Suleiman Kanuni

Suleiman Kanuni
Solimán el Magnífico
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Reinado 1520 - 1566
Nacimiento 6 de noviembre de 1494
Trabzon (Trebisonda, Turquía)
Fallecimiento 6 ó 7 de septiembre de 1566
Szigetvár (Hungría)
Predecesor Selim I Yavuz
Sucesor Selim II
Consorte tres esposas, una de ellas de nombre Roxelana
Descendencia Hijos: Selim, Bayezid, Abdullah, Murad, Mehmed, Mahmud, Cihangir y Mustafa e hijas: Mihriman Sultan y Raziye Sultan

Süleyman I (* 6 de noviembre de 1494 - † 6/7 de septiembre de 1566) llamado Kanuni ("el Legislador"), conocido en Occidente como Solimán el Magnífico. Sultán otomano de 1520 a 1566. Nació en Trabzon (Trebisonda, Turquía). Era hijo de Selim I Yavuz y contrajo matrimonio con tres esposas, una de las cuales, Roxelana, de origen extranjero como la mayoría de las esposas de los sultanes otomanos, fue muy célebre en las cortes europeas de la época, así como por su influencia en la corte de la Sublime Puerta. Tuvo asimismo ocho hijos (Selim de su matrimonio con Roxelana, Bayezid, Abdullah, Murad, Mehmed, Mahmud, Cihangir y Mustafá) y dos hijas, Mihriman Sultan y Raziye Sultan. Durante su reinado, el Imperio otomano se convirtió en una de las más grandes potencias y alcanzó la cúspide de su poder.

Solimán lideró personalmente la Armada otomana cuando conquistaba Belgrado, Rodas y la mayoría de Hungría, así como durante el sitio de Viena y los territorios anexionados del Norte de África, como Marruecos y la mayoría del Oriente Medio. Los otomanos tuvieron una breve preponderancia en el mar Mediterráneo, mar Rojo y el golfo Pérsico. El Imperio continuó expandiéndose casi un siglo después de su muerte, llegando a tener al final de su reinado cerca de 40 millones de súbditos.

Protegió y buscó el desarrollo de las ciencias y las artes, acogiendo a numerosos filósofos. El propio Solimán fue mencionado como uno de los más notables poetas musulmanes. En el mundo occidental es conocido con el apelativo el Magnífico y en el mundo islámico como el codificador o el legislador (en turco Kanuni; árabe: القانونى, al-Qānūnī), debido tal vez a la profunda reforma que introdujo en el sistema legal otomano.

Contenido

Primeros años

Solimán nació en Trabzon (Trebisonda), en la actual Turquía, seguramente el 6 de noviembre de 1494.[1] A los 7 años fue enviado a estudiar ciencias, literatura, teología y tácticas militares en las escuelas del Palacio de Topkapı en Estambul. De joven trabaría amistad con Pargali Ibrahim Pasha, un esclavo que más tarde sería uno de sus consejeros de mayor confianza.[2]

A los 17 años fue nombrado gobernador de Estambul, y más tarde de Sarukhan (Manisa), con un breve periodo en Edirne (Adrianópolis).[3] En el periodo que pasó en Manisa hasta su coronación, el sultán ganó experiencia en la administración. Atormentado por los bandidos, Solimán restauró la ley y el orden en la provincia, proceso durante el que adquirió la experiencia legislativa que más tarde le daría el nombre de Kanuni o legislador.

A los 26 años de edad, Solimán heredó el título de califa tras la muerte de su padre Selim I (1515-20) y empezó a gobernar el poderoso Imperio otomano, que siguió expandiendo hasta su muerte, 46 años más tarde.

Logros militares

Conquistas en Europa - La caída del Reino de Hungría

Tras suceder a su padre, Solimán emprendió una serie de conquistas militares, empezando por reprimir una revuelta del gobernador de Damasco en 1521. Solimán hizo preparativos para ocupar primero la ciudad de Belgrado, para debilitar las defensar de fronterizas del Reino de Hungría, y así conquistarlo, algo en lo que su bisabuelo Mehmed II había fracasado. El reino húngaro se había convertido por varios siglos en el "bastión de defensa del Cristianismo" frente al Imperio Otomano. Tras numerosas campañas militares durante décadas, comandantes militares como el conde Juan Hunyadi, regente húngaro (1446-1452), crearon fama y mantuvieron las fuerzas musulmanas alejadas de Europa Central de manera exitosa. Su hijo el rey Matías Corvino de Hungría (1453-1490) creó uno de los ejércitos de mercenarios más grandes de su época y no solo expandió las fronteras de su reino, sino que también mantuvo a los turcos fuera. Tras la muerte del rey Matías, el reino sin sucesor cayó en una trágica crisis, que afectó politia, económica y militarmente al reino. la nueva Casa reinante de los Jagellón no prevaleció sobre la nobleza húngara, y sus reinados débiles crearon el escenario ideal para una posible derrota.

