Libro de la Sabiduría de Jesús ben Sira

Libro de la Sabiduría de Jesús ben Sira
Portada de la Biblia Protestante de Gustavo I de Suecia de 1541, la primera en idioma sueco. Incluía los Libros "Deuterocanónicos" en una sección al final del Antiguo Testamento.

El Libro de la Sabiduría de Jesús, hijo de Sirac, (abrev.) Si, (hebreo: ‏‏חכמת יהושע בן סירא), es uno de los Libros Sapienciales del Antiguo Testamento. Común y familiarmente llamado Libro de Sirácides, o bien, del Sirácida. (La transcripción Sirácide —con e como valor vocálico final, y sin s final—, resulta inapropiada en castellano; si bien se ha derivado de la forma francesa habitual de dicho término.)

La tradición latina lo ha llamado Libro del Eclesiástico. Sin embargo, a pesar de este nombre, no debe confundirse con el Eclesiastés, el cuál es otro libro sapiencial del Antiguo Testamento, de nombre similar. Tampoco debe confundirse con la expresión Libros Eclesiásticos, usada de manera muy tardía entre los protestantes para hacer referencia, de forma sistemática, a todos los escritos Deuterocanónicos (véase).

Contenido

Datos generales

Forma parte integrante del Canon Amplio Oriental y Occidental, sustento de las Biblias propias de las iglesias cristianas Ortodoxas, Orientales y también por la Iglesia Católica Romana. Ésta lo incluye entre los textos comúnmente tenidos por "deuterocanónicos", o sea, de la "Segunda Colección". En las Biblias Católicas, se le suele ubicar, de manera habitual, al final de las series de textos y escritos sapienciales (después de Sabiduría), y antes de las series de los Libros Proféticos (Antes de Isaías).

Los judíos contemporáneos no lo incluyen en la Tanaj, aunque existe evidencia de que al menos algunos judíos de tiempos de Jesús sí lo incluían entre los Escritos o Hagiógrafos, es decir, la tercera sección del Tanáj:


“Está expuesto en el Pentateuco por escrito, «y acudiendo Esaú a Ismael» [Genesis 28:9], repetido en los Profetas, por escrito, «Se le juntó a Jefté una banda de gente miserable, que hacía correrías con él» [Jueces 11:3], mencionado en una tercera etapa en los Hagiógrafos, por escrito: “Todo viviente ama a su semejante, y todo hombre a su prójimo»” [Eclesiástico 13:15]. Guemará, Seder Nazikin, Baba Qamma 92b


“Hay aún otro Paraíso debajo de las cabezas de las criaturas vivientes, por lo que está escrito: «Sobre las cabezas del ser había una forma de bóveda resplandeciente como el cristal, extendida por encima de sus cabezas» [Ezequiel 1:22]. Hasta aquí tienes permiso de hablar, de ahí en adelante no tienes permiso de hablar, por lo que está escrito en el libro de Ben Sirá: «No busques lo que te sobrepasa, ni lo que excede tus fuerzas trates de escrutar. Lo que se te encomienda, eso medita, que no te es menester lo que está oculto» [Eclesiástico 3:21-22].” Guemará, Seder Mo’ed, Chagigah 13ª


Los grupos protestantes,[1] y otros grupos cristianos con ideas diferentes de los antes citados,[2] dieron en dar erróneamente por "apócrifo" éste, así como los otros deuterocanónicos, aunque algunas de ellas lo ven como lectura provechosa, y algunas importantes Biblias protestantes, tales como la Biblia de Lutero, la Biblia de Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra (la famosa King James Version inglesa), de 1611, así como las Biblias de Casiodoro de Reina, de 1569, y de Cipriano de Valera, de 1602, recientemente reeditadas bajo el título de 'La Biblia del Siglo de Oro', incluyen este libro, así como los otros deuterocanónicos.

Nombre del libro

Su nombre castellano, el Eclesiástico, proviene de la voz latina Ecclesiásticus, nombre que le asignó Jerónimo en su Biblia Latina, llamada la Vulgata, y que, a su vez proviene de la expresión en griego το εκκλησιαστικον (to Ekklesiastikón, el libro de la iglesia, asamblea o congregación), nombre que le dio Cipriano de Cartago, padre de la Iglesia, que vivió entre los Siglos II y III (160-258), en clara referencia al uso que de él hacía la Iglesia, a causa de sus ricos contenidos morales, para la formación y la edificación del catecumenado, es decir, de las gentes que previamente habían sido ya bautizadas.[3]

En la Biblia Septuaginta, este libro lleva el título de Sabiduría de Jesús, hijo de Sirac. De ahí que recibiera, así como su autor, los viejos sobrenombres de Sirácides, o el Sirácida. El autor, además del nombre, precisa al final del libro que se trata de un judío de Jerusalén. Alguna variante de los textos griegos afirma también que es un sacerdote.

