Sueño lúcido

Sueño lúcido
Portada de Los sueños y cómo dirigirlos de Léon d'Hervey de Saint-Denys.

Un sueño lúcido es un sueño que se caracteriza porque el soñador es consciente de estar soñando. Este tipo de sueño se puede dar de forma espontánea o bien ser inducido por determinadas prácticas y ejercicios.

La utilización del adjetivo "lúcido" como sinónimo de "consciente" fue introducido en 1867 por el escritor, sinólogo y especialista en sueños francés Léon d'Hervey de Saint-Denys, en su obra Los sueños y cómo controlarlos (en francés Rêves et les moyens de les diriger). La mayoría de los sueños lúcidos suceden en la etapa de sueño paradójico y mediante un proceso fortuito o desencadenado mediante el aprendizaje. La consciencia de soñar le da al soñador la posibilidad de controlar deliberadamente, no sólo sus acciones, sino también el contenido y desarrollo de los sueños. La capacidad de reconocer y controlar los estados oníricos se menciona en textos budistas del siglo VII. En Occidente se ha estudiado el fenómeno en condiciones de laboratorio desde finales de los años 1970.

Contenido

Definición

En 1968 el autor británico Celia Green dio la siguiente definición: "un sueño lúcido es un sueño en el cual el sujeto es consciente de soñar.[1] Aunque es ampliamente aceptada, existe disenso sobre su completud, el psicólogo de la Gestalt Paul Tholey distinguía el sueño normal del lúcido con base en los siguientes siete criterios: el soñador sabe que sueña; dispone de su libre albedrío; cuenta con sus capacidades normales de raciocinio; la percepción de sus cinco sentidos es comparable a la de la vigilia; cuenta con los recuerdos de los que dispone cuando está despierto; al despertar recuerda con claridad su sueño; y es capaz de interpretar el sueño dentro del sueño mismo. Para Tholey es esencial satisfacer los cuatro primeros requisitos.[2] Otros autores insisten sobre la sensación de estar presentes en el aquí y el ahora del sueño así como en la capacidad de poderlos controlar. Se señala con frecuencia que la experiencia de la lucidez en el sueño debe aprehenderse como un continuo y que el grado de lucidez varía desde la toma de conciencia mínima definida por Green hasta el ideal descrito por Tholey.[3] [4] [5]

Definición de los fenómenos asociados al sueño lúcido

Considerar la lucidez onírica como un continuo condujo a los investigadores a asociar a ese estado distintas situaciones oníricas cercanas al sueño lúcido bien por su semejanza, bien por su aparición en el tiempo.[5]

  • Sueños prelúcidos. Celia Green introdujo el término sueños prelúcidos para describir ciertos sueños en los cuales el sujeto emita una duda sobre la realidad de su entorno sin advertir plenamente que está soñando.
  • Sueños de falso despertar. En los sueños de falso despertar, el soñador cree haberse despertado a la vigilia, siendo que sólo ha cambiado de sueño. Aunque no se trata propiamente de sueños lúcidos, sí se los sitúa en las proximidades de la lucidez onírica.
  • Parálisis del sueño. La parálisis del sueño consiste a la vez en la atonía muscular característica del sueño paradójico y del parasomnia que se produce cuando se está comenzando o terminando el sueño. En el trastorno del sueño, el sujeto se siente paralizado, incapaz de moverse o de hablar. También se pueden presentar alucinaciones visuales, auditivas o táctiles. Algunos métodos de inducción del sueño lúcido se dirigen a alcanzar ese estado con el fin de entrar conscientemente en el sueño.
  • Experiencias extracorporales. Algunos sueños lúcidos se caracterizan por la impresión del soñante de salir de su propio cuerpo y observar el entorno desde una posición diferente de la que ocupa su cuerpo.

Descripción

Desde el punto de vista fenomenológico

Otra forma de definir el sueño lúcido es considerarlo desde la perspectiva fenomenológica, es decir, estudiando el fenómeno tal y como aparece en las descripciones en la literatura, científica o no, y en los relatos personales de los soñadores. Podemos separar esta descripción en tres puntos: los modos de la aparición de la lucidez, las acciones de los soñadores una vez en medio de un sueño lúcido, y cómo desaparece la lucidez onírica.

La aparición de lucidez

Con base en los estudios de Green, se clasifica los sueños lúcidos en dos tipos según los modos en que la lucidez aparece: durante el sueño o al quedarse dormido. Stephen LaBerge acuñó las siglas y DILD y WILD para distinguir: DILD (de dream-initiated lucid dreams) que son aquellos en los que el sujeto se hace consciente de su condición en el curso de un sueño; y WILD (wake-initiated lucid dreams) o aquellos en los que se entra conscientemente al sueño desde un estado de vigilia. Vale la pena anotar que más del 80% de los sueños lúcidos son DILD.[6]

  • Durante el sueño. Cuando lucidez aparece durante un sueño, el soñador tiene la impresión de despertar dentro del mismo sueño y siente que puede seguir soñando, aun sabiendo que sueña. Según Celia Green hay cuatro factores que inducen al reconocimiento del sueño: las tensiones de una situación de pesadilla, las cuestiones planteadas por un contenido onírico incongruente e irracional, el recuerdo de una observación técnica introspectiva o el reconocimiento espontáneo, sin razón aparente, de que la experiencia es diferente de la del estado de vigilia. Respecto al primer factor, si bien las emociones violentas y sexuales son una causa frecuente de lucidez, esta también puede aparecer por una emoción fuerte pero con connotaciones agradables. Es raro que el sueño lúcido ocurra gradualmente.
  • A partir de la vigilia. Cuando el sueño lúcido es una continuación del estado de vigilia de la conciencia, el sujeto tiene dos indicadores para saber que está soñando: la sensación de ser parte integral del sueño y la pérdida (o modificación) de las sensaciones corporales. Para dormirse conscientemente, el soñador debe pasar por el estado hipnagógico[7] durante el cual las imágenes hipnagógicas, o alucinaciones auditivas, o incluso relativas a la propiocepción (sensación de flotar o girar, sensación de caída, vibraciones, entumecimiento o parálisis, sensasión de estar fuera del cuerpo). En algunos casos, la conciencia del sueño presenta las fluctuaciones, e incluso lapsos de sueño de los que el sujeto no guardó memoria. Sin embargo, se considera que se trata de sueños lúcidos, pues la pérdida temporal de conciencia se produce antes de la actividad onírica.