De esta manera, Solimán avanzó hacia Belgrado: Su toma fue muy importante para eliminar a los húngaros, que tras las derrotas de los serbios, búlgaros y los bizantinos eran la única fuerza de importancia que podía bloquear su expansión por Europa. Solimán rodeó Belgrado y empezó a bombardearla gravemente desde una mejana ubicada en el Danubio. Con una guarnición de apenas setecientos hombres y sin recibir ayuda de Hungría, Belgrado cayó en agosto de 1521.[4]

Las noticias de la conquista de una de las grandes fortalezas de la Cristiandad se difundieron rápidamente por Europa. Como apuntó el embajador del Sacro Imperio romano, «la captura de Belgrado fue el origen de los dramáticos acontecimientos que se tragaron Hungría. Llevó a la muerte del rey Luis II de Hungría, la captura de la ciudad de Buda, la ocupación de la región Transilvania, la ruina de un reino floreciente y al terror de las naciones vecinas que podrían sufrir el mismo destino...».[5]

Muerte del rey Luis II de Hungría en la Batalla de Mohacs de 1526. Obra de Bertalan Székely. 1860.

El camino a Hungría y Austria se abrió ante él; sin embargo, Solimán distrajo su atención hacia la isla mediterránea de Rodas, cuya proximidad al Asia Menor y el Levante le había causado muchos problemas al Imperio. En el verano de 1522, aprovechando la ventaja de la flota que había heredado de su padre, lideró personalmente unos 400 barcos y 100.000 hombres desde Asia Menor a la isla.[6] Tras el sitio de Rodas de cinco meses, en los que se produjeron brutales encuentros, Rodas capituló y Solimán permitió a los Caballeros de Rodas que partiesen, tras lo que establecieron su nueva base en Malta.

Después del deterioro de las relaciones entre Hungría y el Imperio otomano, Solimán reanudó su campaña en la Europa Oriental, y el 29 de agosto de 1526 derrotó a Luis II de Hungría (1516-26) en la Batalla de Mohács. La resistencia húngara se desplomó y el Imperio otomano pasó a ser la potencia más fuerte de la Europa Oriental.[7] Al encontrar el cuerpo inerte de Luis II, Solimán dijo haberlo lamentado.[8]

Tras el hundimiento del reino húngaro afloró una lucha por el poder. Algunos nobles húngaros propusieron que Fernando I de Habsburgo (1503–64), gobernador de la vecina Austria y unido a la familia de Luis II por lazos de sangre, fuera el rey de Hungría, citando acuerdos previos de que los Habsburgo ocuparían el trono húngaro si Luis muriese sin herederos. Sin embargo, otros nobles preferían al conde Juan Szapolyai (coronado como Juan I de Hungría) que contaba con el apoyo de Solimán, y que no había sido reconocido por las potencias europeas cristianas. Se desató un conflicto a tres bandas cuando Fernando trató de imponer su dominio sobre tanta parte de Hungría como fuese posible, lo que resultó en la división del reino en 1541: Solimán reclamó la mayor parte de la moderna Hungría, conocida como Gran Llanura Húngara, y tras eliminar la amenaza de Stephen Maylad situó a la familia Szapolyai en el gobierno de Transilvania como Estado vasallo de su imperio. Fernando reclamó la Hungría Real, que incluía la actual Eslovaquia, Croacia Occidental y los territorios adyacentes, fijando temporalmente la frontera entre los Habsburgo y los otomanos.

Bajo el mando de Carlos V y su hermano Fernando, archiduque de Austria, los Habsburgo ocuparon Buda y tomaron Hungría. En 1529 Solimán marchó una vez más por el valle del Danubio, reocupó Buda en el otoño siguiente y sitió Viena. Fue la expedición más ambiciosa del Imperio otomano y el apogeo de su expansión occidental. Con una guarnición reforzada de 20 000 hombres, los Austrias le infringieron su primera derrota y plantaron las semillas de la rivalidad entre los otomanos y los Habsburgo, que perduró hasta el siglo XX.[9] Solimán trató de conquistar Viena por segunda vez en 1532, cosechando un nuevo fracaso antes de alcanzar la ciudad. En ambos casos las expediciones otomanas fueron azotadas por el mal tiempo (que les forzó a dejar atrás equipamiento esencial para los sitios) y se resintieron de tener líneas de suministros muy débiles.[10]

A pesar de la derrota, Solimán aseguró al Imperio otomano un papel de importancia en el panorama político de Europa.

Conquistas en Asia

Miniatura que muestra a Solimán marchando con su ejército en Nakhichevan, verano de 1554.