Autor

A diferencia de otros Libros Sapienciales, como el de los Proverbios, el del Eclesiastés, o el de la Sabiduría, sólo de forma pseudonímica atribuidos al rey sabio Salomón, el Libro Eclesiástico es el único de entre los Libros Sapienciales de cuyo autor sabemos su nombre con certeza. En el Capítulo L, Verso 27, dice expresamente lo siguiente:

"Doctrina de entendimiento, y de conocimiento, grabó, en este libro, Jesús, hijo de Sirac, de Eleazar, el jerosolimita que desbordó sabiduría de su corazón..."
Sirácides 50,27

Se trataba posiblemente de un sabio de Jerusalén, que escribió la obra hacia el año 190 a. C.;[4] Se dedicó desde joven al estudio de la Ley y la Sabiduría, y buscó la salvación en la oración. Ben Sirac es un hombre que ha viajado y que dispone de una rica experiencia de vida basada en la observación. Ha sido calumniado con acusaciones falsas; aclarada la verdad por obra de Dios, Jesús le entona un canto de acción de gracias que cristaliza en este libro.

Algunos exponentes sugieren que Sirácides debió pertenecer a la escuela judía saducea, o que, tal vez, al menos, habría simpatizado con las ideas de ella. Mas, dado que su Libro fue hallado entre los Rollos Manuscritos del Mar Muerto, así como en las ruinas del Fuerte de Masada,[5] es mucho más probable que su obra hubiera sido un texto universalmente aceptado y recurrido para alentar la fe de diferentes escuelas de judíos disidentes, y, aun, muy solapadamente discrepantes las unas de las otras.

Texto y datación

El original fue escrito en hebreo;[6] la traducción griega se estima obra de un nieto de Ben Sirac, quien lo habría traducido unos 60 o 70 años después. Hoy se dispone de copias del texto hebreo manuscritas por los judíos caraítas en el Siglo IX, encontradas en el depósito de una sinagoga en El Cairo en 1896 (3,6-16,26; 18; 19; 20; 25; 26; 36; 37; 35,11-38,27; 39,15-51,30), en 1931 (32,16-34,1) y 1958; así como de fragmentos de manuscritos copiados en el Siglo I o antes, encontrados en Qumrán[7] (6,14-15; 6,20-31; 51,13-19) y en 1964 en la fortaleza de Masada (39,27-32; 40,10-19,26-44;17,6).[8] Actualmente se dispone de dos tercios del texto hebreo: 1.108 versículos, con respecto a los 1.616 del total de que consta el texto griego.[9]

Jerónimo de Estridón menciona haber tenido el texto hebreo, pero que, al final, optó por sólo revisar y corregir la traducción latina (llamada Vetus Latina), que ya existía previamente, para incluirla en su propia versión de la Vulgata.

En el Prólogo de la Versión Griega, se menciona expresamente que se trata de una traducción vertida del hebreo por un nieto del mismo Ben Sirac, a fin de cultivar y edificar la de de los judíos de Alejandría y da una fecha: el año 132 a. C.

A pesar de todo lo anterior, el origen hebreo del texto ha sido muy discutido. Algunos llegaron a sostener que los textos hebreos encontrados en El Cairo eran una traducción, pero tras el hallazgo de los manuscritos de Qumran y Masada se sabe sin lugar a duda que este libro fue escrito en hebreo.

La datación puede fijarse con cierta certeza, porque Jesús habla elogiosamente del Sumo Sacerdote Simón, segundo de este nombre (Sirácides 50), que parece haber sido su contemporáneo. El traductor del Libro al griego manifiesta que Jesús era su abuelo, y él —el traductor— partió hacia Egipto en el año 38 del rey Evergetes (también segundo de ese nombre), es decir, en 132 a. C.

Por una parte, el autor no sabe nada acerca de las persecuciones perpetradas en contra del pueblo judío por Antíoco IV Epífanes, y no ha oído hablar de la conquista de Jerusalén, ni del saqueo del Templo; hechos que comenzaron en el 170 a. C. Por tanto, el Libro debe de haberse escrito antes, alrededor de 180 a. C. En esos tiempos, el helenismo había hecho presa de la nación judía, y contra esta invasión de cultura foránea habría preconizado Ben Sirac.

Es posible que inicialmente el libro no fuera compuesto como un todo, sino que resultara de la edición conjunta de una colección de varios textos, adecuadamente ensamblados.[10] Desde hace mucho tiempo, estudiosos como Nicolás de Lyra,[11] Cornelio de Lapide[12] y Eichhorn[13] han propuesto que al menos cuatro bloques fueron reunidos: el primero, los capítulos 1 a 23; el segundo, 24 a 42,14; el tercero, un Laus Patrum 42,15 a 50,24; y el cuarto el poema sbre la búsqueda de la sabiduría 51,13-30.[10]

El libro constituye un inapreciable y casi único testimonio de la realidad de su tiempo y de las costumbres y usos judíos de entre la fecha de la composición original y la de la traducción del nieto de Sirácides (130 a. C.).