La experiencia del sueño lúcido

El hecho de saber que se sueña le permite al soñador ampliar su abanico de opciones así como abordar el contexto onírico con una mayor libertad de acción. No sólo puede controlarse a sí mismo y a sus actos, sino también intervenir deliberadamente en el ambiente, los personajes y el desarrollo de su sueño. Ciertas acciones se presentan con una gran regularidad, como soñar que se sueña o se levita. Otras experiencias más inhabituales han sido señaladas, como la salida del propio cuerpo, las transformaciones en animales y otras criaturas fantásticas, el desdoblamiento de la visión, la visión panorámica, la ralentización del tiempo y las experiencias de carácter cósmico como la evolución en espacios con cuatro dimensiones.[8] El soñador también puede influir la dirección del sueño tomando la decisión de prolongarlo, y a veces incluso interrumpirlo y luego retomarlo durmiéndose pocos segundos después.

Aunque en teoría se pueda tener todas las experiencias imaginables, las creencias culturales o personales, las expectativas conscientes o preconscientes del soñador, sus especulaciones sobre la posibilidad o no de cierta acción, en particular la influencia ejercida por otras narraciones, determinan notablemente la apariencia de los sueños así como la capacidad del soñador de modificarlos.[9]

Del mismo modo, la experiencia del sujeto, su grado de lucidez, es decir el punto hasta el cual logra conservar su capacidad de raciocinio, de juicio y de tomar distancia con respecto al aspecto ilusorio de la situación así como respecto a las emociones que desencadena, influyendo así el contenido y los matices de la experiencia. En lo relativo a la percepción, esta puede ir de un estado de confusión a una impresión de gran vivacidad y realismo. Diferentes criterios de la experiencia, que conciernen tanto la conciencia de sí mismo como el contexto onírico, son pues susceptibles de grandes variaciones según el soñador, el sueño, e incluso los diferentes momentos de una misma experiencia onírica.

La pérdida de la lucidez

La manera como la lucidez onírica termina puede definirse como la pérdida de la consciencia de soñar. O bien se vincula a la desaparición del sueño y el soñador se despierta, a veces de manera voluntaria, otras debido a emociones muy intensas; o bien el soñador se relaja en su vigilancia dejándose distraer, favoreciendo la disipación de la lucidez conduciéndolo a un sueño ordinario y sin control.[10] En ciertos casos, la lucidez se pierde en un sueño ordinario debido a la transición de una escena onírica a otra, que puede por ejemplo manifestarse mediante un falso despertar.[11]

Desde el punto de vista de la observación estadística

Una gran parte de la población ha por lo menos vivido en algún momento de su vida la experiencia espontánea del sueño lúcido, así sea furtivamente, por ejemplo en el curso de una pesadilla cuando la toma de consciencia del hecho de soñar precede el despertar.

Se han llevado a cabo varios estudios para determinar el porcentaje de la población que ha tenido sueños lúcidos, variando sus resultados entre el 26% y el 82%. Este rango se explica por el tipo de selección de la muestra (al azar, estudiantes de psicología, interesados por el tema), por diferencias en la definición de sueño lúcido, por la confusión con los sueños prelúcidos o la ausencia de verificación del contenido del sueño. De cualquier modo, es menos frecuente que el fenómeno se presente con frecuencia, situándose entre 21 % y 37 % los sujetos que expresan registrarlos con cierta regularidad (una o más veces por mes). El sueño lúcido parece ser más frecuente en los niños. Según Armstrong-Hickey, el 63% de los niños de diez años aseguran tenerlo todos los meses, bajando a 36 % respecto a los niños de 12 años.[12]

No se han encontrado diferencias significativas entre los sujetos que registran con frecuencia sueños lúcidos en función de su sexo, nivel educativo,[13] o de factores basados en la personalidad.[14]

Varios estudios han mostrado diferencias de contenido entre los sueños lúcidos y los ordinarios. En particular, se ha señalado que los primeros contienen emociones más intensas.[15]

La mayoría de los sueños lúcidos se suceden durante las fases de sueño paradójico y durante las últimas horas de sueño. Algunos informes mencionan su ocurrencia durante los estadios de sueño lento y ligero.[16] Los sueños lúcidos son asimismo más frecuentes durante la siestas al mediodía. LaBerge demostró que una interrupción del sueño durante la noche, seguida por un estado de vigilia de entre cuarenta y cinco minutos y una hora antes de volverse a dormir (este principio se llamó Wake-Back To Bed, en español «despertar, regreso a la cama») aumentaba significativamente las posibilidades de la aparición de la lucidez onírica.[17]

Cultura e historia

El sueño lúcido en la cultura occidental

Entre la antigüedad y la época moderna

Durante la Antigua Grecia, el sueño lúcido aparece como un fenómeno que registra cierta base cultural, por lo menos en el imaginario: Homero creó personajes que eran conscientes de su sueño.[18] Aristóteles realizó la primera mención explícita del fenómeno estipulando que un soñador puede ser consciente de su estado.[19]

