cruz, por las leyendas que rondan a esta construcción; incluso se dice, que tras la reconquista de Toledo la 1º misa se celebró en ella, hecho que podríamos atribuírselo a que accedieron a la ciudad por la puerta más próxima a esta ermita, no obstante es un dato muy poco probable.

Como ya sabemos la Península Ibérica ha sido punto de encuentro de numerosas culturas que han dado lugar a gran variedad de formas y estilos que encontramos en los edificios de nuestra geografía. Podemos observar este paso de las civilizaciones en un mismo monumento, ya que se superponen formas y estilos, convirtiéndose en verosímiles testigos de la historia.

Este último es el caso de nuestra obra. Su trayectoria comenzó probablemente en el siglo VII, momento de mayor esplendor arquitectónico visigodo, en que se construyeron numerosas iglesias y pequeños oratorios, suponemos que para hacer propaganda de su recién estrenada conversión a la religión cristiana. Como ejemplos de este proceso tenemos la Iglesia de Quintanilla de Viñas en Burgos o San Pedro de la Nave en Zamora, pero centrándonos en la capital, Toledo, tenemos las ruinas de San Pedro de la Mata o la Ermita del Cristo de la Luz, sin embargo un hecho tan aparentemente sencillo como datar un edificio, se convierte en un problema en el caso de la arquitectura visigoda, por las continuas modificaciones que sufren a lo largo del tiempo.

El caso es que de nuestra obra poco podemos resaltar con origen visigodo. Sabemos que como método constructivo usaron la piedra, elemento que podemos encontrar en la base de la ermita. Además, en columnas y capiteles podemos ver formas características del estilo visigodo.

De hecho, en la fachada principal, sobre el friso de celosías, contamos con una inscripción musulmana, que nos corrobora que la iglesia del Cristo de la Luz tiene un origen mucho anterior a la reconstrucción árabe, el letrero cita textualmente:

“En nombre de Alá, el clemente, el misericordioso. Fue reconstruida esta mezquita, renovándose la parte superior de ella. Se propuso y terminó tan hermosa obra, con el auxilio de Alá, bajo la dirección de Musa ibn Alí y de Saas, el año 390 de la hégira”

Pasamos pues a la fase islámica, mejor conocida. Esta construcción podría clasificarse como mezquita de barrio, una tipología que destaca por una mayor libertad estructural, de menores dimensiones y donde debemos resaltar las pequeñas cúpulas que cubren su espacio. Estas mezquitas de barrio las encontramos distribuidas por todo el territorio musulmán ya que complementan las edificaciones religiosas junto a las mezquitas aljamas propias de los rezos colectivos de los viernes y de mayor suntuosidad arquitectónica.

Procediendo por fin al análisis estructural, comenzaremos por la estructura exterior de la mezquita que está realizada en ladrillo rojo y mampostería en hiladas o verdugadas de este material, técnica que tiene su origen en Próximo Oriente. De aquí pasa al mundo islámico y después al arte mudéjar. Se trata de un aparejo sólido y de costes baratos, característica que lo hará muy popular.

En la fachada principal, encontramos tres puertas de acceso con arcos de tipología distinta, el primero es un arco polilobulado, el central de medio punto y el último de herradura, sobre estos vanos vemos una serie de arquerías ciegas de herradura, entrelazadas.

Sobre ellas tenemos un friso corrido de celosías caladas, a la que se superponen la inscripción a la cual hicimos referencia anteriormente. El edificio está rematado con un friso compuesto por dientes de sierra, sobre el que se dispone una techumbre sostenida por modillones, realizada en tejas, cubriendo toda la construcción.

El lado Oeste de la fachada también nos presenta una decoración muy llamativa, al contrario de la Este, que es sobria con un acceso coronado por un arco de herradura.

En este lado Oeste podemos destacar que, al igual que en la fachada principal, contamos con tres vanos de acceso rematados por arcos de herradura.