Canonicidad

No ha sido incluida en el Tanach judío. El Sínodo de Jamnia (Iavne), en el que los judíos fariseos finalmente intentaron definir su propia colección de textos religiosos tenidos por sagrados, en fecha tan tardía como el año 95 d. C., decidió no incluirlo en el Tanach. Judíos y protestantes han argumentado que el libro de Sirácides contiene expresiones de desprecio a la figura femenina, o antifeminismo[14] así como influencias de la filosofía de la escuela epicúrea.[15] Si bien ya ha quedado demostrado que ideas de estos tipos quedaron asentadas en varios otros textos de la Biblia,[16] y de los pensadores judíos y cristianos a través de los tiempos.

Fue usado, sin embargo, por las comunidades esenias de Qumrán, y hay citas de la obra de Sirácides incluso en el Talmud y en la literatura rabínica.[17] El Talmud Babilónico (Baba Qamma 92b) cita el Capítulo XIII del Libro del Sirácida como si proviniera de la Tanach Judía. Y varios de los grupos judíos marginales, a través de los tiempos, lo han ido aceptando como tal: los antiguos esenios de Qumrán, los revolucionarios zelotes de Masada, los judíos caraítas, durante la Edad Media, y los Beta Israel en Etiopía. Ha sido incluido en la Biblia israelita griega alejandrina, llamada Septuaginta, con el nombre de Libro de la Sabiduría y la Virtud. Y, a raíz de ello, ha sido incluido en todos los antiguos Códices conocidos de la Escritura en griego, y en todas las Versiones y Ediciones copiadas a partir de esos mismos Códices. La liturgia judía,[18] y también la cristiana, lo han atesorado e incluido en sus celebraciones, ritos y ceremonias.

Las Iglesias Cristianas Ortodoxas, así como las diferentes Iglesias Orientales, y la Iglesia Católica Romana, lo han reconocido como parte integrante del Canon de la Biblia. Debido a que no ha sido incluido en el Canon de la Tanach Judía, que es el libro sagrado oficial del judaísmo contemporáneo, su canonicidad ha sido rechazada por las iglesias protestantes,[1] y otros grupos cristianos con ideas diferentes de los antes citados,[2] que por defecto excluyen los deuterocanónicos de sus propias versiones y ediciones de los textos sagrados.

Contenidos

Tal como el mismo nieto de Sirácides señala en el Prólogo, el Libro se dirige a los judíos piadosos deseosos de regir su propia vida de acuerdo con la Ley, sin olvidar a los paganos que deseen saber qué les espera al asumir al Dios, la fe y las tradiciones propias de los judíos.

Sirácides intenta mantener la integridad de la fe religiosa yahvista, y poder contribuir a la depuración y purificación de usos y costumbres, que cada vez se iban tiñendo más de infiltraciones helenísticas.

Enseñanza

El Sirácida contiene sobre todo máximas éticas, con lo que se asemeja considerablemente a los Proverbios. Se ignora si Sirácides fue el autor original, o sólo se trató de un compilador. Aunque el estilo uniforme mostrado por el Libro parece hacer pensar en lo primero. Trata temas diversos: desde sencillas reglas de cortesía, humanidad y urbanidad, preceptos sobre el culto, superación de pruebas, y el temor del Señor, pasando por las normas respecto a los deberes para con el estado, la sociedad, y el prójimo.

La misma índole del texto, debido a que parece una selección de frases, proverbios y poemas de muy diversas fuentes, da pie a las disputas sobre la unidad del origen del texto, así como la lengua en la que fue escrito. Al parecer, algunos himnos a la sabiduría, o a Dios creador, sirven de enlace entre los diferentes conjuntos de los textos. El primero, que trata de la sabiduría, y del temor de Dios, al que siguen diversas sentencias y recomendaciones acerca de la forma de adquirirla. El segundo, sobre la diferencia entre la senda del bien, y la del mal, pasando por diversos estados de vida, y luego los oficios, y los temperamentos. En el tercer conjunto, se trata ampliamente sobre la discreción y la codicia. Y acaba con un himno de la sabiduría que se alaba a sí misma.

El epílogo invita al lector a acudir a las fuentes de la sabiduría. A continuación siguen dos suplementos: uno, sobre el temor de Dios, y otro, sobre la muerte.

