Arquitectura bizantina

Arquitectura bizantina

Arquitectura bizantina

Artículo bueno
Interior de la
iglesia de Santa Sofía, obra cumbre de la arquitectura bizantina.
Iglesia de Santa Sofía de Trebisonda.
Monasterio de Studenica, en Serbia.

Se denomina arquitectura bizantina al estilo arquitectónico que estuvo vigente durante el Imperio Bizantino (Imperio Romano de Oriente) desde la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V. La capital del Imperio de Oriente era Constantinopla (Constantinopolis o ciudad de Constantino), cuyo nombre anterior fue Bizancio y, actualmente, Estambul, y ello desde el año 330, momento que otros autores fijan como el inicio de la arquitectura bizantina.

La arquitectura bizantina se inscribe dentro del marco del arte bizantino, y abarca pues un largo espacio de tiempo, que se inicia en el siglo IV y al que pone fin abruptamente la caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos en 1453, ya en el siglo XV. Debido a su dilatada duración en el tiempo, suele dividirse para su estudio en tres períodos diferenciados: un período inicial, un período intermedio y un período final.

Por lo que respecta al marco geográfico en el que se produce el estilo arquitectónico bizantino, éste coincide en líneas generales con la extensión geográfica del Imperio Bizantino, con lo que fue cambiante en el tiempo en razón de las circunstancias históricas y políticas de dicho reino a lo largo de los más de diez siglos de vigencia de dicho estilo. No obstante, las zonas de mayor presencia de la arquitectura bizantina se corresponden con los territorios de las actuales Turquía y Grecia, sin olvidar Bulgaria, Rumania y amplias partes de Italia, junto con Siria, Israel y los Territorios Palestinos. Además, como resultado de la expansión del cristianismo entre los pueblos eslavos llevada a cabo a partir del siglo VIII por la Iglesia Ortodoxa bizantina, la arquitectura bizantina se extendió por las actuales Ucrania, Rusia y Bielorrusia, pasando algunos de sus elementos arquitectónicos (como por ejemplo las cúpulas abulbadas) a convertirse en una seña de identidad de las iglesias ortodoxas, que han sido mantenidas hasta la actualidad.

Por otro lado, el arte bizantino fue un arte de tipo oficial,[1] en función de las relaciones del poder eclesiástico con el poder civil, que se sustentaba con el apoyo de la Iglesia. Y la propia existencia del Imperio Bizantino se vinculó a la expansión de la fe ortodoxa y del arte bizantino.[2]

En razón de las circunstancias históricas y de la propia zona geográfica en que se generó y en la que tuvo presencia, la arquitectura bizantina recibió, sobre una base formada esencialmente por la arquitectura romana, fuertes influencias de otros estilos arquitectónicos, especialmente de estilos procedentes de la zona de Oriente Medio. Por otro lado, además de la ya apuntada influencia en los estilos arquitectónicos de países relacionados con la Iglesia Ortodoxa, debe destacarse que desde la zona de Rávena, en Italia, en su extremo occidental de distribución, influyó en la arquitectura carolingia y, a través de ésta, en la arquitectura románica, a la vez que desde el sur de Italia, especialmente en la zona de Sicilia, aportó alguna de sus características a la versión adaptada en la zona de la arquitectura normanda, que era una de las variantes de la arquitectura románica.

Algunas de las características distintivas de la arquitectura bizantina son, además de la forma ya indicada de las cúpulas, el uso del ladrillo como material constructivo en sustitución de la piedra, el uso masivo de los mosaicos como elemento decorativo en sustitución de las esculturas, la mayor elevación de los edificios como resultado del realce de las cúpulas, y el hallazgo de un sistema que permite conjugar el uso constructivo para las dichas cúpulas de un soporte de planta cuadrada pero que permite el remate mediante un tambor en una cúpula redonda, en muchas ocasiones con prolongación de un alero ondulado.

Contenido

Períodos

Ejemplo de arquitectura bizantina.

A pesar de que en los primeros momentos de su existencia la arquitectura bizantina no se distinguía especialmente de la arquitectura romana, de la que en sus primeros balbuceos constituía únicamente una mera derivación regional, la larga evolución en el tiempo de la misma permitió la emergencia consolidada de un estilo arquitectónico distintivo, que quedaba por lo demás muy permeabilizado ante las influencias que recibía de las arquitecturas orientales.

Uno de los rasgos que fueron mantenidos a lo largo de todo el período de su existencia fue el uso del ladrillo para la arquitectura de las iglesias, que sustituyó a la piedra, que era el material constructivo utilizado en su predecesora la arquitectura romana; a lo que se añade una más libre interpretación de los órdenes clásicos, la sustitución de las esculturas como elementos decorativos de los edificios por los mosaicos o el realce de las cúpulas, que se elevan a mayor altura que en otros estilos arquitectónicos anteriores.

El período de tiempo abarcado por la arquitectura bizantina puede dividirse a efectos de su estudio en tres subperíodos bien claramente diferenciados: un período inicial (o Primera Edad de Oro), un período intermedio (o Segunda Edad de Oro) y un período final (o Tercera Edad de Oro).

Período inicial

Monasterio de Santa Catalina, en el monte Sinaí.

En el período inicial o Primera Edad de Oro, cuyo momento de plenitud se corresponde con la época del emperador bizantino Justiniano I, en el siglo VI, fue cuando se realizaron las más grandiosas obras arquitectónicas que ponen de manifiesto los caracteres técnicos y materiales del estilo arquitectónico, así como el sentido constructivo que caracteriza el arte bizantino de este período.

Las principales obras correspondientes a este período de la arquitectura bizantina que han llegado hasta nosotros se encuentran sea en Constantinopla sea en Rávena, en Italia, en el área más occidental de difusión del estilo. Así, se encuentran en Constantinopla la iglesia de Santa Sofía, la iglesia de Santa Irene y la iglesia de los Santos Sergio y Baco; mientras que en Rávena podemos contemplar la iglesia de San Vital o la Basílica de San Apolinar Nuovo. No podemos olvidar diversas obras de ingeniería civil, como por ejemplo la Cisterna de Basílica, edificada en el 532.

No obstante, también corresponden a este mismo período inicial la iglesia de San Demetrio en Salónica (en la actual Grecia), el monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí (en el actual Egipto), el monasterio de Jvari en la actual Georgia y tres iglesias en Echmiadzin (Armenia). Estas tres últimas iglesias son de construcción sucesiva a partir del año 600, y muestran un perfecto ejemplo de la evolución de la arquitectura bizantina en las provincias orientales más alejadas de la capital, provincias por lo demás que fueron rápidamente perdidas ante el avance de los ejércitos islámicos.

También han llegado hasta nosotros diversas edificaciones de menor envergadura o importancia arquitectónica, diseminadas por todo el conjunto del área general de distribución del estilo arquitectónico bizantino. Hay que tener presente que, especialmente en las zonas más orientales de la actual Turquía, muchas de ellas fueron readaptadas ya hace siglos para su uso como mezquitas.