Tras afianzar las fronteras europeas, desvió su atención a la amenaza perenne que representaba el Sah de la dinastía Safávida de Persia. Hubo dos acontecimientos concretos que precipitaron el recrudecimiento de la tensión. En primer lugar, el Sah Tahmasp hizo que asesinasen al gobernador de Bagdad, leal a Solimán, y que fuese reemplazado por un partidario del Sah. En segundo, el gobernador de Bitlis había jurado fidelidad a los safávidas.[11] En 1533 Solimán ordenó a su Gran Visir Ibrahim Pasha que liderase un ejército que retomó Bitlis y ocupó Tabriz sin resistencia alguna. Después de unirse a Ibrahim en 1534, Solimán se internó en Persia, donde se encontró con que el Sah sacrificaba territorio en lugar de enfrentarse en combate, lo que resultaba en el debilitamiento de las huestes otomanas al cruzar estas duras regiones.[12] Al año siguiente, Solimán e Ibrahim hicieron una gran entrada en Bagdad, ciudad que rindió su comandante, lo que afianzó a Solimán como líder del mundo islámico y legítimo sucesor de los califas abasíes.[13]

Tratando de derrotar al Sah de una vez por todas, Solimán se embarcó en una segunda campaña entre 1548 y 1549. Como en la vez anterior, el Sah Tahmasp I evitó la confrontación con el ejército otomano y procedió a retirarse, exponiendo a las tropas otomanas al duro invierno del Cáucaso.[14] Solimán abandonó la campaña con las recompensas temporales de Tabriz y Azerbaiyán, la presencia en la provincia de Van y algunos fuertes en Georgia.[15]

En 1553 acometió su tercera y última campaña contra el Sah. Aunque perdió inicialmente territorios en el Erzurm frente al hijo del Sah, Solimán contraatacó y recuperó Erzurum, cruzando el Éufrates y devastando partes de Persia. El ejército del Sah prosiguió su estrategia de evitar a los otomanos hasta que se llegase a un estancamiento en el que ningún ejército podría ganar. En 1554 se firmó un acuerdo por el cual Solimán concluiría sus campañas asiáticas, se devolvería Tabriz pero aseguraría Bagdad, Mesopotamia inferior, las desembocaduras del Éufrates y el Tigris y parte del Golfo Pérsico.[16] El Shah también prometió cesar todas las incursiones en territorio otomano.[17]

Solimán se alió con Francisco I de Francia en su lucha contra el emperador Carlos V, a quien combatieron en el Mediterráneo (1543). La flota otomana del corsario Jeireddín Barbarroja salió victoriosa en Argel, Túnez y Trípoli (1551). Fracasó en apoderarse de la isla de Malta (1565). En 1535, arrebató Bagdad, Mosul y Tabriz a los persas safávidas e impuso su autoridad en todo el litoral del Yemen hasta Adén y Mascate (1538). Con ello, dominaba todo el mundo árabe con la excepción de Marruecos y algunos emiratos del Golfo Pérsico.

Mediterráneo y Norte de África

Barbarroja, nombrado por Solimán almirante en jefe de la flota otomana, derrotó a la Liga Santa de Carlos V al mando de Andrea Doria en la Batalla de Preveza en 1538.
El sitio de Malta en 1565: Llegada de la flota turca, por Mateo Pérez de Alesio.

Una vez consolidadas sus conquistas en tierra, Solimán recibió la noticia de que se había perdido la fortaleza de Koron (península del Peleponeso, Grecia) ante Andrea Doria, almirante de Carlos V. La presencia española en el Mediterráneo Oriental preocupaba a Solimán, pues la consideraba un indicativo de la intención de Carlos V de discutir el dominio otomano en la región. Tras reconocer la necesidad de reforzar el papel de la flota turca en el Mediterráneo, Solimán nombró al excepcional comandante Khair ad Din, conocido en Europa como Barbarroja, quien recibió el encargo de reconstruir la flota otomana hasta igualar el poderío naval del resto de las potencias mediterráneas juntas.[18] En 1535 Carlos V obtuvo una importante victoria contra los otomanos en Túnez, pero en 1536 Francisco I de Francia se alió con Solimán contra Carlos V. En 1538 la flota española salió derrotada de la Batalla de Preveza de manos de Barbarroja, lo que aseguró el Mediterráneo oriental durante 33 años.

Al este de Marruecos se anexionó grandes extensiones de terreno norteafricano. Los Estados berberiscos de Tripolitania, Túnez y Argelia pasaron a ser provincias autónomas del Imperio y fueron el escenario del conflicto entre Solimán y Carlos V, cuyo intento de expulsar a los turcos fracasó en 1541. El acoso a los barcos de los dominios de Carlos V o sus aliados, llevado a cabo desde estos Estados pasó a ser parte de las guerras entre los otomanos y España, y la expansión otomana se vio asociada con el dominio naval durante un breve período. Las naves otomanas controlaban también el Mar Rojo y el Golfo Pérsico hasta 1554, cuando su flota fue derrotada por la del Imperio portugués. Los portugueses seguirían batallando contra las fuerzas de Solimán por el control de Adén, actual Yemen.