Sin embargo, sólo en la Edad Media se registra en una carta de san Agustín del 415 el primer relato de un sueño lúcido, correspondiente al médico Gennadius.[20] En el siglo XIII, santo Tomás propuso una explicación para el sueño lúcido, notando que se produce con más frecuencia hacia el final del sueño.[21]

Entre el siglo XIV y el siglo XVI los testimonios parecen escasear. Podemos sin embargo preguntarnos junto a Christian Bouchet[22] si no son lúcidos algunos de los sueños registrados por los benandanti del Friuli hacia finales del siglo XVI, así como por los kresniki en Istria, Eslovenia y Croacia en el siglo XVII. En ese análisis, sería sin embargo necesario tener en cuenta que estos registran características cercanas a la proximidad de la lucidez, como los falsos despertares, el sentimiento de dejar el propio cuerpo, metamorfosearse o tener la capacidad de volar.[23]

El último de los tres famosos sueños que tuvo René Descartes en la noche del 10 al 11 de noviembre de 1619 es un sueño lúcido.[24] El filósofo inglés Thomas Reid menciona en una carta de 1779 el hecho de haber inducido voluntariamente un sueño lúcido a la edad de catorce años.[25]

La época contemporánea

En el siglo XIX, el escritor romántico Jean Paul[26] y el filósofo Friedrich Nietzsche[27] señalaron en sus escritos que en ocasiones fueron conscientes de soñar. Sin embargo, las alusiones al sueño lúcido son sucintas. La primera investigación seria sobre la temática fue publicada de manera anónima en 1867 por el sinólogo Léon d'Hervey de Saint-Denys. En Les rêves et les moyens de les diriger (Los sueños y la manera de dirigirlos), obra que resume más de veinte años de investigación, De Saint-Denys es la primera persona que es posible aprender a soñar conscientemente.

Frederik van Eeden y Léon d'Hervey de Saint-Denys, dos pioneros del sueño lúcido.

Aunque un capítulo del texto se titula de hecho "Los sueños lúcidos", De Saint no utiliza la expresión en su acepción actual. El capítulo agrupa en efecto indiferentemente sueños sonde aparece la conciencia de soñar, sueños vivos y sueños programados. Sólo en 1913 el psiquiatra y poeta holandés Frederik van Eeden introduce la expresión "sueño lúcido" en el sentido en que lo conocemos. Su artículo A Study of Dreams, publicado en los Proceedings of the Society for Psychical Research, recapitula las constataciones extraídas de los sueños consignados durante varios años, entre los cuales trescientos cincuenta y dos sueños lúcidos.

Estas publicaciones llaman la atención de muchos investigadores. Sigmund Freud acepta la posibilidad de una conciencia y de un libre albedrío en el sueño y menciona brevemente el trabajo de De Saint-Denys en la segunda edición de la La interpretación de los sueños. Sándor Ferenczi consagra al tema su artículo Rêves orientables. Ambos admiten que se puede modificar voluntariamente el contenido del sueño y consideran que su acepción lúcida permite probar que el objetivo del sueño es la satisfacción de los deseos.[28]

Sin embargo el concepto de "sueño consciente" sigue siendo una paradoja para la mayor parte de la comunidad científica. De la misma manera que Alfred Maury rechazó el siglo precedente las afirmaciones de De Hervey afirmando que "esos sueños no son sueños", el influyente Havelock Ellis excluyó su posibilidad. Para el filósofo Norman Malcolm, "el hecho de tener una experiencia consciente, de la naturaleza que sea, no es lo que se llama dormir".[29]

Así, pese a varias publicaciones como las del biólogo Yves Delage[30] en 1920, de Mary Arnold-Forster[31] en 1921, del filósofo ruso Ouspensky[32] en 1931, de Celia Green en 1968, de Charles Tart en 1969 quien reedita el artículo de Van Eeden en Altered States of Consciousness, de Patricia Garfield en 1974, la comunidad cinetífica sigue siendo escéptica. En 1973, Schwartz y Lefebvre sugieren que el fenómeno no sucede durante el sueño, sino durante micro despertares.[33] ·[34]

La prueba científica

En 1953, Aserinsky y Kleitman descubrieron que los sueños tendían a producirse en fases marcadas por movimientos oculares rápidos. En 1959, Michel Jouvet notó que, en esos periodos, las ondas registradas en un electroencefalograma eran comparables con las de la vigilia. Para referirse a ellos acuñó el término sueño paradójico, que se caracteriza por una atonía muscular. Sólo los ojos, las extremidades de los miembros y los músculos responsables de la respiración y de la circulación sanguínea no se paralizan.

Electroencefalograma con sueño paradójico. Los movimientos oculares rápidos señalados por una línea roja.

La existencia del fenómeno sólo se podía demostrar mediante señales enviadas voluntariamente al sujeto dormido. En ese sentido, William Dement y H. P. Roffwarg habían demostrado que la dirección de los movimientos oculares registrados durante el sueño paradójico coincidían a veces con la orientación de la mirada en el sueño, como se había registrado en los informes de los sujetos. Esta constatación brindaba la llave de la comunicación desde el estado de sueño lúcido, pues esto posibilitaba acordar una secuencia específica de movimientos oculares que el sujeto enviaría durante un sueño lúcido y que se registraría mediante una prueba de polisomnografía.

