Solipsismo

Solipsismo

Solipsismo, del latín "[ego] solus ipse" (traducible de forma aproximada como "solamente yo existo") es la creencia metafísica de que lo único de lo que uno puede estar seguro es de la existencia de su propia mente, y la realidad que aparentemente le rodea es incognoscible y puede no ser más que parte de los estados mentales del propio yo. De esta forma, todos los objetos, personas, etc., que uno experimenta serían meramente emanaciones de su mente y, por lo tanto, la única cosa de la que podría tener seguridad es de la existencia de sí mismo.

Contenido

Contexto

Por solipsismo se entiende la teoría filosófica que postula que la realidad externa sólo es comprensible a través del yo, ya que éste es la única realidad tangible, así como la imposibilidad de conocer la realidad objetiva -en caso de que ésta fuera real- de manera consistente.

Aún así no se puede decir que existe un sólo tipo de interpretación y definición de solipsismo, pero entre estas definiciones existen puntos de acuerdo.

Este tipo de razonamiento, que bien ha podido estar presente desde los comienzos del pensamiento autorreflexivo humano, tan indemostrable como difícil de refutar, podría haberse formulado explícitamente por primera vez como una variante extrema del relativismo de los sofistas, siendo superado por Platón gracias al postulado de las ideas trascendentes: "la fe platónica en las ideas trascendentes salvó a Grecia del solus ipse en que la hubiera encerrado la sofística. La razón humana es pensamiento genérico. Quien razona afirma la existencia de su prójimo, la necesidad del diálogo, la posible comunicación mental entre los hombres" (Antonio Machado. Juan de Mairena, XV, 1936).

El solipsismo adquirirá nuevas fuerzas como una variante extremosa del subjetivismo cartesiano con su hipótesis del genio maligno (Meditaciones metafísicas, 1641).

El Monólogo de Segismundo de la tragedia La vida es sueño (estrenada en 1635), de Calderón de la Barca refleja igualmente el pensamiento solipsista cuando el protagonista, Segismundo, encerrado desde que nació en una torre, se pregunta si es real el mundo que ve a través de la ventana y si esta vida en realidad no es más que un sueño.

En cualquier caso, el primer uso documentado del término aparece en el título de un texto de Giulio Clemente Scotti de 1645, un breve panegírico contra la Compañía de Jesús llamado "Monarchia solipsorum".[1]

Un experimento mental relacionado con la teoría del solipsismo, aunque en principio distinto, es la Teoría de los Cerebros en Cubetas de Jonathan Dancy y Hilary Putnam; es decir, la creencia de que el yo puede ser atrapado dentro de una realidad completamente desconocida, de manera que todo lo que uno piensa es ilusión. También el filósofo Horst Matthai Quelle trabajó principalmente con el concepto solipsista.

Ideas similares al solipsismo están presentes en parte de la filosofía oriental. El Taoísmo y distintas interpretaciones del Budismo, especialmente el Zen, enseñan que trazar una distinción entre el yo y el universo no tiene sentido y es arbitrario, y meramente un artefacto del lenguaje en lugar de una realidad inherente. Sin embargo, dichas filosofías podrían verse como contrarias al solipsismo, pues buscan más bien una anulación del yo. El mundo no es pues un sueño mío sino que yo soy un sueño del mundo. En el hinduismo, igualmente, se dice que "no somos más que el sueño de Brahma": en realidad no existimos, somos el sueño de un dios que está dormido.

Giovanni Gentile postuló una forma de solipsismo marcado por el sello de su Idealismo: mantenía que la visión propia de la realidad sólo existía en la medida en que se relaciona con el mundo íntimo de cada cual.

Objeciones

La objeción clásica al solipsismo es que la persona muere. Sin embargo, no has muerto, y por tanto no lo has refutado. Esta objeción es también vulnerable a la crítica de que uno no puede decir si la mente sobrevive a la muerte o no; por tanto, la teoría no queda refutada porque cualquier otro podría también creer que existe, incluso después de la muerte. La muerte, o alguien asesinando a la persona, también pueden ser vistos como productos de la imaginación, podrían no haber siquiera existido en absoluto.

Otra objeción consiste en que la vida causa dolor. ¿Por qué crearíamos dolor para nosotros mismos? Una respuesta a esto es que puede haber alguna razón que hemos decidido olvidar a propósito, tal como se presenta en la ley del Karma, o un deseo de no aburrirse. Otra respuesta es que la categoría de dolor es una percepción condicionada que se origina en sistemas de valores humanos socioculturales que no tienen por qué ser necesaria y universalmente válidos. Un sistema de valores solipsista puede no reconocer el dolor, o el presunto hecho de la muerte personal, como reales.