Período intermedio

El Monasterio de Ossios Loukas en Grecia (siglo XI), representativo de la arquitectura bizantina en época de la dinastía macedónica.

El período intermedio, o Segunda Edad de Oro del arte bizantino, se caracteriza por la predominancia de las iglesias de planta en cruz griega con cubierta de cúpulas realzadas sobre tambor y con una prominente cornisa ondulada en la base exterior.

A este esquema compositivo corresponden, por ejemplo, la catedral de Atenas, la iglesia del monasterio de Daphni, que usa trompas en lugar de pechinas, y los conjuntos monásticos del Monte Athos en Grecia.

Este tipo nuevo de iglesia se plasma en la desaparecida iglesia de Nea de Constantinopla (881), construida por Basilio I.

Para este período en la arquitectura bizantina nos enfrentamos con el problema planteado por la iconoclastia, que arruinó muchas de las edificaciones de los inicios del período. Así, por lo que se refiere a edificaciones de envergadura de los primeros tiempos del período intermedio, en Grecia sólo subsiste la basílica de Santa Sofía, en Salónica. Otra edificación de importancia, la iglesia de la Asunción de Nicea, sobrevivió hasta el siglo XX, aunque quedó destruida en los años 1920 en los combates enmarcados en la Guerra Greco-Turca; sin embargo, por lo menos sí han llegado hasta nosotros diversas fotografías del templo.

Respecto de la época de la dinastía macedónica, que es tradicionalmente considerada como el compendio del arte bizantino, tampoco nos ha dejado grandes realizaciones. Se presume que la desaparecida Theotokos Panachrantos, o iglesia votiva de la Inmaculada Madre de Dios, de Constantinopla, obra de Basilio I, que se corresponde con los restos existentes bajo la moderna mezquita Fenari Isa Camii, haya servido como modelo para muchas construcciones con planta en forma de cruz inscrita en un círculo, como la Monasterio de Ossios Loukas (en Grecia, año 1000), el Monasterio de Nea Moni (isla de Quíos, un proyecto largamente acariciado por Constantino IX) o el Monasterio de Dafni (Chaidari, localidad en el Ática próxima a Atenas).

La planta con forma de una cruz inscrita en un círculo es, por lo demás, la forma más expandida hacia los territorios recorridos por los misioneros bizantinos ortodoxos que en los tiempos de la dinastía macedónica recorrían los territorios de los pueblos eslavos para proceder a su cristianización. La catedral de Santa Sofía de Ohrid (en la actual República de Macedonia) o la iglesia de Santa Sofía de Kiev (en la actual Ucrania) son testimonio elocuente del uso de la cúpula de tambor, que con el tiempo se convierten en cada vez más altas y más esbeltas.

Período final

La iglesia de Theotokos Pammakaristos (hoy mezquita de Fetiye Camii), del siglo XIV, constituye un ejemplo de la arquitectura de la época de los Paleólogos.

El período final o Tercera Edad de Oro abarca el lapso de tiempo comprendido entre los siglos XIII y XV, coincidiendo con las dinastías de los Comnenos y los Paleólogos; en él predominan las plantas de iglesias cubiertas mediante cúpulas abulbadas sobre tambores circulares o poligonales.

Al período de los Comnenos pertenece la Elmali kilise en Capadocia; en Constantinopla, la iglesia del Pantocrator (hoy conocida como Zeyrek Camii) y la iglesia de la Theotokos Kyriotissa (Virgen del Trono) (hoy conocida como Kalenderhane Camii). Igualmente se han conservado numerosas iglesias en el Cáucaso, Rusia, Bulgaria, Serbia y otros países eslavos, al igual que en Sicilia (Cappella Palatina del Palazzo dei Normanni) o Venecia (Basílica de San Marcos, Catedral de Santa María de la Asunción en Torcello).

Al período de los Paleólogos pertenecen una docena de iglesias en Constantinopla, especialmente San Salvador de Chora (hoy Kahriye Camii) y Theotokos Pammakaristos (Santa Madre de Dios) (hoy Fetiye Camii). Una característica de todas ellas es la de no acentuar la verticalidad, primando la estructura horizontal, lo que no las dota de la magnificencia de otras iglesias de Constantinopla. La única que no cumple la regla es la iglesia de Santa Sofía de Trebisonda. A esta etapa corresponden en Grecia la iglesia de los Santos Apóstoles de Salónica, del siglo XIV, la iglesia de Mistra, en el Peloponeso, y algunos monasterios del Monte Athos.

Características

La arquitectura bizantina mantuvo varios elementos de la arquitectura romana y de la paleocristiana oriental, como los materiales (ladrillo y piedra para revestimientos exteriores e interiores de mosaico), arquerías de medio punto, columna clásica como soporte, etc. Pero también aportaron nuevos rasgos entre los que destaca la nueva concepción dinámica de los elementos y un novedoso sentido espacial y, sobre todo, su aportación más importante, el empleo sistemático de la cubierta abovedada, especialmente la cúpula sobre pechinas, es decir, triángulos esféricos en los ángulos que facilitan el paso de la planta cuadrada a la circular de la cúpula. Estas bóvedas semiesféricas se construían mediante hiladas concéntricas de ladrillo, a modo de coronas de radio decreciente reforzadas exteriormente con mortero, y eran concebidas como una imagen simbólica del cosmos divino.

Otra aportación de gran transcendencia fue la decoración de capiteles, de los que hubo varios tipos; así, el de tipo teodosiano es una herencia romana, empleado durante el siglo IV como evolución del corintio y tallado a trépano, semejando a avisperos; otra variedad fue el capitel cúbico de caras planas decorado con relieves a dos planos. En uno y otro caso era obligado la colocación sobre ellos de un cimacio o pieza troncopiramidal decorada con diversos motivos y símbolos cristianos.

En la tipología de los templos, según la planta, abundan los de planta centralizada, sin duda concordante con la importancia que se concede a la cúpula, pero no son inferiores en número las iglesias de planta basílical y las cruciformes con los tramos iguales (planta de cruz griega).

En casi todos los casos es frecuente que los templos, además del cuerpo de nave principal, posea un atrio o nártex, de origen paleocristiano, y el presbiterio precedido de iconostasio, llamada así porque sobre este cerramiento calado se colocaban los iconos pintados.

Evolución estructural

Planta de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, del siglo IV.

En los primeros tiempos del primer período de la arquitectura bizantina, las construcciones de iglesias en las regiones de Palestina y Siria en época del emperador Constantino II estaban efectuadas según dos modelos diferentes de planta del edificio: la planta basilical o axial, como por ejemplo sucede en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, y la planta circular o central, como es el caso de la hoy perdida gran iglesia octogonal que existía en Antioquía.