Con base en lo anterior, el de 12 abril de 1975 se produjo la primera prueba del sueño lúcido[35] por Keith Hearne en la Universidad de Hull en el Reino Unido. Su sujeto Alan Worsley señaló la toma de conciencia en un sueño mediante un código ocular acordado de antemano. Estas señales se registraron durante una fase de sueño paradójico. Así se demostró que era posible ser consciente en medio de un sueño.[36]

Los resultados de Hearne no tuvieron una gran difusión. El primer artículo en una revista científica reputada sólo se publicó en 1981, siendo su autor Stephen LaBerge de la Universidad de Stanford, quien realizó independientemente una demostración similar para su tesis de doctorado.[37]

En otras culturas

Fuera de la cultura occidental se encuentran referencias evidentes al sueño lúcido. Sin embargo, algunas de la dificultades encontradas por la antropología son la ausencia del concepto en cuestión o de una comprensión del fenómeno diferente de la del sueño, la mayor importancia que se atribuye al contenido del sueño que la lucidez en sí, así como la validez de la aplicación de conceptos occidentales a fenómenos que no son idénticos.[38]

El único caso en el que no hay lugar a dudas es el del yoga del sueño desarrollado por el budismo tibetano, un conjunto de prácticas meditativas en estado de sueño lúcido. Su principio consiste en reconocer, durante el sueño, que se está soñando con el fin de percibir la dimensión ilusoria y voluntariamente modificable de las producciones oníricas. Esta práctica tiene sus orígenes en el norte de la India en los Seis yogas de Naropa, redactados en el siglo XI, y en el Tíbet en diversos aspectos de prácticas chamánicas de la religión Bön. Sus principales enseñanzas reposan en la Tradición oral de Zang Zhung, una instrucción plasmada por escrito en el siglo VIII (aunque mucho más antigua según la tradición Bön) y en el Tantra Madre.[39]

En los años 1970, la reedición de los escritos de Kilton Stewart sobre los senoi,[40] una etnia malasia, propagó la opinión según la cual el control del sueño (y de ahí el sueño lúcido) desempeñaba una función preponderante en su vida social y que se enseñaba desde muy temprana edad. Sin embargo, aunque el sueño y sus contenidos son de gran importancia para este grupo, varios estudios recientes han desmentido la hipótesis de que controlan o son lúcidos durante los sueños.[41]

Aprendizaje

Es posible aprender a tener sueños lúcidos. Todos los autores insisten en que la motivación es una condición previa indispensable para llegar a tal fin. Existen varios métodos para inducir el sueño lúcido, que se pueden clasificar en tres grandes categorías.

Adormecimiento consciente

Mediante estos métodos, el sujeto entra deliberadamente en el sueño desde la vigilia evitando perder consciencia durante el proceso. Esta idea de base está sujeta a una gran cantidad de variaciones. Es posible concentrarse en la actividad hipnogógica, en la visualización voluntaria, en una tarea mental o incluso prestar atención a la respiración, a los latidos del corazón u otras sensaciones físicas. Los métodos de adormecimiento consciente son más asequibles a las personas que tienen facilidades para dormirse

Toma de consciencia en el sueño

Este método supone la capacidad de recordar con precisión el contenido de los sueños. Buscan que el sujeto sea consciente de que sueña dentro del sueño en curso. Se pueden aplicar varios principios, basados en el reconocimiento de temas oníricos frecuentes, la sorpresa suscitada por situaciones incongruentes, la intención de encontrar un objeto en el sueño, o simplemente la intención de ser consciente de su estado de soñador.

Algunos de estos métodos dan prioridad a la autosugestión, uno de los más conocidos es el MILD (Mnemonic Induction of Lucid Dreams, es decir "inducción mnemónica de sueños") desarrollado por Stephen LaBerge. El MILD recurre a la memoria prospectiva. Asocia un despertar matinal con una vigilia de cerca de tres cuartos de hora y, antes de volver a dormirse, una visualización y una autosugestión con el fin de recordar tomar consciencia en el próximo sueño. En la misma dirección, la sugestión posthipnótica también se ha empleado.[42]

Otros métodos se basan en el análisis del estado de la consciencia. Es el caso del "reflexivo-crítico" descrito por Paul Tholey. Tiene como objeto ejercer una facultad crítica durante la jornada marcando la autoconsciencia y el entorno, una facultad generalmente inactiva durante el sueño ordinario. Con tal fin, el sujeto duda de la realidad de su entorno y efectúa diferentes "test de realidad". Los textos budistas contienen ideas similares, como cultivar un estado de ánimo particular durante la vigilia o incrementar el nivel de atención consagrado a sí mismo y al entorno (meditación vipassana) con el fin de conservarla durante el sueño e inducir la lucidez onírica.

Empleo de estímulos externos

Estos métodos se basan en el principio de los estímulos externos (luces, palabras, sonidos, vibraciones, etc.) que pueden emitirse durante la fase de sueño paradójico para permitirle al sujeto darse cuenta de que sueña. Hearne utilizó la detección del cambio de ritmo respiratorio para desencadenar un ligero choque eléctrico en la muñeca. LaBerge desarrolló las gafas Novadreamer, que detectaban el movimiento ocular rápido y enviaban señales luminosas. El empleo de estos dispositivos por separado es poco eficaz y debe asociarse con una buena preparación mental, pues de lo contrario los estímulos se incorporan en el imaginario del sueño ordinario.[43]

Investigación y aplicaciones

Desde los años 1980 hasta nuestros días, se han realizado varias investigaciones sobre el sueño lúcido, principalmente por la Universidad Stanford y el Lucidity Institute fundado por Stephen LaBerge.

Psicofisiología del sueño paradójico

Las experiencias realizadas trataron sobre los medios para inducir y prolongar la lucidez onírica; sobre las diferencias de contenido entre los sueños comunes y los lúcidos; sobre la estimación del tiempo pasado en sueño lucido, en comparación con el de la vigilia; sobre las correspondencias fisiológicas entre las actividades reales y soñadas, por ejemplo sobre la facultad del soñador de modificar su ritmo respiratorio o sobre la manera en que su actividad sexual onírica se registra en diferencias fisiológicas; sobre los medios de comunicarse del soñador mediante señales oculares; sobre la relación entre la actividad cerebral y la del sueño (la lateralización de las funciones cerebrales se registra en los sueños lúcidos, siguiendo cada hemisferio especializado las pautas funcionales de la vigilia, como cantar o contar).