Aunque Francisco I firmó un tratado de paz con Carlos V en 1538, se alió nuevamente con Solimán en 1542. En 1543 Carlos V se alió con Enrique VIII de Inglaterra y forzó a Francisco a firmar la Tregua de Crepy-en-Laonnois. Carlos V firmó un humillante tratado con Solimán para darse un respiro por los enormes gastos de la guerra.

En 1544, cuando España declaró la guerra a Francia, el rey francés pidió ayuda a Solimán, el cual envió una flota liderada por Barbarroja que salió victoriosa contra los españoles y consiguió recuperar Nápoles. Solimán le dio el título de Beyler Bey (Commandante de comandantes). Un resultado de esta alianza fue la encarnizada lucha entre Dragut y Andrea Doria, que dejó el Mediterráneo septentrional y meridional en manos musulmanas.[19]

Cuando los caballeros de la Orden de Malta se reasentaron en la isla de Malta en 1530, sus acciones contra los navíos musulmanes despertaron la ira del emperador otomano, que mandó otro gran ejército para desalojarles. En 1565 invadieron Malta, empezando con el sitio de Malta, que duró del 18 de mayo al 8 de septiembre, y está representado en los frescos de Mateo Pérez de Alesio. Al principio la batalla parecía una réplica de lo ocurrido en Rodas con la mayoría de las ciudades destruidas y la mitad de los Caballeros muertos en combate, pero las fuerzas españolas acudieron en su ayuda, lo que resultó en la pérdida de 30 000 soldados otomanos.

Tras estos acontecimientos, Solimán volvió a concentrarse en Hungría. Murió de peste, como muchos soldados de su ejército, durante el sitio de la ciudad húngara rebelde de Szigetvar (Batalla de Szigetvár), cuando la plaza estaba por capitular (5 o 6 de septiembre de 1566).

Labor administrativa

Aunque el sultán Solimán fue conocido como "el Magnificiente" en Occidente, en su Imperio se le llamó Kanuni o «el legislador». Como anota Kinross, «No sólo fue un gran estratega, un hombre de espada, como su padre y su abuelo habían sido antes que él. Se distinguía de ellos en que era también un hombre de pluma. Fue un gran legislador, que destacaba ante los ojos de su gente como un soberano inteligente y un magnánimo exponente de la justicia».[20] La ley del imperio se basaba en la Shari'ah, que, al ser la ley divina del islam, estaba fuera de la jurisdicción del Sultán. Pero un área de la legislación, conocida como el Kanuns (legislación canónica) dependía del deseo del sultán. La Kanuns cubría áreas como la ley criminal, la tenencia de tierras y la tasación.[21] En este contexto Solimán trató de reformar la legislación para adaptarla a un imperio cambiante.

Solimán prestó particular atención a la apremiante situación de los "Rayas"", cristianos que trabajaban la tierra de los Sipahis. Siu Kanune Raya, o «Código de los Rayas», reformó los impuestos y las tasas a pagar por los rayas, elevando su estatus hasta el punto de que los cristianos emigraban a los territorios turcos para beneficiarse de las reformas.[22] Además, Solimán promulgó nuevas legislaciones criminales, prescribiendo un conjunto de multas para ofensas específicas, así como reduciendo los casos que se castigaban con la muerte o la mutilación. En el ámbito de la tasación, las tasas se imponían a varios bienes y productos, como animales, minas, productos de comercio, importación y deberes de exportación. Además de las tasas, los oficiales que habían perdido su reputación era probable que perdieran sus propiedades a manos del sultán.

La educación fue otra aspecto importante para el Sultán. Las escuelas religiosas adjuntas a las mezquitas obtenían sus fondos de fundaciones religiosas, lo que proporcionaba una educación casi gratis para los muchachos musulmanes, en lo que el Imperio otomano aventajaba a los países cristianos de la época.[23] En la capital incrementó el número de mektebs (escuelas primarias) a catorce. En ellas se enseñaba a los niños a leer, escribir y los principios del islam. Los niños que deseaban recibir más educación podían entrar en una de las ocho madrazas, que les instruían en gramática, sintaxis, lógica, metafísica, filosofía, estilística, geometría, astronomía y astrología.[23] Las madrazas proporcionaban una educación de categoría universitaria, cuyos graduados podían ser imanes o profesores. Los centros educativos solían ser uno de tantos edificios que rodeaban las mezquitas. Otros de estos edificios eran las bibliotecas, refectorios, fuentes, cocinas y hospitales públicos.

Solimán fue reconocido como un gobernante justo, que eligió a sus subordinados de acuerdo a su mérito en lugar de por su estatus social o popularidad. El embajador austríaco Ghiselain de Busbecq escribió sobre él: «al realizar nombramientos el sultán no presta atención a pretensión alguna por cuestiones de riqueza o rango, ni toma en consideración las recomendaciones de la popularidad; considera cada caso por sus propios méritos y examina cuidadosamente el carácter, la capacidad y la disposición del hombre de cuya promoción se trata».[19] Con Solimán, las leyes Kanun llegaron a su forma final y el código de las leyes pasó a llamarse kanun-i Osmanlı, o «leyes otomanas».