Iglesias de planta central

Aspecto externo del Mausoleo de Santa Constanza en Roma.
Planta de la iglesia de los Santos Sergio y Baco de Constantinopla.
Planta de la iglesia de San Vital de Rávena.

Se debe suponer que las iglesias con una planta central debían disponer casi siempre de una cubierta abovedada, puesto que la existencia de una cúpula central era su auténtica razón de ser. El espacio central quedaba rodeado por un muro de gran grosor, en el que aparecían profundos huecos por su cara interior, como sucede en la iglesia de San Jorge de Salónica (siglo V), o bien por un deambulatorio con bóveda de cañón, como es el caso en el Mausoleo de Santa Constanza en Roma (siglo IV).

Las profundas aperturas existentes en el espacio central conformarían de ese modo los brazos de una cruz, contribuyendo así al sustentamiento de la bóveda central del edificio, como sucede por ejemplo en el caso del Mausoleo de Gala Placidia en Rávena, datado en el siglo V.

La más famosa de las iglesias pertenecientes a este tipo era posiblemente la iglesia de los Santos Apóstoles, que se hallaba también ubicada en la ciudad de Constantinopla. Los soportes para las bóvedas fueron posteriormente aplicados también a las iglesias construidas con una planta basilical, como es el caso por ejemplo en la iglesia de Santa Irene, también situada en Constantinopla, del siglo VI, en la que la larga nave de la iglesia que conforma su cuerpo queda cubierta por dos cúpulas adyacentes entre sí.

En la iglesia de los Santos Sergio y Baco de Constantinopla y en la iglesia de San Vital en Rávena, iglesias con planta central, el espacio que queda bajo la cúpula queda ampliado con la adición de los ábsides al octágono.

Finalmente, en la iglesia de Santa Sofía de Constantinopla, datada en el siglo VI, se ideó una combinación que representa muy bien un proyecto arquitectónico interesante y novedoso: el espacio central de forma cuadrada de 30 metros de lado quedó aumentado hasta los 60 metros con la adición de dos hemiciclos en los lados este y oeste; dichos hemiciclos quedan posteriormente ampliados de nuevo mediante el añadido de tres ábsides menores al lado este y de otros dos al lado oeste.

Esta área ininterrumpida de casi 80 metros de largo por más de 30 metros de ancho quedaba internamente cubierta por un sistema de cubrición mediante cúpula. Por otra parte, sobre las cubiertas de los absidiolos se elevan dos grandes semicúpulas que cubren a su vez los hemiciclos, tras las cuales emerge a su vez la gran cúpula que s encuentra sobre el cuadrado central. Esta última se sostiene en sus lados norte y sur mediante cubiertas a dos planos que otorgan a todo el conjunto un aspecto externo cuadrado.

Iglesias de cruz griega inscrita en un cuadrado

En la iglesia de los Santos Apóstoles de Salónica, del siglo VI, sobre una planta cruciforme se hallaban dispuestas cinco cúpulas, siendo la central de las mismas la emplazada a mayor altura. Ninguna otra iglesia construida tras el siglo VI podrá competir en grandiosidad con esta obra de Justiniano I, y las plantas de las iglesias tenderán a asimilarse a un tipo único. Un área central cubierta por la cúpula quedaba inscrita en un cuadrado de un tamaño sensiblemente mayor: el epacio en cada uno de los laterales identificaba claramente una nave y un transepto. A veces el espacio central era cuadrado, aunque en ocasiones era octagonal, o al menos eran ocho las pilastras que sostenían la cúpula en vez de tan sólo cuatro, con nave y transepto de un tamaño proporcionalmente menor.

Si dibujamos un cuadrado y dividimos cada uno de sus lados en tres partes, siendo la parte central mayor, y partiendo de los puntos obtenidos dividimos el área de nuevo nos haremos una idea de un proyecto arquitectónico típico de esta etapa. A partir de los puntos de las divisiones del lado este se desarrollaban tres ábsides, mientras que en la fachada oeste se abría un estrecho pórtico de entrada, el nártex. Frente a éste quedaba un espacio cuadrado, el atrio: en ocasiones existe una fuente central bajo un baldaquino sostenido por columnas. Justo bajo el centro de la cúpula se hallaba el púlpito, desde el que se proclamaban las Escrituras, hallándose bajo el púlpito el coro de los cantores. En el lado este del cuadrado central se hallaba el iconostasio, para separar el bema, donde se ubicaba el altar, del cuerpo de la iglesia. El bema era la zona de la iglesia que estaba reservada para el clero y los ministros, similar al presbiterio. El altar se hallaba protegido por un baldaquino o ciborio apoyado sobre pilastras. Unas filas de asientos enmarcaban la circunferencia del ábside, con el trono del patriarca en el punto central al este formando el synthronon (trono colectivo). Los dos sectores menores y los absidiolos al lado del bema eran los Pastoforia (prothesis y diaconicon). El púlpito y el bema eran adyacentes al solea, un paso apoyado en los muros.

Influencias de otros estilos

Las continuadas influencias de origen oriental quedan de manifiesto en diversos aspectos, como por ejemplo en la decoración exterior de los muros de las iglesias edificadas alrededor del siglo XII, en las que los ladrillos grabados quedan dispuestos de un modo ornamental claramente inspirado en la escritura cúfica. Ello estaba asociado a la disposición externa de los ladrillos y de piedras según una amplia variedad de diseños; este uso decorativo es probablemente de origen oriental, puerto que decoraciones similares podemos encontrarlas en diversos edificios en Persia, en la llamada arquitectura medo-persa.

Las cúpulas y las bóvedas se hallaban recubiertas externamente con plomo o con tejas de tipo romano (planas). Los quicios de puertas y ventanas eran de mármol. Las superficies interiores de los edificios se hallaban completamente decoradas en sus partes situadas a mayor altura con mosaicos o frescos y en la parte inferior con revestimientos de losas de mármol, de orígenes y coloraciones variados, dispuestas de modo que las diversas coloraciones formasen una serie de amplios paneles. Los mármoles de mayor calidad eran cortados de modo que las dos superficies obtenidas formasen un diseño simétrico similar al de la piel de los animales.

La influencia armenia

Iglesia de la isla de Akdamar, en el lago Van, en la Anatolia oriental.

Las enconadas luchas por el control de Armenia entre árabes y bizantinos ocasionaron la huida de Armenia de muchos príncipes, nobles y soldados, siendo su destino la mayoría de las veces el Imperio bizantino. Las migraciones, acompañadas de artistas y de diversos otros tipos de personas, habrían influenciado la arquitectura bizantina. La influencia a la inversa parece poco probable, debido a que Armenia, intolerante respecto de Bizancio por cuestiones de fe religiosa, expulsó del país a todos sus disidentes el año 719. Habida cuenta de las circunstancias, parece difícil pensar en una admiración respecto de la arquitectura bizantina por parte de los armenios.