En su parte superior vemos que están enmarcados y que los pilares que los sustentan actúan a modo de contrafuertes, es decir, de contrarrestan los empujes verticales y de los muros. Estos pilares sostienen arcos ciegos, de medio punto rebajados, enmarcados por un alfiz triple. Si continuamos ascendiendo, donde en la fachada central teníamos un friso, ahora observaremos una hilera de arcos ciegos polilobulados con las dovelas bícromas, al igual que en la mezquita de Córdoba, sobre la que se dispone un friso corrido con tres finas bandas y cerrando la estructura un doble friso con ladrillos colocados como dientes de sierra sobre los que se disponen los modillones que sostienen el alero del tejado, realizado a cuatro aguas. En esta imagen vemos también el ábside, el cual destacaremos posteriormente ya que no fue construido hasta el siglo XII tras la reconquista cristiana, por lo que debemos imaginarnos su inexistencia.

Desde la parte Oeste se accedía al patio o shan, denominación islámica. Actualmente tenemos un pozo, que probablemente en época califal se usaría como pila de abluciones o Middath, en el cual los musulmanes se lavaban para acceder al santuario.

Por la abertura de estos vanos tanto en la fachada principal como en la Oeste debemos resaltar la amplia luminosidad de este oratorio, suprimiendo la sensación de recogimiento e intimidad dentro de la mezquita.

El hecho de que en el lado Este, el muro sea de ornamentación inexistente a excepción del vano con arcada de herradura la cual probablemente se realizó posteriormente, en el S. XII, se debe a que se trata del muro de la qibla, lugar al que los practicantes de la doctrina islámica debían orientar sus rezos, hacia la Meca, y donde también encontraríamos el Mihrab ya que siempre se sitúa en esta parte.

Un dato a destacar es que ninguno de los lados de la construcción está orientada al Este, característica de la arquitectura cristiana. Esto refuerza su uso islámico, como mezquita de barrio.

Si nos adentramos en el oratorio, tenemos una planta de cruz griega inscrita en un rectángulo de 7,90 x 8,60m que se divide en tres naves con nueve compartimentaciones casi cuadradas.

Los tramos son de casi 8 m. de altura excepto la central que medirá 10,60 m. Estas compartimentaciones destacan por las nueve cúpulas de estilo califal todas distintas entre sí, sostenidas por pilares con capiteles visigodos y rematados por arcos de herradura, que también sostienen las falsas bóvedas realizadas en mampostería que dividen el espacio en 3 naves contiguas.

Todas estas cúpulas son diferentes ya que están formadas por entramados de arcos de herradura sobre los que se apoya la falsa bóveda, excepto en la parte que se encontraría más cercana al Mirhab, que vemos estas arquerías trilobuladas. A pesar de ello todas las cúpulas son de madera y compuestas por nervios que no se cruzan en el centro.

Con la llegada de los reconquistadores cristianos en el año 1085, se efectúan modificaciones en la mezquita, como el muro de la qibla que fue muy modificado y el muro noreste que fue derruido para prolongar la construcción y erigir un ábside circular y un transepto, siendo uno de los ejemplos más antiguos del arte Románico-Mudéjar, que tenemos en la península Ibérica.

Pero las modificaciones no finalizan con estas construcciones sino que continuaron añadiéndole elementos como un pórtico en la fachada principal y una torre cuadrada de 5 m. adosada al ábside que quedó incompleta, además de un cementerio en la zona Norte e incluso dentro del edificio, destacando las edificaciones posteriores adosadas al monumento.

En cuanto al ábside está construido en ladrillo rojo, al igual que el resto del edificio, dando una sensación de continuidad en el monumento, destacando el mismo registro decorativo, en la 1ª parte tenemos una arquería de medio punto cegados y enmarcados, en la 2ª altura vemos otra arquería pero esta vez son de herradura apuntada también cegados y enmarcados por arcos polilobulados.

La estructura finaliza con un doble friso decorado con dientes de sierra, coronado con modillones de ladrillo que sostienen el alero de la techumbre.

En su interior el ábside presenta dos hileras de arcos de herradura cegados, coronados con una representación pictórica del Pantocrátor envuelto por una aureola que muestra la luminosidad que la figura refleja, dando una sensación de grandiosidad y divinidad.

Las pinturas fueron realizadas al fresco, datados en el S. XIII aproximadamente, presentando las características estilísticas del Románico tardío, y aunque la gama cromática prácticamente se ha perdido aún podemos distinguir ciertos rasgos.

En este fresco se representa como ya hemos dicho al Pantocrátor, como un hombre ya maduro con barba y pelo castaños, por lo que se trata de la representación del Cristo Siríaco, mostrando así la influencia del mundo bizantino.