Logros culturales

Tughra de Solimán el Grande.

Con el mecenazgo de Solimán, el Imperio otomano alcanzó la edad de oro de su desarrollo cultural. En la sede imperial, el Palacio de Topkapi, se administraban cientos de sociedades artísticas imperiales (que se llamaban Ehl-i Hiref o "comunidad de talentos"). Tras un periodo de aprendizaje, los artistas y artesanos podían promover dentro de su gremio y se les pagaban grandes estipendios en cuatro entregas anuales. Los registros nominales que nos han llegado testifican del intenso mecenazgo que Solimán ejercía sobre las artes; el más antiguo documento, de 1526, lista 40 sociedades con más de 600 miembros. Las Ehl-i Hiref atraían a la corte a los artesanos con mayor talento del imperio, tanto del mundo islámico como de los territorios recién conquistados en Europa, dando como resultado un crisol de culturas islámica, turca y europea.[24] Los artesanos al servicio de la corte incluían a pintores, encuadernadores, peleteros, joyeros y trabajadores del oro. Mientras que los anteriores gobernantes habían estado influenciados por la cultura persa (el padre de Solimán, Selim I, escribía poesía en persa), el mecenazgo de Solimán sobre las artes consolidó el propio legado artístico del Imperio otomano.[25]

El propio Solimán era un gran poeta que escribía en persa y en turco bajo el seudónimo artístico Muhibbi (Amante). Algunos de los versos de Solimán han llegado a convertirse en proverbios turcos, como por ejemplo el conocido Todos buscan el sentido único, mas son múltiples las versiones de una historia. Cuando su hijito Mehmed murió en 1543, compuso un conmovedor cronograma para conmemorar ese año: Sin rival entre los príncipes, mi sultán Mehmed.[26] [27] Aparte de la propia obra de Solimán, muchos otros grandes talentos encumbraron el mundo literario durante su gobierno, entre los cuales se cuentan Fuzuli y Baki. El historiador literario E. J. W. Gibb observó que "no hubo otra época, ni siquiera en Turquía, en la que se diera mayor apoyo a la poesía que durante el reinado de este sultán".[26] El poema más famoso de Solimán es el siguiente:


Riqueza y poder es lo que todos consideran como la mejor suerte,

Pero en esta vida un poco de salud es lo mejor.
Aquello que los hombres llaman gobierno es lucha mundana y batalla constante;

El más alto trono está en la alabanza de Dios, la más feliz de las condiciones.[28]

Solimán también fue reputado por sustentar una serie de desarrollos arquitectónicos monumentales en su imperio. Intentó transformar Estambul en el centro de la civilización islámica con una serie de proyectos que incluían puentes, mezquitas, palacios y distintos edificios con fines sociales y de caridad. La mayor parte fueron construidos por el principal arquitecto del sultán, Mimar Sinan, con el cual la arquitectura otomana alcanzó su cénit. Sinan fue responsable de más de trescientos monumentos repartidos por todo el imperio, incluyendo sus dos obras maestras, la Mezquita Süleiymaniye y la Mezquita de Selim, ésta última construida en Edirne durante el reinado del hijo de Solimán, Selim II. Solimán también restauró la Cúpula de la Roca en Jerusalén y los muros de la ciudad de Jerusalén (que constituyen los actuales muros de la Ciudad Vieja de Jerusalén), renovó la Kaaba de La Meca y construyó un complejo en Damasco.[29]

Vida personal

Hurrem Sultan

Hürrem Sultan (Roxolana).

Solimán estaba encaprichado de Hürrem Sultan, una chica del harén de origen ruteno. Los dignatarios extranjeros occidentales, haciéndose eco de los rumores palaciegos sobre aquélla, la llamaban "Russelazie" o "Roxolana", en referencia a sus orígenes eslavos.[30] Hija de un sacerdote ucraniano ortodoxo,[16] fue capturada y criada dentro del harén para convertirse en la favorita de Solimán. Rompiendo con dos siglos de tradición otomana,[31] una antigua concubina se había convertido así en la esposa legal del sultán, para gran asombro de los habitantes del palacio y de la ciudad.[32] También permitió que Hurrem Sultan se quedara con él en la corte durante toda su vida, rompiendo otra tradición que decía que cuando los herederos imperiales alcanzaban la mayoría de edad, se les enviaría junto con la concubina imperial que los dio a luz a gobernar las remotas provincias del imperio, de modo que no volvieran nunca a no ser que su progenie sucediera al trono.[33]

Con el seudónimo de Muhibbi, Solimán le escribió este poema a Roxolana:

"Trono de mi mihrab solitario, mi bien, mi amor, mi luna.
Mi amiga más sincera, mi confidente, mi propia existencia, mi sultana, mi único amor.
La más bella de las bellas...
Mi primavera, mi amada de cara alegre, mi luz del día, mi corazón, mi hoja risueña...
Mi flor, mi dulce, mi rosa, la única que no me turba en este mundo...
Mi Estambul, mi Caraman, la tierra de mi Anatolia
Mi Badakhshan, mi Bagdad y mi Khorasan
Mi mujer de hermosos cabellos, mi amada de ceja curvada, mi amada de ojos peligrosos...
Cantaré tus virtudes siempre
Yo, el amante de corazón atormentado, Muhibbi con los ojos desbordados de lágrimas, yo soy feliz."[34]

Ibrahim Pasha

Grabado de Agostino Veneziano de Solimán el Magnífico.[35] Obsérvense los cuatro niveles del casco (que había encargado en Venecia) como símbolo del poder imperial y que sobrepasan la tiara papal de tres niveles.[36] Se trata de una muestra atípica de casco para un sultán otomano y que probablemente nunca llevó en el día a día, sino que lo colocaba a su lado cuando recibía a los visitantes, sobre todo a los embajadores. Estaba coronado por una enorme pluma.[37]

Pargalı İbrahim Pasha fue el amigo de infancia de Solimán. Ibrahim era de origen griego ortodoxo y fue educado en su juventud en la Escuela de Palacio bajo el sistema devshirme. Solimán lo nombró cetrero y más tarde lo ascendió a primer oficial de la Cámara Real.[38] Ibrahim Pasha llegó a ser Gran Visir en 1523 y comandante en jefe de todos los ejércitos. Solimán también le confirió a Ibrahim Pasha el honor de beylerbey de Rumelia, otorgándole autoridad sobre todos los territorios turcos en Europa, así como la dirección de las tropas que allí residieran durante periodos de guerra. Según un cronista del siglo XVII, Ibrahim le había pedido a Solimán que no le asignara cargos tan importantes por temor de su propia seguridad. A esto respondió Solimán que bajo su mandato Ibrahim jamás sería condenado a muerte, pasara lo que pasara.[39]

Sin embargo, Ibrahim terminó por perder el favor del Sultán. Durante sus trece años como Gran Visir, su rápido ascenso al poder y la inmensa acumulación de riqueza le habían ganado muchos enemigos en la corte del Sultán. A éste le llegaron rumores de la soberbia de Ibrahim durante una campaña contra el imperio persa Safávida; en concreto, la adopción del título de serasker sultan se consideró como una grave afrenta contra el Sultán.[40]

Las sospechas de Solimán sobre Ibrahim empeoraron con una disputa entre éste y el Ministro de las Finanzas, Iskender Chelebi. El enfrentamiento acabó con la acusación contra Chelebi por conspiración e Ibrahim tratando de convencer a Solimán para que lo sentenciara a muerte. Antes de la misma, las últimas palabras de Chelebi fueron para acusar a Ibrahim de conspiración contra el Sultán.[40] Estas palabras de agonía convencieron a Solimán de la deslealtad de Ibrahim,[40] y el 15 de marzo de 1536 descubrieron el cuerpo inerte de Ibrahim en el palacio Topkapi.

Sucesión

Las dos esposas de Solimán le dieron ocho hijos, cuatro de los cuales sobrevivieron a la década de 1550. Eran Mustafá, Selim, Bayezid y Jihangir. De éstos, únicamente Mustafá no era hijo de Hürrem, sino de Gülbahar («Rosa de Primavera»), y, por tanto, precedió a los hijos de Hürrem en el orden de sucesión. Hürrem fue consciente de que si Mustafá se convertía en sultán, sus propios hijos serían estrangulados. Sin embargo, Mustafá fue reconocido como el más talentoso de todos los hermanos y fue apoyado por Pargalı Ibrahim Pasha, que fue por aquella época Gran Visir de Solimán. El embajador de Austria, Busbecq, remarcó «Solimán tiene entre sus hijos uno llamado Mustafá, maravillosamente bien educado y prudente y de una edad para gobernar, ya que tiene 24 o 25 años de edad; que Dios nunca permita que una barbarie de tal envergadura caiga sobre nosotros»,[41] al hablar de los «principales dones naturales» de Mustafá.