Todos estos resultados respaldan la conclusión de que las tareas cognitivas y los movimientos soñados durante el sueño paradójico provocan en el cerebro (y en menor medida en el resto del cuerpo) efectos similares a los de la vigilia. Las zonas cerebrales que se activan durante el sueño son pues las mismas que se ven exigidas durante la vigilia.[44] [45] [5]

Aprendizaje motor en el sueño lúcido

Estos resultados ofrecen una base teórica que permite medir el efecto de un aprendizaje motor gracias a un entrenamiento en estado de sueño lúcido. Los estudios de Tholey[46] han mostrado así que un deportista entrenado podía sin problema reproducir en sus sueños lúcidos movimientos complejos como los del esquí o la gimnasia y que este tipo de aprendizaje podía conducir a un mayor rendimiento.[47]

Aplicaciones clínicas

Se han sugerido varias pistas sobre las aplicaciones terapéuticas y psicológicas del sueño lúcido,[48] como el tratamiento de las fobias o de el trastorno por estrés postraumático.

En un marco inspirado en la psicoanálisis jungiano y en la terapia Gestalt, el punto que con más frecuencia se ha investigado es la integración de los diferentes elementos de la psique, que se supone están representados por los personajes encontrados en el sueño, mediante un comportamiento adecuado con el fin de de manejar las situaciones desagradables.

Un primer modelo de interacción con los personajes fue propuesto por Patricia Garfield. En este método, cuyo origen atribuyó al pueblo senoi, se debe afrontar y eliminar sistemáticamente a los personajes hostiles.[49] Tholey, que ha comparado la eficacia de las diferentes actitudes, concluye que un procedimiento basado en el diálogo y la conciliación tenía más posibilidades de conducir a experiencias positivas, permitiendo al soñador conocer el significado del sueño y descubrir el origen de sus conflictos psicológicos. Tholey informa haber mejorado en un contexto terapéutico la condición de los pacientes que sufren de ansiedad, de poca seguridad en sí mismo o de dificultades de adaptación social mediante lo que describe como un "programa de autocuración".[50] Estas afirmaciones se basan sin embargo en estudios de caso y no han sido objeto de estudios controlados.

Tratamiento de pesadillas y de parálisis del sueño

En lo relativo al tratamiento de las pesadillas, el sueño lúcido parece haber comprobado su eficacia. Además de varios casos informados en la literatura especializada, en 2006 se realizó un estudio piloto. Sesiones de una hora, durante las cuales son mostrados los principios y técnicas del sueño lúcido, al igual que unos ejercicios a hacer durante la lucidez, han permitido convertir las pesadillas menos agonizantes y reducir la frecuencia.[51]

También es posible entrar conscientemente en un sueño durante las crisis de parálisis del sueño, lo que contribuye a que esos episodios sean menos estresantes.[17]

Otras aplicaciones

Además de dichas aplicaciones, el sueño lúcido se practica con el fin de explorar lúdicamente las posibilidades del mundo onírico, con el fin de satisfacer deseos, efectuar desarrollos personales o para realizar búsquedas espirituales. También se puede emplear con fines artísticos y creativos, con el fin de abordar cuestiones o como "simulador" para las acciones de la vida cotidiana.[17] Además, muchos investigadores han insistido en su interés práctico en los campos de la filosofía y las ciencias de la consciencia.[52]

El sueño lúcido en el arte y en la cultura

El tema de la lucidez onírica ha sido relativamente poco utilizado en las artes y en la lituratura, registrándose el mayor número de referencias en el siglo pasado y antepasado.

En la literatura

El sueño lúcido sólo aparece en la literatura en los siglos XIX y XX, donde se registran sin embargo pocos casos.[53] Se aborda de manera burlesca en el texto de ficción Le pied de momie de 1840 de Théophile Gautier, y es el tema de la novela fantástica Peter Ibbetson de 1891 del escritor inglés George du Maurier.

En la segunda mitad del siglo XX, se presenta el punto de vista chamánico centroamericano del concepto de sueño lúcido en las obras de Carlos Castaneda, desde El viaje a Ixtlán de 1972 hasta El arte de soñar de 1993.

En la serie de ficción iniciada en 2004, La guerra de los sueños de John C. Wright, el protagonista ha sido entrenado en el arte del sueño lúcido ya que tiene la misión de vigilar la puerta entre el mundo de los sueños y el real.

En el cine

Pocas obras cinematrográficas han tratado el tema, y la mayoría son recientes. A parte de la versión de 1935 de la novela de George du Maurier por el director Henry Hathaway, uno de los raros ejemplos explícitos en el siglo XX es Pesadilla en Elm Street de 1988. Por su parte, la película Waking Life de 2001 de Richard Linklater hace un viaje a través de la filosofía a modo de introducción del sueño lúcido, la naturaleza de la consciencia y la existencia. En la italofrancesa La ciencia del sueño de Michel Gondry el protagonista usa los sueños lúcidos para entrar en su propio mundo de fantasía. Michel Gondry también usa el recurso de la lucidez en el sueño, en la norteamericana Olvídate de mí donde uno de los protagonistas tiene unos momentos de lucidez mientras sueña, si bien su tema principal es otro.

En 2006 se estrenó la cinta de animación japonesa Paprika del director Satoshi Kon, cuyos personajes comparten los mismos sueños mediante dispositivos eléctricos. Retomando algunos de esos elementos, en 2010 se presenta Inception, una película de ciencia ficción escrita, producida y dirigida por Christopher Nolan y protagonizada por Leonardo DiCaprio y Ellen Page, en la que una serie de individuos (los extractores) explotan este recurso con el fin de robar los secretos ocultos en los cerebros de su víctimas.