Lo vemos en una postura de bendición y con el Libro en su mano izquierda, vistiendo una túnica que le cae con cierto grado de realismo.

De esta representación podemos resaltar algunas de las características de la pintura románica, como la adaptación al marco arquitectónico, o la perspectiva jerárquica ya que al ocupar Cristo todo el espacio del ábside, nos muestra que es el personaje de mayor importancia en el mundo cristiano además de dotarle de gran expresividad.

Aunque aún podemos ver hieratismo en la figura ya vemos cierto grado de humanización, rasgo del estilo gótico que se encuentra tan cercano en las representaciones artísticas, pero la característica románica que no debemos olvidar es la ausencia de referencias al tiempo y al espacio, por lo que la figura de Cristo resulta atemporal, eterna.

Existe un registro pictórico más extenso en la mezquita, pero se encuentran en muy mal estado de conservación, y prácticamente no podemos distinguir que representaban, en el arco de medio punto cegado que vemos en el lado derecho de la imagen, en el intradós vemos lo que parecen ser motivos vegetales y geométricos, y en la imagen del lado izquierdo, podría tratarse de la representación de un hombre, del que desconocemos su interpretación.

3. ASPECTOS DOCUMENTALES

La Inscripción

Una de las fuentes más destacadas con la que hemos contado para realizar este trabajo, es de tipo epigráfico; se trata de la inscripción que porta la mezquita en su fachada sureste, y que está realizada en ladrillo rojo al igual que el resto de la construcción, y fue descubierta en el año 1889.

Esta fuente nos ha aportado el año de la conversión de iglesia (visigoda) a mezquita en el 999 de nuestra Era, no obstante en la inscripción la vemos datada dentro de la cronología arábiga, 390 de la hégira.

En esta inscripción epigráfica también se nos informa de los arquitectos que realizaron la reconstrucción, Musa ibn Alí y Saas, lo cual es destacable porque parece que pertenecían a la corriente sufí, en principio enfrentada a la “filosofía” de la familia Omeya. Sin embargo, podemos pensar que al tratarse de un momento de esplendor en el Califato dejaran a un lado sus diferencias. No obstante, es una cuestión difícil de determinar ya que nos constan los continuos levantamientos y conflictos entre la población árabe.

En cuanto a esta inscripción debemos resaltar las diferentes interpretaciones de las que los estudiosos nos hacen partícipes:

En la revista “Al-Qantara, revista de Estudios Árabes”, en su número 21, se publica un estudio de Basilio Pavón Maldonado bajo el título de “El Cristo de la Cruz: Dos supuestas mezquitas en una” afirmando que el templo es anterior a la fecha dada por la inscripción dato que nos corroboran las investigaciones arqueológicas actuales, que incluso nos cuentan que puedo haber un edificio de origen romano en el mismo solar.

Según Amador de los Ríos, la mezquita fue mandada construir por Ahmad Ibn Hadidi, del que no conocemos nada y realizada por el arquitecto Musa Ibn Alí a finales del año 999. Él mismo hizo un proyecto de restauración del conjunto completo, incluso de la Casa de Oración árabe, que según él sería la parte más antigua que se conserva, ya que anteriormente habría sido reconstruida a partir de una iglesia visigoda en la que se sustituiría el ábside y el transepto mudéjares por una cabecera formada por tres ábsides semicirculares, poco probables en un iglesia visigoda que se completaría con un patio porticado y naves laterales.

Otra versión la encontramos en el libro Summa Artis, en el tomo XII, realizado por Pijoon, en el cual nos especifica que “Fue reconstruida está mezquita, renovándose la parte superior de ella”, por lo que sí tendría ese origen visigodo, de una pequeña capilla de oración.

Excavaciones Arqueológicas

Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo por el Consorcio de Toledo, dirigidas por Arturo Ruiz Taboada y Raúl Arribas Domínguez nos aportan valiosa información que se desprende de las conclusiones extraídas tras un exhaustivo estudio de la Mezquita, con la intención de individualizar las reformas realizadas en el conjunto arquitectónico que conservamos y ponerlas en su contexto histórico y urbano.