En los siglos VIII y IX no se daban en Armenia las condiciones necesarias para un florecimiento cultural y artístico. No obstante, las fortalezas en las que muchos príncipes armenios se habían visto obligados a refugiarse dieron a los arquitectos la posibilidad de adquirir conocimientos para la construcción de iglesias y conventos dedicados a la memoria de los antepasados, donde debían celebrarse las misas por el alma de los difuntos. Un monumento descubierto en Ani (Turquía) durante unas excavaciones arqueológicas en 1910 había sido probablemente construido durante esas épocas oscuras. Una parte de la bonita iglesia de Otzoun es del 718, y una parte de la de Banak pertenece al siguiente siglo.

Posteriormente, los árabes volvieron a aliarse con los armenios y, hacia principios del siglo X, el arquitecto Manuel construyó la famosa iglesia de la isla de Akdamar, la obra más destacada de este período, en el lago Van. Durante los siglos IX y X se construyeron otras diversas iglesias, como la iglesia y el convento de Narek, la iglesia del Salvador en Taron, y diversas iglesias en Ashtarak, Mazra, Horomos, Noratouz, Dariounk, Oughouzli, Soth, Makenatzotz, Vanevan, Salnapat, Sevan, Keotran (cerca de Ereván), Taron (San Juan Bautista), Ishkhan, así como el convento de Shoghak, todas ellas de interés por la presencia y riqueza de sus decoraciones.

Ejemplos destacados

Constantinopla

En tanto que capital del Imperio Bizantino y lugar de residencia de los emperadores bizantinos, además de sede del patriarca de Constantinopla y de la Iglesia Ortodoxa, la ciudad de Constantinopla (la actual Estambul, en Turquía), concentra una gran cantidad de templos, iglesias, catedrales y otras edificaciones religiosas o civiles pertenecientes a la arquitectura bizantina, y ello a lo largo de los tres períodos de dicho estilo, desde su nacimiento hasta la caída de Constantinopla en 1453 en manos del Imperio Otomano.

Iglesia de los Santos Sergio y Baco

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La iglesia de los Santos Sergio y Baco, en Constantinopla.

La primera obra de la arquitectura bizantina, datada en el primer tercio del siglo VI, es la iglesia de los Santos Sergio y Baco, en Constantinopla (527-536). Se trata de un edificio de planta central cuadrada con octógono en el centro,[3] cubierto mediante una cúpula gallonada sobre ocho pilares y nave en su entorno.

La iglesia en ocasiones recibe el nombre de pequeña Santa Sofía (aunque en realidad es algunos años anterior a Santa Sofía), y actualmente ha sido transformada en mezquita. Se encuentra en el actual barrio de Eminönü de Estambul, no muy lejos del mar de Mármara, y desde su nártex puede divisarse el de la iglesia de Santa Sofía, y a la inversa. En su momento, se trataba de una de las edificaciones de carácter religioso de mayor importancia en la ciudad de Constantinopla.

Debido al gran parecido existente con la iglesia de Santa Sofía, se sospecha que el proyecto del edificio haya sido obra de los mismos arquitectos, Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, y que la propia edificación en realidad no fuese otra cosa que una especie de ensayo general para la futura construcción de la iglesia de Santa Sofía.

Las columnas de dos pisos de la iglesia de los Santos Sergio y Baco.

Las labores de construcción en el edificio fueron ejecutadas con las técnicas arquitectónicas usuales de la época y lugar, utilizando ladrillos sujetos con capas de mortero, confiriéndoles al mismo casi la misma capacidad de resistencia que la de las capas de ladrillos. Los muros quedaron reforzados por zunchos formados por pequeños bloques de piedra. El edificio, cuyo plano constructivo fue conscientemente repetido en la iglesia de San Vital en Rávena, posee la forma de un octógono inscrito en un cuadrado irregular. Se encuentra cubierto por una cúpula de tambor de 20 m de altura, que resposa sobre ocho columnas. El nártex está en el lado oeste.

En el interior del edificio de encuentra una bella columnata de dos alturas, que ocupa el lado norte, y que contiene una inscripción formada por doce hexámetros griegos consagrada al emperador Justiniano I, a su esposa Teodora y a San Sergio, quien era el patrón de los soldados del ejército romano. El piso inferior tiene 16 columnas, mientras que el piso superior posee un total de 18. Muchos de los capiteles de las columnas presentan todavía los monogramas de Justiniano y Teodora. Ante el edificio, se encuentran unos pórticos y un vestíbulo, añadidos ya bajo el dominio otomano, al igual que el pequeño jardín, el pozo para surtir de agua para las abluciones y algunas tiendas de mercaderes. Al norte del edificio se encuentra un pequeño cementerio musulmán, así como el antiguo baptisterio.

Iglesia de Santa Irene

Artículo principal: Iglesia de Santa Irene
Sección longitudinal de Santa Irene (Estambul).

A la misma época que la anterior, la primera mitad del siglo VI, corresponde la iglesia de planta rectangular con dos cúpulas de la Santa Paz o de Santa Irene (en griego Αγία Ειρήνη, Hagia Irene), también en Constantinopla, y que actualmente está destinada a museo. Se encuentra situada entre la iglesia de Santa Sofía y el ya muy posterior palacio de Topkapi.

La primera iglesia de Santa Irene fue construida bajo el reinado del emperador Constantino I el Grande en el siglo IV, siendo la primera de las iglesias de la ciudad de Constantinopla. Fue el escenario de debates particularmente hirientes entre arrianos y trinitarios en el marco de los enfrentamientos teológicos entre ambos. De hecho, fue precisamente en la iglesia de Santa Irene donde se celebró en 381 el segundo Concilio Ecuménico. Por otra parte, fue la sede del patriarcado de Constantinopla antes de que se fuese construida la iglesia de Santa Sofía.

[Vista de la mitad oriental] de la iglesia de Santa Irene, en Constantinopla.

La primitiva iglesia resultó incendiada en el 532 durante la rebelión Niká,[3] por lo que Justiniano I hizo que fuese reconstruida. Parte de la bóveda, ejecutada con precipitación, se hundió poco después, a lo que se añadió un incendio en 564.[3] Tras una nueva destrucción acontecida debido a un terremoto en el 740, Hagia Irene fue en gran parte reconstruida, en el reinado de Constantino V,[4] con lo que en su forma actual, el edificio que ha llegado hasta nosotros se corresponde con el siglo VIII.

La iglesia de Santa Irene constituye un ejemplo perfecto para ilustrar el paso de las iglesias de planta basilical a una planta de cruz griega inscrita en un cuadrado. Hagia Irene es la única de las iglesias de estilo bizantino cuyo atrio original ha llegado hasta nosotros. La basílica, cubierta por una bóveda y dotada con dos cúpulas, culmina en su lado este con tres grandes ventanas con arco de medio punto abiertas en el ábside. Una gran cruz domina el nártex, en el lugar donde de acuerdo con la tradición arquitectónica bizantina se ubicaba el Theotokos, lo que constituye una perfecto ejemplo de iconostasia.