En el cine español, los sueños lúcidos aparecen en la película Abre los ojos de Alejandro Amenabar, cuyos derechos fueron vendidos a Tom Cruise, quien protagonizó la versión Vanilla Sky.

Referencias

  1. Celia Green, Lucid Dreams, Institute of Psychophysical Research, Oxford, 1982 (primera ed. de 1968), p. 15. citado por Christian Bouchet, Le rêve lucide, capítulo 3, sección 1. Celia Green también ha publicado Lucid Dreams (1968), Out-of-the-body Experiences (1968) y junto a Charles McCreery Lucid Dreaming: The Paradox of Consciousness During Sleep (1994).
  2. Paul Tholey, Kaleb Utecht: Schöpferisch träumen. 3. Aufl. Klotz, Eschborn 1997, ISBN 3-88074-275-8, pp. 61-62
  3. (en inglés) George Gillespie, Can we distinguish between lucid dreams and dreaming-awareness dreams? Lucidity Letter Back Issues, Vol. 3, N° 2 & 3, agosto de 1984, pág. 95.
  4. Christian Bouchet, Le rêve lucide, capítulo 3, sección 1.
  5. a b c (en inglés) Lucid Dreaming, Dream and Nightmare Laboratory, Hospital del Sacré-Coeur de Montreal.
  6. LaBerge, Nagel, Taylor, Dement, & Zarcone, 1981. Cité dans Stephen LaBerge, Donald J. DeGracia, Varieties of Lucid Dreaming Experience, dans R.G. Kunzendorf & B. Wallace (éditeurs.), Individual Differences in Conscious Experience (p. 269-307). Ámsterdam, 2000, John Benjamins. (lien)
  7. L'état hypnagogique est l’état de demi-sommeil précédant l’endormissement (Dictionnaire médical, de Jacques Quevauvilliers, Alexandre Somogyi, Abe Fingerhut, éditeur Elsevier Masson, 2007). Il correspond au stade 1 du sommeil. « Les yeux sont fermés et la détente commence. Le dormeur ressent une impression de flotter: on appelle cela l'état hypnagogique. [...] L'électroencéphalogramme montre des ondes appelées alpha. Ces ondes sont peu à peu remplacées par des ondes appelées thêta. Si une stimulation survenait à cet instant, l'éveil serait immédiat.» (article État hypnagogique de l’encyclopédie en ligne Vulgaris Médical (lien)); état psychique caractérisé par une activité intense de type hallucinatoire (article Hypnagogique du Dictionnaire de l'Académie, 9ème édition).
  8. Paul Tholey, Overview of the German Research in the Field of Lucid Dreaming, en "Lucidity Letter", 7(1), 1988, p. 29. citado por Bouchet, op. cit., ch. 3.
  9. Stephen Laberge, Exploring the World of Lucid Dreaming, capítulo 5, pág. 87.
  10. Patricia Garfield, op. cit., p.138.
  11. Christian Bouchet, Le rêve lucide, cap. 3.
  12. Schredl, M. & Erlacher, D. (2004). Lucid dreaming frequency and personality, 2004, en Personal and individual differences, vol. 37 (7), pp. 1463-1473 (enlace); Susan Blackmore, Lucid Dreaming: Awake in your Sleep, publicado en el Skeptical Inquirer 1991, 15, pp. 362-370 (enlace)
  13. cf. Blackmore, op. cit. o Erlacher, op. cit.; respecto a la edad en los estudios de Gackenbach, Bouchet anota que esta sólo se consideró dentro de una población de estudiantes. Bouchet, op.cit, cap. 8 sección 1
  14. cf. Erlacher, op. cit.
  15. Mylène Duval, Antonio Zadra, Analyse quantitative du contenu des rêves lucides, Universidad de Montreal, Laboratorio de los sueños, en 26to Congreso Anual de la Sociedad Quebequense por la Investigación en Psicología (lien)
  16. Billiard por ejemplo señala que pueden producirse durante el estado del sueño en Le Sommeil normal et pathologique. Troubles du sommeil et de l'éveil (París ed. Masson 1998, segunda edición), citado en Rêves récurrents de Christian Beaubernard (ed. Publibook, pasaje 140, París, 2009). LaBerge menciona un caso observado en el laboratorio durante el estado del sueño en Le rêve lucide ed. Oniros, 1997, segunda ed. pasaje 168). Voir aussi Plantilla:Article, lequel rapporte des rêves lucides dans les stades I et II.
  17. a b c Stephen LaBerge, Exploring the World of Lucid Dreaming.
  18. « Le rêveur ne se croit pas ailleurs que dans son lit, et il sait très bien qu'il est endormi, puisque le personnage onirique se donne la peine de le lui faire remarquer: - Tu es endormi, fils d'Atrée, dit le mauvais rêve au chant II de l'Iliade; - Tu es endormi Achille, dit le fantôme de Patrocle.» Eric Robertson Dodds, Les Grecs et l'Irrationnel, Aubier Montaigne, París, 1965, cité par C. Bouchet, op. cit. ch.2, section 1.
  19. « Dans le sommeil, si l'on a conscience que l'on dort et si l'on se rend compte de l'état qui révèle la sensation du sommeil, il y a l'apparence, mais il y a quelque chose en soi qui dit que c'est l'apparence de Coriscus et non Coriscus lui-même (car souvent, quand on dort, il y a quelque chose dans l'âme qui dit que ce qui apparaît est un rêve).» Aristote, Des Rêves, 460 a, dans Petits Traités d'Histoire naturelle, Les Belles Lettres, París, 1965, pp. 77-87.
  20. « La nuit suivante ce même jeune homme lui apparut encore, et lui demanda s'il le reconnaissait. Gennadius l'ayant assuré qu'il le reconnaissait fort bien, le jeune homme lui demanda où il l'avait vu, à quoi Gennadius [...] n'eut pas de peine à répondre. Mais ce que vous me marquez-là, lui dit le jeune homme, l'avez-vous vu en songe ou éveillé? En songe, répond Gennadius. Il est vrai, reprit le jeune homme, c'est en songe que vous l'avez vu; et ce qui se passe encore présentement, ce n'est qu'en songe que vous le voyez; je le crois, répond Gennadius. Et où est présentement votre corps, reprit le jeune homme qui l'instruisait? Dans mon lit, répond Gennadius.» Saint Augustin, Lettre CLIX, dans Les Lettres de Saint Augustin, t.IV, P.G. Le Mercier, 1737, p. 394.
  21. Il écrit qu'on « juge parfois en dormant que ce qu'on voit est un rêve, comme si l'on discernait entre les réalités et leurs images. […] Quand le mouvement des vapeurs est plus lent, il y a bien des images, mais déformées et sans ordre […]. Et si le mouvement est encore plus calme, on a des images ordonnées: cela se produit surtout vers la fin du sommeil […]. Si le mouvement est faible, non seulement l'imagination se trouve libre, mais même le sens commun est partiellement délié: à ce point qu'on juge parfois en dormant que ce qu'on voit est un rêve.» Saint Thomas d'Aquin, Somme théologique, Editions du Cerf, 1954, t.X: La pensée humaine, pp. 63 à 65.
  22. cf. Bouchet, op. cit., ch. 2, section 1. lien