A Hürrem se le suele considerar, al menos en parte, responsable de las intrigas en el nombramiento del sucesor. Aunque era esposa de Solimán, no ejerció ningún papel público oficial como hizo su contemporánea en Inglaterra, Ana Bolena.[42] Esto, sin embargo, no impidió a Hürrem ejercer una poderosa influencia política. Dado que el Imperio carecía de medios formales para la designación de un sucesor, la sucesión solía contar con la muerte de príncipes rivales para evitar disturbios civiles y rebeliones. Al tratar de evitar la ejecución de sus hijos, Hürrem utilizó su influencia para eliminar a aquellos que apoyaban el acceso de Mustafá al trono.[43]

Así, en las luchas por el poder aparentemente instigadas por Hürrem.[44] Solimán había asesinado y reemplazado a Ibrahim por un yerno de su simpatía, Rustem Pasha. En 1552, cuando la campaña contra Persia se había iniciado, con Rustem nombrado comandante en jefe de la expedición, las intrigas contra Mustafá comenzaron. Rustem envió a uno los hombres de mayor confianza de Solimán a informar de que, desde que Solimán no estaba al frente del ejército, los soldados pensaban que había llegado el momento de poner un joven príncipe en el trono; al mismo tiempo, difundió rumores de que Mustafá se había demostrado receptivo a la idea. Preocupado por lo que creía que eran los planes de Mustafá para reclamar el trono, el verano siguiente Solimán lo convocó a su tienda, señalando que «sería capaz de aclarar los crímenes de los que se le acusaba y de que no tendría nada que temer».[45]

Mustafá se vio en la necesidad de elegir: o bien se presentaba ante su padre aún a riesgo de ser asesinado, o, si se negaba a asistir, sería acusado de traición. Finalmente, Mustafá optó por entrar en la tienda de su padre, confiando en que el apoyo del ejército lo protegería. Busbecq, que afirma haber recibido una cuenta de un testigo ocular, describe los momentos finales de Mustafá. Cuando Mustafá entró en la tienda, los eunucos de Solimán le atacaron, ofreciendo el joven príncipe una valiente defensa. Solimán, separado de la lucha sólo por los colgantes de lino de la tienda de campaña, pasó a través de la cámara de la tienda y «dirigió feroces y amenazadoras miradas a los mudos, y mediante gestos amenazantes reprendió severamente sus dudas. Acto seguido, los mudos, alarmados, redoblaron sus esfuerzos, arrojaron al infeliz Mustafá al suelo y, enrollando una cuerda de arco alrededor de su cuello, lo estrangularon».[46]

Se dice que Jihangir murió a causa del dolor unos meses después de recibir la noticia del asesinato de su medio hermano.[47] A los dos hermanos supervivientes, Bayezid y Selim, se les dieron mandos en diferentes partes del imperio. Tras unos años, sin embargo, estalló la guerra civil entre los hermanos, cada uno de ellos apoyado por sus fuerzas leales.[48] Con la ayuda del ejército de su padre, Selim derrotó a Bayezid en Konya en 1559, llevando a éste a buscar refugio con los persas junto con sus cuatro hijos.[47] A raíz de intercambios diplomáticos, el Sultán exigió del Shah de Persia que Bayezid fuese extraditado o ejecutado. A cambio de grandes cantidades de oro, el Shah permitió que un verdugo turco estrangulara a Bayezid y sus cuatro hijos, limpiando el camino para la sucesión de Selim al trono siete años más tarde.

El 5/6 de septiembre de 1566, Solimán, que estaba al mando de una expedición militar a Hungría, murió en su campamento antes de que los otomanos vencieran en el sitio de Szigetvár en Hungría.[49]

Legado

Las conquistas de Solimán pusieron bajo el control del Imperio a las principales ciudades musulmanas (La Meca, Medina, Jerusalén, Damasco y Bagdad), muchas provincias balcánicas (llegando hasta las actuales Croacia y Austria) y la mayor parte del norte de África. Su expansión por Europa dio a los turcos otomanos una fuerte presencia en la balanza europea del poder. Es más, tal fue el temor que se percibía hacia el Imperio otomano durante el reinado de Solimán que el embajador Busbeck avisó de la inminente conquista de Europa: «En el bando turco están los recursos de un poderoso imperio, una fuerza inigualable, la habituación a la victoria, la resistencia, unidad, disciplina, frugalidad y vigilancia ... ¿Podemos dudar cuál será el resultado? Cuando los turcos se hayan asentado en Persia, volarán a nuestras gargantas apoyados por el poderío de todo Oriente; cuán poco preparados estamos, no temo decir».[50]

El legado de Solimán no fue únicamente en el ámbito militar. El viajero francés Jean de Thévenot, un siglo después, es testigo de la «fuerte base agrícola del país, el bienestar de los campesinos, la abundancia de alimentos básicos y la preeminencia de la organización en el gobierno de Solimán».[51] Las reformas administrativas y legales que le dieron el nombre de "Dador de Leyes" garantizaron la supervivencia del Imperio mucho después de su muerte, un logro que «necesitó muchas generaciones de herederos decadentes para deshacerlo».[52]

Mediante su mecenazgo personal, Solimán también presidió la Edad de Oro del Imperio otomano, lo que representa el cénit de los logros culturales de los turcos otomanos en el ámbito de la arquitectura, literatura, arte, teología y filosofía. Hoy el horizonte del Bósforo, y de muchas ciudades de la Turquía moderna y la antigua provincia otomana, todavía están adornados con las obras arquitectónicas de Mimar Sinan. Una de ellos, la Mezquita de Süleymaniye, es el último lugar de descanso de Solimán y Hürrem Sultan: están enterrados en mausoleos adjuntos a la mezquita.