Tras la caída de Constantinopla en 1453, fue utilizada como arsenal por los jenízaros, siendo acondicionada en 1846 como un Museo turco. En 1875, ante la falta de espacio, la colección artística fue trasladada al palacio de Topkapi, pasando la iglesia a transformarse en un Museo Imperial (Müze-i Hümayun) y luego, en 1908, en un Museo militar durante un cierto tiempo. Desde 1973, se procedió a una cuidada restauración del monumento, que es utilizado como lugar de ejecución de conciertos de música clásica en razón de sus impresionantes cualidades artísticas, hasta el punto de que desde 1980 los principales conciertos del Festival de Música de Estambul se celebran en Hagia Irene. El Museo no es autónomo, sino que depende del Museo de Santa Sofía.

Iglesia de Santa Sofía

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Sección de la iglesia de Santa Sofía en Constantinopla.

Pero la obra cumbre de la arquitectura bizantina es la Iglesia de Santa Sofía (iglesia de la divina sabiduría), dedicada a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, construida por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto (ambos procedentes del Asia Menor, donde predominaba la iglesia edificada en planta basilical con cúpula),[5] entre los años 532 y 537, siguiendo las órdenes directas del emperador Justiniano I. Está considerada como una de las obras arquitectónicas más bellas y grandiosas del arte universal,[6] y Justiniano pretendía erigir un monumento que, desde el tiempo de Adán, no hubiera tenido igual ni pudiese tenerlo jamás.[5]

Fue edificada para sustituir a una basílica anterior, destruida en el año 532, con motivo de la rebelión Niká en Constantinopla. La iglesia fue solemnemente consagrada en el 537, aunque su cúpula original se desplomó en el 558. La que la sustituyó, más alta pero de menor tamaño, padeció derrumbes parciales en los siglos X y XIV. Tampoco su nártex es original, ya que fue restaurado tras un incendio el 564, mientras que las bóvedas lo fueron en el 740, tras un terremoto. Todavía sufrió una nueva alteración tras la caída de Constantinopla en 1453 y su conversión en mezquita, ya que su decoración fue cubierta por estuco.[6]

Su planta era de un tipo nuevo, desconocido hasta ese momento, la llamada basílica cupulada, aunque pueden rastrearse antecedentes de la misma en el siglo V, nueva planta que llegaría a ser la característica de las construcciones eclesiales bajo Justiniano. La invención de la nueva planta fue posible precisamente gracias a la utilización del ladrillo como elemento constructivo en sustitución de la piedra, característica llegada a la arquitectura bizantina desde la arquitectura persa y la arquitectura mesopotámica.[6]

La cúpula del edificio está superpuesta en la planta de la iglesia, sin interrumpirla con sus pilares de apoyo. Con una longitud de 72 x 71,7 m, es rectangular, prácticamente cuadrada. El rectángulo queda dividido en tres naves por unas hileras de columnas, con nártex de acceso y tribunas en las naves laterales.[7] la cúpula ocupa el centro de la nave principal, con 31 m de diámetro y 54 m de altura, estado cubierta de tejas blancas especiales, más livianas, fabricadas en Rodas.[8]

Para dotar de mayor amplitud a la cúpula, ésta se apoya en dos media cúpulas laterales, que duplican el espacio cubierto por la misma, medias cúpulas que a su vez se sustentan sobre nichos esféricos.[8] En las alas norte y sur, existen dos arcos formeros que contrarrestan la fuerza de empuje de la cúpula, elevándose sobre las columnas de las tribunas y generando un gran tímpano dotado de ventanales.[8] Además, se reforzó a los cuatro grandes pilares existentes en la base de la cúpula con otros pilares que quedan disimulados en las naves laterales, a la vez que un conjunto de bóvedas de distintas formas y tamaños contribuyen a disipar el empuje de la gran cúpula.[8] Sin embargo, la sensación desde el interior del templo es de una única cúpula, grácil y majestuosa, ampliamente iluminada por la cuarentena de ventanas existentes en su arranque.[8]

El historador bizantino Procopio de Cesarea afirmaba acerca de la cúpula de Santa Sofía que No parece reposar sobre una construcción maciza, sino estar suspendida del cielo por una cadena de oro y formar como un dosel sobre la iglesia.[9]

Iglesia de los Santos Apóstoles

Miniatura del siglo XII que representa la iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla.

También fue importante la desaparecida iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla, proyectada como mausoleo de Constantino. Renovada en época de Justiniano I, fue modelo de la iglesia de San Juan de Éfeso (terminada ca. 565) y de la de San Marcos de Venecia,[10] obra del siglo XI. Como esta última, ofrecía un modelo de planta de cruz griega con cinco cúpulas, ampliamente imitado en todo el mundo bizantino.

La iglesia fue construida sobre una colina de la ciudad, pensada para albergar en su interior el cuerpo del emperador Constantino,[11] siendo la más antigua de la Cristiandad en ser consagrada a los Santos Apóstoles, y datando de los tiempos de la fundación de la propia ciudad de Constantinopla sobre la antigua Bizancio.

Justiniano y su esposa Teodora la reconstruyeron entre 536-550,[10] retomando la consabida planta en cruz griega de la iglesia constantiniana, coronada por una gran cúpula, siendo más tarde ricamente decorada por Justino II.

La iglesia se convirtió desde muy pronto en la necrópolis imperial, conteniendo así los restos de la mayor parte de los emperadores, distribuidos en dos mausoleos exteriores, uno al norte y el otro al sur del ábside, denominados heroa, el de Constantino y el de Justiniano. El interior de la iglesia, sin embargo, no albergaba ninguna tumba. Cada uno de los heroon albergaba indistintamente tumbas modernas o antiguas, sin estar agrupadas por ningún tipo de orden cronológico. Dethier, un erudito que vivió en Constantinopla y conocía perfectamente la topografía de la ciudad medieval, hablaba de 19 sarcófagos en el heroon de Constantino y de 17 para el de Justiniano. Byzantios, un escritor griego moderno, añade otros 5 para el primero y 9 para el segundo.

El santuario recibió numerosas reliquias: las de los santos apóstoles Andrés, Lucas, Timoteo, el primer obispo de Éfeso, y Mateo, así como las de los santos Cosme y Damián.

Alrededor de la iglesia se encontraban pórticos suntuosos, los stoai, a lo largo de los cuales se disponían los sarcófagos aislados de algunos basileis. A parecer, todos los sarcófagos eran de mármol, completamente recubiertos de ornamentos deslumbrantes en plata y piedras preciosas. El efecto era de grandiosidad, especialmente a la luz del sol. La mayoría de las coberturas de los sarcófagos eran en forma de tejado, y contenían en su interior más joyas todavía. Diversos patriarcas se hallaban también sepultados allí, destacando entre ellos Juan Crisóstomo.