  23. Les benandanti croyaient que l'on pouvait voyager la nuit « en esprit», celui-ci pouvant « sortir du corps et y revenir à son gré» (Ginzburg, Les batailles nocturnes, p.259). Pour Christian Bouchet, les procès de Moducco et Gasparutto (ibid., p.235-249) impliquent « la conscience d'être dans un état différent de celui de l'état de veille». Les kresniki « vont en esprit la nuit aux carrefours des routes et dans les maisons» (Ginzburg, Le sabbat des sorcières, p.158). Ginzburg, qui suit Mircea Eliade et ne connaît manifestement pas le rêve lucide, appelle de manière générique ces phénomènes des « extases» et les rapproche du « vol magique» du chaman. Or ce dernier est fréquemment interprété comme une « expérience hors du corps».
  24. « Ce qu’il y a de singulier à remarquer, c’est que doutant si ce qu’il venait de voir était songe ou vision, non seulement il décida en dormant que c’était un songe, mais il en fit encore l’interprétation avant que le sommeil le quittât.» Adrien Baillet, la Vie de M. Descartes, biographie, 1691. lien
  25. Dans une lettre de Reid au Révérend William Grégory datant de janvier 1779. Thomas Reid, The works of Thomas Reid, D. D., Longman, Green, Longman, Roberts and Green, 1863, vol.I, pp. 33-34., cité par C. Bouchet, op. cit., ch.2, section 1.
  26. Jean Paul, Choix de rêves, Fourcade, París, 1931, pp. 38-39., citado por C. Bouchet, op. cit., cap. 2, sección 2. lien
  27. « Plus d'un sans doute, comme moi, se souvient d'avoir parfois réussi à se dire, pour se donner courage au milieu des périls et des terreurs du rêve: C'est un rêve ! Continuons de rêver !» Nietzsche, Naissance de la Tragédie, Folio, París, 1991, p. 29.
  28. Freud parle d'un rôle de maintien du sommeil et aussi, dans les cas de cauchemars, de défense face à un désir inconscient; dans un autre texte où il analyse les rêves lucides d’Hervey de Saint-Denys, il envisage le désir préconscient « d’observer ses rêves et de s’en amuser». Pour Sándor Ferenczi, « ces rêves orientables sont également intéressants du point de vue théorique car ils représentent en quelque sorte la reconnaissance implicite des objectifs du rêve: la satisfaction de désirs. Ce phénomène éclaire aussi dans une certaine mesure le sens des changements de scène dans le rêve, et le rapport entre les rêves d’une même nuit.» Sándor Ferenczi Rêves orientables 1912 en Psychanalyse, tome 1, Œuvres complètes: 1908-1912, París, Payot, 1970, pp.194-195)
  29. Norman Malcolm, Dreaming, Routledge & Kegan Paul, 1959.
  30. Plantilla:Ouvrage
  31. Mary Arnold-Forster, Studies in Dreams, The Macmillan company, New York, 1921.
  32. Piotr Demianovich Ouspensky, Un nouveau modèle de l'univers, Stock, 1996 (première édition 1931, New York, Alfred A. Knopf).
  33. Schwartz B.A. & Lefebvre A., Contacts veille/P.M.O. II. Les P.M.O. morcellés, Revue d'Electroencéphalographie et de Neurophysiologie Clinique, 1973, 3, 165-176.
  34. Incluso en 2007, Magali Chetrit seguía afirmando, con base en el psicoanálisis y pese a la aceptación actual del sueño lúcido por la comunidad científica, que ser consciente en un sueño es imposible. Magali Chetrit, Le rêveur lucide.
  35. Charles McPhee, L'aventure du rêve lucide, page 100.
  36. Plantilla:Ouvrage.
  37. La thèse doctorale de Stephen LaBerge Lucid dreaming: An exploratory study of consciousness during sleep a été présentée à l'Université Stanford en 1980. Son article « Lucid dreaming verified by volitional communication during REM sleep» fut deux fois refusé en mars et septembre 1980 par la revue américaine Science, puis par la revue britannique Nature. Il fut enfin publié en juin 1981 par la revue de psychologie Perceptual and Motor Skills. Si Keith Hearne avait bien publié un peu plus d'un an auparavant, en mars 1980, l'article « Insight into lucid dreams», c'était toutefois dans un périodique professionnel pour infirmières, le Nursing Mirror. Stephen LaBerge, Lynn Nagel, William Dement y Vincent Zarcone Jr. Lucid dreaming verified by volitional communication during REM sleep en el "Perceptual and Motor Skills" de 1981, no. 52 pp. 727-732; Keith Hearne Insight into lucid dreams en el "Nursing Mirror" del 6 de marzo de 1980, pp. 20–22; citados en Stephen LaBerge Le rêve lucide, Oniros, Chitry Mont Sabotpp. 1997. Segunda ed. pp. 87-91.
  38. Deborah Jay Hillman and Patric Giesler, Anthropological Perspectives on Lucid Dreaming, Lucidity Letter, 1986, 5 (1), pp. 6-25. (lien)
  39. Tenzin Wangyal Rinpoché, Yogas tibétains du rêve et du sommeil, Editions Claire Lumière, 2001.
  40. Kilton R. Stewart, Dream Theory in Malaya, Complex, 6, 1951. (lien)
  41. G. William Domhoff, Senoi Dream Theory: Myth, Scientific Method, and the Dreamwork Movement, 2003. Non publié. (lien)
  42. Por ejemplo, en el estudio de Joe Dane Non-REM Lucid Dreaming publicado en "Lucidity Letter" volumen 5 número de junio de 1986 , que trata sobre 30 sujetos que nunca antes habían tenido sueños lúcidos. Voir aussi Plantilla:Article.
  43. El capítulo Apprentissage de cet article s'appuie sur Stephen LaBerge, Exploring the World of Lucid Dreaming, ch. 3 pour les méthodes DILD, ch. 4 pour les méthodes WILD; et Susan Blackmore, Lucid Dreaming: Awake in Your Sleep? publié dans le Skeptical Inquirer 1991, 15, 362-370, (lien)
  44. Stephen LaBerge, Lucidity Research, Past And Future, en NightLight 5(3), 1993. (enlace)
  45. Lynne Levitan, A Thousand and One Nights of Exploring Lucid Dreaming, en Nightlight 4(2),1992, (enlace)
  46. Paul Tholey, Applications of Lucid Dreaming in Sports (enlace)
  47. Daniel Erlacher, Lucid dreaming and sport science - A research startegy. Dans J. Mester, G. King, H. Strüder, E. Tsolakidis & A. Osterburg, European College of Sport Science: Book of Abstracts. 6th annual congress of the ECSS (S. 742). Köln: Sport und Buch Strauss, 2001. (enlace)
  48. Kelzer, 1989; LaBerge, 1985; Malamud, 1988; Tholey, 1988
  49. Patricia Garfield, op. cit.
  50. Paul Tholey, A model for lucidity training as a means of self-healing and psychological growth, en Conscious mind, sleeping brain: New perspectives on lucid dreaming, de Jayne Gackenbach y Stephen LaBerge, editores. Nueva York, Plenum Press, 1988.
  51. Victor Spoormaker, Jan van den Bout, 2006. Lucid Dreaming Treatment for Nightmares: A Pilot Study. Psychotherapy and Psychosomatics. 75(6), pp. 389-394. (lien)
  52. Entre otros Susan Blackmore, Stephen LaBerge, Allan Hobson o Christian Bouchet.
  53. Antonio Zadra y Elizabeth Décary, Analyse quantitative du contenu des récits de rêves littéraires du Moyen Age au XXe siècle, publicado en Le récit de rêve. Colectivo bajo la dirección de Christian Vandendorpe. Quebec. Ed. Nota Bene. 2005.