Notas

  1. André Clot, 1992. Suleiman the Magnificent: The Man, His Life, His epoch. Saqi books. p.25
  2. Hope, Maggie. «Suleiman The Magnificent». Consultado el 18-04-2007.
  3. Clot, 28
  4. Colin Imber, 2002. The Ottoman Empire. Palgrave Macmillan. p.49
  5. Clot, 39
  6. Kinross, P., 2002. The Ottoman Centuries: The Rise and Fall of the Turkish Empire. Perennial. p.176
  7. Kinross,187
  8. Embree, Mark (2004). «Suleiman The Magnificent». Consultado el 18-04-2007.
  9. Imber, 50
  10. Subhi Labib, 1979. International Journal of Middle East Studies. The era of Suleyman the Magnificent: Crisis of Orientation. Vol. 10, No. 4 p.444
  11. Imber, 51
  12. Martin Sicker, 2000.The Islamic World in Ascendancy: From the Arab Conquests to the Siege of Vienna. Praeger/Greenwood. p.206
  13. Clot, 93
  14. Martin Sicker, 206
  15. «1551-62». The Encyclopedia of World History (2001). Consultado el 18-04-2007.
  16. a b Kinross, 236
  17. «1538». The Encyclopedia of World History (2001). Consultado el 18-04-2007.
  18. Clot, 87
  19. a b «Suleiman The Lawgiver». Saudi Aramco World 15 (2). March/April 1964. http://www.saudiaramcoworld.com/issue/196402/.suleiman.the.lawgiver..htm. 
  20. Kinross, 205
  21. Imber, 244
  22. Kinross, 210
  23. a b Kinross, 211
  24. Atıl, The Golden Age of Ottoman Art, 24–33.
  25. Mansel, 70.
  26. a b Halman, Suleyman the Magnificent Poet
  27. Muhibbî (Kanunî Sultan Süleyman)Plantilla:Tr icon En turco el cronograma dice شهزاده‌لر گزيده‌سی سلطان محمدم(Şehzadeler güzidesi Sultan Muhammed’üm), donde el sistema de numeración Abjad suma 950, equivalente en el calendario musulmán a 1543 AD.
  28. Mansel, 84.
  29. Atıl, 26.
  30. Ahmed, 43.
  31. Kinross, 236.
  32. Mansel, 86.
  33. Imber, 90.
  34. A 400 Year Old Love Poem
  35. Agostino no llegó a ver nunca al sultán, pero probablemente sí vio e hizo un borrador del casco de Venecia.
  36. The Metropolitan Museum of Art. 1968. "Turquerie" The Metropolitan Museum of Art Bulletin, New Series 26 (5): 229.
  37. Levey, 65.
  38. Mansel, 87.
  39. Clot, 49.
  40. a b c Kinross, 230.
  41. Clot, 155
  42. Mansel, 85
  43. Mansel, 84
  44. Mansel, 87
  45. Clot, 157
  46. Kinross, 239
  47. a b Mansel, 89
  48. Mansel, 240
  49. Imber, 60
  50. Lewis, 10
  51. Ahmed, 147
  52. Lamb, 325

Referencias

  • Ahmed, Syed Z. 2001. The Zenith of an Empire: The Glory of the Suleiman the Magnificent and the Law Giver. A.E.R. Publications. ISBN 978-0-9715873-0-4.
  • Clot, André. 1992. Suleiman the Magnificent: The Man, His Life, His Epoch. Saqi Books. ISBN 0-86356-126-8.
  • Hooker, Richard. The Ottomans from Washington State University.
  • Imber, Colin, 2002. The Ottoman Empire. Palgrave Macmillan. ISBN 0-333-61387-2.
  • Kinross, Patrick, 2002. The Ottoman Centuries: The Rise and Fall of the Ottoman Empire.Perrenial. ISBN 0-688-08093-6.
  • Lamb, Harold. 1951. Suleiman, the Magnificent, Sultan of the East. Garden City, N.Y.: Doubleday. OCLC 397000.
  • Lewis, Bernard. 2002. What Went Wrong?: Western Impact and Middle Eastern Response. London: Phoenix. ISBN 978-0-7538-1675-2.
  • Mansel, Phillip. 1998. Constantinople: City of the World's Desire, 1453-1924. St. Martin's Griffin. ISBN 0-312-18708-4.
  • Severy, Merle. 1987. The World of Suleiman the Magnificent. National Geographic. 552-601.
  • Sicker, Martin, 2000. The Islamic World in Ascendancy: From the Arab Conquests to the Siege of Vienna. Praeger/Greenwood. ISBN 0-275-96892-8

Enlaces externos


Predecesor:
Selim I
Sultán otomano
Ottoman flag.svg

1520 - 1566
Sucesor:
Selim II


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