En esta investigación se aclaran algunas cuestiones, como la situación de la mezquita; el arqueólogo Arturo Ruiz Taboada indica que esta situación se debe a que al acceder a la ciudad a través de la Puerta de Bad al Mardum, se veía en primera línea esta construcción ya que en el S. X estaba exenta, por lo que tiene una orientación, ritmo y alzado de interés simbólico no solo desde el punto de vista religioso sino por la situación de acceso a la ciudad, destacando la edificación de una calle que desembocaba en la explanada bajo la fachada Norte, cimentada sobre parte de lo que fue una calle romana, apuntando un desnivel medio de 1,68 metros con respecto al suelo original del interior de la mezquita.

Este desnivel se salvaría mediante una escalinata que partía de la explanada al interior de templo, ya que durante la excavación arqueológica se documentaron elementos estructurales y de solera de esta escalinata.

En cuanto a la inscripción, este arqueólogo nos cuenta que desde el punto de vista estratigráfico la inscripción está enmarcada y en bajorrelieve, centrada en la fachada con un acabado integrado y engarzado en las esquinas por lo que descarta la posibilidad de su continuación en la fachada contigua, estudios realizados por la arquitecta Dalila Baiod.

En este trabajo se habla sobre la calzada romana que se encontró bajo la mezquita, la cual media 6 metros de anchura y bajo la cual ha aparecido una cloaca de la misma época. La calzada se formaba por grandes losas de granito y discurriría en dirección Norte - Sur.

Además contamos con el estudio antropológico de los cementerios del Cristo de la Luz y el análisis metalúrgico de la numismática encontrada durante la excavación.

Leyendas

Existen varias leyendas que rondan esta construcción medieval:

Remontándonos al momento de la reconquista de Toledo por el rey Alfonso VI, en 1085 nos cuentan que cuando los ejércitos entraron en la ciudad, el caballo del monarca cayó de rodillas al llegar a la altura de mezquita, donde actualmente vemos marcada con una piedra blanca el pavimento.

El rey intentaba que su corcel se alzara pero al resultar imposible se interpretó como una clarividencia divina, de ahí que se excavara el interior del edificio donde se encontró la imagen de un Cristo Crucificado junto a una lamparilla de aceite que había permanecido encendida durante más de 300 años ya que en este lugar los cristianos toledanos habrían escondido la imagen sagrada para evitar su profanación por parte los musulmanes durante su ocupación. Suponemos que por este tipo de relatos, ronda la leyenda de que la primera misa tras la reconquista se celebró en este pequeño oratorio, dato que resulta bastante inverosímil.

En conclusión, el impacto de esta obra tanto en la historia cultural como en el arte es de gran importancia destacando los estudios realizados en base a ella desde el S. XIX, ya que es una de las obras de arte más complejas de la Península Ibérica, que posee evidencias que van desde el asentamiento romano hasta la reconquista cristiana, pasando por los siglos visigodos y el período islámico.

Sin olvidar que la ciudad toledana es conocida coloquialmente como la ciudad de las tres culturas, la cristiana, la musulmana y la judía, aunque en este desarrollo no hemos hecho referencia a esta última, Toledo también presenta construcciones de carácter religioso judío como la Sinagoga del Transito o los barrios donde encontramos a esta población, la judería.

4. BIBLIOGRAFÍA

• ANWAR, G. Chejne (1980): HISTORIA DE LA ESPAÑA MUSULMANA. Ediciones Cátedra S. A. Pag. 14-53. • HISTORIA DEL ARTE:(1970) Editorial Salvat, S. A., Barcelona [Vol. 4. pag. 167-180]

• PIJOAN, José (1949): SUMMA ARTIS: HISTORIA GENERAL DEL ARTE. ARTE ISLÁMICO .Editorial Espasa-Calpe. [Vol. XII] pag. 473-476.

• TOLEDO: HISTORIA, COLOR Y ARTE. Editorial Erisa, Madrid (1ª edición de 1982) pag. 50.

• YARZA LUACES, Joaquín (1979): ARTE Y ARQUITECTURA EN ESPAÑA 500-1250. Ediciones Cátedra S.A., Madrid. Pag. 131-132 y Pag. 313. • JURADO, Francisco: 1999-2009 UN DECENIO RESTAURANDO EL CRISTO DE LA LUZ.


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