Bibliografía

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  • Patricia Garfield, La Créativité Onirique, du rêve ordinaire au rêve lucide, Éditions de La Table Ronde, 1983 (ISBN 978-2-7103-0122-6)
  • Olivier Clerc, Vivre ses rêves: Techniques pour se rappeler, interpréter, programmer ses rêves, et pour induire des rêves lucides, Éditions Hélios, 1984 (ISBN 2-88063-005-7)
  • Stephen LaBerge, Le Rêve lucide, Éditions Oniros, 1991 (ISBN 978-2-90931-806-0)
  • Stephen LaBerge, Howard Rheingold, Exploring the World of Lucid Dreaming, Ballantine Books, 1991 (ISBN 978-2-35118-024-0)
  • Carlos Castaneda, El arte de soñar, Emecé, 1994 (ISBN 987-1144-91-1)
  • Charles McPhee, L'aventure du rêve lucide: comment traverser vos nuits en pleine conscience, Éditions JC Lattès, 1997 (ISBN 2-7096-1799-4)
  • Olivier Moyano, Rêve et Chamanisme, Accarias L'Originel, París, 1998 (ISBN 2-86316-068-0)
  • Tenzin Wangyal Rinpoché, Yogas tibétains du rêve et du sommeil, Éditions Claire Lumière, 2001 (ISBN 2-905998-57-1)
  • Sandrine Colas, La pratique du rêve lucide, Anagramme éditions, 2001 (ISBN 978-2-35035-061-5)
  • Lalie Walker, Vivre le rêve, accéder au rêve lucide, Éditions de la Martinière, 2007 (ISBN 978-2-84675-229-9)
  • Alexandre Quaranta, Rêver pour S'éveiller - Manuel pour l'exploration paradoxale du rêve lucide, éditeur Alexandre Quaranta, 2007
  • Magali Chétrit, Le rêveur lucide, Economica, 2007 (ISBN 978-2-7178-5464-0)

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