Si bien, el Eclesiástico no presenta un plan organizado y premeditado; ya que trata de temas diversos, y se va saltando de unos a otros, puede identificarse en él, al menos, algunas cuatro líneas doctrinarias principales:

Los judíos pueden definir a Dios

La enseñanza sobre Dios sólo es impartida por los judíos de Israel. Estos enseñan que Dios es nuestro padre, que Él creó el mundo y todo lo que contiene, que es bueno, moral, e infinitamente sabio, que sabe si nosotros somos justos o injustos, y que premia a los buenos, y castiga, con gran severidad, la maldad del injusto e impío.

Premio y castigo en este mundo

Como otros autores de la literatura sapiencial, Sirácides se enfrenta al muy grave problema de que, en el judaísmo, se suele enfatizar en concepciones de premios y castigos. Sin embargo, Sirácides carece del concepto de alguna recompensa consistente en una vida eterna después de la presente. Asume, sin reservas, que estas retribuciones y castigos son sólo temporales, es decir, que cada quién recibe en esta vida todas las consecuencias de nuestros propios actos: la piedad hacia Dios, el bien, la rectitud y la justicia, son bienes que tenemos que gozar en esta vida; pues no existe la idea o concepción de alguna otra vida.

La riqueza no es virtud

Prescindiendo de todo nihilismo, el Eclesiástico procede a hacer una moderada crítica de los ricos: la riqueza puede denotar inteligencia de parte de quien la ha amasado, pero no garantiza virtud, piedad ni justicia. Tiene un valor muy relativo y es peligrosísima para la salud espiritual de quien se regocija en ella. El verdadero camino, entonces, es la moderación.

Influencia

La notoria influencia del Sirácida se siente en todo el Nuevo Testamento:

Juan 13,31;14,10.14.15.21.23.28;15,1.8.15;
21,28-31;&version=RVR1960; Mateo 5,42;10,10;11,25;15,4-6;20,26-29; 21,28-31;
Lucas 7,35;9,57-59;10,21;14,28-37;

Véase también

Referencias

  1. a b La expresión protestantes incluye a las iglesias protestantes históricas, angloepiscopalianas, evangélicas, sabáticas bautistas y adventistas, pentecostales, neopentecostales, etc.
  2. a b Citamos, como ejemplos, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (comúnmente llamada la Iglesia “de Mormón”, o la Iglesia “Mormona”), o la Federación de Familias por la Paz y la Unificación Mundial (comúnmente llamada la Iglesia de la Unificación, o la Iglesia “de Moon”), o el grupo religioso La Familia (comúnmente llamado los “Niños de Dios”), así como la Sociedad Bíblica y Tratadística de la Torre Vigía (comúnmente llamada “Testigos de Jehová”).
  3. Biblia de Jerusalén, pág. 902
  4. Se ignora si Sirácides residiría en Jerusalén aún para esas fechas, o si se había trasladado a Alejandría, donde existía una próspera colectividad judía.
  5. Yadin, Yigael (1986) Masada: la fortaleza de Herodes, y el último bastión de los zelotes. Barcelona: Ed. Destino.
  6. Charles, R.H. (1913) The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament I
  7. 2Q18 y 11Q5XXI. ver García Martínez, Florentino (1992) Textos de Qumrán:344-346,487. Madrid: Editorial Trotta.
  8. Obando, Yovanni (2007) Libro del Eclesiástico. Pasto.
  9. Fragnelli, P. Sirácida (Eclesiástico) VocTEO.
  10. a b Marböck, Johannes "Structure and Redaction History in the Book of Ben Sira"; Pancratius Cornelis Beentjes (Ed.) The book of Ben Sira in modern research: 61-80.
  11. Lyra, Nicolaus von (1588) "Prologus in Ecclesiasticum"; Biblia Sacra cum glossa interliniari: 387-439. Venitiis.
  12. Lapide, Cornelius [Steen, Cornelis van den] In Ecclesiasticum. [227/B16-8]
  13. Eichhorn, J. G. (1795) Einleitung in die apokryphen Schriften des Alten Testaments, Leipzig.
  14. Eclesiástico 42:12-14.
  15. Eclesiástico 13:25-26, ó 31-32.
  16. Génesis 19:4-8, y Deuteronomio 25:11-12, Salmos 1:1-3, 94:12-13, 119:1-3, Proverbios 3:13-26, y 22:17-18, 1 Juan 4:18.
  17. Cowley, A.H. and A. Neubauer, (1897) Ben Sira's Proverbs Preserved In Talmudic And Rabbinic Literature. Sacred-texts.
  18. Véase: C. ROTH, Ecclesiasticus in the Synagogue Service en JBL 1952, pp. 171-178.

Bibliografía

  • CAZELLES, HENRY (1981). Introducción crítica al Antiguo Testamento. Barcelona: Herder. ISBN 84-254-1085-1. 

Enlaces externos

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Sabiduría
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