Otra objeción proviene de que el solipsista práctico necesita un lenguaje para formular sus pensamientos acerca del solipsismo, y un lenguaje es una herramienta esencial para comunicar con otras mentes. ¿Por qué necesita el universo del solipsista un lenguaje? Las respuestas posibles son similares a la última objeción; o sea, para evitar aburrirse, el solipsista quizá imagina otras mentes, que podrían realmente ser sólo elementos de su propia mente, de las que ha elegido perder el control durante el tiempo en que acontece, inventando un idioma para interactuar con estos segmentos más aislados de su mente.

Casi todas las objeciones pueden originarse apelando al libre albedrío del solipsista.

Temática

El universo del solipsista puede dividirse en dos partes: la parte controlada por su mente consciente y la parte controlada por su mente inconsciente. Encontrará que la parte inconsciente de su universo se comporta con la misma complejidad que lo haría si fuera externa; es decir, sin ser parte de él mismo en absoluto (realismo). La distinción entre el universo realista y el universo inconsciente desaparece cuando se hace notar que externo e inconsciente son simplemente dos palabras diferentes utilizadas para describir los mismos eventos que ocurren fuera del control consciente.

De esta manera, considerar que el universo externo sea la mente inconsciente de uno sólo es una distinción semántica. No se distingue si uno reivindica su propio cuerpo y el universo externo comprende toda la realidad, o reivindica su mente consciente y su mente inconsciente comprende su yo como un todo. La reivindicación de que sólo uno mismo existe es un tema; uno mismo es el universo entero.

La única conclusión significativa que puede establecerse en este sentido es la de Arthur Schopenhauer: el albedrío es la realidad externa inalcanzable .


Solipsismo y literatura

El tema de la solipsis ha sido explorado y explotado por distintos autores del siglo XX, muchos de ellos relacionados con el género narrativo de la ciencia-ficción, así por ejemplo Stanisław Lem (Solaris, Congreso de Futurología y Diarios de las estrellas, novelas estas dos últimas en la que se inspirará el film The Matrix de Larry y Andy Wachowski, 1999), Jean-Pierre Andrevon (Mundo desierto), Philip K. Dick[2] (La hormiga eléctrica) o Greg Egan (Ciudad Permutación) harán un uso más o menos directo y reiterado del tema en algunas de sus obras. Otras obras menores jugarán también con la idea solipsista, como los cuentos El Solipsista, del estadounidense Fredric Brown, en Todos vosotros, zombies, de Robert A. Heinlein, o En Solipse, del portugués Pedro Galvão, en el que intenta imaginar una sociedad solipsista.

El concepto del solipsismo es también muy explorado por la autora Ursula K. LeGuin en su obra The Lathe of Heaven (En torno al Paraíso) (1971) cuyo tema principal es el de qué pasaría si una persona pudiera controlar la realidad a su antojo, de manera similar a la posteriormente propuesta por Domingo Santos en su novela "Hacedor de mundos" de 1986, tema abordado también en la película The Butterfly Effect (El efecto mariposa) (2004).

Se hace referencia al solipsismo en la novela 1984, escrita por George Orwell, en la que se trata de explicar al protagonista de la novela cómo sus creencias personales referidas al anterior sistema de Gobierno no eran sino el resultado de su imaginación, pues en la actual sociedad Socialista (IngSoc) el hombre nuevo no es capaz de elaborar tales estructuras mentales.

La saga cinematográfica de Matrix bebe también de las ideas solipsistas, pues en ella se describe un mundo existente sólo en la mente de su protagonista, que, al descorrerse el velo del engaño mental, pronto mostrará su auténtica realidad.

Dentro del manga japonés, numerosas obras han tratado de manera indirecta la idea y filosofía del solipsismo: Serial Experiments Lain es una de las más conocidas; en la serie de anime Death Note se hace referencia al solipsismo al igual que en la serie Baccano! (Claire Stanfield). También la serie Neon Genesis Evangelion hace una importante referencia y explicación del solipsismo en sus últimos dos capítulos.

En la película Mr. Nobody todas las vidas pasadas están construidas por el propio protagonista basándose en los cambios que habrían ocurrido tomando distintas decisiones a o largo de su vida. De este modo al ser su vida un recuerdo imaginado, el espectador desconoce todos los aspectos ajenos a la vida del protagonista.

Referencias

  1. Héctor J. Ayala. Solipsismo y mundo externo en la filosofía de G.W. Leibniz. Universidad Politécnica de Valencia, D.L., 2003, ISBN 84-9705-343-5
  2. Vid. sus experiencias solipsistas en: Emmanuel Carrère. Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Philip K. Dick 1928-1982. Minotauro, 2002, ISBN 978-84-450-7357-5

Véase también

Enlaces externos


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