Las tumbas fueron despojadas por Alejo IV Ángelo para pagar a los cruzados de la Cuarta Cruzada, quienes además saquearon la iglesia rompiendo y destruyendo los sepulcros. Lo que quedó fue arrasado por los derviches tras la caída de Constantinopla en 1453, quienes al parecer pasaron catorce horas destruyendo con mazas y barras de hierro lo que se había salvado de la destrucción ocasionada por los cruzados.

Italia

Columnas de estilo bizantino en la portada de la basílica de San Juan y San Pablo de Venecia.

La península itálica estuvo ampliamente vinculada al Imperio Bizantino que estableció en la ciudad de Rávena la capital de uno de sus exarcados, a la vez que controlaba amplias partes de la península, incorporadas a su imperio al albur de los acontecimientos bélicos y políticos.

Por otro lado, el propio prestigio inherente a la arquitectura bizantina marcó profundamente las edificaciones en otros puntos de la península o de Sicilia, irradiando desde allí sus influencias al resto de la Europa Occidental.

Rávena

Constantinopla no fue el único foco importante en esta primera Edad de Oro de Bizancio, es menester recordar el núcleo de Ravena (capital del Imperio Bizantino en Occidente desde el siglo VI hasta el siglo VIII), el exarcado occidental situado en el nordeste de la península italiana, en las riberas del mar Adriático, junto a Venecia. Además, Rávena era una base naval de la Armada romana, la que permitía a la misma el control del Adriático.[12]

Las iglesias bizantinas de Rávena presentan dos modelos: uno de clara inspiración constantinopolitana relacionada con la iglesia de los Santos Sergio y Baco, la de iglesia de San Vital en Rávena (538-547),[13] en la que, igualmente que su modelo, es de planta octogonal con nave circundante entre los elevados pilares y con una prolongación semicircular en la cabecera, delante del ábside del presbiterio; en los pies tiene un amplio atrio con torres laterales. En esta iglesia de San Vital están ya prefigurados los rasgos más característicos de la estilística en la arquitectura medieval de Occidente, sobre todo en los que se refiere al sentido vertical de la construcción en detrimento de la horizontalidad precedente.

Las otras iglesias bizantinas de Rávena tienen influencia paleocristiana por su estructura basilical con cubierta plana. Son la basílica de San Apolinar in Classe y la iglesia de San Apolinar Nuevo, ambas de la primera mitad del siglo V y con destacados mosaicos. A las iglesias deben añadirse por otra parte otros monumentos, como es el caso del Mausoleo de Gala Placidia.

Mausoleo de Gala Placidia
Artículo principal: Mausoleo de Gala Placidia
Mosaico en el interior de la cúpula del mausoleo de Gala Placidia, con el cielo, la cruz y los cuatro evangelistas.

El Mausoleo de Gala Placidia (es así conocido, aunque en realidad se trate de la capilla de San Lorenzo) fue eregido por orden de Gala Placidia, la viuda de Constancio III y regente del Imperio romano en nombre de su hijo Valentiniano III, a su regreso a Italia tras la muerte de su esposo, por lo que cabe deducir que es muy poco posterior al 421, fecha de la muerte de Constancio.[14] Algunos afirman que es el mausoleo de la propia Gala Placidia, pero las fuentes documentales indican que ésta murió y fue enterrada en Roma, aunque en la actualidad sus restos reposen en Rávena, en la muy cercana iglesia de San Vital.

La capilla (o mausoleo) está levantada sobre planta en cruz griega, tratándose de la primera vez en que este tipo de planta era utilizada en la arqutectura occidental, y se encuentra adyacente a una basílica que posee igualmente planta en cruz griega.

El aspecto exterior del edificio, de 15 m de largo por 13 de ancho, resalta el uso del ladrillo, con el que se elevaron los muros del mismo, dotados de arcadas ciegas y de ventanas de escaso tamaño.[14] La cubierta del edificio es a base de tégula (teja romana plana), vertiendo a cuatro aguas en la cúpula y a dos en el resto del edificio.

Sobre la decoración interior del mausoleo, destaca la majestuosa cúpula, dotada de una suntuosa decoración, en un conjunto sobrio y severo. La ornamentación de la cúpula es a base de mosaicos, mostrando un cielo azul estrellado presidido por una cruz dorada, en colores a juego con los de las estrellas,[15] de forma que el color azul oscuro del cielo oscurece la cúpula, haciendo por el contrario resaltar la cruz y las estrellas.[16] Simultáneamente, para convertir el espacio cuadrado de la cúpula en el redondo del cielo, aparecen en las esquinas de la cúpula los cuatro evangelistas.[16]

Por otra parte, las naves del mausoleo que se entrecruzan en la cúpula poseen una bóveda de cañón.

San Vital
Artículo principal: Iglesia de San Vital en Rávena
La iglesia de San Vital en Rávena.

Como una muestra más de la vinculación entre poder político y religioso, y su influencia en el arte bizantino, los gobernadores representantes del Imperio Bizantino en Rávena eran los propios arzobispos de la ciudad. Fueron los obispos Maximiano y Víctor quienes, a mediados del siglo VI, consagraron la iglesia de San Vital, construida con la ayuda económica del banquero griego Juliano Argentarios, como otros monumentos de la ciudad. La iglesia tiene como peculiaridad que se trata de la única iglesia octogonal conservada en Occidente.[17]

El rico decorado exterior de la iglesia, sin embargo, contrasta con la sobriedad decorativa que se constata en su interior, en el que unos arcos circulares hacen posible el paso desde la base octogonal a una cúpula circular. Se han conservado los mosaicos del ábside y del presbiterio, estando en su momento el resto del interior decorado con mármol, habiendo desaparecido el dorado de los capiteles, lo que ha disminuido la luminosidad del conjunto.[18]

La figura dominante en el ábside es Cristo, acompañado san Vital, existiendo en el presbiterio imágenes de los Evangelistas y episodios del Antiguo Testamento.[18] El presbiterio se encuentra al fondo, con un tramo cubierto por una bóveda de arista y un cierre en bóveda de horno.

Las galerías del presbiterio también estaban decoradas, pero destaca especialmente el trabajo de los capiteles, con finos calados. Existe igualmente un púlpito de marfil, del obispo Maximiano, aunque se desconoce si se trata de una obra local o fue importado desde Constantinopla.[19]

San Apolinar in Classe
Detalle de los mosaicos del ábside, en la Basílica de San Apolinar in Classe.
Nave principal de la basílica de San Apolinar in Classe, con las 24 columnas que la separan de las laterales, el soporte para la bóveda y el ábside al fondo con su decoración musiva.

La Basílica de San Apolinar in Classe es uno de los principales monumentos de la arquitectura bizantina en Rávena, hasta el punto de que cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura declaró Patrimonio de la Humanidad a ocho iglesias de Rávena, citó la basílica de San Apolinar in Classe como un ejemplo excepcional de las más antiguas basílicas cristiana con la pureza y simplicidad de su diseño y el empleo del espacio, así como con la naturaleza suntuosa de su decoración.

La imponente estructura de ladrillo fue erigida por orden del obispo Ursicino, utilizando los recursos económicos de un banquero griego, Juliano Argentarius (el mismo que financió la iglesia de San Vital),[20] y se localiza al lado de un cementerio cristiano, y bastante posiblemente sobre la cima de un preexistente templo pagano, como lo atestiguan algunas lápidas reutilizadas en su construcción. Está situada junto al antiguo puerto de Rávena.[20]

San Apolinar in Classe fue consagrado el 8 de mayo de 549 por el obispo Maximiano, siendo dedicado a la consagración de quien fuera el primer obispo de Rávena, san Apolinar. La Basílica es así contemporánea de la iglesia de San Vital en Rávena. En el 856, las reliquias de San Apolinar fueron transferidas desde la basílica de San Apolinar in Classe hacia la basílica de San Apolinar Nuovo, en la misma Rávena.

El exterior tiene una gran fachada, con un ventanal tríforo. El nártex que se encuentra a la derecha de la entrada es una adición posterior, como lo es también el campanario del siglo IX.

El interior contiene 24 columnas de mármol griego, pero la importancia excepcional radica en el ábside, que culmina en un mosaico verde con prados y ovejas, alegoría estas últimas de los fieles a los que acoge un San Apolinar con los brazos abiertos, bajo la supervisión de los doce apóstoles, presentados igualmente como corderos saliendo de Jerusalén y Belén. Una gran cruz preside el conjunto, cruz que se encuentra rodeada por Moisés y Elías.[20] Las paredes laterales están actualmente desnudas, pero seguramente un día estuvieron cubiertos igualmente de mosaicos, que probablemente fuesen destruidos por los venecianos en 1449, aunque dejasen en pie la decoración de mosaicos en el ábside y sobre el arco triunfal. Esta última representa al Salvador, entre corderos (los fieles, en este caso), junto a los Apóstoles.[21]

Tanto las columnas como los propios ladrillos utilizados para la construcción son al parecer importados desde Bizancio.[20]

San Apolinar Nuevo
Artículo principal: Basílica de San Apolinar Nuovo

La basílica de San Apolinar Nuevo (o basílica de San Apolinar Nuovo) se construyó sobre el mismo tipo de planta que la de San Apolinar in Classe, llevando dicho nombre debido al traslado de las reliquias de San Apolinar, quien fuera el primer obispo de la diócesis, desde la basílica de San Apolinar in Classe.[21]

Fue construida en época de Teodorico el Grande, sindo ornada con mosaicos, que posteriormente se suprimieron, al igual que cualquier referencia al arrianismo o al propio Teodorico.[21] La supresión de los mosaicos fue obra del obispo Agnello, y de dichos mosaicos únicamente se salvaron las partes más altas de la decoración; además, durante un tiempo la iglesia estuvo consagrada a San Martín de Tours, debido a su enconada lucha contra la herejía.

La basílica fue construida con tres naves, una principal y dos laterales, no poseyendo quadripórtico sino tan sólo el nártex. Posee una apariencia externa a base de ladrillo, con una cubierta con vertiente a dos aguas. En la parte superior de la portada existe, justo en el centro, una bífora de mármol, sobre la que hay otras dos pequeñas aberturas. La nave central finaliza en un ábside semicircular.

Subsiste sin embargo un importante conjunto de mosaicos, que se encuentran emplazados en la nave principal, consistentes en sendas procesiones que se encaminan, desde la entrada del edificio, hacia representaciones de Cristo, en el muro norte, o de la Virgen María sentada en su trono, en el muro sur, existiendo representaciones de los profetas y patriarcas en el nivel superior, ocupando los huecos entre las ventanas.[21] Los mosaicos se iniciaron en el 504, aunque fueron modificados con posterioridad.

Venecia

Basílica de San Marcos
Artículo principal: Basílica de San Marcos
Mosaico del portal de San Alipio de la basílica de San Marcos (siglo XIII).

En Italia destaca la anteriormente citada basílica de San Marcos de Venecia, del año 1063, con planta de cruz griega inscrita en un rectángulo y cubierta con cinco cúpulas principales[22] sobre tambor, una sobre el crucero y cuatro en los brazos de la cruz, asemejándose en su estructura a la desaparecida iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla.

Las obras para su construcción se iniciaron en 1063, sobre una iglesia anterior, del siglo IX, que albergaba el cuerpo de san Marcos, patrón de Venecia, templo destruido en unas revueltas en el 916. Las obras finalizaron en el 1093, dando inicio a los trabajos de decoración de su interior, para lo que se despojó a diversos templos antiguos de las cercanías.[11] En las obras no sólo intervinieron artistas bizantinos, sino que además se importaron materiales de Bizancio, especialmente capiteles.[23]

La basílica, considerada una de las muestras arquitectónicas más bellas del arte bizantino,[24] está dotada de tres ábsides en la cabecera, el central de mayor tamaño que los laterales. La cúpula es el elemento arquitectónico dominante de la cubierta, consistiendo en realidad en un conjunto de catorce cúpulas diferenciadas, con tamaño variable entre ellas en función de su ubicación,[24] contribuyendo las de menor tamaño a la difuminación de las cargas de la principal.

La cubierta cupulada queda soportada con un conjunto de pilares macizos, a lo que se une una tupida red de columnas que oportan la galería superior de la basílica.[24] En la fachada principal existen cinco puertas, con decoraciones similares a las de la arquitectura románica, con columnas sobre las que se apoyan arcos de medio punto o, en el caso de las puertas laterales, un arco apuntado.[24] Los tímpanos existentes sobre las puertas presentan decoraciones de épocas y estilos variados, delatando alguno de ellos su origen bizantino por el pan de oro con el que se hallan recubiertos.[11]

Este primer cuerpo o piso sostiene una balaustrada, tras la que existe un segundo cuerpo, con cinco arcos ciegos con el mismo esquema decorativo que la planta inferior, con un arco central mayor que los laterales en el que existe una cristalera para la iluminación del interior de la basílica, como sucede en las arquitecturas románica y gótica.[11]

La primera decoración interior de la basílica de San Marcos fue obra de especialistas en mosaicos bizantinos, pero dichos mosaicos se perdieron durante el incendio que sufrió el monumento el 1106.[22] Salvo algunos fragmentos que se recuperaron tras el incendio, los mosaicos actuales son pues del siglo XII.[25]

Rusia

En esta Segunda Edad de Oro el arte bizantino se extendió a la zona rusa de Armenia, en Kiev se construye la iglesia de Santa Sofía en el año 1017, siguiendo fielmente el influjo de la arquitectura de Constantinopla se estructuró en forma basilical de cinco naves terminadas en ábsides, en Nóvgorod se levantan las iglesias de San Jorge y de Santa Sofía, ambas de planta central. Hay que tener presente que las actuales Ucrania y Rusia se habían convertido al cristianismo por la acción de misioneros de origen búlgaros pertenecientes a la Iglesia Ortodoxa. A ello debe añadirse el matrimonio que se produjo en 989 entre el príncipe Vladímir I de Kiev y la princesa Ana, hermana del emperador Basilio II.[26]

Durante la Tercera Edad de Oro, entre los siglos XIII y XV el arte bizantino se sigue extendiendo por Europa y Rusia, predominando las plantas de iglesias cubiertas mediante cúpulas abulbadas sobre tambores circulares o poligonales. A esta etapa corresponden en Grecia la iglesia de los Santos Apóstoles de Salónica, del siglo XIV, la iglesia de Mistra, en el Peloponeso, y algunos monasterios del Monte Athos.

Igualmente se multiplican los templos bizantinos por los valles del Danubio, por Rumania y Bulgaria, llegando hasta las tierras rusas de Moscú donde destaca la iglesia de la Asunción del Kremlin, en la Plaza Roja de Moscú, realizada en tiempos de Iván el Terrible (1555-1560), cuyas cinco cúpulas, la más alta y esbelta en el crucero y otras cuatro situadas en los ángulos que forman los brazos de la cruz, resaltan por su coloración, por los elevados tambores y por su característicos perfiles artísticos.

La herencia de la arquitectura bizantina

La catedral de San Nicolás del Mar en San Petersburgo, en Kronstadt.

La propia vinculación del arte bizantino con el Imperio Bizantino y con el ceremonial y el boato imperial, añadido a la legitimación que otorgaba la fe ortodoxa facilitaron la expansión del arte bizantino en las zonas geográficas vinculadas a la Ortodoxia, especialmente en los territorios de las actuales Ucrania, Bielorrusia y Rusia.[27]

Tras haberse consolidado la ortodoxia y el arte bizantino en las tierras rusas (por ejemplo, en Kiev se copiaron barrios enteros de Constantinopla), la caída de Constantinopla en 1453, con la emigración que trajo aparejada el proceso, hizo que emergiese el Imperio Ruso como heredero natural de Bizancio, asumiendo como parte inherente a dicha herencia los elementos básicos del arte bizantino.[27]

Por otro lado, la arquitectura bizantina abrió la puerta en Europa Occidental a la arquitectura románica y a la arquitectura gótica. En Oriente ejerció igualmente una profunda influencia en la arquitectura islámica, con ejemplos destacados como en la Mezquita de los Omeyas de Damasco y la Cúpula de la Roca en Jerusalén, que ponen de relieve en sus decoraciones el trabajo de los artesanos y constructores de mosaicos bizantinos. En Bulgaria, Rusia, Rumania, Georgia y en otros países de fe ortodoxa la arquitectura bizantina siguió en vigor durante mucho más tiempo, dando origen a diversas escuelas arquitectónicas locales.

En el siglo XIX, paralelamente al renacimiento del arte gótico que dio lugar a la arquitectura neogótica, se desarrolló iguamente una arquitectura neobizantina, que inspiró joyas arquitectónicas como la catedral de Westminster en Londres. En Bristol, entre 1850 y 1880 se generó un estilo conocido como Bizantino de Bristol, convertido en popular gracias a los edificios industriales que combinaban elementos bizantinos con otros procedentes del estilo arquitectónico mudéjar. Fue desarrollado a gran escala en Rusia por Konstantin Thon y por sus discípulos, quienes proyectaron la catedral de San Vladimiro en Kiev, la catedral de San Nicolás en San Petersburgo, la catedral de Alejandro Nevski en Sofía y el monasterio de Nuevo Athos, cerca de Sukhumi. El mayor proyecto neobizantino del siglo XX fue el Templo de San Sava en Belgrado.

Arquitectura bizantina en España

En España la arquitectura bizantina tiene muy escasa presencia, rastreándose únicamente ejemplos muy menores vinculados a la presencia militar del Imperio Bizantino en algunos breves períodos de los siglos IV y V en el sudeste peninsular. Así, por ejemplo, la muralla bizantina de Cartagena.[28]

Algunos de los elementos propios de la arquitectura bizantina, especialmente los adoptados de ejemplos de arquitectura bizantina en Siria y otros puntos de Oriente Medio, fueron introducidos en España a través de la arquitectura islámica.

Véase también

Enlaces externos

Commons

Bibliografía

  • El arte y el hombre, tomo II (bajo la dirección de René Huyghe), Editorial Planeta, S. A, Barcelona, 1975, 8ª edición, ISBN 84-320-2002-8
  • Armesto Sánchez, Julio; Arias Gumarra, José; Balleteros Pator, Ana María; Navas Chaveli, Agustín; Pérez Guillén, José Antonio: Historia del arte. Comentarios de obras maestras. Port-Royal Ediciones, Granada, 1998, 1ª edición. ISBN 84-89739-15-3
  • Crippa, Maria Antonieta, L'Art paléochrétien : des origines à Byzance. Saint-Léger-Vauban : Zodiaque, 1998.
  • Krautheimer, R., Arquitectura paleocristiana y bizantina. Madrid: Cátedra, 1984 (1ª ed.)
  • Schung-Wille, Christa: Bizancio y su mundo, en Enciclopedia Universal del Arte, Tomo IV: Bizancio y el Islam, Plaza & Janés, S. A. Editores, Barcelona, 1978 ISBN 84-01-60579-2

Notas y referencias

  1. (Schug-Wille 1978:5)
  2. (Schug-Wille 1978:10)
  3. a b c (Schug-Wille 1978:114)
  4. (Schug-Wille 1978:115)
  5. a b (Schug-Wille 1978:111)
  6. a b c (Armesto et alii 1998:86)
  7. (Armsto et alii, 1998:87)
  8. a b c d e (Armesto et alii 1998:88)
  9. (Schug-Wille 1978:113)
  10. a b Krautheimer, R., Arquitectura paleocristiana y bizantina. Madrid: Cátedra, 1984 (1ª ed.)
  11. a b c d (Armesto et alii 1998:92)
  12. (Schug-Wille 1978:86)
  13. (Schug-Wille 1978:7)
  14. a b (Schug-Wille 1978:89)
  15. (Schug-Wille 1978:90)
  16. a b (Schug-Wille 1978:91)
  17. (Schug-Wille 1978:97)
  18. a b (Schug-Wille 1978:98)
  19. (Schug-Wille 1978:99)
  20. a b c d (Schug-Wille 1978:102)
  21. a b c d (Schug-Wille 1978:104)
  22. a b (Schug-Wille 1978:118)
  23. (Schug-Wille 1978:188)
  24. a b c d (Armesto et alii 1998:91)
  25. (Schug-Wille 1978:119)
  26. (Schug-Wille 1978:230)
  27. a b (Schug-Wille 1978:12)
  28. «Cartagena. Muralla bizantina» (en castellano). 1Romanico.com. Consultado el 2008-02-21 de 2008.

Obtenido de "Arquitectura bizantina"

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